Josué 6:6-27: ¡Derribar los muros!

¡Por fin llegó el día! ¡Más de 40 años de espera! ¡La primera batalla dentro de la tierra prometida! Dios le reveló el plan para la victoria a Josué, y él simplemente sigue las instrucciones del Señor.

El orden de Dios para la batalla

Hablando con autoridad, empieza con los sacerdotes:

Josué hijo de Nun llamó a los sacerdotes y les ordenó: «Carguen el arca del pacto del Señor, y que siete de ustedes lleven trompetas y marchen frente a ella». 

La batalla es espiritual, peleada en los cielos. No se trata de sus armas ni de su fuerza. Sacerdotes, el arca de la presencia de Dios y las trompetas inician la batalla. Aunque es una orden, hay lugar para la elección personal: entre los sacerdotes eligen siete para llevar trompetas.

Josué era hombre de guerra. Esta es la primera batalla en Canaán. ¿Cómo crees que se siente con este plan de batalla? ¿Por qué?

 

Si tu fueses sacerdote, ¿cómo te sentirías con esta asignación?

 

Y le dijo al pueblo: «¡Adelante! ¡Marchen alrededor de la ciudad! Pero los hombres armados deben marchar al frente del arca del Señor».

La palabra clave aquí es “¡adelante!” Tenemos que esperar esa palabra del Señor, pero cuando Él la dice, es hora de caminar.

Empiezan a marchar

Dios no mencionó nada en sus instrucciones sobre el resto del pueblo marchando, pero Josué los incluye. Coloca a los soldados al frente del arca, aunque Dios dijo que los sacerdotes con trompetas deberían encabezar la procesión (6:4). Los siguientes versos revelan cómo Josué acomodó a sus soldados, mientras él obedeció las órdenes del Señor:

Cuando Josué terminó de dar las instrucciones al pueblo, los siete sacerdotes marcharon al frente del arca del pacto del Señor tocando sus trompetas; y el arca del pacto les seguía. Los hombres armados marchaban al frente de los sacerdotes que tocaban las trompetas, y tras el arca marchaba la retaguardia. Durante todo ese tiempo las trompetas no cesaron de sonar. 

¿Qué significan las trompetas? Además de invocar la presencia del Señor y obedecer sus órdenes, sería desalentador para la gente de Jericó escucharlas y ver esta extraña procesión.

10 Al resto del pueblo, en cambio, Josué le ordenó marchar en silencio, sin decir palabra alguna ni gritar hasta el día en que les diera la orden de gritar a voz en cuello.

Es difícil para algunos guardar silencio, y siempre hay alguien que murmura: “¿Por qué tenemos que esperar siete días para gritar? ¿Por qué Josué quiere controlar todo lo que hacemos?” Pero esa obediencia absoluta es esencial para la victoria.

¿Tienes un espíritu sumiso, para esperar el tiempo del Señor? ¿Cómo disciernes cuándo es el momento de marchar en silencio y cuándo hay que gritar?

 

11 Josué hizo llevar el arca alrededor de Jericó una sola vez. Después, el pueblo regresó al campamento para pasar la noche. 12 Al día siguiente, Josué se levantó temprano, y los sacerdotes cargaron el arca del Señor. 13 Los siete sacerdotes que llevaban las trompetas tomaron la delantera y marcharon al frente del arca mientras tocaban sus trompetas. Los hombres armados marchaban al frente de ellos, y tras el arca del Señor marchaba la retaguardia. ¡Nunca dejaron de oírse las trompetas! 14 También en este segundo día marcharon una sola vez alrededor de Jericó, y luego regresaron al campamento. Así hicieron durante seis días.

Seis días de hacer exactamente lo mismo, sin ver ningún resultado.

¿Tienes esa paciencia y disciplina?

¿Sigues orando día tras día sin ver la respuesta?

¿Puedes confiar en lo que dice Dios?

El séptimo día

15 El séptimo día, a la salida del sol, se levantaron y marcharon alrededor de la ciudad tal como lo habían hecho los días anteriores, solo que en ese día repitieron la marcha siete veces. 16 A la séptima vuelta, los sacerdotes tocaron las trompetas, y Josué le ordenó al ejército: «¡Empiecen a gritar! ¡El Señor les ha entregado la ciudad! 

Con toda la fe, Josué declara que Dios les ha entregado la ciudad. Es un momento de suspenso, a ver si todos lo hacen según el mandato de Dios y si los muros se caen.

¿Hay algo en tu vida ahora que tengas que reclamar de acuerdo con la palabra de Dios?

 

¿Podría ser este el momento de gritar?

