1Cuando Jabín, rey de Jazor, se enteró de todo lo ocurrido, convocó a Jobab, rey de Madón, y a los reyes de Simrón y de Acsaf. 2 También llamó a los reyes de la región montañosa del norte; a los de la región al sur del lago Quinéret; a los de los valles, y a los de Nafot Dor, al occidente. 3 Llamó además a los cananeos de oriente y occidente, a los amorreos, a los hititas, a los ferezeos, a los jebuseos de las montañas y a los heveos que viven en las laderas del monte Hermón en Mizpa.
Ahora las cosas se están poniendo serias. Empezó con una ciudad, cuando Dios milagrosamente derribó las murallas de Jericó. Hubo derrota y luego triunfo en Hai, un tratado imprudente con Gabaón y victoria sobre una alianza de cinco reyes, con el sol milagrosamente detenido. Parece ser un mover poderoso de Dios a favor de Josué y el pueblo de Israel. Pero esa última expedición fue tan frenética que fácilmente puedes sentir que las cosas están fuera de control. ¿Por qué digo eso?
Los primeros capítulos registran una preparación muy cuidadosa para la conquista, con instrucciones explícitas para la derrota de Jericó. Pero luego no se menciona a Josué buscando a Dios o al Señor guiándolos a la próxima batalla. No es un proceso ordenado, con espías revisando la situación y Josué preparando un plan de batalla en comunión con el Señor. No, Israel está cada vez más envuelto en una guerra que ha crecido hasta incluir a casi todos los habitantes de la tierra.
¿Hay momentos en tu vida en los que las cosas suceden tan rápido que te sientes fuera de control?
En tu experiencia, ¿es evidente más tarde que Dios tenía el control? O, como vimos con Gabaón, ¿has cometido errores porque no esperaste la palabra del Señor?
Ejércitos tan numerosos como la arena
Ni siguiera menciona el número de reyes aquí, pero el siguiente verso nos da una idea de su inmensidad:
4 Todos ellos salieron con sus ejércitos, caballos y carros de guerra. Eran tan numerosos que parecían arena a la orilla del mar. 5 Formaron un solo ejército y acamparon junto a las aguas de Merón para pelear contra Israel.
Cuando la Biblia dice que un ejército o un pueblo es como la arena a la orilla del mar, es realmente intimidante. A menudo, la gente del mundo entiende la importancia de la unidad mejor que la iglesia. Un solo rey contra Israel no tiene esperanzas, pero aquí todos forman un solo ejército. No dice si Josué sabía lo que estaban preparando, pero Dios sí. Aunque puede estar fuera del control de Josué, él siempre está andando en las promesas de victoria, y con cada victoria se vuelve aún más valiente y fortalecido.
¿Te sientes fuera de control en lo que sucede en tu vida ahora?
Es alentador recordar que eres un hijo de Dios, la niña de sus ojos, y estás bajo sus alas. Él es soberano, y es por ti. No es excusa para no buscar a Dios o esperar su guía, pero cuando la situación está fuera de tu control, Dios siempre tiene el control.
¿Hay alguna situación en tu ministerio en la que Dios haya hecho maravillas, pero ahora te enfrentas a una alianza de las fuerzas del maligno?
¿Has recibido alguna promesa de victoria?
¿Tienes paz y confianza en que debes avanzar en la batalla, o hay otra alternativa?
La palabra de Dios para la batalla
6 Entonces el Señor le dijo a Josué: «No les tengas miedo, porque mañana, a esta hora, yo le entregaré muerto a Israel todo ese ejército. Ustedes, por su parte, deberán desjarretar sus caballos e incendiar sus carros de guerra».
Incluso después de años de servir al Señor y experimentar su poder, cuando ves un adversario tan grande o un problema tan serio, es normal sentir miedo. Esos reyes aliados tenían temor, pero si el miedo se apodera de Josué, Israel ya ha perdido la batalla. Dios no se demora; al día siguiente verán un gran mover de Dios. Si se sienten tentados a apropiarse de los caballos y carros de guerra para ser como las otras naciones, Dios claramente dice que no; no quiere nada que le robe la gloria de la victoria.
Josué cumple con todo lo que el Señor le ordenó
7 Así que Josué partió acompañado de sus guerreros y tomó por sorpresa a sus enemigos junto a las aguas de Merón. 8 El Señor los entregó en manos de los israelitas, quienes los atacaron y persiguieron hasta la gran ciudad de Sidón, y hasta Misrefot Mayin y el valle de Mizpa al este, y no quedaron sobrevivientes. 9 Josué cumplió con todo lo que el Señor le había ordenado: desjarretó los caballos del enemigo e incendió sus carros de guerra.
Josué ha aprendido muy bien el valor de la sorpresa en la batalla, pero también la importancia de la obediencia absoluta. Cumplió con todo lo que el Señor le había ordenado.
¿Eres igualmente diligente en tu obediencia a la palabra de Dios?
¿Enfrentas una batalla en tu vida ahora? ¿Tienes fe en que Dios puede entregar a ese enemigo en tus manos? ¿Estás dispuesto a perseguirlo hasta destruirlo?
Cuidado con los caballos y carros de guerra; las cosas que el mundo usa para pelear sus batallas. Cumple cuidadosamente todo lo que el Señor te ha dicho.
