Salmo 36

En el palacio con Saúl, David fue testigo por primera vez de la depravación humana. En Belén vivió una vida protegida, disfrutando del amor de sus padres y la belleza de la naturaleza. Tenía un corazón inclinado a Dios y no tenía motivos para buscar placeres pecaminosos. Había oído hablar de Satanás, pero no tenía experiencia de primera mano con ese diablo. Todo eso cambió en el palacio. Vio a un hombre que puede amar como un padre en un momento, pero luego convertirse en un maníaco, tratando de matar a ese hijo. Vio su soberbio y cómo el poder lo corrompió. Esto llevó a David a acercarse aún más a su Dios. Posiblemente durante esos meses, ministrando a Saúl con su arpa, compuso este Salmo.

1 El pecado habla al malvado
en lo profundo de su corazón.

David vio las raíces profundas del pecado, en lo profundo del corazón del hombre. No era algo superficial o pasajero, sino algo fundamentalmente malvado en su corazón. Aquí David trata al pecado como una persona que habla. Pueden ser los pensamientos del propio corazón o las mentiras del diablo. ¡Nunca escuches al pecado!

No hay temor de Dios
delante de sus ojos.

Cuando Saúl fue atormentado, perdió todo temor de Dios. El pecado destruye nuestra perspectiva y no tenemos reverencia hacia Dios ni comprensión de las consecuencias de nuestro pecado.

Cree que merece alabanzas,
al punto de no hallar aborrecible su propio pecado.
Sus palabras son malvadas y engañosas;
ha perdido el buen juicio
y la capacidad de hacer el bien.
Aun en su lecho trama hacer iniquidad;
se aferra a su mal camino
y no rechaza la maldad.

De varias maneras, David describe la corrupción total del hombre separado de Dios. En lugar de aborrecer su pecado y arrepentirse, lo justifica. Es tan arrogante que cree que merece alabanza. En ese estado no tenemos capacidad para hacer el bien. La mente está distorsionada y no actúa con sabiduría. Una vida así no atrae a David. ¡Corre a su Dios!

Tu amor, Señor, llega hasta los cielos;
tu fidelidad alcanza las nubes.
Tu justicia es como las altas montañas;
tus juicios, tan profundos como el mar.

Comparado con el corazón limitado y egocéntrico del hombre, Dios es infinito. La grandeza de su amor y fidelidad no se puede medir. Su justicia está más allá de nuestra comprensión.

Tú, Señor, cuidas de hombres y animales;
¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor!
Todo ser humano halla refugio
a la sombra de tus alas.

¡David y sus ovejas conocían muy bien el cuidado de Dios! Cuando vio a Saúl atormentado, corrió a la hermosa sombra de las alas de Dios. Allí tú y yo también encontramos refugio y el abrazo amoroso de nuestro Dios.

Se sacian de la abundancia de tu casa;
les das a beber en el río de tus delicias.
Porque en ti está la fuente de la vida
y en tu luz podemos ver la luz.

¿El poder del trono? ¿El orgullo que a menudo acompaña a una posición de autoridad? ¿La tentación de las riquezas o los placeres de la carne? ¡De ningún modo! En la casa y la presencia de Dios hay abundancia para saciarnos. Hay un río de agua viva, el Espíritu Santo, del cual podemos beber. Hay una fuente interior que brota para vida eterna. Y el Señor hace brillar su luz en nuestro camino. ¿Por qué morar en la oscuridad? ¿Por qué buscar algo en el mundo?

10 Extiende tu amor a los que te conocen
y tu justicia a los de corazón sincero.
11 Que no me aplaste el pie del orgulloso
ni me desarraigue la mano del impío.
12 Vean cómo fracasan los malvados:
¡fueron derribados y no pueden levantarse!

Estoy seguro de que David también sentía afecto por Saúl. Le dolía ver a este hombre con tanto potencial destruirse a sí mismo. Vio sus fracasos. Vio a un rey derribado. Dios nos da muchas oportunidades, pero llega el momento en que ya es demasiado tarde y no podemos levantarnos. David reconoce el peligro de la mano y el pie de los orgullosos e impíos. ¿Cuál es la respuesta? Una relación personal con Dios. Llegar a conocerlo. Dios extiende su amor a quienes lo conocen. Y mantener un corazón sincero. Dios extiende su justicia a ellos.

