.Un verdadero hombre de Dios: I Samuel 14: 1-23

La derrota de Israel parece garantizada:

  • Miles de soldados filisteos bien equipados están cercándolos.
  • Los seiscientos soldados israelitas están desarmados, aterrorizados y escondidos en cuevas.
  • Su líder y rey (Saúl) está destrozado.

No hay ninguna esperanza para Israel, ¿verdad?

Equivocado. Estamos hablando del pueblo de Dios. Incluso en la situación más desesperada, hay un “pero” con Dios; una oportunidad para que Él haga lo imposible. Él es un Dios de milagros. El hombre que Él usa aquí es el tipo de hombre que Dios necesita hoy. Por casualidad es el hijo de Saúl, el mismo Jonatán responsable de este problema, porque él atacó a la guarnición de los filisteos.

Cierto día, Jonatán hijo de Saúl, sin decirle nada a su padre, le ordenó a su escudero: «Ven acá. Vamos a cruzar al otro lado, donde está el destacamento de los filisteos.» Y es que Saúl estaba en las afueras de Guibeá, bajo un granado en Migrón, y tenía con él unos seiscientos hombres. El efod lo llevaba Abías hijo de Ajitob, que era hermano de Icabod, el hijo de Finés y nieto de Elí, sacerdote del Señor en Siló.

Nadie sabía que Jonatán había salido, y para llegar a la guarnición filistea Jonatán tenía que cruzar un paso entre dos peñascos, llamados Bosés y Sene.  El primero estaba al norte, frente a Micmás; el otro, al sur, frente a Gueba.  Así que Jonatán le dijo a su escudero:

—Vamos a cruzar hacia la guarnición de esos paganos. Espero que el Señor nos ayude, pues para él no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos.

—¡Adelante! —respondió el escudero—. Haga usted todo lo que tenga pensado hacer, que cuenta con todo mi apoyo.

—Bien —dijo Jonatán—; vamos a cruzar hasta donde están ellos, para que nos vean.  Si nos dicen: “¡Esperen a que los alcancemos!”, ahí nos quedaremos, en vez de avanzar. Pero si nos dicen: “¡Vengan acá!”, avanzaremos, pues será señal de que el Señor nos va a dar la victoria.

Así pues, los dos se dejaron ver por la guarnición filistea.

—¡Miren —exclamaron los filisteos—, los hebreos empiezan a salir de las cuevas donde estaban escondidos!

Entonces los soldados de la guarnición les gritaron a Jonatán y a su escudero: —¡Vengan acá! Tenemos algo que decirles.

—Ven conmigo —le dijo Jonatán a su escudero—, porque el Señor le ha dado la victoria a Israel.

Jonatán trepó con pies y manos, seguido por su escudero. A los filisteos que eran derribados por Jonatán, el escudero los remataba. En ese primer encuentro, que tuvo lugar en un espacio reducido, Jonatán y su escudero mataron a unos veinte hombres. (1-14)

Me gusta Jonatán. Me identifico con él. Yo lo llamo “un hombre de hombre.” ¿No te gustaría pasar tiempo con él?

Jonatán era un hombre audaz

¡Qué contraste con el ejército israelita oculto, que huyó al otro lado del Jordán, paralizado por el miedo ante esta situación imposible! Jonatán miró a sus paisanos y sabía que no iban a enfrentar al enemigo. Así que él lo hizo. Él ve la necesidad y el fracaso de su padre, y decide que alguien tiene que actuar. Tenía toda la razón al no decirle nada a su padre: Jonatán sabía que Saúl le prohibiría ir. No sólo es Saúl un cobarde, sino que él también impide que los demás actúen con fe. Cuando los hombres valientes quieren levantarse, los cobardes tratan de detenerlos con sus argumentos lógicos.

Hace años, cuando leí sobre el Día D (una batalla clave de la Segunda Guerra Mundial), me sentí abrumado por emoción: la tristeza por la increíble pérdida de vidas, pero también la envidia. Ese día hubo un coraje y una audacia que rara vez vemos hoy. ¿Tenían miedo los soldados? ¡Por supuesto! Pero había líderes audaces, dispuestos a hacer lo necesario para cambiar el rumbo de la guerra.

El mundo de hoy en día está sufriendo por falta de hombres audaces. Hoy vemos mucha cobardía, cuando más necesitamos líderes valientes para enfrentar los desafíos de la familia, la iglesia y el gobierno. El enemigo ha tenido éxito en robarnos de nuestra masculinidad, haciéndonos débiles, cobardes e ineficaces. Dios te diseñó para tomar la iniciativa e impactar tu mundo con santa osadía, una cualidad esencial del hombre de Dios.

  • La audacia se define como valor, osadía y atrevimiento al hablar o actuar. La valentía se define como esfuerzo, vigor, decisión.
  • Tres veces Dios le ordenó a Josué que fuera fuerte y valiente (Josué 1).
  • Dios hizo a David audaz y fuerte de corazón.
  • “Los perversos huyen aun cuando nadie los persigue, pero los justos son tan valientes como el león.” (Proverbios 28:1, NTV)
  • Los creyentes en Hechos 4 le piden a Dios que hablasen la palabra sin temor, con denuedo y valor.

¿Cómo puedes convertirte en un hombre audaz y valiente? Busca a Dios. Cuanto más reflejes la imagen de Dios, más audaz serás.

El mundo piensa del hombre audaz como muy macho, mujeriego, fumando y tomando. Es muy independiente y siempre está listo para pelear y pisotear a todos a su alrededor. Jonatán era un hombre audaz – pero no como esa imagen del hombre del mundo. Fue un denuedo gobernado por el Señor.

Jonatán era un hombre de fe

Tal vez él se hizo muy amigo de David porque su corazón también latía con el corazón de Dios: “Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos.” La reputación de Dios estaba en juego, y él sabía que Dios quiere revelar su poder salvador.

La fe se demuestra al ir a un lugar donde Dios puede usarte, donde la fe se combina con santa osadía. La fe está dispuesta a ser vulnerable y tomar riesgos, confiando en que Dios te va a usar y proteger. La falta de fe puede impedir que hables con tu vecino sobre Cristo o que ores por la sanación de alguien, en caso de que no se sane y tú parezcas estúpido.

La fe es ver las cosas desde la perspectiva de Dios: “Para Dios no es difícil salvarnos, ya sea con muchos o con pocos.» ¿Tienes esa fe para la salvación de tu familia? ¿Puedes decir con Jeremías: “Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti?” (Jeremías 32:17, RVR) ¿O sólo ves los obstáculos? La fe es consciente de ellos, pero también es consciente de un Dios mucho más grande. La fe tiene una clara comprensión de quiénes somos en Cristo, y quién es nuestro enemigo. La fe nos da la confianza de que Dios está con nosotros.

La fe también incluye buscar a Dios y confiar en que Él te guiará. No pongas a Dios a prueba. No recomiendo buscar una señal como lo hizo Jonatán, pero la fe confía en que Dios te apoyará cuando des un paso de fe. Jonatán se puso a disposición de Dios, confiando en que Él haría un milagro, si era su voluntad. También creía que Dios lo protegería si no sucediera. Lo que Jonatán hizo fue muy diferente de la presunción que hoy se llama fe. Él no salió «declarando» la victoria y exigiendo que Dios hiciera lo que él quería que hiciera. La fe se somete a Dios, y con confianza le espera para mostrar el camino. Cuando Dios confirmó su dirección, Jonatán estaba listo para obedecer.

