Una de las tantas razones para alabar a Dios 1 Pedro 1:3-5

¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes, a quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos. 

Es fácil leer estos tres versículos rápidamente, sin prestar atención a la riqueza de cada punto, así que vamos a seguir la progresión del pensamiento en forma de preguntas y respuestas (todo en cursiva es de la Biblia, en varias traducciones.)

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Que toda la alabanza sea para Dios.

Claro que Dios es digno de toda alabanza, pero es más que cantar unas alabanzas emotivas; queremos adorarle en verdad, sabiendo la razón por nuestras alabanzas.

¿Por qué le alabamos?

Nos ha hecho nacer de nuevo. ¿Me ha hecho nacer de nuevo? ¿No fue mi decisión? Posiblemente, pero como vimos en el versículo 2, Dios nos eligió, e hizo toda la obra salvadora. Jesús dijo que tenemos que volver a ser como niños para entrar en el reino (Mateo 18:3), y Dios lo hizo posible con este nuevo nacimiento, lo cual es la única manera de entrar en su reino (Juan 3:3). Aquí, y en el verso 23 del mismo capítulo, son las únicas veces fuera de Juan 3 donde la Biblia usa las palabras “nacer de nuevo,” aunque varias veces habla de nacer espiritualmente. Podemos empezar de nuevo, con todo hecho nuevo, como una persona nueva (2 Corintios 5:17).

¿Por qué haría Dios algo tan inmerecido?

¡Por su gran misericordia! Misericordia es “la disposición a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente en el perdón y la reconciliación (Wikipedia).” Dios da la misma habilidad al creyente, para que pueda sentir compasión, empatía y amor por las personas, principalmente aquellas que sufren. Jesús dijo: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).

¿Cómo nos dio Dios esta salvación?

Mediante la resurrección de Jesucristo, porque Dios levantó a Jesucristo de los muertos. Para permitirnos entrar en su reino y tener una relación restaurada con Dios, algún sacrificio fue necesario. Dado que Dios es perfectamente justo, alguien tenía que pagar por nuestras ofensas, nuestros pecados. El único sacrificio eficaz tendría que ser perfecto, y el único perfecto es Dios. Empezó con la muerte de Jesús en la cruz, pero sin la resurrección no habría ninguna victoria ni esperanza para nosotros. La resurrección nos garantiza la vida eterna, y victoria sobre el pecado y la muerte.

¿Qué es el beneficio que recibimos? ¿Qué es el propósito de Dios para nosotros?

  1. Para que tengamos una esperanza viva.  Ahora vivimos con gran expectación. Muchos de nosotros vivíamos desesperados. Estábamos decepcionados y desilusionados con la esperanza vacía que el mundo nos ofreció en las riquezas y el placer. En muchos casos nuestra esperanza había muerto. La resurrección de Cristo nos asegura que hay esperanza; El que venció la muerte puede vencer cualquier problema en la vida cotidiana. Vivir sin esperanza es un infierno vivo; con una esperanza viva podemos soportar mucho sufrimiento. Dios quiere darte nueva esperanza, para que vivas cada día con gran expectación de lo que Dios va a hacer.
  2. Para que recibamos una herencia. No solo recibimos el perdón de pecados, y una “mansión” en el cielo, sino también una herencia. ¿Cuándo fue la última vez que pensaste en la herencia que Dios tiene para ti? Jesús dijo que es “el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo” (Mateo 25:34). Tenemos la herencia de un hijo del Rey.

¿Cómo es esa herencia?

He conocida a gente que esperaba una gran herencia de sus padres, pero entonces una casa se quemó, la bolsa de valores colapsó, las antigüedades fueron dañadas o había una pelea con sus hermanos, y no recibieron nada. No hay mucha certeza en cuanto a las herencias en este mundo, pero nuestra herencia como hijos de Dios es:

  1. Indestructible, incorruptible. No es de este mundo. No es material.
  2. Incontaminada, inmaculada. Nada ni nadie puede contaminarla. Es pura, hermosa.
  3. No va a cambiar con el tiempo. Es eternal.
  4. Reservada en el cielo. Tiene tu nombre puesto, está esperándote en el cielo.
  5. Garantizada: Esta herencia es tan importante que Dios la garantiza con su Espíritu: Fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. Este garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios (Efesios 1:13-14).

¿Quién recibe estas bendiciones?

  1. Nosotros (ustedes), cada creyente. Pero no todos van a alcanzar la meta de llegar al cielo para reclamar su herencia. Hay enemigos que nos atacan para destruirnos y robarnos de ella, pero Dios tiene una provisión para esa amenaza también:
  2. Los que el poder de Dios protege. Sin esta protección es muy posible caer y perder todo. No hay ninguna duda que Dios tiene el poder para protegernos, pero aquí llegamos a nuestra parte, y esa parte puede ser delicada…

¿Cómo se aprovecha de esa protección?

Mediante la fe. Toda la vida cristiana es por fe. Ya hemos visto que Dios hace cosas grandes para nosotros, y vamos a ver muchas más en esta carta, pero tenemos que mantener la fe. Dudas nos asediarán y nuestra fe estará atacada por todos lados, pero tenemos que perseverar en nuestra fe en Dios y su Palabra.

¿Hasta cuándo?

Hasta que llegue la salvación. Ya somos salvos, pero no hemos experimentado la plenitud de esa salvación, la manifestación de todo lo que esa fe significa.

¿Cuándo llegará la plenitud de nuestra salvación?

Está lista para ser revelada en el día final, a fin de que todos la vean. Se ha de revelar en los últimos tiempos. Para muchos, no será hasta la muerte. Cuando Cristo viene otra vez para establecer su reino, recibiremos nuestra herencia, la redención de nuestros cuerpos, y la recompensa que Dios tiene preparada para nosotros.

¡Estas son buenas nuevas! En todas las tribulaciones de esta vida tenemos que fijar nuestras mentes en la gran obra que Dios ha hecho para nosotros, porque a veces puede parecer un sueño.

 

Cómo permanecer en Jesús y en su amor; Juan 15:1-10

Ya has tenido la oportunidad para entrar por la puerta estrecha y evaluar el costo de ser un discípulo de Jesucristo. Es un cambio tan radical que Jesús dice que la única manera de ser su discípulo es nacer de nuevo. No podemos rehabilitar al viejo hombre; tenemos que crucificarlo y empezar de nuevo, con la fe sencilla de un niño. Todavía estás leyendo este libro; al parecer, todavía quieres andar con Jesús en el camino angosto, como dice nuestro verso (1 Juan 2:5-6, RVR):

Por esto sabemos que estamos en él: El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

No puede ser mero hablar; tenemos que realmente permanecer. La palabra “permanecer” es la misma que Juan usa en el capítulo 15 de su evangelio:

Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. »Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos. »Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. 10 Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Estos son los puntos clave de este pasaje, los cuales vamos a profundizar en este capítulo:

  • Nosotros tenemos que permanecer en Cristo, y Él quiere permanecer en nosotros (pero hay condiciones).
  • Cristo permanece en el amor de su Padre, y sus palabras tienen que permanecer en nosotros.
  • Permanecer no es opcional, solo para algunos creyentes súper espirituales. El que no permanece en Cristo, arderá en el fuego.
  • El secreto de una vida fructífera es permanecer en Cristo.
  • La clave para oración contestada es permanecer en Cristo.
  • Para permanecer tenemos que guardar los mandamientos de Jesús.

¿Cómo te va? ¿Dirías que estás permaneciendo en Cristo? ¿Estás andando como anduvo Cristo? Ser honesto es un comienzo; no puedes engañar a Dios. Si Cristo vive en ti, y cumples su palabra, vas a andar como Cristo anduvo. Él te ha dado su Espíritu Santo para que te guíe y te dé el poder para hacerlo.

Dios quiere que seas fructífero

1Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más fruto todavía.

Jesús es la única vid verdadera. ¿Quiénes son las ramas? ¡Nosotros! Todos aquellos que están conectados y unidos a Él, que andan como Él anduvo, son una parte integral de la vid. Una necesita a la otra. Sin ramas, la vid es inútil, es infructuosa; las ramas producen el fruto. Ramas sin la vid mueren; recibes todo lo que necesitas de la vid. También necesitas a las otras ramas; Dios te coloca en la vid, una rama entre muchas. Tu principal objetivo es producir el mejor fruto posible, en grandes cantidades. No es para tener una vida más fácil, ser próspero en tu negocio, o estar feliz o bendecido. Esas cosas pueden suceder, pero no son el propósito de Dios para  ti.

¿Cómo está tu rama?

Jesús ya hizo su trabajo aquí en la tierra, para proveer muchas ramas para la viña de su Padre. El Padre tiene todo el derecho de hacer lo que quiera en su viña; es suya, y Él es el labrador. Siempre está trabajando, examinando las ramas. En este momento Él está examinando tu vida. ¿Es fructífera? Si tu rama no es fructífera, la quitará. Así lo dice, ¿verdad? No sirve para el Señor; simplemente extrae energía de las ramas fructuosas. No le importan las hojas grandes o las lindas flores; ¡Él quiere fruto!

Pero no te apures; todavía no es tiempo de cosecha. El Padre es paciente contigo; hay tiempo de hacer unos cambios para ser más fructífero. Sabe que la vid tiene que crecer y ser capaz de dar fruto, al igual que una niña tiene que madurar para dar a luz a un bebé.  El Padre es un labrador experto, y hará todo lo posible y necesario para asegurar una cosecha buena, incluso algo radical.

El Padre poda y limpia

Puede ser que el Padre está limpiándote ahora mismo. Es un proceso difícil; duele, y podemos preguntar “¿Por qué me pasa esto? He trabajado fielmente. Estoy buscando a Dios y he visto buenos frutos en mi vida.” Pero el Padre quiere más. Es bueno si Él está limpiándote; significa que Él tiene algo más grande para ti.

¿Qué es la fruta que está buscando?

Empieza con el fruto del Espíritu en Gálatas 5:22 y 23: amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Claro que son importantes, pero Dios también está buscando fruto en otras personas que tu vida ha impactado; personas que han recibido a Cristo, que están creciendo en el Señor y están sirviendo a Dios.

Lucas 6:43 a 45 nos da otra perspectiva sobre el fruto: No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

¿Qué hay en tu corazón? ¿Cómo está ese tesoro? Tus palabras revelan la condición de tu corazón; ¿hablas palabras malas o groseras? ¿O hablas para edificar y bendecir a otros?

Ustedes ya están limpios por la palabra que les he comunicado.

¿Cómo te limpia (o te poda) el Padre? Por medio de la Palabra: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Hebreos 4:12). Tienes que estar en la Palabra, y dejar que el Espíritu Santo te limpie y te pode por medio de su Palabra. Dios también usa a otros hermanos, pruebas, y las circunstancias de la vida para limpiarte.

¿Cuál es el secreto de una vida fructífera?

Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.

Las palabras claves en estos diez versículos son “permanecer” y “fruto.” Permanecer aparece diez veces (Dios Habla Hoy traduce la palabra griega “unido”), y fruto seis veces. Es de sentido común: ninguna rama cortada de un árbol o de la vid puede llevar fruto; tienes que permanecer en Cristo. La pregunta para ti, entonces, es: ¿Estás permaneciendo en Cristo? ¿Puedes decir que Él está permaneciendo en ti? ¿Cómo puedes saberlo?

Una iglesia puede tener cultos ungidos y ofrecer programas impresionantes, tener un templo hermoso y la mejor música, y trabajar duro. Pero esas cosas no necesariamente significan éxito. La prueba es la fruta. Puedes hacer muchas cosas religiosas por ti mismo, en la carne, en tu fuerza. Pero solo puedes dar buenos frutos que duren si permaneces en Cristo.

»Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.

Los discípulos han tenido tres años de comunión íntima con el Señor y preparación para el ministerio, pero pronto van a estar físicamente separados de Cristo y tendrán que aprender a vivir sin su presencia física. Es común que un cristiano empiece con unos meses de comunión muy íntima con Jesús, pero puede haber veces cuando tú no sientas su presencia. Una noche oscura. Tienes que aprender a no depender de tus emociones y vivir por fe; fe en que Cristo vive en ti y tu vida está en Cristo.

Dios quiere que seas muy fructífero, pero la calidad es tan importante como la cantidad. Dios no se complace con un montón de fruto podrido. Tal como un árbol saludable produce muchos frutos buenos, así también el cristiano saludable debe producir muchos buenos frutos. Ésta es una promesa para ti, pero como la mayoría de las promesas, hay una condición: Permanecer en Cristo, y Cristo en ti. Entonces seguramente darás mucho buen fruto.

El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman.

Ahí está otra vez; Jesús lo repite: Es posible acabar en el fuego. No es opcional permanecer en Cristo, como si fuesen algunos cristianos maduros que permanecen, y otros que solo llegan a la vid en tiempos de necesidad. Beben del agua viva de la vid en un culto, pero vuelven al mundo entre semana. Cristo tiene palabras muy fuertes para la persona que no permanece en Él. Jesús siempre es fiel para hacer su parte para sostenerte y compartir su vida contigo, pero tú tienes que permanecer en Él. Es posible tomar la decisión de no permanecer en Él, o, más a menudo, simplemente descuidar tu relación con Él.

Una promesa de oración contestada

Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá.

La primera promesa es dar mucho fruto si permaneces en Jesús; esta promesa es para oración contestada, pero no solo tienes que permanecer en Él, sino que sus palabras tienen que permanecer en ti. Ésta es una gran promesa, pero no es para cosas egoisticas; es en el contexto de tu obra en la vid. Por supuesto, Dios proveerá tus necesidades, pero sobre todo Él responderá la oración que ayuda en la cosecha. Si su palabra realmente permanece en ti, tendrás su corazón, y lo pedirás de acuerdo con su voluntad.

Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que son mis discípulos.

¿Eres un discípulo de Jesús? Un discípulo es fructífero, y Dios quiere mucho fruto. ¿Quieres glorificar a Dios? ¿No crees que el Padre estará muy contento contigo si lo glorificas de esa manera?

Cristo te ama

»Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. 

No se trata solo de ser fructífero y de trabajar en la viña; es una relación de amor, y es un mandamiento: Permanece en el amor de Cristo. Él te ama con el mismo amor que el Padre tiene para Él. ¡Ese es un gran amor! Ese amor siempre está allí para ti. (En este capítulo, cuando Jesús habla de amor, es el amor ágape, el amor perfecto e incondicional de Dios.) Cristo no tiene altibajos en su amor. Tú puedes depender de su amor, pero tú tienes que permanecer en él. ¿Cómo?

10 Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 

Entonces, ¿cómo permaneces en Cristo? ¿Cómo puedes siempre permanecer en su amor?

  • Obedecer sus mandamientos.
  • Mantener la comunión con Él.
  • Andar con Él todo el día, en adoración y oración.
  • Caminar en santidad; no puedes permanecer en Cristo y practicar el pecado al mismo tiempo.

¡Qué gran privilegio de permanecer en Cristo y llevar mucho fruto para la gloria de su Nombre! Al estudiar la vida de Jesús y andar como Él, como estamos aprendiendo en este libro, permanecerás en Él y en su amor.

 

La fe Mateo 8, 9 y 14

Caminar con Jesús es un caminar de fe, pero Pablo agrega esperanza y amor como fundamentos de la vida cristiana; hay una conexión íntima entre los tres:

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor (1 Corintios 13:13).

