Problemas con sus paisanos: Jueces 8:1-21

El éxito de Gedeón en la batalla fue completamente guiado por Dios. El ángel le dijo qué hacer y Gedeón le obedeció. Pero si tú has trabajado en la iglesia o con cualquier grupo de personas, ya sabes lo fácil que es ofender a alguien. En la presión de escuchar al Señor, obedecerle y salvar tu vida, te olvidas de llamar a esa persona que se cree ser tan importante. Lamentablemente, la política existe también en la obra del Señor, incluso con personas santificadas y de corazón sincero. Este es un nuevo desafío para Gedeón; algo nuevo que tiene que aprender. Él había enviado mensajeros a cuatro tribus (Jueces 6:35), incluida su tribu de Manasés. Los otros tres (Aser, Neftalí y Zabulán) eran las tribus vecinas al norte de su territorio. Madián estaba al sur de Israel, lo que hace que parezca un poco extraño que no haya llamado a las tribus del sur. Efraín estaba al sur de Manasés. De esas cuatro tribus, Gedeón consiguió 32,000 hombres, y se quedó con sólo 300. Obviamente tenía más que suficientes hombres. Pero la lógica no importa cuando alguien se siente menospreciado.

Gedeón responde a las críticas

1Los de la tribu de Efraín le dijeron a Gedeón: —¿Por qué nos has tratado así? ¿Por qué no nos llamaste cuando fuiste a luchar contra los madianitas?

Y se lo reprocharon severamente.

Sucede una y otra vez en la iglesia. Hay un ministerio, algún rol de liderazgo, una misión, y no todos pueden participar. Hay una selección, pero alguien que quiere ministrar no está incluido y empieza a quejarse.

Lo extraño aquí es que Gedeón sí llamó a Efraín (7:24-25), pero solo cuando ya estaban en medio de la batalla. Eran aquellos que tenían el privilegio de traer las cabezas de los jefes a Gedeón.

¿Te has sentido como Efraín? ¿No te llamaron para participar en algún evento?

 

¿O has hecho lo que hizo Gedeón, en la ignorancia, dejando fuera a alguien que más tarde te causó problemas?

 

¿Cómo responderías tú a esta situación?

 

 

—¿Qué hice yo, comparado con lo que hicieron ustedes? —replicó él—. ¿No valen más los rebuscos de las uvas de Efraín que toda la vendimia de Abiezer? Dios entregó en manos de ustedes a Oreb y a Zeb, los jefes madianitas. Comparado con lo que hicieron ustedes, ¡lo que yo hice no fue nada!

Gedeón les responde humildemente. No se defiende ni los reprende. Primero, compara la importancia de Efraín con la de su propio clan. Y en lugar de reclamar la gloria por la victoria sobre Madián, felicita a los efraimitas por hacer lo más importante de la batalla. ¡Y lo atribuye a Dios! ¡Este joven ya es bastante sabio! Y tenía el efecto deseado:

Al oír la respuesta de Gedeón, se calmó el resentimiento de ellos contra él.

Venganza para rehusar pan

Gedeón y sus trescientos hombres, agotados pero persistiendo en la persecución, llegaron al Jordán y lo cruzaron. 

Puede parecer que la batalla ya se acabó cuando Gedeón recibió esas dos cabezas. Algunos pensarían que basta ya, y volverían a sus familias. Pero Gedeón y sus 300 hombres ya son un grupo muy unido, y están motivados para seguir persiguiendo al enemigo, aun cuando están agotados.

Allí Gedeón dijo a la gente de Sucot: —Denles pan a mis soldados; están agotados y todavía estoy persiguiendo a Zeba y a Zalmuna, los reyes de Madián.

A esta gente sólo le pide pan. Gedeón ya se está ocupando de sus hombres. Sucot es parte del mismo territorio de Manasés. Se espera que con gusto les den el pan. Puede que no les impresionen este joven y su pequeña banda de soldados.

Pero los jefes de Sucot le respondieron: —¿Acaso tienes ya en tu poder las manos de Zeba y Zalmuna? ¿Por qué tendríamos que darle pan a tu ejército?

No hay lógica en su respuesta. Pueden ver a los hombres agotados, pero con mucho ánimo para perseguir a estos reyes. Ese es el momento de ayudarlos, no solo cuando regresen victoriosos.

¿De qué manera caemos nosotros en esta misma actitud, de no apoyar una obra del Señor hasta que veamos frutos impresionantes? ¿Qué harías tú?

