Asume la misma actitud de Cristo
El tema principal de esta carta ha sido el sufrimiento. Este capítulo empieza “Por tanto,” refiriéndonos al versículo 18 del capítulo 3 (los versos 19-22 son un paréntesis): El padecimiento del justo (Cristo) por los injustos (nosotros).
Los cristianos que recibieron la carta han sufrido una persecución fuerte. Pedro ya ha dicho que tienen que soportar la persecución e incluso someterse a los amos (en el caso de siervos o esclavos), a los maridos (para las mujeres casadas) y a toda la autoridad terrenal. Esperamos que en algún momento Pedro pueda prometer un fin a su sufrimiento y una vida feliz, pero en cambio nos llama a algo más difícil:
1Por tanto, ya que Cristo sufrió en el cuerpo, asuman también ustedes la misma actitud; porque el que ha sufrido en el cuerpo ha roto con el pecado, 2 para vivir el resto de su vida terrenal no satisfaciendo sus pasiones humanas, sino cumpliendo la voluntad de Dios.
¿Estás listo para vivir el resto de tu vida sin satisfacer tus pasiones o seguir tus propios deseos? ¿Te imaginas vivir toda tu vida cumpliendo la voluntad de Dios? Por desgracia, el pecado puede tener un fuerte control sobre nosotros; solo después de mucho sufrimiento estamos realmente listos para renunciar a la vida carnal y hacer la voluntad de Dios.
Yo he escuchado a predicadores decir que Cristo ya sufrió para que nosotros no tengamos que sufrir, pero la Biblia dice aquí que Cristo es nuestro ejemplo (ve también lo que Pablo dijo al respecto en Filipenses 2:5-11). A la luz de su sufrimiento en la cruz, Dios nos llama a asumir la misma actitud de Jesús, el Varón de Dolores. ¿Cuál es esa actitud? Confiar en el Padre y aceptar el sufrimiento, incluso regocijarse en él. La tendencia es hacer todo lo posible para evitar el sufrimiento:
- Pastillas, alcohol, drogas, placeres carnales y entretenimiento sin fin (películas, televisión e Internet).
- La búsqueda de la riqueza (o dinero prestado) para comprar diversiones y vacaciones.
- La vida llena con actividad, trabajo y todo lo necesario para evitar la realidad de los problemas.
El propósito del sufrimiento
La Biblia dice que hay un propósito en el sufrimiento. Podemos asumir la actitud de Cristo porque sabemos que resulta en algo bueno. En el caso de Jesús, fue por nuestra salvación. Para nosotros, es la santificación. Es un proceso, y vemos la progresión del fruto del sufrimiento en estos dos versículos:
- ¿Quieres romper con el pecado? Es una declaración que tú puedes hacer si has sufrido en el cuerpo: “Yo he roto con el pecado.” Lástima que a menudo tengamos que pasar por una enfermedad, encarcelamiento o persecución para arrepentirnos y romper con el pecado.
- Hay un cambio definido: es para el resto de tu vida terrenal. Lo natural (la vida que observamos a nuestro alrededor), es satisfacer las pasiones humanas (ya sabemos lo que son, aunque Pedro nombró algunas de ellas en el verso 3 y en el primer versículo del capítulo 2). No podemos servir a dos amos (Dios y la carne); Dios puede permitir el sufrimiento necesario para llevarnos al arrepentimiento para no satisfacer las concupiscencias de la carne.
- Ahora nuestro anhelo es cumplir la voluntad de Dios: “No mi voluntad, lo que yo quiero, sino tu voluntad, Padre, lo que tú quieras.” Para cumplir su voluntad, tenemos que saber qué es. Tenemos que moldear nuestras mentes con la Palabra de Dios, someter cada decisión a Dios y aprender a escuchar la voz del Espíritu Santo para discernir su voluntad. Ahora lo más importante es glorificar y agradar a Dios, no a mí mismo.
Y todo empieza con tener la actitud de Cristo y pensar como Él. Un cambio de actitud afecta a toda la vida. Podemos obligarnos a hacer la voluntad de Dios, pero si tenemos una mala actitud, no le agrada. La actitud de Cristo es una disposición total, una entrega completa, a la voluntad de Dios.
3 Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo lo que agrada a los incrédulos, entregados al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías abominables.
