Josué 10: El sol se detiene

1Adonisédec, rey de Jerusalén, se enteró de que Josué había tomado la ciudad de Hai y la había destruido completamente, pues Josué hizo con Hai y su rey lo mismo que había hecho con Jericó y su rey. Adonisédec también supo que los habitantes de Gabaón habían hecho un tratado de ayuda mutua con los israelitas y se habían quedado a vivir con ellos. Esto, por supuesto, alarmó grandemente a Adonisédec y a su gente, porque Gabaón era más importante y más grande que la ciudad de Hai; era tan grande como las capitales reales, y tenía un ejército poderoso.

Gran alarma

Ahora nos enteramos de que Gabaón era una ciudad grande e importante, con un ejército poderoso, lo que hace que sea aún más impresionante que hayan llegado al extremo de engañar a Israel y entregarse para servirlos. El tratado con Israel provoca mucho temor en sus vecinos: si Gabaón se rinde, ¿qué esperanza hay para nosotros? Josué es famoso como un gran guerrero, y el temor de Dios ha caído sobre los habitantes de la tierra. El Señor ha creado un ambiente muy favorable para que Israel derrote a todas estas naciones.

¿Dirías que hay temor de Dios en tu país?   Si no, ¿por qué no?

 

¿Los pecadores tienen respeto y están alarmados por el poder de la iglesia? Si no, ¿por qué no?

 

La respuesta: Unirse y conquistar a Gabaón

Por eso Adonisédec envió un mensaje a los siguientes reyes: Hohán de Hebrón, Pirán de Jarmut, Jafía de Laquis, y Debir de Eglón. El mensaje decía: «Únanse a mí y conquistemos a Gabaón, porque ha hecho un tratado de ayuda mutua con Josué y los israelitas».

No sabemos si Gabaón se dio cuenta de los problemas que causó el tratado con las otras ciudades, pero provocó otra alianza y una batalla inesperada para Israel. Antes, Dios los guio en la campaña para conquistar la tierra. Ahora, debido a este necio tratado, están obligados a entrar en esta batalla y ayudar a Gabaón.

¿Hay situaciones en las que tu vida se complicó porque te involucraste con gente, empresas o grupos en el mundo?

 

¿Crees que Dios sabía cómo esos acuerdos con el mundo complican la vida cuando los prohibió?

 

Entonces los cinco reyes amorreos de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón se unieron y marcharon con sus ejércitos para acampar frente a Gabaón y atacarla. Los gabaonitas, por su parte, enviaron el siguiente mensaje a Josué, que estaba en Guilgal: «No abandone usted a estos siervos suyos. ¡Venga de inmediato y sálvenos! Necesitamos su ayuda, porque todos los reyes amorreos de la región montañosa se han aliado contra nosotros».

Josué salió de Guilgal con todo su ejército, acompañados de su comando especial. Y el Señor le dijo a Josué: «No tiembles ante ellos, pues yo te los entrego; ninguno de ellos podrá resistirte».

No dice nada acerca de consultar a Dios para la estrategia, pero afortunadamente Dios le dio a Josué una promesa de victoria, aparentemente después de que Josué salió a la batalla. Dios honra el pacto que Israel hizo con Gabaón. Josué aprendió de Hai a no ir a la batalla con demasiada confianza; lleva consigo a todo el ejército y su comando especial.

¿Puedes pensar en alguien que haya solicitado la ayuda de los cristianos?

 

¿En cuáles circunstancias debemos ayudarlos?

 

Aunque no conocen a Dios, el Señor puede acompañarnos y favorecernos para prevalecer en una situación y ayudarlos.

 

Después de marchar toda la noche desde Guilgal, Josué los atacó por sorpresa. 10 A su vez, el Señor llenó de pánico a los amorreos ante la presencia del ejército israelita, y este les infligió una tremenda derrota en Gabaón. A los que huyeron los persiguieron por el camino de Bet Jorón, y acabaron con ellos por toda la vía que va a Azeca y Maquedá. 11 Mientras los amorreos huían de Israel, entre Bet Jorón y Azeca, el Señor mandó del cielo una tremenda granizada que mató a más gente de la que el ejército israelita había matado a filo de espada.

Josué utiliza una estrategia que le ha servido bien en el pasado: atacar por sorpresa. Mientras él los atacó, Dios hace su parte, y la hace de manera muy impresionante: llenó de pánico al ejército enemigo, y mandó tremenda granizada del cielo. ¡Así que Dios mató a más gente que el ejército israelita!

Cuando fluimos en el plan y el favor de Dios, Él puede actuar soberanamente para confundir a nuestros enemigos y glorificarse a sí mismo. ¿Tienes esa fe y expectativa de Dios en las batallas en tu vida ahora? ¿Has experimentado algo similar?