Sí, esos meses en el palacio no fueron fáciles. David se enfrentó a espíritus inmundos y vio a un gran hombre destruirse a sí mismo. Pero aprendió mucho en el proceso.

David al servicio de Saúl: 1 Samuel 16:14-23

No sabemos cuánto tiempo pasó después de esa unción. Posiblemente varios años. Tiempo suficiente para que Dios lo levantara sutilmente y llamara la atención de otros, incluso fuera de Belén. Tampoco sabemos exactamente la secuencia de estas historias, pero en este capítulo Dios abre una puerta al propio palacio del rey. Él ya está preparando todo para David, aunque todavía tiene que esperar años para ascender al trono. Mientras tanto, Saúl estaba experimentando las consecuencias de su rebelión: El Espíritu lo había dejado.

14 El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y en su lugar el Señor le envió un espíritu maligno para que lo atormentara. 

Esas son palabras fuertes y atemorizantes. Ser rey, ungido por el Espíritu, y luego perderlo todo. Apagar y contristar al Espíritu hasta que te deje. Quizás más preocupante es lo que puede venir en lugar del Espíritu Santo. Hebreos (6:4-6) habla de la pesadilla de un cristiano que ha experimentado la plenitud del Espíritu y se aparta:

Porque es imposible que aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo, que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, pero después de todo esto se han apartado, renueven su arrepentimiento. Pues así, para su propio mal, vuelven a crucificar al Hijo de Dios y lo exponen a la vergüenza pública.

Realmente hace la vida muy complicada. Segunda de Pedro 2:21 dice: Más les hubiera valido no conocer el camino de la justicia que abandonarlo después de haber conocido el santo mandamiento que se les dio.  Peor aún, cuando estás en rebelión y sin el Espíritu Santo, te abres a los espíritus malignos. Pero, ¿Dios envía demonios? ¿No es esa la obra de Satanás?

No es la única vez en las Escrituras cuando un espíritu maligno viene de parte de Dios (ver Jueces 9:23, 1 Reyes 22:22 y 2 Corintios 12:7). Dios es soberano. Si nos centramos demasiado en el diablo, podríamos pensar que se trata de un gran concurso entre iguales, pero Satanás hace sólo lo que se le permite hacer. Dios puede atar al diablo y a todos sus demonios de forma inmediata y completa, pero los usa para lograr sus propósitos. En este caso, Dios quería colocar a David en el palacio del rey.

El historiador judío Josefo escribió en el primer siglo: “Pero en cuanto a Saúl, algunos trastornos extraños y demoníacos vinieron sobre él, y trajeron tales asfixias que estaban a punto de estrangularlo.” No conocemos la naturaleza de su tormento; no era constante, pero era obvio para quienes lo rodeaban. Cuando un cristiano cede repetidamente a la tentación y vive en pecado, será atormentado y oprimido por espíritus malignos, y con el tiempo Satanás comienza a construir una fortaleza en su vida.

¿Alguna vez has sabido lo que es ser atormentado por un espíritu maligno? ¿Hay momentos en tu vida en los que has apagado o contristado al Espíritu Santo?

15 Sus servidores le dijeron: —Como usted se dará cuenta, un espíritu maligno de parte de Dios lo está atormentando. 16 Así que ordene Su Majestad a estos siervos suyos que busquen a alguien que sepa tocar el arpa. Así, cuando lo ataque el espíritu maligno de parte de Dios, el músico tocará, y Su Majestad se sentirá mejor.

Aquí Saúl parece un poco tonto, como si no se diera cuenta de lo que está pasando y no buscara alivio. Son sus siervos quienes se preocupan por él (¡qué lindo tener tales sirvientes!) y se les ocurre algo que podría ayudar al rey. Lamentablemente, no mencionan el arrepentimiento y la sumisión a Dios como una solución.

David habló del poder de la alabanza contra el enemigo en el Salmo 8. No era fuera de lo común que un judío fuera atormentado por un espíritu maligno. Ellos reconocieron la realidad de ese ámbito espiritual, y reconocieron el poder de la música para brindar alivio a los atormentados. Dios envió el espíritu maligno a Saúl y luego usó a su sucesor recién ungido para tocar música de adoración para brindarle alivio. ¿Qué estaba tocando David que fuera tan efectivo? Un músico hábil que no conocía a Dios podía tocar la misma música sin ningún efecto. No hay poder mágico en la música, pero cuando los creyentes llenos del Espíritu Santo exaltan a Dios en adoración, los espíritus malignos huyen. La adoración es mucho más que entretenimiento; es un medio poderoso para derrotar al enemigo y acercarse a Dios.