Tiempo desperdiciado
Pedro clarifica algunas de las pasiones humanas que satisfacíamos, cosas que agradan a los incrédulos y a la carne. Todos vivíamos de esa manera en el pasado, pero son un desperdicio de nuestro tiempo y nuestras vidas. Pedro los incluye aquí, ya que sabe que algunos cristianos todavía están luchando con ellos, pero es hora de cambiar y dejar de ser devotos a ellos (y otras cosas similares).
- Desenfreno (DHH: vicios, RVR: lascivias); disfrutar de placeres, especialmente sexuales, sin auto dominio ni pensar en las consecuencias
- Pasiones; lujuria, pornografía, sexo fuera del matrimonio, homosexualidad
- Borracheras; uso excesivo de alcohol y drogas
- Orgías; toda práctica sexual fuera de lo normal
- Parrandas (disipación, banquetes, fiestas)
- Idolatrías abominables; más allá de la idolatría común, idolatrando a cosas abominables
Ahora queremos redimir el tiempo y vivir para agradar a Dios. El mundo de hoy muestra que nuestra creencia en la perversidad y depravación del ser humano sin Cristo es correcta, aunque no significa que todos los que no conocen a Cristo practiquen estos pecados. Hay buena gente en el mundo, pero sin Cristo, están perdidos.
Pablo escribió acerca de esta depravación en Romanos 1:29-32:
Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, disensiones, engaño y malicia. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; se ingenian maldades; se rebelan contra sus padres; son insensatos, desleales, insensibles, despiadados. Saben bien que, según el justo decreto de Dios, quienes practican tales cosas merecen la muerte; sin embargo, no solo siguen practicándolas, sino que incluso aprueban a quienes las practican.
Nosotros batallamos con nuestros deseos pecaminosos, la influencia del mundo que no conoce a Cristo y el diablo, como Pablo explica en Efesios 2:1-2:
En otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados, en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia.
Amigos viejos del mundo
4 A ellos les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan.
La NTV: No es de extrañarse que sus amigos de la vieja vida se sorprendan de que ustedes ya no participan en las cosas destructivas y descontroladas que ellos hacen. Por eso los calumnian.
Cuando yo era un niño, la práctica de la inmoralidad era aún menospreciada. Yo he visto un gran cambio; en el mundo de hoy, la moral cristiana a menudo es vista como extrema, rígida e irreal. ¿No es cierto que todos los días vemos el desbordamiento de la inmoralidad, con gente que hace cosas destructivas e incontroladas? ¿Conoces a personas que piensan que es extraño que no apruebes su inmoralidad? Si te insultan, considéralo parte del sufrimiento por Cristo. Puedes sentirte presionado a adoptar su estilo de vida, pero recuerda el verso siguiente:
5 Pero ellos tendrán que rendirle cuentas a aquel que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.
Hay un juicio venidero; habrá una recompensa para aquellos que practican la justicia y el castigo eternal para los pecadores. ¿Cómo será para ti cuando tengas que rendir cuentas a Dios?
Predica el Evangelio
6 Por esto también se les predicó el evangelio aun a los muertos, para que, a pesar de haber sido juzgados según criterios humanos en lo que atañe al cuerpo, vivan conforme a Dios en lo que atañe al espíritu.
Este es otro verso difícil, quizás relacionado con lo que Pedro dijo en 3:4-5 (Cristo predicando a los espíritus encarcelados). Estas personas aparentemente tienen la oportunidad en el espíritu de responder al evangelio, arrepentirse y seguir a Dios. Ya habían sido juzgados por los estándares del mundo por lo que hicieron en la tierra. Pueden ser creyentes que sufrieron bajo el juicio del hombre y murieron, pero ahora están vivos en el espíritu.
A pesar de las dificultades con este verso, hay una enseñanza importante aquí:
- Tenemos la responsabilidad de predicar el evangelio, de salvar a la mayor cantidad posible de la condenación.
- El mundo juzga según criterios humanos. Y sí, los incrédulos también juzgan, aunque a menudo señalan a los cristianos como críticos.
- Más importante que enfocarse en el juicio es vivir para Dios y enfocarse en el Espíritu en lugar de la carne.
- La experiencia del creyente es paralela a la de Cristo: ambos sufren en la carne, ambos mueren, pero, a pesar de la muerte, ambos viven en el espíritu.
Prepárate para el fin
7 Ya se acerca el fin de todas las cosas.
Hay una urgencia de poner en orden nuestras vidas, porque no nos queda mucho tiempo. Cristo vendrá pronto y este mundo terminará. A la luz de esa urgencia, hay prioridades que debemos establecer y varias cosas prácticas que tenemos que incluir como parte de la vida:
- Así que, para orar bien, manténganse sobrios y con la mente despejada.
