Josué 7: El «pero» fatal

Jericó representó un gran paso adelante para Josué y para todo el país. Fue una victoria tan impresionante que hasta el día de hoy hablar de la caída de los muros de Jericó se refiere a un obstáculo imposible en nuestra vida que superamos por el poder de Dios. Josué se hizo famoso por todo el país. Fue la primera prueba de seguir la estrategia de Dios al pie de la letra. ¿O fue al pie de la letra? ¿Puede un solo hombre estropear este triunfo?

El fatal “pero”

1Sin embargo, los israelitas desobedecieron al Señor conservando lo que él había decidido que fuera destinado a la destrucción, pues Acán hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera, guardó para sí parte del botín que Dios había destinado al exterminio. Este hombre de la tribu de Judá provocó la ira del Señor contra los israelitas.

Qué rápido pueden cambiar las cosas. Quizás tú lo hayas experimentado: Una gran victoria, una casa nueva, la iglesia creciendo y prosperando. Tú, aclamado como un gran siervo del Señor. Todos maravillados por la manera en que Dios está trabajando. Y de repente, todo fracasa.

En los primeros seis capítulos de Josué, el “después” ha sido pura bendición. Josué recibió una palabra de aliento de Dios e hizo todo conforme a esa palabra. Cruzaron el Jordán, Dios les quitó el oprobio de Egipto y celebraron la Pascua. Ahora los muros de Jericó se cayeron; uno de los milagros más impresionantes de la historia. Josué está súper contento.

“Sin embargo” es como “pero.” Ese “pero” nos causa muchos problemas. Lamentablemente, en medio de la victoria a menudo hay una derrota. No podemos culpar a Josué. Dejó claro que tenían que destruirlo todo. Por las apariencias, hicieron todo bien. Josué no sabe nada. El gran problema de la victoria es no prestar atención a la voz del Señor, descuidar la comunión con Él y sentirse muy confiado.

Desde el comienzo del capítulo sabemos quién pecó. Desde el principio, Dios conoce la fuente del problema. Él sabe lo que esté pasando en tu iglesia o en tu familia. Pero a veces tenemos que pasar por un proceso doloroso para solucionar el problema. Es mejor mantener esa comunión continua con el Señor.

He notado la naturaleza corporativa de la obra de Dios, y está muy claro aquí. Dice que “los israelitas desobedecieron al Señor” y la ira de Dios fue provocada “contra los israelitas.” ¡Pero es solo un hombre! ¡Todos los demás, miles de personas, obedecieron a Dios! ¡Seguramente no todo el mundo tiene que sufrir por el pecado de uno! No parece algo tan grande, para provocar la ira del Señor contra toda la nación. Oh, ¡cómo hemos perdido el entendimiento de nuestro Dios! Carecemos del corazón de Dios para nosotros como su pueblo y para la santidad.

¿Conservas algo que es anatema para Dios?

 

¿Algo que Él ha dicho claramente tiene que ser destruido?

 

¿Entiendes la importancia del cuerpo de Jesús, la iglesia, para Dios?

Es durísimo tener la ira de Dios contra ti o tu iglesia. Es peor no darse cuenta de que está enojado. Depende de Josué, como su líder, tener un oído abierto para discernir el corazón del Señor. Es cierto que es joven en su liderazgo, pero tiene 40 años de preparación, observando a Moisés y pasando horas en la presencia de Dios. Su fracaso aquí resulta en una matanza fea, tal como la falla de un líder hoy puede ser devastadora.

¿Estás en peligro de cometer el mismo error que Josué?

¿Pudo pecado haber provocado la ira de Dios contra toda tu familia?

¿O contra toda tu iglesia?

 

Josué actúa como si todo estuviera bien y envía más espías

Josué envió a unos hombres de Jericó hacia Hai, lugar cercano a Bet Avén, frente a Betel, y les dijo: «Vayan a explorar la tierra». Fueron, pues, a explorar la ciudad de Hai. 

