Fueron días emocionantes y llenos de nuevas experiencias para Pedro en Cesarea. Cornelio inmediatamente empezó a compartir su nueva fe con sus tropas, y más personas aceptaron a Jesús. Pedro se quedó en la casa de gentiles por primera vez (y muy posiblemente comió alimentos no aprobados por la Ley). Pero una cosa es estar en medio de un movimiento sobrenatural de Dios y ver esa gente bautizada en el Espíritu, y otra cosa es recibir las noticias desde lejos.
Críticas
1Los apóstoles y los hermanos de toda Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. 2 Así que cuando Pedro subió a Jerusalén, los defensores de la circuncisión lo criticaron 3 diciendo: —Entraste en casa de hombres incircuncisos y comiste con ellos.
Nada ha cambiado en dos mil años. Siempre hay alguien dispuesto a criticar, y se puede imaginar los rumores:
- “¿Qué le pasó a Pedro? Ya no guarda la ley.”
- “¡Estaba en la casa de gentiles y alguien dijo que comió camarones!”
- “Lo perdimos. Satanás lo engañó. Tal vez va a dejar a su esposa y se mudará a Cesarea para vivir la vida buena.”
Cuando Pedro vuelve a casa, a Jerusalén, tiene que explicar lo que aprendió. Si no lo aceptan, puede causar una división en la iglesia. Eso ha sucedido muchas veces a lo largo de la historia.
Pedro se defiende
Gracias a Dios, Pedro tiene la oportunidad de defenderse. En los peores casos, una iglesia podría simplemente sacar a un pastor que “ha caído en pecado.”
4 Entonces Pedro comenzó a explicarles paso a paso lo que había sucedido:
Afortunadamente, escucharon a Pedro mientras les explicó lo que había sucedido. No habla fuerte, no denuncia el prejuicio de los defensores de la circuncisión o su falta de educación, comparte pacientemente toda la historia con ellos:
5 —Yo estaba orando en la ciudad de Jope y tuve en éxtasis una visión. Vi que del cielo descendía algo parecido a una gran sábana que, suspendida por las cuatro puntas, bajaba hasta donde yo estaba. 6 Me fijé en lo que había en ella, y vi cuadrúpedos, fieras, reptiles y aves. 7 Luego oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro; mata y come”. 8 Repliqué: “¡De ninguna manera, Señor! Jamás ha entrado en mi boca nada impuro o inmundo”. 9 Por segunda vez insistió la voz del cielo: “Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro”. 10 Esto sucedió tres veces, y luego todo volvió a ser llevado al cielo.
11 »En aquel momento se presentaron en la casa donde yo estaba tres hombres que desde Cesarea habían sido enviados a verme. 12 El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin dudar. También fueron conmigo estos seis hermanos, y entramos en la casa de aquel hombre. 13 Él nos contó cómo en su casa se le había aparecido un ángel que le dijo: “Manda a alguien a Jope para hacer venir a Simón, apodado Pedro. 14 Él te traerá un mensaje mediante el cual serán salvos tú y toda tu familia”.
Esa última parte no se incluyó en el capítulo anterior. Es una promesa de salvación para toda su familia a través de la palabra que Pedro traería. Es lo que sucedió también con la familia del carcelero en Filipos, y es el deseo del Señor: Cuando la cabeza de casa, el padre y el esposo, recibe a Cristo, toda la familia lo sigue y se salva.
15 »Cuando comencé a hablarles, el Espíritu Santo descendió sobre ellos tal como al principio descendió sobre nosotros. 16 Entonces recordé lo que había dicho el Señor: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. 17 Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?»
Pedro no presenta un caso bíblico para la inclusión de los gentiles ni resuelve la cuestión de cuales alimentos son permitidos para creyentes. Es la promesa del bautismo con el Espíritu Santo que para él fue la confirmación de la validez de lo que Dios hizo.
18 Al oír esto, se apaciguaron y alabaron a Dios diciendo: —¡Así que también a los gentiles les ha concedido Dios el arrepentimiento para vida!
Claro que el Espíritu estaba trabajando en los corazones de esos creyentes; abandonaron fácilmente sus críticas y alabaron a Dios. Es un paso gigante: la iglesia no solo sería una secta dentro del judaísmo, sino otra religión que acoge a todos.
