¿Por qué, Señor? Éxodo 5:22-23 

22 Moisés se volvió al Señor y le dijo: —¡Ay, Señor! ¿Por qué tratas tan mal a este pueblo? ¿Para esto me enviaste? 23 Desde que me presenté ante el faraón y le hablé en tu nombre, no ha hecho más que maltratar a este pueblo, que es tu pueblo. ¡Y tú no has hecho nada para librarlo!

Pobre Moisés. Estaba feliz de pastorear ovejas y disfrutar de su familia en Madián. Él no pidió esta tarea, ni buscó plata o fama. ¡Moisés ya está harto de esta misión! Lo mismo sucede muchas veces con nosotros: subestimamos la dificultad de la tarea y sufrimos de una corta memoria (o selectiva).

Dios le dijo claramente que el corazón del faraón se endurecería (4:21), pero sospecho que Moisés pensó que él y Aarón serían bien recibidos en el palacio y enviados a la tierra prometida con la bendición de Faraón. Ciertamente, Moisés no esperaba problemas con su propio pueblo. En lugar de agradecer su ayuda, los hebreos están listos para enviarlo de vuelta a Madián. ¡Y con buena razón! Claro que la esclavitud era agonizante, pero estaban acostumbrados a ella y sabían cómo manejarla. Los jefes de cuadrilla israelitas tenían una buena relación con los egipcios. Pero Moisés trasteó con el sistema, y ahora ellos se enfrentan a una carga imposible. Su propia gente está enojada con él, es una broma para el faraón, e incluso su esposa no está contenta con él (4:23).

Desafiar el sistema

Las cosas no han cambiado mucho en miles de años. Todavía creemos que Dios debe hacer milagros, cambiar los corazones y hacer la vida más fácil. Ese es el evangelio popular: salud, riqueza y felicidad. Por desgracia, no es la realidad. Solo después de un viaje largo y duro, y de muchas batallas, entrarían estos esclavos en la tierra que fluye leche y miel (y ni siquiera ellos – todos ellos murieron en el desierto). A menudo las cosas empeoran antes de mejorar. El diablo aprovecha eso para hacernos  reconsiderar dejar nuestra esclavitud al pecado. Lo familiar puede tener una poderosa influencia sobre nosotros. Hacer grandes cambios y desafiar a los poderes actuales puede parecer abrumador. Es por eso que los reclusos a veces deliberadamente fracasan poco antes de su salida de la prisión. La seguridad de la cárcel les parece mejor que el mundo libre desconocido, y ellos tienen toda la razón. Tener tres comidas y una cama sin muchas responsabilidades puede parecer bastante atractivo, si no te importa la libertad muy limitada y faltar ciertas cosas, como una mujer. Pero Dios te diseñó para algo mucho mejor que la vida en prisión, la esclavitud al faraón o cualquier otra atadura que puedas tener. Sin embargo, cuando tu desafías el statu quo, ya sea en el gobierno, el trabajo o incluso la iglesia, todo el infierno puede desatarse. Y sucede también cuando tú das los primeros pasos para cambiar tu propia vida o matrimonio. Prepárate para ello. Espera contragolpes, acusaciones, incomprensión y algunos días muy duros.

¿A dónde puedes ir?

Moisés hizo lo único que pudo hacer: correr hacia el Señor. Esa es una buena elección. ¿A dónde más podría ir? Incluso su esposa probablemente no quería saber nada al respecto, y Aarón no era muy feliz de verse obligado a participar en esta aventura.

La oración de Moisés ciertamente no es un ejemplo de gran fe. Se puede llamar una oración de queja. ¿Pero sabes algo? ¡Dios puede soportarlo! ¡Ni siquiera reprende a Moisés! ¿Tienes la libertad de expresar ira o frustración a Dios?

¿Por qué?

¿Tienes algunas preguntas «por qué» para Dios? Todo el mundo las tiene. Muchas veces nunca recibimos una respuesta para ellas. A menudo suenan más como quejas, y puede ser que estemos clamando a la persona equivocada. ¿Fue Dios quien aumentó la carga sobre los hebreos? ¡Claro que no! ¡Fue el faraón! ¡Dios les envió un libertador! Muchas veces cuando le preguntamos a Dios “¿por qué?,” si realmente reflexionamos sobre ello, deberíamos comprender que fue Satanás o el hombre pecador quien causó el problema. Por supuesto, Dios es soberano, y de alguna manera creemos que eso lo hace responsable. Pero también Él nos ha dado libre albedrío, y así es como, empezando con Adán y Eva, entramos en todo este lío con el diablo y el pecado.

Dios envió a otro libertador, mucho mayor que Moisés: su propio Hijo. Si Moisés pensó que su tarea era difícil, Jesús lo tenía mucho peor. ¡Lo crucificaron!

Dudar tu vocación

La segunda pregunta que Moisés tiene para el Señor es acerca de su vocación; subestimaba su dificultad: «¿Para esto me enviaste?» ¿Sólo para hacer la vida difícil y poner a mi propio pueblo en mi contra? Si eres pastor, tal vez lo has sentido. Creías que Dios te envió a una ciudad para levantar una poderosa iglesia de creyentes llenos del Espíritu. Hasta ahora, no hay poder y no hay muchos verdaderos creyentes. Predicas la Palabra y de vez en cuando alguien acepta al Señor. Las ofrendas van para abajo. Otros pastores dn la ciudad no te reciben y piensan que eres arrogante o engreído porque estás desafiando la rutina y tradición de sus iglesias.

Podemos hacerle esta pregunta a Dios acerca de varias cosas: «¿Es por eso que me diste a esta mujer?» Tú pensabas que el matrimonio sería puro placer. Tal vez incluso ayudarte a alcanzar un mejor estado económico. O, si eres un tradicionalista, buena comida, una casa limpia y una madre para tus hijos. Es posible que ya hayas visto que estabas equivocado.

La raíz de nuestras preguntas “¿por qué?”

Ambas preguntas a menudo pueden revelar un fuerte egocentrismo y superficialidad. Puede ser que solo vemos la superficie y cómo la vida podría ser más fácil. Queremos que todo esté hecho ahora. Dios ve las cosas desde la perspectiva de la eternidad, y por lo general no tiene mucha prisa. Su agenda es mucho más profunda que la nuestra; está preocupado por su propia gloria, por promulgar un cambio profundo y duradero, y por formar el carácter de una persona que va a reinar con Él.

¿Por qué no haces tu parte, Señor?

En esencia, la última queja de Moisés es: He guardado tus reglas, hice lo que tenía que hacer, y tú no has hecho nada.

Es tan fácil pensar que Dios está obligado a bendecirte y darte lo que estás pidiendo, si tan solo oras con fe, haces una confesión positiva, vas a la iglesia y vives una vida recta. Especialmente si estás en la voluntad de Dios. Aquí está muy claro: su voluntad es rescatar y liberar a su pueblo. Puede haber cosas que tú estás esperando que sean claramente su voluntad; sin embargo, Dios no responde cómo o cuándo tú crees que debería hacerlo. Si Moisés hubiera reflexionado por un momento, tal vez él habria recordado que Dios ya dijo que esto tomaría un tiempo.

La tentación siempre es darse por vencido:

  • «Si volvemos a Faraón de nuevo, ¿qué más va a hacer contra nosotros?»
  • «¿Voy a hacer las cosas aún peor para el pueblo? ¿Me matarán? «
  • «Tal vez debería callarme y no proclamar la Palabra de Dios, ni dar este paso de fe.»

Ésta es una verdadera prueba de fe:

  • ¿Fue realmente Dios quien llamó a Moisés a esta misión?
  • ¿Es Dios capaz de cambiar el corazón del faraón?
  • Si Moisés sigue la voluntad de Dios, ¿será liberado el pueblo?

¿O sería mejor para Moisés tomar las cosas en sus propias manos? ¿Tal vez organizar un sindicato o asesinar al faraón?  ¿O incitar una insurrección armada, como él intentó cuarenta años antes?

¿Alguna vez has dudado si Dios realmente sabe lo que está haciendo? En tu caso, ¿has estado tentado a dejar de hacer las cosas a la manera de Dios y hacerlas a tu manera o a la manera del mundo? ¿Cuáles ¿»por qué»? preguntas tienes para Dios? ¿Cómo piensas que Él respondería a ellas?

 

Hecho para reinar: Cómo usar (y no perder) tu autoridad real (Introducción y capítulo 1)

Imagina la emoción de Dios cuando creó a Adán a su imagen, y con mucha expectativa declaró: “Reinará sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo.» (Génesis 1:26) Dios le dio una hermosa mujer, un jardín paradisíaco y la autoridad de un rey. Y tú, como Adán, fuiste creado a la imagen del Rey del universo, y dotado con un potencial ilimitado como su hijo adoptivo. Dios te diseñó para ser la cabeza, con autoridad en tu hogar y comunidad. Fuiste creado para reinar, pero casi siempre hay algunas duras lecciones en el camino hacia el trono.

El peregrinaje de un hombre pasa por varias etapas bastante obvias, parecidas a las horas de un día. Comenzamos por la mañana, en un tiempo de preparación y formación, donde aprendemos a escuchar la voz de Dios y responder a su llamado. El joven tiene mucha visión y energía, pero todavía está aprendiendo lo que significa ser un hombre.

La mañana de tu vida como hombre

Si eres un joven, todavía en la mañana de tu vida, es normal luchar con la inseguridad. Lo quieres todo ahora mismo, pero no hay prisa. Estás poniendo el fundamento para el resto de tu vida. ¿Me permitirás caminar contigo y animarte? No quiero verte repetir los errores de otros y perder la plenitud de lo que Dios tiene para ti. Habrá nuevas responsabilidades en esta etapa que pueden parecer abrumadoras. Hay tanto que hacer, es fácil olvidarte de las cosas más importantes: Dios, y tu familia. En esta etapa es importante:

  • Desarrollar disciplinas espirituales para crecer en la gracia del Señor.
  • Comer bien y hacer ejercicio.
  • Aprender a amar a una mujer (tu esposa, o futura esposa).

He visto a muchos hombres jóvenes con esposas hermosas, pero ellos están ciegos a este tesoro y regalo de Dios. Están demasiado involucrados en su carrera y sus diversiones, y están pensando en sí mismos. También pueden estar ciegos a las señales de advertencia en su matrimonio y vida personal. Aprende a identificarlas, presta atención a ellas y haz algo al respecto, o harán que tu vida sea miserable. Sobre todo, disfruta a Dios y todo lo que Él te ha dado. Aunque no lo creas, esta es una mañana gloriosa, con todas las posibilidades de un nuevo día. ¡Es el momento en que empiezas a reinar!

El hombre mayor

Si ya ha pasado la mañana y tienes más experiencia en esta vida, estos jóvenes tienen una gran necesidad de hombres mayores que los guíen y caminen con ellos. Debe incluir a su padre, pero a menudo ese padre no está muy presente en sus vidas. Este estudio de Saúl puede mostrarte y ayudarte a comprender qué fue lo que salió bien o mal en tu vida. Aprenderás sabiamente a utilizar tu autoridad real ahora y ayudar a otros a evitar tus errores.

Israel pide un rey

1 Samuel 8:1-20

Nuestro Dios todopoderoso tiene un problema: Nos hizo para reinar, pero le cuesta hallar hombres que fielmente ejerzan esa autoridad real. Adán ciertamente no lo hizo, y todavía estamos sufriendo debido a su fracaso. Pasaron muchos años, y finalmente aparecieron algunos hombres de valor. Por ejemplo, Moisés liberó a Israel de la esclavitud en Egipto, y Josué los guió en la conquista de la tierra prometida. Pero cuando Josué murió, la nación cayó en el caos. El último versículo de Jueces dice: En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien. Pero no es cierto que no había rey; tenían a un rey.  Israel era una teocracia, y Dios era su rey. Cuando no aceptaron su señorío ni obedecieron sus leyes, Él levantó a varios «jueces» como líderes del pueblo. Tú has oído hablar del vellón de Gedeón y la fuerza de Sansón, y su traición por Dalila. No había capital ni templo. La tienda de reunión que Moisés hizo en el desierto seguía siendo el centro del culto y del gobierno.  

Al comienzo de 1 Samuel, Elí, el sacerdote del tabernáculo, era el líder de la nación. Si puedes juzgar a un hombre por sus hijos, parece que Elí no fue el mejor padre; esos muchachos estaban entre los más malvados de toda la tierra. De ninguna manera Dios les permitiría gobernar el país. Pero a pesar de sus fracasos, Dios usó a Elí como mentor y padre espiritual del siguiente líder, un joven profeta llamado Samuel. El nacimiento de Samuel fue un milagro: Su madre era estéril, y ella hizo un voto al Señor que daría su hijo a Él. Samuel fue criado por Elí. Dios habló a través de Samuel y le ayudó a guiar a la nación a victorias en guerras contra los filisteos. Probablemente no sea una coincidencia que Samuel, como su mentor, tuviera problemas con sus hijos. Era su único defecto.

Dios siguió buscando a un hombre para empezar una línea de reyes, pero solo su propio Hijo, de la línea de David, establecería ese reino duradero. Dios no encontró esa línea en Elí o Samuel. Finalmente Israel dijo “basta ya” con los problemas familiares del envejecido Samuel. Querían algo nuevo.

Cuando Samuel entró en años, puso a sus hijos como gobernadores de Israel, con sede en Berseba. El hijo mayor se llamaba Joel, y el segundo, Abías. Pero ninguno de los dos siguió el ejemplo de su padre, sino que ambos se dejaron guiar por la avaricia, aceptando sobornos y pervirtiendo la justicia. (1-3)

Le tocó a Samuel tomar la iniciativa y buscar la voluntad de Dios para el futuro de la nación, pero no podía admitir que sus hijos no eran aptos para gobernar. Es fácil ignorar los problemas familiares – hasta que tu esposa se vaya, tu hija quede embarazada o tu hijo caiga preso. Sin un liderazgo piadoso, la gente sigue el rumbo del mundo. Todas las otras naciones tenían reyes, e Israel también quería su rey. El único problema era que Israel no era como las demás naciones. Tratar de ser como el mundo solo trae problemas. Samuel lo sabía, y buscó el consejo de su Dios.

Cuando le dijeron que querían tener un rey, Samuel se disgustó. Entonces se puso a orar al Señor,  pero el Señor le dijo: «Considera seriamente todo lo que el pueblo te diga. En realidad, no te han rechazado a ti, sino a mí, pues no quieren que yo reine sobre ellos. Te están tratando del mismo modo que me han tratado a mí desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy. Me han abandonado para servir a otros dioses.  Así que hazles caso, pero adviérteles claramente del poder que el rey va a ejercer sobre ellos.» (6-9)

¿No sería genial tener una respuesta inmediata y verbal a tus oraciones, incluso si no fuese la respuesta que esperabas?

Rechazo

Dios no quería que los hijos de Samuel gobernaran la nación, e Israel no quería a Samuel o sus hijos. Samuel se siente rechazado, pero Dios lo saca rápidamente de su autocompasión: “¡No se trata de ti, Samuel!” El rechazo duele, pero realmente están rechazando a Dios, y Él está acostumbrado a ello; ha experimentado más rechazo que tú, por ningún motivo. Dios peleó sus batallas y fielmente los guió sin una sola falla, pero Israel no quería ser guiado por Dios, ni quería que Él luchara por ellos. Querían un hombre, un rey, para guiarlos, y querían pelear sus propias batallas.

Un líder piadoso a menudo es el blanco de la ira y la desilusión de un pueblo que lucha contra Dios. Es mucho más fácil culpar a un hombre que a Dios, o admitir honestamente que están rechazando a Dios. No te sorprendas si tú experimentas el mismo rechazo y rebelión. Si tú has sido rechazado, por tu iglesia o por tu esposa, trata de no tomarlo personalmente, aunque eso puede ser muy difícil. Deja que Dios encargue de eso. Acércate a Dios en tu dolor y deja tu auto-lástima allí. Él entiende.

