Vivir en la luz: 1 Juan 1:3-2:21

¿Cuál es el propósito de Juan al escribir esta carta?

Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. 

Vamos a ver varios propósitos, pero el primero es que tengamos comunión (griego: koinonia) con “nosotros;” con Juan y probablemente los demás apóstoles. Pero la comunión más importante es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Juan afirma la asombrosa posibilidad de que, al recibir y poner en práctica el contenido de esta carta, es posible para ti tener esa misma comunión con el Padre y su Hijo. ¿Puedes decir que ya la tienes? ¿La quieres?

Les escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa.

¿Cuál es el segundo propósito de la carta?

Para que sea completa la alegría. Puede ser nuestra alegría, al escuchar y poner en práctica estas verdades, o puede ser la alegría de Juan y sus compañeros, sabiendo que han sido testigos fieles. La NTV lo resuelve así: Escribimos estas cosas para que ustedes puedan participar plenamente de nuestra alegría.

¿Dirías que tu alegría es completa? ¿Cómo sería tener alegría completa? Estudia la carta cuidadosamente para ver cómo puedes aumentar tu alegría.

5 Este es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. 

¿Cuál es la responsabilidad de Juan?

Cuatro veces en estos primeros versículos Juan repite “les anunciamos” lo que han experimentado. Son testigos; ellos “dan testimonio” de la Vida. Fue la Gran Comisión de Jesús; alguien tan privilegiado de saber personalmente cómo transformar la vida tiene la responsabilidad de anunciarlo al mundo.

¿Anuncias las Buenas Nuevas a tu familia y amigos?

¿Cuál es el primer punto del mensaje que Juan anuncia en esta carta?

Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Empezamos con: ¿Quién es Dios? Vamos a ver un énfasis en la carta sobre la santidad y la necesidad de apartarse del pecado. Juan quiere que la luz de Dios brille en nuestros corazones para revelar toda iniquidad y dejar claro que no es posible tener comunión con Dios ni con otros si hay oscuridad en nosotros. Es el conflicto entre el Reino de la Luz y el reino de las tinieblas. Fue la oscuridad en nuestros corazones lo que hizo necesario que Jesús muriera como sacrificio por nuestros pecados.

Anunciar el evangelio le permite a Juan brillar esa luz, y a través del amor y el buen testimonio ser un ejemplo de la luz en este mundo oscuro. ¿Cómo está tu luz? ¿Tu testimonio y ejemplo?

Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. 

¿Cómo puede un cristiano traicionar la luz y ser engañado?

El ejemplo es más importante que la palabra de nuestra boca. Es obvio que Juan está hablando aquí de alguien que se llama a sí mismo “cristiano.” Esta persona dice que tiene comunión con Dios. Puede ir a la iglesia, leer la Biblia e incluso orar. Pero si vive en la oscuridad, es imposible tener comunión con un Dios que es luz. Es una total contradicción.

Un tema importante en esta carta es la verdad. Esta es la primera de cinco veces que Juan propone la posibilidad de “cristianos” mentirosos. El diablo es un engañador, el padre de la mentira. Más que nunca, hoy es importante saber la verdad. ¡Hay muchas voces en internet! A menudo es difícil discernir entre la verdad y la mentira.

Pero, si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.

¿Cuáles son algunos de los resultados de vivir en la luz?

  1. Tenemos comunión con otros creyentes, y con Dios. El pecado nos separa de Dios y de otros. La persona de vida transparente, que vive en la luz, tiene comunión con otros que están en la luz. Obviamente, no tiene comunión con el diablo, ni con los que viven en tinieblas. Si hay un problema con tu comunión con Dios o con otros, examina tu corazón a ver si hay pecado. O puede ser que la otra persona no viva en la luz, y por lo tanto rompa la comunión contigo.
  2. La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado. ¡Aleluya! ¡Hay perdón de pecado! ¡No hay ningún pecado que la sangre de Jesús no sea suficiente para limpiar! Pero la persona que esconde su pecado, lo niega y vive en las tinieblas, no recibe esa limpieza.

La palabra para “pecado” aparece 27 veces en el griego original. Juan denuncia el pecado mientras postula aquí (la primera de varias veces) que tenemos que seguir el ejemplo de nuestro Señor, andar como él anduvo y vivir en la luz como él está en la luz.

Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. 

