El amor perfecto: 1 Juan 4:17-5:4

17 Ese amor se manifiesta plenamente (se perfecciona) entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor, 18 sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.

Esto me recuerda la confianza que permanece en nosotros porque nos ha sellado con su Espíritu.

Sí, esa confianza se extiende hasta el juicio venidero, después de la muerte.

¿No es eso lo que Juan ya dijo en el capítulo 2, versículo 6?

¡Sí! Ese versículo dice: el que afirma que permanece en él debe vivir como él vivió. Claro que una parte muy importante de vivir como vivió Cristo es amar como él amó. El griego lo hace aún más impactante: pues como él es, así somos nosotros en este mundo. (RVR) Va más allá de andar como Jesús anduvo, para decir que somos como Cristo. Es decir que hay millones de pequeños “Cristos” en el mundo.

La expectativa es que ante Dios en el día del juicio, no solo señalamos nuestra fe en Jesús, sino también la confirmación de su presencia en nuestras vidas a través de nuestro estilo de vida. Si vivimos como hipócritas, sin amor, hay incertidumbre de cómo nos irá en ese día.

¿Qué es el amor perfecto? ¿Existe un amor imperfecto? ¿Es posible ser perfeccionado en amor? ¿Cómo?

El amor humano nunca es perfecto. Sólo Dios ama con un amor perfecto. Pero es la experiencia de ese perfecto amor lo que nos perfecciona. Siempre hay más para experimentar de su amor, y siempre debemos crecer en nuestro amor por Dios y por otros.

Entonces, ¿no es por mucho estudio, mucha oración o la vida santificada que somos perfeccionados?

Esas cosas son importantes, pero según este versículo, es el amor que nos perfecciona. Quien depende de sus obras (una vida santa, mucha piedad) tendrá esa duda y ese temor que no serán suficientes. La persona que ha aprendido a descansar en el amor de Dios ya confía en Cristo y en el perdón que ha recibido, y no tiene temor.

Esto parece un principio importante en toda relación humana.

Así es. Dios no quiere que vivamos en el temor. Es como un niño que vive con miedo al castigo de su padre. Le cuesta mucho creer que su padre lo ama, y le cuesta mucho amar a otros, porque siempre habrá ese temor de hacer algo que merezca castigo.

¿Es otra señal de que hay algo mal en mi vida si tengo mucho temor?

Creo que sí. Es un mensaje poderoso y una esperanza que podemos ofrecer al mundo: Cristo te ama y quiere librarte del temor.

19 Nosotros amamos porque él nos amó primero. 

Yo sé que fue el amor de mis padres lo que me liberó para amar a otros. Y conozco a personas rechazadas por sus padres u otros que difícilmente pueden amar. ¿Es así también con Dios?

Sí, yo creo que es siempre el amor del otro que nos capacita a amar. Lo más importante es el amor de Dios. Es una herramienta poderosa que nosotros tenemos para sanar las heridas de otros: Cuando experimentan el amor “ágape” del cristiano, le capacita para amar a otros. A menudo, esas personas son las más amorosas.

Pero yo conozco personas que creen que nadie puede amarlas. Incluso han aceptado a Cristo como su Señor, pero no pueden creer que Dios los ame.

Hay gente tan dolida que les cuesta mucho recibir amor, y pueden hacer que sea muy difícil para que otros los amen. Pero es la experiencia de ese amor “ágape” lo que eventualmente rompe esas barreras.

20 Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto. 

¿Crees que Juan conocía a algunos de estos “mentirosos”? ¿Hombres que afirmaban su amor por Dios, pero odiaban a sus hermanos?

Estoy seguro que sí. Siempre han existido tales personas. Por eso Juan lo escribe aquí. Es algo que no podemos tolerar en la iglesia. Va completamente en contra de todo lo que Dios es. Y para el que tiene muchas excusas por no amar a su hermano, Juan tiene otra palabra:

21 Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.

Si termino aún dudando de la importancia del amor después de todo lo que ha dicho, esto parece una conclusión: Dios me manda a amar.