DHH: sean ustedes juiciosos y dedíquense seriamente a la oración.
RVR: sed, pues, sobrios, y velad en oración.
Es fácil descuidar la vida de oración, pero en medio de la persecución, el sufrimiento y la presión para seguir las normas del mundo, la comunión con Dios es aún más importante.
Pedro menciona dos cosas que nos ayudan en la oración:
- Mantente sobrio. El diccionario dice que sobrio es “Moderado en sus palabras, comportamiento, etc., y especialmente en el comer y el beber; Que carece de adornos superfluos o de otras características que lo hagan llamativo y exagerado; Que no está borracho.” Con todos los extremos en el mundo actual y tanto hablar en Internet, es fácil vivir en temor y perder nuestra perspectiva.
- Mantén la mente despejada. Eso es difícil con todas las cosas en Internet y los medios de comunicación que contaminan la mente. Es muy importante ser moldeado por la Palabra de Dios para mantener la mente clara. La palabra griega puede incluir la idea de auto dominio, también importante para mantener y desarrollar la vida devocional. Algunos temen el fin del mundo, pero para nosotros no hay nada que temer.
- 8 Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados.
Jesús dijo (Juan 17) que nuestro amor testifica al mundo que el evangelio es verdadero. Su nuevo mandamiento (Juan 13:30) es amarnos unos a otros como Él nos ha amado; ese es un gran desafío para nosotros, porque el amor de Cristo es un amor verdaderamente profundo. El amor de nuestros hermanos nos ayuda a soportar la persecución de los días postreros. El amor no ignora el pecado, pero el amor es más poderoso que la ofensa y el juicio. El que ama está dispuesto a perdonar cualquier ofensa. La combinación de oración y amor (que conduce al arrepentimiento y cubre una multitud de pecados) nos prepara para la venida de Cristo. ¿Qué significa amar profundamente para ti hoy? ¿Puedes decir que estás obedeciendo este comando?
- 9 Practiquen la hospitalidad entre ustedes sin quejarse.
No oímos mucho al respecto en las predicas actuales, pero la Biblia le da mucha importancia a la hospitalidad. Dios nos ha bendecido con casas y alimento para que podamos ayudar y bendecir a otros; debe ser un resultado natural de nuestro amor. Es una alegría y privilegio servir a otros; no pensamos en el costo, y nunca debemos quejarnos de alguien que estamos hospedando, sino confiar en que Dios proporcionará todo lo necesario para bendecir a esa persona. Abrir la casa a otros nos brinda una buena oportunidad para amar profundamente y chinear a nuestros huéspedes. ¿Cuáles oportunidades tienes para practicar la hospitalidad? ¿Cómo puedes promoverla en tu iglesia?
- 10 Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas.
En medio de las presiones del mundo para pecar, el sufrimiento y la incertitud de la situación mundial, Dios nos llama a ocuparnos en servir y ser activos en nuestras iglesias. Pedro habla aquí de la diversidad de dones espirituales. Esos dones son para el beneficio de toda la iglesia. Cada creyente recibe un don de Dios; nuestra parte es administrarlo fielmente. ¿Sabes cuál es tu don (o dones; puedes tener más de uno)? ¿Estás usándolo para servir a los que te rodean? ¿Qué implica para ti administrarlo fielmente? ¿Puedes decir que estás haciendo eso? Si no, ¿qué tienes que cambiar?
Ahora, Pedro nombra a dos ejemplos más de los dones (la hospitalidad en el verso 9 fue el primero).
- 11 El que habla, hágalo como quien expresa las palabras mismas de Dios.
Puede ser enseñar, predicar o profetizar; siempre es una responsabilidad sagrada pararse para compartir una palabra en el Nombre de Jesús.
- El que presta algún servicio, hágalo como quien tiene el poder de Dios.
Los dones son manifestaciones sobrenaturales del Espíritu Santo. Cualquier servicio o ministerio debe demostrar el poder de Dios. El don del servicio no es tan impresionante como milagros o profecía, pero tiene la misma importancia en la iglesia. La operación de ese don facilita el funcionamiento de la iglesia.
Otras enseñanzas acerca de los dones espirituales se encuentran en Romanos 12, 1 Corintios 12 y 14, y Efesios 5.
