Cuatro viñedos; Mateo 20:1-16; 21:28-46

A Dios le gusta la viña. Las palabras “viñedo” y “viña” aparecen 135 veces en la Nueva Versión Internacional. Sería interesante estudiar todo lo que la Biblia dice al respecto. Aquí Jesús usa una viña en cuatro parábolas para describir el reino de Dios. Como vimos en el último capítulo, el trabajo es importante en el reino, y es un tema que las cuatro viñas tienen en común. Dios siempre es el dueño, y nosotros los obreros, trabajando para cumplir la Gran Comisión y acelerar el regreso de Jesucristo.

Conseguir obreros para su viñedo

1»Así mismo el reino de los cielos se parece a un propietario que salió de madrugada a contratar obreros para su viñedo.

Jesús dijo que la mies es mucha, más los obreros pocos (Mateo 9:37). Aquí Dios no tiene obreros a tiempo completo. El Señor del universo tiene que levantarse temprano para buscar obreros contratados en la plaza cada día. Muchos hoy conocen muy bien esa experiencia; ya sea al costado de una carretera, en una gasolinera o en una ferretería, muchos dependen de alguien como este propietario para vivir.

¿No te parece que Dios tendría una abundancia de obreros que quisieran trabajar en su viñedo, que estarían entusiasmados de  cumplir la Gran Comisión? ¿No sería Dios el mejor propietario?

Acordó darles la paga de un día de trabajo y los envió a su viñedo. 

El primer grupo es el único que sabe de antemano cuál sería su paga. Parece ser la paga habitual por un día de trabajo.

Cerca de las nueve de la mañana, salió y vio a otros que estaban desocupados en la plaza.Les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo, y les pagaré lo que sea justo”. Así que fueron. Salió de nuevo a eso del mediodía y a la media tarde, e hizo lo mismo. Alrededor de las cinco de la tarde, salió y encontró a otros más que estaban sin trabajo. Les preguntó: “¿Por qué han estado aquí desocupados todo el día?” “Porque nadie nos ha contratado”, contestaron. Él les dijo: “Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo”.

No sabemos por qué no contrató a todos los que necesitaba a la vez. Puede ser que, siendo Dios, era un hombre compasivo que quería ayudar a todos los posible. Tampoco le gusta ver a hombres capaces desocupados, porque es como el dicho: “una mente ociosa es el taller del diablo.” Dios nos diseñó para trabajar. Su viñedo le dio la oportunidad para proporcionar trabajo a muchos; un buen ejemplo para los que tengan un negocio hoy. El viñedo y la casi ilimitada necesidad de obreros le brindan mucha oportunidad para probarnos, entrenarnos y prepararnos para un trabajo en su reino.

Pasó por esa plaza todo el día y siempre encontró a otros sin trabajo:

  1. A las nueve contrató a algunos para trabajar para “lo que sea justo.”
  2. Al mediodía, lo mismo.
  3. A las tres, lo mismo.
  4. Otros esperaron todo el día, y a las cinco todavía estaban desocupados. Los envía también a su viñedo.

La paga justa para un obrero en el viñedo

»Al atardecer, el dueño del viñedo le ordenó a su capataz: “Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos contratados hasta llegar a los primeros”. 

El dueño tiene capataces; ahora se les ordena pagar a los obreros, comenzando por los últimos. Ellos hacen exactamente lo que les indica que hagan, y hay una sorpresa y una bendición para los últimos obreros:

Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día. 

Solo trabajaron durante una hora, pero recibieron la paga de un día. Y así fue para los demás que el dueño contrató durante el día: todos recibieron la paga de un día.

10 Por eso cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban que recibirían más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día. 

Este propietario no funciona conforme a las leyes laborales de ningún país en la actualidad. Claro que aquellos que trabajaron todo el día esperan más; no sería justo trabajar más y no recibir más, pero ellos también reciben lo mismo. ¡Huelga! ¡Protesta! Y sabiendo esto, ¿por qué trabajar todo el día? Es mejor aparecer en la plaza a las cinco, trabajar una hora, y recibir la paga de un día.

11 Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario. 12 “Estos que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y usted los ha tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del día”. 

Su queja parece muy justificada. Me recuerda al hermano mayor del hijo pródigo (Lucas 15:28-30). Él siempre trabajaba e hizo su mejor por su padre, y nunca recibió nada especial. Su hermano, que desperdició su herencia, vuelve a casa para una gran celebración.

Nosotros esperamos recibir la paga conforme con el trabajo realizado. ¿Qué harías tú? ¿Por qué crees que el dueño no les pagó más?

13 Pero él le contestó a uno de ellos: “Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? 14 Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti.15 ¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia de que yo sea generoso?”

