Humildad Falsa

¿Es tu corazón un templo limpio y humilde; una morada apropiada para el Señor del universo? Por desgracia, he hablado con muchos cristianos que no están experimentando la presencia sanadora del Señor. Pueden estar quebrantados de corazón y parecer contritos, pero solo Dios sabe si son humildes. Un arrepentimiento genuino es necesario para ser contrito. Es común ser engañado y creer que eres humilde, cuando en realidad es otra manifestación del orgullo llamada humildad falsa, la cual quita al cristiano la bendición de la presencia de Dios. Un padre de la iglesia primitiva, Chrystosomos, dijo: “Hay un extraño orgullo que se presenta como el estándar de la humildad. Esta falsa humildad es casi en su totalidad producto de la hipocresía santurrona.”

¿Cuáles son las características de una humildad falsa?

  • Un enfoque en el “yo.” La persona humilde se olvida de sí misma. Por su propia naturaleza, la humildad no habla de sí misma ni atrae mucha atención a sí misma. Muchas veces la persona humilde no cree que sea humilde. Es muy consciente de su pecado y su necesidad de Cristo.
  • La humildad falsa es una fachada que puede parecer humilde. La persona habla mucho sobre su humildad. Pablo dice de tales personas en 2 Timoteo 3:5: Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad. ¡Con esa gente ni te metas!(DHH: No tengas nada que ver con esa clase de gente.)
  • Problemas con la autoestima. No tiene un concepto saludable o una perspectiva clara de sí mismo. En un momento dice que él no es nada y no merece nada; en el otro momento se jacta y anhela la aprobación y elogio de otras personas. Los que se exaltan a sí mismos muchas veces tienen una autoestima muy baja. La falsa humildad no es atractiva.
  • No experimenta la gracia y la libertad del Espíritu. La persona con una falsa humildad experimenta lo que dice Romanos 7:24: ¡Soy un pobre miserable! Todavía está bajo la ley, trabajando para ser un buen cristiano, y nunca procede a Romanos 7:25: ¡Gracias a Dios soy librado de este cuerpo mortal por medio de Jesucristo nuestro Señor! 
  • Manifiesta una modestia falsa que no puede aceptar elogios genuinos de otros. Unos ejemplos:
    • “¡Que buena prédica!” “Oh, no fue nada. Toda la gloria a Cristo. Es su Palabra;” pero en su interior quiere escuchar aún más alabanzas.
    • “Qué bonita está esa camisa.” “Oh, es vieja;” pero realmente la compraste el otro día y pagaste mucho. En realidad estás esperando más elogios sobre la camisa.
    • “Eso fue un muy buen estudio.” “Gracias, pero creo que no fue muy bien. Lo hice a toda prisa;” pero realmente agonizabas horas con el estudio y esperabas esos cumplidos.

La persona humilde acepta con gracia un cumplido, pero no lo necesita para fortalecer su ego. Puede gozarse en el fruto de sus propios logros, pero también regocijarse con otros que Dios ha bendecido. La humildad falsa manipula a otros para recibir más elogios. No es honesta ni genuina.  La persona verdaderamente humilde sabe quién es, y no tiene que demostrar nada a nadie. Manifiesta el gozo y la confianza que da Dios, que atraen a los demás. La humildad no significa que debemos derrumbarnos. No confundas la humildad con el desprecio propio, que es una manera de vivir tímida y buscar excusas.

Verdadera humildad

La verdadera humildad es un realismo informado por la Biblia, la cual celebra las habilidades genuinas que Dios nos ha dado y también reconoce nuestras debilidades. Pablo es un buen ejemplo, como escribe en 1 Corintios 15:9-10: Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. (Si se para allí sería humildad falsa.) Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa. Al contrario, he trabajado con más tesón que todos ellos, aunque no yo sino la gracia de Dios que está conmigo.

