Dios contesta la oración: 1 Juan 5:14-17

14 Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. 

Alguien me dijo que Dios siempre escucha nuestras oraciones. Otros han dicho que solo escucha las oraciones de los creyentes. Aquí parece que sólo nos oye si le pedimos conforme a su voluntad.

Hay evidencia bíblica, y testimonio contemporáneo, de Dios escuchando la oración de alguien que no sea creyente:

*Cornelio (Hechos 10:30-48)

*Naamán (2 Reyes 5)

*Nabucodonosor (Daniel 4:28-37)

Pero hay escrituras que dicen que Dios no escucha sus oraciones:

*Entonces el Señor me dijo: «No ruegues por el bienestar de este pueblo. Aunque ayunen, no escucharé sus clamores; aunque me ofrezcan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré. En verdad, voy a exterminarlos con la espada, el hambre y la peste». (Jeremías 14:11-12)

*Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley. (Proverbios 28:9)

*Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado. (Salmo 66:18)

Dios es soberano y omnisciente. Él puede elegir cual oración quiere escuchar. Pero lo más probable es que haya una diferencia entre oír orar a alguien, y escuchar para responder a la oración. Isaías 59:1-2 lo explica:

La mano del Señor
no es corta para salvar,
ni es sordo su oído para oír.
Son las iniquidades de ustedes
las que los separan de su Dios.
Son estos pecados los que lo llevan
a ocultar su rostro para no escuchar.

Bueno. Yo soy creyente, pero ¿cómo puedo saber si estoy pidiendo conforme a su voluntad?

Orar la Escritura es siempre poderoso, porque sabemos que es conforme a su voluntad. Si hay una petición muy importante, vale la pena estudiar la Biblia y esperar en el Señor una confirmación de que es su voluntad. En algunas situaciones (escoger una pareja, por ejemplo), hay escrituras que se puede aplicar (la persona tiene que ser creyente). Pero si es creyente, tenemos que buscar la confirmación del Espíritu y someter nuestra petición a Dios.

Tal vez lo más importante de este versículo es el ímpetu que Juan quiere darnos para orar. ¡Qué gran privilegio! Llevar nuestras peticiones al Señor y saber que él nos escucha. Pero hay aún más en el siguiente versículo:

15 Y, si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.

Esto parece una garantía de oración contestada.

Así es, y no es la única en el Nuevo Testamento. Varias veces Jesús también nos dice que recibiremos lo que pidamos en oración. Tenemos que salir de esa percepción de un Dios severo que no quiere bendecirnos, y comprender el corazón de nuestro Padre que quiere responder a nuestras peticiones. Esto nos da mucho ánimo para orar.

16 Si alguno ve a su hermano cometer un pecado que no lleva a la muerte, ore por él y Dios le dará vida.

¿Es esta otra promesa de oración contestada?

¡Sí! Ya sabemos que Dios quiere restaurar y dar vida a un hermano cristiano que cae en pecado.

Lo que yo he visto es que los cristianos condenan y juzgan a ese hermano.

Eso es muy triste, porque Dios nos da el poder de rescatar a ese hermano y soltar la vida y la gracia de Dios en él. Si realmente amamos a nuestros hermanos, como Juan nos ha mandado, oraremos con mucha fe en esta promesa.

¿Es el pecado que lleva a la muerte algo que realmente lo mata?

Me refiero a quien comete un pecado que no lleva a la muerte. Hay un pecado que sí lleva a la muerte, y en ese caso no digo que se ore por él. 17 Toda maldad es pecado, pero hay pecado que no lleva a la muerte.

Juan no define cuál sería ese pecado. Pero es importante saber qué es, porque Dios no quiere que oremos por esa persona. Es casi como si no hubiera esperanza para él en ese momento. Parece que sería un completo rechazar a Jesucristo.

Hablar del pecado conduce a Juan a volver a ese tema para la conclusión de su carta.

 

Vida y victoria en Jesucristo: 1 Juan 5:4-13

Esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Este versículo me recuerda la armadura espiritual de Efesios 6 y el escudo de la fe. Pero es difícil para mí ver la conexión entre lo que creo y la victoria en la batalla diaria con el mundo.

