Otro hombre disponible: Ananías ministra a Saulo; Hechos 9:1-31

Ya hemos visto varios ejemplos de la obra soberana de Dios y la maravillosa forma en que Él puede trabajar por medio de una persona disponible a Él. Pero siempre hay cosas difíciles de comprender:

  • ¿Cómo podría Dios permitir la muerte cruel de Esteban, uno de sus siervos tan especiales?
  • ¿Cómo podría permitir que este hombre, Saulo, haga tanto daño a la comunidad de fe?

¿Hay algo en tu vida en este momento que sea difícil de entender? A pesar de tus muchas oraciones, la persona complicada no cambia y la situación difícil no se resuelve.

En este pasaje vamos a ver un poquito más sobre cómo el Señor trabaja, y qué significa andar como Jesús anduvo. Esta es la segunda de tres conversiones claramente orquestadas por el Señor. Dios tiene un propósito importante para cada una:

  • Un hombre que llevaría el evangelio a Etiopía (Felipe y el eunuco).
  • Saulo, quien sería el gran apóstol Pablo, llevando el evangelio a los gentiles
  • En el siguiente capítulo, Cornelio, quien abrió los corazones de Pedro y la iglesia a la inclusión de los gentiles.

Saulo intenta destruir la iglesia

1Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres. 

Hay mucha gente terca en el mundo, persiguiendo un camino malvado y haciendo mucho daño al reino de Dios. Este hombre, Saulo, parece un caso perdido. Tiene mucho celo religioso y está decidido a eliminar esta secta herética. Años más tarde, cuando relató su testimonio, dijo que estaba violentamente en contra de ellos y enfurecido sobremanera contra ellos (Hechos 26:11, NTV).  ¿Hay alguien en tu vida que parece un caso perdido y está tan endurecido en contra del evangelio?

No es suficiente que Saulo fuera responsable de una gran persecución en Jerusalén; ahora quiere “limpiar” a todas las comunidades judías del imperio de los cristianos, y tiene el apoyo del sumo sacerdote y de los líderes judíos en Jerusalén. En aquel entonces era inusual arrestar a mujeres; casi siempre eran los hombres que sufrieron por su fe. Pero Saulo estaba tan celoso que persiguió a hombres y mujeres iguales. Sería complicado matarlos fuera de Judea, pero Saulo obtuvo cartas de extradición para llevarlos a Jerusalén, para matarlos. ¡Nada ni nadie va a detener a este hombre!

Esta es la primera vez que el nombre “El Camino” para los cristianos aparece en la Biblia (también aparece en Hechos 19:92322:424:1422). Era un nombre apropiado: Jesús dijo “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14:6); estos creyentes habían encontrado el único verdadero Camino a la vida.

Intervención soberana

En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: —Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?

—¿Quién eres, Señor? —preguntó.

—Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—. Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.

Dios esperó hasta que casi llegó a su destino, un viaje de unos 241 kilómetros (150 millas). A menudo no entendemos el tiempo del Señor, pero Él siempre tiene sus propósitos. Cuando hay alguien tan endurecido como Saulo, a quien nadie puede tocar con la palabra, Dios es muy capaz de revelarse y hacer lo que sea necesario para salvarlo. Ver esa luz y escuchar esa voz tenía  que ser muy impactante, y de hecho fue un momento transformador para Pablo, quien siempre lo incluyó en su testimonio.

La pregunta que Jesús tiene para Saulo es “¿por qué me persigues?” Y Saulo respondió “¿Quién eres, Señor?” Él puede estar confiado que nunca hizo nada contra Jesús, pero Cristo dice que perseguir a su iglesia es perseguir a Cristo mismo.

Años después, frente al Rey Agripa, Pablo compartió más de lo que sucedió ese día (Hechos 26):

»Pues bien, yo mismo estaba convencido de que debía hacer todo lo posible por combatir el nombre de Jesús de Nazaret. 10 Eso es precisamente lo que hice en Jerusalén. Con la autoridad de los jefes de los sacerdotes metí en la cárcel a muchos de los santos y, cuando los mataban, yo manifestaba mi aprobación. 11 Muchas veces anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos para obligarlos a blasfemar. Mi obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero.

