Felipe era uno de los diáconos nombrados en el capítulo seis; un hombre de buen testimonio, lleno del Espíritu y de sabiduría. Felipe nos da un ejemplo de cómo evangelizar una ciudad y un individuo. Con este capítulo hay un cambio importante en la dirección de la iglesia. Hasta ahora se ha centrado en Jerusalén. Tres veces hemos visto intentos (sin éxito) para silenciar a la iglesia. Pero como siempre, Dios redime lo que el diablo pretende para el mal. Durante el resto de este libro, la iglesia se expande cada vez más, hasta llegar a la capital del imperio, la misma Roma, al final del libro.
La primera persecución
Las cosas pueden cambiar rápidamente. Cuando Dios se mueve en poder, el diablo se levantará en contra. ¿Crees que la persecución es posible en tu país? Jesús dijo que sería parte de los últimos días antes de su venida (Juan 16), pero cuando hay tanta bendición es fácil creer que no se aplica a nosotros.
La muerte de alguien tan piadoso como Esteban fue un duro golpe para la joven iglesia, pero ahora hay una amenaza aún peor: ese fariseo llamado Saulo.
1Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén, y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. 2 Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. 3 Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entrando de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.
La Nueva Traducción Viviente da en el verso tres una sola meta que tenía Saulo: de acabar con la iglesia. Este hombre fue responsable de desatar una gran persecución. Nadie pensaría que Saulo se convertiría en Pablo, uno de los apóstoles más grandes de toda la historia, pero Dios puede transformar a la persona más endurecida.
La verdad es que la iglesia era muy próspera y cómoda. Casi se olvidó del propósito del Espíritu Santo que Jesús declaró justo antes de su ascensión: Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hechos 1:8). Con tantas bendiciones en la iglesia, fue fácil perder esa visión misionera. Así que Dios permitió una persecución para ayudar a los hermanos a obedecer su mandato, y dispersó a los hermanos a Judea y Samaria. ¡Es mejor no esperar una persecución que nos obligue a salir al campo misionero!
Felipe evangeliza Samaria
4 Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. 5 Felipe bajó a la ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías.
Ahora todos (no solo los apóstoles o diáconos) predicaban. No tienes que ser enviado como misionero; solo predica la palabra donde quiera que vayas en la vida cotidiana.
Felipe salió de Jerusalén angustiado (era un amigo cercano de Esteban), y se fue de luto a la ciudad principal de Samaria. No es la primera vez que el evangelio llega a Samaria; Jesús mismo había ministrado allí después de su encuentro con la mujer samaritana (Juan 4), pero hasta ahora, nadie de la iglesia quería ir allá.
6 Al oír a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje. 7 De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos. 8 Y aquella ciudad se llenó de alegría.
Una vez más vemos esa poderosa combinación de palabra y milagros. Es importante “oír” y también “ver” para tener fe. Cuando los paralíticos caminan y los endemoniados son liberados, todos prestan atención. Esa ciudad fue transformada y llena de alegría. ¿No crees que es algo que el Señor quiere hacer por su gloria hoy también?
Un hombre complicado
9 Ya desde antes había en esa ciudad un hombre llamado Simón que, jactándose de ser un gran personaje, practicaba la hechicería y asombraba a la gente de Samaria. 10 Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le prestaban atención y exclamaban: «¡Este hombre es al que llaman el Gran Poder de Dios!»
Ahora hay un choque de reinos. ¿Quién va a ganar? Muchas veces en la obra misionera (o simplemente en la iglesia) encontramos una persona complicada. Hasta la llegada de Felipe, Simón era la superestrella en Samaria. Se hacía pasar por alguien grande. Al igual a Felipe (quien atrajo a toda la ciudad), todos prestaron atención a Simón. Era un hechicero, y con su poder diabólico podía asombrar (y engañar) a la gente. Este sería un caso difícil.
11 Lo seguían porque por mucho tiempo los había tenido deslumbrados con sus artes mágicas. 12 Pero, cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron. 13 Simón mismo creyó y, después de bautizarse, seguía a Felipe por todas partes, asombrado de los grandes milagros y señales que veía.
Ya sabemos que Felipe era un hombre lleno del Espíritu Santo y de sabiduría. A pesar de ser solo un diácono (y por muy poco tiempo), hizo todo bien:
- Anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo.
- Bautizó a los nuevos creyentes.
- Hizo grandes milagros y señales.