 

 

Gedeón contestó: —¡Está bien! Cuando el Señor haya entregado en mis manos a Zeba y a Zalmuna, les desgarraré a ustedes la carne con espinas y zarzas del desierto.

Gedeón no es tan amable con ellos. Confía plenamente en que Dios entregará a estos reyes en sus manos. Otra vez se nota que su fe está en Dios, no en su fuerza ni en la de sus 300 hombres. Al contrario de algunos en la Biblia, él no los mata.

Desde allí subió a Peniel y les pidió lo mismo. Pero los de Peniel le dieron la misma respuesta que los hombres de Sucot. Por eso les advirtió a los hombres de Peniel: «Cuando yo vuelva victorioso, derribaré esta torre».

Ahora responde más fuerte. Duele no recibir el apoyo de los mismos hermanos en la fe, de la misma tribu, de la misma iglesia. Gedeón ya está harto de sus paisanos.

¿Sabes cómo se siente Gedeón? ¿Ha habido momentos en los que de alguna manera te gustaría maldecir a otros cristianos por su falta de apoyo?

 

¿Cuáles oportunidades tienes para ofrecer pan a alguien que quiere hacer la obra del Señor?

10 Zeba y Zalmuna estaban en Carcor con una fuerza de quince mil guerreros, que era todo lo que quedaba de los ejércitos del oriente, pues habían caído en batalla ciento veinte mil soldados. 11 Gedeón subió por la ruta de los nómadas, al este de Noba y Yogbea, y atacó al ejército cuando este se creía seguro. 12 Huyeron Zeba y Zalmuna, los dos reyes de Madián, pero él los persiguió y los capturó, aterrorizando a todo el ejército.

Ahora nos enteramos de que una multitud constituía el ejército de los madianitas: 135,000. ¡Contra los 300 de Gedeón! Es casi seguro que todo este es un territorio nuevo para Gedeón, pero posiblemente guiado por el Señor, Gedeón sigue una buena estrategia y sorprende a los 15,000 restantes. Ya estaban desalentados por la derrota a las manos de Israel, pero en ese momento creyeron que estaban a salvo. Cuando los dos reyes fueron capturados, todo el ejército estaba aterrorizado.

13 Cuando Gedeón hijo de Joás volvió de la batalla por el paso de Jeres, 14 capturó a un joven de Sucot y lo interrogó. Entonces el joven le anotó los nombres de los setenta y siete jefes y ancianos de Sucot. 15 Luego Gedeón fue y les dijo a los hombres de Sucot: «Aquí están Zeba y Zalmuna, por causa de quienes se burlaron de mí al decir: “¿Acaso tienes ya en tu poder las manos de Zeba y Zalmuna? ¿Por qué tendríamos que darles pan a tus hombres que están agotados?”» 16 Se apoderó de los ancianos de la ciudad, tomó espinos y zarzas del desierto, y castigando con ellos a los hombres de Sucot les enseñó quién era él. 17 También derribó la torre de Peniel y mató a los hombres de la ciudad.

Basta de gracia. Dios dice que la venganza es mía, pero Gedeón les enseñó “quien era él,” y humillaron a los hombres des Sucot. Y no sólo derribó la torre de Peniel, sino que también mató a los hombres de la ciudad. Hay una fuerte tendencia al éxito de enorgullecer a alguien y querer eliminar a sus enemigos y a todos que te menospreciaron.

¿Has querido enseñar a otros “quien eres tú”? ¿Qué ha sido el resultado?

 

¿Puedes confiar en que Dios se vengará de aquellos que te desprecian? ¿O te olvidas de Dios en ese momento para lastimarlos en tu propia fuerza?

 

 

La muerte de los jefes enemigos

18 Entonces les preguntó a Zeba y a Zalmuna: —¿Cómo eran los hombres que ustedes mataron en Tabor?

—Parecidos a ti —respondieron ellos—; cada uno de ellos tenía el aspecto de un príncipe.

Aprendemos algo más sobre Gedeón: aparentemente era bien parecido, con el aspecto de un príncipe.

19 —¡Eran mis hermanos —replicó Gedeón—, los hijos de mi propia madre! Tan cierto como que vive el Señor, si les hubieran perdonado la vida, yo no los mataría a ustedes.

Eso es demasiado para Gedeón; ellos pagarán con su vida por matar a sus hermanos.

20 Volviéndose a Jéter, su hijo mayor, le dijo: —¡Vamos, mátalos!

Pero Jéter no sacó su espada, porque era apenas un muchacho y tenía miedo. 