El dueño no los engañó; ellos aceptaron la paga (de un día) que el dueño propuso. Él es el dueño. Él es Dios. Él es generoso. ¡Gloria a Dios por la bendición que muchos reciben a consecuencia de su generosidad! Es su dinero, su reino y su viñedo. Él tiene todo el derecho de hacer lo que quiera. No obliga a nadie a trabajar en su reino, pero una vez que respondemos a su llamado y empezamos a trabajar, tenemos que someternos a sus normas.

La economía del reino

16 »Así que los últimos serán primeros, y los primeros, últimos».

La economía del reino no se conforma a las leyes y costumbres que tenemos hoy. Como vimos en el segundo libro de esta serie (El ADN del Reino), todo está al revés en el reino, y a menudo no es lo que nosotros consideraríamos justo.

¿Quieres trabajar para Dios? ¿Estás listo para aceptar sus prioridades? ¿Sabes cuál es la paga? ¿Cómo te sentirías en estas situaciones?

  • Alguien sin educación llega a tu iglesia, saliendo de la prisión después de pagar su deuda por un crimen horrible, y recibe un puesto, la misma paga que tú recibes y la oficina que tú siempre anhelabas.
  • Tú siempre has servido fielmente a Dios, has estudiado y has hecho todo bien, pero alguien nuevo en el Señor recibe la promoción.
  • Tú has sacrificado mucho para ir a un campo misionero muy difícil y nadie reconoce tu trabajo, mientras que un amigo pastorea una iglesia muy cómoda y rica, y tiene una presencia conocida en Internet.

Tenemos que guardarnos de la envidia. Dios puede promover a alguien más joven con menos experiencia. Compararte con otros siempre es peligroso. Dios tiene un trato, un llamado y un pago para cada persona. Lo importante es tu relación con Dios, el entendimiento de lo que Él quiere para ti y tu fidelidad al servirle. Lo que sucede con otro hermano es entre él y su Señor; no tiene nada que ver contigo. Si ves que alguien recibe algo hermoso de la mano generosa del Señor, ¡gloria a Dios! Regocíjate en su bendición.

¿Cómo puedes aplicar esta generosidad y la justicia de Dios en tu situación? ¿Les das preferencia a los “primeros”? ¿Es hora de dar más a los “últimos”?  ¿Te consideras entre los últimos, o los primeros? ¿Podría tu iglesia hacer lo que hizo el dueño aquí como un ministerio, y salir a las calles para encontrar gente desempleada que quiera trabajar?

¿Qué es tu motivo para trabajar? En esta parábola, los obreros no tenían una relación con el dueño. Solo querían ganar algo para comprar comida para su familia. Si tu motivo para servir a Dios es el reconocimiento de otros, el dinero o alguna recompensa de Dios, puedas sentirte desilusionado. Pero si tienes la mentalidad de un siervo, amas a tu maestro y quieres hacerlo con excelencia porque Él ha hecho tanto por ti, puedes ser muy útil en las manos del Señor.

¿Cumples tu palabra?  Mateo 21:28-46

28 »¿Qué les parece? —continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo”.29 “No quiero”, contestó, pero después se arrepintió y fue. 30 Luego el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Este contestó: “Sí, señor”; pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?»

—El primero —contestaron ellos.

El contexto de la parábola es el templo; Jesús está hablando con los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo. Quieren saber dónde recibió su autoridad para hacer lo que hace. Les quedó claro que Jesús los condena y su apariencia de religiosidad e hipocresía.

Los hijos en esta parábola podrían ser como:

  • Tus niños
  • Un hermano en tu familia
  • Gente en la iglesia que habla sobre todo lo que hará pero no cumple su palabra.

El primero fue honesto. No quiso trabajar. Esta clase de hombre lucha con su rebelión y le resulta difícil someterse, pero a menudo tiene un buen corazón y luego se arrepiente y obedece.

A veces estamos muy listos para hacer compromisos (como Pedro cuando dijo que moriría con Cristo). Tenemos  miedo de decirle a alguien con autoridad que no queremos hacer algo. Queremos mantener una buena apariencia. En algunas culturas es muy difícil decir “no.” Siempre quieren parecer buenos cristianos, listos para servir, pero se entiende que probablemente no van a cumplir su palabra.

Muchos cristianos saben todas las palabras para decir que se ven como buenos cristianos. En la iglesia siempre pasan al frente y dice “amén” al llamado a hacer algo por el Señor, pero no cumplen lo que dijeron.

Jesús les dijo: —Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios.32 Porque Juan fue enviado a ustedes a señalarles el camino de la justicia, y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. E incluso después de ver esto, ustedes no se arrepintieron para creerle.

La audiencia de Jesús estaba muy confiada de tener una posición exaltada en el reino. Ellos tienen la apariencia de piedad, pero son muy selectivos en su obediencia a la palabra de Dios. Otra vez, nosotros a menudo tenemos las cosas al revés. Despreciamos a los “pecadores” y elogiamos a la gente religiosa. Estos sacerdotes y ancianos nunca aceptaron a Juan el Bautista, quien no era uno de ellos y quebrantó todas sus normas de un ministro. Hoy serían los adictos, los reclusos y otra gente con mala reputación quienes se arrepienten de corazón.