Lamentablemente, esa música no tuvo el poder de liberarlo completamente. Hay muchos que buscan alivio en la música de adoración, en una iglesia o en el hogar, pero nunca abordan la raíz de su problema. Cuando el diablo ataca, se sienten mejor por un tiempo, pero vuelven a su pecado y no cierran la puerta al espíritu maligno. No derriban la fortaleza del enemigo.

17 —Bien —les respondió Saúl—, consíganme un buen músico y tráiganlo.

18 Uno de los cortesanos sugirió: —Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el Señor está con él. Su padre es Isaí, el de Belén.

Alguien bastante lejos de Belén ya sabía que estas impresionantes cualidades estaban presentes en un joven llamado David:

  • Sabe tocar el arpa. Ser erudito y preparado con un talento siempre es valioso, aunque si no tiene las otras cualidades, puede que no signifique mucho.
  • Es valiente; poderoso y valiente (LBLA); valiente y vigoroso (RVR).
  • Es un guerrero hábil.
  • Sabe expresarse; prudente en su hablar (LBLA); de buen juicio (NTV); elocuente (BLPH).
  • Es de buena presencia; hombre bien parecido (LBLA); hermoso (RVR).
  • El Señor esta con él. ¡Lo más importante!

¡David lo tiene todo! Obviamente el Señor ha estado trabajando con este joven. Él ya tenía talentos naturales y otros que desarrolló mientras pastoreaba las ovejas. Pero Dios también le ha dado muchas oportunidades para hablarle al pueblo y demostrar su valentía. Es obvio que Dios lo estaba preparando desde el vientre de su madre.

19 Entonces Saúl envió unos mensajeros a Isaí para decirle: «Mándame a tu hijo David, el que cuida del rebaño». 

A pesar de esas oportunidades que Dios le ofreció, David aún cuidaba su rebaño y era un muchacho en la casa de su padre. Nunca se le preguntó a David si quería ir o no. Cuando el rey ordena algo, se obedece.

20 Isaí tomó un asno, alimento, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl por medio de su hijo David. 

Aunque David es el que ofrece un servicio al rey, Isaí hace todo bien, y envía estas señales de respeto a Saúl. Solo podemos imaginar lo que Dios le habló y lo que pensó David en el camino al palacio.

21 Cuando David llegó, se puso al servicio de Saúl, quien lo llegó a apreciar mucho y lo hizo su escudero. 22 Luego Saúl le mandó este mensaje a Isaí: «Permite que David se quede a mi servicio, pues me ha causado muy buena impresión».

Y así Dios le abrió la puerta del palacio a David. Allí tendría la oportunidad de observar la vida diaria de un rey y aprender de sus errores. Allí conocería a Jonatán, uno de sus mejores amigos. Y allí conocería a una de sus esposas, Mical, con quien tendría una relación conflictiva. Nuevamente la mano de Dios es obvia en el joven:

  • Saúl lo apreciaba mucho; lo amó grandemente(LBLA); se encariñó con él (NBV); llegó a estimarlo muchísimo (DHH).
  • Lo hizo su escudero.
  • Dió muy buena impresión al rey; ha hallado gracia en mis ojos (RVR).
  • Quiere que David permanezca a su servicio.

Esto es casi extremo. Hoy Saúl sería sospechoso de una relación inapropiada con el joven (lástima que amar a alguien haya llegado a tener esa implicación). Pero esto es mucho más que un muchacho tocando el arpa. Había algo en David que realmente tocaba el corazón de Saúl. ¿Y no debería ser así cuando la mano de Dios está sobre alguien? La cuestión es a menudo si el joven puede manejar esa atención sin volverse orgulloso. También revela la lucha interior en Saúl, ya que más tarde fanáticamente trató de matarlo. David no era sólo como un hijo para él, sino más, porque le traía alivio del tormento en su alma. Es casi como necesitara a David para sobrevivir.

23 Cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a Saúl, David tomaba su arpa y tocaba. La música calmaba a Saúl (tenía alivio o refrigerio) y lo hacía sentirse mejor, y el espíritu maligno se apartaba de él.