Ahora también descubrimos que Gedeón no es tan joven. Ya tiene a su hijo consigo, pero es un muchacho y no puede matarlos. No sabemos por qué Gedeón no los mató, y llamó a su hijo para que lo hiciera, pero las palabras de los reyes podrían darnos una pista:

21 Zeba y Zalmuna dijeron: —Vamos, mátanos tú mismo. “¡Al hombre se le conoce por su valentía!”

Gedeón se levantó y mató a Zeba y Zalmuna, y les quitó a sus camellos los adornos que llevaban en el cuello.

La historia de esta batalla termina con una nota triste, en comparación con la presencia del ángel y la evidente mano de Dios al principio. Sí, venció al enemigo. Tuvo éxito. Pero revela su falta de valentía al terminar la batalla, y su egoísmo al matar a sus paisanos.

¿Alguna vez has conocido a alguien que empezó bien, como Gedeón, pero al final parece que actuó en la carne? ¿O podrías ser tú?

 

 

Como derrotar al enemigo con 300 soldados: Jueces 6:33-7:25

33 Todos los madianitas y amalecitas, y otros pueblos del oriente, se aliaron y cruzaron el Jordán, acampando en el valle de Jezrel. 

Justo a tiempo Dios inició este proceso con Gedeón. Una gran alianza está preparando su ataque tal vez más fuerte contra Israel.

El secreto del éxito

34 Entonces Gedeón, poseído por el Espíritu del Señor, tocó la trompeta, y todos los del clan de Abiezer fueron convocados a seguirlo. 35 Envió mensajeros a toda la tribu de Manasés, convocándolos para que lo siguieran, y además los envió a Aser, Zabulón y Neftalí, de modo que también estos se le unieron.

Este es el gran cambio. El secreto del éxito. No nos da detalles, pero nuestro amigo fue poseído por el Espíritu Santo, y ya sabemos por muchas escrituras y muchos testimonios que cuando el Espíritu te posee, realmente nada es imposible. No hay otro líder, y Dios está con él. Un gran ejército responde a su toque de trompeta.

¿Sabes lo que es ser poseído por el Espíritu Santo? ¿Qué has experimentado de su poder?

 

¿Quién hay hoy en tu iglesia o país que tocaría la trompeta para convocar al pueblo de Dios a pelear en el Espíritu?

 

Cuando andas en obediencia al llamado de Dios y das ese paso de fe, Él te llenará de su Espíritu.

El famoso vellón de lana de Gedeón

36 Gedeón le dijo a Dios: «Si has de salvar a Israel por mi conducto, como has prometido, 37 mira, tenderé un vellón de lana en la era, sobre el suelo. Si el rocío cae solo sobre el vellón y todo el suelo alrededor queda seco, entonces sabré que salvarás a Israel por mi conducto, como prometiste».

Dios confirmó su llamado la primera vez que lo pidió. Gedeón está hablando con Dios, y le pide una prueba. Ya tiene su ejército. Ya está poseído por el Espíritu, pero quiere esa confirmación.

38 Y así sucedió. Al día siguiente Gedeón se levantó temprano, exprimió el vellón para sacarle el rocío, y llenó una taza de agua. 39 Entonces Gedeón le dijo a Dios: «No te enojes conmigo. Déjame hacer solo una petición más. Permíteme hacer una prueba más con el vellón. Esta vez haz que solo el vellón quede seco, y que todo el suelo quede cubierto de rocío».

Una vez puede estar bien. Debe ser suficiente. Pero Gedeón quiere una doble prueba.

40 Así lo hizo Dios aquella noche. Solo el vellón quedó seco, mientras que todo el suelo estaba cubierto de rocío.

Ahora vamos a ver si las dos pruebas son suficientes para Gedeón. Dos veces Dios hizo lo que Gedeón le pidió.

¿Le has dado a Dios un vellón? ¿Cómo te respondió? ¿Crees que esta es una manera legítima de conseguir una confirmación de Dios?

 

 

Dios no le condena; lo honra. Es algo que nosotros también podemos hacer en nuestro trato con Dios, pero con mucho cuidado. Hasta cierto punto, delata una falta de fe. Si siempre queremos alguna prueba antes de obedecer a Dios, puede ser problemático. Debemos aprender a discernir la confirmación del Espíritu de Dios en nuestro espíritu.

