Josué 8: Victoria en Hai

1El Señor exhortó a Josué: «¡No tengas miedo ni te acobardes!

¿En serio? ¿Cómo no tener miedo? Josué acaba de sufrir una derrota humillante, su primera. Vio la destrucción aterradora de una familia entera. Todo su pueblo está temblando de temor. Josué mismo ha pensado en abandonar la misión entera. En estas situaciones no es extraño pensar en el suicidio.

A pesar de la exhortación y mandato a Josué en el primer capítulo para ser fuerte y valiente, Dios sabe que una derrota como la de Hai puede resultar en temor y cobardía. Josué actuó tontamente, pero necesita la misericordia y gracia de Dios en este instante. Necesita una palabra fresca de su Padre. Qué bueno saber que nuestro Dios es compasivo y misericordioso. El entiende nuestra debilidad y está allí para nosotros en los momentos de angustia. No te rechaza, pero no te chinea tampoco. Su palabra para Josué viene en forma de otro mandato: No temas ni desmayes.

¿Sientes que has fracasado y ya no hay esperanza?

¿Has visto la destrucción de tu familia, tu iglesia o tu carrera?

 

¿Has contemplado quitarte la vida?

¿Tienes miedo?

¿Cómo respondes a esta palabra de Dios para ti? ¿Puedes creer que Dios es por ti y entiende lo que sucedió?

 

Dios no se ha olvidado de ti ni te ha abandonado. Puede que había unas consecuencias fuertes, pero hay un futuro y una esperanza para ti. Dios aun te dará la victoria.

La estrategia de Dios para Hai

Toma contigo a todo el ejército, y ataquen la ciudad de Hai.

Josué falló con los pocos soldados que los espías le aconsejaron enviar. Aquí no le da una estrategia espiritual como marchar alrededor de la ciudad y soñar trompetas. Ni es una oportunidad para experimentar una victoria milagrosa con unos pocos soldados. Aquí es un ataque con todo el ejército. Lo que funcionó en Jericó no funciona en Hai. No podemos usar el milagro que Dios hizo en una iglesia particular como un modelo para la victoria en todas las iglesias. Ni podemos usar lo que Dios hizo para ti ayer como una garantía que hará lo mismo hoy. A Dios le gusta mantenernos alertos, para aprovechar la guía del Espíritu Santo en nuestra vida.

Yo les daré la victoria sobre su rey y su ejército; se apropiarán de su ciudad y de todo el territorio que la rodea. Tratarás a esta ciudad y a su rey como hiciste con Jericó y con su rey. Sin embargo, podrán quedarse con el botín de guerra y todo el ganado. Prepara una emboscada en la parte posterior de la ciudad».

Dios lo asegura de la victoria. Cada victoria en tu vida es dada por Dios; es peligroso pensar que vencemos por nuestra fuerza o intelecto superior.

Y lo mismo que resultó en su ira en Jericó, ¡ahora Dios lo permite! ¡Ahora podrán quedarse con el botín y todo el ganado! Hay cosas claramente prohibidas en la Palabra. Ellas no cambian. Pero hay otras cosas que un día Dios permitiera y al otro día sean prohibidas. Puede ser una prueba. Tenemos que siempre buscar a Dios y escuchar su voz.

¿Puedes pensar en ejemplos de algo que un día Dios te prohibió y al otro día permitió?

 

¿Mantienes los oídos abiertos para siempre escuchar la voz del Espíritu? ¿La obedeces?

 

Josué se levanta en obediencia

Se levantó Josué junto con su ejército y fueron a pelear contra Hai. Josué escogió treinta mil guerreros y los envió durante la noche con estas órdenes: «Ustedes pondrán una emboscada en la parte posterior de la ciudad. No se alejen mucho de ella, y manténganse en sus posiciones. Yo me acercaré con mi tropa y, cuando los enemigos salgan a pelear contra nosotros, huiremos como la primera vez. Ellos nos perseguirán, pensando que estamos huyendo de nuevo, y así los alejaremos de la ciudad. Entonces ustedes saldrán de su escondite y se apoderarán de Hai. El Señor les dará la victoria. Cuando hayan capturado la ciudad, quémenla tal como nos lo ordenó el Señor. Estas son mis órdenes».

Dicho esto, Josué envió a los guerreros a preparar la emboscada, y ellos se apostaron entre Betel y Hai, al oeste de la ciudad mientras él, por su parte, pasaba esa noche con su ejército.

No hay evidencia de temor ni cobardía; Josué es el guerrero valiente de nuevo. Sigue exactamente lo que el Señor lo mandó hacer, pero también usa su experiencia y conocimiento para formular todo el plan de ataque. Dios no trata a nosotros como robots; a menudo nos da los puntos principales del plan y nos permite planear los detalles.

10 Muy de mañana se levantó Josué, pasó revista al ejército y, junto con los jefes de Israel, se puso en marcha hacia Hai. 11 Todos los guerreros que iban con Josué llegaron cerca de Hai y acamparon al norte de la ciudad. Solo había un valle entre ellos y la ciudad. 12 Josué envió a cinco mil guerreros a preparar la emboscada, y ellos se escondieron entre Betel y Hai, al oeste de la ciudad. 13 De esa manera, una tropa acampó al norte de la ciudad y la otra al oeste. Esa noche Josué avanzó hacia el medio del valle.