David siempre estaba cerca de Saúl, para tocar su arpa cada vez que era atormentado. Parece que Saúl se agitaba mucho, pero la música lo calmaba. Ningún demonio quiere estar presente donde Dios es exaltado. David estaba tocando su arpa con la unción del Señor y probablemente cantando unos de sus Salmos. ¿Conoces a alguien atormentado por un espíritu maligno? ¿O ti mismo? Es posible ser libre de ese demonio. ¿Hay algo que tú puedas hacer, utilizado por el Señor, para brindar alivio y refrigerio a esa persona?

¡Qué gran educación está recibiendo el joven! ¿Hay alguna preparación que Dios te haya provisto para que puedas ministrar a otros y operar en su autoridad?

 

Salmo 8

Estoy compartiendo unos de los capítulos de un libro que estoy escribiendo sobre la vida de David, incluyendo uno de sus Salmos después de cada uno. Este sigue su unción para ser rey por el profeta Samuel (1 Samuel 16:1-13).

Esa noche, mientras contemplaba lo que había sucedido, David vio al firmamento lleno de estrellas (¡sin la distracción de una sola luz!). Siempre se maravillaba de la grandeza de Dios, pero esa noche estaba completamente abrumado: ¿cómo podría comprender que un Dios tan grande escogiera y lo llenara de su Espíritu? Quizás eso lo motivó a cantar y luego escribir este Salmo.

Oh Señor, Soberano nuestro,
¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!

Cada día se le hacía más evidente que su Dios es el único dios. Él es el Rey, él está en control y él es el Soberano de Israel. Esa tarde había experimentado ese gran poder de Dios. Su corazón se llenó de alabanza al ver la gloria de Dios en el cielo nocturno.

No podía comprenderlo, ni podía captar el significado de un llamado a ser rey sobre todo el país: “¿Yo? ¿Un muchacho? ¿Un pastor de ovejas?” Siempre había tenido un enfoque muy estrecho: la casa de su papá, Belén y los campos que la rodeaban.  Puede que aún no conociera a Jerusalén, que era la ciudad más grande cercana, pero todavía pertenecía a los cananeos y no tenía su importancia futura como capital y sitio del templo.

Con la alabanza que brota de los labios de los pequeñitos
y de los niños de pecho
has construido una fortaleza,
para silenciar al enemigo y al vengativo.

David aún se consideraba un pequeño. Sus hermanos siempre le recordaban que era el más joven y menos importante de la familia. Pero si Dios puede usarlo como rey, un joven de tal vez quince añitos, Dios puede fortalecerlo y capacitarlo para gobernar el país.

La versión PDT dice: Tú les diste estas canciones poderosas para silenciar a tus enemigos. Aquí David declara algo muy importante que él vería una y otra vez: El poder de la alabanza. No importa la edad o la importancia de la persona. Jesús diría que el Reino de Dios pertenece a los niños. David mataría a Goliat con la fe de un niño. Ese corazón de alabanza era una fortaleza contra los ataques del enemigo. Y David sabe algo más: las espadas no suelen ser lo más peligroso. Son las palabras, las mentiras y el engaño del diablo. ¡Pero la alabanza lo silencia! ¿Qué papel juega la alabanza en tu vida? ¿Te resulta más fácil quejarte y murmurar? En lugar de luchar con tus palabras, alaba al Señor.

Cuando contemplo tus cielos,
obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que allí fijaste,
me pregunto:
«¿Qué es el hombre para que en él pienses?
¿Qué es el hijo del hombre para que lo tomes en cuenta?».

Muchos hombres tienen un concepto muy exagerado de su importancia. Yo todavía me maravillo cuando miro el cielo nocturno y su infinidad, y más aún las imágenes que vemos desde el telescopio Hubble o James Webb. Aquí estamos en esta mota de polvo llamada Tierra, y el Padre envió a quien hizo todo este universo con su palabra a morir por nosotros en una cruz. La respuesta a la pregunta de David, ¿qué es el hombre?: Es su creación suprema, hecho a su imagen. Dios lo ama con el amor perfecto y ágape de un padre.

Lo hiciste poco menor que los ángeles
y lo coronaste de gloria y de honra.