Un ejemplo aún mejor, como en toda la vida, es nuestro Señor Jesucristo. Estudia su vida para ver un ejemplo de una autoestima saludable.

Si crees que esta falsa humildad te describe, no te condenes a ti mismo ni te desanimes. Dios te está abriendo los ojos porque te ama y anhela morar en ti. Una parte importante de humillarte y crecer es ser honesto acerca de donde estás. Dios quiere revivirte y darte nuevo ánimo. No es fácil hallar el equilibrio entre la humildad y el orgullo, pero Dios te mostrará si estás cayendo en una humildad falsa, y te dará las circunstancias necesarias para humillarte.

 

¿Dónde habita Dios?

 “Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados.” Isaías 57:15

¡Qué maravilla! El Dios del universo habita en un lugar increíble, santo y sublime. Varias escrituras nos dan visiones del esplendor del cielo, pero este Dios también descendió en la forma del hombre para morar entre nosotros. Todavía quiere habitar entre nosotros, pero no mora en templos o palacios. Cuando Jesús vino a este mundo, nació en un pesebre y nunca tuvo una casa propia. Ahora Él mora en los corazones de hombres y mujeres como tú y yo. Pero Dios no habita en cualquier corazón; Isaías dice que Dios habita con el contrito, humilde y quebrantado de corazón. Nosotros somos sus templos; templos del Espíritu Santo. Me recuerda a las bienaventuranzas; Jesús dijo que son dichosos los pobres de espíritu, los que lloran, los humildes y los que tienen hambre y sed de justicia.

Este versículo es muy importante para nuestro estudio de la humildad. Si quieres experimentar la presencia de Dios, la humildad no es opcional. Esta palabra dice que el corazón contrito, humilde y quebrantado es el corazón que agrada a Dios. Él está muy cerca de esas personas. Él busca a tales personas. ¿Eres tú una de ellas? ¿Cómo está tu corazón? ¿Cómo está tu templo? ¿Limpio? ¿Puro?

La presencia de Dios toca el espíritu de los humildes para reanimar, reavivar, fortalecer y consolarlo. Y alienta el corazón de los quebrantados. Dios está usando el desánimo, la depresión y las experiencias que quebrantan el corazón para humillarte. Pero entonces, en su gran amor, Él te alienta, te consuela y te fortalece. ¡Qué hermoso es para el quebrantado de corazón experimentar ese toque del Señor!

 

Un ejemplo de exaltarte

La denuncia más fuerte de los fariseos por parte de Jesús se encuentra en Mateo 23. Otra vez Jesús dice: Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. (Verso 12) ¿Te sorprende? Es un tema importante en la enseñanza de Jesús, y los fariseos eran el mejor ejemplo de la persona que se enaltece. ¿Es por casualidad que eran vistos como los hombres más espirituales de esa época? ¡Estudia sus vidas y evita sus errores!

En los versos 5-7 Jesús señala varios ejemplos de cómo se enaltecen:

»Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas; se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y porque la gente los salude en las plazas y los llame “Rabí”.

  • Hacen todo para que la gente los vea. Todo es para las apariencias. No son genuinos.
  • Llevan cosas religiosas para impresionar a la gente. Hoy no tenemos filacterias; ¿qué se usa hoy para impresionar a otros?
  • Anhelan los primeros asientos y el lugar de honor.
  • Quieren ser reconocidos en público y saludados como “Rabí”, o en nuestro caso, “pastor,” u otro título religioso.

Jesús dice que serán humillados. ¿Quieres evitar eso? Humíllate a ti mismo para que Dios te enaltezca. Los versos 8 – 10 nos enseñan cómo humillarnos:

»Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo.10 Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo.

