Micaías y una religión a su manera: Jueces 17

Los capítulos restantes de Jueces forman un epílogo. Ocurrieron bastante temprano en el tiempo de los jueces, y fueron escritos para describir en vívidos detalles los resultados de la falta de autoridad y de un rey en Israel. Sirven como un contraste dramático a las bendiciones de Dios bajo el rey David.

Una imagen y un ídolo hechos con plata robada de su mamá

1En la región montañosa de Efraín había un hombre llamado Micaías, quien le dijo a su madre: —Con respecto a las mil cien monedas de plata que te robaron y sobre las cuales te oí pronunciar una maldición, yo tengo esa plata; yo te la robé.

En este libro ya estamos acostumbrados a gente y situaciones inusuales. Pero esta es una manera muy extraña de presentar este hombre. ¿Será un juez u otro líder? Le roba a su mamá y ahora se lo confiesa, después de que ella maldijo al ladrón (¡su hijo!). Tal vez el temor a esa maldición lo motivó a devolver la plata. La respuesta de su mamá no es menos extraña:

Su madre le dijo: —¡Que el Señor te bendiga, hijo mío!

Primero, sin saber quién era, lo maldice. Ahora, en lugar de regañarlo, lo bendice. Se supone que ella lo bendijo por confesar su pecado, y por contrarrestar la maldición, porque aún no había devuelto la plata.

Cuando Micaías le devolvió a su madre las mil cien monedas de plata, ella dijo: —Solemnemente consagro mi plata al Señor para que mi hijo haga una imagen tallada y un ídolo de fundición. Ahora pues, te la devuelvo.

El hijo la roba. Se la devuelve a su mamá. Ella se la devuelve a su hijo, pero ahora está consagrada al Señor. En su mente, no hay nada de malo en usar plata consagrada para hacer una imagen y un ídolo.

¿Has estado en relaciones familiares tan retorcidas? ¿Le has robado algo a un familiar? ¿Qué harías si te enteras de que te robaron algo?

 

¿Hay algo que tienes que devolver a alguien?

 

Cuando él le devolvió la plata a su madre, ella tomó doscientas monedas de plata y se las dio a un platero, quien hizo con ellas una imagen tallada y un ídolo de fundición, que fueron puestos en la casa de Micaías. Este Micaías tenía un santuario. Hizo un efod y algunos ídolos domésticos, y consagró a uno de sus hijos como sacerdote. 

La imagen y el ídolo ni siquiera quedan en la casa de quien pagó por ellos (la mamá), sino en la casa de quien robó la plata (su hijo). Este era un hombre religioso, pero no hizo nada conforme a la ley de Dios.

Básicamente, Micaías tiene una iglesia en casa. En sí, no es pecado tener una iglesia en tu casa. Era normal en la iglesia primitiva, debido a la persecución y falta de recursos para construir un edificio. Es muy común in China y otros países que persigan a los cristianos. Pero incluso una iglesia en casa tiene que seguir las normas establecidas en el Nuevo Testamento para una iglesia. Tiene que estar bajo la autoridad de algún concilio, apóstol u otra autoridad. Cualquiera no puede establecer una iglesia en su casa a su manera.

¿Conoces a alguien que haya construido su propia religión? ¿Tiene algún santuario? ¿O su concepto de un sacerdote? ¿Cuál sería su ídolo?

 

¿Cuáles son algunas de los “ídolos domésticos” que la gente tiene hoy?

 

En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.

Esta es la explicación del autor para el desorden en el país: la falta de un rey. Yo diría que fue también por falta de sacerdotes o de un líder que tuviera autoridad de Dios para enseñar la ley y hacer cumplir la ley. Dios nos ha diseñado para funcionar bajo su autoridad y sus autoridades delegadas. Si eso no existe, cada uno hace lo que le parece mejor. Hay caos. Hay anarquía.

¿Cómo ves la actitud del mundo actual hacia la autoridad en el gobierno, la iglesia y la familia?

 

¿Crees que estamos en un momento en el que cada uno hace lo que le parece mejor? ¿Cuáles son los resultados?

 

 

Un levita se convierte en su sacerdote

Un joven levita de Belén de Judá, que era forastero y de la tribu de Judá, salió de aquella ciudad en busca de algún otro lugar donde vivir. En el curso de su viaje llegó a la casa de Micaías en la región montañosa de Efraín.

—¿De dónde vienes? —le preguntó Micaías.

—Soy levita, de Belén de Judá —contestó él—, y estoy buscando un lugar donde vivir.

10 —Vive conmigo —le propuso Micaías—, y sé mi padre y sacerdote; yo te daré diez monedas de plata al año, además de ropa y comida.

¡Qué conveniente! Por casualidad, este levita llega a la casa de Micaías. ¿Fue enviado por Dios? No parece probable. No dice que el levita estaba buscando una oportunidad para servir a Dios. Belén no era una de las ciudades designadas para los levitas. Suena como un acuerdo comercial de beneficio mutuo. Es probable que el servicio de los levitas y el sostén económico ya estuvieran olvidados en el desorden del país en aquellos días. No sabemos nada sobre el padre de Micaías, pero posiblemente no estaba en su vida, y este levita sirvió como su padre y sacerdote.

11 El joven levita aceptó quedarse a vivir con él, y fue para Micaías como uno de sus hijos. 12 Luego Micaías invistió al levita, y así el joven se convirtió en su sacerdote y vivió en su casa. 13 Y Micaías dijo: «Ahora sé que el Señor me hará prosperar, porque tengo a un levita como sacerdote».

No es tan diferente del pensamiento de muchos hoy: Si tienen algún artículo religioso, una Biblia en un estante o alguien en la familia entregado al Señor, serán prosperados por el Señor. Micaías quería que el levita fuese su padre, pero es joven y como un hijo para él. Ahora es parte de la familia.

En tu forma de pensar, honestamente, ¿qué crees que trae la bendición de Dios a tu hogar?

 

Al terminar este capítulo, ¿qué  piensas de Micaías?