Salmo 20

La gran victoria sobre Goliat fue la primera de muchas para David. Se sintió profundamente conmocionado al llegar al campo de batalla y ver a sus hermanos mayores, a todo el ejército de Israel e incluso a su rey desmayarse frente a Goliat. Posiblemente reflexionando sobre ese día, escribió este Salmo, intercediendo por sus compatriotas y alabando al Señor por su victoria.

1Que el Señor te responda cuando estés angustiado;
que el nombre del Dios de Jacob te proteja.

David sabe que la única esperanza para Israel es Dios. Todas sus armas y sus soldados no eran suficientes para proteger a su país. En ese campo de batalla estaban angustiados y desesperados, pero aún no estaban clamando al Señor. El Señor es el único auxilio en la angustia. David ha visto y confía en el poder y la protección del nombre de Yahvé.

Que te envíe ayuda desde el santuario;
que desde Sión te dé su apoyo.

Dios nos ofrece su ayuda y apoyo. Fluyen del lugar de su presencia, donde él mora, si los esperamos. Dios te salva y te sostiene.

Que se acuerde de todas tus ofrendas;
que acepte tus holocaustos. 

No compramos la bendición de Dios con ofrendas y sacrificios; son manifestaciones de nuestra obediencia y nuestro agradecimiento por todo lo que él ha hecho en nuestras vidas. Sin pedirlo, cuando se los ofrecemos de corazón recto, Dios siempre recuerda y acepta lo que le ofrecemos.

Que te conceda lo que tu corazón desea;
que haga que se cumplan todos tus planes.

Cuando andamos en esa fe y dependencia de Dios, él entiende y te concede los deseos de tu corazón. Tenemos que someterle nuestros planes; es Dios quien nos permite cumplir todos nuestros planes. Él quiere verte feliz y próspero. David tenía un corazón conforme al corazón de Dios. Su deseo era que Dios fuera glorificado y derrotara a sus enemigos. Dios puso un plan sencillo en su corazón para destruir a su enemigo y lo cumplió.

Nosotros celebraremos tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios desplegaremos las banderas.

Es importante no tener celos del hombre que Dios usa para lograr la victoria. La derrota de Goliat no fue para glorificar a David, sino para glorificar a Dios y liberar a todo su país. Así celebramos con nuestros hermanos sus victorias.

Que el Señor cumpla todas tus peticiones.

Puede que no sea posible que todas nuestras peticiones se cumplan, pero a menudo no lo tenemos porque no le pedimos a Dios. David nos anima a pedirle, sabiendo que otros nos están apoyando en nuestras peticiones y que a Dios le encanta cumplirlas y glorificarse.

Ahora sé que el Señor
salvará a su ungido,
que le responderá desde su santo cielo
y con su poder le dará grandes victorias.

Ya no es solo su anhelo o su esperanza. David sabe que el Señor siempre quiere defender y salvar a su ungido, ya sea el rey Saúl, David o cualquier persona que él haya ungido. Cuando él unge a alguien, Dios le responderá, le manifestará su poder y le dará grandes victorias. Todo para su honra y gloria.

Estos confían en sus carros de guerra,
aquellos confían en sus corceles,
pero nosotros confiamos en el nombre del Señor nuestro Dios.

Los filisteos confiaban en sus armas y sobre todo en su paladín. Lamentablemente, Israel no tenía arma secreta ni carros de guerra impresionantes, y por eso tembló frente a Goliat. Qué fácil es para nosotros confiar en la plata, los títulos y las bendiciones del mundo. Solo cuando confiemos en nuestro Dios veremos la victoria.

Ellos se doblegan y caen,
pero nosotros nos levantamos y nos mantenemos firmes.
¡Concede, Señor, la victoria al rey!
¡Respóndenos cuando te llamemos!

Los que confían en la carne y las cosas del mundo se doblegarán y caerán. David vio esto dramáticamente con Goliat. Mientras sus hermanos querían huir, David se levantó y se mantuvo firme. Llamó al Señor y Dios lo escuchó y le concedió la victoria.