Una ola de victoria
10 Al regreso Josué conquistó Jazor y mató a filo de espada a su rey, pues Jazor había sido cabecera de todos aquellos reinados. 11 Los israelitas mataron a espada a todo cuanto tenía vida. Arrasaron la ciudad y le prendieron fuego. 12 Josué conquistó todas las ciudades de aquellos reinos junto con sus reyes; a estos mató a filo de espada, destruyéndolos por completo. Así obedeció Josué todo lo que Moisés, siervo del Señor, le había mandado.
Josué aprendió bien de su mentor. Moisés inculcó la estrategia de Dios en su ayudante. Es como una ola imparable que conquista la tierra entera.
¿Te ha dado Dios un “Josué” para que te instruya sobre cómo vencer en esta vida?
¿Hay algo que tu papá, un pastor o alguien más te haya enseñado? ¿Has sido fiel a su palabra?
¿Hay algo en lo que el Señor está llamando tu atención ahora que debes cambiar?
Cumplir al pie de la letra
13 Las ciudades que estaban sobre los cerros fueron las únicas que los israelitas no quemaron, excepto Jazor. 14 Tomaron como botín de guerra todas las pertenencias del enemigo y su ganado, y mataron a todos los hombres a filo de espada, de modo que ninguno quedó con vida. 15 Así como el Señor había ordenado a su siervo Moisés, también Moisés se lo ordenó a Josué. Y este, por su parte, cumplió al pie de la letra todo lo que el Señor le había ordenado a Moisés.
Josué recibió instrucciones directamente de Dios, pero hay mucho que Dios había ordenado que él recibió de Moisés. Por su gracia, hay ocasiones en las que recibimos una palabra fresca de Dios. Pero tenemos mucha revelación escrita, dada a Moisés, los profetas y los apóstoles. Esa palabra también es para nosotros, y tenemos que cumplirla al pie de la letra si queremos vencer al enemigo.
Aquí aparece por primera vez lo que puede ser un inconveniente: No quemaron las ciudades que estaban sobre los cerros. ¿Por qué? ¿No se les ordenó quemar todo? A pesar de eso, dice que cumplieron todo. Veremos más adelante si será problemático.
Todos los reyes ejecutados
16 Josué logró conquistar toda aquella tierra: la región montañosa, todo el Néguev, toda la región de Gosén, el valle, el Arabá, la región montañosa de Israel y su valle. 17 También se apoderó de todos los territorios, desde la montaña de Jalac que se eleva hacia Seír, hasta Baal Gad en el valle del Líbano, a las faldas del monte Hermón. Josué capturó a todos los reyes de esa región y los ejecutó, 18 después de combatir con ellos por largo tiempo.
Puede parecer que la conquista se logró rápidamente, pero dice aquí que combatieron por largo tiempo. Es aún más impresionante, dada nuestra tendencia a cansarnos y dejar algunos enemigos en nuestras vidas. Cinco veces la palabra “todo” aparece en estos versículos. Dios no quiere una victoria parcial para nosotros; tenemos que seguir batallando hasta conquistar toda la tierra que Dios nos ha dado.
19 Ninguna ciudad hizo tratado de ayuda mutua con los israelitas, excepto los heveos de Gabaón. A todas esas ciudades Josué las derrotó en el campo de batalla, 20 porque el Señor endureció el corazón de los enemigos para que entablaran guerra con Israel. Así serían exterminados sin compasión alguna, según el mandato que el Señor le había dado a Moisés.
¿Dónde está la compasión de Dios? Eran gente pagana y violenta, y estaban en una tierra prometida al pueblo de Dios. Josué no buscó la guerra con ellos; ellos entablaron guerra con Israel. Incluso allí, el Señor estaba obrando, endureciendo sus corazones. Hoy también Dios puede ablandar o endurecer el corazón de alguien para cumplir sus propósitos. Él es Dios, es soberano, y tiene todo el derecho a hacerlo, para cumplir sus propósitos.
21 En aquel tiempo Josué destruyó a los anaquitas del monte Hebrón, de Debir, de Anab y de la región montañosa de Judá e Israel. Habitantes y ciudades fueron arrasados por Josué. 22 Ningún anaquita quedó con vida en la tierra que ocupó el pueblo de Israel. Su presencia se redujo solo a Gaza, Gat y Asdod.
Puede parecer que fue Josué solo quien conquistó a todas estas naciones, pero sabemos que lo hizo con todo su ejército. Fue un gran comandante que se ganó el respeto de esos hombres. No se mencionan quejas ni rebeliones entre ellos. Dios generalmente obra por medio de un hombre. Dijo que quería enaltecer a Josué, y lo hizo. Sirve a los propósitos de Dios tener un hombre obediente que escuche su voz y cumpla con toda su palabra.
¿Crees que Dios aún trabaja de esa manera?
¿Puedes pensar en algunos ejemplos como Josué que hayas observado en la iglesia? ¿Qué es diferente hoy?
Por fin, descanso
23 Así logró Josué conquistar toda aquella tierra, conforme a la orden que el Señor le había dado a Moisés, y se la entregó como herencia al pueblo de Israel, según la distribución tribal. Por fin, aquella región descansó de las guerras.
Este es un versículo resumido. Josué logró lo que se le ordenó que hiciera; cumplió todo. Después de largo tiempo batallando, por fin hubo un descanso. Durante todo ese largo tiempo, los hombres de las tribus del lado este del río Jordán estaban lejos de sus familias, ayudando a sus hermanos.