 

 

El sol se detiene

Ese poderoso mover de Dios llena a Josué de fe y valentía para pedir algo inusual:

12 Ese día en que el Señor entregó a los amorreos en manos de los israelitas, Josué le dijo al Señor en presencia de todo el pueblo:

«Sol, detente en Gabaón,
luna, párate sobre Ayalón».

13 El sol se detuvo
y la luna se paró,
hasta que Israel
se vengó de sus adversarios.

Esto está escrito en el libro de Jaser. Y, en efecto, el sol se detuvo en el cenit y no se movió de allí por casi un día entero. 14 Nunca antes ni después ha habido un día como aquel; fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano. ¡No cabe duda de que el Señor estaba peleando por Israel!

Mucha gente ha intentado explicar este milagro científicamente. Eso no es necesario. Es obvio que el escritor lo cree y lo atribuye al Señor. Josué se lo dijo al Señor, pero luego él dio órdenes al sol y a la luna. Él sabe que solo Dios tiene ese poder para detener el sol. El propósito fue una confirmación dramática de que Dios estaba peleando por Israel. Le dio a Israel (y a Dios) la oportunidad de terminar la batalla. Seguro que también sirvió para engrandecer a Josué a los ojos de Israel y Gabaón (quien no se menciona como participante en la batalla).

¿Crees que está bien que le ordenemos a Dios que haga algo? Mucha gente hoy actúa como si estuviera bien, pero no lo es; por lo tanto dice claramente aquí que fue algo único: Nunca antes ni después ha habido un día como aquel; fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano. Ten cuidado de citar algo como lo que hizo Josué aquí para justificar algo indebido.

Josué persigue a los cinco reyes

15 Al terminar todo, Josué regresó a Guilgal con todo el ejército israelita.

16 Los cinco reyes habían huido y se habían refugiado en una cueva en Maquedá. 17 Tan pronto como Josué supo que habían hallado a los cinco reyes en la cueva, 18 dio la siguiente orden: «Coloquen rocas a la entrada de la cueva y pongan unos guardias para que la vigilen. 19 ¡Que nadie se detenga! Persigan a los enemigos y atáquenlos por la retaguardia. No les permitan llegar a sus ciudades. ¡El Señor, Dios de ustedes, ya se los ha entregado!»

Después de algunos errores en sus primeros días al mando del ejército, es obvio que Josué camina con la fuerza y la valentía que Dios le prometió. No se detiene después de una victoria, sino que persigue a sus enemigos, proclamando su fe y confianza en que Dios ya se los entregó.

Es tentador regresar a casa y descansar después de una victoria, pero es importante perseguir una victoria completa sobre todos los aspectos de ese problema o pecado. Sobre todo, aquí, sobre los principales, los reyes. ¿Hay unos “reyes” que aún tienes que perseguir para completar la victoria?

 

Un resumen de la gloriosa victoria de la que disfrutó Israel

20 Josué y el ejército israelita exterminaron a sus enemigos; muy pocos de estos pudieron refugiarse en las ciudades amuralladas. 21 Finalmente, todos los israelitas retornaron a Maquedá sanos y salvos. ¡Nadie en la comarca se atrevía a decir nada contra Israel!

Enemigos exterminados. Ni siquiera las grandes ciudades amuralladas pudieron refugiarlos. ¡Y todos los israelitas sanos y salvos! Con razón, nadie en la región se ha atrevido a hablar en contra de ellos. Están experimentando lo que Dios les prometió, la vida victoriosa.

22 Entonces Josué mandó que destaparan la entrada de la cueva y que le trajeran los cinco reyes amorreos. 23 De inmediato sacaron a los cinco reyes de la cueva: los reyes de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón. 24 Cuando se los trajeron, Josué convocó a todo el ejército israelita y les ordenó a todos los comandantes que lo habían acompañado: «Acérquense y písenles el cuello a estos reyes». Los comandantes obedecieron al instante. 25 Entonces Josué les dijo: «No teman ni den un paso atrás; al contrario, sean fuertes y valientes. Esto es exactamente lo que el Señor hará con todos los que ustedes enfrenten en batalla».

Tres lecciones importantes

  1. Los comandantes obedecieron a Josué al instante. Él se ha ganado su respeto y confianza. Esa obediencia es muy importante en la guerra.

¿Tienes ese corazón para obedecer a alguien que Dios ha puesto en autoridad sobre ti?

 

Si eres un líder, ¿actúas de una manera que se gana el respeto y la obediencia de quienes están bajo tu autoridad?

 

 

  1. Josué les comunica a ellos lo que Dios le dijo: No teman, sino sean fuertes y valientes. Josué ha visto que puede confiar en la palabra y la promesa de Dios, y quiere infundir la misma fe y valentía en otros. A veces Dios nos da una palabra solo para nosotros, pero a menudo es importante impartirla a otros.

¿Hay alguna palabra o un pasaje bíblico que Dios te haya dado que pueda ser de aliento para otros que debas compartir?

