Josué 10: El sol se detiene

1Adonisédec, rey de Jerusalén, se enteró de que Josué había tomado la ciudad de Hai y la había destruido completamente, pues Josué hizo con Hai y su rey lo mismo que había hecho con Jericó y su rey. Adonisédec también supo que los habitantes de Gabaón habían hecho un tratado de ayuda mutua con los israelitas y se habían quedado a vivir con ellos. Esto, por supuesto, alarmó grandemente a Adonisédec y a su gente, porque Gabaón era más importante y más grande que la ciudad de Hai; era tan grande como las capitales reales, y tenía un ejército poderoso.

Gran alarma

Ahora nos enteramos de que Gabaón era una ciudad grande e importante, con un ejército poderoso, lo que hace que sea aún más impresionante que hayan llegado al extremo de engañar a Israel y entregarse para servirlos. El tratado con Israel provoca mucho temor en sus vecinos: si Gabaón se rinde, ¿qué esperanza hay para nosotros? Josué es famoso como un gran guerrero, y el temor de Dios ha caído sobre los habitantes de la tierra. El Señor ha creado un ambiente muy favorable para que Israel derrote a todas estas naciones.

¿Dirías que hay temor de Dios en tu país?   Si no, ¿por qué no?

 

¿Los pecadores tienen respeto y están alarmados por el poder de la iglesia? Si no, ¿por qué no?

 

La respuesta: Unirse y conquistar a Gabaón

Por eso Adonisédec envió un mensaje a los siguientes reyes: Hohán de Hebrón, Pirán de Jarmut, Jafía de Laquis, y Debir de Eglón. El mensaje decía: «Únanse a mí y conquistemos a Gabaón, porque ha hecho un tratado de ayuda mutua con Josué y los israelitas».

No sabemos si Gabaón se dio cuenta de los problemas que causó el tratado con las otras ciudades, pero provocó otra alianza y una batalla inesperada para Israel. Antes, Dios los guio en la campaña para conquistar la tierra. Ahora, debido a este necio tratado, están obligados a entrar en esta batalla y ayudar a Gabaón.

¿Hay situaciones en las que tu vida se complicó porque te involucraste con gente, empresas o grupos en el mundo?

 

¿Crees que Dios sabía cómo esos acuerdos con el mundo complican la vida cuando los prohibió?

 

Entonces los cinco reyes amorreos de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón se unieron y marcharon con sus ejércitos para acampar frente a Gabaón y atacarla. Los gabaonitas, por su parte, enviaron el siguiente mensaje a Josué, que estaba en Guilgal: «No abandone usted a estos siervos suyos. ¡Venga de inmediato y sálvenos! Necesitamos su ayuda, porque todos los reyes amorreos de la región montañosa se han aliado contra nosotros».

Josué salió de Guilgal con todo su ejército, acompañados de su comando especial. Y el Señor le dijo a Josué: «No tiembles ante ellos, pues yo te los entrego; ninguno de ellos podrá resistirte».

No dice nada acerca de consultar a Dios para la estrategia, pero afortunadamente Dios le dio a Josué una promesa de victoria, aparentemente después de que Josué salió a la batalla. Dios honra el pacto que Israel hizo con Gabaón. Josué aprendió de Hai a no ir a la batalla con demasiada confianza; lleva consigo a todo el ejército y su comando especial.

¿Puedes pensar en alguien que haya solicitado la ayuda de los cristianos?

 

¿En cuáles circunstancias debemos ayudarlos?

 

Aunque no conocen a Dios, el Señor puede acompañarnos y favorecernos para prevalecer en una situación y ayudarlos.

 

Después de marchar toda la noche desde Guilgal, Josué los atacó por sorpresa. 10 A su vez, el Señor llenó de pánico a los amorreos ante la presencia del ejército israelita, y este les infligió una tremenda derrota en Gabaón. A los que huyeron los persiguieron por el camino de Bet Jorón, y acabaron con ellos por toda la vía que va a Azeca y Maquedá. 11 Mientras los amorreos huían de Israel, entre Bet Jorón y Azeca, el Señor mandó del cielo una tremenda granizada que mató a más gente de la que el ejército israelita había matado a filo de espada.

Josué utiliza una estrategia que le ha servido bien en el pasado: atacar por sorpresa. Mientras él los atacó, Dios hace su parte, y la hace de manera muy impresionante: llenó de pánico al ejército enemigo, y mandó tremenda granizada del cielo. ¡Así que Dios mató a más gente que el ejército israelita!

Cuando fluimos en el plan y el favor de Dios, Él puede actuar soberanamente para confundir a nuestros enemigos y glorificarse a sí mismo. ¿Tienes esa fe y expectativa de Dios en las batallas en tu vida ahora? ¿Has experimentado algo similar?

