Ya sabemos que la historia de David es la tercera más larga de la Biblia, después de Moisés y Jesús. Así como el Deuteronomio da una imagen ligeramente diferente a los otros libros del Pentateuco y hay diferencias sutiles entre los cuatro Evangelios, hay diferencias aún más significativas entre Samuel y Crónicas. Creemos que toda la Biblia está inspirada por Dios, pero también sabemos que la personalidad del escritor se puede ver en sus libros.
Originalmente Samuel era un solo libro. Cuando la Biblia fue traducida al griego (la Septuaginta), se dividió en dos. No sabemos quién fue el autor; el libro en sí no nombra a nadie. Algunos creen que fue Zabud, el hijo del profeta Natán y un consejero personal del rey Solomon (1 Reyes 4:5). Quienquiera que haya sido, tuvo que haber vivido algún tiempo después de la muerte de Solomon (930 a.C.) y la división del reino. Varios libros registraron las historias de Samuel, Saúl y David, y el autor obviamente tuvo acceso a ellos. Al estar escrito tan cerca de las vidas de estos hombres, es una historia bastante completa.
Crónicas, por otro lado, fue escrita después del exilio, probablemente por Esdras en la segunda mitad del siglo V (a.C), y tenía muchas fuentes que ya formaban parte de las Sagradas Escrituras. Aproximadamente la mitad de Crónicas fue tomada de los libros de Samuel y Reyes. El propósito era orientar y educar a un pueblo recientemente restaurado a la tierra de Israel que había pasado muchos años en el exilio. Quería establecer una continuidad con el pasado. Como consecuencia, da mucho énfasis al templo, a Israel como el pueblo escogido de Dios, a la importancia de la Ley y los Profetas y a la esperanza de un Mesías.
Al hablar de David, el autor omite todo aquello que pudiera restarle valor a la gloriosa imagen del rey: los siete años que David reinó en Hebrón antes de unificar al reino, las guerras entre la casa de Saúl y David, los problemas con Michal (la esposa de David) o los asesinatos de Abner e Ish-Bosheth. Aún más evidente es la omisión de su pecado con Betsabé, el crimen y muerte de Amnón, la rebelión de Absalón y la huida de Jerusalén. La única nota negativa es el censo (1 Crónicas 12). Parece que el autor quiere establecer la esperanza de un rey similar en el Mesías.
A veces es difícil saber exactamente donde se colocan en la historia las partes de Crónicas. Las partes idénticas a Samuel no están incluidas en este libro. Crónicas empieza con genealogías. Con la misma precisión, el capítulo doce nombra los hombres que estaban con David en Siclag.
1 Crónicas 12
1Estos fueron los guerreros que se unieron a David en Siclag cuando este se encontraba desterrado por causa de Saúl hijo de Quis. Ellos lo ayudaron en tiempos de guerra. 2 Eran arqueros que podían lanzar piedras y disparar flechas con ambas manos.
Cuando eres perseguido como David, cualquiera que se una a ti es una bendición. Hay algo en un hombre como David, en un varón de Dios, que atrae a otros. No a los soberbios, sino aquellos que voluntariamente se someten a alguien quien reconocen como llamado y ungido por Dios. Sus guerreros no siempre eran de orígenes impresionantes, pero lo importante es que lucharon junto a David en el campo de batalla. Eran expertos arqueros y podían disparar flechas o lanzar piedras con la mano izquierda al igual que con la derecha.
Las genealogías y listas de guerreros en la Biblia son cansinas. No es necesario leer todos los nombres, pero hay algunos detalles interesantes. Es impresionante la precisión de la historia bíblica al perseverar todos estos nombres, sus padres y de donde vivieron.
De los benjaminitas parientes de Saúl: 3 el jefe Ajiezer y Joás, que eran hijos de Semá de Guibeá; Jeziel y Pélet hijos de Azmávet; Beracá y Jehú, oriundos de Anatot; 4 Ismaías el gabaonita, que era uno de los treinta guerreros y jefe de ellos; Jeremías, Jahaziel, Johanán, Jozabad de Guederá, 5 Eluzay, Jerimot, Bealías, Semarías, Sefatías el harufita; 6 los coreítas Elcaná, Isías, Azarel, Joezer y Yasobeán, 7 Joelá y Zebadías, hijos de Jeroán, oriundos de Guedor.
Lo interesante aquí es que no son de la tribu de Judá como David. Son benjamitas, parientes de Saúl. Su lealtad a Saúl no era grande. Tal vez las debilidades de Saúl eran evidentes para ellos.
8 También algunos de los gaditas se unieron a David cuando se encontraba en la fortaleza del desierto. Eran guerreros valientes, preparados para la guerra, hábiles en el manejo del escudo y de la lanza, feroces como leones y veloces como gacelas monteses. 9 Se llamaban: Ezer, el primero; Abdías, el segundo; Eliab, el tercero; 10 Mismaná, el cuarto; Jeremías, el quinto; 11 Atay, el sexto; Eliel, el séptimo; 12 Johanán, el octavo; Elzabad, el noveno; 13 Jeremías, el décimo, y Macbanay, el undécimo. 14 Estos gaditas eran jefes del ejército; el menor de ellos valía por cien, y el mayor, por mil. 15 Fueron ellos quienes atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando el río se desbordó por sus dos riberas, e hicieron huir a los habitantes de los valles hacia el este y el oeste.
David atrajo a hombres valientes, acostumbrados a hacer prodigios. ¡Míralos! Precisamente los que uno quiere cuando se encuentra en la situación de David:
- Valientes
- Preparados para la guerra
- Hábiles en el manejo del escudo y de la lanza
- Feroces como leones
- Veloces como gacelas monteses
16 También algunos guerreros de las tribus de Benjamín y de Judá se unieron a David en la fortaleza. 17 David salió a su encuentro y les dijo: —Si vienen en son de paz y para ayudarme, los aceptaré; pero, si vienen para entregarme a mis enemigos, ¡que el Dios de nuestros padres lo vea y lo castigue, pues yo no soy ningún criminal!
David recibió con agrado a los guerreros que habían desertado del ejército de Saúl, pero desconfiaba de sus motivos. Los deja en las manos de Dios que los castigue si lo traicionan y lo entregan a sus enemigos.
18 Y el Espíritu vino sobre Amasay, jefe de los treinta, y este exclamó:
«¡Somos tuyos, David!
¡Estamos contigo, hijo de Isaí!
¡Tres veces deseamos la paz
a ti y a quien te brinde su ayuda!
¡Y quien te ayuda es tu Dios!»
David los recibió y los puso entre los jefes de la tropa.
Amasay es un gran guerrero, comandante de los treinta soldados más importantes de David, pero también un hombre a quien el Espíritu de Dios puede usar. Esa combinación no era muy común en aquellos días. Por desgracia, no hemos visto ninguna evidencia del Espíritu durante bastante tiempo. ¡Que bendición tener el apoyo de un hombre tan leal y guiado por el Espíritu!
20 Estos fueron los manasesitas que se unieron a David cuando este fue a Siclag: Adnás, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Ziletay, jefes manasesitas de escuadrones de mil hombres. 21 Ayudaban a David a combatir a las bandas de invasores, pues cada uno de ellos era un guerrero valiente y jefe del ejército. 22 Y cada día se le unían más soldados a David, hasta que llegó a tener un ejército grande y poderoso.
Es como un movimiento que crece rápidamente. ¡De seiscientos hombres a escuadrones de mil hombres! No se da el número total, pero ahora David tiene un ejército grande y poderoso.