El costo de hacer las cosas a tu manera

Cuando te sientes rechazado es fácil actuar por dolor e ira. Si te encuentras en una posición de autoridad, es posible forzar tu voluntad en otros y retener deliberadamente lo que ellos quieren. Los hombres a menudo lo hacen con sus esposas o hijos; tal vez tu papá, o un jefe, lo haya hecho contigo. Tal vez tú también; pero Dios no lo hace. Él no estaba contento, pero les va a permitir que tengan su rey. Puedes insistir en algo, y Dios te permite tenerlo, aunque Él tenía algo mejor para ti. Dios te da la responsabilidad y la oportunidad de fallar. Tus oraciones pueden mover la mano de Dios, incluso en una dirección que Él no prefiere ir. Es parte de nuestra preparación para reinar. Dios redimió el error de Israel y usó a los reyes para el bien de la nación, pero siempre hay consecuencias de rechazar a Dios y hacer las cosas a nuestra manera. Samuel estaba muy dispuesto a hablar con la gente sobre los problemas que un rey traería. Él probablemente esperaba que ellos vieran la luz y retiraran su petición.

Samuel comunicó entonces el mensaje del Señor a la gente que le estaba pidiendo un rey. Les explicó: —Esto es lo que hará el rey que va a ejercer el poder sobre ustedes: Les quitará a sus hijos para que se hagan cargo de los carros militares y de la caballería, y para que le abran paso al carro real. Los hará comandantes y capitanes, y los pondrá a labrar y a cosechar, y a fabricar armamentos y pertrechos. También les quitará a sus hijas para emplearlas como perfumistas, cocineras y panaderas. Se apoderará de sus mejores campos, viñedos y olivares, y se los dará a sus ministros, y a ustedes les exigirá una décima parte de sus cosechas y vendimias para entregársela a sus funcionarios y ministros. Además, les quitará sus criados y criadas, y sus mejores bueyes y asnos, de manera que trabajen para él. Les exigirá una décima parte de sus rebaños, y ustedes mismos le servirán como esclavos. Cuando llegue aquel día, clamarán por causa del rey que hayan escogido, pero el Señor no les responderá. (10-18)

Al escuchar estas palabras, ¿no reconsiderarías lo que estás pidiendo? Se espera que la gente recapacite, se arrepintiera, y le rogara a Dios que sea su rey. Pero la advertencia cayó en oídos sordos. Y tú, ¿has insistido tercamente en hacer las cosas a tu manera, aun después de las advertencias de un pastor, amigo o familiar? ¿Hay una advertencia de que tienes que hacer caso en este momento?

Tal vez lo más triste es que Dios no les hará caso cuando clamen por socorro. Hay ocasiones en que Dios dice que Él no responderá a la oración, al menos de la forma deseada: Como no me escucharon cuando los llamé, tampoco yo los escucharé cuando ellos me llamen” —dice el Señor Todopoderoso. (Zacarías 7:13) Puede ser que tengas que vivir con las respuestas a tus oraciones: tal vez Dios no te dará otro trabajo si le rogaste la promoción que está causándote tanto estrés, o tengas que permanecer con la mujer para quien le pediste con tantas suplicas. Si te parece que Dios no está respondiendo a tus oraciones, examina tu corazón. Es posible que tú estés experimentando las consecuencias de una decisión equivocada.

El pueblo, sin embargo, no le hizo caso a Samuel, sino que protestó: —¡De ninguna manera! Queremos un rey que nos gobierne. Así seremos como las otras naciones, con un rey que nos gobierne y que marche al frente de nosotros cuando vayamos a la guerra. (19 y 20)

Israel no estaba seguro de querer ser un pueblo santo, apartado para Dios. El ser humano quiere ser aceptado por los demás y no ser visto como diferente; así que muchas veces vamos corriendo tras todo lo que el mundo nos ofrece.

Samuel todavía creía que Israel cambiaría de opinión al oír las consecuencias de su petición para un rey, pero permanecieron firmes. Samuel tuvo una sola opción: volver a hablar con Dios. Después de oír lo que el pueblo quería, Samuel se lo comunicó al Señor. (21) ¡Como si el Señor no los hubiera oído!

—Hazles caso —respondió el Señor—; dales un rey. Entonces Samuel les dijo a los israelitas:—¡Regresen a sus pueblos!  (22)

Si están decididos a tener un rey, van a tener su rey. Samuel solo puede esperar en Dios para el siguiente paso. Al menos la gente lo obedeció, y no insiste en nombrar a su propio rey en ese momento, pero no están en buen estado espiritualmente, y tienen expectativas altas de un rey. Sería un gran desafío para el hombre que Dios escogería; difícil aun para un varón con mucha experiencia. ¿Cómo se sentiría un chico de granja al ser nombrado rey?

Y tú, ¿es Dios verdaderamente tu rey, o estás peleando tus propias batallas? ¿Sigues buscando el éxito mundano que sólo trae más problemas? ¿Has suplicado a Dios por algo, para ser como los demás? En el proceso, ¿has rechazado el plan de Dios para ti?

 

Éxodo 4:27 – 5:21: Seis pasos para iniciar la misión

Moisés aceptó a regañadientes el llamado de Dios para volver a Egipto y liberar a los hebreos. ¿Cuál es tu misión? Estos son los primeros pasos que Moisés dio para comenzar la suya. ¿Podrían ayudar a iniciar la tuya también?

27 Ahora bien, el Señor le había dicho a Aarón: «Ve al desierto para encontrarte con Moisés». Así que Aarón fue a encontrarse con Moisés en el monte de Dios y lo abrazó. 28 Moisés le contó todo lo que el Señor le había ordenado que dijera y también le contó acerca de las señales milagrosas que el Señor lo mandó a realizar.

Primer paso: Reunir el equipo de liderazgo

Los esclavos no sabían que su liberación estaba cerca, pero Dios ya estaba arreglando todo. Él había trabajado en Moisés durante años; ahora Él mueve a Aarón al lado de su hermano como su portavoz. Ese era el plan de Dios: Solo dos hombres emprendieron una de las misiones más difíciles de la historia. Para un solo hombre, el estrés sería casi insoportable, pero cuando dos están unidos en el Espíritu, Jesús dijo que todo sería posible (Mateo 18:18-20).

  • ¿Tienes a alguien que trabaje contigo? ¿Alguien cuyo corazón late con el tuyo y con el del Señor? ¿Tal vez tu esposa?
  • ¿Eres un Aarón, llamado por Dios para ayudar a un Moisés?
  • Es posible que ya estés trabajando con un equipo. ¡Tú eres bendecido! ¡Son un tesoro! ¡Asegúrate de tratarlos bien!

29 Luego Moisés y Aarón reunieron a todos los ancianos israelitas, 30 y Aarón, además de repetirles todo lo que el Señor le había dicho a Moisés, realizó también las señales a la vista del pueblo, 31 con lo que el pueblo creyó. Y al oír que el Señor había estado pendiente de ellos y había visto su aflicción, los israelitas se inclinaron y adoraron al Señor.

Segundo paso: Habla con la iglesia

Tu primera parada debe ser la iglesia, aunque podría parecer más fácil prescindir de ella. La iglesia no siempre es el cuerpo glorioso que debería ser, pero Dios ha escogido trabajar a través de ella. ¿Cómo se comunica la visión a gente oprimida y desesperada?

  • Comienza con el liderazgo establecido. Tú no estás en competencia con ellos. Comparte humildemente la tarea que Dios te ha encomendado. Ellos pueden ser escépticos, pero no dejes que eso te impida obedecer el llamado de Dios.
  • Asegúrate de que la palabra que compartes es del Señor, y luego proclámala con valentía y fe. Ten cuidado de no embellecerla o tratar de hacerla más atractiva.
  • Confía en Dios para confirmar la palabra con señales y prodigios.
  • Estás en una misión de Dios. Predica su palabra. Sé obediente y confía en el Espíritu para manifestarse en una confirmación milagrosa. Ojalá que ellos respondan con fe, pero no te sorprendas si su fe es débil, especialmente cuando las cosas no suceden tan rápidas como ellos esperan. No dejes que sus dudas te desalienten; mantente firme en tu fe.
  • A pesar del gran llamado que has recibido, no descuides servir al pueblo con el amor de Dios. Cada persona era importante para Jesús. No te olvides del pequeño solo porque tienes una gran misión. Del mismo modo que Dios envió a Moisés con esa palabra, tal vez Él me ha enviado con esta palabra, para que sepas que tú eres realmente importante para Él, y que Él sabe todo lo que está sucediendo en tu vida.
  • La respuesta natural a un movimiento tan obvio de Dios es la adoración. Moisés no tenía que animarlos a adorar, ni tenía experiencia en dirigir la adoración. Ni una banda de adoración ni un gran sistema de sonido son necesarios. Cuando la gente está dispuesta a adorar, interrumpe tu programa, anímalos y únete a ellos. Esa adoración es esencial.
  • Registra este tremendo tiempo en tu memoria. Anótalo en tu diario. Graba un video del servicio si puedes. Vas a necesitar el aliento en los días por venir. Ellos pueden ser breves, pero Dios proporciona estos momentos de ánimo para confirmar que Él está contigo. Puede ser un buen rato antes del próximo; aférrate a ellos y atesóralos.

5:1Después de eso, Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron:

—Así dice el Señor, Dios de Israel: “Deja ir a mi pueblo para que celebre en el desierto una fiesta en mi honor.”

—¿Y quién es el Señor —respondió el faraón— para que yo le obedezca y deje ir a Israel? ¡Ni conozco al Señor, ni voy a dejar que Israel se vaya!

—El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro —contestaron—. Así que debemos hacer un viaje de tres días, hasta el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. De lo contrario, podría castigarnos con plagas o matarnos a filo de espada.

Paso tres: Ir al mundo para enfrentar al enemigo con la Palabra de Dios

Muchos hombres fracasan aquí: Tienen un llamado de Dios, preparan un equipo de ministerio y animan a la iglesia. Pero la confrontación es difícil, especialmente con el faraón. De repente esa «fiesta en el desierto» suena tonta. La amenaza de plagas o la espada de un Dios que Faraón no reconoce probablemente no van a moverlo. Ahora se necesita verdadera fe. Una cosa es predicar con unción en la iglesia; otra es ir con esa misma unción a los funcionarios públicos y hacer una solicitud que tú ya sabes no será bien recibida.

Lo importante aquí es la obediencia de Moisés. El faraón es el problema de Dios. Mientras Moisés sigue cuidadosamente lo que Dios le dice que haga, Dios lo cuidará. Pero si lo desobedece, él tiene que tratar con Dios.

—Moisés y Aarón —replicó el rey de Egipto—, ¿por qué distraen al pueblo de sus quehaceres? ¡Vuelvan a sus obligaciones! Dense cuenta de que es mucha la gente de este país, y ustedes no la dejan trabajar.

Ese mismo día el faraón les ordenó a los capataces y a los jefes de cuadrilla:«Ya no le den paja a la gente para hacer ladrillos. ¡Que vayan ellos mismos a recogerla! Pero sigan exigiéndoles la misma cantidad de ladrillos que han estado haciendo. ¡No les reduzcan la cuota! Son unos holgazanes, y por eso me ruegan: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios a nuestro Dios.”Impónganles tareas más pesadas. Manténganlos ocupados. Así no harán caso de mentiras.»

10 Los capataces y los jefes de cuadrilla salieron de allí y fueron a decirle al pueblo: «Así dice el faraón: “Ya no voy a darles paja. 11 Vayan ustedes mismos a recogerla donde la encuentren. Pero eso sí, ¡en nada se les rebajará la tarea!” »

12 Fue así como el pueblo se esparció por todo Egipto para recoger rastrojo y usarlo en lugar de paja. 13 Los capataces no dejaban de apremiarlos y decirles: «Cumplan con su tarea diaria, como cuando se les daba paja.»

Paso cuatro: Prepárate para los contratiempos en la batalla

¿Qué estaba Moisés pensando? Está claro que no estaba preparado para la respuesta de Faraón. Tal vez Moisés esperaba que el faraón estuviera de acuerdo con todo lo que le pidieron, pero no. No hubo liberación. En cambio, las cosas se pusieron mucho peor, y eso es lo que sucede a menudo cuando nos ponemos serios en la batalla con las fuerzas de maldad. La oposición es tan fuerte que muchas personas se dan por vencidas y vuelven a la seguridad de la iglesia para cantar alabanzas y escuchar mensajes de prosperidad y bendiciones.

Ya sea que trates de lidiar con la injusticia o ayudar a tu familia o la iglesia, el enemigo puede atacar y ponerlos en tu contra. La carga puede parecer tan insoportable que ellos prefieren servir al enemigo y permanecer esclavos, que hacer el trabajo duro para liberarse.

14 Además, esos mismos capataces del faraón golpeaban a los jefes de cuadrilla israelitas que ellos mismos habían nombrado, y les preguntaban: «¿Por qué ni ayer ni hoy cumplieron con su cuota de ladrillos, como antes lo hacían?»

15 Los jefes de cuadrilla israelitas fueron entonces a quejarse ante el faraón. Le dijeron:

—¿Por qué Su Majestad trata así a sus siervos?16 ¡Ya ni paja recibimos! A pesar de eso, ¡se nos exige hacer ladrillos y, como si fuera poco, se nos golpea! ¡La gente de Su Majestad no está actuando bien!

Paso cinco: Prepárate para los ataques de las personas cuyo apoyo necesitas

En una prisión siempre hay algunos reclusos que tienen la confianza de la administración. Obtienen información sobre los demás reos y ayudan a que la cárcel funcione sin problemas. Están en una posición difícil: tienen que satisfacer tanto a la administración como a los reclusos, o pueden tener serios problemas con ambos.

Los jefes de cuadrilla hebreos tenían acceso al mismo Faraón, lo cual demuestra que el trabajo de los esclavos hebreos era muy importante para él. Pero los capataces del faraón los golpearon por algo que eran incapaces de llevar a cabo, y esos golpes no ayudaron la causa de Moisés. La ayuda de los jefes de cuadrilla sería fundamental para animar a la gente a seguir a Moisés. Sin su apoyo, la tarea de Moisés sería mucho más difícil. Casi imposible.

17 —¡Haraganes, haraganes! —exclamó el faraón—. ¡Eso es lo que son! Por eso andan diciendo: “Déjanos ir a ofrecerle sacrificios al Señor.” 18 Ahora, ¡vayan a trabajar! No se les va a dar paja, pero tienen que entregar su cuota de ladrillos.

19 Los jefes de cuadrilla israelitas se dieron cuenta de que estaban en un aprieto cuando se les dijo que la cuota diaria de ladrillos no se les iba a rebajar. 20 Así que al encontrarse con Moisés y Aarón, que los estaban esperando a la salida, 21 les dijeron: «¡Que el Señor los examine y los juzgue! ¡Por culpa de ustedes somos unos apestados ante el faraón y sus siervos! ¡Ustedes mismos les han puesto la espada en la mano, para que nos maten!»

Paso seis: Dificultades personales ciegan la gente a los propósitos de Dios

Moisés y Aarón querían reunirse con los jefes de cuadrilla, tal vez para animarlos o hacer todo lo posible para rescatar la misión, pero Moisés y Aarón se han convertido en el enemigo número uno. ¿Cómo te sentirías si tus líderes clave le estuvieren pidiendo a Dios que te juzgue? La situación de los esclavos va de mal en peor. Ni siquiera pueden pensar en el gran plan de liberación de Dios. Es muy difícil para gente sufrida pensar en grandes verdades espirituales; solo quieren sobrevivir. Las palabras de Moisés sobre el amor de Dios les parecen una fantasía a ellos.

¡Mantente firme!

En este punto, todo el mundo está en contra de Moisés: tanto el faraón, como los ancianos y jefes de cuadrilla (hebreos), como la gente, que no puede soportar mucho más. ¡La mayoría de los hombres renunciarían y volverían a sus ovejas!

