Josué 1: Sé fuerte y valiente

1Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, el Señor le dijo a Josué hijo de Nun, asistente de Moisés: «Mi siervo Moisés ha muerto. Por eso tú y todo este pueblo deberán prepararse para cruzar el río Jordán y entrar a la tierra que les daré a ustedes los israelitas.

Hay momentos en los que nos cuesta entender por qué Dios dijo algo. Creo que es muy obvio para todos que Moisés ha muerto. Pero es su muerte la que provoca este “después”. Hay un tiempo para esperar en Dios. Tiempo de duelo. Y hay un tiempo para avanzar y conquistar. Este libro no trata de esperar, sino de avanzar. Es para aquellos que han recibido una palabra de algo que Dios tiene para ellos. Algo que Dios quiere darte. No hay ningún costo para la salvación, la llenura del Espíritu Santo o los dones espirituales. Pero eso no significa que no habrá una lucha. Que no tienes que hacer nada. Este libro nos enseñará cómo tomar posesión de las promesas de Dios.

Primero, tienen que prepararse. Entrar en la batalla sin la preparación adecuada puede ser muy peligroso. En este caso, son las provisiones para la vida diaria (verso 11) y las armas que ocuparán en la batalla. También para empacar todo y estar listo para el viaje. Este no es el momento de sembrar o edificar casas. Tienen que estar preparados para mudarse.

¿Crees que estás preparado para la lucha? ¿Para avanzar y conquistar? ¿Qué más puedes hacer para prepararte?

Este es un mover corporativo. No pueden dejar a nadie atrás. Todo el pueblo tiene que avanzar junto. Una familia sola o un hombre solo garantizan la derrota. La unidad es muy importante.

¿Tienes una mentalidad individualista? ¿Te cuesta esperar para otros y moverte con el pueblo de Dios?

¿Qué crees que Dios quiere darte? ¿Has creído que no tienes que luchar ni hacer nada para recibirlo porque es un don de Dios? ¿Has creído que tienes que merecer esa bendición?

Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies. Su territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates, territorio de los hititas, hasta el mar Mediterráneo, que se encuentra al oeste.

Moisés está muerto, pero eso no cambia la promesa de Dios. Las promesas de la Biblia se aplican a ti también. Por supuesto, hay algunas específicamente para un pueblo en algún momento. Tú no puedes ir a Israel ahora y declarar y creer que todo lugar que toquen tus pies será tuyo. Pero el principio se aplica a ti. La herencia que recibirás depende de tu fe y ambición para cosas grandes. Físicamente, ellos tienen que caminar sobre esa tierra.

Este era un territorio muy extenso. Lamentablemente, nunca lograron conquistarlo. Como vamos a ver, se cansaron y se conformaron con algo mucho más pequeño. Hay demasiados cristianos que tienen mucho potencial y la posibilidad de alcanzar la grandeza, pero terminan sus vidas decepcionados y con una pequeña porción de lo que Dios intentó para ellos.

Si hay alguna esperanza de victoria en esta tierra, Dios sabe que necesitan un líder ungido por Dios, y capacitado para guiar e inspirar al pueblo. Ya que Josué perdió a su mentor, Dios tiene que fortalecer y animar a su nuevo líder.

Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.

Todos tenemos altibajos, pero Dios no cambia. Su promesa y su provisión es de por vida. Todos los días. Es peligroso tener un “día malo” cuando lideras a miles de personas contra el enemigo. Josué fue testigo durante muchos años de la fidelidad de Dios a Moisés. Es cierto que él es un hombre muy diferente de Moisés, pero exactamente como Dios estuvo con Moisés, estará con Josué. Qué gran consuelo le da al líder saber que Dios nunca lo dejará ni lo abandonará. Podemos cometer errores e incluso experimentar la disciplina de Dios, pero Él nunca nos abandona.

Dios también le promete ser más que un vencedor: Nadie, ni de su propio pueblo ni de los paganos, podrá enfrentarse a Josué. ¡Qué gran confianza y fortaleza nos da saber esto! ¡Dios es por ti! Y si Él es por ti, ¿quién contra ti? ¿No es cierto que con esa certeza tú puedes soportar cualquier batalla o problema?

¿Hay momentos en tu vida en los que has sentido que Dios te dejó? ¿Realmente te abandonó? ¿O puedes testificar de la fidelidad de Dios para siempre estar contigo?

Dios será fiel en hacer su parte, pero hay una parte importante para Josué. Si caemos, no es por culpa de Dios, sino por nuestro fracaso en hacer nuestra parte.

»Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Solo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te ordenó. No te apartes de ella para nada; solo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas».

Josué tiene un llamado de Dios, confirmado por la imposición de las manos de Moisés. Tiene una parte muy importante en el plan de Dios. Él es el instrumento escogido por Dios para cumplir una promesa hecha cientos de años atrás: Heredar la tierra que Dios le prometió a Abraham. Dios hará lo necesario para asegurar de que Josué lo haga.