  • Evita el uso de títulos que sirvan para exaltarte. Ten mucho cuidado con los “privilegios” que algunos pastores y líderes cristianos exigen.
  • Todos nosotros, los discípulos de Cristo, somos iguales; somos hermanos, y todos somos sacerdotes. Hay varios dones y llamados en la iglesia, pero Cristo nunca intentó que ellos sirviesen para exaltar a algunos sobre otros. Ten cuidado de presentar tu nombre como pastor en el letrero de la iglesia o en lo que publiques en Facebook u otro sitio web. ¿Quién es más importante en la iglesia? ¿Jesús, o el pastor?
  • Si quieres ser grande, sé el siervo de todos. En cada situación busca la oportunidad de servir a otros; no ser servido.

La gente del mundo se afana por riquezas, posición, cosas materiales, influencia y alguna recompensa. Calculan todas sus relaciones con el fin de lo que puedan recibir.

Por desgracia, muchos creyentes son como ellos. Jesús nos llama a un estilo de vida que siempre se humilla, hasta que llega a ser natural, un hábito. En el restaurante, el trabajo, el carro o las filas en el banco o supermercado, siempre humíllate, toma el último lugar y da preferencia a otros. La promesa de Dios es que mientras tú te humillas, Él te enaltecerá.

 

Los próximos pasos Nehemías 7:1-5

Nehemías no fue intimidado por sus enemigos, y siguió adelante con la obra en Jerusalén.

1Una vez que se terminó la reconstrucción de la muralla y se colocaron sus puertas, se nombraron porteros, cantores y levitas. A mi hermano Jananí, que era un hombre fiel y temeroso de Dios como pocos, lo puse a cargo de Jerusalén, junto con Jananías, comandante de la ciudadela. A los dos les dije: «Las puertas de Jerusalén se abrirán cuando ya haya salido el sol, y volverán a cerrarse y se asegurarán con sus barras cuando los porteros estén en sus puestos. Además, los habitantes de Jerusalén montarán guardia, unos en sus puestos y otros frente a su propia casa.»

Prepara a líderes capaces

Nehemías sabe que no va a estar allí para siempre. Es hora de buscar a gente capacitada para administrar y pastorear la obra.  Tú no puedes hacerlo todo, y es muy posible que Dios te llame a un proyecto nuevo.   Desde el principio tienes que preparar a otros para mantener y continuar la obra.  Esa era la mente de nuestro Señor Jesucristo.  Más importante que sanar a los enfermos y enseñar a las multitudes, Jesús se dedicó a formar discípulos que serían líderes en la joven iglesia.  ¿A quién estás preparando para el liderazgo futuro? ¿Estás siempre pendiente por personas con potencial, para invertir en ellas?

Cuando pongas a alguien en una posición, da instrucciones claras de lo que exactamente esperas de él. Confirma que sabe lo que debe hacer y cómo hacerlo.

Nehemías buscó a hombres fieles y temerosos de Dios, con corazones sinceros y entregados.  Nota que ellos no eran:

  • Los más populares
  • Los más educados
  • Los más ricos
  • Los más experimentados
  • Los más religiosos

Muchas veces nos llama la atención la persona que alaba mucho a Dios, ofrece oraciones impresionantes o conoce muy bien la Biblia.  Pero esa persona también puede ser un fariseo. Lo que yo busco en los líderes es:

  • Un espíritu enseñable. No necesito a la persona que cree que ya lo sabe todo.
  • Humildad y el corazón de un sirviente, con un buen record de servicio en la iglesia.
  • Un buen testimonio.  No perfecto, pero con evidencia de un arrepentimiento genuino, y no practicando el pecado. Honesto con sus fracasos y listo para pedir perdón a Dios y a otros.
  • Amor sincero por Dios y otros.

Nehemías nombró a los líderes.  Nosotros tendemos a elegir líderes, o buscar voluntarios.  Pero el modelo bíblico es llamar y nombrar a los líderes.  Dios llama, nosotros discernimos su voluntad, y luego los nombramos y los ungimos.

La ciudad ocupaba una gran extensión, pero tenía pocos habitantes porque no todas las casas se habían reconstruido. Mi Dios puso en mi corazón el deseo de reunir a los nobles, a los oficiales y al pueblo, para registrarlos según su descendencia; y encontré el registro genealógico de los que habían regresado en la primera repatriación.