¿En qué o en quién confías? ¿Cuál es la manifestación de esa confianza? ¿Hay una situación en tu vida ahora mismo que tienes que levantarte con fe y luchar como David contra algún paladín? ¿En tus luchas actuales, te mantienes firme? ¿O vacilas mucho? ¿Eres como las olas del mar, sacudidas y arrastradas de un lado a otro por el viento?

 

Goliat: 1 Samuel 17:1-54

Ahora veremos un paso gigante en el desarrollo de este joven. Él no lo buscaba, pero Dios le ofreció la oportunidad de liberar a su país y vencer a un gigante. Es una de las historias más amadas y conocidas de la Biblia. Y con razón. Tiene todo el drama de la victoria de alguien inesperado que tiene una gran fe en Dios y destruye al enemigo.

1 Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, concentrando sus fuerzas en Soco, pueblo de Judá. Acamparon en Efesdamín, situado entre Soco y Azeca. 

No hay nada nuevo ni diferente. Los filisteos siempre estuvieron en guerra con Israel. Así como no es nada sorprendente que el diablo esté librando una guerra contra ti ahora. Pero hay algunas cosas importantes que notar aquí:

  • Reunieron sus ejércitos. Son serios. Un solo ejército no fue suficiente para el ataque que querían lanzar contra Israel. ¿Podría el diablo estar juntando sus fuerzas contra ti? Puede que no sea un solo demonio el que te ataca. Hay un ataque coordinado para hurtarte, matarte y destruirte.
  • Concentraron sus fuerzas. A menudo hay más unidad entre nuestros enemigos que en la iglesia.
  • Ya están en el territorio de Judá. Están en Soco. Están en tierra que pertenece al pueblo de Dios. Una cosa es luchar contra el enemigo cuando salimos al mundo, en su territorio. Pero es posible que ya estén dentro de tu casa, dentro de una iglesia, dentro de territorio que pertenece a Dios.
  • Acamparon allí. Se juntaron. Se concentraron. Acamparon. Están preparados para perseverar hasta derrotarte.

Al igual que estos filisteos, el diablo no descansa. ¿Eres consciente de algún campamento enemigo en tu vida? ¿Hay  varios que se han juntado contra ti? Puede ser un enemigo con el que has luchado durante mucho tiempo. ¿Lo has permitido entrar en tu hogar o en tu corazón?

¿Cómo responde el pueblo de Dios?

Por su parte, Saúl y los israelitas se reunieron también y, acampando en el valle de Elá, ordenaron sus filas para la batalla contra los filisteos. 

Tal vez ya sepas que Saúl no siempre fue un buen guerrero. No siempre estaba listo para la batalla. Dejó a su ejército sin armas. Pero esta vez se juntaron y acamparon. Se pusieron en orden de batalla. Están listos.

Saben muy bien la importancia del orden y la unidad para ganar una batalla. Si tú no te has juntado con otros guerreros en tu iglesia o tu familia, tú eres un blanco para los ataques del enemigo. Existe un gran riesgo de un ataque mortal. Si no has acampado y no tienes la mentalidad de dedicarte a derrotar al enemigo, es probable que caigas en batalla. No es como si peleas en oración media hora en tu tiempo devocional o en la iglesia, y ya estás fuera de peligro. Tenemos que acampar y ponernos en orden de batalla para resistir los ataques del enemigo.

 

Con el valle de por medio, los filisteos y los israelitas tomaron posiciones en montes opuestos.

Así guerreaban en aquel entonces. Los dos ejércitos frente a frente, en orden de batalla. Para Israel, esta es una batalla más. Casi rutinaria.

Creo que la mayoría de las iglesias hacen lo mismo. Es una rutina. Cantan las mismas alabanzas. Acampan como siempre en los cultos del jueves y del domingo. O un culto virtual. Reprenden al diablo. Gritan y declaran. Pero nunca marchan. Nunca derrotan al enemigo.

El problema para Israel es que esta vez hay algo nuevo. Y hay algo nuevo en las batallas de hoy. Son más intensas, más peligrosas.