Dios está buscando a hombres que combinen la audacia con la fe, que vean los desafíos y los campos de batalla como oportunidades para que Él trabaje. Dios puede usar a un solo hombre, completamente entregado a Él, cuya pasión masculina está dirigida por una relación dinámica con su Creador. Tenemos que escapar de la mentalidad “más grande es mejor.” La fe como una semilla de mostaza puede mover montañas. Un hombre valiente y listo para salir con fe puede cambiar el mundo. Pero para hacer eso, ese hombre necesita dos cualidades más.

Jonatán tenía amistades genuinas

Los hombres audaces pueden ser individualistas, y los hombres de fe a menudo luchan en las relaciones. Pero amistades cercanas son parte del plan de Dios para nosotros. El hombre de Dios – como Jonatán – sabe cómo compartir su corazón y su vida con los demás. Él se acercó a otros hombres, y ellos respondieron. Él ya había elegido un escudero, y ahora se embarcaron juntos en esta aventura. Pero era algo más que una relación de trabajo. El escudero dice: “Yo estoy contigo en cuerpo y alma.” ¿Te gustaría escuchar esas palabras de un amigo? ¿Alguna vez has tenido esa clase de amigo?

La verdadera masculinidad como la de Jonatán atrae a otros: a mujeres, sí,  pero también a otros hombres. Esas relaciones profundas alientan nuestra valentía. Un hombre de Dios comparte su corazón e inspira compromiso. Los hombres cuyos corazones están unidos tendrán un impacto en nuestro mundo.

Jonatán quería glorificar a Dios

Un hombre de Dios está preocupado por el nombre y la gloria de Dios. El hombre que busca su propia gloria no puede ser usado por Dios.

Hay pocos hombres con estas cuatro cualidades: audacia, fe, buenas amistades y celos por la gloria de Dios. De todo el ejército de Israel, Jonatán parece ser el único “hombre de verdad.” Es probable que tú no encuentres muchos como él. El pecado nos ha marcado profundamente. Pero cuando te encuentras con un hombre como Jonatán, acércate a él, trabaja con él, dale tu apoyo y aprende de él.

Esta experiencia no está fuera de tu alcance. Dios te hizo hombre, y Él quiere que tú seas plenamente hombre. Deja que el ejemplo y la fuerza de Jonatán te alienten.

¿Y dónde estaba Saúl?

¡Qué contraste entre la cobardía del padre y la masculinidad piadosa de su hijo! A pesar de Saúl, Jonatán salvó a Israel ese día.

Mientras tanto, Saúl y sus seiscientos hombres acamparon en las afueras de Guibeá alrededor del árbol de granadas de Migrón. Entre los hombres de Saúl estaba Ahías, el sacerdote, que vestía el efod, el chaleco sacerdotal. Ahías era hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote del Señor que había servido en Silo.

Nadie se dio cuenta de que Jonatán había dejado el campamento israelita. (2-3, NTV)

Como hemos visto, Dios usó a Jonatán para llenar a los filisteos de pánico. Cuando nosotros hacemos nuestra parte (tal vez el 10% del trabajo), Dios se levanta y hace el 90%.

Cundió entonces el pánico en el campamento filisteo y entre el ejército que estaba en el campo abierto. Todos ellos se acobardaron, incluso los soldados de la guarnición y las tropas de asalto. Hasta la tierra tembló, y hubo un pánico extraordinario. Desde Guibeá de Benjamín, los centinelas de Saúl podían ver que el campamento huía en desbandada. Saúl dijo entonces a sus soldados: «Pasen revista, a ver quién de los nuestros falta.» Así lo hicieron, y resultó que faltaban Jonatán y su escudero.

Entonces Saúl le pidió a Ahías que trajera el arca de Dios. (En aquel tiempo el arca estaba con los israelitas.)  Pero mientras hablaban, el desconcierto en el campo filisteo se hizo peor, así que Saúl le dijo al sacerdote: «¡No lo hagas!»

En seguida Saúl reunió a su ejército, y todos juntos se lanzaron a la batalla. Era tal la confusión entre los filisteos, que se mataban unos a otros.  Además, los hebreos que hacía tiempo se habían unido a los filisteos, y que estaban con ellos en el campamento, se pasaron a las filas de los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán.  Y los israelitas que se habían escondido en los montes de Efraín, al oír que los filisteos huían, se unieron a la batalla para perseguirlos. Así libró el Señor a Israel aquel día, y la batalla se extendió más allá de Bet Avén. (15-23)

Con valentía y fe, Jonatán fue a la batalla. Vemos ahora que algunos judíos habían abandonado al ejército de Israel y se unieron a los filisteos, pero el ejemplo de Jonatán los anima a volver al ejército de Israel. Otros que se escondieron también vuelven a la batalla. Cuando un verdadero hombre de Dios se levanta en fe y valor, los hombres que se apartaron del Señor o se retiraron, volverán a la batalla.

¿Y Saúl? ¡Estaba sentado bajo un árbol de granadas! ¿Qué estaba haciendo allí cuando su ejército estaba a punto de ser devastado?

Saúl está desconectado de su mundo

Muchos hombres están sentados bajo los árboles de granadas, en lugar de impactar poderosamente su mundo. El enemigo viene contra su matrimonio, su familia, su iglesia y su país – y ellos están en casa, pegados a Internet o la tele. Están paralizados, desperdiciando sus vidas y retirados de sus esposas, familias y amigos. Es una fuerte tentación. ¡Resístela! Si tú has caído preso de esa parálisis, arrepiéntete, levántate y muévete. Busca a un Jonatán, y haz guerra junto con él.

Saúl tenía una religión retorcida

Aquí hay dos historias completamente diferentes. No es por casualidad que nadie notó que Jonatán se había ido. Estaban en mundos tan diferentes que ni siquiera sabían lo que Jonatán hizo. Dios estaba en el campo de batalla, con Jonatán y su escudero. Dios envió el pánico a los filisteos y rescató a Israel. Saúl vio la acción desde lejos, buscando una explicación de lo que Dios estaba haciendo y averiguando quién había dejado el campamento. No podía creer que uno de sus hombres fuera responsable de esta gran victoria.

Saúl estaba rodeado de hombres “religiosos” que formaban parte del sacerdocio institucionalizado. Ahías llevaba un efod, el manto sacerdotal. Los sacerdotes con él eran los nietos perversos de Elí. Para cubrir todas las bases, Saúl pidió el arca. El pánico en el campamento de los filisteos fue cada vez mayor, y Saúl estaba perdiendo tiempo precioso. Estaba demasiado ocupado siendo religioso para involucrarse en lo que Dios estaba haciendo. Él todavía estaba preparándose, mientras Dios ya estaba peleando la batalla.