14 Cuando el rey de Hai se dio cuenta de lo que pasaba, se apresuró a salir con toda su tropa a pelear contra Israel, en la pendiente que está frente al desierto, sin saber que le habían puesto una emboscada en la parte posterior de la ciudad. 15 Josué y su tropa, fingiéndose derrotados, huyeron por el camino que lleva al desierto. 16 Mientras tanto, todos los hombres que estaban en la ciudad recibieron el llamado de perseguir a los israelitas, alejándose así de Hai. 17 No quedó ni un solo hombre en Hai o en Betel que no hubiera salido a perseguir a Israel, de modo que la ciudad de Hai quedó desprotegida.

No es siempre así, pero cuando hacemos las cosas a la manera de Dios es más probable el éxito.

18 Entonces el Señor le ordenó a Josué: «Apunta hacia Hai con la jabalina que llevas, pues en tus manos entregaré la ciudad». Y así lo hizo Josué. 19 Al ver esto, los que estaban en la emboscada salieron de inmediato de donde estaban y, entrando en la ciudad, la tomaron y la incendiaron.

20 Cuando los hombres de Hai miraron hacia atrás, vieron que subía de la ciudad una nube de humo. Entonces se dieron cuenta de que no podían huir en ninguna dirección, porque la gente de Josué que antes huía hacia el desierto ahora se lanzaba contra sus perseguidores. 21 En efecto, tan pronto como Josué y todos los israelitas vieron que los que tendieron la emboscada habían tomado la ciudad y la habían incendiado, se volvieron y atacaron a los de Hai. 22 Los de la emboscada salieron de la ciudad y persiguieron a los guerreros de Hai, y así estos quedaron atrapados por todos lados. Los israelitas atacaron a sus enemigos hasta no dejar ni fugitivos ni sobrevivientes. 23 Al rey de Hai lo capturaron vivo y se lo entregaron a Josué.

El plan del Señor y de Josué funciona perfectamente.

No dejaron ni un sobreviviente

24 Después de que los israelitas terminaron de matar a filo de espada, en el campo y el desierto, a todos los guerreros de Hai que habían salido a perseguirlos, regresaron a la ciudad y del mismo modo mataron a todos los que quedaban. 25 Ese día murieron todos los habitantes de Hai, como doce mil hombres y mujeres. 26 Josué mantuvo extendido el brazo con el que sostenía su jabalina, hasta que el ejército israelita exterminó a todos los habitantes de Hai. 27 Y tal como el Señor había mandado, el pueblo se quedó con el botín de guerra y todo el ganado. 28 Luego Josué incendió la ciudad, reduciéndola a escombros, como permanece hasta el día de hoy. 29 También mandó ahorcar en un árbol al rey de Hai, y ordenó que dejaran su cuerpo colgando hasta la tarde. Al ponerse el sol, Josué mandó que bajaran el cuerpo del rey y lo arrojaran a la entrada de la ciudad. Así mismo, pidió que se amontonaran piedras encima del cadáver. Y ese montón de piedras permanece hasta el día de hoy.

.Honrar a Dios por la victoria

30 Entonces Josué levantó, en el monte Ebal, un altar al Señor, Dios de Israel, 31 tal como Moisés, siervo del Señor, había ordenado a los israelitas. Lo levantó de acuerdo con lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés: un altar de piedras sin labrar, es decir, que no habían sido trabajadas con ninguna herramienta. En él ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión al Señor.

Después de la derrota, podría ser tentador para Josué exaltarse como el gran guerrero que venció a Hai, pero él da toda la honra a Dios. Es importante después de la victoria no vanagloriarse ni olvidarse del Señor. Estos son los primeros sacrificios en la Tierra Prometida. El altar y sus holocaustos mantienen el enfoque firmemente en Dios, quien los dio la victoria. La victoria es de Dios, pero como sucede muchas veces, nosotros tenemos que guerrear y hacer el trabajo. Decir que Dios nos da la victoria no significa, en muchos casos, que nos sentemos y no hagamos nada.

El monte Ebal está a unos 32 km (20 millas) de Hai. Todos tenían que viajar al monte y acampar allí.

La palabra escrita y proclamada

32 Allí, en presencia de los israelitas, Josué escribió en tablas de piedra una copia de la ley que Moisés había escrito. 33 Todos los israelitas, con sus jefes, oficiales y jueces, estaban de pie a ambos lados del arca del pacto, frente a los sacerdotes levitas que la cargaban en hombros. Tanto los israelitas como los inmigrantes tomaron sus posiciones, la mitad de ellos hacia el monte Guerizín y la otra mitad hacia el monte Ebal, tal como Moisés, siervo del Señor, había mandado cuando bendijo por primera vez al pueblo de Israel.

34 Luego Josué leyó todas las palabras de la ley, tanto las bendiciones como las maldiciones, según lo que estaba escrito en el libro de la ley. 35 De esta lectura que hizo Josué ante toda la asamblea de los israelitas, incluyendo a las mujeres, a los niños y a los inmigrantes, no se omitió ninguna palabra de lo ordenado por Moisés.

Esto es muy importante e impresionante. En el espacio de pocos días Josué circuncidó a los varones, celebraron la Pascua, derrotaron a Jericó, fueron derrotados en Hai, vieron el juicio de Dios y su fe fue restaurada en la victoria de Hai. Ahora, en el monte Ebal, tal vez parecida a su experiencia en Sinaí, ofrecen holocaustos y se acercan al Señor.

Por primera vez leemos de la ley escrita por mano de Josué, quien estaba presente con Moisés cuando el recibió la mayoría de ella. Escuchar la Palabra del Señor era algo muy solemne, y tenían que mantener un orden. Todos estaban presentes, y Josué leyó toda la ley, no omitiendo ni una palabra. Son los libros de la ley que tenemos en nuestras Biblias hoy. Josué no era solo un guerrero, sino también un líder espiritual.