 

¿Has cometido el error de compartir una palabra que era solo para ti como si fuese para todos?

 

  1. Josué ha aprendido un principio importante de cómo crecer en la fe: Actuar sobre la palabra de Dios y saber que lo que Dios hizo una vez, lo puede hacer otra vez.

Reflexionando sobre cómo Dios ha actuado en tu vida en el pasado, ¿hay algo que puedas aplicar a una batalla actual?

 

Josué sigue adelante: Seis ciudades importantes conquistadas

26 Dicho esto, Josué mató a los reyes, los colgó en cinco árboles, y allí los dejó hasta el atardecer. 27 Cuando ya el sol estaba por ponerse, Josué mandó que los descolgaran de los árboles y los arrojaran en la misma cueva donde antes se habían escondido. Entonces taparon la cueva con unas enormes rocas, que permanecen allí hasta el día de hoy.

28 Ese mismo día Josué tomó Maquedá y mató a filo de espada a su rey y a todos sus habitantes; ¡nadie quedó con vida! Y al rey de Maquedá le sucedió lo mismo que al rey de Jericó.

29 De Maquedá, Josué y todo Israel se dirigieron a Libná y la atacaron. 30 El Señor entregó en manos de Israel al rey y a sus habitantes. Josué pasó a filo de espada a todos sus habitantes; nadie quedó con vida. Y al rey de Libná le sucedió lo mismo que al rey de Jericó.

31 De Libná, Josué y todo Israel se dirigieron a Laquis. El ejército la sitió y la atacó. 32 El Señor la entregó en manos de Israel, y al segundo día la conquistaron. Todos en Laquis murieron a filo de espada, tal como había sucedido con Libná. 33 Además, Horán, rey de Guézer, que había salido a defender a Laquis, fue totalmente derrotado junto con su ejército; nadie sobrevivió a la espada de Josué.

34 De Laquis, Josué y todo Israel se dirigieron a Eglón. Sitiaron la ciudad y la atacaron. 35 En un solo día la conquistaron y destruyeron a todos a filo de espada, tal como lo habían hecho con Laquis.

36 De Eglón, Josué y todo Israel se dirigieron a Hebrón, y la atacaron. 37 El ejército israelita tomó la ciudad y la pasó a filo de espada, de modo que nadie, ni el rey ni ninguno de los habitantes de la ciudad y de sus aldeas, escapó con vida. Y tal como sucedió en Eglón, Hebrón fue destruida completamente.

38 De Hebrón, Josué y todo Israel se dirigieron a Debir y la atacaron. 39 Se apoderaron de la ciudad, de su rey y de todas sus aldeas, y mataron a filo de espada a todos sus habitantes. Nadie quedó con vida; todo fue arrasado. A Debir le sucedió lo mismo que les había sucedido a Libná, a Hebrón y a sus respectivos reyes.

Una y otra vez atacan con valentía y ven a Dios entregar una ciudad tras otra en sus manos. Avanzan confiadamente en la conquista.

Dios combate por su pueblo

40 Así Josué conquistó toda aquella región: la cordillera, el Néguev, los llanos y las laderas. Derrotó a todos sus reyes, sin dejar ningún sobreviviente. ¡Todo cuanto tenía aliento de vida fue destruido completamente! Esto lo hizo según el mandato del Señor, Dios de Israel. 41 Josué conquistó a todos, desde Cades Barnea hasta Gaza, y desde la región de Gosén hasta Gabaón. 42 A todos esos reyes y sus territorios Josué los conquistó en una sola expedición, porque el Señor, Dios de Israel, combatía por su pueblo.

43 Después Josué regresó al campamento de Guilgal junto con todo el ejército israelita.

Es un testimonio fuerte de cómo Dios pelea nuestras batallas, ¡y todo en una sola expedición! Para nosotros, la matanza de tantas personas parece extrema, pero Dios sabe que es importante purificar la tierra y liberarla de toda idolatría. Quiere proporcionar un entorno sano para su pueblo.

Después de esas victorias el ejército fatigado tiene la oportunidad de descansar.

Josué 9: No consultaron al Señor

Altibajos. Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y no repetirlos. Josué aún está al principio de su liderazgo. Tenía un buen aprendizaje y promesas hermosas de éxito. Vemos un oído atento a la dirección del Señor en los primeros capítulos de este libro. Incluso obedeció un mandato impopular de circuncidar a todos los varones. Pero después de la victoria milagrosa en Jericó, Josué descuidó esa conexión esencial con su Dios, y muchos murieron en Hai. El pueblo se llenó del temor y el desánimo. Dios lo rescató y Josué se recuperó con otra victoria. Acaba de leer toda la ley a la nación, quien reafirmó el pacto, pero luego otra vez descuidó esa relación íntima con el comandante de su ejército.