Pero la mayoría de los hombres no se involucran en batallas tan fuertes; están demasiado ocupados con su propia comodidad y felicidad, y no son tontos. Especialmente con toda la información que tenemos hoy, ya saben cuánto hay en contra del reino de Dios. Tal vez tú eres uno de los pocos que se ha atrevido a creer que Dios es capaz de moverse ahora con el mismo poder que demostraba en aquel entonces. Tal vez tú hayas experimentado algo de lo que Moisés experimentó en estos primeros pasos. Es posible que estés muy desanimado y dispuesto a renunciar en este momento. Me gustaría decirte que Dios va a arreglar todo y será fácil, pero eso sería una mentira. Él puede, pero rara vez sucede de esa manera. Lo mejor que puedo ofrecerte en este momento es el estímulo de que Moisés pasó por lo mismo. Todo el proyecto parecía un desastre, y no mejoró cuando salieron de Egipto. ¿Pero sabes qué? ¡Israel llegó a la tierra prometida! ¡Dios era fiel a su palabra! ¡No te rindas! Si Dios te ha llamado y te ha dado una palabra, ¡sigue adelante! No te desanimes por los ataques de la iglesia o del enemigo. Estudia estos primeros pasos de Moisés en el desarrollo de su misión, a ver si se relacionan con tu situación. Mantén tus ojos en Jesús, y sé fiel a su llamado. Mantente firme: ¡tienes una parte importante en el plan de Dios!

 

Cuidado con la zarza ardiente (¡puede transformar tu vida!) Exodo 3:1-12

1Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.

Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.

Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: !!Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.

¿Estás listo para algo nuevo y dramático del Señor? ¿Estás seguro? Sería lindo escuchar la voz de Dios con esta claridad. Tal vez tú necesitas confirmación de que Dios es real, y te gustaría una zarza ardiente. ¿Puedes soportar todo lo que Dios podría decirte? Puede ser que Moisés se arrepintió de investigar la zarza; pues su vida habría sido más tranquila apacentando ovejas.

Moisés pasaría los siguientes cuarenta años vagando por el desierto con miles de israelitas rebeldes, ayunando por semanas a la vez, sin su mujer y con una dieta de maná. Pero también tuvo el privilegio de sacar a su pueblo de la esclavitud en Egipto, tener comunión íntima con Dios, y recibir tablas de la ley escritas por el mismo dedo de Dios.

Moisés sería uno de los grandes líderes de la historia, pero no era muy obvio ese día en el desierto. Claro que tenía una juventud muy bendecida:

  • Por el ingenio de su madre fue salvo del mandato del faraón de matar a todos los bebés varones.
  • Por casualidad la hija del rey lo encontró en el río (o fue guiada por un Dios que ella no conocía), y permitió que su propia madre lo criara (y le enseñara acerca del Dios de Israel).
  • Más tarde volvió al palacio y aprendió el lenguaje y las costumbres de los egipcios, lo que le sería muy útil mucho más tarde. Puede ser que Moisés fue el único hebreo quien sabía escribir, lo cual le preparó para escribir los primeros cinco libros de la Biblia.

¡Qué comienzo!

El príncipe se convierte en un prófugo

En un momento de ira impulsiva, todo cambió dramáticamente: mató a un egipcio que estuvo maltratando a un hebreo. Tal vez tú has hecho algo impulsivo que tuvo consecuencias muy feas. Moisés creía que nadie lo había visto. Pero Dios siempre te ve, y casi siempre hay alguien mirándote: un policía, la mujer o el jefe. Ahora el príncipe de Egipto se convirtió en un fugitivo, con una sentencia de muerte. Moisés pasó los siguientes 40 años en el desierto. Sabemos muy poco acerca de esos años. Era un hombre de familia y pastor de ovejas, y seguramente Dios estaba formando su carácter. Moisés no lo sabía, pero Dios tenía un plan para su vida desde el vientre de su madre, y utilizaría todas esas experiencias para su bien. Primero, Él tenía que sacarlo del palacio en Egipto, con todas sus tentaciones. El desierto era el lugar perfecto para prepararlo. Puede ser que muchas veces en esos largos 40 años Moisés clamó: “¿Hasta cuándo, Señor? ¿Nunca volveré a ver a mi mamá? ¿Nunca puedo volver a casa?»

Puede ser que tú te identifiques con partes de su historia. Puede ser que tú estuvieras en la vía rápida hacia el éxito en la iglesia, la política o el mundo de los negocios. Tal vez todavía estás en ese camino y estás muy agradecido por la forma en que Dios te ha bendecido. Claro que puedes seguir en ese camino, pero parece que una parte común de la preparación del siervo de Dios es una caída. Tenemos que salir del camino ancho del mundo, o el camino dominado por nuestro ego, y entrar en el camino angosto de Dios.

La caída

Nadie cae a propósito. Siempre puedes decir “yo habría…”, “yo debería haberlo…” o “yo podría haber…” Tal vez si Moisés no hubiese matado a ese egipcio, él podría interceder por los hebreos de dentro del palacio. Podría testificar al faraón, quien aceptaría a Dios, y todos vivirían como una gran familia feliz. Pero ese no era el plan de Dios. A fin de cuentas, Dios escribe la historia de tu vida, aunque tú puedes intentar preparar el manuscrito tú mismo.

Muchas veces la caída es rápida e inesperada. Hay tantas posibilidades: Pecado sexual, problemas con las finanzas que resultan en el robo de tu empleo, enfermedad o accidente.

A veces lo ves venir. Si Moisés tenía amigos de confianza en el palacio, es posible que ellos hayan notado la ira en Moisés por el trato a los esclavos hebreos, y las cuestiones que él tenía sobre su identidad. ¿Hay gente cerca de ti que conoce tus debilidades? Y tú, ¿sabes cuáles son? ¿Hay algún escenario posible que te asuste? ¿O ya te has caído?

Dios no quiere que tú andes con temor a lo que pueda suceder, ni lamentar de lo que pudo haber sucedido. Dondequiera que estés en el camino de esta vida, acércate a Jesús, anda con Él y confía en que Él tiene un plan para tu vida. Despues de la caída, Dios quiere redimir tus errores y restaurar tu vida. Siempre y cuando haya un arrepentimiento genuino. Cuando Moisés huyó al desierto, nunca soñaba que volvería después de 40 años para liberar a su pueblo. Con los años él probablemente creía que sería un pastor de ovejas de por vida. Él no manipuló la situación para que algo sucediera. Cuando Dios estuvo listo, Él hizo todo lo necesario para dar el mensaje a Moisés, y Él hará lo mismo contigo.

El monte de Dios

No sabemos por qué Moisés fue al monte de Dios ese día.

  • Tal vez sintió la necesidad de buscar a Dios.
  • Quizás Dios puso un deseo en su corazón de conocer este monte que era el objeto de tantas leyendas.
  • Posiblemente fue a ese monte con frecuencia.

El hecho es que Moisés fue a un lugar donde pudo escuchar la voz de Dios. ¿Qué pasaria si hubiera ignorado la voz sutil del Señor y escuchado la voz del enemigo para ir a las carpas que ofrecían a los viajeros los placeres de una mujer? No habría tenido este encuentro con Dios. Y tú, ¿estás en un lugar para escuchar la voz de Dios? ¿O está tu vida tan llena de las cosas del mundo que no prestarías atención a una zarza ardiente? ¿Es hora de ir al monte de Dios?

Moisés tuvo que investigar lo que estaba pasando con la zarza. Esta es la única zarza ardiente en la Biblia. Puedes esperar toda una vida para una zarza que nunca va a aparecer, pero cuando hay algo fuera de lo común, hay que prestar atención e investigarlo. Puede ser un deseo de ir a una iglesia o conferencia, o hablar con un pastor o hermano cristiano, o alguna circunstancia extraña en tu hogar o trabajo. No te demores en investigar lo que está sucediendo. Puede ser un ángel del Señor.

Dios solo le habló a Moisés cuando vio que tenía su atención. Muchas veces no escuchamos la voz de Dios porque Él puede ver que estamos ocupados con otras cosas, y no prestamos atención a esas pequeñas señales.

¿Has tenido un encuentro con una zarza ardiente? ¿Quieres uno? Solo Dios sabe la mejor manera de comunicarse contigo. Mantén los ojos abiertos. Quién sabe cuándo tú recamara o jardín se convertiesen en tierra santa, y tienes que quitarte los zapatos para recibir una comisión de Dios que transformará tu vida. Dios llamó a Moisés por nombre. Él conoce tu nombre también. Cuando Él te llame, ojalá que tú respondas a pronto:

Heme aquí

Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.

Creo que hemos perdido mucha reverencia por Dios; casi no hay temor al Rey del universo. Claro que Jesús es un buen amigo y Dios es nuestro Padre, pero algunas iglesias se parecen más a un circo que a tierra santa.

Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,

Tres cosas que Dios ha hecho y sigue haciendo:

  • Ha visto la aflicción de su pueblo. Él ha visto todas tus aflicciones, y ha visto todo lo que está pasando con su iglesia en todo el mundo.
  • Ha oído el clamor de esos esclavos, y Dios ha oído tu clamor. Ha escuchado tus oraciones. Ellos no recibieron respuesta, y tal vez les parecía una mentira que Dios hubiera oído sus peticiones, pero Dios te escucha cuando clamas a Él.
  • Ha conocido sus angustias. Mucho más profundo que ver o escuchar, Dios conoce todo lo que ha pasado en tu vida.

Eso es genial, pero no ayudó mucho a los esclavos en Egipto. Ellos pasaron cientos de años en la esclavitud. Clamaron a Dios con mucha fe por su libertad, y sufrían mucho, pero parece que Dios no les hizo caso. A veces es así en la vida. Hemos aceptado la mentira que merecemos un matrimonio feliz, hijos ejemplares, éxito en el trabajo y  casas y carros bonitos. Supuestamente, si tenemos suficiente fe, vamos a vivir la vida buena y próspera. Pero el penúltimo versículo de Hebreos 11, después de hablar de todos los héroes de la fe, dice: Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido. Claro que, por la gracia de Dios, Él puede bendecirnos con un buen matrimonio. Pero la verdadera fe persevera a pesar de las circunstancias duras, y sigue clamando al Señor cuando parece que Él no responde. El primer versículo del capítulo 11 de Hebreos dice: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Si ya tenemos todas esas bendiciones, no necesitamos mucha fe. La prueba de la fe es cuando se continúa en su esclavitud al faraón año tras año – y sigues confiando en la promesa de Dios que algún día partirás a una tierra prometida. No nos corresponde a nosotros “declarar” cuando Dios tiene que actuar; nosotros tenemos que esperar el tiempo del Señor.

Dios ha descendido

En el caso de estos esclavos en Egipto, ese momento había llegado. Ahora Dios no solo va a ver, oír, y conocer su situación, Él está listo para actuar:

y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.

Ahora Dios ha descendido para liberarlos de Egipto. Ellos todavía no lo saben, pero Dios ya ha comenzado el proceso en esa zarza ardiente. Lo triste es que ninguno de esos esclavos verá esa tierra que fluye leche y miel; todos van a morir en el desierto como resultado de su rebelión. Ni siquiera Moisés pudo entrar en la tierra; por una falla pequeña se le prohibió a entrar. La vio desde lejos.

Ahora nosotros tenemos buenas nuevas: Dios ha descendido otra vez. Él descendió en forma de hombre, en Jesucristo. Ha visto nuestra necesidad, ha oído nuestro clamor y conoce nuestras angustias. Cristo descendió para liberarnos de la opresión del diablo y nuestra esclavitud al pecado, y llevarnos a un reino celestial donde vamos a reinar con Él.

Estoy seguro de que Moisés estaba contento de escuchar esta noticia. Él todavía cree que va a morar con sus ovejas y su familia en la comodidad de Madián, y tal vez algún día viajar a esa tierra que fluye leche y miel. Nos resulta muy cómodo interceder por un vecino, por el gobierno y por las necesidades de hermanos en otros países. Pero Dios tuvo una sorpresa para Moisés, y a veces tiene una sorpresa para nosotros también.

¡ eres el instrumento de Dios!

10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.

¡Moisés es el varón escogido para cumplir la tarea! Y puede ser que tú seas el instrumento que Dios va a usar para contestar tus oraciones y ayudar a gente necesitada. Dios no le ofreció la oportunidad de participar en su obra. No es una opción; es un llamado. Moisés podría obedecer, o podría rebelarse, pero en la segunda opcion sufriría las consecuencias.

11 Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?

¿Dirías tú lo mismo?: ¿Quién soy yo? Tal vez tú no tengas la educación, experiencia o talento necesario, pero eso no importa. Lo importante es que Dios te llamó, y Dios sabe lo que está haciendo. Dios no necesita hombres muy autoconfiados que crean que son un regalo de Dios para este mundo: “¡Finalmente otros han reconocido mis grandes habilidades!” Es difícil para Dios usar a ese hombre orgulloso, pero un hombre humilde que dice “¿Quién soy yo?” es muy útil en las manos de Dios.

12 Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte.

Dios nunca respondió a la duda de Moisés; simplemente repite el mandato: ve. La única cosa que importa es que Dios estará con él. Si tú sabes que estás en la voluntad de Dios y andas en obediencia a su llamado, puedes estar seguro que Dios está contigo. Y si Dios es por ti, ¿quién contra ti? Él peleará las batallas y hará todo lo necesario para cumplir su voluntad. La única señal ofrecida a Moisés en este punto sería después de que él sacó al pueblo de Egipto, cuando vuelve a ese mismo monte para servir a Dios.

Este libro puede ser tu zarza ardiente. Por este medio Dios puede abrir tus ojos y revelar tu llamado. Puede que tengas que quitarte tu calzado porque estás en tierra santa.

 

Mateo 5:7-9: Tres bienaventuranzas que tocan asuntos del corazón

Las siguientes tres bienaventuranzas son menos polémicas. También evocan imágenes más femeninas que masculinas, pero por lo general son aceptadas como características positivas: alguien misericordioso, puro de corazón y un pacificador. Éstas afectan las relaciones con otras personas. Sorprendentemente, a pesar de la naturaleza inofensiva de todas estas características, la reacción del mundo es para perseguir a estas personas, pero las bienaventuranzas terminan con el aliento que incluso la persecución es una condición bendita.

¿Quieres ser tratado con compasión y misericordia? Anda como Jesús anduvo, con misericordia y compasión, y las experimentarás.

Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión.

RVR: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

¿Qué significa ser misericordioso? La Real Academia Española dice que la misericordia es: “La virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenos; el atributo divino por el que se perdonan y remedian los pecados y sufrimientos de sus criaturas.” Por lo general, tienes misericordia de alguien que te debe algo, no puede hacer nada por ti y merece tu castigo. A pesar de eso, tú eliges dejarlo ir. La misericordia está relacionada al perdón.

Dios es misericordioso, y espera que sus siervos sean misericordiosos. Si tú no tienes misericordia, Dios no tendrá misericordia de ti, al igual que Él no te perdonará si tu no perdonas a otros (Mateo 6:15). Si no eres misericordioso, es menos probable que otros tengan misericordia de ti. La persona misericordiosa tiene un corazón tierno y amoroso, listo para actuar a favor de cualquier persona que necesite ayuda. Es una bienaventuranza apropiada para seguir la anterior (el tener hambre y sed de justicia), porque es posible ser escrupuloso en cuanto a la rectitud personal, pero no ser muy misericordioso. Por eso Jesús condenó a los fariseos:

Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y comieron con él y sus discípulos. Cuando los fariseos vieron esto, les preguntaron a sus discípulos: —¿Por qué come su maestro con recaudadores de impuestos y con pecadores?

Al oír esto, Jesús les contestó: —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. Pero vayan y aprendan qué significa esto: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios”. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores (Mateo 9:10-13).

Dios no espera hasta que pidamos por misericordia, sino que toma la iniciativa. La palabra hebrea hesed se traduce «bondad,» e incluye la idea del amor de pacto, compasión y misericordia. Israel no merecía los milagros de Dios para liberarlos de Egipto y llevarlos a la tierra prometida. No podemos ganar la salvación que Cristo nos ofrece, pero Dios es misericordioso. Y esa misericordia mueve su corazón para derramar el amor y compasión sobre pecadores que merecen su castigo: Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia (Tito 3:5).

Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero. Nosotros perdonamos porque Él perdonó nuestra gran deuda. Y mostramos misericordia porque Él fue misericordioso con nosotros. Al crecer en piedad, nos volvemos más como Cristo y compartimos más en el carácter de Dios. Nos aferramos más al corazón misericordioso del Padre. Más tarde, en el mismo sermón, Jesús resumió esta enseñanza con la Regla de Oro: Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas (Mateo 7:12).

La parábola del siervo despiadado

La misericordia a menudo se manifiesta en actos de caridad. La parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37) es una condena de líderes religiosos despiadados, y demuestra como la verdadera piedad nos lleva a extremos para ayudar a otros. Ese es el lado pro-activo de la misericordia. Otra parábola, del siervo despiadado en Mateo 18, vívidamente retrata las consecuencias de ser despiadado, y la necesidad de tener piedad de otros para evitar el castigo merecido:

21 Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?

22 —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces —le contestó Jesús—.

No podemos poner límites en nuestro perdón de los demás, su respuesta a lo mismo o la misericordia que ofrecemos a otros. Lo que los apaga es la persona que no responde con perdón o misericordia a los demás.

23 »Por eso el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. 24 Al comenzar a hacerlo, se le presentó uno que le debía miles y miles de monedas de oro. 25 Como él no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su esposa y a sus hijos, y todo lo que tenía, para así saldar la deuda.

Esta deuda sería de millones de dólares. Sería imposible pagarla, al igual como es imposible pagar la deuda que tenemos con Dios, aunque Él tiene todo el derecho de exigir el pago.

26 El siervo se postró delante de él. “Tenga paciencia conmigo —le rogó—, y se lo pagaré todo”. 27 El señor se compadeció de su siervo, le perdonó la deuda y lo dejó en libertad.

El corazón misericordioso del señor le conmovió a tener compasión y piedad  del criado. En este caso esperó la petición del deudor, y, en respuesta a ella, decidió cancelar la deuda y dejarlo libertad.

28 »Al salir, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien monedas de plata. Lo agarró por el cuello y comenzó a estrangularlo. “¡Págame lo que me debes!”, le exigió. 29 Su compañero se postró delante de él. “Ten paciencia conmigo —le rogó—, y te lo pagaré”.30 Pero él se negó. Más bien fue y lo hizo meter en la cárcel hasta que pagara la deuda.

Los demás siervos, observando la misericordia mostrada al primer siervo, esperan recibir la misma piedad, y le suplican por ella. Sin embargo, el primer siervo rechaza su petición.

32 Entonces el señor mandó llamar al siervo. “¡Siervo malvado! —le increpó—. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste.33 ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” 34 Y, enojado, su señor lo entregó a los carceleros para que lo torturaran hasta que pagara todo lo que debía.

35 »Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano».

Aquí vemos la conexión estrecha entre el perdón y la misericordia: Dios espera que tengas piedad de otros que claramente no la merecen, así como Él tuvo piedad de ti. Para Jesús, tener misericordia es perdonar. Si Él ve un corazón compasivo, tierno y misericordioso en ti, no solo vas a experimentar su misericordia, sino que Dios también va a inclinar a otros a ser misericordiosos contigo.

Falta de misericordia impacta la salvación

Una de las últimas enseñanzas de Jesús hace hincapié en la importancia de la misericordia, y demuestra una clara conexión entre la justicia y la misericordia:

»Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: “Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron”. Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (Mateo 25: 34-40).

Aquellos que no tenían misericordia son echados al infierno. Sí, la falta de misericordia puede impactar tu salvación. Jesús espera que busquemos oportunidades para ser misericordiosos y ayudar a los más pequeños, quienes nunca podrán devolver el favor.

  • ¿Cómo has experimentado la misericordia de Dios? ¿Eras consciente de ella? Tienes que agradecerle por ella.
  • ¿Debes pedir misericordia por algo en tu vida?
  • ¿Hay oportunidades para mostrar compasión, perdón y misericordia a alguien que claramente no lo merece?
  • ¿Corres el riesgo de tener que pagar tu deuda a Dios (¿o incluso ser echado al infierno?) a causa de tu falta de misericordia?

Si tú de costumbre tienes misericordia de otros, Dios seguramente te mostrará misericordia en tu momento de necesidad. No tardes en suplicarlo por ella. La naturaleza de la misericordia significa que aun con nuestras imperfecciones, Dios continúa mostrándonos misericordia. Y es por eso que realmente tenemos que agradecerle.

No es fácil ser compasivo y misericordioso en el mundo de hoy. Hay demasiados ejemplos de alguien recibiendo a un extraño en su casa y el tipo roba todo o viola a su hija. Necesitas mucho discernimiento, y siempre  ser guiado por el Espíritu. Pero cuando Dios claramente te da la oportunidad de tratar a alguien con compasión, tienes que andar como Jesús anduvo y mostrarle esa misericordia.

Bienaventurados los de limpio corazón

Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.

La santidad no es solo seguir unas reglas, como abstenerse de fornicar, fumar y beber. La santidad es mucho más, como Jesús está a punto de señalar en este Sermón del Monte:

 »Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal.”  Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal (Mateo 5:21-22).a santidad no es solo seguir unas reglas, como abstenerse de fornicar, fumar y beber. La santidad es mucho más, como Jesús está a punto de señalar en este Sermón del Monte:

»Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.” Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón (Mateo 5:27-28).

Bajo la ley, el énfasis estaba en las cosas externas. Tu corazón podría estar lleno de pensamientos de asesinato y adulterio, pero si nadie murió o si nunca tocabas a otra mujer, estabas bien. Jesús dice que Dios espera mucho más:

»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera (Mateo 23:25-26).

A Dios le interesa el corazón. Si tu corazón es puro, tus acciones y pensamientos se lo reflejarán. Si tu corazón es sucio, tarde o temprano se mostrará en tu forma de vivir. En Mateo 6, Jesús habla sobre la importancia de dar ofrendas, orar y ayunar del corazón. Si es para demostración externa, para impresionar a los demás, es de muy poco beneficio. Tú puedes mantener una apariencia legalista de pureza, pero no verás a Dios ni disfrutarás una relación con Él si el corazón está sucio: Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).

La importancia de pureza del corazón no era un concepto nuevo para los judíos. El Espíritu Santo inspiró a David a escribir algo muy similar a esta bienaventuranza en el Salmo 73:1:

En verdad, ¡cuán bueno es Dios con Israel,
con los puros de corazón!

David se amplía aún más en la misma idea en el Salmo 24:3-6:

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en su lugar santo?
Sólo el de manos limpias y corazón puro,
el que no adora ídolos vanos
ni jura por dioses falsos.

Quien es así recibe bendiciones del Señor;
Dios su Salvador le hará justicia.
Tal es la generación de los que a ti acuden,
de los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob
.

Estos creyentes buscaban el rostro de Dios, pero no pudieron verlo, a pesar de lo que dijo David en el Salmo 17:15: Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte.

¿Cómo puede esto reconciliarse con las palabras (a menudo repetidas) de Dios a Moisés en Éxodo 33:20? Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá. Jesús toma la posibilidad de intimidad con Dios hasta otro nivel, tal como lo hace con nuestra comprensión de una vida que agrada a Dios. Es posible ver a Dios, pero solo para los puros de corazón, y muy probablemente será en el cielo: Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes…y reinarán por los siglos de los siglos (Apocalipsis 22:4-5).

¿Cómo está tu corazón? Puedes parecer un buen cristiano en la iglesia y con tu familia, pero ¿qué sucede cuando estás con tus amigos? ¿Cuando ves a una mujer hermosa en la calle? ¿Cuando estás tentado con pornografía en el internet? Toda tu vida, pública y privada, pensamientos y motivaciones, debe ser transparente ante Dios y los demás. Mucha gente piensa que la “pureza de corazón” es aburrida. Ellos encuentran su placer en cualquier cosa impura, pero son engañados. Jesús dijo que solo la persona bendita puede ver a Dios, y eso solo es posible con un corazón puro. Ahí es donde se encuentra la verdadera felicidad.

Si sientes que has perdido tu conexión con Dios, que ya no lo ves, examina la pureza de tu corazón. Ojalá que tú hayas conocido tiempos cuando Dios en su misericordia ha limpiado los rincones más oscuros de tu corazón, y te sientes increíblemente limpio. Puede que tengas que limpiar tu corazón ahora mismo. Dios quiere hacerlo. Él quiere que tú veas su rostro, pero Él no puede tolerar un corazón sucio. La sangre de Jesús puede limpiarte completamente.

Varias veces más Jesús dice «Ustedes han oído que se dijo,» pero la última vez es una buena introducción al resto de las bienaventuranzas:

»Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen (Mateo 5:43-44).

Dichosos los pacificadores

Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.

RVR: Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Mi madre era la pacificadora en nuestra familia. Ella odiaba el conflicto. Mi padre podría tener un carácter volátil, pero ella siempre intervino para calmar la situación, y él bajaría al sótano para lidiar con su ira. Yo aprendí a evitar el conflicto a toda costa y hacer todo lo necesario para mantener la paz, incluso si eso significaba reprimir la ira. Eso no es saludable. Trabajar por la paz no significa evitar los conflictos. Hacer la paz puede ser costoso; solo pregúntale a Jesús: Él hizo la paz entre Dios y nosotros, saciando la ira del Padre al precio de su propia vida.

Tiene sentido que el Príncipe de Paz bendeciría a los pacificadores: Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz (Colosenses 3:19-20).

¿Has conocido a personas que parecen crear conflictos donde quiera que vayan? A menudo la raíz es el orgullo o la inseguridad. Los que son puros de corazón tienden a crear menos conflicto; su misma presencia puede traer paz a una situación. Santiago (3:17-18) habla de la sabiduría celestial:

En cambio, la sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera. En fin, el fruto de la justicia se siembra en paz para los que hacen la paz.

Romanos 14 ofrece algunos consejos sabios para mantener la paz en la iglesia, especialmente el versículo 19: Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación.

Si nos centramos en la edificación mutua, contribuiremos a la paz. Trabajar por la paz puede implicar un esfuerzo considerable; ¡no seas perezoso! Ten cuidado en el trabajo, la escuela, la iglesia y el hogar para no precipitarse en un conflicto, tomar partido y hacer la situación peor. Trata de ser conocido como una persona objetiva, capaz de ver todos los lados de un problema. La mansedumbre, tal como la estudiamos en estas bienaventuranzas, también facilita la paz. Pídele a Dios que te dé sabiduría sobre cómo resolver el conflicto. No impongas una solución, sino escucha con atención, afirma los sentimientos y habla con autoridad cuando sea necesario. Ten en cuenta que la paz no siempre será posible. Claro que eso aflige al corazón del Padre, y aflige a nosotros vivir con conflictos en el hogar o en el trabajo. Puedes orar y hacer tu parte, y luego dejar los resultados con Dios. Ora por paz en el mundo, y haz todo lo posible para promover la paz en tu comunidad. Ora por formas en que tu iglesia puede hacer la paz.

Dios quiere usarte como un agente de sanidad en el mundo que te rodea. Con la base de las enseñanzas de las bienaventuranzas anteriores, y asegurando que tu corazón es puro, tú puedes entrar en tu mundo con misericordia, para traer la paz y la presencia de Dios. Desafortunadamente, como veremos en las últimas bienaventuranzas, el mundo a menudo rechaza esa presencia.

 

Mateo 5:4-6: Luto, manso, y hambriento 

El capítulo dos de Filipenses nos manda que tengamos la mente de Cristo; no solo es caminar como Jesús, sino también pensar como Jesús. Las bienaventuranzas revelan el ADN del discípulo de Cristo, lo que trae alegría a su corazón y los que son bendecidos ante los ojos de Dios. Para esa multitud reunida en la montaña, esas bienaventuranzas fueron inesperadas; van contrario a todo lo que la cultura del mundo nos ha enseñado a valorar.

Los que lloran serán consolados

 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. (RVR)

Dios bendice a los que lloran, porque serán consolados. (NTV)

Muchos creen que el cristiano maduro debe estar siempre alegre y andar sobre las nubes en victoria, alabando al Señor. El mundo busca la felicidad a cualquier precio y hace todo lo posible para evitar el dolor y la tristeza. La cultura occidental ha minimizado el luto hasta el punto de que a veces es mal visto llorar en un funeral. Los cristianos dicen cosas que niegan el dolor de la persona que está de luto, como, «Él está en un lugar mejor.» ¡Muchos de nosotros ni siquiera sabemos cómo llorar! Algunos creen que el luto no es apropiado para el cristiano; eso es para los incrédulos o católicos.

El luto implica la muerte de un ser querido, o la pérdida de algo muy importante. Puede ser que:

  • Dios no sanó a tu ser querido.
  • Tu vida es un caos.
  • Lloras por amor perdido, esperanza perdida u oportunidades perdidas.
  • Tu corazón está quebrantado.

¡Nadie acoge eso con agrado! Pero si no hay nada que llorar, no hay necesidad de consuelo, y no podemos experimentar esa parte importante del ministerio del Espíritu Santo. Jesús fue varón de dolores, experimentado en quebranto (Isaías 53:3). Otras versiones dicen acostumbrado al sufrimiento (DHH) o conocedor del dolor más profundo (NTV).

  • ¿Cómo te sientes acerca del dolor? ¿Estás “experimentado en quebranto”?
  • ¿Estás de luto por algo en este momento?
  • ¿Sientes que de alguna manera fracasaste, porque alguien murió o las cosas salieron mal? Tal vez otros hayan sugerido que se debió a tu falta de fe u oraciones.

Jesús dice que Dios bendice a la persona afligida. David bailaba, pero también lloraba: “Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?” (Salmos 56:8)

Cada persona es diferente, pero si tú tienes un corazón tierno, lleno de compasión y el amor de Dios, puedes llorar por los problemas de este mundo, al igual que Jesús lloró por su amigo Lázaro (Juan 11:35), y lloró sobre Jerusalén impenitente (Lucas 19:41). El temor reverente y la sumisión de Jesucristo a su Padre se manifestaron en gran clamor y lágrimas: Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente (Hebreos 5:7).

Reconocimos nuestra pobreza espiritual en la primera bienaventuranza, ahora lloramos por nuestro pecado. Confesamos nuestra falta de amor y de hacer lo correcto, y nuestra parte en clavar a Jesús en la cruz. Estamos contritos y arrepentidos.

En Lucas, Jesús dice que la persona bendita no solo es pobre espiritualmente, sino también materialmente, y Él condena a los ricos: ¡ay de ustedes los ricos, porque ya han recibido su consuelo! (Lucas 6:24). ¡Basta ya del evangelio de la prosperidad! Ahora, Jesús sigue a ofender nuestra sensibilidad al condenar al feliz y despreocupado: ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis (Lucas 6:25). ¿Por qué? Tal vez los que se ríen ahora no tomen en serio su pecado y su relación con Dios, ni las necesidades de quienes los rodean. ¿Significa que nunca podemos reírnos? ¡Por supuesto no! Pero hay un hilo común en estas bienaventuranzas de algunos que tienen abundancia ahora (pero que pagan más tarde), y otros en la lucha que se acercan a Dios, confiando en Él para un futuro mejor.

¿Tienes el corazón de Jesús? ¿Te llamarían un varón de dolores, experimentado en quebranto? ¿O te estás riendo? No es un signo del pecado o de una fe débil llorar; es parte de ser humano. El problema real es ser tan duro de corazón, tan aislado de los demás y su dolor, que nunca lloras. Si estás de luto, ¡Dios lo sabe! ¡A Dios le importa! Él es plenamente consciente de cada lágrima. No importa lo que llores hoy, Dios promete consolarte. Deja tu autocompasión, auto-condena y confusión. Dios dice que la persona que llora es bendecida. ¿Puedes realmente creerlo, y agradecerle por la circunstancia dolorosa? Qué el Espíritu Santo, el Consolador, te consuele.

Dichoso el manso

 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. (RVR)

Si eres honesto, ¿realmente quieres ser manso? ¿Lo ves como una bendición? Jesús dijo:

Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia. (NVI)

Puede ser genial para una mujer ser suave y dulce de espíritu (como la versión amplificada en inglés lo traduce), pero no suena muy varonil. Podríamos imaginar a un hombre manso como un debilucho afeminado. No es muy atractivo.

