La primera prueba de la iglesia: Hechos 4:1-31

Hasta ahora, los apóstoles y la joven iglesia están disfrutando de una experiencia maravillosa. Después del desastre de la crucifixión de Cristo y el suicidio de Judas, pasaron tiempo con su Señor resucitado, lo vieron ascender al cielo, recibieron el bautismo prometido en el Espíritu Santo y vieron a multitudes salvadas, sanadas y caminando en victoria. Este suele ser el caso durante los primeros meses como cristiano. Dios protege al bebé creyente del diablo y le permite un tiempo para establecerse.

Es genial saborear las riquezas del cielo, pero aún estamos en un mundo bajo el dominio del maligno. Estoy seguro de que tú eres consciente de ese enemigo que quiere destruirte y derrumbar la iglesia. Seguramente él está enojado: creía que había derrotado a Jesús en la cruz, pero luego Cristo resucitó, y ahora hay multitudes llenas del Espíritu Santo. De tal palo tal astilla; los apóstoles ya van a experimentar la misma oposición que experimentó su Maestro. Este es el primero de tres ataques fuertes contra la iglesia.

¿Y tú? ¿Estás en medio de una prueba? ¿Te sorprende que de repente, mientras intentas andar como Cristo anduvo, que los recuerdos del pasado, las tentaciones y el desánimo atacan tu mente? Son parte de nuestro peregrinación, pero vamos a ver cómo seguir andando en victoria.

El cojo saltando y alabando a Dios, y la multitud congregada para escuchar a Pedro, llamaron la atención de los líderes del templo:

1Mientras Pedro y Juan le hablaban a la gente, se les presentaron los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos. Estaban muy disgustados porque los apóstoles enseñaban a la gente y proclamaban la resurrección, que se había hecho evidente en el caso de Jesús. Prendieron a Pedro y a Juan y, como ya anochecía, los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. 

Juan y Pedro metidos en la cárcel

No dejaron que Pedro terminara su mensaje; se les “echaron encima” (LBLA). Son los sacerdotes, los saduceos y el jefe de los guardias del templo (notable en su ausencia son los fariseos). Estaban “indignados” (LBLA), “sumamente molestos” (NTV), enojados y muy disgustados con este espectáculo, sobre todo porque estaba centrado en el Mesías que ellos crucificaron. Creían que con la muerte de Jesús estarían libres de este problema, pero ahora va de mal en peor. ¡Y estos hombres no fueron estudiados ni aprobados por ellos!

Su solución es prenderlos y meterlos en la cárcel. Un milagro sería genial para liberarlos; Dios lo hizo varias veces más tarde. Pero no esta vez. Tuvieron que pasar la noche encarcelados y aparecer frente al concilio al día siguiente. No dice nada sobre cómo pasaron la noche; posiblemente pensaron que serían crucificados como crucificaron a su Maestro.

La importancia del “pero”

Pero muchos de los que oyeron el mensaje creyeron, y el número de estos, contando solo a los hombres, llegaba a unos cinco mil.

Como vemos muchas veces en la Biblia y en nuestro caminar con Jesús, en las circunstancias más difíciles Dios tiene un “pero.” ¿Cuál es la lucha en tu vida ahora? ¿Cómo te ha atacado el enemigo (incluso a través de gente religiosa)? ¿Cuál es tu “pero”?

El “pero” aquí es el fruto abundante del ministerio, a pesar de la oposición. Terminamos el segundo capítulo con más de tres mil creyentes; ya la iglesia ha alcanzado unos cinco mil. ¡Y ellos son solo los hombres! ¡Estamos hablando de más de diez mil creyentes! No lo dice, pero estoy seguro de que muchos de ellos estaban orando al Señor que Pedro y Juan fueran liberados.

Gracias a Dios, la iglesia está prosperando. Solo los líderes (en este caso, Pedro y Juan) están sufriendo. Y a menudo es así: mientras la iglesia disfruta de las bendiciones de Dios, el pastor paga el precio como blanco de los ataques de Satanás.