Muchos hombres se esconden hoy en las iglesias, discutiendo teología, profecías o el programa para el domingo. Están perdidos en una religión muerta, mientras Dios está trabajando. Están buscando una explicación teológica adecuada, mientras que Dios está derrotando al enemigo. Ellos recuerdan con cariño los “días de gloria” de la iglesia, mientras que Dios se está moviendo en otros lugares. Ellos siempre se preparan para la batalla, cuando Dios ya les ha dado la victoria, si solamente se levantan y hacen algo.

Saúl es el ejemplo perfecto del hombre castrado. ¿Quieres perder tu virilidad? Entonces, sigue el camino de la desobediencia y usa la religión para tu propio beneficio, como Saúl. Céntrate en ti mismo y en tu reputación, tu apariencia y tus habilidades – o la falta de ellas. En cierto modo, es el camino más fácil – pero mucho menos gratificante.

Las diferencias entre padre e hijo son increíbles. ¡Es alentador saber que puedes tener a un padre como Saúl, y aun así salir bien! ¡O ser un mal padre como Saúl, y tener a un hijo maravilloso! Nuestras almas anhelan ser como Jonatán: un hombre de audacia y fe; un buen amigo, y fiel. Un hombre que transforma su mundo y se mueve en poder y fuerza para la gloria de Dios. Acércate a Jesús, el mejor modelo de virilidad. Cuanto más su imagen se restaure en ti, más vivo te sentirás como hombre. ¿Qué clase de hombre quieres ser?

 

Cómo ganar batallas 1 Samuel 13:16-22

Cuando hace buen tiempo, la mayoría de nosotros navegamos bien. Pero en este mundo las tormentas son garantizadas. Si no planeamos para la tormenta, puedes volverte loco y hasta morir cuando llegue, porque no estás preparado. Tu éxito en las batallas de esta vida depende en gran medida de lo que hiciste de antemano.

Saúl no estaba listo para la batalla, y ahora es casi seguro que un desastre le espera:

  • Había fracasado como rey.
  • Apenas recibió la noticia que perdería su reino debido a su desobediencia.
  • Casi todos – ¡incluso Samuel! – lo abandonaron.

Saúl estaba angustiado y desesperado, pero el enemigo no se retira. Saúl todavía tenía que luchar con los filisteos.

Saúl y su hijo Jonatán, junto con sus soldados, se quedaron en Gueba de Benjamín, mientras que los filisteos seguían acampados en Micmás. Del campamento filisteo salió una tropa de asalto dividida en tres grupos: uno de ellos avanzó por el camino de Ofra, hacia el territorio de Súal; otro, por Bet Jorón; y el tercero, por la frontera del valle de Zeboyín, en dirección al desierto.

En todo el territorio de Israel no había un solo herrero, pues los filisteos no permitían que los hebreos se forjaran espadas y lanzas. Por tanto, todo Israel dependía de los filisteos para que les afilaran los arados, los azadones, las hachas y las hoces. Por un arado o un azadón cobraban ocho gramos de plata, y cuatro gramos por una horqueta o un hacha, o por arreglar las aguijadas.  Así que ninguno de los soldados israelitas tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán. (16-22)

Tú puedes tener tus dudas acerca de la competencia del gobierno de tu país, pero esto es increíble: Los pocos soldados que quedaron van a luchar contra los filisteos – sin armas. ¡Un ejército sin espada o lanza! Qué locura, ¿verdad? Absolutamente, pero nosotros hacemos lo mismo. Entramos en la batalla sin armas, pensando que Dios nos salvará, o de alguna manera saldremos bien. Muchos pasan por la vida así. Ya sea por falta de preparación o por circunstancias fuera de tu control, la vida es abrumadora. Por supuesto Dios puede intervenir, pero tu preparación puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Tu fuerza y recursos pueden agotarse, pero si estás preparado, tú puedes prevalecer. ¿Tienes seguro para tu carro o casa, en caso de accidente o catástrofe? Tu preparación para las batallas es tu seguro. No es una falta de fe. Es obediencia a lo que Dios nos manda a hacer en su Palabra. Prepárate ahora para batallas inesperadas. Es demasiado tarde para buscar armas en el día de la batalla. No seas como las vírgenes que fueron a buscar aceite en el último momento (Mateo 25:1-13).  He pasado por varios huracanes. Cuando llegan los vientos y la lluvia, es demasiado tarde para cubrir las ventanas y asegurar las puertas. Descubres rápidamente si estás bien preparado o no.

 Obediencia: La mejor preparación para la victoria en la batalla

Saúl acaba de perder su reino por desobedecer una orden aparentemente insignificante sobre un sacrificio. La mejor estrategia para una victoria en la batalla es desarrollar un hábito de obediencia escrupulosa. Es simple, pero el concepto es bíblico:

  • Dios quiere que triunfes.
  • Él sabe todo sobre el enemigo y cómo derrotarlo.
  • Si caminas en obediencia a Dios, Él dirigirá tus pasos hacia la victoria.

Tú puedes tener todas las armas, pero si no estás obedeciendo a Dios, no te servirán. Tú puedes leer todos los libros sobre la guerra espiritual y conocer todas las tácticas para derrotar al enemigo, pero si tu vida no está alineada con la Palabra de Dios, no te ayudará mucho. Las armas son peligrosas e ineficaces en las manos de un soldado que no sigue las órdenes. Él tiene que pasar meses de entrenamiento básico para aprender la obediencia a sus superiores. Cuando ellos estén confiados de que obedecerá, le dan armas y le enseñan cómo usarlas. Si tienes un problema con la obediencia, comienza aquí. Es tu fundamento para la victoria en la batalla.

No hagas acuerdos con el enemigo

¿Notaste el acuerdo absurdo que hizo Israel? ¡Tenían un acuerdo no escrito de que los filisteos harían todo su trabajo de herrería!  A los israelitas no se les permitió hacerlo, y eso después de años de guerra entre las dos naciones. ¡Los filisteos podrían haber colocado agentes en Israel para denunciar cualquier herrero ilegal! Saúl no hizo el acuerdo, pero como rey, era responsable de guardar la ley de Dios. Él debe saber cómo se entristece al Señor entrar en pactos con una nación pagana: «Cuando el Señor tu Dios te las haya entregado y tú las hayas derrotado, deberás destruirlas por completo. No harás ningún pacto con ellas, ni les tendrás compasión.» (Deuteronomio 7:2) Eso suena duro, pero Dios siempre tiene un propósito por sus mandamientos, aunque puede no ser obvio inmediatamente.

Muchos de nosotros tenemos acuerdos no escritos con el enemigo; arreglos que parecen beneficiosos. Israel aceptó su engaño: “Los filisteos sólo quieren ayudarnos porque no tenemos las herramientas o habilidades necesarias. ¡Incluso nos dan un descuento!” ¡No lo creas! Puede ser la mejor persona. Parece una locura pensar que podrían estar trabajando para el diablo. Probablemente había buenas amistades entre los judíos y sus herreros filisteos. Olvidaron que ellos adoraban a otro dios y sus líderes los querían muertos. Costará más tiempo y dinero, pero Israel debería haber rechazado la oferta.