Pues, la fe es una decisión de momento a momento de creer la verdad sobre ti mismo en Cristo, lo que Dios ha hecho por ti y lo que dice la Biblia, y lo que ves y sientes y los deseos de tu carne. No es tan simple como hacer una confesión de fe en la iglesia y de repente estás caminando en pura victoria. Tener fe en Jesús incluye caminar con él y creer que él siempre te da lo que se necesita para vencer al mundo y una salida a la tentación.

Juan ya habló de los tres enemigos: el mundo, la carne y el diablo. Es obvio que estamos en una guerra, y si descuidamos la armadura, la espada del Espíritu (la Biblia) y nuestra relación con Dios, seremos derrotados.

Este es el que vino mediante agua y sangre, Jesucristo; no solo mediante agua, sino mediante agua y sangre. El Espíritu es quien da testimonio de esto, porque el Espíritu es la verdad. 

¿Qué significa cuando dice que vino mediante agua y sangre?

A través de los siglos los eruditos han luchado con esa pregunta. La mayoría cree que mediante agua describe el parto de todo ser humano; la parte humana de la naturaleza de Cristo. Mediante sangre significa su sangre derramada en la cruz, el sacrificio que fue posible porque es perfecto, es divino.

La NTV (y la TLA)  se toman la libertad de interpretarlo de otra manera en su traducción: Y Jesucristo fue revelado como el Hijo de Dios por medio de su bautismo en agua y por derramar su sangre en la cruz, es decir, no mediante agua solamente sino mediante agua y sangre. Puede ser entonces que “mediante agua” signifique su bautismo.

La persona llena del Espíritu tiene de él ese apoyo constante para la fe: nos afirma de la verdad de las Escrituras.

Tres son los que dan testimonio, y los tres están de acuerdo: el Espíritu, el agua y la sangre. 

Los tres testimonios que están de acuerdo son una fuerte afirmación de quién es Cristo, ¿verdad?

Sí, Juan sabe que es muy importante tener una convicción firme sobre la naturaleza de Cristo. A lo largo de la historia de la iglesia han surgido muchas controversias sobre esa naturaleza. La más común es dudar de su divinidad: algunos dicen que es el hijo de Dios, pero no es Dios. Si no mantenemos ese fundamento, nuestra salvación, perdón y futuro están en peligro.

Yo recuerdo algo acerca de la trinidad en el versículo 7.

Sí, así dice la RVR: Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.  Su omisión en las versiones más recientes ha hecho que muchos digan que las traducciones modernas eliminan versos importantes de la Biblia. Es una afirmación poderosa de la trinidad, pero lamentablemente no aparece en ningún manuscrito antiguo de esta carta. Apareció por primera vez en 1515, y los eruditos son casi unánimes en que fue insertado por algún escriba.

Aceptamos el testimonio humano, pero el testimonio de Dios vale mucho más, precisamente porque es el testimonio de Dios, que él ha dado acerca de su Hijo. 

Yo entiendo que sobre todo si hay varias personas con el mismo testimonio sobre algo que pasó, me urge aceptar ese testimonio. Pero, ¿qué es este testimonio de Dios? ¿La Biblia?

Pues, Juan ya dijo al principio que él era testigo de su propia experiencia de todo lo que hizo Jesús. Acaba de hablar del testimonio del agua y la sangre, y también del testimonio del Espíritu. Junto con la Biblia, esos son testimonios muy seguros.

10 El que cree en el Hijo de Dios acepta este testimonio (RVR: tiene el testimonio en sí mismo). El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, por no haber creído el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

A fin y al cabo parece ser una cuestión de fe: si creo en Jesús, acepto todos los testimonios sobre él.

Es un caso muy convincente: los cuatro evangelios, todos los testimonios de gente que recibió milagros y anduvo con Cristo y 500 testigos de su resurrección. Acusar a Dios de mentiroso es muy fuerte.

11 Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. 

Entonces, ¿no hay otra manera de llegar al cielo?

Cristo es el único que ofrece el “don” de la vida eterna. En todas las demás religiones tienes que merecerla y trabajar por ella.