Jueces 7: Aquellos temblando de miedo despedidos

1Yerubaal —es decir, Gedeón— y todos sus hombres se levantaron de madrugada y acamparon en el manantial de Jarod. El campamento de los madianitas estaba al norte de ellos, en el valle que está al pie del monte de Moré. El Señor le dijo a Gedeón: «Tienes demasiada gente para que yo entregue a Madián en sus manos. A fin de que Israel no vaya a jactarse contra mí y diga que su propia fortaleza lo ha librado, anúnciale ahora al pueblo: “¡Cualquiera que esté temblando de miedo, que se vuelva y se retire del monte de Galaad!”» Así que se volvieron veintidós mil hombres, y se quedaron diez mil.

Antes, ¡el mismo Gedeón tenía miedo! Pero Dios lo ha ungido y ha confirmado de manera impresionante su presencia y su llamado. Lo más importante para esta situación es conocer la voluntad de Dios para el próximo paso: discernir la palabra de Dios y escuchar su voz. Gedeón no tiene experiencia al mando de un gran ejército, ni sabe nada sobre la guerra. Tiene que depender totalmente de Dios.

Lo que Dios manda va completamente en contra del sentido común. No dice cuántos hay en el ejército enemigo, pero tiene que ser grande. Obviamente, quiere tantos soldados como sea posible para enfrentarse a ellos. Pero Dios no obra de acuerdo con las normas humanas. Su primera instrucción a Gedeón es despedir a la mayor parte de su ejército, y hay mucha lógica en eso desde la perspectiva del Todopoderoso. Si estamos en una batalla o situación que podemos superar en nuestras fuerzas, existiría la posibilidad de jactarnos contra Dios, creyendo que ganamos por nuestra fuerza e inteligencia. Dios crea a propósito situaciones imposibles que solo Él puede resolver. Así se glorifica a sí mismo y no nos da oportunidad de glorificarnos a nosotros mismos.

La presencia de hombres temblando de miedo es una gran detracción de la tarea. El temor paraliza, y hombres atemorizados desalientan a los demás. Dios busca hombres valientes que confíen en Él. ¡Solo el 31.25% no temblaron de miedo! ¿Será que hoy también un 68.75% de los hombres no tienen la valentía para levantarse, creer en Dios y pelear la buena batalla? Cuando Gedeón les ofreció una salida, se apresuraron a regresar a casa.

¿Eres valiente? ¿O tiemblas de miedo ante al enemigo? ¿Eres una persona útil para la obra de Dios? ¿Hay alguien en tu empresa o iglesia que puede impedir la obra debido a su temor? ¿Sería mejor (graciosamente) despedirlo?

 

 

¿Has estado en una batalla o situación que solo puedes superar por un milagro de Dios? ¿Es posible que Dios lo dispusiera de esta manera a propósito para glorificarse a sí mismo? ¿Estás ahora mismo en una batalla así?

 

¿Has visto o has participado personalmente en una prueba que se enfrentó en la carne, que permitió al hombre jactarse contra Dios?

 

 

 

Gedeón se queda con 300 hombres

Pero el Señor le dijo a Gedeón: «Todavía hay demasiada gente. Hazlos bajar al agua, y allí los seleccionaré por ti. Si digo: “Este irá contigo”, ese irá; pero si digo: “Este no irá contigo”, ese no irá».

Gedeón hizo que los hombres bajaran al agua. Allí el Señor le dijo: «A los que laman el agua con la lengua, como los perros, sepáralos de los que se arrodillen a beber».

Trescientos hombres lamieron el agua llevándola de la mano a la boca. Todos los demás se arrodillaron para beber. El Señor le dijo a Gedeón: «Con los trescientos hombres que lamieron el agua, yo los salvaré; y entregaré a los madianitas en tus manos. El resto, que se vaya a su casa».

El 31% (10,000) de su ejército original sigue siendo demasiado. Había algo de lógica en el primer mandato de Dios, de despedir a aquellos temblando del temor. Gedeón lo hizo, tal vez con cierta inquietud. Pero esto parece una locura. ¿Qué tiene que ver lamer el agua como un perro con la capacidad de guerrear? Obviamente nada, pero fue algo que Dios ya sabía que eliminaría a la mayoría que quedaba.

¡Esto realmente va completamente en contra de nuestro concepto de que cuanto más grande, mejor! Queremos una iglesia grande, muchas personas para evangelizar y suficiente para demostrar nuestra influencia en la política. Pero Dios no trabaja así. A menudo Él prefiere el grupo pequeño.