Después de las murallas, reconstruir la ciudad

Nehemías ya estaba pensando en el próximo paso.  Reconstruyó los muros; ahora necesita gente para reedificar las casas y poblar la ciudad.  Era parte de la misión de Jesús (Isaías 61:4), y la nuestra también. Nadie quiere vivir en ruinas.

Este trabajo requiere de todos, incluso a los nobles que se aliaron con los enemigos de Nehemías.  Dios puso en su corazón el deseo de reunir a la gente. Muchas veces, un proyecto comienza no con una palabra o una voz audible del Señor, sino con un deseo que Dios ponga en tu corazón. El primer paso puede ser simplemente reunir a la gente. Hay que aprender a prestar atención a los deseos de tu corazón y discernir cuáles son de Dios.

Nehemías era un muy buen organizador.  Primero va a poner todo en orden, con un registro de la gente. Muchos carecen de esa habilidad de administración, la cual también es un don espiritual.  ¿Hay algo que tengas que organizar en tu vida o iglesia ahora?

 

La vida de un peregrino y extranjero 1 Pedro 2:11-25

Una conducta ejemplar

11 Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. 12 Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación.

El mundo no puede entender esta nueva vida. Somos peregrinos y extranjeros, parte de un pueblo nuevo. Tenemos que andar en santidad, porque Dios es santo. Ya no tenemos nuestra ciudadanía en un país terrenal. ¿A veces te sientes extraño, diferente, de no encajar en este mundo (incluso, a veces, en tu iglesia o familia)? En esta tierra solo estamos en el camino a nuestro hogar celestial. Muchos han tenido la experiencia de emigrar a otro país y vivir allí como extranjero. Así somos en este mundo: extranjeros. Si te sientes muy cómodo en este mundo, puede ser que tu corazón esté envuelto en las cosas del mundo y no estés caminando en santidad.

En el mundo, en la carne, en la vida vieja sin Cristo, es natural tener deseos pecaminosos. Es posible que hayas estado cumpliendo esos deseos durante mucho tiempo, y aún luches contra ellos. Ahora tienes que rechazarlos y resistir esa tentación, para mantener tu santidad como un real sacerdote. Es más fácil esconderse en la iglesia y en la comunidad cristiana, pero Dios nos llama a vivir en medio de los incrédulos; como extraños entre un pueblo pecador, tenemos que ser sal y luz.

El mundo siempre nos mira y espera más de nosotros que de los inconversos. Si no hay diferencia en nuestro estilo de vida, arruinamos nuestro testimonio, no hay ninguna motivación para que ellos acepten a Cristo y traemos vergüenza al nombre de Cristo. Es posible que murmuren contra ti como un malhechor, pero es muy importante que nunca les des un motivo para sus acusaciones, sino que más bien los hagas callar con tus buenas obras.

Por desgracia, hay algunos cristianos que se comportan como santos en la iglesia y con sus hermanos cristianos, pero en casa o en el trabajo es otra historia. Tienen dos caras. Tratan de servir a dos amos, y Cristo dice que eso es imposible (Mateo 6:24). ¿Alguna vez has tenido esa lucha interior? No hay paz. Estás miserable como cristiano, sin el gozo del Señor, pero tampoco disfrutas los placeres del mundo como antes. Sí,  todavía hay deseos mundanos que combaten contra el alma; ¡aléjate de ellos!

¿Puedes decir que tu comportamiento entre los incrédulos es ejemplar? ¿Tendrían alguna base para murmurar en tu contra y acusarte de hacer el mal? ¿Cómo son tus buenas obras? ¿Tu vida trae gloria y honra a Jesús, para que ellos puedan glorificar a Dios? ¿Conoces a alguien que tenga una conducta ejemplar que glorifique a Dios a través de sus buenas obras?