Los apóstoles interrogados

Al día siguiente se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los maestros de la ley. Allí estaban el sumo sacerdote Anás, Caifás, Juan, Alejandro y los otros miembros de la familia del sumo sacerdote. Hicieron que Pedro y Juan comparecieran ante ellos y comenzaron a interrogarlos:

—¿Con qué poder, o en nombre de quién, hicieron ustedes esto?

Estar frente a todos estos hombres importantes puede ser intimidante. Primero, quieren saber la fuente de su poder; piden el nombre de quién les dio ese poder, porque quieren señalar a Jesús. Hay sanidad en el nombre de Jesús. Hay salvación en su nombre. Es el nombre sobre todo nombre. El mundo y el maligno odian el nombre de Jesús. Cuando yo trabajaba como capellán en las prisiones federales me pidieron que orara por una graduación, pero me dijeron que tendría que ser una oración genérica, sin usar el nombre de Jesús, porque habría gente de varias religiones representada. Yo respondí que solo podía orar en su nombre, ¡y me permitieron orar en ese dulce y poderoso nombre!

Jesús les prometió que cuando comparecieran ante las autoridades, el Espíritu les daría las palabras para defenderse (Lucas 12:12), y eso es exactamente lo que sucedió aquí. Pedro ya fue bautizado en el Espíritu, pero vemos varias veces que en el momento de necesidad hay una llenura especial del Espíritu. Confía en el Señor que Él te dé las palabras y te llene de su Espíritu.

Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió:

—Gobernantes del pueblo y ancianos: Hoy se nos procesa por haber favorecido a un inválido, ¡y se nos pregunta cómo fue sanado! 10 Sepan, pues, todos ustedes y todo el pueblo de Israel que este hombre está aquí delante de ustedes, sano gracias al nombre de Jesucristo de Nazaret, crucificado por ustedes, pero resucitado por Dios. 11 Jesucristo es

»“la piedra que desecharon ustedes los constructores,
y que ha llegado a ser la piedra angular”.

12 De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos».

¡Pedro exalta al nombre de Jesús! No es por Mahoma, Buda o cualquier otra persona. Es solo Jesús. No es “tolerante” decir que hay muchos caminos a Dios. El único camino a la salvación es Jesús; todos los demás caminos conducen al infierno. Nunca seas tímido para proclamar el nombre de Jesús. Dios es tu retaguardia. Otra vez más Pedro los señala como asesinos que crucificaron al Hijo de Dios. Estos líderes eran los constructores de la casa de Dios en Judea, pero ellos desecharon (despreciaron y rechazaron) a Jesucristo, la piedra angular de la casa. Dios el Padre lo resucitó y lo estableció como la piedra angular. ¿Es Jesús la piedra angular de tu vida y de tu iglesia?

El caso es ridículo: Los están interrogando por causa del beneficio hecho a un hombre enfermo (LBLA). ¡El hombre estaba delante de ellos! ¡No hay argumento! Si te persiguen, deja que sea por algo bueno como esta sanidad, y no por alguna locura que cometemos. No hay mucho que Pedro tenga que decir; es un caso cerrado, un caso simple, de un milagro hecho por Jesús.

Por qué se asombraron los gobernantes

13 Los gobernantes, al ver la osadía con que hablaban Pedro y Juan, y al darse cuenta de que eran gente sin estudios ni preparación, quedaron asombrados y reconocieron que habían estado con Jesús. 14 Además, como vieron que los acompañaba el hombre que había sido sanado, no tenían nada que alegar. 