La verdadera humildad no significa que nosotros nos arrastramos como un gusano. Somos tan valiosos a los ojos de Dios que él murió por nosotros, nos adoptó como sus hijos y nos comisionó para reinar con Cristo. Nos hizo un poco menor que los ángeles. No teníamos esos atributos sobrenaturales de ellos, pero ahora, redimidos y adoptados, los vamos a juzgar. ¿Andas como hijo del Rey? ¿Te das cuenta de esa corona de gloria y de honra que Dios puso sobre tu cabeza? Esa noche David se maravilló de su unción y de esta asombrosa noticia de que algún día sería coronado rey de Israel.

Le diste dominio sobre la obra de tus manos;
todo lo pusiste bajo sus pies:
todas las ovejas, todos los bueyes,
todos los animales del campo,
las aves del cielo,
los peces del mar
y todo lo que surca los senderos del mar.

Durante esos días en el campo con su rebaño, David meditó sobre las historias de la creación que su padre le contaba. La comisión que Dios le dio a Adán estaba grabada en su mente: «¡Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los animales que se arrastran por el suelo! Yo les doy de la tierra todas las plantas que producen semilla y todos los árboles que dan fruto con semilla; todo esto les servirá de alimento. Y doy la hierba verde como alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se arrastran por la tierra». (Génesis 1:28-30) Pero su papá también le contó cómo fueron expulsados del Edén por su desobediencia. Al mirar a sus ovejas, se consideró mayordomo de estos animales; para su padre Isaí, pero también para su Padre celestial. Dios puso todo bajo sus pies no para abusara de ello, sino para que lo cuidara y lo usara: La llana de esas ovejas, su leche y la riqueza de una pierna asada. Tener dominio no significa dominar con soberbia, sino más bien administrar según el corazón de su Creador. Dios lo puso a cargo de su creación, para ejerciera la autoridad de Dios para su bienestar. Lo hizo enseñorear. Somos las manos y el corazón de Dios para cuidar y bendecir su creación.

 Oh Señor, Soberano nuestro,
¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

Aun con esta unción para ser rey y el poder del Espíritu Santo morando en él, David no buscó la gloria de su propio nombre, sin que se sometió a la soberanía de Dios, y buscó la grandeza, majestad y gloria de ese nombre sobre todo nombre.

 

David ungido como el futuro rey: 1 Samuel 16:1-13

1 El Señor le dijo a Samuel:

La historia de David empieza con una palabra de Dios. ¿Has notado que una y otra vez en la Biblia es así? Con María. Con Moisés. ¿Y tú? ¿Cuál fue la palabra que recibiste?

La palabra no vino a David. Vino a un siervo del Señor. Un profeta. Un hombre acostumbrado a escuchar la voz de Dios. ¿Recuerdas cómo el Señor llamó a Samuel cuando era un niño? Elí, su mentor, le dijo cómo responder: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. (1 Samuel 3:1-15) Y la vida de ese niño fue transformada. La Palabra de Dios es poderosa. Fue Samuel quien ungió al primer rey de Israel. Era un mentor para Saúl. No fue culpa de Samuel, pero Saúl fracasó, y ahora Dios llama a otro para ser rey. Gracias a Dios, Samuel ya reconoció la voz del Señor y lo obedeció. Pero esta vez hay algo que él tiene que dejar ir para ser útil en las manos de Dios:

El Señor le dijo a Samuel: —¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel?

Incluso un gran profeta como Samuel a veces pierde la marca, y tiene que volver a alinearse con el plan de Dios. No podía dejar de afligirse y llorar por Saúl, como un padre llora por su hijo perdido. Obviamente, no podía cambiar la decisión que Dios ya había tomado para rechazarlo como rey. Tuvo que soltar a Saúl para poder ser útil a Dios nuevamente. ¿Hay algo o alguien que tienes que soltar?

Mejor llena de aceite tu cuerno, y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos.

Dios le da una nueva misión. Su cuerno estaba vacío. Primero tenía que llenarlo de aceite. ¿Cómo está tu aceite? El aceite del Espíritu Santo. ¿Estás seco? Samuel tuvo que dar ese paso de fe y llenar su cuerno. Quizás no quería hacerlo. Puede que debas tomar una decisión para volver a llenarte del aceite del Espíritu. Una vez que Samuel tenga ese aceite, debe ponerse en camino. Sería peligroso salir de camino sin el aceite. Otra vez, él tiene que tomar ese paso y volver a caminar. ¿Estás paralizado en tu servicio al el Señor debido a un fracaso o una decepción del pasado? Es una tarea muy importante para Samuel: Ungir al escogido de Dios. El Señor confía en nosotros para sellar un llamado para alguien que Dios ya ha escogido. La obediencia de Samuel aquí es muy importante. Pero hay un inconveniente: Samuel tiene miedo.