Sumisión a toda autoridad humana

13 Sométanse por causa del Señor a toda autoridad humana, ya sea al rey como suprema autoridad, 14 o a los gobernadores que él envía para castigar a los que hacen el mal y reconocer a los que hacen el bien. 15 Porque esta es la voluntad de Dios: que, practicando el bien, hagan callar la ignorancia de los insensatos. 

Aquí Pedro introduce una palabra clave por una buena parte de su carta: sumisión. Es difícil para nosotros someternos a Dios; la naturaleza pecaminosa es rebelde y quiere estar a cargo, no quiere someterse a nadie. Pero tenemos que honrar a las autoridades aquí en la tierra; la NTV dice “por amor al Señor.” Aunque es difícil, el amor de Cristo nos motiva, y Él nos da el poder de someternos por medio de nuestra relación con Él y nuestra nueva naturaleza. El llamado aquí puede parecer extremo: Someterse a toda autoridad humana. Pedro da el ejemplo de un rey, como la suprema autoridad, y todos los gobernadores que actúan con autoridad delegada. Si un gobierno funciona bien, esas autoridades castigan a malhechores y honran a quienes hacen el bien. En nuestra situación actual, el castigo parece más común (a veces sin mucha justicia) que la honra. Debemos alentar a los líderes a hacer ambos, reconociendo a quienes hacen el bien.

Otra vez, el fin es mantener un buen testimonio, para callar la ignorancia de quienes creen que honrar a Jesús como Rey de alguna manera está en conflicto con nuestros deberes como ciudadanos de un país. Es una actitud muy distinta de la de muchos judíos que sufrían bajo la opresión de los romanos. Antes y después de Cristo hubo rebeliones en Judá, que eventualmente terminaron en la destrucción de Jerusalén y el templo en el año 70 dC.

Toda autoridad incluye a los maestros, jefes, la policía y cualquier persona que pueda ejercer la autoridad. ¿Quiénes son las autoridades en tu situación? ¿Puedes decir que te sometes a ellos? ¿O tienes una actitud rebelde? Practicar ese sometimiento nos capacita para someternos a Dios, y desarrolla humildad en nosotros.

Dar a todos el debido respeto

16 Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para disimular la maldad, sino que viven como siervos de Dios. 17 Den a todos el debido respeto: amen a los hermanos, teman a Dios, respeten al rey.

Esa es la norma universal que debemos seguir: Dar a todos el debido respeto u honra. Es parecido a la Regla de Oro, y fluye de nuestra humildad como siervos de Dios. Voluntariamente nos sometemos a Dios y a toda autoridad humana. La verdad es que somos libres, más libres que la gente del mundo, pero no podemos usar esa libertad como pretexto para hacer el mal. Tenemos que ser respetuosos con todos: manifestar consideración hacia ellos, estimarlos y honrarlos. Todos están hechos a imagen de Dios y son dignos de respeto.

Ese respeto toma varias formas, dependiendo de quién sea:

  • Para los hermanos en Cristo, la iglesia, el Cuerpo de Jesús: Amor (ágape, el amor incondicional de Dios).
  • Por Dios: Temor, o reverencia.
  • Por el rey: Ni amor ni temor, sino respeto por la posición que ocupa.

Instrucciones para los criados

18 Criados, sométanse con todo respeto a sus amos, no solo a los buenos y comprensivos, sino también a los insoportables. 19 Porque es digno de elogio que, por sentido de responsabilidad delante de Dios, se soporten las penalidades, aun sufriendo injustamente. 20 Pero ¿cómo pueden ustedes atribuirse mérito alguno si soportan que los maltraten por hacer el mal? En cambio, si sufren por hacer el bien, eso merece elogio delante de Dios. 