La mansedumbre tiene un sentido negativo para los hombres, lo que se confirma por la forma en que Pedro usa la misma palabra griega para hablar a las mujeres (1 Pedro 3: 4):

En cambio, vístanse con la belleza interior, la que no se desvanece, la belleza de un espíritu tierno y sereno (manso, afable y apacible, RVR), que es tan precioso a los ojos de Dios. (NTV)

Pero Jesús era manso. Él entró en Jerusalén humildemente, montado en un burro, y se describió a sí mismo como manso:

Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mateo 11:29, RVR).

El Diccionario de la lengua española define manso como: “De naturaleza apacible y tranquila: es un hombre manso que no se exalta por nada.” La Real Academia Española dice que es: “De condición benigna y suave. Suave, considerado, cortés, y el dominio propio para ejercer esa humildad.”

La mansedumbre es lo opuesto a la soberbia o arrogancia. La persona mansa soporta insultos o heridas sin levantarse en venganza. En cambio, pone la otra mejilla y confía en que Dios cuidará de él. La misma palabra se usa de un animal domesticado. Por ejemplo, un caballo que era salvaje e inútil, pero ahora puede ser montado o utilizado para trabajar. Aún es fuerte, pero su fuerza está bajo control. Sometemos nuestra fuerza a Dios y la ejercemos bajo su control. Un perro manso no molesta a nadie; no muerde y no es bravo. ¡El problema es que muchos hombres quieren ser bravos!

La mansedumbre en la vida cotidiana

Cuando nos encontramos en circunstancias fuera de nuestro control o influencia, generalmente reaccionamos con frustración, amargura o rabia. Pero precisamente en esa situación podemos responder con mansedumbre. Por la fe en Dios, creemos que Él es soberano, conoce la circunstancia y va a trabajar en ella por nuestro bien. La mansedumbre no es una resignación al destino o una sumisión pasiva y renuente a las circunstancias. Esa es debilidad. Aunque podamos parecer débiles y vulnerables en una prueba severa, perseveramos pacientemente y la soportamos, con esperanza en Dios y una fuerza interior que no se rinde. De hecho, cuando se menciona la mansedumbre en la Biblia, por lo general se refiere a una persona que perseveró y fue recompensado por su paciencia. La auto-imagen sólida de la persona mansa le permite estar confiada en su relación con los demás. Fue esa certeza de su identidad lo que permitió a Jesús humillarse y lavar los pies de los discípulos.

Es difícil para el hombre carnal manifestar mansedumbre; no es parte del ADN de la naturaleza caída. Gálatas 5:22 la incluye como un fruto del Espíritu. Para experimentar la bendición que Jesús describe aquí, debes estar lleno del Espíritu, con su fruto manifestado en tu vida.

Pero, ¿cómo puede un hombre manso heredar la tierra? ¿No es cierto que el mundo lo aprovecha y lo pisotea? Nos han enseñado desde la niñez que para salir adelante tenemos que ser fuertes y agresivos. Parece que es el hombre soberbio quien tiene influencia en este mundo y hereda la tierra. Pero nosotros lo tenemos al revés; Jesús nos promete que los mansos heredarán la tierra. Lo que no está claro es cuándo. El mundo puede reírse de nuestra humildad y mansedumbre. Mientras tanto, confiando en la promesa de Dios, nos reímos de sus intentos de controlar y dominar. En algún momento en el futuro, Dios quitará el poder de los que se exaltan a sí mismos, y se lo dará a los mansos, a los que se han sometido a Él. No heredamos la tierra con nuestro esfuerzo frenético, sino a través de una confianza tranquila en Dios. Ahora estamos aprendiendo a vivir en el poder de Cristo, y a reinar con Él en esta vida.

David: ¿Un hombre manso?

No hay muchos que describirían a David como manso, pero él escribió acerca del hombre manso en el Salmo 37:5-11:

Encomienda a Jehová tu camino,
Y confía en él; y él hará.

Exhibirá tu justicia como la luz,
Y tu derecho como el mediodía.

Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
Por el hombre que hace maldades.

Deja la ira, y desecha el enojo;
No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

Porque los malignos serán destruidos,
Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

Pues de aquí a poco no existirá el malo;
Observarás su lugar, y no estará allí.

Pero los mansos heredarán la tierra,
Y se recrearán con abundancia de paz.

Dichoso el que tiene hambre y sed de justicia

 Estoy seguro que tú has visto esas fotos alarmantes de niños muriendo de hambre.

Nadie diría que esos niños están felices; ni siquiera Jesús. Pero Jesús usa la imagen del vacío y la gran necesidad para desacreditar la comprensión común de la felicidad:  

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (RVR)

Tendemos a pensar que aquellos que persigan las riquezas y los placeres de este mundo son los que están llenos. Sus vidas son emocionantes. Ellos disfrutan de la última tecnología, los carros más rápidos y las mujeres más glamorosas. Seguramente, con sus casas hermosas, familias lindas, posiciones privilegiadas y riquezas prácticamente ilimitadas, sus vidas están llenas. Desafortunadamente, están llenos de sí mismos. A menudo hacen lo que sea necesario para conseguir lo que quieren, independientemente de lo que sea correcto. Desesperadamente, tratan de llenar un vacío en sus almas. Pero la persona que tiene hambre de justicia se centra en lo espiritual, no en lo material.

En medio de toda la perversión y el pecado presentes en el mundo de hoy, ¿hay un anhelo en tu corazón por la justicia? ¿Tienes hambre de santidad? ¿Hay momentos en tu propia vida cuando parece que nunca vas a alcanzar una vida recta y justa? Pues, Jesús te promete que serás saciado.

Tipos de justicia

  • Justicia de estado o relación, que conduce a una relación correcta con Dios. A través de nuestra fe en Jesús somos justificados (declarados no culpables, como en el tribunal), como si nunca hubiéramos pecado.
  • Justicia moral; eligiendo consistentemente obedecer a Dios y hacer lo correcto. Los fariseos tenían una justicia externa para servilmente guardar las reglas. En varias ocasiones Jesús condenó su legalismo. Por desgracia, muchos cristianos han caído en el mismo legalismo. Nuestro hambre debe ser mucho más profunda, un hambre que viene del corazón y de la voluntad.
  • Justicia social. La Biblia va más allá de una justicia personal e individual. Dios desea liberarnos de toda opresión, y se interesa por los derechos civiles, un sistema judicial justo y la integridad en el mundo empresarial.

Cómo ser saciado

No serás saciado a causa de tus méritos, duro trabajo o buenas obras. Es una actitud del corazón, un anhelo profundo. Esto es un anhelo por la justicia de Dios, al igual al hambre física y la sed que todos experimentamos. Estamos cansados del pecado, de nuestro egoísmo y del engaño de Satanás y el mundo. El hecho de que tengamos hambre y sed de justicia significa que nos hemos dado cuenta de que nuestra justicia es como trapos de inmundicia. No hay nada bueno dentro de nosotros; Jesús tiene que llenarnos, y Él promete hacerlo, por su gracia.

Jesús también dijo: Qué aflicción les espera a ustedes, los que ahora están gordos y prósperos, porque tienen un horrible tiempo de hambre por delante (Lucas 6:25, NTV).

Ésta es una perspectiva diferente; implica que aquellos que tienen abundancia ahora, que están bien alimentados y son prósperos, enfrentarán un “horrible tiempo de hambre” en el futuro. Es un tema consistente de las bienaventuranzas: si quieres todo ahora, habrá un precio que pagar en el futuro, pero si soportas persecución o escasez ahora, recibirás bendiciones eternas del Señor.

  1. ¿Qué es lo que anhelas? ¿La vida buena? ¿Cosas materiales? ¿Una apasionada vida amorosa? ¿Estás dispuesto a comprometer la palabra de Dios para obtenerlas? ¿Ya has abandonado la justicia para perseguirlas?
  2. En medio de toda la perversión y pecado presentes en el mundo de hoy, ¿hay un anhelo desesperado en tu corazón por la justicia y la santidad?
  3. ¿Te apasiona la justicia, no sólo en tu propia vida, sino en el mundo que te rodea?
  4. ¿Tienes hambre espiritual? ¿O ya estás saciado con las cosas del mundo?

¿Hay momentos en que te parece que nunca lograrás esta vida justa? Jesús promete saciarte, pero no es una sola vez. Éste es un hambre continua, como todos los días tenemos hambre de comida. Tenemos que acercarnos continuamente a Jesús para ser saciados.

La progresión aparente en estas primeras cuatro bienaventuranzas

  • Primero, reconocemos nuestra pobreza espiritual (en realidad, nuestra quiebra) ante Dios. No hay nada que podamos hacer para ayudarnos a nosotros mismos.
  • Esto nos lleva a un luto genuino por nuestro pecado y quebrantamiento, y por el daño que hemos causado a Dios y a los demás por nuestro pecado.
  • Al reconocer nuestra pobreza, asumimos una actitud apacible y humilde (mansa) hacia otros que están luchando, y abandonamos nuestro orgullo y arrogancia espiritual.
  • Si no hay un verdadero cambio en nuestra forma de vivir, las tres primeras bienaventuranzas no tienen mucho valor. Ya hay demasiados “cristianos” que libremente confiesan su pobreza y necesidad, pero carecen de hambre de justicia. Dios promete a saciar a aquellos que tienen un deseo apasionado de justicia.

¿Qué piensas? Para andar como Jesús anduvo, para pensar como Jesús pensó y para ser verdaderamente bendecidos por Dios, necesitamos esta mentalidad, este ADN. Va en contra de todo lo que el mundo promueve, y por desgracia, lo que se enseña en muchas iglesias.

 

¿Por qué vino Jesús a este mundo?

Hoy celebramos la gloriosa victoria de Jesucristo sobre el pecado, la muerte, y el pecado. Leyendo la historia de todo lo que paso en la última semana de su vida, me puse a pensar: ¿Cómo sucedió este milagro de Dios mismo andando aquí en esta tierra y muriendo en la cruz?

Primero, reflexioné en Filipenses 2:5 a 11. En estos 7 versos – sí, 7, el número de perfección, tenemos un resumen de toda la vida de nuestro Señor Jesús:

  • Desde la eternidad el Hijo del Padre
  • Su nacimiento, muerte, y resurrección
  • Y ahora su exaltación

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

Tenemos que andar como Jesús anduvo, con el mismo sentir y la misma actitud. Esta es una manera divina de pensar. Nos cuesta, porque nuestros pensamientos no son los pensamientos de Dios.

Ningunos de nosotros hicimos una decisión para entrar en esta vida. Para nacer y ser parte de alguna familia. Era la decisión (o falta de autodominio) de nuestros padres.

Pero algo sucedió en el salón del trono del cielo. Era una decisión costosa y dolorosa para Jesús; una de la decisiones más radicales de toda la historia. Sería mucho más fácil y más cómodo para él quedarse en el cielo.

Ahora, como adultos, usted y yo tenemos el mismo privilegio de evaluar y reflexionar en nuestras vidas, y hacer decisiones de lo que vamos a hacer en el futuro. Entonces podemos humillarnos, y nacer de nuevo, y comenzar de nuevo, y ser como niño otra vez. Qué maravilla, ¿verdad? ¿Ha nacido de nuevo usted?

¿Fuese posible que Dios está llamándole a hacer una decisión tan radical?

  • Algo parecido a los pescadores abandonando todo para seguir a Jesús.
  • O un hombre rico vendiendo todo para ser un discípulo de Jesús.

el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

¿Cómo comenzar este proceso? Evaluamos todo lo que somos y lo que tenemos. No negamos quien somos. En el caso de Cristo:

  • Él era en forma de Dios.
  • Era igual a Dios.
  • Era Dios.
  • Moraba en la gloria del cielo, adorado por ángeles.
  • Su pasatiempo era creando nuevos universos.

Nosotros también reflexionamos en todo lo que tenemos:

  • El estatus
  • La educación
  • Nuestros bienes
  • Incluso la familia

Y conscientemente decidimos no aferrarnos a ellos. Decidimos hacer algo radical. En el caso de Cristo, fue motivado por amor. Fue motivado por la visión de un reino de príncipes y sacerdotes reinando con él sobre este universo. No pudo estar tranquilo en el cielo sabiendo que él tenía la oportunidad de pagar el precio por nuestra salvación. Jesús quería más. Quería hacer algo grande con su vida.

Todo el mundo diría que estuvo loco para dejar esa vida y descender a esta tierra:

  • Comenzó como una semilla en el vientre de una muchacha.
  • Ella dio a luz en condiciones muy feas.
  • Jesús tenía una vida muy humilde.
  • Nació como un bebe completamente dependiente de sus padres.
  • En ese pesebre Jesús solamente estaba pensando en la leche de su mamá.
  • Tenía que crecer poco a poco y aprender quien fue.

¿Y usted? ¿Está listo para algo más en esta vida?

sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

Se rebajó voluntariamente. Son pocos que voluntariamente se despojan a sí mismo. Parece locura. ¿Quién quiere ser un siervo? Casi siempre, si alguien pierde su posición y sus riquezas es resultado de un divorcio, una enfermedad, o perdiendo su trabajo. Alguna tragedia. ¿Pero voluntariamente?

Qué lindo es cantar canciones de navidad, y tener un portal bonito, y dar presentes a la familia. Eso es bueno. Pero Dios nos llama a algo mucho más profundo. Si queremos comprender el nacimiento, si queremos conocer a este Jesús, tenemos que humillarnos. Tenemos que servir a otros. Cristo era un siervo de todos.

Es la costumbre en muchas iglesias lavar los pies jueves santo. De hecho, Cristo nos mandó hacer eso. Él dijo que el que quiere ser grande tiene que ser el siervo de todos. Y lavó los pies de sus discípulos para demostrar eso. Pero no es solamente lavando los pies una vez al año. Es una actitud de servicio toda la vida. En cada momento buscamos la oportunidad para servir. Muchos hombres quieren ser servidos por sus mujeres; el ejemplo de Jesús es para el hombre servir a su mujer.

Pero incluso es fácil servir. Jesús fue mucho más allá de unos actos de servicio.

y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Hay tres palabras muy importantes y profundas aquí: se humilló, obediente, y muerte.

Hay que humillarse para confesar que usted es un pecador que necesita un salvador. Hay que humillarse para arrepentirse y nacer de nuevo como un niño. Pero humildad va mucho más allá de esas cosas importantes. Humildad es un estilo de vida. Hebreos dice que Jesús aprendió obediencia por lo que padeció. Y nosotros tenemos que aprender obediencia. Obedecer es someterse a otros. Voluntariamente. Si no es voluntariamente es esclavitud. Decidimos que vamos a obedecer las leyes y vamos a obedecer al jefe. Hijos van a obedecer a sus padres y mujeres van a obedecer a sus maridos. Y más importantes, todos vamos a obedecer a Dios. Si el hombre no ofrece ese modelo de humillación y obediencia, él no puede esperar lo mismo de los demás.

El ejemplo de Jesús es una humillación extrema: Hasta la muerte, y la muerte más cruel posible. Dos días atrás todo se paró en el país, supuestamente para recordar la muerte de Jesús. Había procesiones y mucha lamentación. Está bien recordar lo que Cristo hizo para nosotros. Hay que recordar que nació para morir. Pero si lo dejamos allí no sirve para mucho. Hay que tener el mismo sentir de Cristo. Hay que andar como Cristo anduvo.

¿Qué significa para nosotros ser obedientes hasta la muerte? Comienza crucificando la carne y sus deseos. Clavando el viejo hombre y la vieja mujer a la cruz. ¿Pero saben qué? Se puede crucificar la carne y todavía vivir una vida muy cómoda y prospera. Pero el ejemplo de Cristo no permite eso. Cristo llama al marido poner su vida por su mujer. Y Jesús manda a todos a entregar la vida por sus hermanos. Puede ser feo. La cruz no es nada bonita. La cruz no es un adorno en la pared o en una cadena. Es la muerte más agonizante posible.