Nunca dice que Dios le mandó a Josué que enviara espías a Jericó. Notamos algunas inquietudes sobre esa decisión (capítulo 3, Josué 2); si estuvo mal, tal vez el Señor lo permitió debido a la inexperiencia de Josué. Pero esta vez no se menciona a Dios. Parece que Josué nunca buscó al Señor por su voluntad y el próximo paso en la conquista.

Es tan fácil para nosotros caer en la rutina y tomar el control de nuestras vidas. Experimentamos un toque o un milagro del Señor, leemos o escuchamos acerca de una “formula” para el éxito y la bendición, y seguimos esa fórmula. Ya no necesitamos a Dios.

El peligro de tener demasiada confianza en sí mismo

Poco después regresaron y le dieron el siguiente informe a Josué: «No es necesario que todo el pueblo vaya a la batalla. Dos o tres mil soldados serán suficientes para que tomemos Hai. Esa población tiene muy pocos hombres y no hay necesidad de cansar a todo el pueblo». 

¿En qué, o en quien, confías más? ¿Tu intelecto, sentido común y los científicos? ¿Gente bajo tu autoridad? ¿O Dios y la guía del Espíritu Santo?

 

 

Jericó debería ser un ejemplo vívido de cómo Dios va contra la corriente y puede hacer cosas completamente en contra de nuestra comprensión de la situación. Pero eso exige una conexión viva con Dios y la fe para obedecer lo que no tiene sentido para nosotros.

La evaluación de estos espías, basada en sus sentidos humanos, es que Hai será una victoria fácil. Y Josué no somete ese consejo al Señor para que lo confirme.

Derrota

Por esa razón, solo fueron a la batalla tres mil soldados, pero los de Hai los derrotaron. El ejército israelita sufrió treinta y seis bajas, y fue perseguido desde la puerta de la ciudad hasta las canteras. Allí, en una pendiente, fueron vencidos. Como resultado, todo el pueblo se acobardó y se llenó de miedo.

Josué es el responsable de la derrota, el ejército vencido y los muchos muertos. Pero las consecuencias de su pecado, y el pecado de Acán, son aún más profundas y problemáticas: todo el pueblo se acobardó y se llenó de miedo. NTV: Los israelitas quedaron paralizados de miedo ante esto, y su valentía se desvaneció. LBA: el corazón del pueblo desfalleció y se hizo como agua.

¿No lo has experimentado tú? Dios contesta una oración y hace un milagro en tu vida. Tienes mucha valentía  y mucha fe para hacer grandes cosas por el Reino. Pero permites que el éxito y los elogios de la gente engrandecen tu cabeza, y descuidas tu relación con Dios. De un momento a otro, la valentía se va y el temor llena tu corazón. No solo murieron muchas personas; existe una gran posibilidad de que toda la misión falle. Josué ya vio los resultados del temor cuarenta años atrás, y sabe que es posible que la gente entre en pánico. En ese entonces querían volver a la esclavitud en Egipto. Quien sabe qué locura podría pasar esta vez. Josué solo tiene días como líder y ya está fracasando.

¿Cómo responderías en esta situación?

 

Algunos se rinden; incluso se suicidan. ¿Has sido responsable de algo tan devastador? ¿Cómo respondiste?

 

¿Te sientes vencido ahora? ¿Acobardado y lleno del temor?

 

Josué se postra ante el Señor

Ante esto, Josué se rasgó las vestiduras y se postró rostro en tierra ante el arca del pacto del Señor. Lo acompañaban los jefes de Israel, quienes también mostraban su dolor y estaban consternados. 

Es bueno que el primer instinto de Josué sea buscar a Dios. Se humilla. Va directo al arca. Y tiene el apoyo de los jefes. No se han rebelado ni acusado a Josué de fallar, sino que lo acompañan en su oración. Parece estar haciendo todo lo necesario para recibir una respuesta del Señor: Está postrado ante el arca, con la ropa rasgada. Otras versiones incluyen que se quedaron así “hasta el anochecer.” Probablemente pasaron varias horas allí. Pero las acciones religiosas no garantizan la respuesta que esperas del Señor.

¿Cómo respondes tú a tus fracasos?

 

¿Sabes lo que es ser responsable del dolor y el temor de muchas personas?

 

Si eres un “jefe” trabajando con un “Josué,” ¿lo acompañas en sus momentos de angustia?