Es cierto. No es opcional. Y lo que Dios nos manda hacer, nos capacita a hacer. Como dice el verso 19, si me cuesta amar, tal vez deba volver al principio y buscar una experiencia del amor de Dios. Meditar en todas las manifestaciones de su amor en la Biblia. Y rechazar esas dudas de que Dios puede amar incluso a un pecador como yo.

1 Juan capítulo 5

1Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios, y todo el que ama al padre ama también a sus hijos. 

Allí está otra vez: “Todo” (¡dos veces!). Entonces, ¿es una simple cuestión de fe, de creer? ¿Cómo cuadra con otras escrituras que dicen que un arrepentimiento es necesario y que tenemos que seguir a Jesus como Señor?

Muy buena pregunta, y otra vez yo diría que tenemos que examinar toda la escritura para formular una doctrina. Por ejemplo, sabemos que los demonios también creen que Jesús es el Cristo:

*¿Tú crees que hay un solo Dios? ¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan. (Santiago 2:19)

*¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? (Un demonio dice en Marcos 5:7)

*¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios! (Otro demonio, en Marcos 1:24)

“Creer” significa más que reconocer quién es. Creer implica obedecer y honrar.

Está bien. Supongo que Juan diría que alguien que dice que ama al Padre pero no ama a los cristianos es mentiroso.

Creo que sí. No le gusta ningún buen padre cuando alguien dice que lo ama, pero no ama a sus hijos. Es fácil decir que amo a Dios, pero pueden ser meras palabras. La prueba de ese amor es el amor que tengo por mis hermanos en Cristo.

Así, cuando amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, sabemos que amamos a los hijos de Dios. 

¿Quiere decir que un amor genuino por Dios manifestado en nuestra obediencia tiene que resultar en amor por los hijos de Dios?

Sí, ya que el segundo gran mandamiento es amar a tu prójimo como a ti mismo y el nuevo mandamiento de Jesús es amar a nuestros hermanos como él nos amó. No se puede separar los dos.

La RVR nos da otra perspectiva: En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Algunos pueden hablar mucho de su amor a sus hermanos en la iglesia, pero no manifiestan un verdadero amor a Dios por su obediencia a sus mandamientos. Esa persona también es mentirosa.

En esto consiste el amor a Dios: en que obedezcamos sus mandamientos. Y estos no son difíciles de cumplir, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.

Ya me queda claro que el amor a Dios es más que un sentimiento. Tiene que manifestarse en nuestra obediencia. Pero a menudo la obediencia es difícil para mí.

¡Yo creo que pocos dirían que es fácil obedecer los mandamientos de Dios! La razón que Juan nos da por no ser difícil es que hemos vencido al mundo.

¡Allí está esa palabra “todo” de nuevo! ¿Cómo puedo explicar los muchos cristianos que he conocido que no vencen al mundo, sino son vencidos por el mundo?

¡Estas son preguntas difíciles! ¿La falla está en la Palabra de Dios o en nuestra experiencia? Yo tengo que creer que es verdad cuando dice que todos los que han nacido de Dios vencen al mundo. Esa es la realidad. Entonces se trata de creer y actuar de acuerdo con esa verdad. Cuando somos tentados, tenemos que declarar esta verdad y reprender al engañador.

Algunos dirían que la persona vencida por el mundo nunca ha nacido de Dios. Y puede ser así para algunos, pero nadie se perfecciona inmediatamente. Es un proceso. Nunca debemos excusar ni aceptar la derrota ante la tentación. Aprendemos mucho de la experiencia de Israel en la conquista de la tierra prometida (lee el libro de Josué). Dios dejó muy claro que ya le había entregado toda la tierra a su pueblo, pero aún tenían que batallar mucho para tomar posesión de ella. La triste realidad es que se cansaron de la batalla y se acomodaron al mundo en lugar de vencerlo. Eso sucede con muchos cristianos también. Las consecuencias son feas.

La victoria sobre el mundo es un puente para Juan hacia su próximo tema.