La trágica muerte de una concubina: Jueces 19

1En la época en que no había rey en Israel, un levita que vivía en una zona remota de la región montañosa de Efraín tomó como concubina a una mujer de Belén de Judá. 

La pregunta inmediata es: ¿era el mismo levita del capítulo anterior? ¿Es mera coincidencia que ese levita también fuera de Belén? Es casi seguro que no es el mismo levita. ¿Por qué vive en esa zona remota, lejos de las ciudades de los levitas? Tal vez la presencia del arca en Siló en Efraín atrajo a varios levitas a la zona. Es interesante que un pueblo pequeño como Belén ya era importante en este período de los jueces.

La inquietud más profunda es: Si este es un sacerdote, un hombre de Dios, ¿por qué tomó una concubina? ¿Por qué no se casó con alguien? Es cierto que era común tener una concubina, pero nunca fue aprobado por Dios, y ciertamente no es algo que queremos poner como un buen ejemplo bíblico. La introducción del capítulo, con casi las mismas palabras que el capítulo anterior, ya indica que este es un producto más del desorden y caos que vivió el país en esa época.

El levita en casa de su suegro

Pero ella le fue infiel y lo dejó, volviéndose a la casa de su padre, en Belén de Judá. Había estado allí cuatro meses cuando su esposo fue a verla para convencerla de que regresara. Con él llevó a un criado suyo y dos asnos. Ella lo hizo pasar a la casa de su propio padre, quien se alegró mucho de verlo. Su suegro, padre de la muchacha, lo convenció de que se quedara, y él se quedó con él tres días, comiendo, bebiendo y durmiendo allí.

Meterse en algo que va en contra de la Palabra de Dios es una invitación a más problemas. No tenía ningún compromiso del matrimonio, por lo que se sentía libre de tener otro hombre y luego dejarlo. Lo cual nos hace preguntar ¿por qué lo dejó? ¿Él la abusó? ¿Él no la trató bien?

El levita esperó cuatro meses para buscarla. ¿Con la esperanza de que regresaría antes, por su propia voluntad? ¿O porque no era tan importante para él? Parece que su suegro (así lo llama, aunque no estaban casados; así también llama al levita “esposo”) pensó que sería bueno que ella se fuera  con el levita.

Al cuarto día madrugaron y él se dispuso a salir, pero el padre de la muchacha le dijo a su yerno: «Repón tus fuerzas con algo de comida; luego podrás irte». Así que se sentaron a comer y a beber los dos juntos. Después el padre de la muchacha le pidió: «Por favor, quédate esta noche para pasarla bien». Cuando el levita se levantó para irse, su suegro le insistió de tal manera que se vio obligado a quedarse allí esa noche. Al quinto día madrugó para irse, pero el padre de la muchacha le dijo: «Repón tus fuerzas. ¡Espera hasta la tarde!» Así que los dos comieron juntos.

O a este hombre realmente le gustaba su yerno, o estaba manipulando la situación. De todos modos, el levita debería sospechar en este punto.

¿Sabes cómo leer una situación y una persona? ¿Tienes discernimiento, y confías en el Espíritu Santo, para que te advierta del peligro?

¿Has puesto a Dios a prueba? ¿O haces caso de una inquietud que tienes?

 

Cuando el hombre se levantó para irse con su concubina y su criado, su suegro, que era el padre de la muchacha, le dijo: «Mira, está a punto de oscurecer, y el día ya se termina. Pasa aquí la noche; quédate para pasarla bien. Mañana podrás madrugar y emprender tu camino a casa». 10 No queriendo quedarse otra noche, el hombre salió y partió rumbo a Jebús, es decir, Jerusalén, con sus dos asnos ensillados y su concubina.

El levita ya está harto del juego y se va con su concubina, aunque está a punto de oscurecer. No es un viaje muy largo a Jerusalén (menos de 9 kilómetros), aunque esa ciudad aún no era el centro del culto de Israel; los jebuseos vivían allí.