 

 

El sol se detiene

Ese poderoso mover de Dios llena a Josué de fe y valentía para pedir algo inusual:

12 Ese día en que el Señor entregó a los amorreos en manos de los israelitas, Josué le dijo al Señor en presencia de todo el pueblo:

«Sol, detente en Gabaón,
luna, párate sobre Ayalón».

13 El sol se detuvo
y la luna se paró,
hasta que Israel
se vengó de sus adversarios.

Esto está escrito en el libro de Jaser. Y, en efecto, el sol se detuvo en el cenit y no se movió de allí por casi un día entero. 14 Nunca antes ni después ha habido un día como aquel; fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano. ¡No cabe duda de que el Señor estaba peleando por Israel!

Mucha gente ha intentado explicar este milagro científicamente. Eso no es necesario. Es obvio que el escritor lo cree y lo atribuye al Señor. Josué se lo dijo al Señor, pero luego él dio órdenes al sol y a la luna. Él sabe que solo Dios tiene ese poder para detener el sol. El propósito fue una confirmación dramática de que Dios estaba peleando por Israel. Le dio a Israel (y a Dios) la oportunidad de terminar la batalla. Seguro que también sirvió para engrandecer a Josué a los ojos de Israel y Gabaón (quien no se menciona como participante en la batalla).

¿Crees que está bien que le ordenemos a Dios que haga algo? Mucha gente hoy actúa como si estuviera bien, pero no lo es; por lo tanto dice claramente aquí que fue algo único: Nunca antes ni después ha habido un día como aquel; fue el día en que el Señor obedeció la orden de un ser humano. Ten cuidado de citar algo como lo que hizo Josué aquí para justificar algo indebido.

Josué persigue a los cinco reyes

15 Al terminar todo, Josué regresó a Guilgal con todo el ejército israelita.

16 Los cinco reyes habían huido y se habían refugiado en una cueva en Maquedá. 17 Tan pronto como Josué supo que habían hallado a los cinco reyes en la cueva, 18 dio la siguiente orden: «Coloquen rocas a la entrada de la cueva y pongan unos guardias para que la vigilen. 19 ¡Que nadie se detenga! Persigan a los enemigos y atáquenlos por la retaguardia. No les permitan llegar a sus ciudades. ¡El Señor, Dios de ustedes, ya se los ha entregado!»

Después de algunos errores en sus primeros días al mando del ejército, es obvio que Josué camina con la fuerza y la valentía que Dios le prometió. No se detiene después de una victoria, sino que persigue a sus enemigos, proclamando su fe y confianza en que Dios ya se los entregó.

Es tentador regresar a casa y descansar después de una victoria, pero es importante perseguir una victoria completa sobre todos los aspectos de ese problema o pecado. Sobre todo, aquí, sobre los principales, los reyes. ¿Hay unos “reyes” que aún tienes que perseguir para completar la victoria?

 

Un resumen de la gloriosa victoria de la que disfrutó Israel

20 Josué y el ejército israelita exterminaron a sus enemigos; muy pocos de estos pudieron refugiarse en las ciudades amuralladas. 21 Finalmente, todos los israelitas retornaron a Maquedá sanos y salvos. ¡Nadie en la comarca se atrevía a decir nada contra Israel!

Enemigos exterminados. Ni siquiera las grandes ciudades amuralladas pudieron refugiarlos. ¡Y todos los israelitas sanos y salvos! Con razón, nadie en la región se ha atrevido a hablar en contra de ellos. Están experimentando lo que Dios les prometió, la vida victoriosa.

22 Entonces Josué mandó que destaparan la entrada de la cueva y que le trajeran los cinco reyes amorreos. 23 De inmediato sacaron a los cinco reyes de la cueva: los reyes de Jerusalén, Hebrón, Jarmut, Laquis y Eglón. 24 Cuando se los trajeron, Josué convocó a todo el ejército israelita y les ordenó a todos los comandantes que lo habían acompañado: «Acérquense y písenles el cuello a estos reyes». Los comandantes obedecieron al instante. 25 Entonces Josué les dijo: «No teman ni den un paso atrás; al contrario, sean fuertes y valientes. Esto es exactamente lo que el Señor hará con todos los que ustedes enfrenten en batalla».

Tres lecciones importantes

  1. Los comandantes obedecieron a Josué al instante. Él se ha ganado su respeto y confianza. Esa obediencia es muy importante en la guerra.

¿Tienes ese corazón para obedecer a alguien que Dios ha puesto en autoridad sobre ti?