Un famoso guerrero, oriundo de Gat, salió del campamento filisteo. Su nombre era Goliat, y tenía una estatura de casi tres metros. Llevaba en la cabeza un casco de bronce, y su coraza, que pesaba cincuenta y cinco kilos, también era de bronce, como lo eran las polainas que le protegían las piernas y la jabalina que llevaba al hombro. El asta de su lanza se parecía al rodillo de un telar, y tenía una punta de hierro que pesaba casi siete kilos. Delante de él marchaba un escudero.

¿Cómo se siente al ver este paladín? Oh, yo sé que somos personas de fe. Ya sabemos que David derrotó a Goliat. Pero imagina a un soldado en Israel. La verdad es que su apariencia te tiene que asustar. Y la realidad es que sentimos ese mismo terror cuando nos enfrentamos a Goliat. ¿Hay algún paladín en tu vida en este momento? ¿Hay algo o alguien que te intimide y parezca tan aterrador como Goliat?

Goliat se detuvo ante los soldados israelitas, y los desafió: «¿Para qué están ordenando sus filas para la batalla? ¿No soy yo un filisteo? ¿Y no están ustedes al servicio de Saúl? ¿Por qué no escogen a alguien que se me enfrente? Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros les serviremos a ustedes; pero, si yo lo venzo y lo mato, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán». 10 Dijo además el filisteo: «¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!» 

“Dadme un hombre.” El enemigo nos desafía. Le corresponde a Saúl responder a este reto. El diablo quiere luchar con un hombre. Un solo hombre puede marcar la diferencia. El hombre es el blanco de sus ataques. Por desgracia, a veces los hombres no responden, y depende de la mujer pelear la batalla.

Hay una gran necesidad de hombres de valor, hombres de Dios, que se pongan de pie para la gloria y la honra del Señor. El diablo y el mundo están desafiando al pueblo de Dios. Nosotros estamos acampados en nuestros templos. Hacemos todo como lo hicimos en el pasado. Pero no respondemos al desafío de Goliat. ¿Por qué?

11 Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo.

Hay algunas palabras importantes aquí. Primero, al oír lo que decía. Son meras palabras. Pero las palabras son importantes. Son poderosas. El enemigo opera mucho con palabras. Goliat no hizo nada. En toda esta historia, Goliat realmente no hizo nada. Pero ellos vieron su altura, y le escucharon. Ten mucho cuidado con lo que ves y con lo que escuchas. Usa el escudo de la fe para proteger tu corazón y revelar las mentiras del diablo. No permitas que sus palabras, ni las palabras de sus siervos, permanezcan en tu corazón. Permanece en la Palabra de Dios. Usa esta espada del Espíritu para desarmar al filisteo.

¿Qué pasó con Saúl y la unción del Espíritu Santo? Pues, el Espíritu ya había dejado a Saúl. Pero él era muy experimentado en batalla. Saúl era un hombre alto, más alto que todos los hombres de Israel. Y seguramente Dios va a ayudar a su pueblo. ¿Se les olvidó que ellos tienen a alguien mucho más fuerte en batalla que cualquier paladín?

Hay otras palabras en este versículo que revelan el fracaso de los hebreos: se consternaron y tuvieron mucho miedo.

Comparar las diversas traducciones de esa palabra “se consternaron” nos ayuda a entender lo que sentían:

  • Se acobardaron
  • Perdieron el ánimo
  • Se conturbaron
  • Se sintieron desfallecer de temor
  • Quedaron aterrados y profundamente perturbados
  • Se turbaron
  • Se amedrentaron
  • Se quedaron atónitos
  • Se desanimaron

Es común sentirse así cuando Goliat nos desafía; cuando perdemos la fe y la visión de nuestro Dios Todopoderoso. Esas palabras explican por qué muchos no marchan. Parece que no hay esperanza para Israel. No hay nadie, desde el rey hasta el soldado más joven, que tenga la valentía de marchar y responder al desafío del paladín.