No había mucho gozo cuando Cristo murió. No hay mucha victoria si todo se acaba allí con la muerte. Pero tenemos que pasar por la humillación y la muerte para llegar al próximo versículo. Nuestra obediencia suelta el gran poder de Dios

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,

Cristo resucitó de los muertos. Su victoria es una garantía de victoria y nueva vida para nosotros también. Cuando entregamos la vida a Dios y la dejamos en sus manos, él puede hacer maravillas.

De lo más humilde nacimiento en un pesebre en un pueblito pequeño de una madre muy joven Dios le exaltó hasta lo sumo. Le dio un nombre sobre todo nombre.

10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Hay resultados muy lindos cuando nos humillamos a nosotros mismos, y Dios recibe la gloria. ¿Está usted dispuesto a experimentar humillación y prueba y aun muerte para que Dios sea glorificado en su vida?

Hermano, doble la rodilla para dar reverencia a este Jesús. Adórele. Dele gracias por todo lo que hizo para usted. Y entonces confiéselo como Señor de su vida.

Otro pasaje que habla de quien Cristo era antes de la encarnación es Juan 1:1-18.  Juan no nos cuenta detalles del nacimiento como Mateo y Lucas. Para él, esas cosas no son tan importantes. Él quiere ir mas adentro, a decirnos quien es que vino a este mundo. Vamos a ver varios nombres importantes para Jesús en estos versículos.

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.

Jesús es el Verbo. El verbo es la comunicación de Dios con nosotros. Varias traducciones dicen “Palabra.” Él es la Palabra viva de Dios. Dios se ha revelado en la Biblia (la palabra escrita), y también se reveló perfectamente en Jesucristo (la Palabra viva). Si usted quiere ver a Dios, mire a Jesús.

En el principio era el Verbo. Desde toda la eternidad Jesús ha existido.

TLA: Antes de que todo comenzara
ya existía aquel que es la Palabra.

No hay ningún tiempo cuando Jesús no existía. Él es Dios. Siempre estaba con su Padre. ¡Nunca estaba separado de su Padre! Para dejar esa gloria y venir a esta tierra era algo muy radical.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Jesús es el Creador. Génesis 1 dice: Y dijo Dios: Que sea luz. ¡Todo fue creado por la Palabra, el Verbo, nuestro Señor Jesucristo!

Para mí, es aún más impresionante que el que hizo todas estas maravillas se rebajó voluntariamente para nacer en un pesebre en Belén.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Jesús es la Vida. Jesús dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida. El vino para traer la vida sobrenatural del cielo aquí a la tierra. Solo Jesús ofrece la vida abundante.

Jesús también es la Luz. La vida de Jesucristo es la luz que necesitamos.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Jesús dijo: Tú eres la luz del mundo. Nuestra luz también resplandece. Las tinieblas tratan de apagar la luz – pero no pueden.

¿Está usted dispuesto a compartir la vida? Hay mucha gente muriéndose, andando en las tinieblas. Jesús le ofrece a usted ríos de agua viva. Pero el propósito del rio no es tener un lago o presa dentro de usted. ¡Que Dios nos libre de nuestro egoísmo! Cristo vino por amor de todos. Ahora, a veces nosotros tenemos que arriesgar algo. Tenemos que dejar nuestra comodidad para el bien de otros.

Estamos en una lucha con las fuerzas de oscuridad. A veces hay tinieblas en nuestras mentes, en nuestros corazones. Jesús quiere brillar su luz. A veces le parece que las tinieblas prevalecerán contra la luz. Usted puede ser una sola vela pequeña en un mundo muy oscuro, pero una vela alumbra un gran salón.

Una de esas luces era Juan Bautista.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

¿Es usted un testigo de la luz? ¿Pueden otros ver la luz de Jesús en su vida? Nuestra tarea es dar testimonio de la luz. Dios quiere que todos creyesen por medio de Jesús. ¿Tiene usted esa carga para su ciudad? ¿Para el mundo entero?

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

Cristo alumbra a todo hombre (y mujer). Jesús es la única verdadera luz. Hay muchas luces en el mundo. A veces es difícil discernir la verdadera luz. Incluso hay iglesias con tantas luces que es difícil ver a Jesús. Pero solo la verdadera luz puede alumbrar el corazón

10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

En su nacimiento, ¿quién conoció a Jesús? Unos pastores, unos magos de otro país. Muy pocos se dieron cuenta de que el Hijo de Dios estaba andando entre ellos. Estaba trabajando como carpintero. Iba a la misma sinagoga. Pero no lo conoció. Qué raro, verdad, ¿que el mismo mundo que él hizo no lo conoció?

Hay muchos que asisten iglesias edificadas por Jesús, donde él está todos los domingos. Pero no le conocen.

11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.

La palabra dice que no quieren estar en la luz porque sus obras son malignas.

  • No quieren someterse.
  • No quieren humillarse.
  • Son orgullosos y andan en tinieblas.
  • No quieren sus corazones revelados por la luz de Jesús.

Usted sepa cómo es no ser recibido por su familia. Ser rechazado por su fe. Jesús sabe cómo es no ser recibido por los suyos.

El Cristo resucitado está aquí esta mañana. Pero usted tiene que recibirlo. ¿Y qué pasa cuando lo recibe?

12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

¡Aleluya! ¡Que increíble ser engendrado por Dios! ¡Nacer de nuevo! ¡Ser adoptado en su familia! Cristo nació para hacerlo posible. La oferta es para todos. Todos que reciben a Jesús y creen en su nombre. Dios da potestad a usted de ser hecho hijo e hija de Dios. Y ahora volvemos otra vez al nacimiento de Jesús.

14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Este es el testimonio de uno de los discípulos más amados de Jesús. Uno de los tres más íntimos. Juan estuvo allí en el Monte de la Transfiguración y vio la gloria de Jesús. Le tocó. Le conoció. Y a través de su testimonio en este evangelio y en sus tres cartas nosotros podemos conocer el Verbo también.

15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.

Juan era un fiel testigo. Preparó el camino para Jesús. El Señor necesita a muchos como Juan hoy en día. Cristo viene otra vez. Tenemos que dar testimonio y preparar la iglesia y todo el mundo para la venida del Señor.

16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.

DHH: una bendición inmerecida tras otra.

Ese rio de agua viva está aquí. Hay una plenitud para todos.

17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

¡Jesús le ha dado a conocer el Padre! Esta es la introducción a su evangelio. Lea, estudie, medite en este evangelio de Juan. Y usted también conocerá mejor al unigénito Hijo de Dios.

¿Ha tomado usted de su plenitud? ¿Necesita tomar de nuevo de su plenitud? ¿Necesita esa gracia sobre gracia? El Cristo resucitado ya no es un bebe en un pesebre. Ya no está colgado en una cruz. El reina en poder. Tome de su plenitud. Él quiere llenar su vida, con su vida abundante. Él quiere brillar su luz en la oscuridad dentro de su corazón. Venga a la cruz. Venga a Cristo. Venga a recibir gracia de nuestro Salvador vivo.

Preparándose para la muerte

Andar como anduvo Jesús. Es genial hablar sobre su gran amor, los milagros y el entrenamiento de los Doce, pero Jesús siempre tenía sus ojos en la cruz. Su propósito al venir a esta tierra era morir como un sacrificio perfecto por nuestros pecados.

La muerte es fea. No era parte del plan original de Dios. Fue el diablo quien vino a matar, hurtar y destruir. La muerte entró en nuestra raza cuando Adán y Eva pecaron en rebelión contra el mandato de Dios. La muerte es el último enemigo (1 Corintios 15:26), pero es un camino que cada uno de nosotros tiene que andar (si Jesús no regresa primero). Nadie quiere pensar en la muerte, pero me ayuda saber que Jesús anda conmigo en esa angustia, ya sea mi muerte o la de un ser querido. ¿Qué podemos aprender del Hijo de Dios cuando la muerte nos acerca?

Lucas 22:39-46  Busca comunión con Dios

39 Y saliendo, se fue, como solía, al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron.

Jesús salió de la ciudad por un lugar tranquilo y aislado, donde pudo prepararse para su agonía. Era un refugio, en la naturaleza, en una montaña. Era un lugar favorito de Jesús, que Él frecuentaba con sus discípulos. Ya sea una cabaña en una montaña o frente al mar, deja tu rutina para buscar a Dios. Haz lo que tengas que hacer para prepararte espiritualmente.

40 Cuando llegó a aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. 41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,

Es mejor no estar solo. Cuando enfrentas la muerte cara a cara, necesitas a otros contigo, pero tú decides cuánto tiempo vas a estar con ellos. Jesús compartió su corazón con sus discípulos en el Aposento Alto (lee Juan 13 a 16). Fue un tiempo muy rico. Si acompañas a alguien cercano a la muerte, haz lo que sea necesario para darle la oportunidad de estar con la gente más importante de su vida. Mi cuñada, antes de morir, quería pasar una tarde en un bote en la Bahía de Nueva York con amigos y familiares. Desafortunadamente, nunca sucedió, y ella solo tenía unos minutos de vez en cuando con esas personas. En una película (“Get Low”), un hombre celebró su funeral antes de morir y pasó un momento maravilloso con amigos y familiares.

Es importante tener a otros cerca, pero una persona moribundo se cansa fácilmente y tiene mucho en qué pensar. El propósito principal de ir a la montaña es orar. Con todos los médicos y visitantes, puede ser una lucha, pero busca ese tiempo de comunión con Dios y ayuda a un amigo moribundo a conseguirlo.

Luchando con la voluntad de Dios

42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Habla honestamente con el Señor. Jesús conocía muy bien la voluntad de su Padre, pero en su humanidad, como cualquier hombre, no quería morir. Nadie quiere sufrir. Siempre es apropiado pedir curación y pedir que la copa amarga pase de ti.

Puede ser una lucha, pero es importante alcanzar el punto de rendición. Confía en Dios; tu vida está en sus manos, y Él sabe lo que está haciendo. Él estará contigo en el valle de la sombra de la muerte. En algún momento, todos vamos a morir. Es importante aceptar lo que Dios ha planeado para ti y estar en paz con Él. Si estás caminando con un moribundo, dale la oportunidad de hablar, y anímalo a encomendarse totalmente al Señor.

43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle.

Ésta es la lucha de tu vida. Te quitará toda tu fuerza. No puedes hacerlo por tu cuenta, pero Dios te dará la fuerza para soportar el dolor y la separación de tus seres queridos. Tú puedes pedirle que ese mismo ángel te fortalezca, y Dios puede usarte para que seas ese “ángel.” Pídele que te ayude a ministrar fuerza al que sufre.

44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

Aún después de someterse a la voluntad de su Padre y recibir la fuerza del ángel, Jesús continuó agonizando en oración. Habrá días desalentadores y deprimentes, incluso después de aceptar que vas a morir y te rindes a la voluntad de Dios. En este caso, Jesús sudó gotas de sangre. Su vida misma se estaba derramando en esta gran lucha interior. No es fácil. No intentes minimizar la angustia de una persona moribunda. Ten cuidado con las palabras súper-espirituales: “Confía en Dios. ¿Dónde está tu fe? Pronto vas a estar con el Señor.” La angustia es parte de la muerte.

¿Por qué duermes?

45 Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de la tristeza; 46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en tentación.

No cuentes con el apoyo de tu familia y amigos. Ellos también están tristes y sufrirán depresión, ira y muchas otras emociones. Cuando más los necesitas, ellos pueden sentirse abrumados por sus propios sentimientos y agotamiento, incapaces de proporcionar el apoyo que necesitas. Solo Dios será tu compañero perfecto en este duro camino. ¡A veces el moribundo ministra a los demás!

Si tú te encuentras en la posición de los discípulos, acompañando a alguien en sus últimos días, escucha el clamor de su corazón. Si él te pide que ores, ora. Si él quiere estar solo, déjalo en paz. No seas tan egocéntrico que tu propia tristeza le prive de la comunión o de la oración que él anhela de ti en esos momentos.

El diablo siempre quiere aprovechar el dolor para tentarnos y hacernos dudar de Dios o caer en pecado. Sé firme espiritualmente para que no caigas en esa tentación. Solo unas pocas horas después, Pedro negó a Jesús tres veces. Él cayó en esa tentación. A veces, puedes sentirte tentado a distanciarte de la persona que está muriendo, pero ese es el momento en que más necesita tu amor. Si tú estás muriendo, puedes sentirte tentado a dudar del amor de Dios, o incluso de su existencia. Ya sea la oración, las alabanzas grabadas o el ministerio de un pastor o hermano en Cristo, no te duermes. Haz lo que sea necesario para mantenerte alerta espiritualmente.

Lucas 23:26-46: Ayuda a alguien a cargar su cruz

26 Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. 27 Lo seguía mucha gente del pueblo, incluso mujeres que se golpeaban el pecho, lamentándose por él. 

La muerte es muy humillante. Siempre podías llevar la cruz que la vida te dio, pero ahora tu cuerpo te está fallando. Jesús era carpintero y estaba acostumbrado a cargar madera pesada, pero ya había perdido mucha sangre y no podía cargar la cruz. Cuando la muerte se acerca, perdemos el control. Ya no podemos tomar nuestras propias decisiones; algún médico o pariente lo hace por nosotros. Jesús no pudo escapar de su sentencia de muerte, a pesar de que tenía el poder de llamar a los ángeles para liberarlo. Es humillante ver mujeres golpeándose el pecho, sufriendo el dolor y agonía que estamos experimentando.

Habrá un momento en el que tendré que decir “Ya no puedo cargar esta cruz,” y la entregaré a otra persona para que me acompañe en el tramo final del viaje. ¿Podrías tu ser un Simón de Cirene? ¿Hay alguien a quien tú puedas ayudar a llevar una cruz?

28 Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: —Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. 29 Miren, va a llegar el tiempo en que se dirá: “¡Dichosas las estériles, que nunca dieron a luz ni amamantaron!” 30 Entonces »“dirán a las montañas: ‘¡Caigan sobre nosotros!’,  y a las colinas: ‘¡Cúbrannos!’ ” 31 Porque si esto se hace cuando el árbol está verde, ¿qué no sucederá cuando esté seco?

Si realmente tenemos la esperanza del cielo, podemos decir como dijo Jesús: No llores por mí. La persona que muere en Cristo va al paraíso con el Señor. Son aquellos dejados atrás quienes van a sufrir. Estamos en los días postreros, y vamos a experimentar mucha persecución y sufrimiento en los años venideros. Es importante mantener la perspectiva que Jesús tuvo aquí, e incluso animar a aquellos que vamos a dejar atrás.

32 También llevaban con él a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados. 33 Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda.

34 —Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

En esta vida siempre habrá personas que te ofenden, incluso en las últimas horas de tu vida. Desafortunadamente, hay muchas personas que no saben lo que están haciendo y actúan en ignorancia. Algunos son sinceros; realmente pueden creer que están sirviendo al Señor, o al estado. Tenemos que evitar un complejo de persecución,  lo que es muy común en la iglesia actual.

Se necesita mucha gracia para perdonar a la persona que te está matando. Hoy hay historias de mártires que perdonan al hombre que está a punto de decapitarlos. Varias veces Jesús dijo que Dios no nos perdonará si nosotros no perdonamos a otros (Mateo 6: 14-15; 18: 21-35). En los días previos a la muerte, es esencial examinar el corazón para ver si hay alguien a quien debas perdonar. Intenta ponerte en contacto con esa persona y arreglar las cuentas antes de morir. Mantén ese corazón de perdón hasta la muerte, agradecido a Dios por la confianza de que todos tus pecados son perdonados. Si tú estás cuidando a un moribundo, con mucha ternura ayúdalo a examinar su corazón y perdonar a cualquiera que lo haya ofendido.

Juan y Jacobo querían sentarse a la derecha e izquierda de Jesús, en su reino. Ahora, en su muerte, Jesús tiene criminales a su derecha y a su izquierda.

No puedes llevarte nada contigo

Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.