Cómo actúa el enemigo: engaño, mentiras y astucia

1Había reyes que vivían en el lado occidental del Jordán, en la montaña, en la llanura y a lo largo de la costa del Mediterráneo, hasta el Líbano: hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos. Cuando estos monarcas se enteraron de lo sucedido, se aliaron bajo un solo mando para hacer frente a Josué y a los israelitas.

Esta fue la estrategia de la mayoría de sus enemigos. Dios cumplió con la promesa de Éxodo 23:27: En toda nación donde pongas el pie haré que tus enemigos te tengan miedo, se turben y huyan de ti. Ellos no piensan en las debilidades del líder de Israel. Toman una decisión sabia de aliarse para enfrentar a los israelitas como un solo hombre. El diablo sabe que hay fuerza en la unidad, y, lamentablemente, a menudo las fuerzas de maligno demuestran más unidad que el pueblo de Dios. También hay fuerza en los números; tienen la experiencia y la pericia de muchos reyes, y un ejército mucho más grande que Israel.

La noticia de esta alianza no es alentadora para Josué y el pueblo de Israel. Dios ya les ha advertido de las batallas necesarias para conquistar la tierra, y les ha prometido la victoria si siguen a Dios. Nosotros también sabemos que tenemos un enemigo dedicado a hurtar, matar y destruir. Tenemos promesas de victoria. Pero cuando recibimos malas noticias, la tendencia es desmayar y temerse.

¿Sientes a veces que hay enemigos aliados contra ti o tu iglesia?    ¿Cuáles son?

 

¿Cómo respondes a esa amenaza?

 

No sabemos por qué los gabaonitas no se unieron con los otros reyes. Gabaón era una ciudad a unos 10 kilómetros (6 millas) al noroeste de Jerusalén. Tenía un buen suministro de agua; Jeremías (41:12) habla de un “gran estanque que está en Gabaón.” La ciudad era el líder de una liga de otras ciudades cercanas, y la ciudad principal de los heveos. Quizás ya sabían del fracaso de Josué en Hai y creen que pueden engañarlo.

El plan de los gabaonitas

Los gabaonitas, al darse cuenta de cómo Josué había tratado a las ciudades de Jericó y de Hai, maquinaron un plan. Enviaron unos mensajeros, cuyos asnos llevaban costales viejos y odres para el vino, rotos y remendados. Iban vestidos con ropa vieja y tenían sandalias gastadas y remendadas. El pan que llevaban para comer estaba duro y hecho migas. Fueron al campamento de Guilgal, donde estaba Josué, y les dijeron a él y a los israelitas: —Venimos de un país muy lejano. Queremos hacer un tratado con ustedes.

Son muy astutos; lo preparan todo muy bien y van directo al campamento de Israel.

No confíes en las apariencias. Hay que ser tan astuto como el enemigo. Cuidado cuando todo parece bien preparado y hablan con mucha confianza. También ten cuidado con los halagos; su deseo de hacer un tratado puede resultar atractivo para nuestro orgullo.

Los gabaonitas también alejaron a sus vecinos; en lugar de guerrear con ellos contra Israel, se rindieron a ellos. Si Israel no acepta su solicitud, corre el riesgo de ser castigado por Israel y los otros reyes de Canaán. Preferirían confiar en este Dios y su pueblo que en las fuerzas armadas que eran tan impotentes contra Israel en Jericó y Hai.

Tratados prohibidos por la ley

La ley claramente prohibió los pactos o tratados con las naciones de la Tierra Prometida:

No hagas ningún pacto con ellos ni con sus dioses. Si los dejas vivir en tu tierra, te pondrán una trampa para que adores a sus dioses, y acabarás pecando contra mí (Éxodo 23:32-33).

Y Éxodo, el capítulo 34:

12 Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo contrario serán para ti una trampa. 13 Derriba sus altares, y haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la diosa Aserá. 14 No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso. 15 »No hagas ningún pacto con los habitantes de esta tierra, porque se prostituyen por ir tras sus dioses y, cuando les ofrezcan sacrificios a esos dioses, te invitarán a participar de ellos. 16 Y si casas a tu hijo con una de sus mujeres, cuando ella se prostituya por ir tras sus dioses, inducirá a tu hijo a hacer lo mismo.

Israel responde a su invitación

El peligro de algún pacto o tratado con estas naciones es tan obvio que cualquier mención de un pacto debería causar alarma y hacer que busquen una palabra muy clara de Dios.

Los israelitas replicaron: —Tal vez ustedes son de por acá y, en ese caso, no podemos hacer ningún tratado con ustedes.

Tal vez, antes de hablar con Josué, se acercaron al pueblo. Los israelitas saben que está prohibido hacer un pacto. Sospechan y no aceptan de inmediato su engaño:

Ellos le dijeron a Josué: —Nosotros estamos dispuestos a servirles.

Así que parece que fueron a Josué y se ofrecen como sirvientes. Con Josué, no mencionan un pacto.

Y Josué les preguntó: —¿Quiénes son ustedes y de dónde vienen?