¡Jesús se deleita en confundir a la gente! Hay cuatro cosas que impresionan a los gobernantes y los dejan asombrados:

  1. La osadía con la que hablaron. Hablaron sin temor, con confianza y valentía. Ese valor es una gran arma que Dios nos da contra las asechanzas del enemigo. Dios quiere quitar el temor de tu corazón para que puedas hablar de Jesús con mucha confianza.
  2. Era gente sin estudios ni preparación, hombres sencillos (TLA), comunes (NTV) y sin cultura (DHH). ¿Crees que necesitas un diploma y mucha preparación para ser usado por Dios? ¡De ninguna manera! Hay gente muy estudiada y con mucha cultura que hablan orgullosamente en la carne y no pueden influir a nadie. Dios se deleita en usar a la gente más humilde y despreciada del mundo para hacer cosas grandes. ¿Significa que no debemos estudiar o prepararnos? ¡Claro que no! Lo ideal es la combinación de humildad, el estudio de la Palabra, una buena preparación y la unción del Espíritu.
  3. Reconocieron que habían estado con Jesús. Posiblemente recordaron que caminaban con Jesús, pero yo creo que vieron un reflejo del Maestro en ellos. Habían pasado tanto tiempo en presencia de Jesús que ya eran como Cristo. ¡Que meta para nosotros! Pasar tanto tiempo con el Señor que otros puedan ver a Jesús en nosotros y reconocer que hemos estado con Cristo.
  4. Tenían la evidencia en la carne frente a ellos: El hombre, que todos habían visto cojo durante mucho tiempo pedir limosnas, acompañaba a Pedro y Juan, completamente sano. Que nuestro testimonio no sea solo palabras, sino también la evidencia de vidas transformadas por el poder de Dios.

La sentencia del Consejo

15 Así que les mandaron que se retiraran del Consejo, y se pusieron a deliberar entre sí: 16 «¿Qué vamos a hacer con estos sujetos? Es un hecho que por medio de ellos ha ocurrido un milagro evidente; todos los que viven en Jerusalén lo saben, y no podemos negarlo. 17 Pero, para evitar que este asunto siga divulgándose entre la gente, vamos a amenazarlos para que no vuelvan a hablar de ese nombre a nadie». 18 Los llamaron y les ordenaron terminantemente que dejaran de hablar y enseñar acerca del nombre de Jesús. 

¡Que sea así para nosotros! Que buscarían alguna manera de condenarnos, pero solo tienen la realidad de los milagros hechos en el nombre de Jesús que no pueden refutar. Aquí también es donde entra en juego la opinión pública. Hoy es fácil divulgar algo por Facebook o Twitter. Esas redes tienen una gran influencia en las decisiones de las empresas y del gobierno.

Su solución: Amenazar y ordenarles que dejen de hablar y enseñar acerca del nombre de Jesús. ¿Cómo responderías tú a esa orden? ¿Sería suficiente para callarte? El diablo siempre quiere silenciarnos, pero Cristo nos envió a predicar y enseñar su Palabra.

19 Pero Pedro y Juan replicaron: —¿Es justo delante de Dios obedecerlos a ustedes en vez de obedecerlo a él? ¡Júzguenlo ustedes mismos! 20 Nosotros no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído.

Muchos dirían: “Está bien, no hablaremos del nombre de Jesús,” y posiblemente no mencionarían su nombre en su prédica, o saldrían y continuarían predicando como siempre. Pero Pedro y Juan no tienen temor; hablan con mucho denuedo y desafían a todos estos líderes.

¿Pero no nos ordena la Biblia que obedezcamos a las autoridades? ¿Hay momentos en que está bien violar la ley? Parce que sí: Cuando tenemos que elegir entre obedecer a Dios u obedecer al hombre, tenemos que obedecer a Dios. Así murieron muchos mártires.

Para algo tan transformador y poderoso como lo que Pedro y Juan vieron y oyeron, no puedes callarte. ¡No podemos dejar de hablar al respecto!

21 Después de nuevas amenazas, los dejaron irse. Por causa de la gente, no hallaban manera de castigarlos: todos alababan a Dios por lo que había sucedido, 22 pues el hombre que había sido milagrosamente sanado tenía más de cuarenta años.

Ahora nos enteramos de que el hombre tenía más de cuarenta años. Todos lo habían visto, y ahora no pueden dejar de hablar acerca del poder del nombre de Jesús. Tal como por un rato no tocaron a Juan Bautista porque era tan popular, no se atrevieron a castigar a los apóstoles, porque todos estaban alabando a Dios por el gran milagro.