Esta ropa era la única posesión de Jesús, y la perdió aquí. Él probablemente estaba completamente desnudo en la cruz. Es difícil ver a otros tomar un automóvil querido o luchar por una posesión atesorada, pero la muerte hace que sea muy obvio que las cosas materiales no son tan importantes. Si no estás apegado a ellas, será más fácil dejarlas ir cuando se acerque la muerte. Jesús tenía prendas gloriosas esperándolo en el cielo, las cuales Pedro, Jacobo y Juan vieron en el Monte de la Transfiguración. Su túnica era solo para su vida terrenal. Toda esa ropa y otras cosas no son realmente tuyas.

Tú puedes ayudar a una persona moribunda a disponer de sus bienes. Se necesita mucha sensibilidad y mucho amor, pero es mejor que ver a la gente echar suertes y luchar por ellos.

35 La gente, por su parte, se quedó allí observando, y aun los gobernantes estaban burlándose de él. —Salvó a otros —decían—; que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el Escogido. 36 También los soldados se acercaron para burlarse de él. Le ofrecieron vinagre 37 y le dijeron: —Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. 38 Resulta que había sobre él un letrero, que decía: «Éste es el Rey de los judíos.»

He visto a alguien sufrir en su lecho de muerte, con una multitud de familiares y amigos mirándolo. Puede ser que en ese momento quiera estar solo. Es muy fácil para alguien burlarse de la persona enferma y hablar sobre su pasado, sus errores y sus debilidades. Intenta ayudar a un moribundo a mantener su dignidad. Jesús podría haber dicho muchas cosas desde la cruz, o maldecirlos. Él no dijo nada. Ellos no tenían idea de lo que estaban diciendo.

Hoy estarás conmigo en el paraíso

39 Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo: —¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!

40 Pero el otro criminal lo reprendió: —¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? 41 En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; éste, en cambio, no ha hecho nada malo.

42 Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.

43 —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús.

Ésta es la última oportunidad de salvación. Una vez que estás muerto, no hay posibilidad de arrepentimiento y perdón. Hay algunos, como el primer criminal, que solo piensan en cosas superficiales en ese momento.  Algunas personas se enojan con Dios (y con todos los demás) cuando se acercan a la muerte. En lugar de humillarse, se aferran a su orgullo. Es interesante que Jesús nunca respondió al primer criminal. Tal vez Él sabía que era demasiado tarde para arrepentirse y ser salvo.

Incluso con sus últimas respiraciones, Jesús estaba ministrando a los demás y dándoles la bienvenida a su reino. ¡Que nosotros podamos dar testimonio de la bondad de Dios y atraer a otros a su reino en nuestros lechos de muerte!

Consumado es

44 Desde el mediodía y hasta la media tarde toda la tierra quedó sumida en la oscuridad, 45 pues el sol se ocultó. Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos. 46 Entonces Jesús exclamó con fuerza:

—¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!

Y al decir esto, expiró.

Con sus últimas palabras, Jesús entregó su vida a su Padre. He escuchado muchas historias de un hombre moribundo que espera ver a un ser querido antes de morir; una vez que lo vio, sintió la paz de morir. Parece que tenemos cierto control sobre el momento exacto.

La muerte es cruel. Incluso el creyente más fuerte puede sentirse abandonado por Dios. ¡Está bien gritarle al Señor! Por supuesto, esta fue la primera vez en toda la eternidad que Jesús fue separado de su padre, mientras que Él llevó los pecados de toda la humanidad. Esa es una carga abrumadora que ni siquiera podemos empezar a comprender. En el Evangelio de Juan, Jesús dice: “Consumado es” (Juan 19:30).  Él logró lo que vino a hacer. Su trabajo y su vida habían terminado. Qué triste es ver morir a alguien con el remordimiento de problemas no resueltos y relaciones arruinadas. Trata de vivir de la manera que puedas decir “Consumado es,” sabiendo que has hecho la voluntad de Dios y puedes esperar escuchar “bien hecho, buen siervo y fiel.”

Cuando lleguemos a ese punto, la gran empresa que levantamos, la hermosa casa que construimos y la gran cuenta bancaria no importan. Sí, podemos dejar una herencia a nuestros hijos, pero qué hermoso sería morir también rodeado de hijos espirituales, y algunos de los discípulos que hemos formado. Qué glorioso saber que empezamos una multiplicación de discípulos que han alcanzado miles de almas para salvación.

No sabemos cuándo vamos a morir. Jesús sabía cómo terminaría su vida, pero muy pocos de nosotros lo sabemos. A veces, la muerte llega a una edad avanzada; a veces después de una enfermedad prolongada, donde se nos dice cuánto tiempo nos queda. Pero a menudo un hombre sale de su casa por la mañana y pierde la vida en un accidente de tráfico. Los hombres en buen estado físico pueden morir repentinamente de un ataque cardíaco o ser asesinados. Tenemos que vivir nuestras vidas como si este pudiera ser nuestro último día. Mantén cuentas cortas con otras personas. No esperes para arreglar las cosas con Dios. No desperdicies tu tiempo o tu vida; haz que cada momento cuente. Aprende de Jesús cómo acercarse a la muerte, la tuya o la de alguien más.

 

Los discípulos de Jesucristo

En nuestra meta de andar como Jesús anduvo y aprender a hacer discípulos, tiene sentido estudiar a los hombres que anduvieron cerca del Señor aquí en la tierra. Ya hemos estudiado su llamado y primera misión. Sus nombres aparecen en Mateo 10:2-4:

Éstos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Jacobo, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que lo traicionó.

Ambas listas de discípulos (también aparece en Lucas 6:14-16) nombran primero a Pedro, luego a su hermano, los hijos de Zebedeo, Felipe y Bartolomé, y luego a los demás, siempre terminando con el traidor. Está claro que había orden entre ellos. Lo frustrante es la falta de más información acerca de los apóstoles. Claro que hay muchas biografías inspiradoras de hombres y mujeres que han caminado con Jesús a través de los siglos, pero mi deseo es permanecer en las Escrituras. Aprendemos mucho acerca del caminar de Pablo, pero de los Doce, hay mucho escrito sobre uno solo, su líder.

Pedro

Pedro es como un amigo para muchos cristianos, y con buena razón. Muchos pueden identificarse con “La Roca.” De hecho, su nombre aparece unas 170 veces en el Nuevo Testamento (dependiendo de la traducción). A pesar de la competencia que tenía con Juan, el Evangelio de Juan tiene más referencias que cualquier otro evangelio; aunque muchas de esas referencias tienen un contexto negativo, parece que existía un cariño entre ellos. El libro de los Hechos tiene la mayoría de las referencias (60), pero Pedro desaparece después del concilio de Jerusalén en Hechos 15; el resto del libro está dedicado a Pablo. Después de Hechos, Pedro solo aparece en la carta de Pablo a los gálatas, y en las dos cartas que Pedro escribió.

Podemos formar una imagen de Pedro (una casa en Capernaúm, casado, impulsivo) de la citas bíblicas. Algunas de las más conocidas son:

  • —Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua. —Ven —dijo Jesús. Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús (Mateo 14:28-29).
  • Al ver esto, Simón Pedro cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —¡Apártate de mí, Señor; soy un pecador! (Lucas 5:8)
  • —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro (Mateo 16:16).
  • —Señor —contestó Simón Pedro—, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna (Juan 6:68).
  • Jesús se volvió y le dijo a Pedro: —¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres (Mateo 16:23).
  • La noche del arresto de Cristo: Luego volvió a sus discípulos y los encontró dormidos. «Simón —le dijo a Pedro—, ¿estás dormido? ¿No pudiste mantenerte despierto ni una hora? (Marcos 14:37)
  • Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco.) (Juan 18:10)
  • Al instante un gallo cantó por segunda vez. Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: «Antes de que el gallo cante por segunda vez, me negarás tres veces.» Y se echó a llorar (Marcos 14:72).
  • Pedro, sin embargo, salió corriendo al sepulcro. Se asomó y vio sólo las vendas de lino. Luego volvió a su casa, extrañado de lo que había sucedido (Lucas 24:12).
  • Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro. —Apacienta mis corderos —le dijo Jesús (Juan 21:15).
  • En pentecostés: Entonces Pedro, con los once, se puso de pie y dijo a voz en cuello: «Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén, déjenme explicarles lo que sucede; presten atención a lo que les voy a decir (Hechos 2:14).
  • —No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda! (Hechos 3:6)
  • Era tal la multitud de hombres y mujeres, que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en colchonetas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos (Hechos 5:15).
  • De repente apareció un ángel del Señor y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro con unas palmadas en el costado y le dijo: «¡Date prisa, levántate!» Las cadenas cayeron de las manos de Pedro (Hechos 12:7).
  • Pues bien, cuando Pedro fue a Antioquía, le eché en cara su comportamiento condenable.  Antes que llegaran algunos de parte de Jacobo, Pedro solía comer con los gentiles. Pero cuando aquéllos llegaron, comenzó a retraerse y a separarse de los gentiles por temor a los partidarios de la circuncisión.  Entonces los demás judíos se unieron a Pedro en su hipocresía, y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar por esa conducta hipócrita (Gálatas 2:11-13).

Si nunca has estudiado la vida de Pedro, busca cada una de estas referencias en la Biblia y lee su contexto. ¿Qué aprendes acerca de Pedro? ¿Con qué parte de esta historia puedes identificarte? ¿Qué puedes decir acerca de su carácter? ¿Cuáles son sus fortalezas y debilidades?

Sus cartas son muy ricas; he escrito un libro sobre ellas, Cartas de la Roca.

Juan y Jacobo

Después de Pedro, se menciona a Juan con más frecuencia (pero solo 34 veces), aunque Juan escribió mucho más que Pedro: el Evangelio, tres epístolas y Apocalipsis. Basado en las Escrituras que se refieren a Juan, se le ha llamado impetuoso, agresivo, imprudente, celoso, apasionado y ambicioso:

  • Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis (Marcos 9:38-39).
  • Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos. Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? (Lucas 9:51-54)

En su Evangelio, Juan generalmente se refiere a sí mismo como aquel “a quien Jesús amaba,” y la imagen que tenemos de Juan es de él inclinado en el pecho de Jesús en el Aposento Alto. Pareció suavizarse significativamente a lo largo de los años, y fue probablemente el último apóstol en morir.

Jacobo era el hermano mayor de Juan, y a menudo se menciona junto con Juan. Jesús los llamó los “Hijos del trueno”; eran hijos de Zebedeo. Su madre, Salomé, era una de las mujeres que acompañaban a Jesús, atendiendo sus necesidades diarias. Jacobo fue el primer apóstol en morir mártir (Hechos 12:2). Estos hermanos, junto con Pedro, constituyeron el círculo íntimo de los discípulos.

Andrés

El primer apóstol en seguir a Jesucristo, Andrés fue el hermano de Pedro, y lo presentó a Jesús. Él era un discípulo de Juan el Bautista, y, junto con su hermano, fue llamado a ser pescador de hombres. Andrés vio los panes y los peces, pero no tuvo la fe para ver cómo Jesús los usaría para alimentar a la multitud:

Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? (Juan 6:8-9)

Andrés, Pedro, los hijos de Zebedeo y Felipe eran todos de Betsaida y todos eran pescadores.

Natanael

Natanael también tenía el nombre de Bartolomé. Era de Caná en Galilea; es muy posible que la pareja en la boda de Caná fuera familia o amigos de Natanael.

Hay más escrito acerca de su llamado a seguir a Jesús que sobre cualquier otro discípulo:

Al día siguiente, Jesús decidió salir hacia Galilea. Se encontró con Felipe, y lo llamó: —Sígueme.

Felipe era del pueblo de Betsaida, lo mismo que Andrés y Pedro. Felipe buscó a Natanael y le dijo: —Hemos encontrado a Jesús de Nazaret, el hijo de José, aquel de quien escribió Moisés en la ley, y de quien escribieron los profetas.

—¡De Nazaret! —replicó Natanael—. ¿Acaso de allí puede salir algo bueno?

—Ven a ver —le contestó Felipe.

Cuando Jesús vio que Natanael se le acercaba, comentó: —Aquí tienen a un verdadero israelita, en quien no hay falsedad.

—¿De dónde me conoces? —le preguntó Natanael.

—Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto.

—Rabí, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! —declaró Natanael.

—¿Lo crees porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera? ¡Vas a ver aun cosas más grandes que estas!

Y añadió: —Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre  (Juan 1:43-51).

No sabemos nada más acerca de Natanael.

Felipe

Además de la llamada de Felipe y su papel en llevar a Natanael a Jesús, existen estas tres referencias:

  • Faltaba muy poco tiempo para la fiesta judía de la Pascua. Cuando Jesús alzó la vista y vio una gran multitud que venía hacia él, le dijo a Felipe: —¿Dónde vamos a comprar pan para que coma esta gente? Esto lo dijo solo para ponerlo a prueba, porque él ya sabía lo que iba a hacer (Juan 6:4-6).
  • Entre los que habían subido a adorar en la fiesta había algunos griegos. Estos se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le pidieron: —Señor, queremos ver a Jesús. Felipe fue a decírselo a Andrés, y ambos fueron a decírselo a Jesús. (Juan 12:20-22). Felipe era un nombre griego, y parece que él hablaba ese idioma y era la conexión con esa comunidad. El hecho de que él fue a Andrés confirma el orden entre los apóstoles; por alguna razón no se sentía cómodo acercándose solo a Jesús.
  • —Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta. —¡Pero, Felipe! ¿Tanto tiempo llevo ya entre ustedes, y todavía no me conoces? El que me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decirme: “Muéstranos al Padre”? (Juan 14:8-9)

No confundas a este apóstol Felipe con el evangelista Felipe en el libro de los Hechos.

Judas Iscariote

Todos conocen a Judas Iscariote, el tesorero del grupo, porque traicionó a Jesús:

  • Entonces entró Satanás en Judas, uno de los doce, al que llamaban Iscariote (Lucas 22:3).
  • Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos. —He pecado —les dijo— porque he entregado sangre inocente. —¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú! Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó (Mateo 27:3-5).

Mateo

También llamado Leví, era un publicano, o recaudador de impuestos. Mejor educado que la mayoría de los discípulos, él escribió el primer Evangelio. Era el hijo de Alfeo.

Después de esto salió Jesús y se fijó en un recaudador de impuestos llamado Leví, sentado a la mesa donde cobraba. —Sígueme —le dijo Jesús. Y Leví se levantó, lo dejó todo y lo siguió. Luego Leví le ofreció a Jesús un gran banquete en su casa, y había allí un grupo numeroso de recaudadores de impuestos y otras personas que estaban comiendo con ellos. Pero los fariseos y los maestros de la ley que eran de la misma secta les reclamaban a los discípulos de Jesús: —¿Por qué comen y beben ustedes con recaudadores de impuestos y pecadores? —No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos —les contestó Jesús— (Lucas 5:27-31).

Tomás (arameo), también llamado Dídimo (griego)

Los dos nombres significan gemelo, aunque no sabemos nada acerca de ese gemelo. Mejor conocido por sus dudas, las tres referencias a Tomás no nos dejan con una impresión muy positiva.

Cuando Jesús iba a resucitar a Lázaro, Tomás sabía que ya sería peligroso viajar a Judá, pero parece que no tenía mucha fe:

Entonces Tomás, apodado el Gemelo, dijo a los otros discípulos: —Vayamos también nosotros, para morir con él  (Juan 11:16).

En el Aposento Alto, Tomás todavía no parece muy listo:

Ustedes ya conocen el camino para ir adonde yo voy». Dijo entonces Tomás: —Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino? —Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí  (Juan 14:4-6).

Tomás es más famoso por sus dudas después de la resurrección:

Tomás, al que apodaban el Gemelo, y que era uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús. Así que los otros discípulos le dijeron: —¡Hemos visto al Señor!

—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.

Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes! Luego le dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.

—¡Señor mío y Dios mío! —exclamó Tomás.

—Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen (Juan 20:24-29).

Hay leyendas sobre todos los discípulos acerca de su ministerio en la iglesia primitiva y su muerte. Es difícil confirmar la mayoría de ellas, pero una de las más seguras es que Tomás trajo el evangelio a la India.