 

Josué le reclamó a Dios: —Señor y Dios, ¿por qué hiciste que este pueblo cruzara el Jordán, y luego lo entregaste en manos de los amorreos para que lo destruyeran? ¡Mejor nos hubiéramos quedado al otro lado del río! Dime, Señor, ¿qué puedo decir ahora que Israel ha huido de sus enemigos? Los cananeos se enterarán y llamarán a los pueblos de la región; entonces nos rodearán y nos exterminarán. ¡Qué será de tu gran prestigio!

Josué se rasgó las vestiduras y se postró rostro en tierra, pero su oración revela problemas en su corazón. Claro que siempre está bien acercarse al Señor. Pero también hay un lugar para examinar el corazón antes de presentar tu petición, y para pasar tiempo en adoración para orientar tu perspectiva. Josué lo llama “Señor y Dios,” pero la oración no refleja una sumision a Él. Es complicado “juzgar” la oración de otro hombre, pero aquí hay problemas obvios. ¿Pueden estar presentes en tus oraciones?

  1. Siempre es peligroso iniciar una oración con “¿Por qué?” Dios es soberano y no tiene que rendir cuentas a nosotros. ¡Josué culpa a Dios de su derrota! El suena como Israel después de salir de Egipto. Le dice a Dios “tú hiciste” que cruzáramos el rio, y tú a propósito nos “entregaste” a nuestros enemigos para que nos destruyeran. Cuando estamos en pecado y derrota, es fácil perder la perspectiva y sentir que Dios está en contra nuestra. Temerosos, el enemigo nos llena de mentiras, y las aceptamos. Es cierto que hay mucho que no entendemos y es natural preguntarle a Dios “¿Por qué?” Pero estamos en una posición delicada cuando lo hacemos.

¿Cuáles preguntas de “¿Por qué?” tienes para Dios ahora?

 

¿Puedes someterlas a su soberanía y confiar en Él sin una explicación?

 

  1. Josué se arrepiente de obedecer a Dios, caminar en su llamado y liderar a su pueblo. Suena exactamente como Israel cuando prefirieron volver a su esclavitud en Egipto. Es fácil romantizar el pasado y abandonar los sueños y la visión que Dios te ha dado de tu destino. Parece mejor volver a la vida anterior.
  2. Suena exigente: “Dime, Señor.” Es natural que sienta miedo y no sepa cómo responder al pueblo desesperado. Pero en lugar de responder con una palabra de fe, basada en las promesas de Dios de poseer la tierra, Josué busca algo para tranquilizar a la gente.
  3. El temor de fracasar es común y fuerte. En el momento de la derrota es fácil exagerar sus consecuencias y la fuerza del enemigo. Josué se olvida de la gran victoria en Jericó y solo se concentra en esta derrota. ¿Es el temor de fracasar un problema para ti?
  4. Josué finge estar preocupado por el gran prestigio de Dios, pero yo creo que en realidad estaba pensando en su propio prestigio. Hace apenas unos días todo el pueblo lo elogiaba. Las cosas pueden cambiar rápidamente.
  5. Toda la oración carece de fe, reflexión o humildad. No es el tipo de oración que agrada a Dios, lo cual es obvio por la respuesta del Señor:

10 Y el Señor le contestó: —¡Levántate! ¿Qué haces allí postrado? 

Una oración que Dios no quiere escuchar

Hay momentos en los que el Señor no se impresiona con el creyente postrado o en ayunas. El tipo de oración que acabamos de ver no toca el corazón de Dios; lo irrita.

11 Los israelitas han pecado y han violado la alianza que concerté con ellos. Se han apropiado del botín de guerra que debía ser destruido y lo han escondido entre sus posesiones. 12 Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos, sino que tendrán que huir de sus adversarios. Ellos mismos se acarrearon su destrucción.

La persona en pecado no puede hacerle frente a su enemigo. A pesar de la palabra y las promesas del Señor, no lograremos nada si hay pecado en nuestra vida o si somos infieles al compromiso que hicimos con Dios. Josué debería saber que había pecado en el pueblo, pero estaba demasiado ocupado con su reputación y el éxito en Jericó para verlo. A veces provocamos nuestra propia destrucción. En primer lugar, tenemos que estar bien con Dios. Incluso el pecado de un solo hombre puede manchar una iglesia entera.