 

17 Jericó, con todo lo que hay en ella, será destinada al exterminio como ofrenda al Señor. Solo se salvarán la prostituta Rajab y los que se encuentren en su casa, porque ella escondió a nuestros mensajeros. 18 No vayan a tomar nada de lo que ha sido destinado al exterminio para que ni ustedes ni el campamento de Israel se pongan en peligro de exterminio y de desgracia. 19 El oro y la plata y los utensilios de bronce y de hierro pertenecen al Señor: colóquenlos en su tesoro».

No siempre fue así, pero en este caso la ciudad es una ofrenda al Señor. Todo será anatema, para ser destruido por completo. Hay tres detalles muy importantes:

  1. Tienen que ser fiel a la palabra de los espías y salvar a Rajab y aquellos de su casa.
  2. No pueden tomar nada consagrado a la destrucción. Sería una maldición que haría anatema el campamento de Israel y lo destruiría.
  3. Tienen que buscar y cuidadosamente llevar todo de valor (oro, plata y utensilios de bronce y de hierro) al tesoro del Señor. Hay cosas que pertenecen a Dios y ¡ay de la persona que las toca!

20 Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a voz en cuello, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad. 21 Mataron a filo de espada a todo hombre y mujer, joven y anciano. Lo mismo hicieron con las vacas, las ovejas y los burros; destruyeron todo lo que tuviera aliento de vida. ¡La ciudad entera quedó arrasada!

Dios hizo lo imposible y las murallas se derrumbaron. Dios abrió el camino. Ahora ellos tienen que avanzar y matar a todos. La matanza es fuerte para nosotros en esta época, pero fue necesario para ellos, y ordenada por Dios, para empezar la purificación de la tierra.

Hoy no matamos a los incrédulos. Somos sal y luz en medio del mundo, y tenemos que mantener siempre nuestra pureza espiritual. ¿Hay algo o alguien que tengas que eliminar de tu vida que sea una piedra de tropiezo para ti?

 

Este es un gran milagro, y un ejemplo poderoso de cómo Dios nos da la victoria en las batallas de la vida. ¿Hay un “Jericó” en tu vida ahora? ¿Tienes la fe que Dios derrumbará las murallas de esa fortaleza?

 

Salvan a Rajab y su familia

22 Ahora bien, Josué les había dicho a los dos exploradores: «Vayan a casa de la prostituta, y tráiganla junto con sus parientes, tal como se lo juraron». 23 Así que los jóvenes exploradores entraron y sacaron a Rajab junto con sus padres y hermanos, y todas sus pertenencias, y llevaron a toda la familia a un lugar seguro, fuera del campamento israelita. 

Los mismos jóvenes que Rajab salvó ahora vuelven a su casa y rescatan a ella y a sus parientes. Como gentiles inmundos, tenían que quedarse fuera del campamento, pero luego serían incluidos en el pueblo de Israel. Es uno de varios ejemplos del Antiguo Testamento de la inclusión de los gentiles en la familia de Dios, que fue parte del plan de Dios desde el principio.

¿Eres fiel a tu palabra? ¿Cumples las promesas hechas a otros? ¿Tienes que pedir perdón por alguna promesa que no cumpliste? ¿Hay algo prometido que incluso ahora tienes que cumplir?

 

 

24 Solo entonces los israelitas incendiaron la ciudad con todo lo que había en ella, menos los objetos de plata, de oro, de bronce y de hierro, los cuales depositaron en el tesoro de la casa del Señor. 25 Así Josué salvó a la prostituta Rajab, a toda su familia y todas sus posesiones, por haber escondido a los mensajeros que él había enviado a Jericó. Y desde entonces, Rajab y su familia viven con el pueblo de Israel.

Incluso en el tabernáculo había un tesoro. Con mucho cuidado hicieron exactamente lo que Dios les mandó hacer: Incendiaron toda la ciudad.

La ciudad maldita

26 En aquel tiempo, Josué hizo este juramento:

«¡Maldito sea en la presencia del Señor
el que se atreva a reconstruir esta ciudad!
Que eche los cimientos
a costa de la vida de su hijo mayor.
Que ponga las puertas
a costa de la vida de su hijo menor».

Josué pronuncia una maldición sobre cualquiera que reconstruya la ciudad, incluso sobre sus hijos. Parece un poco extraño, pero sería un monumento apropiado del poder de Dios para abrir el camino a su pueblo.

27 El Señor estuvo con Josué, y este se hizo famoso por todo el país.

Así como el Señor engrandeció el nombre de Moisés y de muchos otros de sus escogidos, Dios se complace de que su siervo sea famoso. No para vanagloriarse, sino para ser útil en la mano del Señor.