—¿Y cómo voy a ir? —respondió Samuel—. Si Saúl llega a enterarse, me matará.

Moisés tenía su excusa para no ir en obediencia a Dios: Creía que no podía hablar bien. Elías creía que Jezabel lo mataría. Samuel cree que Saúl, que había sido como un hijo para él, lo mataría. Él ya sabía algo acerca del problema de celos de Saúl. ¿Cuál es tu excusa? ¿De qué o de quién tienes miedo?

—Lleva una ternera —dijo el Señor—, y diles que vas a ofrecerle al Señor un sacrificio. Invita a Isaí al sacrificio, y entonces te explicaré lo que debes hacer, pues ungirás para mi servicio a quien yo te diga.

Dios es misericordioso con su siervo, pero le ordena hacer algo que puede parecer engañoso: Usar algo santo, algo religioso, un sacrificio, para encubrir el verdadero propósito de la misión. No era una mentira. Está bien hacer un sacrificio si Dios te lo manda, pero tampoco es toda la verdad. En este caso, el sacrificio tiene aún más sentido porque la tarea es tan importante.

A menudo Dios no nos revela todo lo que tenemos que hacer de una vez. Saberlo todo puede ser abrumador. Él nos guía paso a paso, y tenemos que tener fe que él estará con nosotros y nos guiará en el siguiente paso. ¿Hay algo que Dios te ha llamado a hacer, y aún no lo has obedecido porque no puedes ver todo? Siempre tenemos que mantener los oídos abiertos para escuchar el siguiente paso.

Al final, Samuel tiene que obedecer: “Pues ungirás para mi servicio a quien yo te diga.” Él no le da la a Samuel opción. Lo ungirás. Tenemos que alinearnos al plan de Dios y obedecerlo.

Samuel hizo lo que le mandó el Señor.

Eso es todo. Soltar a Saúl. Llenar el cuerno. Caminar. Obedecer. Caminar así no siempre garantiza que todo será fácil. “Pero” es una palabra muy importante en la Biblia, y en nuestras vidas. A menudo hay un “pero.” ¿Hay un “pero” en tu vida ahora?

Pero, cuando llegó a Belén, los ancianos del pueblo lo recibieron con mucho temor.

—¿Vienes en son de paz? —le preguntaron.

—Claro que sí. He venido a ofrecerle al Señor un sacrificio. Purifíquense y vengan conmigo para tomar parte en él.

¿Por qué le tenían temor? Pues, esos ancianos ya sabían que Saúl estaba muy apegado a Samuel. ¿Por qué iría a Belén? Gracias al Señor, Samuel ya tenía la respuesta adecuada. Para algunos, ese “pero” es suficiente para abandonar la misión. El temor –de Samuel por Saúl, o de estos ancianos por Samuel – puede paralizar y destruir la obra del Señor.

Entonces Samuel purificó a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio. Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «Sin duda que este es el ungido del Señor». Pero el Señor le dijo a Samuel:

—No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.

Samuel aún no le ha revelado el propósito del sacrificio a Isaí. Y a pesar de sus muchos años de caminar con Dios y escuchar su voz, aún no ha aprendido algo muy fundamental en nuestro servicio para el Señor: No confiar en las apariencias. El mundo se fija en ellas. Tal vez te han rechazado porque tu apariencia no impresiona a la gente del mundo. Tal vez has descuidado tu corazón para mejorar tu apariencia externa. O te has dejado impresionar por alguien en la iglesia porque parece muy espiritual. Para avanzar en tu vida y tu obra para el Señor, es muy importante aprender a mirar más allá de las apariencias. Aprende a fijarte en el corazón de la persona. Dios te ayudará a ver lo que hay en su corazón. ¿Cómo está el tuyo?

Entonces Isaí llamó a Abinadab para presentárselo a Samuel, pero Samuel dijo: —A este no lo ha escogido el Señor.

Luego le presentó a Sama, y Samuel repitió: —Tampoco a este lo ha escogido.

10 Isaí le presentó a siete de sus hijos, pero Samuel le dijo: —El Señor no ha escogido a ninguno de ellos. 11 ¿Son estos todos tus hijos?