Siempre es peligroso dialogar con el enemigo. Josué les abrió la puerta en lugar de rechazar su oferta de servicio.

Ellos respondieron: —Nosotros somos sus siervos, y hemos venido de un país muy distante, hasta donde ha llegado la fama del Señor su Dios. Nos hemos enterado de todo lo que él hizo en Egipto 10 y de lo que les hizo a los dos reyes amorreos al este del Jordán: Sijón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, el que residía en Astarot. 11 Por eso los habitantes de nuestro país, junto con nuestros dirigentes, nos pidieron que nos preparáramos para el largo viaje y que les diéramos a ustedes el siguiente mensaje: “Deseamos ser siervos de ustedes; hagamos un tratado”. 12 Cuando salimos para acá, nuestro pan estaba fresco y caliente, pero ahora, ¡mírenlo! Está duro y hecho migas. 13 Estos odres estaban nuevecitos y repletos de vino, y ahora, tal como pueden ver, están todos rotos. Y nuestra ropa y sandalias están gastadas por el largo viaje.

En respuesta a Josué:

“¿Quiénes son?” Sus siervos.

“¿De dónde vienen?” Un país muy distante.

No ofrecen detalles, lo que debería generar sospechas y más preguntas. Hablan de la fama de su Dios. ¡Quizás se convertirán a creer en Él! Su explicación debería hacer dudar a Josué, pero él no dice nada.

No consultaron al Señor

14 Los hombres de Israel participaron de las provisiones de los gabaonitas, pero no consultaron al Señor. 

A menudo estamos demasiado dispuestos a participar de las provisiones del mundo. Dice que todo estaba desgastado, por lo que no está claro qué compartieron con los israelitas. Posiblemente trajeron oro u otra cosa de valor. Esas provisiones y palabras fueron suficientes para convencer a los hombres de Israel. Ni ellos ni su líder consultaron a Dios.

¿Cuáles errores has cometido por que no consultaste a Dios? ¿Sigues experimentando las consecuencias de ese fracaso?

 

Toma la decisión de consultar siempre a Dios y esperar una confirmación clara de Él antes de actuar.

15 Entonces Josué hizo con ellos un tratado de ayuda mutua y se comprometió a perdonarles la vida. Y los jefes israelitas ratificaron el tratado.

Dios proporciona ancianos y otros líderes para protegernos como pastores. A menudo, un jefe no tiene la confianza para cuestionar a un Josué, y muchos “Josué” no quieren que nadie los cuestione. Lástima que todos los jefes ratificaron el tratado.

Se entierran del engaño

16 Tres días después de haber concluido el tratado con los gabaonitas, los israelitas se enteraron de que eran sus vecinos y vivían en las cercanías. 17 Por eso se pusieron en marcha, y al tercer día llegaron a sus ciudades: Gabaón, Cafira, Berot y Quiriat Yearín. 18 Pero los israelitas no los atacaron porque los jefes de la comunidad les habían jurado en nombre del Señor, Dios de Israel, perdonarles la vida. Y aunque toda la comunidad se quejó contra sus jefes, 19 estos contestaron: —Hemos hecho un juramento en nombre del Señor, y no podemos hacerles ningún daño. 20 Esto es lo que haremos con ellos: les perdonaremos la vida, para que no caiga sobre nosotros el castigo divino por quebrantar el juramento que hicimos.

Cometer estos estos errores es una buena manera de alienar a la familia, la iglesia o tus subordinados, y provocar sus quejas. Los jefes (y Josué) están entre la espada y la pared: el pueblo israelita no está contento, pero ellos juraron en el nombre del Señor. Es admirable que no quebraron con su palabra, pero nos enseña que los votos o juramentos son peligrosos. Hay varios ejemplos bíblicos de eso (Jueces 11:30, 1 Samuel 14:24). Ellos temen el castigo de Dios más que el enojo de la gente. Dios honra esos juramentos y castiga romperlos. Años más tarde, el rey Saúl quebrantó este juramento y Dios castigó a Israel con una hambruna (2 Samuel 21:1-9).

Un pecado a menudo conduce a otro. Cometemos un delito, mentimos para cubrirnos y luego matamos (figurativamente, si no literalmente) a la persona que puede revelar nuestro pecado.

¿Cumples con tu palabra a pesar de las consecuencias?

 

¿Te encuentras ahora en una situación complicada como resultado de una decisión equivocada? ¿Cómo puedes actuar en una manera que honre al Señor? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias?

Al principio, esta solución con Gabaón puede parecer más fácil que las próximas batallas con la alianza de reyes poderosos. Nadie murió, e Israel adquirió sirvientes. Estaban sometiendo a los gabaonitas a una esclavitud parecida a la que habían dejado en Egipto. Es tentador hacer pactos y acuerdos con el mundo y las fuerzas del maligno. Parece más fácil que luchar para eliminar a ese enemigo de nuestra vida. Aceptamos el engaño y la mentira del enemigo que no es tan malvado. El diablo dice que es demasiado radical y extremo crucificar la carne y sus deseos. Así que, tal como Dios lo advirtió a Israel, dejamos a los “gabaonitas” en nuestras vidas y sirven siempre como trampas y piedras de tropiezo.