12 »En uno de esos viajes iba yo hacia Damasco con la autoridad y la comisión de los jefes de los sacerdotes. 13 A eso del mediodía, oh rey, mientras iba por el camino, vi una luz del cielo, más refulgente que el sol, que con su resplandor nos envolvió a mí y a mis acompañantes. 14 Todos caímos al suelo, y yo oí una voz que me decía en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?” 15 Entonces pregunté: “¿Quién eres, Señor?” “Yo soy Jesús, a quien tú persigues —me contestó el Señor—. 16 Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar. 17 Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envío a estos 18 para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados”.

Hay dos cosas importantes que no aparecen en el capítulo 9:

  1. Jesus le pregunta: “¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?” Otras versiones dicen: “Te estás haciendo daño a ti mismo, como si dieras coces contra el aguijón” (DHH) o “Es inútil que luches contra mi voluntad” (NTV). Aunque este encuentro parece repentino, posiblemente Saulo había visto a Jesús antes de su crucifixión, y había estado resistiendo su llamado por un tiempo. Estaba turbado y luchando con dudas, porque en su búsqueda de la justicia de Dios, se sintió impotente ante los deseos de su carne. Podría ser que estaba convencido por las palabras y la apariencia de Esteban el día que le apedrearon.

Muchos de nosotros sabemos que dura cosa es dar coces contra el aguijón. ¿Hay algún área de tu vida en este momento donde haces daño a ti mismo porque estás luchando contra la voluntad de Dios?

  1. El propósito de este encuentro incluye la salvación de Saulo y la bendición de conocer a este Cristo que había perseguido, pero el mayor propósito (como en tu llamado a la salvación) es el ministerio que Saulo tendrá ministrando a los gentiles. Saulo no buscaba a Dios, pero desde el vientre de su madre Dios ya lo había llamado. ¿Hay libre albedrío? Sí, pero Dios es soberano, y hay veces en que Él claramente puede llamar y tocar a alguien. Seguramente, muchos cristianos también estaban orando fervientemente por su salvación (¡o muerte!). ¿Qué has visto en tu vida del llamado y la obra soberano de Dios, y tu libre albedrío?

Tal como a Abraham, Dios no le revela todo a Saulo a la vez. Él tiene que levantarse, ir a la ciudad (humillado, en lugar de respirar muerte) y esperar el próximo paso. Podría rebelarse, no entrar en Damasco y volver a Jerusalén, pero eso realmente sería dando cabezazos contra la pared. Es mucho mejor seguir las instrucciones del Señor; si una vez tú has luchado con Dios, ya sabes que lo duro que es.

Los hombres que viajaban con Saulo se detuvieron atónitos, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, pero cuando abrió los ojos no podía ver, así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Estuvo ciego tres días, sin comer ni beber nada.

Este hombre altamente entrenado ahora era como un bebé. No sabía nada. No sabía si su visión sería restaurada. Algo lo impulsó a no comer ni beber nada, aunque no sabía cuánto tiempo tendría que ayunar.

Dios hizo lo que ningún hombre podía hacer. Él puede soberanamente restaurar su visión y bautizarlo en el Espíritu, pero Dios prefiere usar a nosotros. Sería importante para Saulo recibir la ministración de un hermano cristiano, y sería una oportunidad para que Ananías crezca en su fe.

Un hombre disponible para ministrar al asesino de cristianos

10 Había en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor llamó en una visión. —¡Ananías!

—Aquí estoy, Señor.

¿Crees que Dios todavía nos llama en visiones? ¿Por qué no? La cuestión es si estamos escuchando. Dios siempre busca hombres y mujeres disponibles para hacer su voluntad. Hay muchas cosas que Él quiere hacer en este mundo, pero tal como Jesús dijo: “La mies es mucha, más los obreros pocos” (Lucas 10:2). ¿Tienes esa actitud de Ananías? “Heme aquí, envíame a mí.” El hombre no sabe lo difícil que será esta tarea, pero cuando Dios nos llama, Él nos capacita y prepara el camino delante de nosotros.

11 —Anda, ve a la casa de Judas, en la calle llamada Derecha, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, 12 y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.