¿Estás seguro de que tu relación con Dios está bien?

 

¿Hay algo que tú tengas que confesarle?

 

¿Has sido fiel a los votos y promesas que le hiciste al Señor?

¿Estas huyendo del enemigo e incapaz de hacerles frente a tus adversarios?

 

Dios amenaza con no seguir a su lado

Y, si no destruyen ese botín que está en medio de ustedes, yo no seguiré a su lado. 

En el capítulo uno, Dios le prometió a Josué que nunca lo desampararía. Lo acompañaría a donde quiera que vaya. Pero ahora, como casi todas las promesas bíblicas, vemos que existen condiciones para esa promesa. Si Josué no busca el botín para destruirlo, Dios ya no estará con ellos.

Josué dejó en claro que tenían que destruir todo el botín. No sabía nada de lo que hizo Acán. Solo un hombre pecó. Pero todo el pueblo sufrirá e incluso Josué perderá la presencia y la bendición del Señor.

¿Hay algo que tú tienes que destruir?

 

¿Es posible que estés sufriendo porque tienes algo que es anatema para el Señor?

 

¿O sea tu conyugue o tu hijo que lo tiene?

El remedio

13 ¡Levántate! ¡Purifica al pueblo!

Hay momentos para orar y hay momentos en los que tenemos que levantarnos y actuar. Si hay algo inmundo que ofende a Dios, primero tenemos que purificarlo.

Diles que se consagren para presentarse ante mí mañana, y que yo, el Señor, Dios de Israel, declaro: “¡La destrucción está en medio de ti, Israel! No podrás resistir a tus enemigos hasta que hayas quitado el oprobio que está en el pueblo”. 14 Mañana por la mañana se presentarán por tribus. La tribu que yo señale por suertes presentará a sus clanes; el clan que el Señor señale presentará a sus familias; y la familia que el Señor señale presentará a sus varones. 15 El que sea sorprendido en posesión del botín de guerra destinado a la destrucción será quemado junto con su familia y sus posesiones, pues ha violado el pacto del Señor y ha causado el oprobio a Israel.

Dios le da a Josué instrucciones detalladas. Primero, tienen que consagrarse, lo que significa dedicarse de nuevo al Señor, confesar y arrepentirse de todo pecado y preparar el corazón para un encuentro con un Dios santo. Hacen todo en el tiempo del Señor: al día siguiente por la mañana. Obviamente, no le corresponde a Josué cambiar esos detalles para acomodarlo a su agenda. Dios siempre tiene prioridad.

En lugar de simplemente revelarle a Josué quién era y ordenarle que lo disciplinara, hay este proceso que incluye el uso de suertes para identificar al culpable.

Violar el pacto de Dios causa oprobio a toda una iglesia, y toda la familia. Su esposa, hijos y animales serán quemados, junto con todas sus posesiones. Lamentablemente, la familia sufre por el pecado del varón.

¿Hay algún pecado que tengas que confesarle al Señor?

 

El oprobio quitado al pueblo

16 Al día siguiente, muy de madrugada, Josué mandó llamar, una por una, a las tribus de Israel; y la suerte cayó sobre Judá. 17 Todos los clanes de Judá se acercaron, y la suerte cayó sobre el clan de Zera. Del clan de Zera la suerte cayó sobre la familia de Zabdí. 18 Josué, entonces, hizo pasar a cada uno de los varones de la familia de Zabdí, y la suerte cayó sobre Acán hijo de Carmí, nieto de Zabdí y bisnieto de Zera. 19 Entonces Josué lo interpeló:

—Hijo mío, honra y alaba al Señor, Dios de Israel. Cuéntame lo que has hecho. ¡No me ocultes nada!