Ahora su ministerio sería probado. Simón ya tenía una larga historia en esa ciudad; quería experimentar el poder de Dios, y fue asombrado por las maravillas que hizo Felipe. ¿Realmente se había arrepentido? En este punto es difícil saberlo. Es posible que haya percibido que ya ha perdido su audiencia, y sería mejor ser parte de este nuevo movimiento. Parece que quería ser un líder en la iglesia, tal como lideraba con sus artes mágicas. Él también quería hacer milagros y señales. Andaba pegado a Felipe, y Felipe lo permitió. En sí, podría ser una buena oportunidad para discipular a alguien que ya tiene experiencia en el liderazgo. Simón podría ser el primer pastor de esta iglesia nueva.
Hay gente que tiene interés en las cosas espirituales, y posiblemente en su ignorancia pueden aceptar las doctrinas de demonios. Hay poder satánico en la magia. Hay que tener mucho cuidado con esas cosas; engaña a la gente, y Felipe necesita mucha sabiduría para tratar con Simón.
Bautizados en el Espíritu
Aparentemente, los apóstoles no enviaron a Felipe a Samaria, y pasó un buen rato hasta que la noticia llegó a Jerusalén de que Samaria había recibido la palabra de Dios. A pesar del mandato de Jesús, el prejuicio judío contra los samaritanos dejó a los apóstoles con una duda de si fuera posible salvar a los samaritanos, y enviaron a las dos columnas de la iglesia para investigar:
14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que los samaritanos habían aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. 15 Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, 16 porque el Espíritu aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo.
Que extraño. Felipe estaba lleno del Espíritu, pero a pesar de todas las manifestaciones del Espíritu Santo, y los muchos que recibieron el mensaje y fueron bautizados en agua (que en otras ocasiones incluyó el bautismo en el Espíritu), ninguno de los samaritanos había recibido el Espíritu. Algunos eruditos han postulado que fue para confirmar a los apóstoles que realmente fueron salvos, pero podemos notar algunas cosas importantes aquí:
- Lo primero que hicieron cuando llegaron fue orar para que recibieran el Espíritu.
- Había algo obvio para que supieran que no fueron bautizados en el Espíritu. Parece que en su experiencia, cuando alguien aceptó a Jesús y fue bautizado en agua, al mismo tiempo el Espíritu descendería con manifestaciones de lenguas, tal como en Pentecostés en el aposento alto y lo que Pedro predicó (Hechos 2:38).
- Hay algunas sectas (la más común se llama “Apostólicos”) que no creen en la trinidad y dicen que hay que ser bautizado solo “en el nombre de Jesús.” Pero esa fue precisamente la razón dada aquí para no recibir el Espíritu: no fueron bautizados de acuerdo con el mandato de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Tal vez Felipe nunca recibió una orientación sobre cómo bautizar a los nuevos creyentes.
- Parece que o todos, o ninguno, recibieron el bautismo. En Pentecostés, todos fueron bautizados. Aquí, el Espíritu no había descendido sobre nadie. Parece que ahora todos recibieron el Espíritu.
- Lo recibieron cuando Pedro y Juan impusieron las manos.
Un estudio de las ocasiones en Hechos cuando el Espíritu descendió revela una gran variación; no hay una sola forma de recibir el Espíritu. Puede ser en el momento de conversión, junto con el bautismo en agua o una experiencia única después de la conversión y el bautismo en agua. Lo esencial es recibirlo. Y tú, ¿ha descendido el Espíritu sobre ti? ¿Es una parte importante de tu ministerio asegurarse de que la gente haya recibido el Espíritu?
Simón pide el mismo poder para ministrar el bautismo
18 Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero 19 y les pidió: —Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo.
Había algo obvio e impresionante que sucedió con la imposición de manos, y Simón característicamente quiere ese poder. Podría ser que él era sincero y solo ignorante de que no puedes comprar ese don. Simón parece ser alguien a quien no quieres ofender; tal vez solo necesita más tiempo en el discipulado, pero Pedro puede ver su corazón, y lo confronta:
20 —¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero! 21 No tienes arte ni parte en este asunto, porque no eres íntegro delante de Dios. 22 Por eso, arrepiéntete de tu maldad y ruega al Señor. Tal vez te perdone el haber tenido esa mala intención. 23 Veo que vas camino a la amargura y a la esclavitud del pecado.
No puedes comprar el don de Dios o un puesto en la iglesia. Incluso un curso de seminario no te califica para administrar el don de Dios. Tienes que ser íntegro ante Dios y llamado por el Señor.
Pedro no le asegura a Simón el perdón de Dios por su pecado; dice “tal vez” el Señor le perdonará. Simón creyó, fue bautizado y andaba pegado a Felipe, pero no había un arrepentimiento genuino. Posiblemente necesitaba liberación de los espíritus inmundos de su tiempo practicando las artes mágicas. Con una palabra de ciencia, Pedro vio que todavía era un esclavo del pecado e iba camino a la amargura.