La primera aplicación de este llamado a someterse es para los criados (siervos, esclavos, aquellos que tienen un amo), de los cuales había muchos en la iglesia primitiva. Esta es una palabra dura, en primer lugar porque Pedro no condena la institución de esclavitud; ni la aprueba, sino la acepta como parte de la sociedad. La Biblia nos enseña cómo vivir en la situación actual, y confiar en que Dios la cambiará cuando (o si) Él quiere.

En cada situación en la que tenemos que someternos, es bastante fácil si la persona es buena y compasiva. Pero Dios nos llama a someternos, con todo respeto (no murmurando y hablando mal contra la persona) a los insoportables o crueles. Nuestra responsabilidad es ante Dios; Él sabe que vamos a sufrir injustamente (Cristo lo hizo), y no promete liberarnos de ello. Dios nos llama a soportar las penalidades con paciencia. No hay mérito si sufrimos por hacer el mal, pero sufrir por hacer el bien merece elogios. Dios lo ve y lo sabe, y habrá una recompensa de su parte.

Gracias a Dios, hay pocos esclavos hoy, debido en gran parte a los esfuerzos de los cristianos por eliminar la esclavitud. Pero tu trabajo puede sentirse como una esclavitud, y algunas mujeres se sienten como las esclavas de sus maridos. Es posible que estés sufriendo por hacer el bien. ¿Estás soportándolo con paciencia? ¿Siempre honras y respetas a tu jefe? ¿Puedes confiar en Dios para aliviar la situación en su tiempo?

Dios sabe lo que está sucediendo, y algún día Él los juzgará y arreglará todo. Dios está contigo y te cuidará.

El ejemplo de Cristo

21 Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos.

22 «Él no cometió ningún pecado,
ni hubo engaño en su boca».

23 Cuando proferían insultos contra él, no replicaba con insultos; cuando padecía, no amenazaba, sino que se entregaba a aquel que juzga con justicia. 24 Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados. 25 Antes eran ustedes como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al Pastor que cuida de sus vidas.

¡Qué hermoso final para este capítulo! Pedro dirige nuestra atención a Cristo. Si estamos tentados a lamentar la dureza de nuestro trabajo y lo difícil que es someternos a las autoridades, debemos reflexionar sobre la experiencia de Jesús.

Primero, Pedro dice que fuimos llamados a sufrir. A la luz del padecimiento increíble que Jesús soportó para llevar nuestros pecados, nuestro sufrimiento no es nada. El sufrimiento no significa que hayas hecho algo malo; Cristo no cometió ningún pecado ni engañó a nadie.

En el mundo, dicen que tienes que expresar tu ira. Muchas veces, como cristianos, intentamos negar esa ira, porque no sabemos qué hacer con la injusticia que hemos sufrido. Pero el cristiano le da la situación y su ira al Señor, y sigue el ejemplo de Cristo en medio del sufrimiento:

  • Otros van a proferir insultos contra ti; no repliques con insultos.
  • Vas a padecer; no amenaces a la persona responsable de ello.
  • Entrégate a Dios, quien juzga con justicia.

En el caso de Cristo, hubo frutos muy hermosos de su sufrimiento; puedes confiar en Dios que Él va a usar tu sufrimiento para el bien también.

  • Su muerte permite tu reconciliación con Dios. Eras rebelde, separado de Dios por tu pecado, una oveja descarriada y perdida. Pero Cristo pagó el precio por ese pecado, y restaura la relación con el Pastor de tu alma. Estás a salvo otra vez en el redil.
  • Te da el poder para crucificar la carne y morir al pecado.
  • Su Espíritu Santo te da el poder y motivación para vivir por la justicia.
  • Por sus heridas eres sanado (espiritual y físicamente; citando Isaías 53:5).

De repente, tu sufrimiento y los problemas en tu vida no parecen tan grandes. ¡Qué privilegio es sufrir por hacer el bien y seguir en las huellas de nuestro Señor y Salvador! Dios vela por ti y te cuida. ¿Has vuelto al Pastor y Guardián de tu alma?