La fe es la garantía (certeza) de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve (Hebreos 11:1). Tanto la fe como la esperanza implican cosas intangibles. Lo que esperamos está en el futuro. Creemos en lo que no vemos ni podemos confirmar con nuestros sentidos (lo que Dios ha dicho, la obra salvadora de Cristo, y el hecho que Dios existe). Nuestro conocimiento de Dios y de su palabra nos da la seguridad de que nuestra esperanza es real; los dos trabajan juntos.

El amor fortalece nuestra fe y esperanza, y nos da perseverancia. La combinación de los tres transforma nuestra relación con Dios y con los demás: Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (1 Corintios 13:7).

También forman partes esenciales de nuestra armadura espiritual: Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo (1 Tesalonicenses 5:8, RVR). La fe y el amor protegen el corazón, mientras que la esperanza de la salvación eterna protege los pensamientos. Sin ese casco, la fe y el amor pueden llegar a ser egoístas o equivocados. La esperanza mantiene nuestros pensamientos claros, enfocados en nuestra salvación, libre de distracciones, y ordenando el resto de nuestras vidas.

Hemos recibido noticias de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todos los santos  a causa de la esperanza reservada para ustedes en el cielo. De esta esperanza ya han sabido por la palabra de verdad, que es el evangelio (Colosenses 1:4-5). Su fe y su amor son notables, y ambos fluyen de la esperanza despertada por el evangelio.  Primero esperanza; entonces la fe se apropia de:

  • La realidad invisible de la libertad del pecado dada por el sacrificio de Cristo.
  • Una relación de amor con Dios.
  • Paz con el prójimo.

Como resultado, el amor fluye, para Dios y para otros.

Fácilmente se puede escribir un libro sobre la fe, pero en realidad no es muy complicada. Estos ejemplos demuestran la simplicidad de andar con Cristo en fe. ¡Tú puedes hacerlo!

Un hombre leproso sanado (Mateo 8)

1 Cuando Jesús bajó de la montaña, lo siguieron grandes multitudes. Un hombre que tenía lepra se le acercó y se arrodilló delante de él.

—Señor, si quieres, puedes limpiarme —le dijo.

Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí quiero —le dijo—. ¡Queda limpio!

Y al instante quedó sano de la lepra.

—Mira, no se lo digas a nadie —le dijo Jesús—; solo ve, preséntate al sacerdote, y lleva la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.

Esta es la fe de un niño, la fe que agrada a Dios. Es una fe muy simple, pero con esa fe, como un granito de mostaza, el leproso quedó sano.

¿Cómo manifestó su fe?

El hombre no le rogó mucho y no hizo ninguna declaración de sanidad.

  1. Había oído hablar de Jesús y se acercó a Él. No le importaba lo que dijera los demás o que él pudiera ser señalado por ser inmundo. La fe comienza con un deseo de estar cerca de Jesús, en su presencia. Es difícil tener fe cuando estás involucrado en cosas del mundo o estás lejos del Señor.
  2. Se arrodilló delante de Él. El hombre se humilló y confesó su dependencia de Jesús. La adoración edifica la fe, y expresa una sumisión al señorío de Jesucristo.
  3. Tenía la fe sencilla que Jesús podía sanarlo. Tal vez había visto otros milagros, o había escuchado las enseñanzas de Jesús, pero tenía la certeza de que era posible. Todo depende de la voluntad de Jesús, no de la cantidad de su fe.
  4. Reconoce que Jesús es soberano, y puede decidir sanarlo o no. Muchos enseñan que es una falta de fe orar “si es tu voluntad” o “si quieres,” pero Jesús honra esa sumisión.
  5. Instantáneamente estuvo sano. No siempre es así, pero en este caso Jesús extendió la mano y le tocó (exponiéndose a la posibilidad de contagiarse).

La fe impresionante del centurión

Al entrar Jesús en Capernaúm, se le acercó un centurión pidiendo ayuda.

También en este caso el primer indicio de fe fue acercarse a Jesús y pedir ayuda. La oración es una parte muy importante de caminar en fe.

—Señor, mi siervo está postrado en casa con parálisis, y sufre terriblemente.

Aquí no le pidió a Jesús un milagro; en fe se acercó a Jesús y le confiesa su necesidad (y su incapacidad para hacer algo al respecto).

—Iré a sanarlo —respondió Jesús.

Jesús dio su palabra: en respuesta a la fe del centurión, Jesús sanaría al siervo. Fue conmovido por la fe sencilla de este hombre, quien ahora tiene su promesa. Nosotros tenemos muchas promesas de Jesús sobre lo que Él quiere hacer por nosotros.

—Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero basta con que digas una sola palabra, y mi siervo quedará sano. Porque yo mismo soy un hombre sujeto a órdenes superiores, y además tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.

Esta es la fe: la humildad, confianza en la palabra de Jesús y comprensión de la naturaleza de la autoridad. Este centurión recibió la autoridad del Imperio Romano. En sí mismo, no tenía el poder para obligar a sus soldados a hacer nada, pero esos soldados entendían que el centurión había recibido la autoridad del emperador. Temen y respetan ese poder, y sin discutir ni demorar, hicieron lo que se les pidió que hicieran. Responden a las palabras de su superior. El centurión sabe que Jesús solo tiene que decir la palabra y se hará; él reconoce la autoridad que Jesús recibió de su Padre.

10 Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: —Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe. 11 Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. 12 Pero a los súbditos del reino se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes.

Jesús dice que esa es gran fe; más fe de la que había encontrado en nadie en Israel (este hombre era romano, un gentil). Jesús está muy impresionado con su fe, y conmovido para responder a ella. ¿Qué te comunica que una persona tiene mucha fe? Aquí fue la convicción profunda de que Jesús estaba bajo la autoridad del Padre, de Dios mismo. La persona sin esa fe no solo no recibe milagros, sino que será echada al infierno.

13 Luego Jesús le dijo al centurión: —¡Ve! Todo se hará tal como creíste.

Y en esa misma hora aquel siervo quedó sano.

¡Qué palabra tan interesante! Todo se hará tal como creíste. Dios Habla Hoy dice: Debido a que creíste, ha sucedido. Si tienes la fe para cosas pequeñas, así recibirás cosas pequeñas. Si tienes la fe para mover montañas, si de verdad crees que Jesús (¡quien creó al mundo!) tiene el poder de mover montañas, ¡la montaña se moverá!

Jesús quiere hacer todo lo que creemos que fuese posible.

El temor roba la fe de los discípulos

23 Luego subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. 24 De repente, se levantó en el lago una tormenta tan fuerte que las olas inundaban la barca. Pero Jesús estaba dormido. 25 Los discípulos fueron a despertarlo.

—¡Señor —gritaron—, sálvanos, que nos vamos a ahogar!

Una vez más los discípulos se acercaron a Jesús; más bien, fueron corriendo a Jesús en pánico. Sí, tienen la fe de que Él puede salvarlos, y piden esa salvación, pero también hay temor. El temor es lo opuesto a la fe. El temor paraliza la fe y nos roba de ella. Estos son sus discípulos; Jesús espera más de ellos (¡más de lo que espera de un centurión romano!), así que Jesús los reprende:

26 —Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo?

Si tenemos fe, no debemos temer. Es posible tener mucha fe, o poca fe. El temor de los discípulos traiciona su poca fe. ¿Qué parte tiene el miedo en tu vida? ¿Ese temor traiciona tu poca fe? ¿O tienes confianza en las tormentas de esta vida de que Jesús puede manejarlas todas?

Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo.

Gracias a Dios, a pesar de su poca fe, Jesús todavía hace el milagro; no va a dejarlos morir en esa tormenta. A veces Dios hace un milagro, no a causa de nuestra mucha fe, sino a pesar de nuestra poca fe.

27 Los discípulos no salían de su asombro, y decían: «¿Qué clase de hombre es este, que hasta los vientos y las olas le obedecen?»

La fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Cristo (Romanos 10:17). Cuando crecemos en nuestro conocimiento de Jesús, nuestra fe crecerá también. Es claro que ellos todavía no tenían un concepto claro de quien es Jesús.

Tocar el borde de su manto (Mateo 9)

18 Mientras él les decía esto, un dirigente judío llegó, se arrodilló delante de él y le dijo:

—Mi hija acaba de morir. Pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.

¡Aquí está de nuevo! El hombre buscó a Jesús, se acercó a Él, se arrodilló, comparte su necesidad, hace una petición y expresa la confianza que Jesús podría sanar a su hija. No tiene la humildad del leproso para decir “si quieres,” ni del centurión, que no se sintió digno de recibir a Jesús en su casa. Este era un dirigente judío, y él es más audaz, lo dice a Jesús lo que debe hacer: “Ven y pon tu mano sobre ella.” Él tiene mucha fe: la muchacha ya está muerta. Hay varias maneras de acercarse a Jesús, y Él honra cada una de estas peticiones.

19 Jesús se levantó y fue con él, acompañado de sus discípulos. 

Jesús estaba en medio de una enseñanza, pero sin decir nada, inmediatamente se levantó y fue con el hombre. Mientras iba, tenemos otra expresión de fe:

20 En esto, una mujer que hacía doce años que padecía de hemorragias se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto. 21 Pensaba: «Si al menos logro tocar su manto, quedaré sana». 22 Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: —¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado.

Y la mujer quedó sana en aquel momento.

Una vez más la persona se acercó a Jesús, pero se avergüenza de su inmundicia y no puede pedirle nada. La única expresión de fe es la certeza que ella tenía, que solo al tocar el borde de su manto quedaría sana, y esa fe es la suficiente para sanarla. Jesús lo dice claramente: Tu fe te ha sanado.

Seguramente el padre de la muchacha estaba nervioso por este retraso, pero ahora llegan a su casa:

23 Cuando Jesús entró en la casa del dirigente y vio a los flautistas y el alboroto de la gente, 24 les dijo:

—Váyanse. La niña no está muerta, sino dormida.

Entonces empezaron a burlarse de él. 25 Pero cuando se les hizo salir, entró él, tomó de la mano a la niña, y esta se levantó. 26 La noticia se divulgó por toda aquella región.

Hemos visto dos tipos de curaciones:

  1. La persona manifestó fe por su propia curación (ambas personas inmundas: el leproso y la mujer con la hemorragia).
  2. La fe de otra persona resultó en la curación (de la hija y del sirviente del centurión).

En este caso, no se menciona nada más acerca de la fe del padre. Parece que una vez que Jesús tomó la decisión de acompañarlo, ya estaba hecho. Las burlas de la gente no le impidieron sanarla (o, más bien, resucitarla). Solo tomó la niña de la mano y ella se levantó.

Dos ciegos sanados

Al caminar con Jesús a través de estos capítulos de Mateo, notamos una procesión continua de necesidades y peticiones, y la fe simple de la gente:

27 Al irse Jesús de allí, dos ciegos lo siguieron, gritándole: —¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!

Esta vez hay dos ciegos que siguen a Jesús y claman a Él. No le piden por sanidad, sino por compasión.

28 Cuando entró en la casa, se le acercaron los ciegos, y él les preguntó: —¿Creen que puedo sanarlos?

—Sí, Señor —le respondieron.

No dejaron de seguir a Jesús; lo siguieron dentro de la casa y se acercaron a Él de nuevo. Jesús quiere aclarar lo que quieren: “¿Qué quieren ustedes cuando piden compasión? ¿Por qué me sigues?” Deben ser más específicos en su petición si quieren sanidad. Ahora dicen claramente que creen que Jesús puede sanarlos.

29 Entonces les tocó los ojos y les dijo: —Que se haga con ustedes conforme a su fe.

Esa simple confesión fue suficiente para mover a Jesús. Reciben conforme a su fe. Si tienes la fe por algo pequeño, eso es lo que recibirás. Si es fe para mover montañas, las montañas se moverán.

30 Y recobraron la vista. Jesús les advirtió con firmeza: —Asegúrense de que nadie se entere de esto.31 Pero ellos salieron para divulgar por toda aquella región la noticia acerca de Jesús.

32 Mientras ellos salían, le llevaron un mudo endemoniado. 33 Así que Jesús expulsó al demonio, y el que había estado mudo habló. La multitud se maravillaba y decía: «Jamás se ha visto nada igual en Israel».

¡En este caso el pobre hombre no pudo hablar! ¡No pudo pedir nada! Posiblemente fue tan atado por el demonio que ni siquiera tenía fe, pero sus compañeros tenían fe. Como en los otros casos, se acercan a Jesús. No hay registro de nada que pidieron; con esa fe simple de llevar al hombre a Jesús, el Señor hizo el milagro.

Jesús puede multiplicar lo poco que tienes (Mateo 14)

13 Cuando Jesús recibió la noticia [de la muerte de Juan Bautista], se retiró él solo en una barca a un lugar solitario.

Jesús estaba de luto y quería estar solo, pero:

Las multitudes se enteraron y lo siguieron a pie desde los poblados. 14 Cuando Jesús desembarcó y vio a tanta gente, tuvo compasión de ellos y sanó a los que estaban enfermos.

Una vez más la gente demuestra su fe buscando a Jesús. Esa fe toca su corazón, y Él sana a los enfermos. Pero ahora hay un problema:

15 Al atardecer se le acercaron sus discípulos y le dijeron: —Este es un lugar apartado y ya se hace tarde. Despide a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren algo de comer.

16 —No tienen que irse —contestó Jesús—. Denles ustedes mismos de comer.

17 Ellos objetaron: —No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados.

18 —Tráiganmelos acá —les dijo Jesús.

Los discípulos no pudieron ver la oportunidad de ejercer su fe en esta situación y suplir la necesidad. Para ellos, sería más fácil simplemente despedir a la gente. Ellos pasan la responsabilidad de su bienestar a la multitud, pero Jesús dice que no tienen que irse. No corresponde a gente que recién comienzan su relación con Dios estar agobiados por algo que nosotros (con una fe madura) podemos hacer. La multitud tenía fe por las sanidades, pero no hay evidencia de fe para este milagro.

Esta es una prueba de la fe de los discípulos. Es claro que Jesús sabe que sería posible para ellos, con la fe que tienen, proporcionar alimento a miles de personas. Pero ellos no tienen esos ojos de fe para creer por un milagro y multiplicar lo poco que tenían. ¿Hay algo que te parezca imposible? ¿Podría ser una prueba de tu fe?

La disposición a ofrecerle a Jesús lo que tenían, le permitió hacer un milagro. ¿Hay algo que tú tengas, que Él te diga: Tráemelo?

19 Y mandó a la gente que se sentara sobre la hierba. Tomó los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, los bendijo. Luego partió los panes y se los dio a los discípulos, quienes los repartieron a la gente. 20 Todos comieron hasta quedar satisfechos, y los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos que sobraron. 21 Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.

¿Cómo hizo Jesús el milagro? No hay una explicación lógica, pero podemos seguir los pasos:

  • Mandó a la gente sentarse. Prepara la escena y organiza a la gente.
  • Tomó lo que tenía y mira al cielo con fe y expectativa.
  • Bendijo lo que tenía.
  • Dio los panes y peces a los discípulos, y ellos los distribuyeron. ¡Imagínate cómo su fe creció cuando vieron a esos panes y peces alimentar a miles!

Cuando Jesús hace un milagro, quiere que quedemos satisfechos, y que haya sobreabundancia. No se ve muchos de estos milagros hoy en día, pero ¿tienes la fe que Jesús podría hacerlo de nuevo?

Una oportunidad y una prueba para Pedro

22 En seguida Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado mientras él despedía a la multitud. 

Ya vimos una prueba con la alimentación de la multitud. Posiblemente los discípulos creían que ahora podían descansar en la barca. Pero Jesús les tiene otra prueba de su fe para ellos – y otra oportunidad para crecer en ella. Él los deja solos en la barca mientras despide a la multitud.

