Cada uno hacía lo que le parecía mejor: Jueces 21

1Los israelitas habían jurado en Mizpa: «Ninguno de nosotros dará su hija en matrimonio a un benjaminita».

Ese juramento no significa mucho porque casi todos los benjaminitas están muertos. Pero la intención del resto de Israel es clara: No queremos tener nada que ver con un pueblo que soportó algo tan feo. Es una alienación entre hermanos que es difícil de sanar. Con ese enfado es fácil actuar o hacer votos que luego se arrepienten.

¿Hay alguna ofensa que ha ocurrido con un hermano u otro familiar? ¿Qué puedes hacer para sanar esa herida? ¿Crees que hay una solución o curación?

 

Duelo por una tribu perdida

El pueblo fue a Betel, y allí permanecieron hasta el anochecer, clamando y llorando amargamente en presencia de Dios. 

Solo después de matar y jurar y manifestar su ira, claman y lloran en presencia de Dios. Es una de las pocas veces en este libro que hemos visto un dolor tan profundo. Antes fueron a Betel porque el arca estaba allí y querían consultar a Dios por su bendición en la guerra. Ahora es para consuelo.

¿Has experimentado remordimiento? ¿Has hecho algo, tal vez con ira o con prisa, sin pensar mucho en las consecuencias, y luego lamentas lo que hiciste?

 

¿Sabes lo que es clamar y llorar amargamente en presencia de Dios?

 

«Oh Señor, Dios de Israel —clamaban—, ¿por qué le ha sucedido esto a Israel? ¡Hoy ha desaparecido una de nuestras tribus!»

¿Por qué? ¡Porque ellos mismos los mataron! ¡Porque han permitido esa anarquía en su país! ¡Porque no han mantenido esa relación íntima con Dios, andando en obediencia a su ley! Pero ahora se dan cuenta de lo que han hecho, y reconocen que el único remedio es una intervención de Dios.

Al día siguiente el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí un altar, y presentaron holocaustos y sacrificios de comunión.

Tras el clamor y el llanto presentan holocaustos y sacrificios, el siguiente paso en este proceso:

  1. Ir a un lugar (la iglesia, un lugar solitario, un cuarto de tu casa) para un encuentro con el Señor.
  2. Clamar y llorar delante de Él.
  3. Expresar el motivo de tu clamor.
  4. Ofrecer sacrificios de alabanza, confesar el pecado, y hacer lo necesario para restaurar la intimidad con Dios, escuchar su voz y recibir su consuelo.

Luego hay otra contradicción. ¿La ves en lo que preguntan aquí?

Luego preguntaron los israelitas: «¿Quién de entre todas las tribus de Israel no se presentó a la asamblea del Señor?» Porque habían pronunciado un juramento solemne contra cualquiera que no se presentara ante el Señor en Mizpa, diciendo: «Tendrá que morir».

Ellos son los que mataron a casi todos los benjaminitas. Con razón ellos no están presentes. Están lamentando la desaparición de una de las tribus. Pero buscan a cualquier otro pueblo que no esté presente, y juran otra vez, para matarlos.

¿Cómo proveer esposas por los benjaminitas?

Los israelitas se afligieron por sus hermanos, los benjaminitas. «Hoy ha sido arrancada una tribu de Israel —dijeron ellos—. ¿Cómo podemos proveerles esposas a los que quedan, si ya hemos jurado ante el Señor no darles ninguna de nuestras hijas en matrimonio?» 

¡Qué complicado! Han matado a casi todos los hombres de Benjamín, y han jurado no darles ninguna de sus hijas. Así la tribu será aniquilada. Ya ellos mismos reconocen cómo ese juramento complica la situación.

¿Alguna vez has creado para ti tal situación? Tú puedes estar entre la espada y la pared. La única manera de resolver la situación es contradecir algo que ya intentaste hacer.

 

 

Entonces preguntaron: «¿Cuál de las tribus de Israel no se presentó ante el Señor en Mizpa?» Y resultó que ninguno de Jabés Galaad había llegado al campamento para la asamblea, porque al pasar revista al pueblo notaron que de los habitantes de Jabés Galaad no había allí ninguno.

10 Así que la asamblea envió doce mil de los mejores guerreros con la siguiente orden: «Vayan y maten a filo de espada a los habitantes de Jabés Galaad. Maten también a las mujeres y a los niños. 11 Esto es lo que van a hacer: Exterminarán a todos los hombres y a todas las mujeres que no sean vírgenes». 

Jabés Galaad se menciona por primera vez. No era parte de Benjamín, sino una ciudad al este del río Jordán. No sabemos la razón por la cual no se presentaron en Mizpa. Puede ser que nunca hayan recibido la noticia. Algunos han dicho que posiblemente tenían una alianza con Benjamín. Para solucionar el problema de la posible eliminación de la tribu de Benjamín, van a matar a todos, menos las muchachas vírgenes. Es una solución radical, pero vivían en tiempos de gran desorden. Aunque al principio de esta asamblea estaban buscando al Señor, no hay indicios de que hayan recibido esta solución de Dios. De nuevo, vemos aquí un desprecio total por la vida, no solo de los hombres, sino también de las mujeres y los niños.