Como Saúl estaba aprendiendo, los filisteos eran en realidad el enemigo. La gente más simpática del mundo todavía puede ser utilizada por nuestro enemigo. No quiero decir que estén poseídos por demonios o que no debes tener nada que ver con ellos. Pero si no son parte del reino de Dios, Satanás puede engañarlos y usarlos para lograr sus propósitos, el principal de los cuales es tu destrucción. Cuando intentamos salir de esos acuerdos, Satanás lo hace casi imposible. ¿Recuerdas la prohibición contra un yugo desigual? (2 Corintios 6:14)

¿Qué acuerdos has hecho?

¿Cuáles son algunos de los pactos, acuerdos o alianzas que has hecho con el enemigo? Aquí hay algunos de los más comunes:

Matrimonio. En la relación más íntima, muchos creyentes entran en yugos desiguales con los incrédulos, que resultan en angustia sin fin y se alejan de Cristo. Y no puedes retirarte de este acuerdo. La Biblia no permite el divorcio porque te casaste por error con un incrédulo. Si ella decide irse, tú estás libre de ese compromiso, pero de lo contrario tienes que vivir con las consecuencias de tu decisión.

Negocios. Conocí a muchos hombres que estaban en la cárcel porque hacían negocios con el enemigo. Obviamente, si tú tienes un negocio, no puedes tratar exclusivamente con los cristianos. Pero cuando haces alianzas con los incrédulos, puedes esperar problemas.

Política. Ten cuidado con la participación en la política y el gobierno. Es posible hacer acuerdos con los filisteos. Israel confió en su enemigo (una nación dedicada a su destrucción) por las necesidades diarias. ¿Somos demasiado dependientes de las dádivas del gobierno? He visto a organizaciones cristianas atadas por todas las reglas de gobierno que deben mantener para recibir sus fondos o aprobación.

Otros han sido atrapados por las drogas y el alcohol. Muchos corren a los filisteos para su entretenimiento y educación. La dependencia de Israel se convirtió en una debilidad mortal. ¿Cómo estás dependiendo del enemigo? ¿Cómo puedes romper esos acuerdos?

Conoce a tu enemigo

Israel también mostró una ignorancia espantosa de su enemigo. Parecían muy cómodos con este acogedor arreglo con los herreros filisteos. Ellos no pensaron en todo el dinero que estaban dando a su enemigo. No se dieron cuenta de lo peligroso que era no tener forma de fabricar armas.

Mientras tanto, como suele ser el caso, el enemigo era muy astuto, asegurándose de que Israel tuviera que seguir viniendo a ellos. Era obvio que Israel no sería una gran amenaza si pudieran mantenerlo dependiente. En las batallas de hoy, el mundo con frecuencia nos engaña. Ellos saben exactamente lo que se necesita para obligar a la gente a depender de ellos, gastando miles de millones en publicidad y una amplia investigación de mercado. Y, como Israel, estamos contentos de llenar nuestras mentes con sus engaños, y no vemos la trampa. Cuando la batalla se vuelve intensa, nos preguntamos por qué estamos perdiendo.

Sé inteligente acerca de tu enemigo. No seas acogedor con él o con su sistema mundial. Estudia cómo Satanás ha atrapado a la gente en el pasado. Mira el mundo y observa sus métodos. Conoce sus tácticas para que puedas reconocer el acuerdo que te ofrezca – y rechazarlo.

Prepara tus armas

Si tú eres un cristiano, ya estás en el campo de batalla. Asegúrate de que tus armas estén en orden. ¿Qué son? Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. (2 Corintios 10:4, Efesios 6:12)

Algunos cristianos llevan las armas del mundo y luchan como el mundo. En el tribunal, utilizan el sistema legal. En el gobierno, usan la política. Si vamos a participar en los tribunales o el gobierno, tenemos que asegurarnos de que estamos luchando con armas espirituales.

Las armas de nuestra milicia

Hay muchos buenos libros sobre la guerra espiritual, pero quiero mencionar cinco de nuestras armas más importantes:

  1. Oración. ¿Cómo es tu vida de oración? ¿Vas a perder la batalla porque nunca has aprendido a usar esta arma? Mucho más allá de llevar peticiones a Dios, necesitas la oración de guerra, dirigida por el Espíritu. ¿Estás orando regularmente con otros creyentes?
  2. La Palabra de Dios, la espada del Espíritu. Tal como Israel corrió a los filisteos para conseguir sus armas, muchos cristianos corren al enemigo por su espada. Sus creencias y cosmovisión están más conformadas por los medios de comunicación y los pensadores brillantes del mundo que la Biblia. Tú perderás la batalla de esa manera. Una espada colgada en tu pared no te ayudará en el campo de batalla, ni tampoco una Biblia acostada en tu estante. ¿Cuánto de ella realmente está en tu corazón? Estudia la Palabra, y proclámala como lo hizo Jesús cuando fue tentado por el enemigo.
  3. Adoración. Cuando comenzamos a adorar a Dios, el diablo huye. ¿Adoras a Dios en privado? ¿Entras en las alabanzas en tu iglesia? ¿O es el culto sólo entretenimiento – una manera de sentirse bien? ¿Estás aprovechando cada oportunidad para adorar a Dios?
  4. Unidad. Hay un gran poder en los hermanos cuyos corazones se entrelazan. Si el diablo nos puede dividir, puede derrotarnos. La oración unida es particularmente poderosa.
  5. La armadura espiritual en Efesios 6. Al igual que tu no saldrías de tu casa en ropa interior, no empieces el día sin ponerte tu armadura espiritual.

Saúl hizo una cosa más que era inexcusable. Él y su hijo Jonatán estaban armados, pero descuidó de armar a sus tropas. Si tú eres un pastor, esa es tu responsabilidad. No caigas en el pecado de Saúl de estar listo para la batalla, sin equipar a los creyentes a tu cuidado.

Ahora es el momento de comenzar a prepararte para la batalla. ¿Dónde has hecho pactos y acuerdos con el enemigo? Rompe esos acuerdos y confía en que Dios proveerá para ti. Alista tus armas. Tú tienes a un enemigo que quiere destruirte.

 

Efesios 2:1-10  Como Dios cumple su plan: Primero, nuestra salvación

El primer capítulo de esta carta nos da una visión gloriosa de nuestras bendiciones en Cristo Jesús. Hemos visto el gran poder de Dios disponible para nosotros y la posición exaltada de su iglesia, el Cuerpo de Cristo. Ahora Pablo vuelve atrás para recordarnos de quiénes éramos, y cómo Dios nos ha transformado. Tenemos tantas riquezas como hijos adoptados de Dios que estamos tentados a vanagloriarnos o jactarnos. De hecho, muchas veces alguien que Dios rescató de una vida perdida en las drogas, el alcohol, el adulterio (o cualquier otro pecado) quiere olvidarse de su vida anterior. Por desgracia, puede convertirse en un fariseo, despreciando a aquellos que permanecen en esos pecados. Para mantenernos humildes, a veces es bueno recordar de dónde vinimos.

Estábamos todos muertos

Los primeros tres versículos de este capítulo describen la condición humana. Son un resumen breve de los primeros tres capítulos de Romanos.

1Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados. (NTV)

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. (RVR)

El hombre sin Cristo está muerto. No hay nada que el hombre pueda hacer para salvarse o ayudarse a sí mismo. Todos comenzamos allí. No importa el pecado. Todos somos pecadores. Todos estamos muertos. No importa la causa de muerte. Cada hombre muerto es igual:

  • No tiene vida.
  • No tiene esperanza.
  • No tiene nada.

Los “muchos pecados” pueden ser una variedad de delitos contra Dios y contra otros, pero la raíz del pecado es nuestra rebelión y desobediencia. Por naturaleza queremos hacer las cosas a nuestra manera. Nos resistimos la autoridad. Todos los días desobedecíamos lo que sabíamos que era lo recto.

Pero hay otra dinámica en juego que contribuye a nuestra muerte.

El príncipe de la potestad del aire

Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible —, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. (NTV)

En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. (RVR)

Varias veces en estos versículos Pablo enfatiza la verdad de que todos éramos iguales. No hay nadie mejor que el otro. Ya fuera un político, un hombre de negocios o el criminal peor de la calle, todos obedecíamos al diablo. Todos teníamos un corazón corrupto. El pecado es pecado. Es más difícil para la persona respetable confesar que él es un pecador que necesita salvación, que para el adicto que es más consciente de que necesita a un Salvador.

Todos vivíamos y andábamos en el mundo, y este sistema de valores corruptos contribuye a nuestro problema. Es parte de esa trinidad que batallamos: la carne, el mundo y el diablo. El mundo de hoy en día es más corrupto que nunca. Los medios de comunicación, especialmente la televisión e Internet, tienen una influencia poderosa (casi completamente mala). Por desgracia, la mayoría de los cristianos pasan mucho más tiempo frente a esas pantallas que frente a sus Biblias y el rostro de Dios.

Hace muchos años hubo un comediante llamado Flip Wilson que hizo popular el dicho “El diablo me hizo hacerlo.” Es muy fácil culpar al diablo por nuestra rebelión y pecado. Hay que asumir la responsabilidad de nuestras propias decisiones. Pero, (aunque muchos se burlan de los que siempre hablan del diablo), la verdad es que aquellos que no están bajo el señorío de Jesús están bajo el poder del maligno. Tenemos que recordar eso cuando relacionamos con compañeros de trabajo y familiares no salvos. Para saquear los bienes del enemigo, primero tenemos que atar al hombre fuerte (Mateo 12:29).

¿Qué enseña este versículo?

  • El diablo es un espíritu. Hay un gran ejército de demonios en un mundo invisible y espiritual, y el diablo es su líder.
  • Sin saberlo, gente sin Cristo obedecen los deseos y pensamientos que el diablo siembra en sus corazones. Seguimos la corriente de este mundo. Pocas personas conscientemente quieren servir al diablo, pero Satanás es muy astuto y sabe muy bien cómo aparecer como un ángel de luz.
  • El diablo ejerce su poder en los que viven en la desobediencia (NVI). No se supone que sean cristianos, pero el creyente que permanece en desobediencia a Dios abre su corazón al diablo otra vez, y le permite establecer fortalezas en su vida.

La naturaleza pecaminosa

Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás. (NTV)

Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. (RVR)

Ahora Pablo cambia el enfoque. Sí, es cierto que el diablo actúa en el corazón del rebelde, pero también hay dos influencias muy potentes en cada ser humano. Son dos lados de nuestra carne:

  • Nuestras pasiones. Los deseos de nuestra carne (RVR). Somos impulsados por nuestros deseos pecaminosos (NVI). Todos nosotros sabemos lo que es vivir así. No hay nada nuevo ni nada extraño. La mayoría de la gente del mundo, sin pensarlo mucho, hacen lo que les da la gana hacer. Hay deseos y pasiones normales dados por Dios; el problema es cuando estamos dominados por esas pasiones. Dios nos ayuda a ejercer el autodominio.
  • Nuestra naturaleza pecaminosa. El pecado, que entró en nuestra raza cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios, ha sido una plaga a través de las generaciones. Nacimos con una naturaleza caída. La NVI dice siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. El “yo” está en el centro del universo. Es nuestra voluntad que importa, y nuestros propósitos que valoramos.

Toda la raza merece la pena de muerte. Aparte de la gracia y salvación de Dios, somos objetos de su ira. La situación de verdad está fea, y parece que no hay salida o remedio.

El gran “pero”

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!

Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) (NTV)

 Un hombre muerto no puede hacer nada. Estaríamos perdidos y condenados a un castigo eternal sin la intervención de Dios. Todo cambió cuando Cristo murió en la cruz y el Padre lo levantó de los muertos. Dios tomó la iniciativa e hizo lo necesario para rescatarnos y salvarnos. ¿Por qué?

  • Es rico en misericordia.
  • Nos ama.
  • Él nos dio vida al principio, y quiere resucitar a todos sus hijos junto con Cristo.
  • Es un Dios de gracia.
  • Y (en el verso 7) es un Dios bondadoso.

Unidos a Cristo

Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales.

Pues nos levantó de los muertos junto con Cristo y nos sentó con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo Jesús. (NTV)

Aquí lo dice por primera vez, y lo repite en el verso 7: Estamos unidos a Cristo Jesús. Eso es maravilloso. Él apenas describió nuestro pecado y rebelión, pero Dios llega al extremo y hace lo más radical posible por nosotros: ¡Compartimos toda la vida con Cristo!

  • Nos levantó de los muertos juntos, en unión con Cristo.
  • Nos sentó con Cristo en los lugares celestiales.
  • Estamos unidos a Cristo.

¿Te das cuenta del gran privilegio de estar sentado con Cristo? ¿Qué implica estar unidos a Cristo? No lo dice aquí, pero morimos con Cristo. Crucificamos la carne. Esta muerte se simboliza en el bautismo, junto con nuestra resurrección cuando salimos de las aguas. El bautismo es poderoso porque es un símbolo de esta unión con Cristo. Sería genial simplemente estar unidos con Cristo en su nueva vida, pero también estamos sentados con Él en los tronos que Cristo comparte con nosotros en el cielo. Mucho más que la fe (los demonios también creen y tiemblan), y mucho más que una relación, estamos ahora en unión con Cristo.

Ejemplos de la gracia de Dios

Para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de su gracia, que por su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús.

De modo que, en los tiempos futuros, Dios puede ponernos como ejemplos de la increíble riqueza de la gracia y la bondad que nos tuvo, como se ve en todo lo que ha hecho por nosotros, que estamos unidos a Cristo Jesús. (NTV)

Ya lo vimos en el capítulo 1, versos 6 y 12: Dios se siente obligado a demostrar a los principados y potestades, y los seres humanos que presten atención, la increíble riqueza de su gracia y bondad. En algún tiempo futuro Dios va a presentarnos como ejemplos de esa gracia. Si esto es tan importante para Dios, lógicamente Él hará todo lo posible para presentar un buen ejemplo. Él nos transformará a la imagen de Jesús. ¿Por qué en los tiempos futuros? Tal vez para darle la oportunidad de incluir a todos los posibles, o para terminar la buena obra que comenzó en nosotros.