Puede ser que acabes de salir de una gran prueba de tu fe, y quieras descansar por un rato. Pero puede ser que Jesús tenga otra prueba para ti, basada en el crecimiento que apenas has experimentado. ¿Hay algo en tu vida que te haga sentir abandonado por Jesús? ¿Puedes ver algún propósito que Jesús pueda tener en esta prueba?

23 Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar a solas. Al anochecer, estaba allí él solo, 24 y la barca ya estaba bastante lejos de la tierra, zarandeada por las olas, porque el viento le era contrario.

¿Dónde está Jesús? ¡Orando! ¡Toda la noche! Cuando Jesús no está en la barca con nosotros puede parecer que todo es contrario.

25 En la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago. 

Jesús los dejó allá en ese mar para pelear con las olas y el viento toda la noche.

26 Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados. —¡Es un fantasma! —gritaron de miedo.

27 Pero Jesús les dijo en seguida: —¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.

Es común sentir temor en la prueba. ¡Pero no hay que tener temor de Jesús! Jesús no quiere asustarte. Si estás en una tormenta ahora, Jesús está contigo, y su palabra es: “¡Cálmate! Soy yo. No tengas miedo.”

28 —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua.

29 —Ven —dijo Jesús.

Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. 

Sin pensar en todas las implicaciones, hay una sola cosa en el corazón de Pedro: Quiere estar con Jesús. Cree que si Cristo puede caminar sobre las aguas, él también puede. Pero solo si realmente es Jesús; la fe tiene que estar en algo seguro, como Cristo. Y tenemos que esperar la palabra de Jesús antes de bajar de la barca. Con esa palabra, Pedro baja y camina.

30 Pero, al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: —¡Señor, sálvame!

31 En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió: —¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?

Para nosotros y nuestra experiencia actual, parece que Pedro tenía mucha fe para bajar y caminar, sobre todo con un viento fuerte. Pero Jesús lo reprende por su poca fe y sus dudas. Jesús está diciendo que no importa cuán imposible parezca algo, cuan fuerte es el viento, si creemos, no hay nada difícil ni imposible. El temor, las dudas, y fijar nuestros ojos en las circunstancias nos roban esas bendiciones. Jesús no lo reprende por ser atrevido, lo alentó y lo apoyó en ese paso de fe. Y no le deja hundirse, lo rescata.

32 Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. 33 Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: —Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.

¿Hay un viento contrario en tu vida ahora? Jesús quiere calmar la tormenta y subir a tu barca. ¡Él verdaderamente es el Hijo de Dios y merece toda tu adoración!

34 Después de cruzar el lago, desembarcaron en Genesaret. 35 Los habitantes de aquel lugar reconocieron a Jesús y divulgaron la noticia por todos los alrededores. Le llevaban todos los enfermos, 36 suplicándole que les permitiera tocar siquiera el borde de su manto, y quienes lo tocaban quedaban sanos.

Así termina este capítulo de Mateo y este capítulo sobre la fe, con más manifestaciones de fe. La gente reconoce a Jesús y saben que es enviado por Dios con el poder de Dios. Divulgan la noticia por todas partes, invitando a la gente a tener fe para acercarse y recibir, y con fe le llevaron todos los enfermos. La gente se acerca a Jesús con sus necesidades. Le suplican a Jesús por su toque y su milagro. Hacen su petición, su oración, y extienden las manos para tocarlo. Como la mujer, tienen la fe de que tocar siquiera el borde se su manto resultaría en una curación. Y todos aquellos que tienen la fe para tocarlo, quedan sanos.

Eso es, así de simple. De verdad no hay nada complicado acerca de la fe. Tú has leído la Biblia. Tú sabes quién es Jesús, y estás creciendo en tu conocimiento de Él. Probablemente lo has aceptado como tu Señor y Salvador. Es posible que hayas anunciado las buenas nuevas a otras personas. ¿Cuál es la necesidad que puedes llevar a Jesús ahora? ¿O la persona que le puedes llevar? ¿Has suplicado a Jesús por tu petición y necesidad? ¿Tienes la fe para tocarlo? Entonces Jesús dice que quien crea, recibirá, conforme a su fe. Cree en Jesús con la misma fe que hemos visto una y otra vez en este capítulo. Y no dudes, como Pedro, de ser reprendido como un hombre de poca fe.

 

Introducción: Que la gracia y paz de Dios sean multiplicadas para ti 1 Pedro 1:1-2

Hace unas semanas mi esposa dijo que sintió una llamada del Espíritu para estudiar las cartas de Pedro. Como toda la Escritura, ¡son muy ricas! Creo que hay mucho que el Señor quiere comunicar a nosotros en estos días de “La Roca,” el gran apóstol Pedro.

1Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos, extranjeros dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, según la previsión de Dios el Padre, mediante la obra santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por su sangre:

Que abunden en ustedes la gracia y la paz.

El autor no tiene que decir mucho para identificarse; todo creyente había oído de la relación especial de su Señor con este discípulo, ahora un apóstol (representante de Jesús y enviado por Él con su autoridad). Pedro escribió esta carta entre los años 62 y 64 d.C., posiblemente desde Roma. En esa época muchos cristianos fueron asesinados y torturados en la persecución del emperador Nerón; Pedro mismo sería crucificado (al revés) durante esa persecución.

Los receptores

Tres palabras describen los receptores de esta carta:

  • Elegidos. Inmediatamente Pedro entra en una controversia que no ha sido resuelta en dos mil años de la historia de la iglesia: El libre albedrío versus la soberana elección de Dios. No es posible evitar o negar las muchas veces que la Biblia dice que Dios nos eligió. Hay varias maneras de entender esta doctrina, y las varias traducciones de este versículo nos ayudan:
    • DHH: a quienes Dios el Padre había escogido anteriormente conforme a su propósito
    • RVR: elegidos según la presciencia de Dios Padre
    • NVI: elegidos…según la previsión de Dios el Padre
    • NTV: Dios Padre los conocía y los eligió desde hace mucho tiempo
    • LBA: elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre

Una posibilidad es que Dios ya tenía conocimiento de quién le aceptaría y quién no. No vamos a resolver el debate aquí, pero ser elegido comunica una seguridad y un estatus para con Dios. Dios te conoce y te quiere en su familia. La mayoría de estos lectores eran judíos; ellos ya tenían un concepto muy claro de la elección de Abraham, y de Israel como el pueblo escogido de Dios. Ahora esa elección se extiende a los que confían en Cristo.

  • Extranjeros. Somos peregrinos y extranjeros en este mundo, un tema que Pedro va a desarrollar más. Ellos también eran expatriados, viviendo fuera de su país natal. Con tanto movimiento en el mundo hoy en día, y muchos refugiados, es común tener la experiencia de un expatriado (yo soy un expatriado de los Estados Unidos, viviendo en Costa Rica).
  • Dispersos. La dispersión empezó con la persecución que empezó con la muerte de Esteban (registrada en Hechos 7 y 8). Es cierto que Dios prometió la tierra de Canaán a Abraham y sus descendientes, pero también quería que su pueblo fuese sal y luz en todo el mundo. Ya sea mediante el envío de misioneros, o la dispersión a través de una persecución, Dios permitió esta dispersión de los judíos (y ahora los cristianos) para la difusión del evangelio. La famosa “pax romana” permitió el libre tránsito en una gran parte del mundo y facilitó esa difusión.

La única cosa segura para ellos (aparte de una medida de seguridad por ser parte del imperio romano) es su relación con Dios, ¡la que vale mucho! Vivimos con esa tensión de ser diferente, incluso en nuestro país natal. Somos una minoría (como cristianos), y sujetos a un sistema en este mundo que está bajo el dominio del maligno.

Pablo era el misionero más activo y el apóstol a los gentiles. Pablo plantó la iglesia en Galacia, pero es interesante que el Espíritu Santo no le permitió ir a Bitinia  o Asia (Hechos 16:6 y 7). Todas estas iglesias estaban en lo que hoy en día es Turquía.

Cómo fueron transformados

En el verso 2 vemos la Trinidad: Padre, Hijo, y Espíritu Santo; es la obra santificadora del Espíritu que nos transforma.

La NTV dice: su Espíritu los ha hecho santos. Son santos, no en el sentido de ser alguien excepcional (como en la iglesia Católica), sino porque son separados del mundo en una comunidad nueva, y purificados por la sangre de Jesús. Desde el principio, cuando Dios primero nos llama y empieza a crear hambre y sed para una relación viva con Él, es el Espíritu Santo trabajando en nosotros que nos lleva a la salvación, nos guía, y nos preserva en medio de un mundo hostil.

Su obra santificadora es un proceso continuo, de por vida, que nos conforma a la imagen de Jesucristo. El Espíritu nos convence del pecado, nos a conseja en cómo vivir, y nos da el poder para resistir la tentación y vencer al pecado.

El propósito que Pedro nos da para nuestra elección

La Biblia nos da varios propósitos para nuestra salvación, pero Pedro tiene dos en mente cuando empieza a escribir esta carta:

  • Obediencia a Jesucristo. Servir a Jesús como Señor de todo. Era una lección difícil para un hombre de carácter fuerte como Pedro, pero él puede testificar que vale la pena.
  • Redención por la sangre de Jesús. Cristo pagó el precio por nuestra rebelión y pecado, y nos compró de nuestra esclavitud al diablo y los deseos de la carne. Así restaura nuestra relación con Dios y nos limpia de todo pecado.

¿Qué parte tienen estas dos cosas en tu entendimiento de qué es ser cristiano? ¿Estás agradecido por el sacrificio de Jesucristo que te redimió? ¿Es la obediencia a Jesús una meta en serio de tu vida? Lo que no está nombrado aquí (una vida más abundante, la felicidad, prosperidad, una familia bendecida o paz personal) es un indicio de lo que verdaderamente es importante en la vida cristiana.

La bendición

¡Toda esa es la salutación! Ahora Pedro nos bendice, un comienzo común para una carta, con palabras parecidas a las bendiciones de Pablo en sus cartas: gracia y paz.

  • Gracia. El favor inmerecido de Dios. En una situación difícil nos consuela mucho saber que la vida cristiana no depende de nuestros esfuerzos y buenas obras, sino de la gracia de Dios. Él escoge a amarnos y derramar su favor y bendición sobre nosotros. Es libertador descansar en esa gracia y dejar a Dios hacer su obra mediante el Espíritu Santo.
  • Paz. En un mundo lleno de conflictos y luchas interiores, la paz sobrenatural de Dios en medio de la tormenta nos sostiene. Primero, paz con Dios, entonces paz interior, y paz con otras personas, incluso nuestros enemigos.

El deseo de Pedro es que esa paz y gracia abunden en ellos, que sean multiplicadas. ¿Puedes decir que eso es tu experiencia? ¿O estás agradecido por unos momentos pasajeros de paz en un culto? Dios quiere que abunden para ti. Dios no solo quiere añadir a tu paz, sino multiplicar su paz y gracia en tu vida.

 

 

Tú eres la luz del mundo Mateo 5:14-16

Otro propósito del discípulo de Jesús, paralelo al de la sal, es ser luz en el mundo.

Un tema importante en la Biblia

El evangelio de San Juan (1:5-9) empieza con la llegada de la luz a este mundo oscuro:

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. (RVR)

Jesús trajo la luz a Judá, por un breve tiempo:

Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo (Juan 9:5, RVR).

Jesús vino con esa luz y encendió la luz en sus discípulos. Cuando Él regresó a su Padre, nos dejó para ser esa luz del mundo. Ahora hay millones de luces brillando la luz de Cristo en el mundo entero. Jesús nos dio su luz; somos luz, y las tinieblas no pueden prevalecer contra nosotros, pero para ser la luz del mundo, Él tiene que ser la luz de tu vida. El propósito de Dios, en el Sermón del Monte (Mateo 5) que estamos estudiando, es que iluminemos a todos:

14 Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse.

Ya hemos visto que somos sal, que preserva y sazona la vida en este mundo. Poca sal sazona bastante comida; así también una sola luz ilumina todo un lugar. El mundo es un lugar oscuro; a pesar de la abundancia de luz artificial, espiritualmente permanece muy oscuro. No se puede esperar que el gobierno o alguien en el mundo lo iluminen, es la responsabilidad de la iglesia; nosotros ofrecemos la única luz verdadera. La iglesia debe ser esa ciudad asentada sobre un monte, conocida y visible para todos. Tenemos que hacer brillar la luz; no debemos andar escondidos.

No escondas tu luz

15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.

Nadie enciende una lámpara y luego la pone debajo de una canasta. En cambio, la coloca en un lugar alto donde ilumina a todos los que están en la casa. (NLT)

No es lógico encender una lámpara y luego ponerla debajo de un cajón o una canasta. La lámpara está colocada para dar la máxima luz al lugar. Una pequeña lámpara o vela trae luz a toda una habitación. Debemos posicionarnos para dar la máxima luz; no debemos ser una comunidad cerrada.

La luz es buena. Es cruel dejar a la gente perdida en la oscuridad cuando tenemos la luz que necesitan. ¡Cristo nos manda a alumbrarlos!

Así nos lo ha mandado el Señor: »“Te he puesto por luz para las naciones,
a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra”»
(Hechos 13:47).

Cómo mostrar la luz

16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.

Jesús nos manda a hacer brillar nuestra luz delante de todos. Es nuestra responsabilidad asegurar de que estemos brillando. Debes estar orgulloso de esa luz. El resultado debe ser alabanzas al Padre. Deben ver al Padre en nosotros; si nosotros recibimos la gloria hay algo malo.

Una lámpara sin aceite es inútil. Tú puedes tener la lámpara más fina, más hermosa, pero sin aceite (o electricidad), no es útil. Cuando la bombilla se apaga, la luz se va. Hay cristianos que parecen muy espirituales, pero no tienen aceite en sus lámparas; andan en la oscuridad, y no son diferentes del mundo oscuro que los rodea.

¿Cuál es la mejor manera de hacer brillar nuestra luz? ¡Con buenas obras! Más que programas y cultos en la iglesia, impactamos nuestra comunidad con buenas obras. Queremos que el mundo las vea, pero no para llamar la atención a nosotros mismos. Deben mostrar el poder y el amor de Dios, y resultar en alabanza y gloria a su Nombre.

Por desgracia, tal vez la mayoría de la gente en las iglesias no brilla su luz y carece de buenas obras. ¡Están robando a su Padre de mucha gloria!

¿Cómo está tu luz?

  • ¿Está brillando delante del mundo?
  • ¿Cómo están tus obras? ¿Cómo están las obras de tu iglesia?
  • ¿Cuándo fue la última vez que oíste a un inconverso alabar al Señor por las buenas obras de la iglesia?
  • ¿Cómo puedes cambiar tu vida y tu iglesia para fomentar más buenas obras?

El ojo: la lámpara del cuerpo

Más adelante, en el mismo sermón, Jesús vuelve al tema de la luz. Es cierto que somos la luz, pero hay algunas cosas que tenemos que hacer para mantener esa luz encendida:

»El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz.  Pero, si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad! (Mateo 6:22-23)

Así como la luz que brillamos en el mundo debe echar fuera toda la oscuridad y traer luz a todos, así también la luz que entra en nosotros debe echar fuera todas las tinieblas y llenarnos de luz. ¿Cómo entra la luz en nosotros? A través del ojo: Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad. Esa luz (o esa oscuridad) es la fuente de tus palabras, pensamientos y acciones.