Los últimos tres

Jacobo, llamado “el Menor” para diferenciarlo de Jacobo, el hijo de Zebedeo, era el hijo de Alfeo. Posiblemente era el hermano de Mateo; los dos eran hijos de un Alfeo.

Tadeo fue el segundo Judas. Lucas dice que era hijo de Jacobo. Solo se menciona una vez, y es mejor conocido por no ser el Iscariote:

Judas (no el Iscariote) le dijo: —¿Por qué, Señor, estás dispuesto a manifestarte a nosotros, y no al mundo?  (Juan 14:22)

Ha habido muchas conjeturas acerca de Simón el Cananista, o Zelote. Posiblemente era un patriota de Israel y un político radical; o simplemente podría significar “celoso.” Nada más se sabe sobre él.

Entonces, ¿qué aprendemos?

Para mí, la lección más obvia es la posibilidad de caminar fielmente e íntimamente con Jesús, y aún permanecer en relativa oscuridad. Cada uno de estos doce hombres fue elegido personalmente por Jesús después de una noche intensa de oración con su Padre. Todos fueron enviados. Cada uno recibió autoridad para sanar, echar fuera demonios y proclamar el reino, y lo hicieron. Pero cuando se escribieron los Evangelios, no había prácticamente nada que decir sobre la mayoría de ellos.

Probablemente a muchos les gustaría ser un Pedro: audaz, caminando sobre el agua, un hombre varonil. O al menos ser parte del círculo íntimo de Jesús. Tal vez un “discípulo a quien Jesús amaba” como Juan. ¿Significa que a Jesús le gustaba más Juan que a los demás? Yo no lo creo, pero tenían una relación especial.

Desafortunadamente, no todos podemos ser parte del círculo íntimo. Hay un orden obvio entre estos discípulos, y si Dios me ha escogido para ser un Jacobo el Menor (y no el famoso Jacobo, hijo de Zebedeo), tengo que aceptarlo. El foco está en el que estoy siguiendo, no en mí.

Esperemos que podamos tener más fe que Tomás, y ciertamente no ser un instrumento del diablo, como Judas. Pero el diablo se metió con Pedro también, lo que llevó a Jesús a reprenderlo: “Apártate de mí, Satanás.”

Estas son cosas importantes para recordar al discipular a otros. Caminar con Jesús no siempre significa que vamos a ser el centro de atención. No necesariamente significa que tendremos un gran ministerio. Lo que más me impresiona es que cada uno de estos hombres podría estar con Jesús, y ese es mi deseo principal mientras busco caminar cerca de Él.

 

Liderar como Jesús lideró

Andar como Jesús anduvo. Ciertamente Jesús era un líder. De hecho, Él era el mejor líder que ha pisado esta tierra. Liderar como Jesús lideró. Hacer discípulos como Cristo hizo discípulos. Tenemos mucho que aprender de Él. Si andamos como Él anduvo, seremos grandes líderes y haremos grandes discípulos.

Hemos visto a aquellos que Cristo llamó, designó y envió como apóstoles. Hasta ahora, tenían responsabilidades limitadas: sanar a los enfermos, liberar a los endemoniados y predicar el reino. Eso es un gran comienzo, pero cualquier pastor te dirá que ser un líder implica mucho más. Pedro se destacó como un líder natural. Jesús reconoció y alentó aquel liderazgo, pero las mismas cualidades que Dios usaría poderosamente le causaron dolores de cabeza a Jesús. Pedro tenía muchas lecciones para aprender. Los líderes son más propensos a cometer errores que la persona tranquila que se queda atrás.

De las enseñanzas de Jesús y su ejemplo, ¿qué podemos aprender acerca del liderazgo y el tipo de discípulo que queremos formar?

Jesús, ¡haz lo que pidiéremos! Mateo 20:20-28

20 Entonces la madre de Jacobo y de Juan, junto con ellos, se acercó a Jesús y, arrodillándose, le pidió un favor.

Su solicitud refleja el deseo de cada madre de que su hijo tenga éxito. Es difícil decir si Jacobo y Juan se metieron en esto, o si ella los alentó a acercarse a Jesús. La versión de Marcos (Marcos 10:35-45) no la menciona, pero expone la arrogancia de sus hijos: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos (RVR).

¿Has venido al Señor de esa manera? Es bastante atrevido, pero Jesús no condena automáticamente su deseo de un favor por estarfuera de lugar. Él está dispuesto a escuchar su petición.

21 —¿Qué quieres? —le preguntó Jesús.

—Ordena que en tu reino uno de estos dos hijos míos se siente a tu derecha y el otro a tu izquierda.

En lugar de confiar en Jesús para decidir quién debe sentarse a su derecha e izquierda (y aceptar su decisión), esperan que Jesús haga lo que le piden. Juan fue el “discípulo amado” (Juan 13:23 y 21:7). A menudo había una competencia entre Pedro y Juan, y tal vez Juan quería anticipar cualquier intento de Pedro para ganar esta posición.

Es la naturaleza humana querer ser el primero, al menos la naturaleza humana caída. Queremos los mejores lugares, más influencia y más dinero. ¿Estarías tentado de pedirle a Jesús este favor si hubieras sido uno de los Doce? ¿Cómo crees que se sintieron Pedro y Jesús?

22 —No saben lo que están pidiendo —les replicó Jesús—. ¿Pueden acaso beber el trago amargo de la copa que yo voy a beber?

—Sí, podemos.

Jesús era un maestro en el manejo de situaciones incómodas. Él no los reprende, pero responde con una pregunta para ellos. ¡Aprende a usar preguntas como lo hizo Jesús! ¡No te apresures a reprender a alguien! Los hermanos no tienen idea de lo que significa estar tan cerca de Jesús. El liderazgo se ve glamoroso, pero es mucho más complicado que glamoroso. Pregúntale a cualquier pastor o líder del gobierno.

Jacobo y Juan se apresuraron a afirmar que podían beber de la copa que Jesús iba a beber, pero no sabían lo que eso significa. Sin embargo, en nuestra carrera hacia la cima, nosotros también podemos hacer muchas promesas y declaraciones que no sabemos cómo cumplir (o tratar de cumplir).

23 —Ciertamente beberán de mi copa —les dijo Jesús—, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde concederlo. Eso ya lo ha decidido mi Padre.

Jesús muy gentilmente los rehúsa. Parte del liderazgo es aceptar la autoridad de aquellos que están  sobre ti. Jesús no dice que iría a su Padre para interceder por ellos, ni siquiera dice que le gustaría tenerlos sentados a su lado. Qué interesante saber que el Padre preparó estos lugares y eligió a dos personas que se sentarán al lado de Jesús. Podríamos tratar de adivinar quiénes serían, pero es mejor evitar ese tipo de especulación y dejar que Dios sea Dios.

24 Cuando lo oyeron los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos.

Podemos entender fácilmente su indignación, pero le brinda a Jesús una gran oportunidad para instruirlos.

Dos clases de liderazgo

25 Jesús los llamó y les dijo: —Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. 

Hay dos tipos de liderazgo muy diferentes. Primero, los líderes mundanos:

  • Se enseñorean sobre los que están debajo de ellos. (los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos, DHH; tratan a su pueblo con prepotencia, NTV)
  • Creen que el liderazgo es una oportunidad para ejercer su autoridad (hacen alarde de su autoridad, NTV). Si es necesario, usan la fuerza para lograr el cumplimiento.

26 Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, 27 y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; 28 así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

La segunda opción es liderar como Jesús:

  • No mires al mundo en busca de modelos a seguir. El primer paso hacia el verdadero liderazgo es descartar cualquier idea de enseñorearse sobre los demás.
  • La palabra clave es “servidor,” o incluso “esclavo.”
    • Si tú quieres llegar a ser grande, si buscas una alta posición en el reino, busca todas las oportunidades para servir.
    • Deja de lado tus derechos y conviértete en un esclavo voluntario: de Jesús, y también al servicio de otros.
    • Resiste cualquier inclinación a forzar a otros a servirte.
    • Estudia el ejemplo de la servidumbre de Jesús.
  • El líder está dispuesto a dar su vida por aquellos a quienes sirve. Ningún costo es demasiado grande. No hay muchos líderes con esa disposición.

Es fácil para un líder caer en la actitud exigente de “haz lo que te pidiere.” Comienza con las demandas que hacemos a aquellos que están debajo de nosotros, pero arrogantemente puede asumir esa actitud incluso con Dios. ¡Lucha contra eso!

Lavado de pies: Juan 13:13-17

La noche de su traición y arresto, justo antes de la primera Santa Cena, Jesús nos ofreció una poderosa imagen de servidumbre. Por lo general, era la tarea del sirviente o esclavo de la casa lavar los pies polvorientos de los visitantes. Obviamente no era un trabajo agradable; nadie corrió a hacerlo. Jesús sorprendió a sus discípulos al levantarse de la mesa para lavarse los pies. Característicamente, Pedro protesta: Él prefiere lavar los pies de Jesús, pero Jesús insiste en que Pedro se humille y permita que su Señor lo sirva de esta manera.

13 Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. 

Jesús nunca niega su posición. El servicio y la humildad no tienen nada que ver con fingir que tu posición no es importante, pero no te jactes de ella, y no la uses para tu propio beneficio. No exijas que la gente se incline ante ti o te llame por algún título. Jesús evitó los títulos, pero aceptó ser llamado Maestro y Señor. Sin embargo, la implicación de esa posición es muy diferente de lo que podríamos esperar.

14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. 15 Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. 

Ha habido considerable debate sobre el lavado de los pies. ¿Necesitamos realmente seguir el ejemplo de Jesús, o simplemente encontrar otras maneras de humillarnos y servir? Creo que ambos son importantes. Jesús dice explícitamente que debemos hacer lo que Él hizo. Obviamente, servir es mucho más profundo que un lavado de pies de vez en cuando, pero al igual que la Cena del Señor es un gran recordatorio del sacrificio de Jesús, lavar los pies nos recuerda la necesidad de servir humildemente a otros.

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que había un lavado de pies en tu iglesia? Las iglesias que lo practican a menudo lo limitan a la Semana Santa. ¿Por qué no sorprender a la gente y hacerlo un par de veces al año? ¿De qué otras maneras puedes “lavar los pies” la próxima semana?

16 Ciertamente les aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió. 17 ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica.

Jesús ya dijo esto en relación con ellos esperando una persecución (Mateo 10:24). ¿Cómo nos atrevemos a pensar que, como líderes en su Cuerpo, estamos por encima de tareas humillantes como lavar los pies?

¿Quién es el más importante? Lucas 22: 24-30

¿Te comparas a ti mismo con los demás? ¿Eras la mascota del profe en la escuela? ¿O tal vez el favorito de un familiar? ¿Has competido por un puesto en la iglesia o en el trabajo? Cualquiera de ellos puede resultar en cosas feas.

No es sorprendente que los discípulos de Jesús no fueran inmunes a los juegos de poder. Pero, por desgracia, esta controversia se presentó en el Aposento Alto, justo después del poderoso ejemplo de lavar los pies. No habían captado el mensaje después de la petición de Jacobo y Juan.

24 Tuvieron además un altercado sobre cuál de ellos sería el más importante. 25 Jesús les dijo: —Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. 26 No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve. 

Existe el “dictador benévolo;” ha habido muchos en la historia del mundo. La gente puede soportar su tiranía porque son atendidos. Algunos pastores y líderes cristianos también han asumido esa postura, pero todo lo que huele a autoritarismo está fuera de lugar en la iglesia. Esa es una palabra difícil para muchos pastores que creen que pueden gobernar su iglesia con mano dura.

Aquí Jesús incluye la edad con la actitud de un siervo. Por lo general, los jóvenes son vistos como inexpertos e inmaduros. Esto no es un llamado a colocar a los jóvenes en el liderazgo, aunque a veces puede ser apropiado. Más bien, es un llamado a no solo a evitar el autoritarismo que puede acompañar a la edad, sino también a ser como el “más joven,” o, como veremos en un momento, como un niño. Es humillarse voluntariamente y tomar una posición más baja. Entonces tendremos el corazón para liderar como Jesús lideró.

27 Porque, ¿quién es más importante, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No lo es el que está sentado a la mesa? Sin embargo, yo estoy entre ustedes como uno que sirve. 

En el mundo, es obvio que la persona atendida es más importante que la que sirve. No es así en el reino. El cristiano y, especialmente, el líder, se deleita en tomar el lugar más bajo, prefiriendo servir a los demás en lugar de ser servido.

¿Qué te trae más satisfacción? ¿Qué otros te sirvan? ¿O aprovechar cada oportunidad  para servir a otras personas?

28 Ahora bien, ustedes son los que han estado siempre a mi lado en mis pruebas. 29 Por eso, yo mismo les concedo un reino, así como mi Padre me lo concedió a mí, 30 para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Ser un siervo no es incompatible con el poder o la autoridad. Jesús, el servidor más grande de todos, tuvo el reino de los cielos conferido a Él, y Él les pasa ese reino a sus discípulos. Sí, pueden servir mesas aquí en la tierra, pero en el cielo van a comer y beber en la mesa del Señor. ¡Y se sentarán en tronos como jueces!

¿Estás dispuesto a humillarte ahora y confiar en que Dios te levantará en el futuro, si así lo desea?

El más joven es el mayor: Lucas 9:46-48

La discusión en el Aposento Alto no fue la única vez que surgió este tema sobre quién sería el mayor. En otra ocasión Jesús dio otra perspectiva de la grandeza:

46 Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor. 47 Y Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó a un niño y lo puso junto a sí, 48 y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.

Los niños en los días de Jesús no tenían derechos, y ciertamente no serían vistos como grandes en el reino. Los discípulos reflejan esa actitud cuando intentaron mantener a los niños alejados de Jesús (Marcos 10:13-14, también Mateo 19:13-14 y Lucas 18:15-16), pero Jesús se indignó con los discípulos. Los valores del reino a menudo se oponen a los valores del mundo, especialmente nuestra comprensión de la grandeza.

¿Qué palabras vienen a la mente para describir a alguien que es grande? ¿Cómo se compara con la definición de Jesús? ¿Qué gente ha sido grande a los ojos del mundo? ¿Quién dirías que es grande a los ojos de Jesús?

Debes ser como un niño: Mateo 18:3-7

Jesús ha dado varias perspectivas sobre liderazgo y grandeza. Ahora lleva esta cuestión del niño un paso dramático más allá: ni siquiera puedes entrar al reino a menos que te vuelvas como niño.

Entonces dijo: —Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos.Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. 5Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí. 

Una cosa es adoptar una actitud de servicio y humillarte, pero Jesús requiere mucho más, no solo de los líderes, sino de cualquier persona en su reino: Hay que cambiar y ser como niños pequeños.

Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar. 7¡Ay del mundo por las cosas que hacen pecar a la gente! Inevitable es que sucedan, pero ¡ay del que hace pecar a los demás!

Esta es una severa advertencia para los líderes. En tu posición como pastor o líder cristiano, si haces que un creyente sencillo y humilde tropiece, enfrentarás un juicio severo. ¡Esas son palabras muy fuertes! ¿Cuántos creyentes, en su búsqueda de posición, influencia y poder, han hecho tropezar a los creyentes más jóvenes?

Jesús tiene una palabra aleccionadora para el idealista: ¡habrá tropiezos! ¡La gente te hará cosas malas que te ofenden! Ten cuidado de ser demasiado duro contigo mismo si alguien más te ha hecho  tropezar, pero sé honesto acerca de tu responsabilidad en la situación.

  • ¿Hay algo que estás haciendo en este momento que está causando que alguien tropiece?
  • ¿Estás pisoteando a los «pequeños» en tu búsqueda de la cima?
  • ¿Eres como Jacobo y Juan, en busca de posición e influencia? O como su madre, ¿tratando de manipular la situación en beneficio de alguien cercano a ti?
  • ¿Cómo estás demostrando el corazón de un siervo?

Ya sea en casa, en el trabajo o en la iglesia, ¿lideras como Jesús lideró? ¿Qué tipo de discípulo estás formando? ¿Qué ejemplo les ofreces?