Salvos por gracia por medio de la fe

Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios.La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. (NTV)

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (RVR)

Una vez más, Pablo quiere dejar muy claro que todas estas bendiciones no tienen nada que ver con nuestros méritos. El contraste entre nuestra condición anterior y nuestra nueva vida en Cristo es muy impresionante, y ¡todo es por la gracia de Dios! Dios lo prefiere así, porque nadie puede jactarse de ser salvo. Una vez más, todos somos iguales: muertos y condenados al infierno. Lo único que nosotros podemos hacer es creer cuando escuchamos el evangelio.

  • Dios nos salvó por su gracia.
  • Nadie tiene ningún mérito en esa salvación.
  • Es un regalo de Dios.
  • No es una recompensa por las cosas buenas que hayamos hecho, porque nadie tiene buenas obras suficientes para compensar nuestro pecado.

Creados para buenas obras

10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (RVR)

Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás. (NTV)

El primer propósito de Dios en nuestra salvación es presentar un buen testimonio que le traiga mucha alabanza. Ahora vemos el segundo propósito: Dios preparó buenas obras de antemano para nosotros. Él nos forma específicamente para hacer esas buenas obras. Somos hechura suya, y Él sabe exactamente lo que está haciendo. Solo hace cosas de primera calidad. Tú y yo somos obras maestras de Dios, más impresionantes que las cosas más hermosas de la naturaleza. Somos hechos a imagen de Dios; con mucho cariño Él nos vuelve a formar de nuevo cuando aceptamos a Cristo. Nos creó de nuevo en Cristo; somos creados en Cristo.

Al principio de este capítulo, leímos que andábamos en delitos y pecados, pero Dios intervino: ¡Ahora andamos en buenas obras!

Para la reflexión:

  • ¿Sabes cuáles son esas buenas obras que Dios preparó para ti? ¿Estás andando en ellas?
  • ¿Eres salvo? ¿Has experimentado la gracia de Dios y, por fe, has aceptado el don de salvación?
  • ¿Estás viviendo en unión con Cristo? Honestamente, ¿tienes alguna idea de lo que significa estar unido a Cristo?
  • ¿Cuánta influencia tiene tu carne (con sus deseos y pasiones), el mundo y el diablo en tu vida diaria? ¿Cómo la compara con la influencia de la Palabra y el Espíritu de Dios?

 

Saúl pierde el reino: I Samuel 13:1-15

Introduccion a la segunda parte de HECHO PARA REINAR

Adán perdió el Edén y fue condenado a trabajo duro por el resto de su vida. Sin embargo, nunca perdió su mandato de reinar, un mandato que se extiende a nosotros hoy. De hecho, a pesar de nuestro pecado, Dios tenía planes para expandir nuestra autoridad:

”Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.” (Apocalipsis 5:10, RVR)

Sí, ahora eres un príncipe y sacerdote al servicio de Dios todopoderoso. Exige una formación intensiva, y Dios está usando tus circunstancias actuales para prepararte para reinar en la tierra:

“Ellos serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.” (Apocalipsis 20:6, RVR)

Esa autoridad se ampliará aún más. Lo que comenzó con el cuidado de su creación se convierte en participación en el reinado de Cristo por toda la eternidad:

“Y reinarán por los siglos de los siglos.” (Apocalipsis 22: 5, RVR)

Eso es increíble. ¿Estás listo? El desafío es mantener tus ojos en ese trono cuando este mundo ofrece tanto que te distrae.

¿La flor de tu vida?

Esta segunda parte de tu vida comienza en los años treinta y se extiende hasta los cincuenta. Si pensamos en tu vida como un día, esta parte es 9 a 5, la parte más productiva del día. O, en días libres, horas llenas de tiempo en familia, un partido de futbol con tus amigos o un pasatiempo.

La vida debe ser muy buena. Ya tienes una mujer, hijos, más dinero y más cosas materiales. Con el favor de Dios, ya tienes una fe sólida y estás prosperando en tu vocación. Pero lamentablemente es a menudo un tiempo de prueba. Si tú eres como muchos hombres, ya las imperfecciones de tu esposa son más evidentes. Ya ella pesa más. Ella puede estar muy ocupada con sus hijos o con su carrera. Tú puedes tener luchas con la pornografía y otras mujeres. Puedes incluso haber hablado (o pensado) de divorcio. Tus hijos adolescentes ponen a prueba tu paciencia, quebranten tu corazón y crean conflictos entre tú y tu esposa. Tú también puedes pesar más de lo que quisieras. Aunque estés rodeado de gente, tú puedes sentirte muy solo. Ya te das cuenta de que tu vida está pasando muy rápidamente. Puedes sentirte atrapado en una carrera que no te satisface. Tú creías que habrías logrado más a esta edad. Es  más difícil cambiar, y eres más consciente de tus limitaciones. Ya no tienes el lujo de perder oportunidades o cometer grandes errores. Te enfrentas a lo que realmente eres, y no todo es bueno. Todavía es posible hacer algunos ajustes en tu vida espiritual y familiar, aunque cuesta mucho. Tal vez la mayoría de los hombres, en lugar de hacer esos ajustes, se acomoden en patrones poco saludables que serán difíciles de romper.

Cuando Saúl empezó esta segunda parte de su vida, finalmente parece que estaba a punto de convertirse en un rey exitoso. Él tiene las promesas y la unción de Dios, y el apoyo de Samuel. La gente lo ama. Él levantó un ejército potente y ganó una batalla importante. Pero en lugar de establecer su reino y usar su autoridad para el bien de la nación, las cosas empiezan a desmoronarse. En lugar de fuerza, vemos cobardía. Las debilidades de Saúl son dolorosamente evidentes, y toma una mala decisión tras otra. Su historia está llena de lecciones sobre lo que puede salir mal en la flor de tu vida.

Saúl pierde el reino:  I Samuel 13:1-15

Saúl tenía treinta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y su reinado duró cuarenta y dos años. (1, NVI)

Saúl ya tenía al menos varios meses reinando sobre Israel. Entonces ¿por qué haría la Biblia este tipo de declaración sumaria, que por lo general viene al principio o al final del reinado de un rey? El autor inspirado está dejándonos saber que este es un punto de inflexión. Es el comienzo de la segunda parte de la vida de Saúl. Tuvo un largo reinado, pero fue más como una larga pena de prisión, marcado por malas decisiones. El juego continúa durante muchos años, pero ya sabes que no puedes ganar. Aquí, al principio, Saúl comete el error que le cuesta el reino. Presta atención, mi hermano: Este puede ser un momento de decisión importante para ti. ¿Vas a cometer el mismo error? Muchos hombres lo hacen. ¿O vas a seguir creciendo en tu autoridad regia? Tal vez tú has perdido lo que era un ministerio poderoso. Esta experiencia de Saúl puede ayudarte a entender lo que salió mal y cómo Dios puede restaurar lo que perdiste. Él se deleita en dar segundas oportunidades. Incluso le dio a Saúl otra oportunidad. Pero por favor no hagas lo que hizo Saúl, y caer de nuevo en el mismo error. Aprende de tus errores.