¿Cómo son tus ojos? ¿Qué estás mirando en Internet? ¿Inmundicia? ¿Mentiras y cosas sin ningún valor? ¿Qué clase de tele y películas ves? ¿Están tus ojos llenos de lujuria? ¿Ves solo lo feo y negativo en el mundo que te rodea? ¿O buscas la belleza en cada persona y en la creación de Dios? El Salmo 119 dice que la Palabra es lámpara para nuestros pies. ¿Estás leyendo y estudiando la Palabra?

Aquí, es en el contexto de atesorar cosas en el cielo, y la imposibilidad de servir a dos amos (Dios y el dinero). Si estamos preocupados con riquezas y cosas materiales, tendremos ojos de codicia. Todo lo que vemos será influenciado por esa codicia, y la luz no puede entrar.

Para brillar en este mundo oscuro, tenemos que mantener una luz interior. Nosotros tenemos algún control de la luz que permitimos que entre en nuestras vidas; todo depende del ojo, de lo que vemos.

Si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz; pero si está nublada, todo tu ser estará en la oscuridad.

No se trata solo de lo que vemos, sino también de una visión clara. Demasiadas personas tienen visión nublada; no tienen dirección en sus vidas, y andan a medias ciegas. Alguien que usa anteojos sabe muy bien cómo es: La primera cosa que buscas en la mañana cuando te levantas son los lentes; sin ellos apenas puedes hallar el baño, y puedes tropezar y caer. La Biblia es nuestros anteojos; aclara la visión y nos ayuda a ver las cosas como Dios las ve. He escuchado historias de alguien, tal vez en un lugar muy aislado, que no sabe nada de lentes. Ha andado por muchos años con su visión nublada, pero no sabe que hay otra opción. Un día alguien viene con anteojos, y de repente su visión es clara. ¡Es como un mundo nuevo!

Durante muchos años yo usé lentes de contacto o anteojos. Aunque tenía unas inquietudes, decidí hacerme una cirugía láser. ¡Que milagro! ¡Eran como ojos nuevos! La meta para el cristiano es tener una “cirugía láser” espiritual, donde la Palabra de Dios esté tan integrada en nuestras vidas, y el Espíritu Santo esté tan presente, que siempre andemos con esa visión clara.

Lo triste es tener una visión nublada, pero negar que hay un problema y pensar que todo está bien. La Nueva Traducción Viviente nos ayuda comprender lo que puede suceder: Y si la luz que crees tener en realidad es oscuridad, ¡qué densa es esa oscuridad! Parece que el cristiano engañado, el que permite la oscuridad en su vida, experimenta una oscuridad aun peor que el incrédulo. Pierde su eficacia en el mundo como luz, y anda en las tinieblas.

¿Cómo es tu ojo? ¿Llenas todo tu cuerpo con la oscuridad de las pantallas de computadoras, teléfonos y televisores? Hoy, más que nunca, nos llenamos con muchas cosas feas que ofenden a Dios. La luz está apagada; no alumbramos al mundo y andamos en las tinieblas.

—¿Acaso el día no tiene doce horas? —respondió Jesús—. El que anda de día no tropieza, porque tiene la luz de este mundo. Pero el que anda de noche sí tropieza, porque no tiene luz (Juan 11:9-10).

¿Has tropezado? Jesús tiene una promesa aquí para ti: si andas de día, en su luz, no tropezarás. Si has tropezado, puede ser un problema con tu ojo; no tienes esa luz interior para alumbrar tu camino. Aunque hace mucho sol, estás andando de noche.

¿Tinieblas o luz?

Este es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. Pero, si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:5-7).

Por desgracia, muchos cristianos quieren las bendiciones de Dios, pero a la misma vez quieren llenar los ojos con la perversidad de las tinieblas. Juan sabía que el compromiso de muchas personas era meras palabras, incluso en ese día: se llama a sí mismo cristiano, dice que tiene comunión con Dios, pero anda en tinieblas. Esa persona es engañosa y mentirosa, como el padre de la mentira. Dios es pura luz; no hay sombra ni tinieblas en Dios.

Hay dos resultados muy importantes de andar en la luz, cosas que el hipócrita que anda en tinieblas no puede experimentar:

  • Comunión con otros creyentes que también andan en la luz. Si te falta esa comunión, puede ser que tú estés andando en tinieblas; o puede ser que la otra persona sea un mentiroso y ande en las tinieblas.
  • El perdón de los pecados. Sí, es por fe que recibimos la salvación y el perdón de los pecados, pero sabemos que el arrepentimiento es necesario. La persona que sigue practicando el pecado y anda en las tinieblas, no recibe ese perdón. Hay libertad y pureza para la persona que anda en la luz de Jesús, perdonada.

Cómo permanecer en la luz

Por otra parte, lo que les escribo es un mandamiento nuevo, cuya verdad se manifiesta tanto en la vida de Cristo como en la de ustedes, porque la oscuridad se va desvaneciendo y ya brilla la luz verdadera.

El que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida que lo haga tropezar. Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver (1 Juan 2:8-11).

Aquí existe otro posible engaño: decir que estás en la luz, pero carecer de amor por tu hermano. Esa persona está en tinieblas.

  • Las tinieblas están pasando; la luz brillante de la iglesia debe dar más y más luz a este mundo oscuro.
  • La luz no permite el odio, sino engendra el amor y buenas relaciones.
  • Quien ama permanece en la luz.
  • No hay tropiezo en la persona que ama y anda en la luz.
  • Hay un gran problema si alguien aborrece a su hermano:
    • Está en tinieblas
    • Anda en tinieblas
    • No sabe a dónde va
    • Las tinieblas han cegado los ojos. En lugar de ojos puros, abiertos a la luz, el que anda en las tinieblas se queda ciego.

El hombre pecador resiste la luz

Parece que la luz atraería a la gente del mundo, como una luz atrae a insectos en la noche, pero no es así:

Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos.  Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto.  En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios» (Juan 3:19-21).

El mundo necesita la luz. A la mayoría de la gente le gusta la luz. Quieren la luz; solo cuando estén dormidos quieren la oscuridad. Los malvados permanecen en la oscuridad para ocultar su pecado.

La respuesta de alguien a la luz revela si anda en obras malas o en la verdad. Jesús también dijo que el mundo nos aborrecerá (Juan 17:14). No te sorprendas si hay gente que te evita cuando tu luz brilla intensamente; no quieren que sus obras sean reveladas o reprendidas. Pero es mejor que la luz revele sus obras ahora, porque algún día la luz lo revelará todo:

No hay nada escondido que no esté destinado a descubrirse; tampoco hay nada oculto que no esté destinado a ser revelado (Marcos 4:22).

Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible, porque la luz es lo que hace que todo sea visible (Efesios 5:13).

Si nosotros no brillamos la luz que hay en nosotros, el mundo permanecerá en oscuridad. Nuestras vidas y buenas obras deben revelar la corrupción e hipocresía que hay en el gobierno, en el mundo de negocios y en la iglesia.

¿Hay cosas escondidas en tu vida? ¿En tu familia? ¿En tu iglesia? Ya sea en tu matrimonio o tu trabajo, siempre es mejor confesar el pecado que pueda haber y arreglar la situación. Cuando intentamos ocultarlo, casi siempre sale peor. Es un principio para toda la vida: todo secreto saldrá a la luz (NTV). Nuestras vidas deben ser transparentes, sin nada que ocultar. ¿Tienes secretos que no quieres que se revelen? ¿Cuáles serán las consecuencias cuando salgan a la luz?

¡Qué bueno saber que los secretos ocultos del reino de Dios también serán revelados!

Andar en la luz

—Ustedes van a tener la luz solo un poco más de tiempo —les dijo Jesús—. Caminen mientras tengan la luz, antes de que los envuelvan las tinieblas. El que camina en las tinieblas no sabe a dónde va. Mientras tengan la luz, crean en ella, para que sean hijos de la luz.

Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas (Juan 12:35-36; 46).

Si tienes la luz de Jesús y estás caminando con Él, debes tener dirección y saber a dónde vas. Si te sientes perdido, puedes estar caminando en tinieblas y no tienes comunión con la luz. Si no andas diariamente en la luz, las tinieblas pueden sorprenderte.

Jesús ha dicho que nosotros somos la luz del mundo, pero tú y yo podemos ser esa luz solo porque Jesús es la luz. ¿Eres un hijo o una hija de la luz? Jesús quiere liberarte de las tinieblas; si crees en Él, su promesa es que no permanecerás en la oscuridad.

Una vez más Jesús se dirigió a la gente, y les dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Juan 8:12).

Ya hemos hablado del ojo como la lámpara del cuerpo. Fija tus ojos en Cristo y síguele. Tenemos que andar para ser sal y luz. Aquí tienes otra promesa: si sigues a Jesús, tú tendrás la luz de la vida (el mismo Jesús), y no andarás en tinieblas. Puede llegar a ser muy complicado, analizando todo para ver si agrada a Dios o no, o simplemente puedes seguir a Jesús. Su luz expulsará toda la oscuridad de tu vida. Si andas apegado a Jesús, compartirás en su luz e iluminarás tu mundo.

¡Jesús te ha confiado una tarea muy importante! Dios es luz, y tú eres la luz del mundo. ¿Estás andando en tinieblas? ¿Estás siguiendo a Jesús? ¿Cómo es tu luz? ¿Está brillando la luz de Jesús en tu vida? ¿Qué puedes hacer para que brille más?

 

Tú eres la sal de la tierra Mateo 5:13

En su oración en Juan 17, Jesús dice que no somos del mundo, sino que hemos sido enviados al mundo tal como su Padre envió a Jesús a esta tierra. En este lugar oscuro y decadente, Él dice que somos la sal de la tierra y la luz del mundo. Jesús describió a la persona bendecida (quien tiene el ADN del reino) como hambrienta, sedienta, mansa, llorona y pobre de espíritu; no es una persona que se espera que tenga un impacto transformador en su mundo. Y la persona bendita no es bien recibida; de hecho, puede esperar ser perseguida. Pero también es justa, misericordiosa y pacificadora, de corazón puro, lo cual le ayuda a ser sal y luz.

La sal de la tierra

13Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. (RVR)

»Ustedes son la sal de la tierra. Pero ¿para qué sirve la sal si ha perdido su sabor? ¿Pueden lograr que vuelva a ser salada? La descartarán y la pisotearán como algo que no tiene ningún valor. (NLT)

La mayoría de los bebés en Cristo ni siquiera se dan cuenta de lo que sucedió cuando aceptaron a Jesús como Señor y Salvador, y entregaron la vida a Él. Es un paquete, todo incluido, un ADN nuevo; no son opciones que podamos elegir o no:

  • Naces de nuevo como una criatura nueva; todas las cosas viejas han pasado.
  • Eres perdonado del pecado.
  • Eres miembro del cuerpo de Jesucristo, la iglesia universal.
  • Dios te envía como embajador del Rey.
  • Dios te adopta como su hijo.

Y aquí Jesús dice que eres la sal de la tierra (y, en el próximo versículo, la luz del mundo). No te ofrece esa opción: “¿Quieres ser sal?” No, tú eres la sal de la tierra. Tú, y todos los creyentes del mundo.

El ADN de la sal

La sal es 40% sodio y 60% cloruro. Es uno de los minerales más abundantes en esta tierra y es esencial para la vida. La sal se extrae de depósitos de los viejos mares secos, pero la mayor fuente son las aguas del mar. ¡Y la sal incluso ha venido a esta tierra en meteoritos! Sal se ha utilizado durante miles de años. Jesús no profundiza en lo que significa ser sal, pero sabemos que:

  • La sal condimenta; sin sal la comida es insípida. Un poco de sal transforma el sabor, acentuando el sabor que ya está en la comida. No se necesita mucha sal para condimentar una olla entera de carne. Pablo nos animó a tener ese impacto en cada interacción con otros: Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno (Colosenses 4:6, RVR).
  • La sal preserva y purifica. Podría ser que Jesús estaba pensando en este milagro en 2 Reyes 2:21: Eliseo fue al manantial y, arrojando allí la sal, exclamó: ―Así dice el Señor: “¡Yo purifico esta agua para que nunca más cause muerte ni esterilidad!”
  • La sal limpia y desinfecta, ya sea una herida en el cuerpo o algo en la casa. En el pasado, frotaban a un recién nacido con sal para limpiarlo: El día en que naciste no te cortaron el cordón umbilical; no te bañaron, no te frotaron con sal, ni te envolvieron en pañales (Ezequiel 16:4).
  • Solo el 6% de la sal que se fabrica hoy en día se usa en alimentos. El 68% se utiliza en productos químicos industriales. Existen alrededor de 14,000 aplicaciones comerciales de la sal. Hay páginas en Internet que dan cientos de usos a la sal en la vida diaria. Algunos de ellos son:
    • Mejorar el sabor del café, eliminando la acidez (un poquito en la cesta de café)
    • Eliminar el óxido (con un poco de jugo de limón)
    • Quitar manchas de tazas de café o te
    • Aliviar el dolor en la garganta (gárgaras)
  • La sal baja la temperatura a la cual el agua se congela; en climas muy fríos, la sal hace que las carreteras y aceras sean más seguras, y el hielo se derrita.
  • El consumo de sal tiene muchos beneficios para la salud.

Para ser útil, tenemos que sacar sal del salero. Tú puedes tener mucha sal almacenada en la cocina, pero es inútil si no la sacas del gabinete, abres el salero, y la agregas a la comida. Hay más que suficiente “sal” (cristianos) para sazonar al mundo entero. No necesitas mucha; hay suficientes creyentes ahora mismo para preservar y sazonar toda la tierra. Hay suficientes en tu ciudad también.

Pero si hay demasiada sal, puede ahogar la vida. Jesús estaba familiarizado con el Mar Muerto. No hay vida en su agua, porque es demasiado salada. La sal tiene que ser dispersada para funcionar bien y dar vida. Si se consume demasiada sal, puede causar un ataque al corazón. El problema es que la mayoría de los cristianos no salen de los saleros (sus iglesias), y cuando entran al mundo no traen el sabor de Jesucristo.

Tipos de sal

  • Hay sal común, sal de mesa, que se extrae del mar seco.
  • Hay sal marina, que proviene del mar y es de mejor calidad. Tiene más sabor, y tiene nutrientes y minerales que se eliminan de la sal común cuando se refina.
  • Recientemente hemos aprendido que hay otra sal, mucho mejor, que se llama sal del Himalaya. Viene solo de las montañas de Asia, y es rosada. Supuestamente tiene su origen en la creación, posiblemente del mar que existía antes de la creación de la tierra. Tiene muchos minerales y nutrientes; de hecho, contiene todos los 84 elementos del cuerpo humano.

Lo más probable es que Jesús, en su vida terrenal, no supiera nada de la sal del Himalaya. Él usaba una sal muy cruda, del mar. ¿Qué tipo de sal eres tú? ¿Traes todo el sabor de Jesucristo? ¿O estás tan refinado por el mundo que has perdido muchas de las valiosas características de la sal? ¿Tienes raíces profundas en la roca de Jesucristo, como la sal del Himalaya?

La sal en el Antiguo Testamento

Hay tres referencias a la sal en el Antiguo Testamento que pueden iluminarnos sobre su significado para Jesús:

  1. Todas las ofrendas de cereal las sazonarán con sal, y no dejarán que les falte la sal del pacto de su Dios. A todas las ofrendas deberán ponerles sal (Levítico 2:13).
  • Yo, el Señor, te entrego todas las contribuciones sagradas que los israelitas me presentan. Son tuyas, y de tus hijos y de tus hijas, como estatuto perpetuo. Este es un pacto perpetuo, sellado en mi presencia, con sal. Es un pacto que hago contigo y con tus descendientes» (Números 18:19).
  • Cuando hayas terminado de purificarlo, ofrecerás un ternero y un carnero sin defecto en presencia del Señor, y los sacerdotes los rociarán con sal y los ofrecerán como holocausto al Señor (Ezequiel 43:23-24).

