Una trampa para Gedeón: Jueces 8:22-35

22 Entonces los israelitas le dijeron a Gedeón: —Gobierna sobre nosotros y, después de ti, tu hijo y tu nieto; porque nos has librado del poder de los madianitas.

En el vacío del liderazgo de Israel, naturalmente llaman a Gedeón para que los gobierne. Están impresionados con su victoria sobre Madián, una victoria que el Señor ganó. Al principio parece que Gedeón demuestra fe y dependencia en el Señor:

23 Pero Gedeón les dijo: —Yo no los gobernaré, ni tampoco mi hijo. Solo el Señor los gobernará. 

Suena muy bien, muy espiritual. Pero no hay evidencia de que Gedeón buscara una relación con Dios o recibiera más visitas angélicas. Y su única petición a su pueblo traiciona su corazón:

24 Pero tengo una petición —añadió—: que cada uno de ustedes me dé un anillo, de lo que les tocó del botín.

Era costumbre de los ismaelitas usar anillos de oro.

25 —Con mucho gusto te los daremos —le contestaron.

Gedeón hace un efod con el oro

Al principio no parece tan malo, pero casi siempre hay peligro cuando perseguimos la plata.

¿Conoces a pastores u otros ministros que han pedido “un anillo”? ¿Qué ha sido el resultado?

 

¿Estás tentado a aprovecharte de otros para enriquecerte?

 

Así que tendieron una manta, y cada hombre echó en ella un anillo de su botín. 26 El peso de los anillos de oro que él les pidió llegó a diecinueve kilos, sin contar los adornos, los aros y los vestidos de púrpura que usaban los reyes madianitas, ni los collares que llevaban sus camellos. 27 Con el oro Gedeón hizo un efod, que puso en Ofra, su ciudad. Todo Israel se prostituyó al adorar allí el efod, el cual se convirtió en una trampa para Gedeón y su familia.

El sumo sacerdote usaba un efod que consistía en doce cuadrados de colores adornados con doce piedras preciosas que representaban a las tribus de Israel. Cada vez que el sumo sacerdote se ponía el efod era un recordatorio de a quien él representaba: el pueblo de Dios, Israel.

En sí, no parece tan malo hacer el efod. Era parte del vestido que Dios describió en la ley. Pero no fue el sumo sacerdote quien lo usó aquí. Gedeón no era levita. Y casi se convirtió en un ídolo, con la gente adorándolo. Lamentablemente, hay pocos líderes en la Biblia que no cayeron en algún pecado o trampa.

¿Has visto elementos de la práctica religiosa convertirse en trampas que alejan a la gente de la verdadera adoración a Dios?

¿Por qué crees que Gedeón lo hizo?

 

¿Hay algún pecado o trampa que sería una tentación para ti?

 

28 Los madianitas fueron sometidos delante de los israelitas, y no volvieron a levantar cabeza. Y durante cuarenta años, mientras vivió Gedeón, el país tuvo paz.

Esas son buenas noticias. El número cuarenta es muy común en la Biblia para un período de bendición de Dios.

Las concubinas y la muerte de Gedeón

29 Yerubaal hijo de Joás regresó a vivir a su casa. 30 Tuvo setenta hijos, pues eran muchas sus esposas. 31 Su concubina que vivía en Siquén también le dio un hijo, a quien Gedeón llamó Abimélec. 

No solo le atraía el oro de los anillos, sino también las mujeres. Es una combinación demasiado común. Debe haber estado bastante ocupado, pero probablemente no en las cosas de Dios: Tenía setenta hijos.

32 Gedeón hijo de Joás murió a una edad avanzada y fue sepultado en la tumba de Joás, su padre, en Ofra, pueblo del clan de Abiezer.

Nunca dice más sobre su relación con Dios, pero tuvo una larga vida, y parece que tuvo una influencia espiritual positiva, que desapareció cuando murió:

33 En cuanto murió Gedeón, los israelitas volvieron a prostituirse ante los ídolos de Baal. Erigieron a Baal Berit como su dios 34 y se olvidaron del Señor su Dios, que los había rescatado del poder de todos los enemigos que los rodeaban. 35 También dejaron de mostrarse bondadosos con la familia de Yerubaal, es decir, Gedeón, no obstante todo lo bueno que él había hecho por Israel.

El hombre es muy propenso a olvidarse de Dios y de los que le han ayudado. Es propenso a la idolatría. Dios hizo maravillas por Israel a través de Gedeón, y él mismo hizo mucho bien por su país. Pero todo se quedó con él cuando murió.