21 Luego añadieron: —Se les permitirá vivir, pero a cambio de ser los leñadores y aguateros de la comunidad.

De ese modo, los jefes de la comunidad cumplieron su promesa.

Ya el daño está hecho: Estos engañadores estarán siempre en medio del pueblo santo de Dios como sus sirvientes. Después de fracasar, nosotros a menudo hacemos algo para aliviar el daño, pero casi siempre nos queda algo inconveniente.

¿Hay pactos que tú hayas hecho con el enemigo?       ¿Hay “gabaonitas” en tu vida?

 

¿Qué puedes hacer al respecto?

 

22 Entonces Josué llamó a los gabaonitas y les reclamó: —¿Por qué nos engañaron con el cuento de que eran de tierras lejanas, cuando en verdad son nuestros vecinos? 23 A partir de ahora, esta será su maldición: serán por siempre sirvientes del templo de mi Dios, responsables de cortar la leña y de acarrear el agua.

Aún peor, ¡Josué los coloca en el templo de Dios! Otra vez, sin consultar a Dios. Josué los reclamó; lo que nosotros hacemos a menudo cuando somos culpables. La verdad es que Josué es el responsable. De una manera, tenemos que respetar los esfuerzos de los gabaonitas por preservar sus vidas.

24 Los gabaonitas contestaron: —Nosotros, servidores suyos, fuimos bien informados de que el Señor su Dios ordenó a su siervo Moisés que les diera toda esta tierra y que destruyera a todos sus habitantes. Temimos tanto por nuestra vida que decidimos hacer lo que ya saben. 25 Estamos a merced de ustedes. Hagan con nosotros lo que les parezca justo y bueno.

A veces, el enemigo conoce la Palabra de Dios mejor que nosotros.

26 Así salvó Josué a los gabaonitas de morir a manos del pueblo de Israel. 27 Ese mismo día Josué los hizo leñadores y aguateros de la asamblea israelita, especialmente del altar del Señor que está en el lugar que él mismo eligió. Y así han permanecido hasta el día de hoy.

Ahora nos enteramos de que el pueblo estaba enojado y listo para matarlos. Eso es lo que deben hacer, excepto que ya hicieron un pacto con ellos y juraron en el nombre de Dios. Josué tiene que defenderlos y salvar sus vidas. Cuando Solomon fue coronado rey, el tabernáculo y el altar estaban en Gabaón (2 Crónicas 1:3, 5).

Engañar y mentir es demasiado común hoy en día. Muchos están muy dispuestos a traicionar a otros, mentir y romper su palabra para perseverar su reputación, su trabajo, su ministerio o su matrimonio. El pacto hecho en el matrimonio se rompe fácilmente. Dios nos llama a la integridad total.

¿Qué papel tienen el engaño y la mentira en tu vida?

 

¿Cuáles pactos has hecho?   ¿Eres fiel a esos pactos?

 

Tal como Rajab, lo que empezó con el motivo de salvar vidas y clamar a Dios y su pueblo por misericordia resulta en su salvación e incorporación al pueblo de Israel.

Josué 8: Victoria en Hai

1El Señor exhortó a Josué: «¡No tengas miedo ni te acobardes!

¿En serio? ¿Cómo no tener miedo? Josué acaba de sufrir una derrota humillante, su primera. Vio la destrucción aterradora de una familia entera. Todo su pueblo está temblando de temor. Josué mismo ha pensado en abandonar la misión entera. En estas situaciones no es extraño pensar en el suicidio.

A pesar de la exhortación y mandato a Josué en el primer capítulo para ser fuerte y valiente, Dios sabe que una derrota como la de Hai puede resultar en temor y cobardía. Josué actuó tontamente, pero necesita la misericordia y gracia de Dios en este instante. Necesita una palabra fresca de su Padre. Qué bueno saber que nuestro Dios es compasivo y misericordioso. El entiende nuestra debilidad y está allí para nosotros en los momentos de angustia. No te rechaza, pero no te chinea tampoco. Su palabra para Josué viene en forma de otro mandato: No temas ni desmayes.

¿Sientes que has fracasado y ya no hay esperanza?

¿Has visto la destrucción de tu familia, tu iglesia o tu carrera?

 

¿Has contemplado quitarte la vida?

¿Tienes miedo?

¿Cómo respondes a esta palabra de Dios para ti? ¿Puedes creer que Dios es por ti y entiende lo que sucedió?

 

Dios no se ha olvidado de ti ni te ha abandonado. Puede que había unas consecuencias fuertes, pero hay un futuro y una esperanza para ti. Dios aun te dará la victoria.