Por dicha, Samuel no se rindió, pensando que ya había visto a todos los hijos. No es fácil decirle al joven o a su padre, “el Señor no te ha escogido.” Algunos en ese momento no confían en la voz del Señor y toman una decisión en la carne.

—Queda el más pequeño —respondió Isaí—, pero está cuidando el rebaño.

—Manda a buscarlo —insistió Samuel—, que no podemos continuar hasta que él llegue.

12 Isaí mandó a buscarlo, y se lo trajeron. Era buen mozo, trigueño y de buena presencia. El Señor le dijo a Samuel: —Este es; levántate y úngelo.

A menudo es el más pequeño al que Dios quiere exaltar. Resulta que no solo tiene un buen corazón, sino también buen mozo y buena presencia. David no participó en el sacrificio. No buscaba nada. Estaba cuidando su rebaño. Pero fue el escogido de Dios.

13 Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá. 

No dice nada sobre los ancianos del pueblo. Parece que quizás participaron en el sacrificio, pero luego Samuel se fue solo con la familia de Isaí. No podemos minimizar la importancia de lo que sucedió aquí: El Espíritu vino con poder sobre David. No dice cómo se manifestó, pero fue evidente y poderoso. Tampoco dice cómo respondieron sus hermanos y su padre. Y el Espíritu se quedó con David. Desde aquel día siempre estuvo con él. Vamos a ver que, a pesar de eso, David fracasó y no siempre manifestó esa presencia. Lo mismo puede suceder en nuestras vidas a pesar de nuestra unción.

Y ya está. Tiene el Espíritu, y suponemos que Samuel le dijo que Dios lo escogió para ser rey, aunque la Biblia no lo dice. Por el momento, nada cambia. Samuel regresa a Rama, y suponemos que David regresa a su rebaño. Como hemos visto en el Salmo 23, allí Dios continuó formándolo.

¿Ha venido el Espíritu sobre tu vida con poder? Esa es la promesa de Dios para ti. Eso es lo que necesitas para servir al Señor. ¿Andas con la fe de que el Espíritu mora en ti y Jesús está contigo? ¿Has recibido un llamado del Señor y una unción para hacer algo? Puede ser que hasta ahora no haya evidencia de ese llamado. Puede ser que como David, tengas que esperar un buen rato para que se manifieste.

 

El buen pastor: Salmo 23

¿Cuándo conoció David al Gran Pastor de Israel? La Biblia no dice nada sobre su niñez. El joven aparece por primera vez en el capítulo 16 de 1 Samuel, donde ya es ungido como el futuro rey de Israel. Gracias a Dios, tenemos un gran tesoro de unos 75 Salmos escritos por David. Muchos probablemente fueron escritos en las horas que David pasó con su rebaño en los campos alrededor de Belén. Los mismos campos donde siglos después unos pastores vieron al coro angelical y recibieron la noticia del nacimiento del Mesías. Desde esas humildes raíces David desarrolló una relación con su Dios. No hay evidencia de que pasara mucho tiempo en la sinagoga o a los pies de un rabino. Aún no había templo en Jerusalén. El líder de la vida espiritual del país, el profeta Samuel, ni siquiera sabía que David existía.

Las oraciones de un hombre revelan mucho sobre su corazón. La ocasión de su composición se destaca para algunos Salmos. Más tarde, David probablemente escribió algunos Salmos sabiendo que serían usados en el culto del templo. Este Salmo es tal vez su más conocido y más amado. No sabemos cuándo lo compuso, pero nos deja entrever su corazón, y tal vez un anticipo de lo que sucedería en su vida.

1 El Señor es mi pastor, nada me falta;
    en verdes pastos me hace descansar.

El día de reposo. Tan importante que guardarlo es uno de los Diez Mandamientos. Puede ser difícil guardar ese día cuando David estaba en los pastos con su rebano. Pero en esos días pasados en la hermosa naturaleza, empezó a cantar al Creador. Siempre tenía su arpa consigo. Veía la mano de su Dios en los animales, las flores y las estrellas. Vio la provisión de ricos pastos para alimentar sus ovejas, y la fiel provisión de Dios para sus necesidades allí en el campo. Aprendió a descansar, sabiendo que tenía un Pastor bueno y soberano que cuida de su rebaño tal como David cuidaba del suyo. Ese Pastor empezó a formar un corazón conforme al suyo en el joven David, hasta que pudo declarar: El Señor es mi pastor, mi rey y mi único Dios.

