Josué 9: No consultaron al Señor

Altibajos. Todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos y no repetirlos. Josué aún está al principio de su liderazgo. Tenía un buen aprendizaje y promesas hermosas de éxito. Vemos un oído atento a la dirección del Señor en los primeros capítulos de este libro. Incluso obedeció un mandato impopular de circuncidar a todos los varones. Pero después de la victoria milagrosa en Jericó, Josué descuidó esa conexión esencial con su Dios, y muchos murieron en Hai. El pueblo se llenó del temor y el desánimo. Dios lo rescató y Josué se recuperó con otra victoria. Acaba de leer toda la ley a la nación, quien reafirmó el pacto, pero luego otra vez descuidó esa relación íntima con el comandante de su ejército.

Cómo actúa el enemigo: engaño, mentiras y astucia

1Había reyes que vivían en el lado occidental del Jordán, en la montaña, en la llanura y a lo largo de la costa del Mediterráneo, hasta el Líbano: hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos. Cuando estos monarcas se enteraron de lo sucedido, se aliaron bajo un solo mando para hacer frente a Josué y a los israelitas.

Esta fue la estrategia de la mayoría de sus enemigos. Dios cumplió con la promesa de Éxodo 23:27: En toda nación donde pongas el pie haré que tus enemigos te tengan miedo, se turben y huyan de ti. Ellos no piensan en las debilidades del líder de Israel. Toman una decisión sabia de aliarse para enfrentar a los israelitas como un solo hombre. El diablo sabe que hay fuerza en la unidad, y, lamentablemente, a menudo las fuerzas de maligno demuestran más unidad que el pueblo de Dios. También hay fuerza en los números; tienen la experiencia y la pericia de muchos reyes, y un ejército mucho más grande que Israel.

La noticia de esta alianza no es alentadora para Josué y el pueblo de Israel. Dios ya les ha advertido de las batallas necesarias para conquistar la tierra, y les ha prometido la victoria si siguen a Dios. Nosotros también sabemos que tenemos un enemigo dedicado a hurtar, matar y destruir. Tenemos promesas de victoria. Pero cuando recibimos malas noticias, la tendencia es desmayar y temerse.

¿Sientes a veces que hay enemigos aliados contra ti o tu iglesia?    ¿Cuáles son?

 

¿Cómo respondes a esa amenaza?

 

No sabemos por qué los gabaonitas no se unieron con los otros reyes. Gabaón era una ciudad a unos 10 kilómetros (6 millas) al noroeste de Jerusalén. Tenía un buen suministro de agua; Jeremías (41:12) habla de un “gran estanque que está en Gabaón.” La ciudad era el líder de una liga de otras ciudades cercanas, y la ciudad principal de los heveos. Quizás ya sabían del fracaso de Josué en Hai y creen que pueden engañarlo.

El plan de los gabaonitas

Los gabaonitas, al darse cuenta de cómo Josué había tratado a las ciudades de Jericó y de Hai, maquinaron un plan. Enviaron unos mensajeros, cuyos asnos llevaban costales viejos y odres para el vino, rotos y remendados. Iban vestidos con ropa vieja y tenían sandalias gastadas y remendadas. El pan que llevaban para comer estaba duro y hecho migas. Fueron al campamento de Guilgal, donde estaba Josué, y les dijeron a él y a los israelitas: —Venimos de un país muy lejano. Queremos hacer un tratado con ustedes.

Son muy astutos; lo preparan todo muy bien y van directo al campamento de Israel.

No confíes en las apariencias. Hay que ser tan astuto como el enemigo. Cuidado cuando todo parece bien preparado y hablan con mucha confianza. También ten cuidado con los halagos; su deseo de hacer un tratado puede resultar atractivo para nuestro orgullo.

Los gabaonitas también alejaron a sus vecinos; en lugar de guerrear con ellos contra Israel, se rindieron a ellos. Si Israel no acepta su solicitud, corre el riesgo de ser castigado por Israel y los otros reyes de Canaán. Preferirían confiar en este Dios y su pueblo que en las fuerzas armadas que eran tan impotentes contra Israel en Jericó y Hai.

Tratados prohibidos por la ley

La ley claramente prohibió los pactos o tratados con las naciones de la Tierra Prometida:

No hagas ningún pacto con ellos ni con sus dioses. Si los dejas vivir en tu tierra, te pondrán una trampa para que adores a sus dioses, y acabarás pecando contra mí (Éxodo 23:32-33).

