Ante esta noticia devastador (la matanza de los sacerdotes de Nob), David solo puede recurrir a su Señor en busca de refugio. Es más obvio que nunca que Saúl es un monstruo, loco o está oprimido por ese espíritu maligno. Es peligroso. Gracias a Dios, David ya tenía una relación establecida con el Señor, y corre hacia él en busca de fortaleza y consuelo. Solo Dios puede quitarle la culpa que siente por la muerte de tantas personas inocentes. Esto le hace más decidido que nunca a ayudar a su país y recurrir a Dios en busca de su protección y sabiduría.
1El Señor es mi luz y mi salvación;
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida;
¿quién me asustará?
¿De quién? Para muchos, la respuesta clara es Saúl. Pero Saúl es un hombre. El Dios del universo es la luz, la salvación y el baluarte de David.
¿Quién te asusta? ¿A quién temes? ¡El Dios del universo es tu baluarte!
2 Cuando los malvados avanzan contra mí
para devorar mis carnes,
cuando mis enemigos y adversarios me atacan,
son ellos los que tropiezan y caen.
Sería fácil sentirse como un animal cazado. Sabe que el enemigo quiere destruirlo. Vienen contra él para atacarlo. Pero hay algo maravilloso cuando andamos con el Señor: son ellos los que tropiezan y caen. David confía en que el Señor mismo peleara por él. Que tus adversarios tropiecen y caigan cuando avancen contra ti.
3 Aun cuando un ejército me asedie,
no temerá mi corazón;
aun cuando una guerra estalle contra mí,
yo mantendré la confianza.
¿Eres consciente de una guerra espiritual en tu vida? ¿Sientes que un ejército del maligno te está asediando? ¿Cómo puede David decir que su corazón no temerá y que mantendrá la confianza? Solo es posible con Dios.
4 Una sola cosa pido al Señor
y es lo único que persigo:
habitar en la casa del Señor
todos los días de mi vida,
para contemplar la hermosura del Señor
y buscar orientación en su Templo.
¿En medio de una guerra? ¡Sí! Cuando mantenemos esa relación con el Soberano tendremos paz en la tormenta. Algunos, cuando se encuentran en la lucha, dejan de participar en la iglesia. Pueden estar tan ocupados con otras cosas que piensan que no tienen tiempo para congregarse. Pero precisamente en ese momento más necesitamos contemplar la hermosura del Señor y ser fortalecidos en la congragación con los dones de varias personas funcionando y el pastor que Dios ha ordenado orientándonos. David está huyendo de Saúl, pero aún busca esa oportunidad para adorar y buscar a su Dios con otros creyentes.
5 Porque en el día de la aflicción
él me resguardará en su morada;
al amparo de su santuario me protegerá
y me pondrá en alto sobre una roca.
¿Estás pasando por un día de aflicción? David ciertamente lo está. Cuando ese día llegue, si ya estamos acostumbrados a congregarnos, Dios te resguardará y te protegerá bajo el amparo de su santuario. David tiene la fe para afirmar que a pesar de los ataques, Dios lo pondrá en alto sobre una roca. Ahora sabemos que esa roca es Jesucristo. Dios te pondrá en alto sobre esa roca.
6 Me hará prevalecer
frente a los enemigos que me rodean;
en su santuario ofreceré sacrificios de alabanza
y cantaré y entonaré salmos al Señor.
Por un lado sus enemigos le rodean. Puede ser un sacrificio de alabanza. Puede que no tenga ganas de cantar alabanzas. Pero vale la pena hacer ese sacrificio. David, más que cualquier otro santo del Antiguo Testamento, conoce el poder de la alabanza. Cuando cantas y alabas al Señor, él te hará prevalecer sobre tus enemigos.
7 Oye, Señor, mi voz cuando a ti clamo;
compadécete de mí y respóndeme.
8 El corazón me dice: «¡Busca su rostro!».
Y yo, Señor, tu rostro busco.
A pesar de estas afirmaciones de fe, David humildemente busca el rostro de Dios y le ruega que escuche su clamor. ¿Qué significa para ti buscar el rostro del Señor?
9 No escondas de mí tu rostro;
no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo,
porque tú has sido mi ayuda.
No me desampares ni me abandones,
Dios de mi salvación.
10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me acogerá.
Más sorprendente aún es que David confiesa su preocupación de que Dios lo abandone o lo rechace. Por alguna razón siente que posiblemente Dios esté enojado con él. Tal vez en este caso porque se siente responsable de la muerte de estos siervos del Señor. ¿Alguna vez has sentido que Dios esconde su rostro de ti? ¿O te has sentido abandonado por Dios? Para alguien tan acostumbrado a la intimidad con Dios, eso es más aterrador que los ejércitos enemigos. David piensa en lo extremo: Un padre o una madre que abandona a su hijo. Es aún menos probable es que Dios te abandone. Dios ha sido tu ayuda, y nunca te desamparará.
11 Guíame, Señor, por tu camino;
dirígeme por la senda de rectitud,
por causa de mis enemigos.
12 No me entregues al capricho de mis adversarios,
pues contra mí se levantan testigos falsos
que respiran violencia.
Su petición es ser dirigido por sendas de rectitud. Ser guiado por el Señor. David sabe que si está en la voluntad de Dios, el Señor lo respaldará. Y tú, ¿v as por la senda de rectitud?
13 Pero de una cosa estoy seguro:
he de ver la bondad del Señor
en esta tierra de los vivientes.
Hay mucha muerte a su alrededor, pero David confía que llegará a la tierra de los vivientes. No se hablaba mucho del cielo en aquel entonces, pero ¿podría estar pensando David en el cielo? A pesar de todas las apariencias, él está completamente seguro de que verá la bondad del Señor. ¿Estás seguro de la bondad del Señor? ¿Tienes la esperanza de vida eterna?
14 Pon tu esperanza en el Señor;
cobra ánimo y ármate de valor,
¡pon tu esperanza en el Señor!
Su consejo para ti, en medio de la aflicción y los ataques del enemigo, es poner tu esperanza en el Señor. No confíes en el hombre, en las armas del mundo ni en tu propia fuerza. Aunque te sientas débil, cobra ánimo y ármate de valor. A pesar de la difícil situación en la que se encuentra David, él puede animar a otros a poner su esperanza en Dios. ¿A quién puedes animar así hoy?