Así Dios será en todo alabado por medio de Jesucristo, a quien sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Cuando mantenemos estas normas, el poder de Dios se manifiesta y Él es glorificado. La tentación de aquellos que operan con impresionantes dones es buscar la gloria, la fama y el poder para sí mismos. Algunas veces, después de años de ministrar, olvidamos el poder de Dios y ministramos en la carne. Siempre tenemos que dejar al poder de Dios fluir en el ministerio y dirigir toda la gloria y alabanza a Él.
El fuego de la prueba
12 Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito.
Pedro descansó del tema de su carta al principio de este capítulo, pero ahora vuelve a hablar del sufrimiento. Muchos cristianos criados con una doctrina de prosperidad y bendición no están preparados para las pruebas y persecuciones, pero Jesús dijo que son parte de esta vida (Juan 15:20). Creo que todos nosotros hemos oído eso, pero todavía nos sorprendamos por la intensidad de las pruebas. Preguntamos: “¿Por qué? ¿Qué he hecho malo? ¿Está Dios enojado conmigo? ¿Estoy en pecado? ¿Tiene que estar tan caliente este fuego?”
Las buenas nuevas para ellos es que están soportando la prueba. No se han rendido. ¿Y tú? ¿Estás aguantando en la prueba? ¿Estás en el fuego? Esto es lo que Pedro dice que debe ser nuestra respuesta:
13 Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo.
Alegrarse en el fuego no es fácil. Solo lo puedes hacer si tienes el gozo del Señor y puedes ver más allá de la prueba, a la recompensa y la promesa de vida eterna. ¡Eres un participe en los padecimientos de Cristo! En ese fuego tú puedes conocer una comunión más íntima con tu Señor.
Es una perspectiva rara hoy en día, pero muy común en los primeros siglos de la iglesia:
- Hechos 5:41: Los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre.
- Filipenses 3:10: Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.
Nuestra alegría como creyentes es muy diferente de la alegría que experimentamos en el mundo. Nuestra mirada debe fijarse en la bendita esperanza de estar con Cristo por la eternidad, y la anticipación de ver su gloria cuando venga otra vez. Honestamente, ¿puedes estar feliz de participar en los sufrimientos de Cristo? ¿Alguna vez has experimentado ese gozo?
14 Dichosos ustedes si los insultan por causa del nombre de Cristo, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre ustedes.
Otra vez suena como los bienaventurados en Mateo 5. Aquí hay una promesa de un toque especial del Espíritu Santo para aquellos que están insultados por causa de Cristo (tiene que ser por causa de Él, y no por ninguna tontería nuestra).
15 Que ninguno tenga que sufrir por asesino, ladrón o delincuente, ni siquiera por entrometido. 16 Pero, si alguien sufre por ser cristiano, que no se avergüence, sino que alabe a Dios por llevar el nombre de Cristo.
Se ha repetido varias veces en esta carta: No hay beneficio en sufrir por ningún delito o crimen; ese sufrimiento es una consecuencia justa. Para sufrir por ser cristiano, debe ser obvio a todos que llevamos el nombre de Cristo y reflejamos su vida. Nunca debes avergonzarte por algún insulto porque eres “diferente,” “un aleluya” o “un fanático.” Si te insultan porque vas a la iglesia, llevas una Biblia o no participas en las perversiones del mundo, ¡alaba a Dios!
17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y, si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios! 18 «Si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y del pecador?»
Estos son versos frecuentemente citados, y con buena razón:
- Todos van a ser juzgados.
- El juicio de los creyentes ya había comenzado en el tiempo de Pedro y sigue aún. Dios quiere purificar su iglesia y preparar a una novia sin mancha para su Hijo.
- Es dura cosa para el justo ser salvo; hay algo terrible y temeroso esperando a los rebeldes e impíos.
¿Es posible que tú estés experimentando algún juicio de Dios ahora? ¿O tu iglesia? Dios lo hace en su misericordia, para prepararnos para el gran juicio. Los que están en rebelión a Dios deben temer, porque: ¡Terrible cosa es caer en las manos del Dios vivo!” (Hebreos 10:31; Hebreos 10:19-39 es un pasaje que está muy relacionado con esta carta, con buenos consejos para la persona que sufre persecución.)
19 Así pues, los que sufren según la voluntad de Dios, entréguense a su fiel creador y sigan practicando el bien.
¿Es posible que sea la voluntad de Dios sufrir? ¡Así dice Pedro! Dios es soberano y puede salvarnos de la persecución, pero la permite, porque, como ya hemos visto, Él tiene un propósito en ella. No importa lo difícil que sea, tenemos que confiar en Dios, entregarnos a Dios y seguir practicando el bien.