Yo sé que es común hoy en día decir que hay muchos caminos hacia la vida eterna; que somos muy arrogantes al decir que solo nosotros tenemos la verdad y ofrecemos el don de la vida eterna. Pero es parte de nuestra fe en Cristo y el testimonio sobre él en la Biblia, y el testimonio que Juan ha descrito aquí.

12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.

¡Yo conozco a muchas personas que no tienen a Cristo que dirían que tienen mucha vida! De hecho, lamentablemente yo he visto cristianos tan legalistas que parecen no tener vida.

Otra vez es una cuestión de lo que vemos y lo que dice Dios. Obviamente, la mayoría de la gente viva en este momento no tiene a Cristo. Pero es una cuestión de calidad de vida y sobre todo, para este pasaje, que tipo de vida tendremos después de la muerte. Cristo nos promete una vida abundante ahora, con todo lo que necesitamos para enfrentar los obstáculos y las pruebas de esta vida. Y la “vida” de aquellos sin Cristo después de la muerte es un castigo eterno en el infierno.

13 Les escribo estas cosas a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna. 

¡Aquí hay otra razón que Juan nos da para escribir!

Por eso él escribió cuidadosamente del testimonio de Dios sobre este don. Es común tener dudas sobre algo que nunca hemos experimentado. La prueba más clara de la vida después de la muerte es la resurrección de Jesucristo. La certeza de la vida eterna impacta toda nuestra perspectiva sobre nuestras prioridades y experiencias en esta vida.

 

El amor perfecto: 1 Juan 4:17-5:4

17 Ese amor se manifiesta plenamente (se perfecciona) entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, 18 sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.

Esto me recuerda la confianza que permanece en nosotros porque nos ha sellado con su Espíritu.

Sí, esa confianza se extiende hasta el juicio venidero, después de la muerte.

¿No es eso lo que Juan ya dijo en el capítulo 2, versículo 6?

¡Sí! Ese versículo dice: el que afirma que permanece en él debe vivir como él vivió. Claro que una parte muy importante de vivir como vivió Cristo es amar como él amó. El griego lo hace aún más impactante: pues como él es, así somos nosotros en este mundo. (RVR) Va más allá de andar como Jesús anduvo, para decir que somos como Cristo. Es decir que hay millones de pequeños “Cristos” en el mundo.

La expectativa es que ante Dios en el día del juicio, no solo señalamos nuestra fe en Jesús, sino también la confirmación de su presencia en nuestras vidas a través de nuestro estilo de vida. Si vivimos como hipócritas, sin amor, hay incertidumbre de cómo nos irá en ese día.

¿Qué es el amor perfecto? ¿Existe un amor imperfecto? ¿Es posible ser perfeccionado en amor? ¿Cómo?

El amor humano nunca es perfecto. Sólo Dios ama con un amor perfecto. Pero es la experiencia de ese perfecto amor lo que nos perfecciona. Siempre hay más para experimentar de su amor, y siempre debemos crecer en nuestro amor por Dios y por otros.

Entonces, ¿no es por mucho estudio, mucha oración o la vida santificada que somos perfeccionados?

Esas cosas son importantes, pero según este versículo, es el amor que nos perfecciona. Quien depende de sus obras (una vida santa, mucha piedad) tendrá esa duda y ese temor que no serán suficientes. La persona que ha aprendido a descansar en el amor de Dios ya confía en Cristo y en el perdón que ha recibido, y no tiene temor.

Esto parece un principio importante en toda relación humana.

Así es. Dios no quiere que vivamos en el temor. Es como un niño que vive con miedo al castigo de su padre. Le cuesta mucho creer que su padre lo ama, y le cuesta mucho amar a otros, porque siempre habrá ese temor de hacer algo que merezca castigo.

¿Es otra señal de que hay algo mal en mi vida si tengo mucho temor?

Creo que sí. Es un mensaje poderoso y una esperanza que podemos ofrecer al mundo: Cristo te ama y quiere librarte del temor.

19 Nosotros amamos porque él nos amó primero. 

Yo sé que fue el amor de mis padres lo que me liberó para amar a otros. Y conozco a personas rechazadas por sus padres u otros que difícilmente pueden amar. ¿Es así también con Dios?