Incluso los eruditos judíos no están seguros del propósito de la sal aquí, y lo que significa un “pacto de sal.” Dios ordenó que se la añadiera a cada ofrenda; era una parte esencial de todo lo se ofrecía ritualmente a Dios.

  • A diferencia de la levadura (que se pudre), la sal se conserva, y era representante de la incorrupción y la pureza.
  • La sal era un símbolo del pacto, inmutable e inalterable; en especial, pactos de fidelidad y amistad.
  • En el Medio Oriente la sal era un símbolo de amistad. Si un hombre compartiera su sal contigo, dijeron que podrías estar seguro de que él no te haría ningún daño, lo que lleva a una expresión común «hay sal entre nosotros.»
  • En las iglesias ortodoxas orientales, la sal es un ingrediente obligatorio en el pan de comunión, que refleja este requisito de la sal en una ofrenda.
  • En el tradicional rito católico del bautismo, se colocan unos granos de sal en la boca del niño como un signo de sabiduría. La sal también se agrega al agua bendita. Como sacrificios vivos, espiritualmente nos esparcimos con sal para purificarnos y ser aceptables para el Señor.

Jesús nos da un gran valor a nosotros cuando Él dice que somos la sal de la tierra. Nosotros mismos nos convertimos en ese ingrediente esencial cuando nos ofrecemos como sacrificios vivos a Dios. Reflejamos el pacto inmutable e inalterable de perdón de Dios, y la relación reconciliada en nuestras interacciones con el mundo. Ofrecemos a «compartir esa sal» en relaciones fieles con quienes nos rodean. La sal (y la luz) se sacrifican por el bien de la comunidad; es imposible recuperar la sal una vez que haya sazonado la comida, así como la energía gastada para producir luz no se puede recuperar.

Dado el valor y la importancia de la sal, es entendible que Jesús tenga una opinión muy baja de sal insípida que se desvanece y pierde su sabor. ¡No sirve para nada! Jesús habló varias veces del peligro de ella.

Lucas 14:33-35

Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará?  Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga. (RVR)

»De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo. La sal es buena, pero si se vuelve insípida, ¿cómo recuperará el sabor?  No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera. El que tenga oídos para oír, que oiga.» (NVI)

Cristo está hablando de nuestra influencia única en el mundo. Para ser útil como sal (y luego luz) tienes que mantener tu diferencia. Dado que es científicamente casi imposible que la sal pierda su sabor, ¿que tenía Jesús en mente? La sal se vuelve insípida cuando se mezcla con otros minerales o es contaminada; ya no sirve para curar, preservar o sazonar. Nosotros somos la sal. El discípulo que quiere ser amigo del mundo, y no renuncia a todo lo que posee, se vuelve insípido y pierde su capacidad de ser una influencia para Cristo. El cristiano que anda en el camino espacioso se contamina y pierde su sabor. La sal y la tierra son dos cosas diferentes. El cristiano y el mundo son diferentes. Si perdemos esa diferencia, perdemos la posibilidad de impactar al mundo. La sal se mezcla con la gente de la tierra para sazonarla y preservarla. La tierra necesita sal; sin sal está corrompida, se deteriora y se pierde. Sin sal no hay sabor. Así como un plato de comida puede exigir sal, la tierra la clama (cuando la sal está buena), para hacerla más agradable.

Seguir a Jesús y ser su representante en el mundo es costoso. En comparación con nuestra devoción a Él, debemos «odiar» a nuestras familias (Lucas 14:26-27). Tenemos que asegurarnos de entender completamente en qué nos estamos metiendo antes de comprometernos a ser sal en el mundo. Si no tomamos en cuenta el costo del discipulado, evidenciado por relaciones inapropiadas con la familia y las posesiones, resultará en que seamos ineficaces como la sal insípida, e inútiles a Cristo.

La advertencia de Jesús es alarmante: No sirve ni para la tierra ni para el abono; hay que tirarla fuera. Una vez que el cristiano cae en esa situación no es posible recuperar su sabor. No sirve para nada. Esta persona tomó la decisión para seguir a Cristo sin calcular el costo (y por desgracia, pocas veces compartimos ese costo con alguien que quiere recibir a Cristo). Es como la persona en la parábola de la semilla que recibe la palabra con gozo y al principio todo parece bien (Lucas 8:1-15), pero los afanes de esta vida y el engaño de las riquezas le quitan su sal y se vuelve insípida. Me recuerda estas palabras fuertes en Hebreos 6:4-6:

Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado. Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública.

Una referencia más a la posibilidad de dejar de ser salado

Esta referencia está en el contexto del pecado que hace que otros tropiecen:

»Pero, si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar. Si tu mano te hace pecar, córtatela. Más te vale entrar en la vida manco que ir con las dos manos al infierno, donde el fuego nunca se apaga. Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo. Más te vale entrar en la vida cojo que ser arrojado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al infierno, donde

»“su gusano no muere,
y el fuego no se apaga”.

La sal con que todos serán sazonados es el fuego.  La sal es buena, pero, si deja de ser salada, ¿cómo le pueden volver a dar sabor? Que no falte la sal entre ustedes, para que puedan vivir en paz unos con otros» (Marcos 9:42-50).

Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros (Marcos 9:50, RVR).

La primera parte del  verso 50 es casi idéntica a Lucas 14, pero en Marcos la enseñanza anterior es sobre la importancia de evitar el pecado, hasta el extremo de cortarte la mano o quitar el ojo que te hace pecar. Jesús dice que esa persona se ha vuelto insípida. Para evitar eso Jesús nos manda a hacer dos cosas:

  • Tener sal en nosotros mismos. Aquí no somos la sal, pero somos mandados por Jesús a tener sal en nosotros mismos. Necesitamos sal para purificarnos y darnos el olor fragante de Cristo. Es la presencia del Espíritu y una vida santificada que funcionan como esa sal. Si la sal no está presente en una iglesia (o en la sociedad), la gente puede caer en pecado grave.
  • Tener paz unos con otros. La presencia de esa sal nos ayuda a vivir en paz. Necesitamos la sal purificadora para mantener nuestra comunión y paz con otros, lo que nos ayuda a evitar el pecado.

La «sal» que Dios usa en nosotros es el fuego, para purificarnos y asegurarnos de no terminar en los fuegos del infierno. Podría ser el bautismo de fuego, el bautismo del Espíritu Santo. Debemos tener sal entre nosotros, dando como resultado relaciones pacíficas y positivas. Este es el aspecto relacional de la sal que observamos en la sociedad del Oriente Medio. Debemos ser escrupulosos en evitar cualquier cosa que podría contaminar nuestra sal y volvernos inútiles, hasta el punto de cortar la extremidad que nos hace pecar. Si perdemos nuestra salinidad y hacemos tropezar a un «pequeño,» seremos arrojados y pisoteados en el fuego del infierno. No hay manera de volver y ser salados de nuevo.

El cristiano que no logra lidiar con el pecado en su vida y carece de relaciones positivas con otros ha perdido su sal, su capacidad de tener un impacto parecido a Cristo en el mundo. Dios no nos salva para estar entretenidos en la iglesia, sino para salir e impactar al mundo que nos rodea. Tú eres la sal de la tierra. ¿Cuántos cristianos insípidos conoces? Pueden calentar una banca en la iglesia y pagar su diezmo, pero son inútiles en el reino de Dios. ¿Cómo está tu sal? Sabemos que Dios es paciente y misericordioso, pero no juegues con Dios. El que tenga oídos para oír, que oiga.

 

Qué hacer cuando te encuentras en un calabozo Hechos 16:6-40

En el libro de Hechos vemos un patrón sencillo para alguien que quiere ser útil en las manos del Señor: estar disponible, escuchar su voz, y obedecer lo que dice. Aquí vemos a Pablo siguiendo ese patrón, y una progresión de tres etapas muy parecida a la vida de nuestro Señor Jesús.

Prepararse para la obra que Dios tiene para ti

Primero, en el confort de la casa y la iglesia, esperamos para el Señor para discernir su voluntad.

Atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia. Cuando llegaron cerca de Misia, intentaron pasar a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió.

Aquí Pablo va tocando puertas – y las encuentra cerradas. No está en pecado; estoy seguro que había orado y sabe que había gran necesidad en Asia (la que hoy en día es Turquía). Está disponible y tiene un deseo ardiendo de predicar el evangelio en todo el mundo. Hay un dicho que no se puede dirigir un carro estacionado; a veces tenemos que tocar a varias puertas antes de que una se abra. Pero también hay tiempos cuando tenemos que orar y esperar. Si hay una duda o inquietud, puede ser mejor quedarse donde estés hasta que recibas una confirmación para mover.

¿Cómo es que el Espíritu no les permitió predicar en Bitinia? ¿Cómo es que fueron prohibidos por el Espíritu predicar en Asia? No sabemos. Puede ser por las circunstancias, el consejo de un hermano en Cristo, o una voz interior. ¿Hay veces en tu vida cuando dirías que fuiste prohibido por el Espíritu hacer algo, o cuando Él no permitió algo? En mi experiencia, empieza con una inquietud, casi un pavor. Algo que en sí es bueno de repente siembra temor en tu corazón. Algo que tenías muchas ganas de hacer, de repente es como la última cosa que quieres hacer.

Hay gente terca que insiste en seguir adelante e ignorar la dirección del Espíritu, y el hecho es que hay que discernir:

  • La oposición, ¿es del diablo? ¿Tenemos que batallar contra él?  Satanás también puede impedirnos. Pablo escribió en 1 Tesalonicenses 2:18: Sí, deseábamos visitarlos —yo mismo, Pablo, más de una vez intenté ir—, pero Satanás nos lo impidió.
  • ¿Está el Señor probándonos y enseñándonos la perseverancia y fe?
  • ¿O es un simple “no” de parte de Dios?

Es muy peligroso entrar en un lugar que el Espíritu te ha prohibido entrar. He oído historias de misioneros que fueron prohibidos para entrar en un país, y resulta que había un golpe de estado y estaría muy peligroso para ellos allí. Hay muchas historias de alguien que cree que Dios no quiere que abordara un vuelo, y ese avión se estrelló.

Entonces, pasando de largo por Misia, bajaron a Troas. Durante la noche Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia, puesto de pie, le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos». 10 Después de que Pablo tuvo la visión, en seguida nos preparamos para partir hacia Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a anunciar el evangelio a los macedonios.

Una visión de noche es parecida a un sueño, pero más impresionante y más memorable. Pablo estaba disponible; ahora recibe una llamada clara para ir a Macedonia, y en seguida obedece. Hasta ahora ha estado con sus hermanos, esperando en el Señor. Es como nosotros, en tiempos lindos de comunión con Dios en casa, o en la iglesia con el compañerismo cariñoso de los hermanos. Pero después de ese culto lindo el domingo, el lunes tenemos que volver a trabajar, o a la escuela, o a los problemas en la casa. La segunda etapa ya llegó para Pablo y sus compañeros (Silas, Timoteo y Lucas).

Entrando en el campo de batalla

Ahora entran en su misión, listos para invadir el territorio del diablo y proclamar las buenas nuevas. Pero, tal como Jesucristo, están en un camino que termina con la cruz.

11 Zarpando de Troas, navegamos directamente a Samotracia, y al día siguiente a Neápolis. 12 De allí fuimos a Filipos, que es una colonia romana y la ciudad principal de ese distrito de Macedonia. En esa ciudad nos quedamos varios días.

Van en barco, cruzando el mar Egeo a Macedona, primero a Samotracia (una isla pequeña y montañosa) y al día siguiente a Neápolis. De costumbre Pablo va primero a la ciudad principal de la provincia; de allí salen para evangelizar a los otros distritos.

En Filipos encuentran una ciudad próspera (había minas de oro y plata cercanas) y pagana. En la entrada a la ciudad un arco anunciaba una prohibición en contra de traer una religión desconocida a la ciudad. Era una ciudad muy romana, con muchos soldados romanos jubilados. No había una sinagoga, y posiblemente ningunos judíos.

Cuando llegaron, no empezaron a evangelizar inmediatamente, sino pasaron unos días en oración, posiblemente en ayuno, conociendo la ciudad, para discernir cuáles son los principados y potestades operando en ella. Se enteraron  que hay una reunión de oración junto al rio, y esperan para el sábado.

13 El sábado salimos a las afueras de la ciudad, y fuimos por la orilla del río, donde esperábamos encontrar un lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a conversar con las mujeres que se habían reunido.

Son obedientes a la prohibición de evangelizar dentro de la ciudad. En ese entonces, como hoy, a menudo muchas veces son las mujeres las que se reúnen para orar. Es un pequeño comienzo, pero llama la atención del maligno. Al principio se puede cuestionar por qué Dios los llamó a Macedonia. No parece un campo muy fértil. No hay sinagoga. No pudo predicar en el foro. Hay solo unas mujeres en su primera reunión. No hay milagros o liberaciones. Pero empezamos con lo que el Señor nos dé, y muchos milagros y grandes números no son siempre el signo del éxito. En la primera ronda Cristo gana un alma.

14 Una de ellas, que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas de púrpura. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo. 

Púrpura era una tela costosa, que fue levada como muestra de nobleza o realeza. Tiatira era una ciudad en el interior de Asia, a unos 600 km de Filipos. Era una de las 7 iglesias que recibió cartas en Apocalipsis. Los tintoreros de Tiatira eran famosos por su conocimiento del secreto de la tintura de púrpura con la raíz de rubia. Lidia vino a Filipo para vender púrpura. Era extranjera, bastante rica, y posiblemente con más conocimiento del judaísmo que los demás.

Nosotros tenemos que hacer nuestra parte y anunciar la palabra, pero el Señor abre los corazones para escuchar y responder al mensaje. Hay que orar que Dios abriera los corazones de compañeros de trabajo, amigos, y familiares.

15 Cuando fue bautizada con su familia, nos hizo la siguiente invitación: «Si ustedes me consideran creyente en el Señor, vengan a hospedarse en mi casa». Y nos persuadió.

Muchas veces una iglesia empieza con una familia. En el pasado, con familias muy grandes, podía incluir a mucha gente; hoy en día no tanto. Parece que de las mujeres allí junto al rio, solo Lidia aceptó al Señor, y entonces compartió la palabra con su familia. Nunca menciona un esposo. Como una comerciante, ella tenía una casa grande y cómoda. Ya el Señor suplió un lugar, y los hermanos se quedan allí, en obediencia a las instrucciones que Jesús había dado a sus discípulos (Lucas 10:7).

La batalla intensifica: Choque de reinos

Cuando nos ocupamos en la obra del Señor, y el Espíritu Santa está manifestándose con conversiones y milagros, el diablo y sus demonios también se manifestarán.

16 Una vez, cuando íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación. Con sus poderes ganaba mucho dinero para sus amos. 17 Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: —Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación.

Muchas veces habrá oposición de camino para la iglesia, a la oración: una discusión con la esposa, problemas con los hijos, un carro que no arranca. Esta muchacha era una esclava; tenía amos, y ellos probablemente estaban abusándola.  A menudo en el ministerio de Jesús la persona endemoniada le reconoció a Él como Hijo de Dios (mucho más que la gente religiosa). Los demonios reconocen al verdadero siervo de Dios; tiene temor de ellos, pero por alguna razón también llama la atención a ellos. No te apures si los demonios se manifiestan en tu presencia, es una confirmación que tu estas lleno del Espíritu de Dios.