Esta es una prueba más difícil de la obediencia de Gedeón. Tiene que rendirse y dejar que Dios seleccione a los hombres para acompañar a Gedeón. Recuerda que este varón tiene muy poca experiencia y muy poco tiempo caminando con Dios y escuchando su voz. Pero cuando hay una emergencia, Dios puede levantar a alguien rápidamente. Y sus habilidades y educación pueden tener muy poco que ver con la capacidad para hacer maravillas para Dios. Es sólo una cuestión de escuchar y obedecer a Dios.

Honestamente, ¿crees que tú obedecerías en este caso? ¿Te ha mandado Dios a hacer algo que parece una locura? ¿Hay alguna decisión que tengas que tomar ahora mismo para hacer esa locura?

 

¿Cómo está tu oído para escuchar la voz de Dios?

 

¿Has limitado a Dios, creyendo que no puedes hacer algo grande para Dios porque tienes una iglesia o un grupo pequeño?

 

 

Entonces Gedeón mandó a los demás israelitas a sus carpas, pero retuvo a los trescientos, los cuales se hicieron cargo de las provisiones y de las trompetas de los otros.

Gedeón ya estaba demasiado involucrado en este asunto y no tiene más remedio que obedecer. Y mandó a los demás a sus carpas. Se quedó con menos del 10% del grupo original. No dice nada sobre su reacción, pero parece que Dios les dio un corazón para apoyar a Gedeón.

El campamento de Madián estaba situado en el valle, más abajo del de Gedeón. Aquella noche el Señor le dijo a Gedeón: «Levántate y baja al campamento, porque voy a entregar en tus manos a los madianitas. 10 Si temes atacar, baja primero al campamento, con tu criado Furá, 11 y escucha lo que digan. Después de eso cobrarás valor para atacar el campamento».

¡Mira cuán compasivo y comprensivo es nuestro Dios! Ya se acabó la preparación. Ya llega el momento de la batalla. Gedeón ya tiene la palabra de Dios de que Él entregará al enemigo en sus manos. Pero tal como el vellón, Dios le ofrece una prueba para fortalecer su valor y confirmar su promesa. Dios sabe que todo aún puede fallar si Gedeón se desmaya y se llena del temor.

¿Qué te ha dado el valor de hacer algo difícil para el Señor?

 

¿Te ha ofrecido Dios alguna prueba como esta para animarte?

 

¿Alguna vez has abandonado una misión en el último momento por miedo?

 

¿Hay una promesa de victoria que Dios te ha dado?

 

Fuerza para la batalla

Así que él y Furá, su criado, bajaron hasta los puestos de los centinelas, en las afueras del campamento. 12 Los madianitas, los amalecitas y todos los otros pueblos del oriente que se habían establecido en el valle eran numerosos como langostas. Sus camellos eran incontables, como la arena a la orilla del mar.

Ahora sabemos algo sobre el tamaño del ejército enemigo, y es muy deprimente: soldados numerosos como langostas y camellos incontables, como la arena a la orilla del mar. ¡Esa visión por sí sola fácilmente podría ser suficiente para aterrorizar a Gedeón! Recuerda que era este joven quien estaba trillando trigo en un lagar por temor a los madianitas. Pero gracias a Dios él no huye presa del pánico. Le da a Dios la oportunidad de ministrarle.

¿Cómo responderías al ver este gran ejército, cuando tú tienes a 300 soldados? ¿Has sentido que tu oposición es tan grande?

 

13 Gedeón llegó precisamente en el momento en que un hombre le contaba su sueño a un amigo.

—Tuve un sueño —decía—, en el que un pan de cebada llegaba rodando al campamento madianita, y con tal fuerza golpeaba una carpa que esta se volteaba y se venía abajo.

14 Su amigo le respondió: —Esto no significa otra cosa que la espada del israelita Gedeón hijo de Joás. ¡Dios ha entregado en sus manos a los madianitas y a todo el campamento!

Confía en el tiempo del Señor. Obviamente Dios dispuso que este hombre tuviera un sueño, estaría allí al borde del campamento y lo contó a su amigo precisamente en ese momento. ¡E incluso él le dio al amigo la interpretación correcta!

¿Confías en el tiempo de Dios y su soberanía para trabajar de esta manera en tu vida?

 

15 Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, se postró en adoración. Luego volvió al campamento de Israel y ordenó: «¡Levántense! El Señor ha entregado en manos de ustedes el campamento madianita».

Aquí aprendemos algo más sobre este varón y la razón por la cual Dios lo escogió: Tenía el corazón de un adorador. Su primera reacción al oír esto fue adorar a Dios. Cobró valentía y volvió a su campamento lleno de fe.