Sí, yo creo que es siempre el amor del otro que nos capacita a amar. Lo más importante es el amor de Dios. Es una herramienta poderosa que nosotros tenemos para sanar las heridas de otros: Cuando experimentan el amor “ágape” del cristiano, le capacita para amar a otros. A menudo, esas personas son las más amorosas.

Pero yo conozco personas que creen que nadie puede amarlas. Incluso han aceptado a Cristo como su Señor, pero no pueden creer que Dios los ame.

Hay gente tan dolida que les cuesta mucho recibir amor, y pueden hacer que sea muy difícil para que otros los amen. Pero es la experiencia de ese amor “ágape” lo que eventualmente rompe esas barreras.

20 Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. 

¿Crees que Juan conocía a algunos de estos “mentirosos”? ¿Hombres que afirmaban su amor por Dios, pero odiaban a sus hermanos?

Estoy seguro que sí. Siempre han existido tales personas. Por eso Juan lo escribe aquí. Es algo que no podemos tolerar en la iglesia. Va completamente en contra de todo lo que Dios es. Y para el que tiene muchas excusas por no amar a su hermano, Juan tiene otra palabra:

21 Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.

Si termino aún dudando de la importancia del amor después de todo lo que ha dicho, esto parece una conclusión: Dios me manda a amar.

Es cierto. No es opcional. Y lo que Dios nos manda hacer, nos capacita a hacer. Como dice el verso 19, si me cuesta amar, tal vez deba volver al principio y buscar una experiencia del amor de Dios. Meditar en todas las manifestaciones de su amor en la Biblia. Y rechazar esas dudas de que Dios puede amar incluso a un pecador como yo.

1 Juan capítulo 5

1Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios, y todo el que ama al padre ama también a sus hijos. 

Allí está otra vez: “Todo” (¡dos veces!). Entonces, ¿es una simple cuestión de fe, de creer? ¿Cómo cuadra con otras escrituras que dicen que un arrepentimiento es necesario y que tenemos que seguir a Jesus como Señor?

Muy buena pregunta, y otra vez yo diría que tenemos que examinar toda la escritura para formular una doctrina. Por ejemplo, sabemos que los demonios también creen que Jesús es el Cristo:

*¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan. (Santiago 2:19)

*¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? (Un demonio dice en Marcos 5:7)

*¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios! (Otro demonio, en Marcos 1:24)

“Creer” significa más que reconocer quién es. Creer implica obedecer y honrar.

Está bien. Supongo que Juan diría que alguien que dice que ama al Padre pero no ama a los cristianos es mentiroso.

Creo que sí. No le gusta ningún buen padre cuando alguien dice que lo ama, pero no ama a sus hijos. Es fácil decir que amo a Dios, pero pueden ser meras palabras. La prueba de ese amor es el amor que tengo por mis hermanos en Cristo.

Así, cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, sabemos que amamos a los hijos de Dios. 

¿Quiere decir que un amor genuino por Dios manifestado en nuestra obediencia tiene que resultar en amor por los hijos de Dios?

Sí, ya que el segundo gran mandamiento es amar a tu prójimo como a ti mismo y el nuevo mandamiento de Jesús es amar a nuestros hermanos como él nos amó. No se puede separar los dos.

La RVR nos da otra perspectiva: En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Algunos pueden hablar mucho de su amor a sus hermanos en la iglesia, pero no manifiestan un verdadero amor a Dios por su obediencia a sus mandamientos. Esa persona también es mentirosa.

En esto consiste el amor a Dios: en que obedezcamos sus mandamientos. Y estos no son difíciles de cumplir, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.

Ya me queda claro que el amor a Dios es más que un sentimiento. Tiene que manifestarse en nuestra obediencia. Pero a menudo la obediencia es difícil para mí.

¡Yo creo que pocos dirían que es fácil obedecer los mandamientos de Dios! La razón que Juan nos da por no ser difícil es que hemos vencido al mundo.

¡Allí está esa palabra “todo” de nuevo! ¿Cómo puedo explicar los muchos cristianos que he conocido que no vencen al mundo, sino son vencidos por el mundo?