¿Sabes dónde encajas en el plan de Dios para la historia? ¿Hay promesas bíblicas que tú puedas ayudar al pueblo de Dios a experimentar?

Lo que Josué tiene que hacer es ser fuerte y valiente. Tener mucho valor y firmeza. Son mandatos. Dios no quiere escuchar excusas. El Dios todopoderoso del universo entero acompañará a Josué dondequiera que vaya. ¿Andas con ese conocimiento de que Dios te acompaña? Está allí dondequiera que vayas. Si te encuentras en un lugar donde no deberías estar, Él te ve y su Espíritu te convencerá de que debes salir. Pero Él siempre te acompaña.

Es el conocimiento de la promesa de Dios lo que ayuda a Josué ser fuerte y valiente. El miedo y el desánimo son comunes entre los líderes, y son fatales. La experiencia diaria de la presencia y el amor de Dios debería echar fuera todo el temor y animarte a seguir adelante, a pesar de los obstáculos. Estar en dos mentes y vacilar te destruirá como líder, y desanimará a quienes te sigan. Ellos necesitan a alguien firme, libre del temor.

Dios no te manda hacer algo que sea imposible. Si te manda ser fuerte y valiente, te dará esa valentía y esa fuerza. Espera en Él, busca su rostro y ejercita tu fe para creer que eres fuerte y valiente. Luego actúa de acuerdo con esa fe.

Muchas veces es una cuestión sencilla de obedecer. Aunque no tengas las ganas y te parezca imposible, da ese paso de obediencia, y Dios te ayudará. Tienes que saber qué obedecer. Gracias a Dios tenemos su provisión, un libro lleno de su voluntad. Medita en esta palabra. Memorízala. Recítala. No solo unos minutos en tu tiempo devocional, aunque eso es importante. La Biblia es tan esencial que tienes que meditar en ella día y noche.

Lamentablemente, hay muchos con gran conocimiento de la Palabra, incluso pastores, que no la ponen en práctica. Aún más personas eligen porciones que les agradan para obedecer, e ignoran otras porciones desagradables. Dios lo deja muy claro aquí: Tenemos que obedecer toda la Biblia. Diligentemente tenemos que escudriñar la Palabra para cumplir cuidadosamente todo lo que está escrito en ella.

La promesa del éxito es universal también: Si Josué simplemente hace esas cosas sencillas, tendrá éxito dondequiera que vaya. La obediencia a la Palabra te trae prosperidad y éxito. No necesariamente riquezas, sino éxito en lo que Dios te llama a hacer.

¿Cómo está tu obediencia? Honestamente, ¿qué porcentaje de lo que sabes de la Biblia estás obedeciendo? ¿Hay  áreas en las que ya sabes que estás en desobediencia? ¿Cuánto tiempo durante el día pasas meditando en la Palabra?

Para cumplir con la promesa y el mandato de Dios aquí, tienes que crecer en tu conocimiento de la Biblia y cuidadosamente cumplir todo lo que lees. No permitas que tu conocimiento supera tu obediencia.

10 Entonces Josué dio la siguiente orden a los jefes del pueblo: 11 «Vayan por todo el campamento y díganle al pueblo que prepare provisiones, porque dentro de tres días cruzará el río Jordán para tomar posesión del territorio que Dios el Señor le da como herencia».

Este es un buen comienzo. Josué no tiene que enaltecerse ni defenderse. Habla con autoridad; la autoridad que proviene de escuchar la voz de Dios y hablar como su portavoz. Él no se refiere a su capacidad como comandante, sino a la promesa de Dios y su poder para darles la tierra. No va más allá de lo que mandó Dios, sino comunica exactamente lo que el Señor le dijo: Prepárense. Josué habla con valentía y confianza: Cruzarán el río y tomarán posesión de la tierra. No hay duda. No hay evidencia de timidez ni temor en este nuevo líder.

¿Tienes esa autoridad en tu liderazgo, ya sea en casa, en la iglesia o en el trabajo? La autoridad fluye de los tiempos en la presencia de Dios, de compartir su Palabra y de tener fe en Dios. Esa autoridad inspira a otros a la acción. ¿Caes en la trampa de enaltecerte para proyectar tu importancia y cubrir tu inseguridad?

El reino de Dios no es una democracia, ni en ese momento, ni hoy ni en el cielo. Es una teocracia, donde Dios manda, y tiene una cadena de autoridad para comunicar su voluntad. Él se revela a aquellos que Él ha llamado y ellos comunican su palabra a aquellos que Dios ha confirmado como líderes. No quiere decir que sea una dictadura, pero Josué no realiza una elección aquí a ver cuántos quieren cruzar el Jordán o cuántos quieren reclamar su herencia. Ya se estableció hace años que van a entrar a la tierra y ocuparla, y así será para todos. Aquellos que se rebelan, como muchos lo hicieron en el desierto, probablemente morirán. Esto no significa que una democracia no sea una buena forma de gobernar un país terrenal, pero tampoco podemos decir que la democracia es ordenada por Dios.

