El mundo 1 Juan 2:15-17

Esa lucha (y victoria) contra el maligno lleva a Juan a hablar más sobre el mundo y los enemigos que batallamos.

¿Cómo nos relacionamos al mundo?

15 No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. 

Ese mandato es muy inclusivo. Dice que un amor al mundo significa que no tenemos el amor del Padre. Son mutuamente excluyentes: O amas al mundo o amas a Dios. Pero no pueden ser ambos.

¿Significa que estoy en pecado o incluso inconverso si amo mi casa, o algún lugar natural o algún restaurante?

Juan quiere dejar claro que no es algo nebuloso; no amar al mundo significa que no amamos nada en él. Podemos pensar en lo que dijo Jesús:

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lucas 14:26).

Por supuesto, no es pecado amar a tu mamá. Es una cuestión de qué ocupa tu corazón.

Entonces, ¿por qué dice Juan 3:16 “De tal manera amó Dios al mundo…”?

Es cierto que Dios creó el mundo, y lo ama lo suficiente para enviar a Jesús a morir por nosotros. Cuando la Biblia habla del “mundo” se refiere al sistema mundial que está bajo el control del maligno. La triste realidad es que muchos cristianos aman las cosas del mundo, y se dedican a conseguir muchas de ellas. El uso de su tiempo los traiciona; pasan mucho más tiempo involucrados en las cosas del mundo que en las cosas de Dios.

¿Cuáles son algunas de las cosas del mundo a las que Juan se refiere?

16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. 

Juan repite que nada de lo que hay en el mundo es de Dios. Luego menciona tres cosas específicamente que no provienen de Dios, sino del maligno, quien quiere dominar en la tierra:

  1. Los malos deseos de la carne (NBLA: la pasión de la carne; NTV: intenso deseo por el placer físico). Nuestros apetitos sensuales. Automáticamente pensamos en el sexo, pero puede ser comida, poder u otro placer. No significa que el sexo en el contexto del diseño de Dios es malo, pero deseos desordenados son característicos del hombre caído.
  2. La codicia de los ojos (TLA: la ambición de tener todo lo que vemos). Cuando vemos algo, lo queremos. De nuevo, muchos piensan en la lujuria y la codicia del hermoso cuerpo de alguien. Los medios fomentan la codicia y el deseo de adquirir más y más.
  3. La arrogancia de la vida (NTV: el orgullo de nuestros logros y posesiones). El orgullo fue una gran parte de la caída de Satanás. Aquellos que han logrado el éxito a los ojos del mundo suelen ser especialmente arrogantes. Toca la forma de vida del mundo, la buena vida, y sus casas, carros, ropa y todo lo que hemos logrado en nuestras fuerzas.

¿Qué puedo hacer para evitar estas trampas?

Aprende a controlar tus apetitos y ejerce el dominio propio. Disfruta de las relaciones íntimas con tu pareja en el contexto del matrimonio, y evita a toda costa la pornografía. Combata el impulso de dormir cuando sabes que debes orar, y come solo lo que necesitas.

El ojo es la lámpara del cuerpo. Hoy el ojo es el punto de acceso para presentar muchas cosas para codiciar. La vida de muchos está centrada en las pantallas: el celular, la tele y la compu. Lamentablemente, es demasiado fácil codiciar la buena apariencia y estado físico de alguien, su hermosa familia o casa, o su éxito.

Humíllate ante el Señor. El orgullo es una parte normal de nuestra naturaleza caída. Sométete a Dios y las autoridades que él ha establecido, y lucha contra la soberbia.

17 El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

¿Cuál es una diferencia entre el mundo y el creyente?

El mundo y todo lo que hay en él, incluso la persona sin Cristo y todos los malos deseos de la carne, se acaban (aunque esa persona pasará una eternidad separada de Dios en el infierno). Así como un anciano pierde su fuerza y su belleza, muchos ya han perdido dinero y posición en el mundo y saben los transitorios que son. El discípulo de Jesús permanece para siempre; tiene vida eterna.

Dices “discípulo de Jesús” en lugar de “cristiano.” ¿Por qué? ¿Qué es el signo de un discípulo? ¿Qué es necesario para permanecer para siempre?

Juan dice que es hacer la voluntad de Dios. Obedecerlo. Andar en la luz. Dejar el pecado. Aquí no es una cuestión de repetir una oración o asistir a la iglesia. Es hacer la voluntad de Dios. Tal vez Juan estaba pensando en estas palabras solemnes de Jesús en el Sermón del Monte:

»No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:21-23)