24 —Rueguen al Señor por mí —respondió Simón—, para que no me suceda nada de lo que han dicho.
Es común que alguien confrontado con su pecado y sus consecuencias parezca arrepentido. No sabemos si rogaron por él o si echaron fuera sus demonios. Los padres de la iglesia primitiva escribieron que Simón era un hereje.
Es posible tener fe e incluso ser bautizado, y no ser salvo. Y tú, ¿eres realmente salvo, libre de la esclavitud al pecado? Dice que Simón fue asombrado por las señales y milagros que vio. Hay gente que viene a la iglesia que se asombran por la presencia de Dios, la buena música, el amor y los milagros que pueden suceder. Quieren ser parte de algo tan hermoso, pero no hay arrepentimiento y no son salvos.
25 Después de testificar y proclamar la palabra del Señor, Pedro y Juan se pusieron en camino de vuelta a Jerusalén, y de paso predicaron el evangelio en muchas poblaciones de los samaritanos.
Una nueva tarea para Felipe
Felipe abrió el camino para que Samaria recibiese a Jesús. Ahora Pedro y Juan predicaban en muchas aldeas samaritanas, y dejaron la nueva iglesia en manos de Felipe. Pero Dios tiene otra tarea para él; Él le llama a dejar este hermoso avivamiento y una iglesia nueva para evangelizar a una sola persona:
26 Un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza».
No hay ninguna razón dada por este viaje. Sería fácil creer que fue el diablo que sacó a Felipe de un campo de ministerio muy fértil para ir al desierto, pero parece que Felipe estaba acostumbrado a recibir mensajes angelicales. Es un mandato claro, pero muy inconveniente. Primero tiene que caminar a Jerusalén (unos 43 km, o 27 millas), y luego caminar en el calor del desierto hacia Gaza (nadie sabe cuántos kilómetros caminó; todo el camino sería de 79 km, o 49 millas). Y sin saber por qué. Puede parecer loco.
27 Felipe emprendió el viaje, y resulta que se encontró con un etíope eunuco, alto funcionario encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los etíopes. Este había ido a Jerusalén para adorar 28 y, en el viaje de regreso a su país, iba sentado en su carroza, leyendo el libro del profeta Isaías.
Felipe no discutió con el ángel; simplemente obedeció y emprendió el viaje. Esa respuesta automática de obediencia abrirá muchas oportunidades para evangelizar y ser usado por el Señor. Dios está buscando hombres y mujeres disponibles, y parece que le cuesta encontrarlos. Puede ser que ninguno de los apóstoles en Jerusalén estuviera disponible. ¿Eres tú una persona de la que Dios puede depender, con quien puede contar para escuchar su voz y obedecerla? Debe ser tu meta.
¡Dios es soberano!
En este caso era alguien muy importante: un alto funcionario de la reina de los etíopes. Un hombre piadoso, él había viajado unos 4,220 km (2,622 millas) para adorar en Jerusalén. Y (¡por casualidad!) estaba leyendo Isaías.
Cuando andamos en obediencia al Señor, Él prepara el camino delante de nosotros. Él va a preparar a la gente y enviarte a ellos, o traerlos a ti. ¿Estás dispuesto a caminar horas en el calor del día para evangelizar a una sola persona? Dios empieza con cosas pequeñas, y cuando observa nuestra obediencia, nos brinda oportunidades cada vez más importantes. Esta fue una tarea muy importante. La tradición es que este hombre trajo el evangelio a Etiopía y estableció una iglesia que permanece hasta nuestros días.
29 El Espíritu le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro».
Muchas veces nosotros queremos una visión amplia de la voluntad de Dios: “¿Cuál es el ministerio que tienes para mí? ¿Con quién me voy a casar? ¿Cuál es el propósito de mi vida?” Pero a menudo Dios nos guía paso a paso, esperando nuestra obediencia al primer paso para dirigirnos al siguiente. ¿Crees que Dios puede guiarte tan claramente como guio a Felipe aquí? ¿Tienes la fe para obedecer y acercarte a alguien que no conoces?
30 Felipe se acercó de prisa a la carroza y, al oír que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó: —¿Acaso entiende usted lo que está leyendo?
Felipe obedeció “de prisa” (NTV: corriendo). Dios no le dijo qué decir, pero nos da sentido común. Tenemos que observar lo que está sucediendo con la persona y buscar una entrada para hablar acerca de Jesús. Aquí es muy obvio: Está leyendo al profeta Isaías. Siempre es una buena pregunta para alguien a quien ves leyendo la Biblia (o literatura cristiana): “¿Entiendes lo que estás leyendo?