Pero Dios no ha abandonado a su pueblo. Él también tiene algo nuevo. Alguien completamente diferente que va a derrotar al paladín. Alguien totalmente inesperado. Un solo muchacho entre toda esa gente. Tú puedes ser esa persona hoy. Dios ya está preparándote para una batalla muy importante, para responder al desafío del enemigo y traer algo nuevo a la iglesia. Ya sabes que guerrear como siempre, con las mismas alabanzas y los mismos programas, no es suficiente para este paladín. Dios necesita a alguien con el corazón de David. Un corazón conforme al corazón de Dios. ¿Tienes ese corazón?

12 David era hijo de Isaí, un efrateo que vivía en Belén de Judá. En tiempos de Saúl, Isaí era ya de edad muy avanzada, y tenía ocho hijos. 13 Sus tres hijos mayores habían marchado a la guerra con Saúl. El primogénito se llamaba Eliab; el segundo, Abinadab; el tercero, Sama. 14 Estos tres habían seguido a Saúl por ser los mayores. David, que era el menor, 

Los tres hermanos mayores ya habían ido a la guerra. Siguieron a Saúl. Siguieron a un rey que ya perdió su reino. Siguieron a un hombre rechazado por Dios. Ten cuidado a quién sigues.

15 solía ir adonde estaba Saúl, pero regresaba a Belén para cuidar las ovejas de su padre.

Mientras sus hermanos seguían a Saúl, David lo dejó. Sí, había ido, pero no le gustó lo que vio. Tal vez pudo ver que Dios también lo había dejado. Y volvió a apacentar sus ovejas. David no estaba buscando la gloria. Vio cosas que no le agradaron, y volvió a sus ovejas. No tienes que buscar ni crear la oportunidad. Sigue a Dios. Sigue haciendo fielmente lo que Dios te ha dado para hacer. A su tiempo, Dios arreglará todo.

16 El filisteo salía mañana y tarde a desafiar a los israelitas, y así lo estuvo haciendo durante cuarenta días.

Más de un mes de lo mismo. El diablo no se cansa. Todos los días él sigue presentando las mismas tentaciones y el mismo desafío. Creo que él tiene que preguntarse: ¿Dónde están los varones de Dios? ¿Por qué nadie responde a mi desafío?

Como lo hace a menudo, Dios utiliza a otra persona y una tarea común y corriente para colocar a su hombre y preparar el escenario para la victoria de su pueblo.

17 Un día, Isaí le dijo a su hijo David: «Toma esta bolsa de trigo tostado y estos diez panes, y vete pronto al campamento para dárselos a tus hermanos. 18 Lleva también estos diez quesos para el jefe del batallón. Averigua cómo les va a tus hermanos, y tráeme una prueba de que ellos están bien. 

Dios tiene que llevar a David al campo de batalla, pero no le da una palabra profética. Utiliza a su padre y la asignación de algo que puede parecer de poca importancia. David puede pensar: “Llevar panes y queso a mis hermanos no me sirve de nada. No quiero hacerlo.” Pero nuestra obediencia en estas cosas normales prepara el camino.

Mientras tanto, en el campo de batalla, están desesperados. Pero no se menciona a Dios. En lugar de humillarse y clamar al Señor en esta situación tan complicada, siguen con la apariencia de un ejército, lo cual no lo son.

19 Los encontrarás en el valle de Elá, con Saúl y todos los soldados israelitas, peleando contra los filisteos».

Pues, en realidad no estaban peleando. Solo estaban jugando, luciendo como si estuvieran peleando.

20 David cumplió con las instrucciones de Isaí. Se levantó muy de mañana y, después de encargarle el rebaño a un pastor, tomó las provisiones y se puso en camino. Llegó al campamento en el momento en que los soldados, lanzando gritos de guerra, salían a tomar sus posiciones. 21 Los israelitas y los filisteos se alinearon frente a frente. 

David no tiene idea de que él sería el gran héroe del día. Simplemente se levantó en obediencia a su padre. Tal vez tú no sepas lo que Dios tiene preparado para ti cuando sales en obediencia a una palabra de tu esposa, tu jefe, tu pastor o tu Dios. David llega justo a tiempo para escuchar el grito de combate.

Durante más de un mes han estado haciendo lo mismo. Me sorprende nuevamente la cantidad de veces que en la iglesia hacemos todos los movimientos, damos el grito de victoria y supuestamente estamos listos para vencer al diablo. Pero no respondemos al verdadero desafío.