Si esa parábola no fue suficiente para condenar a la gente religiosa, Jesús tiene una aún más fuerte.

Otro viñedo, otros labradores y otro viaje dejándolos a cargo

33 »Escuchen otra parábola: Había un propietario que plantó un viñedo. Lo cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Luego arrendó el viñedo a unos labradores y se fue de viaje. 34 Cuando se acercó el tiempo de la cosecha, mandó sus siervos a los labradores para recibir de estos lo que le correspondía. 35 Los labradores agarraron a esos siervos; golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero.36 Después les mandó otros siervos, en mayor número que la primera vez, y también los maltrataron.

Los siervos que el propietario envió son los profetas y otros siervos del Señor en el Antiguo Testamento. Pacientemente, el propietario dio la oportunidad a estos labradores, pero no honran al propietario ni a sus siervos.

37 »Por último, les mandó a su propio hijo, pensando: “¡A mi hijo sí lo respetarán!” 38 Pero, cuando los labradores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Este es el heredero. Matémoslo, para quedarnos con su herencia”. 39 Así que le echaron mano, lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron.

¿Sabían los sacerdotes y ancianos que Jesús estaba hablando de sí mismo? Posiblemente. Si no honraban a los profetas, mucho menos honrarán al Hijo de Dios.

Lo que enfurece a Dios es la posibilidad de que un pastor o apóstol pueda estar tan orgulloso que ya cree que una iglesia es suya. Ya no hay lugar para el Hijo de Dios. No quieren someterse a Él ni arrepentirse. Quieren mantener su imperio religioso y expulsar a Jesús.

40 »Ahora bien, cuando vuelva el dueño, ¿qué hará con esos labradores?»

41 —Hará que esos malvados tengan un fin miserable —respondieron—, y arrendará el viñedo a otros labradores que le den lo que le corresponde cuando llegue el tiempo de la cosecha.

Jesús me impresiona mucho con su manera de dejar que otros se condenen a sí mismos, porque esos sacerdotes están profetizando exactamente lo que sucedió: los judíos perdieron su reino y Dios lo dio a la iglesia.

42 Les dijo Jesús: —¿No han leído nunca en las Escrituras:

»“La piedra que desecharon los constructores
ha llegado a ser la piedra angular;
esto es obra del Señor,
y nos deja maravillados”?

43 »Por eso les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino. 44 El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado y, si ella cae sobre alguien, lo hará polvo».

Ahora Jesús claramente los declara culpables. Dios está buscando un pueblo que produzca los frutos del reino. Si no crees que lo mismo puede pasar con una iglesia hoy, lee nuevamente Apocalipsis 2 y 3, y las cartas a las siete iglesias. Por ejemplo, lo que Jesús dijo a la iglesia en Éfeso:

Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro (Apocalipsis 2:4-5).

Jesús tiene que ser la piedra angular de cada ministerio. Tenemos que darle a Cristo su lugar en cada obra del reino. No hay excepción de personas con Dios. Si una iglesia no produce los frutos del reino, Dios buscará a otros que sean serios.

45 Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. 46 Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente porque esta lo consideraba un profeta.

Aquellos que están involucrados en la religión y edifican sus propios imperios religiosos van a reaccionar fuertemente al mensaje del reino. Puede incluir la iglesia establecida actual.

¿Necesitas más tiempo?

Hay una parábola más sobre un viñedo, muy corto, pero con un mensaje que coincide con muchas otras enseñanzas de Jesús.

Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, pero, cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada.  Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontrado nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?”  “Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono. Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela”» (Lucas 13:6-9).

Dios es muy paciente. Él entiende el tiempo requerido para crecer y prepararse para ser fructífero en su reino, pero la clara expectativa es que cada creyente va a dar fruto. Si no, solo está ocupando “terreno” en los bancos de alguna iglesia. Posiblemente sea hora de que los líderes de la iglesia tomen en serio la posibilidad de que Dios corte muchos “higueras” infructuosas y las arroje al fuego. Como este viñador, podemos identificar cuáles son y echarles más abono; algún estímulo para florecer y dar fruto. Si seguimos el plan del Maestro y hacemos discípulos, debe ser obvio cuáles son infructuosos y la razón por lo cual.

Ya hemos tenido 2000 años para cumplir la Gran Comisión. Ya hemos visto varias veces la dificultad que Dios tiene para conseguir trabajadores. El problema no es con los “pecadores” o la cosecha. La mies es mucha. El problema es con los mismos siervos de Dios. Puede ser que el tiempo sea corto, y Dios ya nos ha dado “un año más,” y pronto llegará el momento en que cortará los árboles infructuosos.