En el griego este espíritu se llama un espíritu pitónico. Los espíritus tienen nombres, y este es un espíritu muy feo. Está presente en el mundo de hoy en día, a veces en la iglesia, donde se disfraza como un espíritu de profecía. Adivinación es predecir el futuro; realmente puede tener alguna revelación del futuro, pero como siempre con el diablo, es mezclada con mentiras.

Pablo no quiere este tipo de testimonio. En primer lugar, era contra la ley para evangelizar dentro de la ciudad, y no quiere llamar la atención del pueblo. La gente pagaba para los servicios de la muchacha; ella ganaba mucho dinero para sus amos, y Pablo no quería problemas con ellos.

La segunda ronda: Cristo gana una mas

18 Así continuó durante muchos días. Por fin Pablo se molestó tanto que se volvió y reprendió al espíritu: —¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella!

Y en aquel mismo momento el espíritu la dejó.

¿Por qué esperaba tanto tiempo Pablo para reprender al espíritu? Posiblemente ya sabía que habría consecuencias feas de parte de sus amos. Puede ser una pandilla de narcotraficantes, prostitutas, o gente con otro vicio, pero siempre es peligroso cuando nos metemos en cuestiones de dinero. Fueron “muchos días” que ella los seguía; por fin Pablo está harto y reprendió al espíritu con autoridad, en el nombre de Jesús. Tú tienes ese mismo poder y autoridad para reprender a espíritus inmundos, pero no es algo que hacemos a la ligera; hay que estar preparado espiritualmente y listo para las consecuencias.

Nuestra tendencia es pensar que cuando andamos así en el poder de Dios habrá bendición y todo va a estar bien, pero muchas veces no es así. Puede ser que tú  amas al Señor y estás caminando en obediencia a Él, pero de repente todo el infierno se ha desatado. No necesariamente significa que estás en pecado o que Dios está enojado contigo.

Tercera ronda: Se acercan a la cruz azotado por del enemigo

19 Cuando los amos de la joven se dieron cuenta de que se les había esfumado la esperanza de ganar dinero, echaron mano a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza, ante las autoridades. 20 Los presentaron ante los magistrados y dijeron: —Estos hombres son judíos, y están alborotando a nuestra ciudad, 21 enseñando costumbres que a los romanos se nos prohíbe admitir o practicar.

Los amos no tenían interés en el bienestar de la muchacha; solo están pensando en la plata, y su placer abusando a la muchacha. Además de las cuestiones de raza, cultura, religión, y economía, Pablo y sus compañeros habían quebrado la norma de no introducir nuevas creencias a la ciudad.

22 Entonces la multitud se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados mandaron que les arrancaran la ropa y los azotaran.

No sabemos qué pasó con Timoteo y Lucas, pero allí están el gran apóstol con Silas, desnudos. Ser azotado con varas era algo muy fuerte. Azotaron todo el cuerpo, incluso los pies, para quebrar los huesos de los pies. Los judíos tenían un límite de 39 veces, pero los romanos no tenían límite. Muchos murieron del azoteo de varas.

23 Después de darles muchos golpes, los echaron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los custodiara con la mayor seguridad. 24 Al recibir tal orden, este los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo.

Están sangrientos, desnudos, con seguridad alta, en el calabozo más adentro de la cárcel, con los pies en el cepo. En una provincia romana, pero claramente extranjeros, y sin abogado. La situación está muy mala. ¿Por qué? ¿Dónde está Dios? ¿Qué hicieron mal? ¿Han pecado? ¡No! En este mundo hay veces cuando estamos azotados con varas – emocionalmente y espiritualmente – y parece que el enemigo ha ganado la batalla. No hay ninguna esperanza. Pablo está listo para morir. Años después él escribió a la iglesia en Filipos:

Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.  Ahora bien, si seguir viviendo en este mundo representa para mí un trabajo fructífero, ¿qué escogeré? ¡No lo sé!  Me siento presionado por dos posibilidades: deseo partir y estar con Cristo, que es muchísimo mejor,  pero por el bien de ustedes es preferible que yo permanezca en este mundo (Filipenses 1:21-24).

¿Te sientes como estás en el calabozo más adentro de una prisión? ¿Atado por el enemigo? ¿Cautivo de algún pecado? ¿Estás pasando por circunstancias muy duras? Puede que no veas ninguna salida. Solo hay oscuridad. Los pies están en el cepo. Victoria parece imposible. Pero tu circunstancia, ¿está peor que la de Pablo y Silas? Creo que no. Entonces, ¿qué esperanza hay? ¿Qué puedes hacer?

El varón de Dios se levanta para la cuarta ronda

25 A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban. 

Cuando no hay más nada que puedes hacer, alaba a Dios. Hay poder en la alabanza. Adoramos a Dios no solo porque se siente bien y la música es linda; el diablo huye frente a nuestras alabanzas. Puede que no tengas una Biblia, pero siempre puedes orar y adorar. A medianoche Pablo y Silas están cantando alabanzas a Dios. En la hora más oscura, alaba a Dios. Con el corazón quebrantado, alaba a Dios. Cántale al Señor. En la ducha, alaba a Dios. ¿Y si los vecinos te oyen? Confía en Dios para usar tu testimonio. Hay un corrito viejo: “Cuando el pueblo del Señor alaba a Dios, suceden cosas maravillosas. Hay sanidad, liberación, se siente la bendición.” ¿Estaban declarando liberación? ¿Estaban pidiendo por la libertad de los demás presos? ¿Declararon un gran terremoto? Yo creo que no. Yo creo que en su oración pidieron un milagro, pero entregaron sus vidas otra vez a Dios, confiando en Él, y entonces empezaron a alabar y adorar.

La alabanza suelta una gran victoria para Dios

26 De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas.

Cuando Cristo murió en la cruz, el diablo creía que había vencido al Hijo de Dios. Jesús estaba en el sepulcro, muerto. Pablo está en el calabozo más adentro, casi muerto. Pero Dios siempre tiene la última palabra.

Cuando Jesús resucitó, había un terremoto: Sucedió que hubo un terremoto violento, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra y se sentó sobre ella (Mateo 28:2). Ahora hubo otro gran terremoto.

No tenemos que saber cómo Dios va a hacerlo; en este caso Él fue mucho más allá de sus expectativas. ¿Crees que Dios puede mandar un gran terremoto? ¡Seguro que sí! ¡No hay nada difícil para Él! Puede sacudir los cimientos de tu casa, tu pueblo y tu país. Puede abrir puertas para ti, y romper todas las cadenas de tu vida.

Cuando Dios bendice tu vida, muchas veces tu familia y todos alrededor beneficiarán también; todas las puertas se abrieron y todas las cadenas de los presos se les soltaron.

27 El carcelero despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada y estuvo a punto de matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado. Pero Pablo le gritó: 28 —¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí!

Dios abrió las puertas y los soltó de sus cadenas. Les dio la oportunidad para salir y huir de la ciudad. Pero no, se quedaron adentro, y Dios hizo algo impresionante en los demás presos también: ningunos de ellos huyeron. Tal vez estaban abrumados con el poder y la gloria de Dios y las alabanzas de Pablo y Silas tocaron sus corazones.  Pablo se levanta en autoridad: Dios vino para salvar, no para matar, y Pablo sabe que Dios ama al carcelero también.

Otra ronda, por la noche, y una familia ganada para Cristo

29 El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas. 30 Luego los sacó y les preguntó: —Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?

Cuando tú tienes el favor de Dios, gente poderosa del mundo vendrá temblando y se postrarán a tus pies, buscando la bendición de Dios. ¿Crees que Dios puede trabajar en tu vida también de tal manera que otros vean el poder de Dios y te pregunten cómo ser salvos?

31 —Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos —le contestaron.

La salvación es una cuestión de fe y relación con Jesucristo. De este verso surge una creencia común que la salvación de toda la casa es prometida cuando tú aceptas a Jesús. Es la voluntad de Dios, y muchas veces pasa como resultado de tu testimonio, pero no es automática. Cada persona necesita fe y tiene que tomar esa decisión; tu fe no puede salvar a otra persona. Puedes orar por él en fe y testificar en fe, pero él tiene que tomar su propia decisión.

32 Luego les expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa. 33 A esas horas de la noche, el carcelero se los llevó y les lavó las heridas; en seguida fueron bautizados él y toda su familia. 34 El carcelero los llevó a su casa, les sirvió comida y se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios.

Pudo haber sido la una de la mañana. No importa. No sabemos qué pasó con los demás presos. Pablo y Silas están cubiertos con sangre y gravemente heridos, pero antes que nada hablaron la palabra de Dios a todos en la casa. Entonces el carcelero lavó sus heridas, y tal vez en el mismo lugar donde los limpió, el carcelero y su familia fueron bautizados. Otra vez vemos la importancia del bautismo; no esperaron la mañana o un culto con los otros creyentes. Tal vez Dios sanó las heridas de Pablo y Silas, y todos comieron. Dios llenó esa casa de gozo.

El final de la historia: expulsados de la ciudad

35 Al amanecer, los magistrados mandaron a unos guardias al carcelero con esta orden: «Suelta a esos hombres». 36 El carcelero, entonces, le informó a Pablo: —Los magistrados han ordenado que los suelte. Así que pueden irse. Vayan en paz.

37 Pero Pablo respondió a los guardias: —¿Cómo? A nosotros, que somos ciudadanos romanos, que nos han azotado públicamente y sin proceso alguno, y nos han echado en la cárcel, ¿ahora quieren expulsarnos a escondidas? ¡Nada de eso! Que vengan ellos personalmente a escoltarnos hasta la salida.

Ellos no huyeron por las puertas abiertas de la cárcel, y ahora los magistrados les ofrecen su libertad. Otra vez parece que Dios está moviéndose a su favor. El carcelero está contento para comunicar esa decisión, pero Pablo dice que no: Era ilegal azotar a un ciudadano romano con varas, o echarlos en la cárcel sin una sentencia. Evidentemente Silas también era ciudadano romano; era una privilegio difícil de conseguir y valioso. Dios había preparado esa bendición para ellosde antemano. No es pecado reclamar tus derechos delante de la ley.

38 Los guardias comunicaron la respuesta a los magistrados. Estos se asustaron cuando oyeron que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, 39 así que fueron a presentarles sus disculpas. Los escoltaron desde la cárcel, pidiéndoles que se fueran de la ciudad. 40 Al salir de la cárcel, Pablo y Silas se dirigieron a la casa de Lidia, donde se vieron con los hermanos y los animaron. Después se fueron.

Ahora los magistrados tienen temor; ruegan a los hermanos que saliesen. Tienen un culto final, y se van de la ciudad. ¡Qué introducción a Macedonia!

Pablo y Silas casi murieron. Dejaron dos familias y tal vez unos presos para establecer una iglesia. Al principio pareció una derrota, una gran victoria para el diablo. Pero Dios es fiel, y Él se glorificó de una manera muy impresionante. No importa donde estés o que esté pasando en tu vida. Alaba a Dios. Él puede mover montañas.

Orando el Salmo 55

¿Hay veces cuando es difícil para ti orar? Quieres hablar con Dios, pero no sabes cómo expresar lo que hay en tu corazón. O pueda que hay tanto dolor que no hay palabras. En esos momentos es bueno orar las escrituras, especialmente los Salmos. Orando este Salmo, me impresiona que fue David quien lo escribió; David, el gran rey, el hombre conforme al corazón de Dios. Tenía riquezas, poder, mujeres y buen aspecto.

Si estoy leyendo – y orando – el Salmo con mi computadora, me gusta leerlo en varias traducciones. Aquí estoy usando principalmente la Nueva Traducción Viviente, pero voy a incluir otras traducciones también.

Escucha mi oración, oh Dios;
¡no pases por alto mi grito de auxilio!

Señor, me siento que no puedo soportar más. ¿Quién más me ayudará? Estoy clamando a ti. En desesperación doy un grito de auxilio. Creo que tú eres un Dios bueno, un Dios de amor. Por eso vengo a ti ahora en fe, abriendo mi corazón a ti.

Por favor, escúchame y respóndeme,
porque las dificultades me abruman, ¡mis angustias me perturban!

¿Cómo puedo nombrar todas las dificultades en mi vida ahora mismo? Me siento angustiado, pensando en la gente que he lastimado, todo el sufrimiento en el mundo, y los problemas en mi país. No sé qué hacer, ni cómo pensar. Me siento abrumado por mi debilidad, mi pecado, y mi falta de fe. Dicen que en Cristo hay victoria, paz y gozo. ¿Por qué me siento tan perturbado? Por favor, ayúdame y muéstrame lo que debo hacer.

Mis enemigos me gritan,
me lanzan perversas amenazas a viva voz.
Me cargan de problemas
y con rabia me persiguen.

Tú sabes Señor que he intentado amar a todos y vivir en paz con ellos. Tú sabes que en el pasado yo habría respondido con palabras feas, y peleado con ellos. Pero quiero dar un buen testimonio. Es cierto que tú dijiste que nuestros enemigos serían de la misma familia. Perseguían a ti también, Jesús. Pero es cansado oír sus perversas amenazas y sus gritos. ¡Solo quiero vivir en paz!

Las amenazas del enemigo
y la opresión de los impíos,
pues me causan sufrimiento
y en su enojo me insultan.

¿Por qué están tan enojados? Sus insultas me lastiman. Y no son solamente los enemigos aquí en la tierra; el enemigo real, el diablo, me amenaza, me condena, me tienta. Veo opresión a todos lados. ¡Estoy sufriendo a causa de todo esto!

Mi corazón late en el pecho con fuerza;
me asalta el terror de la muerte.

Mi corazón está dolorido dentro de mí,
Y terrores de muerte sobre mí han caído.

Se me estremece el corazón dentro del pecho,
y me invade un pánico mortal.

A veces pienso que voy a tener un infarto. ¡O aun morir! ¡Mi corazón está tan adolorido! Me despierto en la noche con el estómago en nudos, asaltado por el terror de la muerte. Confío en ti, y creo que si muero voy a estar contigo para siempre, pero todavía me invade ese pánico mortal.

No entiendo por qué la vida es tan dura. ¿Por qué un siervo tuyo como David sufrió tanto? David, el gran guerrero, ¿fue invadido por un pánico mortal?

El miedo y el temblor me abruman,
y no puedo dejar de temblar.

Tu Palabra dice que tu perfecto amor echa fuera todo el temor. Pero tengo miedo que voy a perder mi trabajo, mi casa, mi familia, mi salud – ¡a veces aun mi salvación! Yo sé que un hombre tiene que ser valiente, pero a veces no puedo dejar de temblar.

Si tan solo tuviera alas como una paloma,
¡me iría volando y descansaría!
Volaría muy lejos,
a la tranquilidad del desierto.

Me iría muy lejos de aquí;
me quedaría a vivir en el desierto.

Tengo que confesar que a veces es tentador dejar todo – el trabajo, la casa, la familia – y huir a otro país. Empezar de nuevo. Encontrar a otra mujer. Yo sé que muchos de estos “demonios” me seguirían a otro lugar, pero me gustaría escapar. Encontrar algún lugar tranquilo. Hay veces cuando termino un día lleno de conflictos en el trabajo y vuelvo a casa buscando tranquilidad solo para encontrar más problemas. Y a veces incluso si quiero un refugio en la iglesia, ¡hay problemas allá también!