Y Éxodo, el capítulo 34:

12 Ten mucho cuidado de no hacer ningún pacto con los habitantes de la tierra que vas a ocupar, pues de lo contrario serán para ti una trampa. 13 Derriba sus altares, y haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la diosa Aserá. 14 No adores a otros dioses, porque el Señor es muy celoso. Su nombre es Dios celoso. 15 »No hagas ningún pacto con los habitantes de esta tierra, porque se prostituyen por ir tras sus dioses y, cuando les ofrezcan sacrificios a esos dioses, te invitarán a participar de ellos. 16 Y si casas a tu hijo con una de sus mujeres, cuando ella se prostituya por ir tras sus dioses, inducirá a tu hijo a hacer lo mismo.

Israel responde a su invitación

El peligro de algún pacto o tratado con estas naciones es tan obvio que cualquier mención de un pacto debería causar alarma y hacer que busquen una palabra muy clara de Dios.

Los israelitas replicaron: —Tal vez ustedes son de por acá y, en ese caso, no podemos hacer ningún tratado con ustedes.

Tal vez, antes de hablar con Josué, se acercaron al pueblo. Los israelitas saben que está prohibido hacer un pacto. Sospechan y no aceptan de inmediato su engaño:

Ellos le dijeron a Josué: —Nosotros estamos dispuestos a servirles.

Así que parece que fueron a Josué y se ofrecen como sirvientes. Con Josué, no mencionan un pacto.

Y Josué les preguntó: —¿Quiénes son ustedes y de dónde vienen?

Siempre es peligroso dialogar con el enemigo. Josué les abrió la puerta en lugar de rechazar su oferta de servicio.

Ellos respondieron: —Nosotros somos sus siervos, y hemos venido de un país muy distante, hasta donde ha llegado la fama del Señor su Dios. Nos hemos enterado de todo lo que él hizo en Egipto 10 y de lo que les hizo a los dos reyes amorreos al este del Jordán: Sijón, rey de Hesbón, y Og, rey de Basán, el que residía en Astarot. 11 Por eso los habitantes de nuestro país, junto con nuestros dirigentes, nos pidieron que nos preparáramos para el largo viaje y que les diéramos a ustedes el siguiente mensaje: “Deseamos ser siervos de ustedes; hagamos un tratado”. 12 Cuando salimos para acá, nuestro pan estaba fresco y caliente, pero ahora, ¡mírenlo! Está duro y hecho migas. 13 Estos odres estaban nuevecitos y repletos de vino, y ahora, tal como pueden ver, están todos rotos. Y nuestra ropa y sandalias están gastadas por el largo viaje.

En respuesta a Josué:

“¿Quiénes son?” Sus siervos.

“¿De dónde vienen?” Un país muy distante.

No ofrecen detalles, lo que debería generar sospechas y más preguntas. Hablan de la fama de su Dios. ¡Quizás se convertirán a creer en Él! Su explicación debería hacer dudar a Josué, pero él no dice nada.

No consultaron al Señor

14 Los hombres de Israel participaron de las provisiones de los gabaonitas, pero no consultaron al Señor. 

A menudo estamos demasiado dispuestos a participar de las provisiones del mundo. Dice que todo estaba desgastado, por lo que no está claro qué compartieron con los israelitas. Posiblemente trajeron oro u otra cosa de valor. Esas provisiones y palabras fueron suficientes para convencer a los hombres de Israel. Ni ellos ni su líder consultaron a Dios.

¿Cuáles errores has cometido por que no consultaste a Dios? ¿Sigues experimentando las consecuencias de ese fracaso?

 

Toma la decisión de consultar siempre a Dios y esperar una confirmación clara de Él antes de actuar.

15 Entonces Josué hizo con ellos un tratado de ayuda mutua y se comprometió a perdonarles la vida. Y los jefes israelitas ratificaron el tratado.

Dios proporciona ancianos y otros líderes para protegernos como pastores. A menudo, un jefe no tiene la confianza para cuestionar a un Josué, y muchos “Josué” no quieren que nadie los cuestione. Lástima que todos los jefes ratificaron el tratado.

Se entierran del engaño

16 Tres días después de haber concluido el tratado con los gabaonitas, los israelitas se enteraron de que eran sus vecinos y vivían en las cercanías. 17 Por eso se pusieron en marcha, y al tercer día llegaron a sus ciudades: Gabaón, Cafira, Berot y Quiriat Yearín. 18 Pero los israelitas no los atacaron porque los jefes de la comunidad les habían jurado en nombre del Señor, Dios de Israel, perdonarles la vida. Y aunque toda la comunidad se quejó contra sus jefes, 19 estos contestaron: —Hemos hecho un juramento en nombre del Señor, y no podemos hacerles ningún daño. 20 Esto es lo que haremos con ellos: les perdonaremos la vida, para que no caiga sobre nosotros el castigo divino por quebrantar el juramento que hicimos.