Estado de la iglesia
Este es el cierre de esa porción que empezó con el problema de las viudas de habla griego y su resolución con la selección de los diáconos, la muerte de Esteban y el paso radical de la inclusión de los gentiles en la iglesia. Incluye a Felipe en Samaria y evangelizando el eunuco etíope, la conversión de Saulo y la experiencia de Pedro con Cornelio. Ahora, característicamente para Lucas, nos da un retrato de la iglesia en este punto.
19 Los que se habían dispersado a causa de la persecución que se desató por el caso de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin anunciar a nadie el mensaje excepto a los judíos. 20 Sin embargo, había entre ellos algunas personas de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, comenzaron a hablarles también a los de habla griega, anunciándoles las buenas nuevas acerca del Señor Jesús. 21 El poder del Señor estaba con ellos, y un gran número creyó y se convirtió al Señor.
Otras ciudades también recibieron el evangelio, y un gran número creyó. Pero estos hermanos no estaban listos para evangelizar a los gentiles; anunciaron el mensaje solo a los judíos. Fue en Antioquía donde se abrió una puerta para incluir también a los de habla griega. Era una ciudad hermosa de unos medio millón de habitantes, incluidos chinos, indios y persas. Fue la capital de la provincia romana de Siria, y una ciudad muy cosmopolita. Fue gente de Chipre y Cirene quien llevó el evangelio a los de habla griega en Antioquía. Continuaron como siempre evangelizando al pueblo de habla aramea, pero también a los judíos y griegos de habla griega. Aunque Jerusalén era la iglesia madre, ya estaban perdiendo un poco de su influencia, con sus lazos con el templo y la religión judía.
22 La noticia de estos sucesos llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén, y mandaron a Bernabé a Antioquía. 23 Cuando él llegó y vio las evidencias de la gracia de Dios, se alegró y animó a todos a hacerse el firme propósito de permanecer fieles al Señor, 24 pues era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Un gran número de personas aceptó al Señor.
Bernabé también era de Chipre, aunque moraba en Jerusalén. Tal como enviaron a Pedro y a Juan a confirmar que todo se hizo bien en Samaria, Bernabé fue una elección lógica para ir a Antioquía y poner todo en orden. Él ya estaba funcionando como apóstol. Hemos visto el gran corazón de este varón en la donación de su terreno y su apoya a Saulo. Aquí Lucas afirma eso, diciendo que era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Él vio mucha evidencia de la gracia de Dios en Antioquía y animó a los hermanos. Parece que se quedó allí un rato y evangelizó más, con una buena cosecha.
25 Después partió Bernabé para Tarso en busca de Saulo, 26 y, cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Durante todo un año se reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó «cristianos» por primera vez.
Que buen ejemplo de buscar un hermano menor en la fe y llevarlo a trabajar juntos. Fue una verdadera obra apostólica, enseñando a “mucha gente” durante un año. De ese ministerio surgió el nombre “cristiano” para los creyentes, porque Cristo era claramente el centro de su fe.
27 Por aquel tiempo unos profetas bajaron de Jerusalén a Antioquía. 28 Uno de ellos, llamado Ágabo, se puso de pie y predijo por medio del Espíritu que iba a haber una gran hambre en todo el mundo, lo cual sucedió durante el reinado de Claudio. 29 Entonces decidieron que cada uno de los discípulos, según los recursos de cada cual, enviaría ayuda a los hermanos que vivían en Judea. 30 Así lo hicieron, mandando su ofrenda a los ancianos por medio de Bernabé y de Saulo.
Otra parte del intercambio entre las iglesias era el ministerio de profetas. No tenemos los nombres de la mayoría de ellos y no sabemos mucho sobre su ministerio, pero ellos también hicieron visitas a las iglesias en distintas partes del mundo. Cuando Ágabo profetizo una gran hambre, los discípulos tomaron la decisión de enviar ayuda a los hermanos en Judea, una provincia más pobre. Fue la primera de muchas ofrendas que Saulo, esta vez con Bernabé, recogió para ayudar a otras iglesias. Fue la segunda visita de Pablo a Jerusalén, tal vez la que él describe en Gálatas 2:1-10. No fueron obligados a dar, fue una decisión de los discípulos, y fue según lo que cada uno podía dar. Algunos creen que Lucas estaba entre los conversos en Antioquia; allí empezó su gran amistad con Pablo.
En estos capítulos hemos observado una gran expansión del ministerio de la iglesia y un crecimiento continuo. Ahora tiene diáconos, apóstoles y profetas que visitan a los discípulos cada vez más lejos de Jerusalén. Pero como siempre, hay oposición del enemigo.