11 Cuando estaban cerca de Jebús, y ya era casi de noche, el criado le dijo a su amo: —Vamos, desviémonos hacia esta ciudad de los jebuseos y pasemos la noche en ella.

Ahora están en una situación complicada. Salieron tarde, y era casi de noche. O tienen que viajar de noche, o quedarse en el campo abierto o en una ciudad extranjera.

12 Pero su amo le replicó: —No. No nos desviaremos para entrar en una ciudad extranjera, cuyo pueblo no sea israelita. Seguiremos hasta Guibeá.

13 Luego añadió: —Ven, tratemos de acercarnos a Guibeá o a Ramá, y pasemos la noche en uno de esos lugares.

El levita escoge la primera opción: viajar de noche, con la esperanza de llegar a una de esas ciudades israelitas, que supuestamente sería más segura. Se nota la preocupación por la criminalidad que existía en Israel en el desorden del momento.

¿Alguna vez has tenido que tomar una decisión en un viaje para quedarte en un lugar cuestionable o seguir el camino hacia un lugar que conoces mejor?

 

¿Has visto la provisión y protección de Dios, tal vez en un país extranjero?

 

¿Cómo te sientes viajando donde obviamente te ves diferente a los demás?

 

 

Buscando hospitalidad en Guibeá

14 Así que siguieron de largo, y al ponerse el sol estaban frente a Guibeá de Benjamín. 15 Entonces se desviaron para pasar la noche en Guibeá. El hombre fue y se sentó en la plaza de la ciudad, pero nadie les ofreció alojamiento para pasar la noche.

Ya hay otro signo que algo anda mal. La costumbre sería ofrecer alojamiento a un viajero sentado en la plaza.

¿Crees que un cristiano debería ofrecer hospitalidad a una persona en la calle, tal vez de otro país? ¿Cómo puedes protegerte a ti mismo y a tu familia en esa situación?

Había un pueblo llamado “Guibeá” en Judá y otro en Efraín. Esta Guibeá de Benjamín era el capital político del Rey Saúl.

16 Aquella noche volvía de trabajar en el campo un anciano de la región montañosa de Efraín, que vivía en Guibeá como forastero, pues los hombres del lugar eran benjaminitas. 17 Cuando el anciano miró y vio en la plaza de la ciudad al viajero, le preguntó: —¿A dónde vas? ¿De dónde vienes?

Otro hombre que no es benjamita los hace caso. Es un paisano, de Efraín.

18 El viajero le respondió: —Estamos de paso. Venimos de Belén de Judá, y vamos a una zona remota de la región montañosa de Efraín, donde yo vivo. He estado en Belén de Judá, y ahora me dirijo a la casa del Señor, pero nadie me ha ofrecido alojamiento. 19 Tenemos paja y forraje para nuestros asnos, y también pan y vino para mí y para tu sierva, y para el joven que está conmigo. No nos hace falta nada.

La casa del Señor en Efraín sería el tabernáculo en Siló. Posiblemente quería hacer una ofrenda de acción de gracias o una ofrenda pidiendo perdón, pero él necesita la provisión de Dios para esa noche.

20 —En mi casa serás bienvenido —le dijo el anciano—. Yo me encargo de todo lo que necesites. Pero no pases la noche en la plaza.

Otro signo de que no es el lugar más seguro: Los advierte que no pasen la noche en la plaza. ¡El crimen y la inseguridad no son nuevos!

Los hombres de Guibeá quieren sexo con el levita

21 Así que lo llevó a su casa y dio de comer a sus asnos y, después de lavarse los pies, comieron y bebieron. 22 Mientras pasaban un momento agradable, algunos hombres perversos de la ciudad rodearon la casa. Golpeando la puerta, le gritaban al anciano dueño de la casa: —¡Saca al hombre que llegó a tu casa! ¡Queremos tener relaciones sexuales con él!