¡Estas son preguntas difíciles! ¿La falla está en la Palabra de Dios o en nuestra experiencia? Yo tengo que creer que es verdad cuando dice que todos los que han nacido de Dios vencen al mundo. Esa es la realidad. Entonces se trata de creer y actuar de acuerdo con esa verdad. Cuando somos tentados, tenemos que declarar esta verdad y reprender al engañador.

Algunos dirían que la persona vencida por el mundo nunca ha nacido de Dios. Y puede ser así para algunos, pero nadie se perfecciona inmediatamente. Es un proceso. Nunca debemos excusar ni aceptar la derrota ante la tentación. Aprendemos mucho de la experiencia de Israel en la conquista de la tierra prometida (lee el libro de Josué). Dios dejó muy claro que ya le había entregado toda la tierra a su pueblo, pero aún tenían que batallar mucho para tomar posesión de ella. La triste realidad es que se cansaron de la batalla y se acomodaron al mundo en lugar de vencerlo. Eso sucede con muchos cristianos también. Las consecuencias son feas.

La victoria sobre el mundo es un puente para Juan hacia su próximo tema.

 

Permanecer en Dios: 1 Juan 4:13-16

13 ¿Cómo sabemos que permanecemos en él, y que él permanece en nosotros? Porque nos ha dado de su Espíritu. 

¿Es ésta otra prueba, aparte del amor?

Creo que sí. Puede parecer un cambio abrupto, pero es una segunda prueba importante para asegurar que el amor no es simplemente un sentimiento que experimentamos en una comunidad que nos acoge y afirma. Ha habido (generalmente no a largo plazo) tales comunidades completamente aparte de Dios. Pero el Espíritu Santo nos testifica que somos hijos de Dios y se manifiesta con los dones y frutos del Espíritu (uno de los cuales es el amor).

Su Espíritu es un sello en nuestras vidas (2 Corintios 1:22 y 5:5, Efesios 1:13-14 y 4:30). Nosotros podemos apagar al Espíritu, pero su presencia nos da la confianza de que Dios no nos dejará, sino que permanecerá en nosotros. La parte de permanecer en él es más complicada. Juan 15 habla del impacto de  nuestra obediencia, la presencia de la Palabra de Dios y nuestra comunión con él en oración. Cuando no sentimos la presencia del Espíritu o sus manifestaciones (por ejemplo, orar en lenguas) es señal de que debemos examinarnos para ver si lo hemos apagado por algún pecado o simplemente hemos descuidado la vida espiritual.

14 Y nosotros hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo. 

¿Es otro testimonio personal de Juan?

Así es, tal como su testimonio al principio de la carta. Nos recuerda que Juan habla de su propia experiencia. Vio a Jesús en la cruz. Vio al Cristo resucitado. Y vio a Jesús ascender al cielo. Ha visto la transformación de multitudes que lo recibieron como Salvador.

15 Si alguien reconoce (confiesa) que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. 

¿Es esta una tercera prueba?

Sí. Juan presenta esta prueba a la luz de su conocimiento personal. Ya habló de cómo un verdadero profeta tiene que reconocer que Jesús es el Hijo de Dios. Esa misma confesión es el fundamento de la relación de cada cristiano con el Señor. Ésta es una declaración de fe, y tal vez debería ser la primera prueba. Empezamos con una fe salvífica en el Hijo de Dios. Luego él nos llena de su Espíritu. Y ese Espíritu se manifiesta en el amor entre nosotros, sus discípulos. Sin esta fe en Jesús, no podemos permanecer en Dios.

16 Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 

¿Estoy mal, o no es lo mismo que dijo en el verso 12? Habló de varias pruebas del permanecer, pero ahora vuelve al amor.

Sí, estás viendo el estilo de Juan al escribir esta carta, algo que quizás aprendió del Maestro en los años que estuvo con él. Él se repite a sí mismo una y otra vez las cosas más importantes que quiere impresionar sobre nosotros. Juan habló de su propia experiencia en el verso 14, y ahora afirma que no son meras palabras; él, y muchos otros, han aprendido que Dios los ama. De hecho, el amor es una de las características fundamentales de Dios, y debe ser del discípulo que permanece en Dios.   Lo cual sirve de puente para profundizar sobre este amor.

 

El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor: 1 Juan 4:7-12

Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. 