La estrategia de Dios para Hai

Toma contigo a todo el ejército, y ataquen la ciudad de Hai.

Josué falló con los pocos soldados que los espías le aconsejaron enviar. Aquí no le da una estrategia espiritual como marchar alrededor de la ciudad y soñar trompetas. Ni es una oportunidad para experimentar una victoria milagrosa con unos pocos soldados. Aquí es un ataque con todo el ejército. Lo que funcionó en Jericó no funciona en Hai. No podemos usar el milagro que Dios hizo en una iglesia particular como un modelo para la victoria en todas las iglesias. Ni podemos usar lo que Dios hizo para ti ayer como una garantía que hará lo mismo hoy. A Dios le gusta mantenernos alertos, para aprovechar la guía del Espíritu Santo en nuestra vida.

Yo les daré la victoria sobre su rey y su ejército; se apropiarán de su ciudad y de todo el territorio que la rodea. Tratarás a esta ciudad y a su rey como hiciste con Jericó y con su rey. Sin embargo, podrán quedarse con el botín de guerra y todo el ganado. Prepara una emboscada en la parte posterior de la ciudad».

Dios lo asegura de la victoria. Cada victoria en tu vida es dada por Dios; es peligroso pensar que vencemos por nuestra fuerza o intelecto superior.

Y lo mismo que resultó en su ira en Jericó, ¡ahora Dios lo permite! ¡Ahora podrán quedarse con el botín y todo el ganado! Hay cosas claramente prohibidas en la Palabra. Ellas no cambian. Pero hay otras cosas que un día Dios permitiera y al otro día sean prohibidas. Puede ser una prueba. Tenemos que siempre buscar a Dios y escuchar su voz.

¿Puedes pensar en ejemplos de algo que un día Dios te prohibió y al otro día permitió?

 

¿Mantienes los oídos abiertos para siempre escuchar la voz del Espíritu? ¿La obedeces?

 

Josué se levanta en obediencia

Se levantó Josué junto con su ejército y fueron a pelear contra Hai. Josué escogió treinta mil guerreros y los envió durante la noche con estas órdenes: «Ustedes pondrán una emboscada en la parte posterior de la ciudad. No se alejen mucho de ella, y manténganse en sus posiciones. Yo me acercaré con mi tropa y, cuando los enemigos salgan a pelear contra nosotros, huiremos como la primera vez. Ellos nos perseguirán, pensando que estamos huyendo de nuevo, y así los alejaremos de la ciudad. Entonces ustedes saldrán de su escondite y se apoderarán de Hai. El Señor les dará la victoria. Cuando hayan capturado la ciudad, quémenla tal como nos lo ordenó el Señor. Estas son mis órdenes».

Dicho esto, Josué envió a los guerreros a preparar la emboscada, y ellos se apostaron entre Betel y Hai, al oeste de la ciudad mientras él, por su parte, pasaba esa noche con su ejército.

No hay evidencia de temor ni cobardía; Josué es el guerrero valiente de nuevo. Sigue exactamente lo que el Señor lo mandó hacer, pero también usa su experiencia y conocimiento para formular todo el plan de ataque. Dios no trata a nosotros como robots; a menudo nos da los puntos principales del plan y nos permite planear los detalles.

10 Muy de mañana se levantó Josué, pasó revista al ejército y, junto con los jefes de Israel, se puso en marcha hacia Hai. 11 Todos los guerreros que iban con Josué llegaron cerca de Hai y acamparon al norte de la ciudad. Solo había un valle entre ellos y la ciudad. 12 Josué envió a cinco mil guerreros a preparar la emboscada, y ellos se escondieron entre Betel y Hai, al oeste de la ciudad. 13 De esa manera, una tropa acampó al norte de la ciudad y la otra al oeste. Esa noche Josué avanzó hacia el medio del valle.

14 Cuando el rey de Hai se dio cuenta de lo que pasaba, se apresuró a salir con toda su tropa a pelear contra Israel, en la pendiente que está frente al desierto, sin saber que le habían puesto una emboscada en la parte posterior de la ciudad. 15 Josué y su tropa, fingiéndose derrotados, huyeron por el camino que lleva al desierto. 16 Mientras tanto, todos los hombres que estaban en la ciudad recibieron el llamado de perseguir a los israelitas, alejándose así de Hai. 17 No quedó ni un solo hombre en Hai o en Betel que no hubiera salido a perseguir a Israel, de modo que la ciudad de Hai quedó desprotegida.

No es siempre así, pero cuando hacemos las cosas a la manera de Dios es más probable el éxito.

18 Entonces el Señor le ordenó a Josué: «Apunta hacia Hai con la jabalina que llevas, pues en tus manos entregaré la ciudad». Y así lo hizo Josué. 19 Al ver esto, los que estaban en la emboscada salieron de inmediato de donde estaban y, entrando en la ciudad, la tomaron y la incendiaron.