Aparte de Sodoma, esta es una de las pocas referencias a la homosexualidad en el Antiguo Testamento. Son hombres perversos que quieren violar al levita. La homosexualidad era común entre los cananeos.

Aunque la homosexualidad es claramente prohibido por Dios en ambos Testamentos y llamada una perversión (Romanos 1:27), merecedora de la pena de muerte (Levítico 20:13), no odiamos al homosexual, y no todos son tan depravados como estos hombres. Es una pena que la percepción sea que el cristiano odia a la persona gay. Cristo murió por ellos también y quiere librarlos de su pecado.

¿Cómo te sientes sobre el movimiento LGBTQ en el mundo actual? ¿Cómo crees que deberíamos responder al homosexual?

 

 

23 El dueño de la casa salió y les dijo: —No, hermanos míos, no sean tan viles, pues este hombre es mi huésped. ¡No cometan con él tal infamia! 24 Miren, aquí está mi hija, que todavía es virgen, y la concubina de este hombre. Las voy a sacar ahora, para que las abusen y hagan con ellas lo que bien les parezca. Pero con este hombre no cometan tal infamia.

Para una historia en las Sagradas Escrituras del Señor, ésta es impactante. Que el anciano esté dispuesto a ofrecer a su hija virgen para proteger a este hombre al que apenas conoció muestra la importancia del honor y la protección de un huésped, pero también el estatus tan bajo de una mujer en esa sociedad. Nos recuerda de Lot, en Génesis 19:8, quien ofreció sus dos hijas a los hombres de Sodoma para proteger al hombre de Dios de ser violado por ellos.

Muchas acusan a cristianos de despreciar a las mujeres, especialmente citando las epístolas de Pablo. ¿Cómo puede el cristiano afirmar lo que dice la Biblia y a la misma vez dar valor a la mujer?

 

¿Qué observas en el trato de las mujeres por parte de Jesucristo?

 

 

25 Aquellos perversos no quisieron hacerle caso, así que el levita tomó a su concubina y la echó a la calle. Los hombres la violaron y la ultrajaron toda la noche, hasta el amanecer; ya en la madrugada la dejaron ir. 26 Despuntaba el alba cuando la mujer volvió, y se desplomó a la entrada de la casa donde estaba hospedado su marido. Allí se quedó hasta que amaneció.

Ya vemos el valor que el levita dio a su concubina. Esa puede ser la razón por la que ella lo dejó al principio. El Nuevo Testamento nos manda a nosotros los hombres que entreguemos la vida por nuestra mujer, tal como Jesús entregó su vida por nosotros. No hay nada de amor aquí.

La mujer abusada hasta la muerte

27 Cuando por la mañana su marido se levantó y abrió la puerta de la casa, dispuesto a seguir su camino, vio allí a su concubina, tendida a la entrada de la casa y con las manos en el umbral. 28 «¡Levántate, vámonos!», le dijo, pero no obtuvo respuesta. Entonces el hombre la puso sobre su asno y partió hacia su casa.

¡La falta de emoción es increíble! ¡Sin hablarle ni preguntarle cómo está, solo le dice “levántate”! Y cuando se da cuenta de que ya está muerta, no hace nada contra sus asesinos; en seguida partió para su casa con la mujer sobre su asno.

Si eres hombre, ¿alguna vez has mostrado ese desprecio por una mujer?

 

Si eres mujer, ¿alguna vez te has sentido tan despreciado?

 

 

29 Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo y descuartizó a su concubina en doce pedazos, después de lo cual distribuyó los pedazos por todas las regiones de Israel. 30 Todo el que veía esto decía: «Nunca se ha visto, ni se ha hecho semejante cosa, desde el día que los israelitas salieron de la tierra de Egipto. ¡Piensen en esto! ¡Considérenlo y dígannos qué hacer!»

¿Cuál es el propósito de incluir esta historia en la Biblia? Para demostrar la profundidad de la perversidad y pecado en Israel y para enseñarnos lo que puede pasar cuando no hay una autoridad establecida por Dios.