31 —¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica?
Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él.
La puerta está abierta. Cuando alguien te invite a compartir a Cristo, ¡aprovecha la oportunidad! Siéntate con la persona (¡qué bendición después de horas caminando al sol!). Qué importante es conocer la Biblia y saber cómo responder las preguntas de los inconversos y explicar lo que dice la palabra.
32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente:
«Como oveja, fue llevado al matadero;
y como cordero que enmudece ante su trasquilador,
ni siquiera abrió su boca.
33 Lo humillaron y no le hicieron justicia.
¿Quién describirá su descendencia?
Porque su vida fue arrancada de la tierra».
34 —Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de algún otro? —le preguntó el eunuco a Felipe.
35 Entonces Felipe, comenzando con ese mismo pasaje de la Escritura, le anunció las buenas nuevas acerca de Jesús.
Otra vez vemos la poderosa mano del Señor, incluso guiando al eunuco a uno de los pasajes más claros acerca del Mesías en el Antiguo Testamento (Isaías 53). Es un capítulo muy bueno para evangelizar a un judío, y un capítulo muy especial para el eunuco. ¿Por qué? Yo siempre había pensado: “Qué hermoso. Este era un hombre muy especial. Un adorador de Dios. Un alto funcionario de la reina. Un hombre muy bendecido.” Y seguramente Dios lo había bendecido. Pero era un eunuco. No era un hombre, en el sentido de que entendemos ser un hombre. Fue vendido o sacado de su hogar cuando era niño. Le quitaron los testículos. Nunca podría casarse o tener hijos. Fue despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto y molido. Este eunuco viajó a Jerusalén en busca de esperanza y respuestas, y ahora volvió a casa leyendo sobre otro hombre despreciado y molido. Otro hombre que nunca tuvo relaciones con una mujer. Pero, ¿quién sería? Ahora Felipe le presenta a Jesucristo. ¡Claro que este eunuco quiere recibir a Jesús!
36 Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: —Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?
Allí están, en medio del desierto, y Dios milagrosamente proporciona agua justo a tiempo para que el eunuco tome la decisión de aceptar a Cristo. ¡Y el hombre quiere ser bautizado!
37 —Si cree usted de todo corazón, bien puede —le dijo Felipe.
—Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios —contestó el hombre.
El bautismo en agua es importante. Casi siempre en Hechos, en la iglesia primitiva, la gente se bautizó tan pronto como recibió a Cristo (por ejemplo, el día de Pentecostés en Hechos 2, y Pablo y Silas con el carcelero y su familia en Hechos 16). Pedro dijo que la condición es el arrepentimiento; aquí Felipe dice que se tiene que creer de todo corazón, y el eunuco hizo esa confesión de fe. Simplemente no hay fundamento bíblico para el bautismo infantil; un bebe no puede arrepentirse ni tener fe.
Yo estoy de acuerdo de que las clases tienen valor para asegurarse de que alguien entienda la salvación y el bautismo, pero no dieron clases en Hechos. ¿Has sido bautizado en agua como creyente?
38 Entonces mandó parar la carroza, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó.
39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino. 40 En cuanto a Felipe, apareció en Azoto, y se fue predicando el evangelio en todos los pueblos hasta que llegó a Cesarea.
Cuando Felipe terminó su tarea, el Espíritu se lo llevó. Siempre es bueno proporcionar un seguimiento (y es más fácil hoy en día con WhatsApp y las redes sociales), pero en este caso sería el Espíritu Santo quien lo proporciona. Este era un versículo popular en las prisiones: ¡la posibilidad de ser llevado milagrosamente a otro lugar!
Azoto era una de las ciudades principales de los filisteos, unos 35 km (22 millas) de Gaza. El camino a Cesarea sería de 105 km (65 millas), lo que le daría a Felipe muchas oportunidades para evangelizar. En Hechos 21, Pablo se quedó en la casa de Felipe en Cesarea, 25 años después. Parece que Felipe estableció la iglesia allá, y tenía a cuatro hijas solteras que profetizaban.
Un solo hombre disponible para Dios fue responsable de la transformación de una ciudad entera, y de la conversión de un hombre importante que trajo el evangelio a Etiopía. Dios puede hacer lo mismo contigo. ¿Tienes los oídos para escuchar su voz? ¿Estás disponible y dispuesto a obedecer su voz? Es una parte esencial de andar como Jesús anduvo.