¿Qué tan loco está Saúl? En el capítulo anterior vimos a David fingir estar loco. Pero con Saúl es demasiado real. Cuando alguien se obsesiona con algo, puede tomar control de él. Incluso se podría decir que abre una puerta para que el diablo lo impulse a cometer atrocidades. Ya sabemos que Saúl estaba acosado por un espíritu maligno. Obviamente al diablo, y a sus demonios, les encantaría eliminar a David. El joven no solo está corriendo por su vida, sino que también está en una batalla espiritual.
6 Mientras Saúl estaba sentado a la sombra de un tamarisco que había en la colina de Guibeá, se enteró de que David y sus hombres habían sido localizados.
Parece que a Saúl le gusta sentarse a la sombra de un árbol y observar lo que sucede. Allí llegarían varias personas con noticias del país. Sobre todo, él estaba esperando noticias sobre David, y ahora ellas le han llegado. Ya tiene su lanza en la mano, listo para perseguirlo.
Tenía Saúl su lanza en la mano, y lo rodeaban todos sus oficiales, 7 a quienes les dijo:
—¡Pongan atención, hombres de Benjamín! ¿También ustedes creen que el hijo de Isaí les va a dar tierras y viñedos, y que a todos los va a nombrar jefes de mil y de cien soldados?
Saúl ha estado celoso de David durante algún tiempo. Está buscando una ventaja sobre su enemigo, y sabe que David no tiene los recursos para darles tierras y viñedos a esta gente. Tal vez Saúl sí los tenga, o al menos quiere dar la impresión que puede hacerlo. David no tiene un ejército para darles posiciones a estos hombres.
8 ¡Ahora veo por qué todos ustedes conspiran contra mí, y por qué nadie me informa del pacto que mi hijo ha hecho con el hijo de Isaí! Nadie se ha tomado la molestia de avisarme que mi propio hijo instiga a uno de mis súbditos a que se subleve y me aceche, como en realidad está pasando.
Uno de los síntomas de la opresión demoniaca es la paranoia; ver todo como una conspiración en su contra. Aunque esta paranoia muchas veces tiene su raíz en algo verdadero, hay que tener cuidado con las muchas teorías conspirativas que circulan hoy en día. En este caso Saúl se había enterado del pacto que su hijo hizo con David. Para un padre, esto puede sentirse como una traición muy grave. Quizás hayas vivido una traición por parte de un familiar. En ese ambiente de temor y acusación, sus súbditos no tienen la confianza para hablar abiertamente con él.
9 Doeg el edomita, que se encontraba entre los oficiales de Saúl, le dijo: —Yo vi al hijo de Isaí reunirse en Nob con Ajimélec hijo de Ajitob. 10 Ajimélec consultó al Señor por David y le dio provisiones, y hasta le entregó la espada de Goliat.
Ya vimos a Doeg allí en Nob, y sospechamos que algo feo saldría de lo que vio. Hasta ahora no le había dicho nada a Saúl. No sabemos si no se dio cuenta de cómo reaccionaría Saúl, o si quería traicionar a David, pero le cuenta todo.
11 Entonces el rey mandó a llamar al sacerdote Ajimélec hijo de Ajitob, y a todos sus parientes, que eran sacerdotes en Nob. Cuando llegaron, 12 Saúl le dijo: —Escucha, hijo de Ajitob.
—Diga, mi señor —respondió Ajimélec.
13 —¿Por qué tú y el hijo de Isaí conspiran contra mí? —le reclamó Saúl—. Le diste comida y una espada. También consultaste a Dios por él para que se subleve y me aceche, como en realidad está pasando.
Ajimélec no sospecha ningún peligro. No cree haber hecho nada malo. Saúl mezcla la verdad con una mentira y lo condimenta con su paranoia, acusando al hombre de Dios de conspiración.
14 Ajimélec le respondió al rey: —¿Quién entre todos los oficiales del rey es tan fiel como su yerno David, jefe de la guardia real y respetado en el palacio? 15 ¿Es acaso esta la primera vez que consulto a Dios por él? ¡Claro que no! No debiera el rey acusarnos ni a mí ni a mi familia, pues de este asunto su servidor no sabe absolutamente nada.
Ajimélec dice la verdad, y agrega un detalle más. Parece que David estaba acostumbrado a buscar una palabra de Dios del sacerdote. Él, y probablemente la mayor parte del país, veían a David como un hombre ejemplar, respectado por todos. Lamentablemente, un hombre como Saúl no puede recibir la verdad. Escucha atentamente lo que alguien dice, y se lento para acusar o atacar a la persona. Es mejor investigar el asunto un poco más y llevarlo al Señor.
16 —¡Te llegó la hora, Ajimélec! —replicó el rey—. ¡Y no solo a ti, sino a toda tu familia!
17 De inmediato el rey ordenó a los guardias que lo acompañaban: —¡Maten a los sacerdotes del Señor, que ellos también se han puesto de parte de David! Sabían que estaba huyendo, y sin embargo no me lo dijeron.
Pero los oficiales del rey no se atrevieron a levantar la mano en contra de los sacerdotes del Señor. 18 Así que el rey le ordenó a Doeg: —¡Pues mátalos tú!
Llama la atención que los guardias del rey no quisieron participar en esta masacre, pero el edomita no tiene el mismo temor de Dios.
Entonces Doeg el edomita se lanzó contra ellos y los mató. Aquel día mató a ochenta y cinco hombres que tenían puesto el efod de lino. 19 Luego fue a Nob, el pueblo de los sacerdotes, y mató a filo de espada a hombres y mujeres, a niños y recién nacidos, y hasta a los bueyes, asnos y ovejas.
Muchos se centran en los ochenta y cinco sacerdotes que murieron ese día, pero todo el pueblo fue aniquilado. Parece que Doeg tenía a alguien que lo ayudaba, porque fueron muchos que murieron.
20 Sin embargo, un hijo de Ajimélec, llamado Abiatar, logró escapar y huyó hasta encontrarse con David. 21 Cuando le informó que Saúl había matado a los sacerdotes del Señor, 22 David le respondió:
—Ya desde aquel día, cuando vi a Doeg en Nob, sabía yo que él le avisaría a Saúl. Yo tengo la culpa de que hayan muerto todos tus parientes. 23 Pero no tengas miedo. Quédate conmigo, que aquí estarás a salvo. Quien quiera matarte tendrá que matarme a mí.
David se siente mal, y culpable. Dada la situación, ya sabía que Doeg hablaría con Saúl, y no hizo nada para detenerlo. Ya está viendo más de la inestabilidad mental y emocional de Saúl y lo lejos que estaba de Dios.
Abiatar trajo consigo el efod, una prenda sacerdotal, un chaleco con mangas hecho de lino, que contenía el Urim y el Tumim, dos objetos que David usaba para consultar al Señor. Abiatar sirvió como sumo sacerdote hasta que Salomón lo destituyó en la rebelión de Adonías (Fue así como, al destituir Salomón a Abiatar del sacerdocio del Señor, se cumplió la palabra que el Señor había pronunciado en Siló contra la familia de Elí. 1 Reyes 2:27, ve 1 Samuel 2:31-35).
Así se cumplió la maldición sobre la familia de Elí, a causa de su fracaso como padre, y la situación de David se vuelve aún más complicada. Más que nunca, él necesita sabiduría y la dirección del Señor en su vida.