 

Si eres un líder, ¿actúas de una manera que se gana el respeto y la obediencia de quienes están bajo tu autoridad?

 

 

  1. Josué les comunica a ellos lo que Dios le dijo: No teman, sino sean fuertes y valientes. Josué ha visto que puede confiar en la palabra y la promesa de Dios, y quiere infundir la misma fe y valentía en otros. A veces Dios nos da una palabra solo para nosotros, pero a menudo es importante impartirla a otros.

¿Hay alguna palabra o un pasaje bíblico que Dios te haya dado que pueda ser de aliento para otros que debas compartir?

 

¿Has cometido el error de compartir una palabra que era solo para ti como si fuese para todos?

 

  1. Josué ha aprendido un principio importante de cómo crecer en la fe: Actuar sobre la palabra de Dios y saber que lo que Dios hizo una vez, lo puede hacer otra vez.

Reflexionando sobre cómo Dios ha actuado en tu vida en el pasado, ¿hay algo que puedas aplicar a una batalla actual?

 

Josué sigue adelante: Seis ciudades importantes conquistadas

26 Dicho esto, Josué mató a los reyes, los colgó en cinco árboles, y allí los dejó hasta el atardecer. 27 Cuando ya el sol estaba por ponerse, Josué mandó que los descolgaran de los árboles y los arrojaran en la misma cueva donde antes se habían escondido. Entonces taparon la cueva con unas enormes rocas, que permanecen allí hasta el día de hoy.

28 Ese mismo día Josué tomó Maquedá y mató a filo de espada a su rey y a todos sus habitantes; ¡nadie quedó con vida! Y al rey de Maquedá le sucedió lo mismo que al rey de Jericó.

29 De Maquedá, Josué y todo Israel se dirigieron a Libná y la atacaron. 30 El Señor entregó en manos de Israel al rey y a sus habitantes. Josué pasó a filo de espada a todos sus habitantes; nadie quedó con vida. Y al rey de Libná le sucedió lo mismo que al rey de Jericó.

31 De Libná, Josué y todo Israel se dirigieron a Laquis. El ejército la sitió y la atacó. 32 El Señor la entregó en manos de Israel, y al segundo día la conquistaron. Todos en Laquis murieron a filo de espada, tal como había sucedido con Libná. 33 Además, Horán, rey de Guézer, que había salido a defender a Laquis, fue totalmente derrotado junto con su ejército; nadie sobrevivió a la espada de Josué.

34 De Laquis, Josué y todo Israel se dirigieron a Eglón. Sitiaron la ciudad y la atacaron. 35 En un solo día la conquistaron y destruyeron a todos a filo de espada, tal como lo habían hecho con Laquis.

36 De Eglón, Josué y todo Israel se dirigieron a Hebrón, y la atacaron. 37 El ejército israelita tomó la ciudad y la pasó a filo de espada, de modo que nadie, ni el rey ni ninguno de los habitantes de la ciudad y de sus aldeas, escapó con vida. Y tal como sucedió en Eglón, Hebrón fue destruida completamente.

38 De Hebrón, Josué y todo Israel se dirigieron a Debir y la atacaron. 39 Se apoderaron de la ciudad, de su rey y de todas sus aldeas, y mataron a filo de espada a todos sus habitantes. Nadie quedó con vida; todo fue arrasado. A Debir le sucedió lo mismo que les había sucedido a Libná, a Hebrón y a sus respectivos reyes.

Una y otra vez atacan con valentía y ven a Dios entregar una ciudad tras otra en sus manos. Avanzan confiadamente en la conquista.

Dios combate por su pueblo

40 Así Josué conquistó toda aquella región: la cordillera, el Néguev, los llanos y las laderas. Derrotó a todos sus reyes, sin dejar ningún sobreviviente. ¡Todo cuanto tenía aliento de vida fue destruido completamente! Esto lo hizo según el mandato del Señor, Dios de Israel. 41 Josué conquistó a todos, desde Cades Barnea hasta Gaza, y desde la región de Gosén hasta Gabaón. 42 A todos esos reyes y sus territorios Josué los conquistó en una sola expedición, porque el Señor, Dios de Israel, combatía por su pueblo.

43 Después Josué regresó al campamento de Guilgal junto con todo el ejército israelita.

Es un testimonio fuerte de cómo Dios pelea nuestras batallas, ¡y todo en una sola expedición! Para nosotros, la matanza de tantas personas parece extrema, pero Dios sabe que es importante purificar la tierra y liberarla de toda idolatría. Quiere proporcionar un entorno sano para su pueblo.

Después de esas victorias el ejército fatigado tiene la oportunidad de descansar.