Tendemos a creer que todo estará bien si alguien es honesto, confiesa su pecado, se arrepiente y hace cualquier restitución indicada. Josué lo llama “hijo mío” y le ofrece la oportunidad de honrar y alabar al Señor. Veamos si hay otra oportunidad para este hombre:

20 Acán le replicó: —Es cierto que he pecado contra el Señor, Dios de Israel. Esta es mi falta: 21 Vi en el botín un hermoso manto de Babilonia, doscientas monedas de plata y una barra de oro de medio kilo. Me deslumbraron y me apropié de ellos. Entonces los escondí en un hoyo que cavé en medio de mi carpa. La plata está también allí, debajo de todo.

¿Cuántos de nosotros hemos visto algo hermoso que no nos pertenece y lo robamos? Este botín tiene bastante valor. Lo escondió, lo que significa que Acán ya sabía que estaba mal, pero ahora confiesa todo.

Tal vez una de las lecciones más importante de este capítulo es el peligro del “yo.” El egoísmo es poderoso y nos ciega a las consecuencias de nuestras acciones para otras personas. Ellas pueden incluir el hombre desconocido al que le robamos, hasta nuestros padres, amigos, iglesia, hijos y conyugue. Acán puede decir que estaba pensando en la felicidad de su esposa cuando tomó el hermoso manto por ella. Puede que haya estado pensando en la casa que construiría para su familia con la plata y el oro, pero no estaba pensando con claridad. Creía que lo escondió y nadie lo sabía. Pero debido a su pecado, muchas mujeres perdieron a sus maridos y el corazón de todo el pueblo desfalleció.  No podemos ocultarle nada a Dios.

Los mandamientos más importantes son el amor a Dios y el amor al prójimo. El egoísmo no piensa en los demás ni evalúa las consecuencias para la relación con Dios o con otros. No hay amor en el egoísmo.

¿Cómo está tu amor?

No es fácil superar el egoísmo. ¿Qué porcentaje de tus decisiones son egoístas?

 

¿Piensas en las consecuencias de tus acciones antes de actuar?

 

22 En seguida, Josué envió a unos mensajeros, los cuales fueron corriendo a la carpa de Acán. Allí encontraron todo lo que Acán había escondido, 23 lo recogieron y se lo llevaron a Josué y a los israelitas, quienes se lo presentaron al Señor. 

Cuando hay algo prohibido en nuestra vida, tenemos que presentárselo al Señor. ¿Tienes algo escondido en tu carpa?

¿En un archivo en tu teléfono o computadora?

 

24 Y Josué y todos los israelitas tomaron a Acán, bisnieto de Zera, y lo llevaron al valle de Acor, junto con la plata, el manto y el oro; también llevaron a sus hijos, sus hijas, el ganado, su carpa y todas sus posesiones. Cuando llegaron al valle de Acor, 25 Josué exclamó:

—¿Por qué has traído esta desgracia sobre nosotros? ¡Que el Señor haga caer sobre ti esa misma desgracia!

La codicia está prohibida en los Diez Mandamientos, y puede totalmente consumirnos.

El tipo es culpable y tiene que morir. Pero no solo él, sino todo lo que tiene y toda su familia. Lamentablemente, el perdón de Dios no siempre significa que evitamos las consecuencias de nuestras acciones. Pregunta al rey David cuando llegues al cielo. O el privado de libertad con cadena perpetua.

¿Estás en este momento sufriendo las consecuencias de algún error del pasado?

 

¿Hay algo que puedas hacer para reducir el impacto de esas consecuencias?

 

Entonces todos los israelitas apedrearon a Acán y a los suyos, y los quemaron. 26 Luego colocaron sobre ellos un gran montón de piedras que sigue en pie hasta el día de hoy. Por eso aquel lugar se llama valle de Acor. Así aplacó el Señor el ardor de su ira.

Siempre alguien tiene que morir para aplacar el ardor de la ira de Dios. Damos gracias a Dios por su Hijo, Jesucristo, quien murió en nuestro lugar. ¡Gracias Jesús! No tenemos que matar a nadie hoy, pero tenemos que guardar la santidad de la iglesia y de nuestras vidas para evitar la ira de Dios

A menudo nuestra familia sufre por nuestros errores. Que el Señor tenga misericordia de tu familia. Por amor a ellos y tu iglesia, nunca caigas en el pecado de Acán.