¿Respondes en adoración cuando ves la mano de Dios? Cuando Dios te ministra de esa manera, ¿te levantas y animas a otros a servir a Dios?

 

 

16 Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres compañías y distribuyó entre todos ellos trompetas y cántaros vacíos, con antorchas dentro de los cántaros. 17 «Mírenme —les dijo—. Sigan mi ejemplo. Cuando llegue a las afueras del campamento, hagan exactamente lo mismo que me vean hacer. 18 Cuando yo y todos los que están conmigo toquemos nuestras trompetas, ustedes también toquen las suyas alrededor del campamento, y digan: “Por el Señor y por Gedeón”».

No sabemos si Dios le dio esta estrategia, pero yo creo que sí. Me gusta este ejemplo de liderazgo:

  • Mírenme
  • Sigan mi ejemplo
  • Hagan exactamente lo mismo que me vean hacer

Para algunos, puede parecer fanfarronerías. Pero yo veo las palabras de un hombre que ha estado en la presencia de Dios, ha escuchado su voz y está confiado de que está en su voluntad. Nosotros necesitamos a tales personas. El apóstol Pablo dijo lo mismo. Debemos hacerla nuestra meta ofrecer ese liderazgo a otros.

¿Tienes una vida que refleja a Cristo, para que puedas decirles a otros que te miren y sigan tu ejemplo? ¿Hay algo que tienes que cambiar para tener esa confianza y autoridad?

 

 

La estrategia para la victoria

19 Gedeón y los cien hombres que iban con él llegaron a las afueras del campamento durante el cambio de guardia, cuando estaba por comenzar el relevo de medianoche. Tocaron las trompetas y estrellaron contra el suelo los cántaros que llevaban en sus manos. 20 Las tres compañías tocaron las trompetas e hicieron pedazos los cántaros. Tomaron las antorchas en la mano izquierda y, sosteniendo en la mano derecha las trompetas que iban a tocar, gritaron: «¡Desenvainen sus espadas, por el Señor y por Gedeón!» 21 Como cada hombre se mantuvo en su puesto alrededor del campamento, todos los madianitas salieron corriendo y dando alaridos mientras huían.

Una vez más vemos el tiempo y la mano del Señor aquí. Lo que es impresionante es la autoridad de Gedeón y la obediencia de sus soldados: Cada uno se mantuvo en su puesto. Esa unidad y obediencia es esencial si vamos a ganar batallas para la gloria de Dios.

22 Al sonar las trescientas trompetas, el Señor hizo que los hombres de todo el campamento se atacaran entre sí con sus espadas. El ejército huyó hasta Bet Sitá, en dirección a Zererá, hasta la frontera de Abel Mejolá, cerca de Tabat. 23 Entonces se convocó a los israelitas de Neftalí y Aser, y a toda la tribu de Manasés, y estos persiguieron a los madianitas. 24 Por toda la región montañosa de Efraín, Gedeón envió mensajeros que decían: «Desciendan contra los madianitas, y apodérense antes que ellos de los vados del Jordán, hasta Bet Bará».

La batalla fue de Dios. Tal como en otras ocasiones, Dios hizo que se atacaran unos a otros. El Señor lo hizo.

Se convocó entonces a todos los hombres de Efraín, y estos se apoderaron de los vados del Jordán, hasta Bet Bará. 25 También capturaron a Oreb y Zeb, los dos jefes madianitas. A Oreb lo mataron en la roca de Oreb, y a Zeb en el lagar de Zeb. Luego de perseguir a los madianitas, llevaron la cabeza de Oreb y de Zeb a Gedeón, que estaba al otro lado del Jordán.

Esa valentía y obediencia inspiraron y motivaron a todo el país a perseguir y destruir a su enemigo. ¡Qué gran cambio en este joven durante unas pocas semanas! Gracias a Dios vivimos en otra época, donde no consideramos la cabeza de alguien como un premio a nuestro esfuerzo, pero fue un honor ser obsequiado con estas dos cabezas.

Lee estos capítulos de nuevo y anota los pasos que llevaron a Gedeón del lagar hasta recibir las cabezas de los jefes de los madianitas.

 

 

 

 

¿Cuáles son los pasos que Dios ha tocado en tu vida? ¿Dónde estás en este proceso? ¿Guiando a otros a la victoria? ¿Vencido por el enemigo? ¿Aun trillando el trigo en el lagar?

 

¿Qué es el mensaje principal que Dios tiene para ti en estos capítulos?