Otra guerra

Una vez más los filisteos se preparan para la guerra. Saúl puede librar a Israel de ellos de una vez para siempre. Acababa de ver el poder de Dios devastar a los amonitas. Pero antes de que comenzara la batalla, cometió un error crítico: De entre los israelitas, Saúl escogió tres mil soldados; dos mil estaban con él en Micmás y en los montes de Betel, y mil estaban con Jonatán en Guibeá de Benjamín. Al resto del ejército Saúl lo mandó a sus hogares. (2)

El Espíritu de Dios desempeñó un papel tan decisivo en la última victoria, pero ahora está totalmente ausente. No hay mención de la oración o de cualquier guía divina. Saúl se mostró muy confiado – engreído – después de su gran victoria en Jabés, y tomó la tonta decisión de enviar a las tropas a casa. Luego le da un tercio de los hombres restantes a su joven hijo. Jonatán tenía mucho potencial, pero Saúl nunca proporcionó el liderazgo y la cobertura que necesitaba, así que con entusiasmo juvenil Jonatán actuó por su cuenta. Proporcionar orientación y apoyo a las personas bajo tu autoridad es una parte clave para usar esa autoridad prudentemente.

Poco tiempo después, Jonatán atacó y derrotó la guarnición de los filisteos en Geba. La noticia corrió rápidamente entre los filisteos. Entonces Saúl tocó el cuerno de carnero por toda la tierra, y dijo: «¡Hebreos, escuchen esto! ¡Levántense! ¡Sublévense!».  Así que todo Israel oyó la noticia que Saúl había destruido la guarnición filistea en Geba y que ahora los filisteos odiaban a los israelitas más que nunca. Entonces todo el ejército israelita fue llamado para unirse a Saúl en Gilgal. (3-4, NTV)

El comunicado de prensa erróneamente dijo que Saúl dirigió el ataque. A pesar de que el ataque de Jonatán no fue muy prudente, el rey quiere conseguir la gloria por cualquier victoria. Jonatán tenía buenas intenciones, pero no hay indicios de que Dios lo estuviera guiando. Con el deterioro de la situación, Saúl pronto se encontró en la incómoda posición de volver a llamar a las tropas que acababa de enviar a casa. Revertir apresuradamente las decisiones que tú acabas de tomar generalmente no es un signo de buen liderazgo.

Los filisteos también se juntaron para hacerle la guerra a Israel. Contaban con tres mil carros, seis mil jinetes, y un ejército tan numeroso como la arena a la orilla del mar. Avanzaron hacia Micmás, al este de Bet Avén, y allí acamparon. Los israelitas se dieron cuenta de que estaban en aprietos, pues todo el ejército se veía amenazado. Por eso tuvieron que esconderse en las cuevas, en los matorrales, entre las rocas, en las zanjas y en los pozos.  Algunos hebreos incluso cruzaron el Jordán para huir al territorio de Gad, en Galaad.

Saúl se había quedado en Guilgal, y todo el ejército que lo acompañaba temblaba de miedo. (5-7)

Saúl tenía sólo tres mil hombres en este momento. Fue superado dos a uno (con solo carros) por los filisteos. Los soldados enemigos eran tan numerosos como la arena del mar – una manera bíblica de decir que había demasiados para contar. ¡Por supuesto que los israelitas tenían miedo! ¿Pero esconderse en pozos, cisternas y cuevas? ¿O salir del área por completo? ¡Eso es patético y cobarde! ¡Qué contraste con la audacia de Saúl en Jabés! ¿Dónde está el poder del Espíritu ahora? ¿Qué pasó con el liderazgo de Saúl que inspiró valentía y atrajo a hombres a seguirlo? ¡Estamos de vuelta al cobarde Saúl escondido en el equipaje!

¿Qué hizo la diferencia?

Algo estaba mal, o sus tropas no estarían temblando de miedo paralizante. Eso definitivamente no es del Espíritu de Dios. ¿Qué pasó con la unción del Espíritu? De hecho, esta vez el Espíritu Santo ni siquiera se menciona. ¿Cómo podrían las cosas cambiar tan dramáticamente, tan rápido? Saúl aún tenía autoridad regia dada por Dios. Dios todavía era capaz de derrotar a sus enemigos. Claro, este vasto ejército era intimidante, pero Saúl había visto a Dios reunir y equipar a un ejército poderoso. El único cambio fue en Saúl.

Saúl estaba muy satisfecho después de su gran victoria anterior, y descuidó su relación con Dios. No buscó su guía, y tomó decisiones tontas. No estaba preparado para otra batalla, pero Satanás no nos da un descanso. No simplemente se retira cuando lo derrotamos en una batalla. Es un enemigo formidable. Él te ataca aún más fuerte, quitando tu equilibrio con circunstancias abrumadoras. Te desalienta y te llena de temor. Y se dirige contra el líder. Si puede derribar al rey, toda la nación va a sufrir. Por desgracia, Saúl le dio a Satanás la oportunidad perfecta para sembrar temor en las tropas. Como todos nosotros, las debilidades de Saúl eran más evidentes bajo la presión.

Hubiera sido una derrota total para Israel, pero Jonatán audazmente persiguió al enemigo. Israel se había hecho abominable a los filisteos. ¡Prepárate para  una batalla fuerte si te levantas en el poder del Espíritu y entras en el territorio del enemigo!

El error fatal de Saúl

Samuel le ordenó a Saúl que esperara siete días para hacer un sacrificio. Eso desalentó aún más a las tropas y preparó el escenario para un pequeño error que le costaría a Saúl su reino, y, finalmente, su vida.

Durante siete días Saúl esperó allí, según las instrucciones de Samuel, pero aun así Samuel no llegaba. Saúl se dio cuenta de que sus tropas habían comenzado a desertar,  de modo que ordenó: «¡Tráiganme la ofrenda quemada y las ofrendas de paz!». Y Saúl mismo sacrificó la ofrenda quemada. (8-9, NTV)

¿Sabes lo que es estar entre la espada y la pared? No importa lo que hagas, está mal. Saúl sintió ese doble vínculo. Por un lado, los filisteos estaban esperando para atacarlo. Por otro lado, sus tropas estaban atemorizadas. Ya han empezado a abandonarlo a causa de la demora. Saúl sabía que necesitaba a Dios, y esperaba que Samuel salvara el día y ganara el favor de Dios. ¡Pero le parece a Saúl que Samuel le falló y no llegó a tiempo! ¿Quién sabe qué le pasó? Saúl decide que su única opción es hacer las ofrendas él mismo. No suena tan serio. Él no estaba corriendo tras otro dios o entrando en la batalla por su propia fuerza. Estaba haciendo ofrendas y buscando a Dios.

Samuel aparece

¡Justo a tiempo! Pues, más o menos: En el momento en que Saúl terminaba de celebrar el sacrificio, llegó Samuel. Saúl salió a recibirlo, y lo saludó. (10) ¿Crees que Dios permitió la demora, para poner a prueba a Saúl? ¿Podría Dios en este momento estar probando tu disposición a esperar por Él?