¿Puedes entender su angustia por la posible eliminación de una tribu? ¿Se te ocurre una solución al problema que sea menos radical?

 

¿Crees que es justo matar a alguien que no asiste a una asamblea o servicio?

Cuatrocientas vírgenes

12 Entre los habitantes de Jabés Galaad encontraron a cuatrocientas muchachas que no habían tenido relaciones sexuales con ningún hombre, y las llevaron al campamento de Siló, que está en la tierra de Canaán.

¡Imagina el trauma de esas muchachas! Ver a casi todo su pueblo asesinado, ser llevado a otro lugar y ser entregadas a hombres, que también quedaron traumatizados. ¡Y en esa circunstancia perder su virginidad! ¿Y cómo confirmaron quien había tenido relaciones sexuales o no?

 

13 Entonces toda la comunidad envió una oferta de paz a los benjaminitas que estaban en la peña de Rimón. 14 En esa ocasión regresaron los benjaminitas, y les entregaron las mujeres de Jabés Galaad que habían dejado con vida. Pero no hubo mujeres para todos.

Los pocos benjaminitas que quedan no tienen muchas opciones. Deberían estar contentos que haya una oferta de paz, y en qué consiste. Entregan las vírgenes a los hombres de Benjamín, ¡pero no alcanzan!

15 El pueblo todavía se afligía por Benjamín, porque el Señor había dejado un vacío en las tribus de Israel. 16 Y los ancianos de la asamblea dijeron: «¿Cómo podemos darles mujeres a los hombres que quedaron, si las mujeres de Benjamín fueron exterminadas? 17 ¡Los sobrevivientes benjaminitas deben tener herederos —exclamaron—, para que no sea aniquilada una tribu de Israel! 18 Pero nosotros no podemos darles nuestras hijas como esposas, porque hemos jurado diciendo: “Maldito sea el que dé una mujer a un benjaminita”. 

Ya intentaron solucionar el problema, y pueden descansar sabiendo que al menos 400 hombres tenían mujeres. Pero no están satisfechos. Querían proporcionar una mujer para cada hombre. ¿Qué pueden hacer sin romper su juramento?

19 Pero miren, se acerca la fiesta del Señor que todos los años se celebra en Siló, al norte de Betel, y al este del camino que va de Betel a Siquén, y al sur de Leboná».

Van a aprovechar una fiesta del Señor para hacer algo tortuoso.

Los demás benjaminitas roban muchachas y se las llevan a su tierra

20 Así que dieron estas instrucciones a los de Benjamín: «Vayan, escóndanse en los viñedos 21 y estén atentos. Cuando las muchachas de Siló salgan a bailar, salgan ustedes de los viñedos y róbese cada uno de ustedes una de esas muchachas para esposa, y váyase a la tierra de Benjamín. 22 Y, si sus padres o sus hermanos vienen a reclamarnos algo, les diremos: “Sean bondadosos con ellos, porque no conseguimos esposas para todos ellos durante la guerra. Además, ustedes son inocentes, ya que no les dieron sus hijas”».

Parece un acomodo muy extraño, pero tal era la importancia de salvar a la tribu (muy grande), y también el valor que se le daba a una mujer (muy bajo). Mientras estas muchachas salen a bailar, los ancianos aconsejan a los benjaminitas que se las roben y se las lleven a casa. Por lo general, en esa situación, un padre o un hermano iría para castigar al hombre y reclamar a la muchacha, pero los ancianos protegerán a los hombres y no permitirán que las rescaten.

23 Así lo hicieron los de la tribu de Benjamín. Mientras bailaban las muchachas, cada uno de ellos se robó una y se la llevó. Luego regresaron a sus propias tierras, reconstruyeron las ciudades y se establecieron en ellas. 24 Luego de eso los israelitas también se fueron de aquel lugar y regresaron a sus tribus y a sus clanes, cada uno a su propia tierra.

En medio de la fiesta y mientras las muchachas bailaban alegres, ajenas al plan malvado de sus ancianos, de repente doscientas muchachas desaparecieron, robadas y arrebatadas por hombres que nunca conocieron.  Así salvaron a la tribu y hubo descanso después de esta tragedia. Toda esta matanza empezó con la atrocidad que cometió Benjamín con la concubina de ese levita. Dada la ausencia de autoridad y ley en ese entonces, la solución fue brutal.

25 En aquella época no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía mejor.

Este último versículo del libro describe muy bien la situación en Israel. Aunque se menciona Dios, Él no toma una parte importante en su vida diaria. El pecado abunda. Por todo lo que hemos visto en este libro, parece que no hay mucha esperanza para Israel.