¡Será difícil escapar de esta tarea! ¡Saulo ya está esperando a Ananías! ¿Una vez había orado Ananías para que alguien recuperara la vista? No sabemos. ¿Qué hizo Saulo esos tres días ciego y ayunando? ¡Oraba! Y Dios sigue revelándose en visiones. Saulo está ciego, pero ahora ve más que nunca. La dirección para Ananías está muy clara; sabe exactamente qué hacer y dónde ir (la calle Derecha sigue siendo una de las calles principales de Damasco).

13 Entonces Ananías respondió: —Señor, he oído hablar mucho de ese hombre y de todo el mal que ha causado a tus santos en Jerusalén. 14 Y ahora lo tenemos aquí, autorizado por los jefes de los sacerdotes, para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.

Ananías no es el primero en cuestionar un llamado del Señor. Dios lo permite, pero cómo Él  responde depende de la persona. ¡Puede ser fuerte! Probablemente todos los creyentes en Damasco ya saben que Saulo quiere llevarlos presos a Jerusalén, y estaban orando y temblando. Los creyentes se han divulgado las noticias en todo el imperio del mal que ha hecho. Pobre Ananías tiene temor; le parece una trampa (¿puede ser el diablo hablando con él?).

15 —¡Ve! —insistió el Señor—, porque ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel. 16 Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.

Dios no le da una salida fácil. Tal vez nadie más estaba disponible para realizar esta tarea tan importante. Nunca escuchamos nada más acerca de Ananías, pero este discípulo humilde tiene el privilegio de ministrar a uno de los generales de Dios. Pablo tendrá un ministerio muy impresionante, pero también es el propósito de Dios que padezca por el nombre de Jesús (¿tal vez porque lo perseguía tanto?).

17 Ananías se fue y, cuando llegó a la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo». 18 Al instante cayó de los ojos de Saulo algo como escamas, y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado; 19 y, habiendo comido, recobró las fuerzas.

No sabemos muchos detalles de exactamente cómo sucedió. ¿Se fue Ananías con mucho temor, o con mucha autoridad y confianza? Lo importante es que obedeció; la obediencia es evidencia de nuestra fe, y las emociones no importan tanto. Dios honra esa obediencia y hace la obra. A pesar de sus temores, llama a Saulo “hermano;” probablemente la primera vez que Saulo escuchó ese término de afecto aplicado a sí mismo. No menciona el Espíritu Santo en su llamado (verso 12) ni después, pero probablemente junto con su bautismo en agua, cuando Ananías impuso las manos, el Señor bautizó a Pablo en el Espíritu. Puede ser que cuando Ananías proclamó esa palabra, Saulo recobró la vista. Estaba débil, pero comió y recobró las fuerzas. Solo podemos imaginar el asombro y gozo de Ananías, y ese primer tiempo de comunión entre aquellos que ahora son hermanos en Cristo. No menciona lo que sucedió con los compañeros de Saulo que lo acompañaron desde Jerusalén; posiblemente ellos también recibieron a Cristo, o volvieron asustados a Jerusalén para compartir la noticia con los sacerdotes.

Saulo predica en las sinagogas de Damasco

Saulo pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco, 20 y en seguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. 21 Todos los que le oían quedaban asombrados, y preguntaban: «¿No es este el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?» 22 Pero Saulo cobraba cada vez más fuerza y confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús es el Mesías.

Por lo general, le damos un tiempo a un nuevo converso para establecerse, dar testimonio de una vida transformada y estudiar la palabra. De hecho, hay muchas historias tristes de personas famosas que reciben al Señor y de la noche a la mañana están predicando y ministrando, pero son blancos para el diablo y no tienen bases firmes en el Señor, y fracasan. Pero Pablo fue un caso especial. Como fariseo, ya tenía mucha formación y conocimiento de la palabra, y ahora era lleno del Espíritu Santo. Yo he visto hombres salvad la cárcel, y dentro de unos días están predicando la palabra con unción. Dios puede levantar a alguien cuando Él quiera.

Aunque su llamado fue a los gentiles, lógicamente (como lo hizo siempre hacía en sus viajes misioneros), primero fue a las sinagogas, proclamando a Jesucristo como su Mesías. Estaban asombrados y confundidos por la fuerza de su palabra.

23 Después de muchos días, los judíos se pusieron de acuerdo para hacerlo desaparecer, 24 pero Saulo se enteró de sus maquinaciones. Día y noche vigilaban de cerca las puertas de la ciudad con el fin de eliminarlo. 25 Pero sus discípulos se lo llevaron de noche y lo bajaron en un canasto por una abertura en la muralla.