Josué también aprendió una lección importante de Moisés: Delega la tarea a los jefes del pueblo. Confía en la relación de ellos con su pueblo. Y él incluye a todos: Tienen que ir por todo el campamento.

En tu familia, tu iglesia o tu trabajo, ¿hay cosas que tú haces que puedas delegar a otros? ¿Sabes cómo dar la libertad a esos “jefes” de realizar su tarea, sin abandonarlos? ¿Cómo te les puedes formar y animar a que hagan su trabajo?

Josué tiene instrucción adicional para tres de las tribus:

12 A los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, Josué les mandó:

13 —Recuerden la orden que les dio Moisés, siervo del Señor: “Dios el Señor les ha dado reposo y les ha entregado esta tierra”. 14 Sus mujeres, sus niños y su ganado permanecerán en el territorio que Moisés les dio al este del Jordán. Pero ustedes, los hombres de guerra, cruzarán armados al frente de sus hermanos. Les prestarán ayuda 15 hasta que el Señor les dé reposo, como lo ha hecho con ustedes, y hasta que ellos tomen posesión de la tierra que el Señor su Dios les da. Solo entonces podrán ustedes retornar a sus tierras y ocuparlas. Son las tierras que Moisés, siervo del Señor, les dio al este del Jordán.

Esto puede ser más delicado. Estas tribus ya tienen sus tierras, en el lado este del rio Jordán. Josué los llama a dejar a sus familias y confiar en Dios por el bienestar de sus mujeres, sus hijos y su ganado, y los que son demasiado mayores para guerrear. Es una cuestión de fe: Tienen que confiar que Dios los cuidará. Josué apela a lo que Moisés hizo por ellos, dándoles su tierra. Pero Josué va más allá de lo que hizo Moisés, y manda que vayan al frente de sus hermanos. Tienen que prestarles ayuda.

Otra vez vemos la importancia de entender la naturaleza corporativa del pueblo de Dios: Debe ser una igualdad entre la gente. Nadie puede reposar hasta que todos hayan tomado posesión de su tierra. Esto es amor al prójimo, es lo opuesto al egoísmo que solo busque su propia prosperidad. Sí, hay una herencia que Dios les dará, pero es la obligación del pueblo de Dios luchar y trabajar para que todos reciban esa herencia. No es algo que Dios haga de manera sobrenatural.

Si vamos a aplicar esto al mundo actual y a nuestros países, algo anda mal si hay mucha división entre ricos y pobres. Aquellos que ya han alcanzado un nivel de vida, bíblicamente, están obligados a ayudar a otros a recibir su herencia. Más aún en la iglesia de Cristo: algo anda mal si una congregación reposa en su edificio hermoso y una congregación vecina no puede pagar la luz.

16 Ellos le respondieron a Josué:

—Nosotros obedeceremos todo lo que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos envíes. 17 Te obedeceremos en todo, tal como lo hicimos con Moisés. Lo único que pedimos es que el Señor esté contigo como estuvo con Moisés. 18 Cualquiera que se rebele contra tus palabras o que no obedezca lo que tú ordenes será condenado a muerte. Pero tú, ¡sé fuerte y valiente!

Esta es la devoción y sumisión que los líderes deben ofrecer a alguien que es claramente llamado por Dios, escucha a Dios y mantiene esa relación íntima con Dios. Estos líderes son muy sabios e insisten en que Josué haga lo necesario para que Dios esté con él como estuvo con Moisés.

Esta afirmación y declaración da un tremendo aliento al nuevo líder. Si tú estás en una posición de liderazgo, esa lealtad al pastor o al jefe es muy importante. Resiste cualquier inclinación a murmurar y socavar su liderazgo. Y déjale claro tu compromiso al líder. Aquí afirman que castigarán la rebelión o la desobediencia con la muerte.

Es para el beneficio de todos que el líder sea fuerte y valiente, y camine en intimidad con Dios. Deberías desear eso para tu marido si eres una esposa, y para tu pastor si eres una de sus “ovejas.” ¿Cómo está tu obediencia y sumisión a quienes Dios ha puesto en autoridad sobre ti? ¿Tiendes a murmurar o chismear sobre él? Este no es un cheque en blanco para abuso de autoridad; esa es un pecado que Dios castigará. Pero hay mucha falta de este espíritu de obediencia y sumisión en la iglesia. Y faltan hombres fuertes y valientes que disfruten de la intimidad con Dios en el liderazgo.