20 Cuando los hombres de Hai miraron hacia atrás, vieron que subía de la ciudad una nube de humo. Entonces se dieron cuenta de que no podían huir en ninguna dirección, porque la gente de Josué que antes huía hacia el desierto ahora se lanzaba contra sus perseguidores. 21 En efecto, tan pronto como Josué y todos los israelitas vieron que los que tendieron la emboscada habían tomado la ciudad y la habían incendiado, se volvieron y atacaron a los de Hai. 22 Los de la emboscada salieron de la ciudad y persiguieron a los guerreros de Hai, y así estos quedaron atrapados por todos lados. Los israelitas atacaron a sus enemigos hasta no dejar ni fugitivos ni sobrevivientes. 23 Al rey de Hai lo capturaron vivo y se lo entregaron a Josué.

El plan del Señor y de Josué funciona perfectamente.

No dejaron ni un sobreviviente

24 Después de que los israelitas terminaron de matar a filo de espada, en el campo y el desierto, a todos los guerreros de Hai que habían salido a perseguirlos, regresaron a la ciudad y del mismo modo mataron a todos los que quedaban. 25 Ese día murieron todos los habitantes de Hai, como doce mil hombres y mujeres. 26 Josué mantuvo extendido el brazo con el que sostenía su jabalina, hasta que el ejército israelita exterminó a todos los habitantes de Hai. 27 Y tal como el Señor había mandado, el pueblo se quedó con el botín de guerra y todo el ganado. 28 Luego Josué incendió la ciudad, reduciéndola a escombros, como permanece hasta el día de hoy. 29 También mandó ahorcar en un árbol al rey de Hai, y ordenó que dejaran su cuerpo colgando hasta la tarde. Al ponerse el sol, Josué mandó que bajaran el cuerpo del rey y lo arrojaran a la entrada de la ciudad. Así mismo, pidió que se amontonaran piedras encima del cadáver. Y ese montón de piedras permanece hasta el día de hoy.

.Honrar a Dios por la victoria

30 Entonces Josué levantó, en el monte Ebal, un altar al Señor, Dios de Israel, 31 tal como Moisés, siervo del Señor, había ordenado a los israelitas. Lo levantó de acuerdo con lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés: un altar de piedras sin labrar, es decir, que no habían sido trabajadas con ninguna herramienta. En él ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión al Señor.

Después de la derrota, podría ser tentador para Josué exaltarse como el gran guerrero que venció a Hai, pero él da toda la honra a Dios. Es importante después de la victoria no vanagloriarse ni olvidarse del Señor. Estos son los primeros sacrificios en la Tierra Prometida. El altar y sus holocaustos mantienen el enfoque firmemente en Dios, quien los dio la victoria. La victoria es de Dios, pero como sucede muchas veces, nosotros tenemos que guerrear y hacer el trabajo. Decir que Dios nos da la victoria no significa, en muchos casos, que nos sentemos y no hagamos nada.

El monte Ebal está a unos 32 km (20 millas) de Hai. Todos tenían que viajar al monte y acampar allí.

La palabra escrita y proclamada

32 Allí, en presencia de los israelitas, Josué escribió en tablas de piedra una copia de la ley que Moisés había escrito. 33 Todos los israelitas, con sus jefes, oficiales y jueces, estaban de pie a ambos lados del arca del pacto, frente a los sacerdotes levitas que la cargaban en hombros. Tanto los israelitas como los inmigrantes tomaron sus posiciones, la mitad de ellos hacia el monte Guerizín y la otra mitad hacia el monte Ebal, tal como Moisés, siervo del Señor, había mandado cuando bendijo por primera vez al pueblo de Israel.

34 Luego Josué leyó todas las palabras de la ley, tanto las bendiciones como las maldiciones, según lo que estaba escrito en el libro de la ley. 35 De esta lectura que hizo Josué ante toda la asamblea de los israelitas, incluyendo a las mujeres, a los niños y a los inmigrantes, no se omitió ninguna palabra de lo ordenado por Moisés.

Esto es muy importante e impresionante. En el espacio de pocos días Josué circuncidó a los varones, celebraron la Pascua, derrotaron a Jericó, fueron derrotados en Hai, vieron el juicio de Dios y su fe fue restaurada en la victoria de Hai. Ahora, en el monte Ebal, tal vez parecida a su experiencia en Sinaí, ofrecen holocaustos y se acercan al Señor.

Por primera vez leemos de la ley escrita por mano de Josué, quien estaba presente con Moisés cuando el recibió la mayoría de ella. Escuchar la Palabra del Señor era algo muy solemne, y tenían que mantener un orden. Todos estaban presentes, y Josué leyó toda la ley, no omitiendo ni una palabra. Son los libros de la ley que tenemos en nuestras Biblias hoy. Josué no era solo un guerrero, sino también un líder espiritual.