Me parece un paso grande de hablar de falsos profetas y luego de la importancia del amor.

Es cierto, pero hay una conexión interesante y a la misma vez problemática. En el verso 6 dijo que todo el que nos escucha conoce a Dios; ahora dice que todo el que ama lo conoce.

Es un recordatorio importante: no queremos estar tan atentos a los falsos profetas o tan centrados en el anticristo que ya no amamos a nuestros hermanos. El amor debe caracterizar al creyente.

El problema puede ser con alguien que ama, pero rechaza a Jesucristo.

¿Es posible amar a su familia y a otros sin conocer a Cristo?

Lamentablemente, he conocido a incrédulos que son más amorosos que algunos cristianos. Como siempre, tenemos que citar todas las escrituras relevantes para formar una doctrina.

¿Qué puedo hacer si no siento ese amor por mis hermanos?

Juan dice que el amor viene de Dios. Él es la fuente de todo amor. Él es amor. Busca a Dios, acércate al Señor, y deja que él llene tu corazón de su amor.

Entonces, ¿es posible que alguien se salve pero no ame?

El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. 

Juan diría que no. La misma naturaleza de Dios es amor. ¿Cómo es posible conocer a un Dios de amor y no amar? Hay algo muy mal allí. Por desgracia, hay gente dolida y amargada que no ama, pero parece tener una relación con Cristo. A fin de cuentas, tenemos que dejarlos en manos de Dios.

A menudo yo dudo el amor de Dios por mí. ¿Cómo puedo saber que me ama?

Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. 

La prueba más poderosa se centra en Jesucristo. Es un amor sin igual enviar a tu hijo unigénito a morir como sacrificio por el perdón de tu enemigo. Es más fácil amar a alguien amable, pero nosotros no amamos a Dios. Éramos rebeldes y desobedientes.

Y no fue solo ese sacrificio por nuestro perdón; el plan del Padre es que vivamos por medio de Jesús. Nos ofrece una vida totalmente nueva. ¿Puedes decir que vives por medio de Jesús?

11 Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. 

El hecho de que Juan tiene que recordarles repetidamente a estos “queridos hermanos” que amen puede significar que él sabe que para algunos cristianos aún es una lucha amar. Pero si podemos captar la  inmensidad del amor de Dios y experimentarlo al nivel personal, la respuesta natural es amar a otros. La falta de amor es una señal fuerte de que hay algo malo en nuestra relación con Dios, tal como el dolor o la fiebre es una señal de que algo anda mal en el cuerpo.

12 Nadie ha visto jamás a Dios, pero, si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente.

¿Pero no dijo Jesús que si hemos visto a él, hemos visto al Padre?

Es cierto. Y Moisés y Elías tuvieron experiencias muy profundas de ver algo de Dios. La Biblia dice que Moisés conoció a Dios “cara a cara” (Éxodo 33:11). Pero aquí vemos el peligro de interpretar la Biblia con demasiada rigidez. Nadie cree que en el cielo, por ejemplo, el Padre tenga la apariencia que tuvo Jesús aquí en la tierra. Vemos toda la esencia de Dios en Cristo.

Entiendo. Pero ese verso casi implica que cuando nos amamos unos a otros, vislumbramos a Dios.

Tienes razón. ¿Has tenido la sensación de ver a Cristo en un hermano lleno del Espíritu y del amor de Dios? Puede ser lo más cerca que estemos en esta tierra de ver a Dios.

Bueno. ¡Hay mucho en este versículo! Me parece que se puede pensar que a solas es difícil experimentar el amor de Dios plenamente manifestado, fuera de la comunión de los hermanos.

Sí, hay algo especial y distinto en ese compañerismo. El amor mismo se experimenta en relación. Claro que es posible para alguien aislado, por ejemplo en una cárcel, experimentar el amor de Dios. Pero es mucho más fuerte en el abrazo de un hermano o la aceptación de la comunidad de fe.

Una cosa más: Si yo lo leo correctamente, se puede decir que Dios no permanece entre nosotros si no nos amamos.

Pues sí, donde hay odio o falta de perdón creo que Dios no permanece. El amor es tan fundamental para la vida cristiana que la ausencia de amor impide la presencia de Dios en una comunidad o familia.