Qué rápido me escaparía
lejos de esta furiosa tormenta de odio.

Presuroso volaría a mi refugio,
para librarme del viento borrascoso
y de la tempestad.

¿Dónde puedo encontrar paz, un refugio? Bajo tus alas. En tu presencia. A veces voy corriendo a tu presencia, adoro a ti, y siento paz. Que engaño que muchos buscan ese escape en la tele, en alcohol, en drogas, en los placeres del mundo. Tú eres mi refugio en medio de la tempestad. Cuando parece que todo el mundo me odia, tú me amas Señor.

Confúndelos, Señor, y frustra sus planes.

¡Destrúyelos, Señor! ¡Confunde su lenguaje!
Porque veo violencia y conflicto en la ciudad.

Yo tengo una inquietud con las muchas veces en el Antiguo Testamento cuando clamaron a ti para destruir a sus enemigos. La venganza es tuya, Señor. Nos mandas a amar a nuestros enemigos. Pero entonces pienso en la gente que roba, o atacan a alguien en la calle. O hacen planes para defraudarme. Y clamo con David: ¡Frustra sus planes! Los enemigos de la iglesia, los enemigos de mi país, los demonios del infierno: ¡Confúndelos! ¡Destrúyelos! ¡Hay mucha violencia y conflicto! ¡Levántate Señor y pelea contra tus enemigos!

10 Día y noche patrullan sus murallas para cuidarla de invasores,
pero dentro de ella hay intrigas y maldad.

El verdadero peligro es la maldad que hay dentro de la ciudad.

Es fácil pensar que todos los problemas vienen de afuera: de los extranjeros, del diablo, de los inconversos. A veces estamos ciegos a las intrigas y maldad que hay dentro de nosotros mismos, dentro de la casa, dentro de la iglesia. Jesús, tu dijiste que una casa dividida contra sí no permanecerá. Primero tenemos que atar al hombre fuerte y entonces podemos saquear su casa. Ayúdame “patrullar las murallas” de mi casa y mi iglesia. Pero también dame los ojos para ver el verdadero peligro.

11 Todo se viene abajo;
las amenazas y el engaño abundan por las calles.

El fraude y la opresión no se apartan de sus plazas.

Clamo a ti por mi ciudad. Hay corrupción, hay fraude, hay opresión…hay toda clase de maldad. Y tarde o temprano todo se viene abajo. Ayúdanos ser sal y luz, traer la Palabra de Dios a estas calles, y demostrar Jesucristo a ellos por medio de nuestras vidas.

12 No es un enemigo el que me hostiga,
eso podría soportarlo.
No son mis adversarios los que me insultan con tanta arrogancia,
de ellos habría podido esconderme.
13 En cambio, eres tú, mi par, mi guía, y mi familiar
mi compañero y amigo íntimo.
14 Unía una bella amistad contigo, convivíamos en la casa de Dios.
Juntos comunicábamos dulcemente los secretos. ¡Cuánto compañerismo disfrutábamos
cuando caminábamos juntos hacia la casa de Dios!

Creo que esto es lo más duro. Gracias Señor que me has protegido de la traición de un amigo íntimo. Pienso en la traición de Judas. Ayúdame ser un amigo fiel a otros. Lo más doloroso es la traición de un compañero en el ministerio. Un hermano amado con quien tenía un compañerismo dulce. Mi corazón duele por los que han sido traicionados por su conyugue. Te pido por sanidad, sabiduría y consuelo para los que están sufriendo como David sufría aquí.

15 Que la muerte aceche a mis enemigos;
que la tumba se los trague vivos,
porque la maldad habita en ellos.

Otra vez, para mi es difícil desear la muerte para mis enemigos. Es una situación fuerte; la maldad habita en ellos. Para mí, a este lado de la cruz, pido por su liberación. Yo creo que tú puedes echar fuera esa maldad. No creo que es tu voluntad que la maldad habite en nadie. No quieres enviar a nadie al infierno. Y yo de verdad no quiero ver a nadie morir en su pecado. Sálvalos. Convéncelos por tu Espíritu. Líbralos de su maldad. Y limpia mi corazón; que el mal nunca habite en mí.

16 Pero clamaré a Dios,
y el Señor me rescatará y me salvará.
17 Mañana, tarde y noche
clamo en medio de mi angustia,
y el Señor oye mi voz.

Esa es mi fe. Por eso a ti clamo. Creo que tú me rescatarás. Ya me salvaste. Hiciste al extremo de enviar a tu hijo unigénito para morir por mi salvación. Eres por mí. Nunca cansas de oír mi voz de súplica. Todo el día clamo a ti. No siempre me libras de mi angustia; muchas veces clamo en medio de la angustia.

18  El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí. Él me rescata y me mantiene a salvo
de la batalla que se libra en mi contra,
aunque muchos todavía se me oponen.
19 Dios, quien siempre ha gobernado,
me oirá, y los humillará y los afligirá.
Pues mis enemigos se niegan a cambiar de rumbo;
no tienen temor de Dios.

De verdad es una guerra. No solo una batalla, sino una batalla tras otra. Una guerra que a veces parece que es por la vida. Quiero que esos enemigos cambien de rumbo – pero es posible que nunca suceda. La verdad es que no tienen temor de ti. Gracias que me redimiste. Pagaste el precio por mi pecado en la cruz y ahora tengo paz contigo y paz interior. Tú eres Rey. Tú siempre has gobernado. Eres soberano. Confío en ti para humillarlos y afligirlos.

20 En cuanto a mi compañero, él traicionó a sus amigos;
violó su pacto y no cumplió sus promesas.
21 Sus palabras son tan suaves como la mantequilla,
pero sus pensamientos son belicosos y en su corazón hay guerra.
Sus palabras son tan relajantes como una loción,
¡pero por debajo son dagas! No son sino espadas desenvainadas.

Que duro es ver a un compañero auto-destruirse. Yo puedo ver la guerra en su interior. Tú miras al corazón, no a las apariencias. Jesús, tu dijiste que de la abundancia del corazón hablamos. Yo veo a gente hablar palabras tan suaves y lindas, y engañan a la gente. Hacen muchas promesas pero no las cumplen. Ayúdame nunca traicionar a un amigo. Ayúdame ser un amigo fiel y un hombre fiel a mi palabra. Quiero ser transparente, con nada escondido, nunca con esas dagas que algunos tienen debajo. Dame sabiduría para discernir lo que está dentro de las personas.

22 Entrégale tus cargas al Señor,
y él cuidará de ti;
no permitirá que los justos tropiecen y caigan y queden abatidos para siempre.

Después de clamar y luchar, fue aquí que tantas veces llegó David. Recibo este mandato de tu Palabra, escrito por David, y entrego mis cargas a ti. Todas. Creo esta promesa, que tú cuidarás de mí. No me permitirás tropezar, no porque yo soy tan especial, sino porque llevo la justicia de Jesucristo. Gracias que puedo caminar en esa confianza. Yo pueda estar abatido por un ratito, pero no para siempre, porque tú me levantarás.

23 Pero tú, oh Dios, mandarás a los perversos
a la fosa de destrucción;
los asesinos y los mentirosos morirán jóvenes,
pero yo confío en que tú me salves.

Perversos, asesinos y mentirosos. Guárdame de todo pensamiento perverso. Yo sé que no tengo que matar a alguien para ser asesino; solo por estar enojado con alguien y guardar ese rencor soy culpable. Y puede ser muy fácil mentir para escapar de una situación complicada, pero yo sé que la mentira es muy seria para ti. Señor, yo confío en ti. Tú me salvas de todas estas trampas y problemas y me ayudas caminar fielmente contigo. Gracias por tu Palabra.

Lo que Dios puede hacer con un hombre disponible; Hechos 8

En Hechos capítulo 6 los primeros diáconos de la iglesia son presentados, hombres de buen testimonio, llenos del Espíritu y de sabiduría. La iglesia estaba creciendo y necesitaban a alguien para manejar su vida diaria, pero estos diáconos eran más que administradores. En el capítulo 7 Esteban predicó con tanta unción que encendió la ira de los líderes judíos y fue apedreado y murió, el primer mártir cristiano. En este capítulo vamos a conocer a Felipe, y ver un ejemplo de cómo evangelizar una ciudad y un individuo.

Es común para un nuevo creyente experimentar una “luna de miel.” Hay gozo en su nueva salvación, amor para todo el mundo, y una presencia linda del Espíritu Santo. Tiene hambre para la Biblia y oración. La iglesia primitiva experimentó esa luna de miel. Miles de personas aceptaron a Cristo, y había milagros todos los días. Se disfrutaban de una comunión muy rica. Aun el arresto de Pedro y Juan (capítulo 4) resultó en una gran victoria.

La primera persecución

Las cosas pueden cambiar rápidamente. Cuando Dios está moviéndose en poder, el diablo se levantará en contra. ¿Crees que la persecución es posible en tu país? Jesús dijo que sería parte de los últimos días antes de su venida (Juan 16), pero cuando hay tanta bendición es fácil creer que no aplica a nosotros.

La muerte de alguien tan piadoso como Esteban era un golpe fuerte para la iglesia joven, pero ahora hay una amenaza aun peor: un fariseo llamado Saulo.

1Aquel día se desató una gran persecución contra la iglesia en Jerusalén, y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo, por su parte, causaba estragos en la iglesia: entrando de casa en casa, arrastraba a hombres y mujeres y los metía en la cárcel.

La Nueva Traducción Viviente da en el verso 3 una sola meta que tenía Saulo: de acabar con la iglesia. Este hombre fue responsable para desatar una gran persecución. Nadie pensaría que ese Saulo se convertiría en Pablo, uno de los apóstoles más grandes de toda la historia, así como Dios puede transformar la persona más endurecida hoy en día.

La verdad es que la iglesia estaba muy próspera y cómoda. Casi se olvidó del propósito del Espíritu Santo que Jesús declaró justo antes de su ascensión: Cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.  Con tantas bendiciones en la iglesia, era fácil perder esa visión misionera. Entonces Dios permitió una persecución para ayudar a los hermanos para obedecer su mandato, y dispersó a los hermanos a Judea y Samaria. (Es mejor no esperar para una persecución para obligarnos a salir al campo misionero.)

Felipe evangeliza Samaria

Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías. 

Ahora todos (no solo los apóstoles o diáconos) predicaban. No tenemos que ser enviados como misioneros; simplemente dondequiera que vayas en la vida diaria hay que predicar la palabra.

Felipe salió de Jerusalén angustiado; era muy amigo de Esteban, y bajó a la ciudad principal de Samaria de luto. No es la primera vez que el evangelio llegó a Samaria; Jesús mismo había ministrado allí después de su encuentro con la mujer samaritana (Juan 4), pero hasta ahora, nadie de la iglesia quería ir allá.

Al oír a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y todos prestaban atención a su mensaje. De muchos endemoniados los espíritus malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos quedaban sanos. Y aquella ciudad se llenó de alegría.

Una vez más vemos esa combinación poderosa de palabra y milagros. Es importante “oír” y también “ver” para tener fe. Cuando los paralíticos caminan y los endemoniados son liberados, todo el mundo presta atención. Esa ciudad fue transformada y llena de alegría. ¿No crees que es algo que el Señor quiere hacer para su gloria hoy en día también?

Un hombre complicado

Ya desde antes había en esa ciudad un hombre llamado Simón que, jactándose de ser un gran personaje, practicaba la hechicería y asombraba a la gente de Samaria. 10 Todos, desde el más pequeño hasta el más grande, le prestaban atención y exclamaban: «¡Este hombre es al que llaman el Gran Poder de Dios!»

Ahora hay un choque de reinos. ¿Quién va a ganar? Muchas veces en la obra misionera (o simplemente en la iglesia) encontramos a una persona complicada. Hasta la llegada de Felipe, Simón era la súper estrella en Samaria. Se hacía pasar por alguien grande. Igual a Felipe, que atrajo a toda la ciudad, todos prestaban atención a Simón. Era hechicero, y con su poder diabólico podía asombrar – y engañar – a la gente. Este sería un caso difícil.

11 Lo seguían porque por mucho tiempo los había tenido deslumbrados con sus artes mágicas. 12 Pero, cuando creyeron a Felipe, que les anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres se bautizaron. 13 Simón mismo creyó y, después de bautizarse, seguía a Felipe por todas partes, asombrado de los grandes milagros y señales que veía.

Ya sabemos que Felipe era un hombre lleno del Espíritu Santo y de sabiduría. A pesar de ser solo un diácono (y por muy poco tiempo), hizo todo muy bien:

  • Anunciaba las buenas nuevas del reino de Dios y el nombre de Jesucristo.
  • Bautizó a los nuevos creyentes.
  • Hizo grandes milagros y señales.

Ahora su ministerio sería probado. Simón ya tenía una larga historia en esa ciudad; quería experimentar el poder de Dios, y fue asombrado por las maravillas que hizo Felipe. ¿Se había arrepentido de verdad? En este punto es difícil saber. Es posible que discernió que ya perdió su audiencia, y sería mejor ser parte de este movimiento nuevo. Parece que quería ser un líder en la iglesia, tal como era antes con sus artes mágicas. Él también quería hacer milagros y señales. Andaba pegado a Felipe, y Felipe lo permitió. En sí, puede ser una buena oportunidad para discipular a alguien que ya tenía experiencia en el liderazgo. Simón pudiera  ser el primer pastor de esta iglesia nueva.

Hay gente que tiene interés en cosas espirituales, y posiblemente en su ignorancia aceptan a doctrinas de demonios. Hay poder satánico en la mágica. Hay que tener mucho cuidado con esas cosas; engaña a la gente, y Felipe necesita mucha sabiduría para bregar con Simón.

Bautizados en el Espíritu

Aparentemente Felipe no fue enviado a Samaria por los apóstoles, y pasó un buen rato hasta que la noticia llegó a Jerusalén que Samaria había recibido la palabra de Dios. A pesar del mandato de Jesús, el prejuicio judío contra los samaritanos dejó a los apóstoles con una duda si fuese posible para los samaritanos ser salvos, y enviaron a las dos columnas para investigar:

14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que los samaritanos habían aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. 15 Estos, al llegar, oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, 16 porque el Espíritu aún no había descendido sobre ninguno de ellos; solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. 17 Entonces Pedro y Juan les impusieron las manos, y ellos recibieron el Espíritu Santo.

Qué raro. Felipe era lleno del Espíritu, pero a pesar de todas las manifestaciones del Espíritu Santo, y los muchos que recibieron el mensaje y fueron bautizados en agua (que en otras ocasiones incluyó el bautismo en el Espíritu), ningunos de los samaritanos habían recibido al Espíritu. Algunos eruditos han postulado que fue para confirmar a los apóstoles que eran salvos de verdad, pero podemos notar unas cosas importantes aquí:

  • La primera cosa que hicieron cuando llegaron fue orar para que recibieran al Espíritu.
  • Había algo obvio para que supieran que no fueron bautizados en el Espíritu. Parece que en su experiencia, cuando alguien aceptó a Jesús y fue bautizado en agua, a la misma vez descendería el Espíritu con manifestaciones de lenguas, tal como en el aposento alto, y lo que Pedro predicó (Hechos 2:38).
  • Hay algunas sectas (la más común se llama “Apostólicos”) que no creen en la trinidad, y dicen que se tiene que ser bautizado solo “en el nombre de Jesús.” Pero esa fue precisamente la razón dada aquí por no recibir al Espíritu: no fueron bautizados conforme al mandato de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Tal vez Felipe nunca recibió una orientación de cómo bautizar a nuevos creyentes.
  • Parece que o todos, o ningunos, recibieron el bautismo. En Pentecostés, todos fueron bautizados. Aquí, el Espíritu no había descendido sobre ninguno. Parece que ahora todos recibieron el Espíritu.
  • Lo recibieron cuando Pedro y Juan impusieron las manos.