Junto a tranquilas aguas me conduce;
    me infunde nuevas fuerzas.

David había visto el torrente de un rio después de una tormenta, pero aprendió que si seguía a su Pastor, él lo conduciría junto a aguas de reposo. Era el agua que sus ovejas necesitaban, y David encontró en esas aguas no sólo vida para su cuerpo, sino también para su espíritu. Agua viva, de una fuente inagotable brotando de lo más profundo de su ser. En esos delicados pastos y agua viva David encontró la fuerza de la que tantas veces echaría mano en las batallas de su vida. Al declarar que necesita nuevas fuerzas, David reconoce que hay cosas en la vida que las sacan. Solo Dios puede verdaderamente infundir las nuevas fuerzas que necesitamos.

Me guía por sendas de justicia
haciendo honor a su nombre.

Allí en la soledad de esos pastos, David no fue tentado con la multitud de tentaciones que hoy enfrentamos, pero aun así tuvo que tomar decisiones para seguir el camino angosto y rechazar el pecado que traería deshonra al nombre de su Pastor. Más tarde caería en algunas tentaciones que trajeron deshonra al Señor y mucho dolor a su vida. Pero incluso allá vemos ese gran corazón que se arrepentiría y se humillaría delante de su Dios.

Aun si voy
por valles tenebrosos,
no temeré ningún mal
porque tú estás a mi lado;
tu vara y tu bastón me reconfortan.

Con su rebaño, había caminado por valles de sombra de muerte. Vio morir a un cordero en las garras de un león. En esos momentos aprendió a clamar a Dios, y vio la mano del Señor rescatarlo. Descubrió que la vida puede incluir un ritmo de hermosas horas junto a aguas de reposo, y luego un tiempo en ese valle tenebroso. El Señor le instruyó en ese valle cómo matar al león y cómo cuidar de su rebaño. Pero más importante aún, cómo caminar en comunión con su Dios. Recibió corrección de la vara del Señor, y aprendió a usarla con sus ovejas, pero también sintió el cayado de Dios, reconfortándolo y alentándolo. Vio la necesidad de ese consuelo y aliento para sus ovejas, y también la necesidad de la vara y el cayado en su propia vida.

Dispones ante mí un banquete
en presencia de mis enemigos.

Un niño inocente puede creer que todos son amables. Él experimenta el gran amor de sus padres y su familia. Lamentablemente, el mundo puede ser muy cruel. David se encontraría con muchos enemigos durante su vida. Para un hombre tan cercano a Dios, puede resultar sorprendente ver en sus Salmos y en su historia de vida tantos angustiadores. Pero incluso en presencia de ellos, David aprendió a alimentarse y llenarse de un rico banquete de la Palabra de Dios y de un tiempo íntimo con su Señor.

Has ungido con aceite mi cabeza;
has llenado mi copa a rebosar.

En en 1 Samuel 16  vamos a ver su unción para ser rey. La parte más importante de esa unción fue la unción del Espíritu Santo con todo su poder sobrenatural. De ese Espíritu y ese banquete espiritual, David aprendió algo muy importante: no permitir que su copa estuviera vacía. Con todas las batallas y los retos de su vida, él siempre tuvo que mantener esa copa llena. Es una lección muy importante para ti, mi amigo: Ministrar y operar siempre con la copa llena de la presencia de Dios para que rebose para bendición de otros, siempre y cuando tú permanezcas lleno.

Seguro estoy de que la bondad y el amor
me seguirán todos los días de mi vida;
y en la casa del Señor
habitaré para siempre.

¿Tienes esa certeza y fe en tu vida? David no dice que él perseguiría la bondad y el amor, sino que ellos lo seguirían cada día de su vida. Vamos a ver muchas ocasiones de cuestionar eso para David, como lo es en tu vida. Pero esa fe en la bondad y el amor de tu gran Pastor te dará paz en medio de la tormenta.

¿Cuál era el anhelo de su corazón? ¿El poder? ¿Un palacio? ¿Riquezas? No, él dice que su anhelo es estar siempre en la presencia de su Dios. Habitar siempre en su casa. ¿Te deleitas en estar en la casa del Señor? ¿Tienes una fe firme de que habitarás para siempre en su casa? Estudiando la vida de este gran varón de Dios yo creo que el Señor formará en ti un corazón conforme al suyo.