Cometer estos estos errores es una buena manera de alienar a la familia, la iglesia o tus subordinados, y provocar sus quejas. Los jefes (y Josué) están entre la espada y la pared: el pueblo israelita no está contento, pero ellos juraron en el nombre del Señor. Es admirable que no quebraron con su palabra, pero nos enseña que los votos o juramentos son peligrosos. Hay varios ejemplos bíblicos de eso (Jueces 11:30, 1 Samuel 14:24). Ellos temen el castigo de Dios más que el enojo de la gente. Dios honra esos juramentos y castiga romperlos. Años más tarde, el rey Saúl quebrantó este juramento y Dios castigó a Israel con una hambruna (2 Samuel 21:1-9).

Un pecado a menudo conduce a otro. Cometemos un delito, mentimos para cubrirnos y luego matamos (figurativamente, si no literalmente) a la persona que puede revelar nuestro pecado.

¿Cumples con tu palabra a pesar de las consecuencias?

 

¿Te encuentras ahora en una situación complicada como resultado de una decisión equivocada? ¿Cómo puedes actuar en una manera que honre al Señor? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias?

Al principio, esta solución con Gabaón puede parecer más fácil que las próximas batallas con la alianza de reyes poderosos. Nadie murió, e Israel adquirió sirvientes. Estaban sometiendo a los gabaonitas a una esclavitud parecida a la que habían dejado en Egipto. Es tentador hacer pactos y acuerdos con el mundo y las fuerzas del maligno. Parece más fácil que luchar para eliminar a ese enemigo de nuestra vida. Aceptamos el engaño y la mentira del enemigo que no es tan malvado. El diablo dice que es demasiado radical y extremo crucificar la carne y sus deseos. Así que, tal como Dios lo advirtió a Israel, dejamos a los “gabaonitas” en nuestras vidas y sirven siempre como trampas y piedras de tropiezo.

21 Luego añadieron: —Se les permitirá vivir, pero a cambio de ser los leñadores y aguateros de la comunidad.

De ese modo, los jefes de la comunidad cumplieron su promesa.

Ya el daño está hecho: Estos engañadores estarán siempre en medio del pueblo santo de Dios como sus sirvientes. Después de fracasar, nosotros a menudo hacemos algo para aliviar el daño, pero casi siempre nos queda algo inconveniente.

¿Hay pactos que tú hayas hecho con el enemigo?       ¿Hay “gabaonitas” en tu vida?

 

¿Qué puedes hacer al respecto?

 

22 Entonces Josué llamó a los gabaonitas y les reclamó: —¿Por qué nos engañaron con el cuento de que eran de tierras lejanas, cuando en verdad son nuestros vecinos? 23 A partir de ahora, esta será su maldición: serán por siempre sirvientes del templo de mi Dios, responsables de cortar la leña y de acarrear el agua.

Aún peor, ¡Josué los coloca en el templo de Dios! Otra vez, sin consultar a Dios. Josué los reclamó; lo que nosotros hacemos a menudo cuando somos culpables. La verdad es que Josué es el responsable. De una manera, tenemos que respetar los esfuerzos de los gabaonitas por preservar sus vidas.

24 Los gabaonitas contestaron: —Nosotros, servidores suyos, fuimos bien informados de que el Señor su Dios ordenó a su siervo Moisés que les diera toda esta tierra y que destruyera a todos sus habitantes. Temimos tanto por nuestra vida que decidimos hacer lo que ya saben. 25 Estamos a merced de ustedes. Hagan con nosotros lo que les parezca justo y bueno.

A veces, el enemigo conoce la Palabra de Dios mejor que nosotros.

26 Así salvó Josué a los gabaonitas de morir a manos del pueblo de Israel. 27 Ese mismo día Josué los hizo leñadores y aguateros de la asamblea israelita, especialmente del altar del Señor que está en el lugar que él mismo eligió. Y así han permanecido hasta el día de hoy.

Ahora nos enteramos de que el pueblo estaba enojado y listo para matarlos. Eso es lo que deben hacer, excepto que ya hicieron un pacto con ellos y juraron en el nombre de Dios. Josué tiene que defenderlos y salvar sus vidas. Cuando Solomon fue coronado rey, el tabernáculo y el altar estaban en Gabaón (2 Crónicas 1:3, 5).

Engañar y mentir es demasiado común hoy en día. Muchos están muy dispuestos a traicionar a otros, mentir y romper su palabra para perseverar su reputación, su trabajo, su ministerio o su matrimonio. El pacto hecho en el matrimonio se rompe fácilmente. Dios nos llama a la integridad total.

¿Qué papel tienen el engaño y la mentira en tu vida?

 

¿Cuáles pactos has hecho?   ¿Eres fiel a esos pactos?

 

Tal como Rajab, lo que empezó con el motivo de salvar vidas y clamar a Dios y su pueblo por misericordia resulta en su salvación e incorporación al pueblo de Israel.