22 David, por su parte, dejó su carga al cuidado del encargado de las provisiones, y corrió a las filas para saludar a sus hermanos. 23 Mientras conversaban, Goliat, el gran guerrero filisteo de Gat, salió de entre las filas para repetir su desafío, y David lo oyó. 24 Cada vez que los israelitas veían a Goliat huían despavoridos. 

David dejó su carga con el hombre que guardaba el bagaje, y corrió hacia el ejército. ¡Qué diferente de Saúl, que se escondió en el bagaje cuando fue llamado a reinar! Estaban en orden de batalla. Dieron el grito de combate. Pero todo cambia cuando el paladín sale y desafía a Israel. Todos estos hombres huyeron con gran miedo. ¡Qué mal ejemplo damos a nuestros hijos y jóvenes cuando huimos de los desafíos del enemigo!

25 Algunos decían: «¿Ven a ese hombre que sale a desafiar a Israel? A quien lo venza y lo mate, el rey lo colmará de riquezas. Además, le dará su hija como esposa, y su familia quedará exenta de impuestos aquí en Israel».

26 David preguntó a los que estaban con él:

—¿Qué dicen que le darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?

Nadie más estaba pensando en quitar el oprobio del pueblo de Dios. Están cegados por su temor. Ni siquiera la atractiva recompensa de las riquezas, la hija del rey y la exención de impuestos es suficiente para motivarlos. No están pensando en la posibilidad de victoria para Dios ni en la gloria que él recibiría.

Solo David puede ver la realidad de la batalla: Un filisteo que no tiene a Dios no es el que provoca al Dios viviente y a su pueblo. ¿Quién o qué está provocando a Dios y a su iglesia hoy?

A David no le importan la fama, las riquezas ni la mujer. Él solo quiere quitar el oprobio de su Dios y de su pueblo. Más tarde le dieron a la hija del rey, Mical, y ella solo le causó dolores de cabeza.

27 —Al que lo mate —repitieron— se le dará la recompensa anunciada.

28 Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres y se puso furioso con él. Le reclamó:

—¿Qué has venido a hacer aquí? ¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Yo te conozco. Eres un atrevido y mal intencionado. ¡Seguro que has venido para ver la batalla!

29 —¿Y ahora qué hice? —protestó David—. ¡Si apenas he abierto la boca!

Otros pueden haberte menospreciado. Tú eres más joven. Has tenido problemas en la vida. Tus padres, tus hermanos, tus profesores, tu jefe siempre te han menospreciado. Eres la última persona que otros creen que haría grandes cosas para Dios.

Hasta el gran profeta Samuel se equivocó. Él pensó que este mismo Eliab sería el escogido de Dios. Pero a Dios le gusta exaltar al vil, al despreciado del mundo. Como ya vimos en 1 Samuel 16, el hombre mira la apariencia. Dios mira el corazón. Dios conoce tu corazón. No importa lo que digan los demás.

Solo David pudo ver la realidad de la situación: ¿No es mero hablar? ¡Las acusaciones del diablo cuando te condena son meras palabras!

30 Apartándose de su hermano, les preguntó a otros, quienes le dijeron lo mismo. 

A veces tenemos que apartarnos de aquellos que desprecian nuestra fe. Aquellos que no son serios. Podría ser una iglesia o algunos amigos. David perseveró. No permitió que los malhechores lo desanimaran.

31 Algunos que oyeron lo que había dicho David se lo contaron a Saúl, y este mandó a llamarlo. 32 Entonces David le dijo a Saúl:

—¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él.

¡Este joven tiene que animar al rey! ¡Pero Saúl está incrédulo!

33 —¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! —replicó Saúl—. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida.

Cuando tomamos la decisión de marchar, otros tratarán de desanimarnos. Dicen que es imposible, y señalan todas las razones por las que sería imposible. A veces un rey, un pastor o un padre pueden sentir celos o miedo de un joven con tanta fe.

34 David le respondió: —A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, 35 yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta matarlo. 36 Si este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. 37 El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo.

—Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe.