¿Crees que Dios puede, y quiere, hacer algo tan impresionante en tu ciudad?

La primera oración registrada de la joven iglesia

23 Al quedar libres, Pedro y Juan volvieron a los suyos y les relataron todo lo que les habían dicho los jefes de los sacerdotes y los ancianos. 24 Cuando lo oyeron, alzaron unánimes la voz en oración a Dios:

Tenemos que testificar, y luego tenemos que orar. Ya estaban acostumbrados a orar, alzar la voz y orar unánimes a Dios. Hay mucho poder en la oración unánime.

«Soberano Señor, creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que hay en ellos, 25 tú, por medio del Espíritu Santo, dijiste en labios de nuestro padre David, tu siervo:

»“¿Por qué se sublevan las naciones
y en vano conspiran los pueblos?
26 Los reyes de la tierra se rebelan
y los gobernantes se confabulan
contra el Señor
y contra su ungido”.

Primero, reconocen quién es su Dios: Él es soberano, Él es Señor, Él es el creador de todo, incluidos estos gobernantes que han amenazado a los apóstoles.

Luego recurren a las Escrituras y a un Salmo conocido. Usan la Palabra de Dios para interpretar su situación y dar dirección a su petición. No es sorprendente que haya esta oposición. Fue profetizada.

27 En efecto, en esta ciudad se reunieron Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y con el pueblo de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien ungiste 28 para hacer lo que de antemano tu poder y tu voluntad habían determinado que sucediera. 

29 Ahora, Señor, toma en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos el proclamar tu palabra sin temor alguno. 30 Por eso, extiende tu mano para sanar y hacer señales y prodigios mediante el nombre de tu santo siervo Jesús».

Después de alabar a Dios y reflexionar sobre su situación a la luz de la Biblia, terminan su oración con una petición. No tiene nada que ver con su comodidad o bendiciones personales. Entregan a Dios estos gobernantes que amenazaron a los apóstoles y piden un nuevo denuedo para proclamar la Palabra. Es la misma combinación que vemos tantas veces en el ministerio de Jesús y en este libro de Hechos: La Palabra, y la confirmación en sanidades, señales y prodigios.

Esta oración no es larga, pero es poderosa. ¿Cómo se compara con las oraciones en tu iglesia, o en tu tiempo devocional? ¿Cuánto tiempo dedicas a interceder por la obra del evangelio?

31 Después de haber orado, tembló el lugar en que estaban reunidos; todos fueron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban la palabra de Dios sin temor alguno.

Habían pasado la primera prueba. Fue algo que podía difundir el temor en sus corazones y enviarlos de vuelta a la seguridad del aposento alto. Podrían pensar: “Es mejor adorar a Dios, escuchar la Palabra aquí en la seguridad de esta sala y orar por la salvación de Jerusalén.”

De la experiencia en Hechos se puede pensar que solo los apóstoles estaban evangelizando; por ejemplo de este versículo:

33 Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando testimonio de la resurrección del Señor Jesús.

La orden de no predicar sobre Jesucristo no tenía ningún impacto en los apóstoles. Siguen evangelizando como siempre, con el poder sobrenatural del Espíritu Santo. Pero no eran solo los apóstoles; el verso 31 dice que todos proclamaban la palabra de Dios. ¿Cómo se compara con las reuniones de oración en tu iglesia?

  • ¿Asiste la mayoría de la iglesia a esas reuniones?
  • ¿Tiembla el lugar en presencia del Dios todopoderoso?
  • ¿Salen todos llenos del Espíritu Santo?
  • ¿Proclaman la palabra de Dios sin temor?

Cuando todo está tranquilo la iglesia puede volverse complaciente. Hay algo en la persecución y la prueba que motiva a los creyentes a orar y libera el poder de Dios. Por un momento las cosas parecían muy difíciles. Fácilmente los gobernantes podrían matar a Pedro y Juan. Pero Dios tiene el control total y la iglesia termina fortalecida y triunfante. Así es cómo Dios quiere glorificarse a sí mismo en tu prueba también.