¿”Vivir en la luz” significa que ya no pecamos?

No, significa que no estamos ocultando nada. Somos honestos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Permitimos que la luz del Espíritu Santo revele el pecado en nuestros corazones. Juan ya dijo en el verso 7 que la sangre de Jesús limpia el pecado, incluso de la persona que vive en la luz.

Pablo escribió en Romanos 3:23 (NTV):

Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.

El mismo Pablo, el gran apóstol, dijo:

“La siguiente declaración es digna de confianza, y todos deberían aceptarla: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores», de los cuales yo soy el peor de todos (1 Timoteo 1:15, NTV).

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. 

¿Cuál es la clave para recibir el perdón de Dios?

No es ser perfecto, sino honesto. Cuando confesamos sinceramente nuestro pecado, entonces Dios puede perdonarlo. Si negamos que hemos pecado, no hay nada que perdonar.

¿Puedo tener la certeza de que soy perdonado?

Sí, se basa en el carácter de Dios: Él es fiel y justo. Él honra la sinceridad y quiere limpiarnos y liberarnos del pecado. Tenemos una promesa muy clara aquí a la que tú puedes aferrarte para darte esa certeza: Dios te perdonará y te limpiará de toda maldad. No solo para perdonar el pecado, sino para limpiarte de toda maldad.

10 Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.

¿Por qué Juan repite lo que acaba de decir?

Es un fundamento de la vida transformada: Vivir en la luz, en la verdad. Si no vemos nuestra necesidad de un Salvador, si no creemos que tenemos pecado, Dios no puede librarnos del pecado. Negamos todo el propósito de la vida de Jesús y su sacrificio en la cruz. Peor aún, ahora Juan dice que hace a Dios mentiroso, ya que él dice claramente que todos pecamos. El capítulo 15 de Juan habla de la importancia de permanecer en Cristo y que su palabra permanezca en nosotros. La persona que niega su pecado tiende a ignorar la Biblia y no meditar mucho en su mensaje. La Biblia sirve como una luz que Dios utiliza para revelar nuestros corazones.

1 Juan capítulo 2

1Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen.

¿Por qué los llama hijos?

Es un término de cariño y ternura, que el mismo Jesús usó para sus discípulos (Juan 13:33). Hay hijos espirituales también, quienes recibieron a Cristo y son discipulados por un “padre” en la fe, como Pablo y Timoteo (1 Timoteo 1:2).

¿Cuál es el tercer propósito de la carta?

Que no pecamos.

Eso es difícil. Si peco, ¿he perdido mi salvación?

Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. 

Dios sabe que pecamos. Acabamos de decir que la persona que dice que no peca es mentirosa y engañada. Hemos visto que la clave es la honestidad: confesar con un arrepentimiento genuino que hemos pecado y pedir el perdón. Vivir en la luz.

No solo en esta cuestión del perdón, sino en toda la vida Dios nos ha dado una provisión maravillosa: Un intercesor, un abogado, un sumo sacerdote que está siempre ante su Padre intercediendo por ti. La palabra “intercesor” en el griego es “abogado” o “defensor.” Él es justo, y como el Hijo de Dios, el Padre siempre responde a su intercesión. Este abogado siempre gana su caso.

Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.

¿Hay algún límite para este perdón? A menudo pienso que he cometido el mismo pecado demasiadas veces, y que Dios ya no puede perdonarme.

No, no hay  un límite para este milagro del perdón de Dios. En lugar de muchos sacrificios de becerros y corderos, Jesús fue el sacrificio que pagó el precio de todos los pecados del mundo por toda la historia. Pero no es automático. Hay condiciones para ese perdón (entre ellas, tenemos que confesarlo, tener fe en Jesús y nacer de nuevo), pero su sacrificio es eterno y universal. Cubre todo pecado, no sólo de unos pocos escogidos, sino de todos los que reciban a Jesús.

La palabra griega que la NVI traduce como “sacrificio” es “propiciación.” No es una palabra común, pero es muy rica. El Diccionario Real Academia Española la define como:

Sacrificio que se ofrecía en la ley antigua para    aplacar la justicia e ira divina y tener a Dios propicio.

El Diccionario Bíblico Sencillo:

Aquel aspecto de la muerte de Cristo en el que vindicó el carácter santo y recto de Dios, y en virtud del cual Él puede ser propicio, o misericordioso, a todo el mundo.