David es muy sabio. Él aplica lo que aprendió en cosas ordinarias a esta situación especial. Se dio cuenta de que Dios estaba usando esas experiencias para entrenarlo. Cuando tienes el corazón de David, verás la mano de Dios en todo. No hay tiempo perdido con el Señor. El empieza desde lo pequeño, y cuando aprendemos la lección, nos envía situaciones más complicadas, pero aplicamos los mismos principios a esas situaciones. Así es que nuestra fe se edifica.

No es en vano lo que estás haciendo en ese trabajo ahora. La madre en casa aprende cosas muy importantes. Hay que ver la mano de Dios y la lección que tiene para ti en todas las experiencias.

38 Luego Saúl vistió a David con su uniforme de campaña. Le entregó también un casco de bronce y le puso una coraza. 39 David se ciñó la espada sobre la armadura e intentó caminar, pero no pudo porque no estaba acostumbrado.

—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—; no estoy entrenado para ello.

De modo que se quitó todo aquello. 

El mundo y la religión quieren vestirte con sus ropas. Quieren ponerte muchas cosas, pero no son necesarias. No es posible andar, y mucho menos marchar, con todas esas cargas. ¿Qué tienes que quitarte para marchar?

40 Tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo. 41 Este, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero. 42 Le echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, trigueño y buen mozo, con desprecio 43 le dijo:

—¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos?

Y maldiciendo a David en nombre de sus dioses, 44 añadió:

—¡Ven acá, que les voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo!

Hay muchos creyentes que marchan hasta este punto. Han hecho todo bien. Pero frente a frente con el diablo, no pueden. Huyen asustados, como todos los demás.

45 David le contestó:

—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has desafiado. 46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. 47 Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos.

Para marchar, tenemos que saber que la batalla es de Dios. No es para vanagloriarnos o jactarnos. Vamos en el nombre de Jesús. Es a Dios a quien el mundo está provocando. Si te enfrentas al enemigo porque te ha provocado y quieres vengarte, fracasarás.  Tu objetivo es que sepan que hay un Dios vivo. Que Cristo salva y sana.

Dios no salva con la armas del mundo. Lamentablemente, muchas veces la iglesia pelea con esas armas. Para ganar la batalla, tenemos que entender que la batalla es de Dios.

48 En cuanto el filisteo avanzó para acercarse a David y enfrentarse con él, también este corrió rápidamente hacia la línea de batalla para hacerle frente. 49 Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra, y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo. 50 Así fue como David triunfó sobre el filisteo: lo hirió de muerte con una honda y una piedra, y sin empuñar la espada. 51 Luego corrió adonde estaba el filisteo, le quitó la espada y, desenvainándola, lo remató con ella y le cortó la cabeza.

Lo que importa no es nuestra elocuencia. O la calidad del sistema de sonido. O lo buena que es la música. Podemos hacer algo muy humilde, pero cuando lo hacemos con fe, Dios se levanta y pelea.

Cuando los filisteos vieron que su héroe había muerto, salieron corriendo. 52 Entonces los soldados de Israel y de Judá, dando gritos de guerra, se lanzaron contra ellos y los persiguieron hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Todo el camino, desde Sajarayin hasta Gat y Ecrón, quedó regado de cadáveres de filisteos. 53 Cuando los israelitas dejaron de perseguir a los filisteos, regresaron para saquearles el campamento. 54 Luego David tomó la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, pero las armas las guardó en su tienda de campaña.

A ese ejército solo le faltaba a un hombre de fe para movilizarlo. Le corresponde a Saúl, pero él es un fracaso. Este joven pastor lo hizo con fe. Es la chispa que necesitan. No queremos súper-estrellas. Queremos movilizar a todo el pueblo de Dios para hacer proezas.

¿Puedes tú ser ese David que quitará el oprobio de la iglesia de Cristo? ¿Tienes el corazón de David, un corazón conforme al corazón de Dios? ¿Cuál es el desafío que el diablo tiene en tu vida ahora? ¿Quién es tu Goliat? No seas como Saúl y el ejército de Israel. Tira la piedra que Dios te da en fe y derrota al enemigo.