La NVI dice “para hacerlo desaparecer,” pero el griego dice “matarlo” o “asesinarlo.” La verdad es que cuando hay alguien que nos confunde, queremos hacerlo desaparecer, o como dice en el verso 24, eliminarlo. Esta es la primera de muchas experiencias cercanas a la muerte de Saulo; ya está aprendiendo cuánto tiene que padecer por el nombre de Cristo.

Sabemos de Gálatas 1:17-18 que los “muchos días” fueron tres  años y medio que pasó en “Arabia;” probablemente un tiempo de estudio y preparación en el desierto cerca de Damasco.

Es interesante que dice que “sus discípulos” lo ayudaron a escapar. Parece que en esos “muchos días” ya se había establecido como un maestro que manejaba muy bien las Escrituras.

26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo. 

¡Los que oraban y debían tener mucha fe, regocijándose en la transformación de este hombre, le tenían miedo! ¡Que duro es cuando alguien quiere juntarse con la iglesia, pero, debido a su vida anterior, los cristianos tienen miedo y no lo reciben! Alguien tenía que llevarlo a los “apóstoles” para recibir su apoyo, y cae a Bernabé, ese hombre especial que ya apareció al final del capítulo 4, para hacerse amigo de él. ¿Tienes ese corazón de Bernabé para ayudar a alguien?

27 Entonces Bernabé lo tomó a su cargo y lo llevó a los apóstoles. Saulo les describió en detalle cómo en el camino había visto al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había predicado con libertad en el nombre de Jesús. 28 Así que se quedó con ellos, y andaba por todas partes en Jerusalén, hablando abiertamente en el nombre del Señor. 29 Conversaba y discutía con los judíos de habla griega, pero ellos se proponían eliminarlo. 30 Cuando se enteraron de ello los hermanos, se lo llevaron a Cesarea y de allí lo mandaron a Tarso.

Gracias a Dios por su denuedo y obediencia a predicar. Seguramente fue un gran susto para los sacerdotes y líderes religiosos, quienes lo enviaron a arrestar a los discípulos en Damasco. Ahora vuelve a casa, a su pueblo natal, Tarso. Esta es ya la segundo vez que los judíos querían eliminarlo.

Resumen: El estado de la iglesia

31 Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor. E iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.

Característica de lo que ya hemos visto en Hechos, esta parte termina con otro resumen del estado de la iglesia. Esta porción empezó en el capítulo 6 e incluye la primera persecución, la primera vez que el evangelio llega a los gentiles (los samaritanos) y el llamado de Saulo, el apóstol a los gentiles. Con su conversión, esa persecución termina, y nuevamente hay paz.

Ahora, la iglesia de Jerusalén (sin incluir hermanos en otros lugares, como Ananías en Damasco) se consolidaba no solo en Judea, sino también en Galilea y Samaria. Tenían paz, pero parece que también tenían un nuevo respecto para Dios, viviendo en el temor del Señor. Su número sigue creciendo, debido a la obra del Espíritu Santo que los fortalece y les da poder para testificar acerca de Jesús.

Tu camino a Damasco

¿Has tenido un encuentro con Jesús como Saulo tuvo en el camino a Damasco? ¿O todavía te estás lastimando, como si dieras coces contra el aguijón?  Saulo era un hombre muy estudiado y muy religioso. Estaba en camino para cumplir lo que él creía que era la voluntad de Dios, pero estaba equivocado. He conocido a pastores que se dan cuenta de que nunca han tenido una conversión real. Han servido a Dios a su manera. No todas las conversiones son tan dramáticas como la de Saulo, pero es importante tener ese encuentro con Jesús y nacer de nuevo.

La conversión de Saulo es una afirmación poderosa de la realidad del Cristo viviente. Saulo era un escéptico. Necesitaba algo muy fuerte para convencerle de que Cristo era su mesías. No hay duda de que Saulo era un hombre, un fariseo, que vivió en el primer siglo, plantó muchas iglesias y escribió cartas que forman parte de nuestras Biblias. Es normal tener dudas a veces, pero esta historia (y todo el libro de los Hechos) es una confirmación sólida de lo que creemos.