Un estudio de las ocasiones en Hechos cuando el Espíritu descendió revela bastante variación; no hay una sola manera de recibir al Espíritu. Puede ser al momento de conversión, junto con el bautismo en agua, o una experiencia única después de la conversión y bautismo en agua. Lo que es esencial es recibirlo. Y tú, ¿ha descendido el Espíritu sobre ti? ¿Es una parte importante de tu ministerio asegurar que la gente ha recibido al Espíritu?

Simón pide el mismo poder para ministrar el bautismo

18 Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero 19 y les pidió: —Denme también a mí ese poder, para que todos a quienes yo les imponga las manos reciban el Espíritu Santo.

Había algo obvio e impresionante que sucedió con la imposición de manos – y Simón característicamente quiere ese poder. Pueda que fuese sincero y solo ignorante que no se puede comprar ese don. Simón parece ser alguien que no quieres ofender; tal vez solamente necesita más tiempo en un discipulado. Pero Pedro puede ver su corazón, y lo enfrenta.

20 —¡Que tu dinero perezca contigo —le contestó Pedro—, porque intentaste comprar el don de Dios con dinero! 21 No tienes arte ni parte en este asunto, porque no eres íntegro delante de Dios. 22 Por eso, arrepiéntete de tu maldad y ruega al Señor. Tal vez te perdone el haber tenido esa mala intención. 23 Veo que vas camino a la amargura y a la esclavitud del pecado.

No se puede comprar el don de Dios o un puesto en la iglesia. Incluso un curso en el seminario no te califica para administrar el don de Dios. Tienes que ser íntegro delante de Dios y llamado por el Señor.

¡Pedro no le asegura a Simón del perdón de Dios para su pecado! Dice “tal vez” el Señor le perdone. Simón creyó, fue bautizado y andaba pegado a Felipe, pero no había un arrepentimiento genuino. Muy posiblemente necesitaba liberación de los espíritus inmundos de su tiempo practicando las artes mágicas. Con una palabra de ciencia Pedro vio que todavía era un esclavo del pecado e iba camino a la amargura.

24 —Rueguen al Señor por mí —respondió Simón—, para que no me suceda nada de lo que han dicho.

Es común para alguien enfrentado con su pecado y sus consecuencias parecer arrepentido. No sabemos si rogaron por él, o si echaron fuera sus demonios. Los padres de la iglesia primitiva escribieron que Simón era un hereje.

Es posible tener fe e incluso ser bautizado, y no ser salvo. Y tú, ¿eres salvo de verdad, libre de la esclavitud al pecado? Dice que Simón fue asombrado por las señales y milagros que vio. Hay gente que viene a la iglesia que son asombrados por la presencia de Dios, la buena música, el amor, y los milagros que pueden suceder. Quieren ser parte de algo tan hermoso, pero no hay ningún arrepentimiento y no son salvos.

25 Después de testificar y proclamar la palabra del Señor, Pedro y Juan se pusieron en camino de vuelta a Jerusalén, y de paso predicaron el evangelio en muchas poblaciones de los samaritanos.

Una nueva tarea para Felipe

Felipe abrió el camino para que Samaria recibiese a Jesús. Ahora Pedro y Juan predicaba en muchas aldeas samaritanas, y dejaron la nueva iglesia en las manos de Felipe. ¡Pero Dios tiene otra tarea para él! Le llama a dejar este avivamiento lindo y una iglesia nueva para evangelizar a una sola persona.

26 Un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza». 

No hay ninguna razón dada por este viaje. Sería fácil creer que fue el diablo quitando a Felipe de un campo muy fértil de ministerio para ir al desierto, pero parece que Felipe estaba acostumbrado a recibir mensajes angélicos. Es un mandato claro, pero muy inconveniente. Primero tiene que caminar a Jerusalén (unos 43 km o 27 millas), y entonces caminar en el calor del desierto hacia Gaza (nadie sabe cuántos kilómetros caminó; todo el camino sería 79 km o 49 millas). Y sin saber por qué. Pudiera parecer locura.

27 Felipe emprendió el viaje, y resulta que se encontró con un etíope eunuco, alto funcionario encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los etíopes. Este había ido a Jerusalén para adorar 28 y, en el viaje de regreso a su país, iba sentado en su carroza, leyendo el libro del profeta Isaías. 

Felipe no discutió con el ángel; simplemente obedeció y emprendió el viaje. Esa respuesta automática de obediencia abrirá muchas oportunidades para evangelizar y ser usado por el Señor. Dios está buscando a hombres y mujeres dispuestos, y parece que le cuesta encontrarlos. Puede ser que ningunos de los apóstoles en Jerusalén estaban disponibles. ¿Eres tu una persona en quien Dios puede depender, en quien puede contar para oír su voz y obedecerla? Debe ser tu meta.

¡Dios es soberano!

En este caso era alguien muy importante: un alto funcionario de la reina de los etíopes. Un hombre piadoso, él había viajado unos 4,220 km (2,622 millas) para adorar en Jerusalén. Y, por casualidad (!) estaba leyendo Isaías.

Cuando andamos en obediencia al Señor, Él prepara el camino delante de nosotros. Él va a preparar a gente y enviarte a ellos, o traerlos a ti. ¿Estás dispuesto para andar horas en el calor del día para evangelizar a una sola persona? Dios empieza con cosas pequeñas, y cuando observa nuestra obediencia, nos da oportunidades más y más importantes. Esta era una tarea muy importante. La tradición es que este hombre trajo el evangelio a Etiopia y estableció una iglesia que permanece hasta el día de hoy.

29 El Espíritu le dijo a Felipe: «Acércate y júntate a ese carro».

Muchas veces nosotros queremos una visión amplia de la voluntad de Dios para nosotros: ¿Cuál es el ministerio que tienes para mí? ¿Con quién voy a casarme? ¿Qué es el propósito de mi vida? Pero a menudo Dios nos guía paso a paso, y espera por nuestra obediencia al primer paso para dirigirnos al próximo. ¿Crees que Dios puede guiarte tan claramente como guió a Felipe aquí? ¿Tienes la fe para obedecer y acercarte a alguien que no conoces?

30 Felipe se acercó de prisa a la carroza y, al oír que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó: —¿Acaso entiende usted lo que está leyendo?

Felipe obedeció – y obedeció “de prisa” (NTV: corriendo). Dios no le dijo que decir, pero nos da sentido común. Tenemos que observar qué está pasando con la persona, y buscar una entrada para hablar acerca de Jesús. Aquí es muy obvio: Está leyendo al profeta Isaías. Siempre es una buena pregunta para alguien que veas leyendo la Biblia (o literatura cristiana): “¿Entiendes lo que estás leyendo?

31 —¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica?

Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él. 

La puerta está abierta. Cuando alguien te invita a compartir Cristo, ¡por favor aprovéchate de la oportunidad! Siéntate con la persona (¡que bendición después de horas caminando en el sol!). Qué importante es conocer la Biblia y saber cómo responder a las preguntas de los inconversos y explicar lo que dice la palabra.

32 El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente:

«Como oveja, fue llevado al matadero;
y como cordero que enmudece ante su trasquilador,
ni siquiera abrió su boca.
33 Lo humillaron y no le hicieron justicia.
¿Quién describirá su descendencia?
Porque su vida fue arrancada de la tierra».

34 —Dígame usted, por favor, ¿de quién habla aquí el profeta, de sí mismo o de algún otro? —le preguntó el eunuco a Felipe.

35 Entonces Felipe, comenzando con ese mismo pasaje de la Escritura, le anunció las buenas nuevas acerca de Jesús. 

Otra vez vemos la mano poderosa del Señor, incluso guiando al eunuco a uno de los pasajes más claros acerca del Mesías en el Antiguo Testamento (Isaías 53). Es un capitulo muy bueno para evangelizar a un judío.

36 Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: —Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?

Allí están, en medio del desierto, y Dios milagrosamente proporciona agua justo a tiempo para el eunuco tomar la decisión de aceptar a Cristo. ¡Y el hombre quiere ser bautizado!

37 —Si cree usted de todo corazón, bien puede —le dijo Felipe.

—Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios —contestó el hombre.

El bautismo en agua es importante. Casi siempre en Hechos, en la iglesia primitiva, la gente se bautizó al momento de recibir a Cristo (por ejemplo, el día de Pentecostés en Hechos 2, y Pablo y Silas con el carcelero y su familia en Hechos 16). Pedro dijo que la condición es el arrepentimiento; aquí Felipe dice que se tiene que creer de todo corazón, y el eunuco hizo esa confesión de fe. Simplemente no hay ningún fundamento bíblico para el bautismo de infantes; un bebe no puede arrepentirse o tener fe.

Yo estoy de acuerdo que hay valor en clases para estar seguro que alguien entiende la salvación y el bautismo, pero no daban clases en Hechos. ¿Has sido bautizado en agua como creyente?

38 Entonces mandó parar la carroza, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó. 

39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino. 40 En cuanto a Felipe, apareció en Azoto, y se fue predicando el evangelio en todos los pueblos hasta que llegó a Cesarea.

Cuando Felipe terminó con su tarea, el Espíritu se lo llevó. Siempre es bueno proporcionar un seguimiento (y es más fácil hoy en día con WhatsApp y las redes sociales), pero en este caso sería el Espíritu Santo proporcionándolo. Este era un versículo popular cuando tenía el ministerio en las prisiones – ¡la posibilidad de ser llevado milagrosamente a otro lugar!

Azoto era una de las ciudades principales de los filisteos, unos 35 km (22 millas) de Gaza. El camino para Cesarea seria 105 km (65 millas), dando mucha oportunidad a Felipe para evangelizar. En Hechos 21 Pablo se quedó en la casa de Felipe en Cesarea, 25 años después. Parece que Felipe estableció la iglesia allá. Tenía a cuatro hijas solteras que profetizaban.

Un solo hombre disponible a Dios fue responsable para la transformación de toda una ciudad, y la conversión de un hombre importante que trajo el evangelio a Etiopia. Dios puede hacer lo mismo contigo. ¿Tienes lo oídos para oír su voz? ¿Estás disponible y dispuesto para obedecer su voz?

Una pared de bronce fortificada

Si ésta ha sido una semana difícil para ti, no eres el único. Por alguna razón he hablado con muchas personas que están pasando por pruebas fuertes. Creo que el Señor quiere animarte con esta palabra de Jeremías 15:

15 —Señor, tú sabes lo que me sucede.
Por favor, ayúdame. ¡Castiga a mis perseguidores!

¡Dios sabe! ¡Él sabe exactamente qué ha pasado contigo esta semana y la razón por la cual Él lo permitió! Te ha visto en la angustia, en oración, y en momentos de alegría. Si alguien te ha perseguido o maltratado, entrégalo al Señor y deja a Él bregar con esa persona. ¡Clama a Dios! ¡Él te ayudará!

Por favor, dame más tiempo; no dejes que muera joven.
Es por tu causa que sufro.

Sí, puedes sentir que no puedes soportar más. Algunos han pensado en suicidio o han sentido una sentencia de muerte en su corazón; la muerte de sueños, un ministerio, o un matrimonio. (¡Ojalá que fuera por causa de Dios y no por causa de tu pecado que estés sufriendo!)

16 Cuando descubrí tus palabras las devoré;
son mi gozo y la delicia de mi corazón,
porque yo llevo tu nombre,
oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales.

¡Tú llevas el nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales! ¡El Rey de reyes! ¡Él es un gran guerrero, y tiene un gran ejército de ángeles para ayudarte! ¡Tú eres su hijo adoptado!

Porque tú eres su hijo, Dios te ha dado su Palabra. ¿Ha sido esa Palabra tu gozo y la delicia de tu corazón esta semana? Con demasiada frecuencia, en la prueba no devoramos la Palabra. ¿Has descubierto cuan rica es la Palabra? Toma tiempo para hallar gozo y delicia en la Biblia.

17 Nunca me uní a la gente en sus alegres banquetes. (No he formado parte de grupos libertinos,
ni me he divertido con ellos.
NVI)
Me senté a solas porque tu mano estaba sobre mí
y me llené de indignación ante sus pecados.

Tú has intentado a andar en santidad y no caer con malos compañeros o ir a la fiesta o la cantina. Odias el pecado. Has hecho todo lo que dicen que se debe hacer para experimentar la bendición de Dios.

18 ¿Por qué, entonces, continúa mi sufrimiento?
¿Por qué es incurable mi herida?
Tu ayuda parece tan incierta como el arroyo estacional,
como un manantial que se ha secado. (¿Serás para mí un torrente engañoso de aguas no confiables?
NVI)

¿Te parece incierta la ayuda de Dios? ¿Te preguntas qué pasó con la sanidad prometida? ¿Dónde está el gozo del Señor? ¿Hay problemas y heridas que te parecen incurables?

19 Esto responde el Señor:

—Si regresas a mí te restauraré
para que puedas continuar sirviéndome. (Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servirme
. NVI)

No quiere decir que te has apartado del Señor. Pero si estas lejos de Él, si hace un rato que no vas a la iglesia, si no estás orando o leyendo su Palabra, Él te llama a regresar a Él. Si hay pecado, te llama a arrepentirte. Cualquier que sea la situación, su promesa es para restauración: del gozo, de la salud, de tu matrimonio, de tu ministerio. El diablo quiere que no sirvas a Dios; el Señor te restaura para que puedas continuar sirviéndole.

Si hablas palabras beneficiosas en vez de palabras despreciables, serás mi vocero. (Si evitas hablar en vano, y hablas lo que en verdad vale, tú serás mi portavoz. NVI)

Dudo que Jeremías estaba hablando palabras despreciables, tampoco estás tú. Pero puede sentir que has hablado en vano, que la gente no te escucha. Habla la verdad, habla palabras beneficiosas, para edificar a otros, incluso tus enemigos.

Tienes que influir en ellos; ¡no dejes que ellos influyan en ti!

Es demasiado fácil ser influido por los compañeros de trabajo, familiares inconversos, y los medios. ¡Dios quiere que tú influyas en ellos! Examina tus pensamientos y tu corazón. Si cosas del mundo o del enemigo han entrado a causa de la influencia de otros, recházalas y recuérdate a ti mismo lo que Dios ha dicho.

20 Pelearán contra ti como un ejército en ataque,
pero yo te haré tan seguro como una pared de bronce fortificada.
Ellos no te conquistarán,
porque estoy contigo para protegerte y rescatarte.
¡Yo, el Señor, he hablado!
21 Sí, te mantendré a salvo de estos hombres malvados;
te rescataré de sus manos crueles.

Puede ser que hay un ejército de demonios que te atacan, o los problemas te parecen tan grandes que son como un gran ejército. Puede que hayas caído en las manos crueles de hombres malvados. Puede parecer que hay obstáculos y enemigos a todos lados. Pero Dios tiene esta palabra para ti:

¡Te rescataré!

¡Te mantendré a salvo!

¡Yo estoy contigo para protegerte!

¡Yo estoy contigo para rescatarte!

¡Ellos no te vencerán!

Visualiza una pared de bronce fortificada. Dios dice que Él te hará tan seguro como esa pared. ¡Todo va a estar bien! ¡Dios no se ha olvidado de ti! ¡No estás solo!