Cuando apareció Samuel, Saúl sintió un gran alivio. Todo estaría bien ahora. ¡Por fin su padre espiritual llegó! ¡Samuel estaba allí! Saúl salió corriendo a su encuentro, no consciente de haber hecho algo malo. ¿O solo estaba tratando de lucir bien? Samuel lo supo de inmediato. Es posible que haya visto el humo que subió de la ofrenda.

Pero Samuel preguntó: —¿Qué has hecho?

Saúl le contestó: —Vi que mis hombres me abandonaban, y que tú no llegabas cuando prometiste, y que los filisteos ya están en Micmas, listos para la batalla.  Así que dije: “¡Los filisteos están listos para marchar contra nosotros en Gilgal, y yo ni siquiera he pedido ayuda al Señor!”. De manera que me vi obligado a ofrecer yo mismo la ofrenda quemada antes de que tú llegaras. (11-12, NTV)

Saúl es muy parecido a nosotros. Tratamos de cubrirnos y lucir bien. Saúl siempre estaba listo con una excusa, y ésta sonaba bien: «Ay, padre mío, tu no creerías lo malo que estaba. Los filisteos estaban listos para luchar. ¡Y estos hijos de Israel! ¡Estaban abandonándome! Por supuesto que yo tuve que buscar el favor del Señor antes de ir a la batalla, así que ofrecí el sacrificio.»

Sonaba bien, pero algo estaba terriblemente mal. Ya le había asegurado de la gracia del Señor. ¿Y por qué esperó tanto tiempo para orar? ¿Por qué tuvo que ofrecer sacrificios? ¿Qué le impidió reunir a sus tropas asustadas para buscar a Dios? ¿Y por qué dijo que estaba «obligado?» ¿Quién le obligó? Ciertamente no era el Señor.

 —¡Qué tontería! —exclamó Samuel—. No obedeciste al mandato que te dio el Señor tu Dios. Si lo hubieras obedecido, el Señor habría establecido tu reinado sobre Israel para siempre. Pero ahora tu reino tiene que terminar, porque el Señor ha buscado a un hombre conforme a su propio corazón. El Señor ya lo ha nombrado para ser líder de su pueblo, porque tú no obedeciste el mandato del Señor. (13-14, NTV)

Saúl desobedeció a Dios. Él tomó su propia decisión. Las consecuencias de ese acto pequeño fueron drásticas. Saúl pudo haber tenido un reino eterno. El mesías podría haber salido de su línea familiar. Pero Dios necesitaba a un hombre conforme a su corazón en el liderazgo, especialmente para el primer rey de la nación. Saúl no lo era, y como resultado, el reino le sería quitado.

Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín. Y Saúl contó la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres. (15, RVR)

Después de haber lanzado esa bomba, Samuel se fue y dejó a Saúl con un ejército desanimado para luchar una batalla importante. Es difícil pelear cuando acabas de recibir estas malas noticias y no tienes el Espíritu de Dios. Lo primero que hizo Saúl fue contar sus tropas. Más de dos tercios de sus hombres lo habían desertado. Ese tipo de escena increíblemente deprimente y desalentadora puede hacerte contemplar el suicidio.

¿Te sientes un poco de pena por Saúl? He tenido a cristianos que me han defraudado, y puedo simpatizar con la frustración de Saúl. Él estaba en una situación muy difícil, y parece que su fracaso no es tan grave como el adulterio y el asesinato de David. Dios ni siquiera le dio a Saúl la oportunidad de arrepentirse, como lo hizo a David. Puede parecer que Dios estaba en contra del pobre Saúl, pero si tú piensas de nuevo en lo que hemos aprendido acerca de él, esta no fue una experiencia aislada:

  • Cuando llegó a casa después de saber que sería rey, él optó por no decirle a su tío lo que Dios había hecho.
  • Se escondió en el equipaje cuando llegó el momento de ungirlo.
  • No sabía cómo hacer frente a la oposición.

Esto fue sólo uno de una serie de acontecimientos desafortunados.

Cómo evitar los errores de Saúl y mantener una vida poderosa en el Espíritu

Obedecer

Tú puedes ser probado como Saúl, y Samuel puede parecer cuando no lo esperas. ¿Te imaginas a Jesús volviendo al mundo en el momento que decidiste desobedecerlo? Muchos cristianos quieren diseñar su religión y hacer las cosas a su manera, pero la historia de Saúl muestra lo peligroso que es. Saúl estaba buscando el favor de Dios. No parece un pecado tan grave, pero la obediencia es importante para Dios. Tú puedes protestar que somos salvos por la fe y no por las obras, y que Dios entiende nuestras debilidades, y eso es cierto. Pero no cambia lo serio que Dios es acerca de la obediencia. No es opcional. Tenemos que hacer las cosas a su manera.

Ten cuidado de que tu conocimiento supere tu obediencia. ¿Has salido de una conferencia con cuadernos llenos de enseñanzas acerca de la vida cristiana, pero no pones nada en práctica? ¡Eso es peligroso! El difunto pastor británico John Stott escribió que lo principal que impide la plenitud del Espíritu en nuestras vidas es tener demasiado conocimiento. Simplemente no andamos en todo el conocimiento que tenemos. Puede ser la razón por la cual los cristianos nuevos, que no saben mucho, frecuentemente experimentan más del Espíritu. Ellos cuidadosamente ponen en práctica lo que aprenden.

Conocer la voluntad de Dios

Si la obediencia es tan importante para Dios, es de suma importancia aprender lo que Él quiere que hagas. Diligentemente estudia la Palabra, busca su dirección en oración y luego hazlo. No pienses que la unción de Dios está garantizada. Mira lo rápido que Saúl la perdió. Tú no pierdas tu salvación, pero puedes perder la plenitud del Espíritu.

Permanecer en el frente de batalla

Si quieres la unción, quédate en el frente de batalla. Dios nos da su Espíritu para que podamos hacer algo con su poder. Saúl estaba alejándose de la batalla a la misma vez que Jonatán estaba entrando en medio de ella. Cuanto más estés en la línea del frente en las batallas espirituales, dando testimonio a la gente y orando por ellos, más experimentarás el Espíritu. Por supuesto, tú puedes sentir el Espíritu en la iglesia o en tu tiempo devocional, pero no se compara con predicar el Evangelio en territorio enemigo o liberar a la gente de sus ataduras.

Vivir con las consecuencias de la desobediencia

¿Cómo podría Saúl reinar cuarenta y dos años, si Dios le estaba quitando el reino? Pasaron varias décadas antes de que se llevara a cabo ese juicio. Vemos su desesperación en muchos puntos. Cuarenta años es mucho tiempo para mantener la apariencia de un reinado sólido. Él cumplió sus deberes, sin la unción del Espíritu. Muchos líderes y pastores cristianos son como Saúl. Tú puedes ser uno de ellos. Han perdido la unción de Dios a través de su desobediencia, pero no están quebrantados ni arrepentidos por su pecado. Ellos intentan mantener la apariencia de un poderoso ministerio durante años, completamente en la carne. Las cosas pueden lucir bien, pero no hay vida, y no hay mover de Dios.

Dios es serio acerca de la obediencia. ¿Dónde estás en tu obediencia a Él?

  • ¿Crees que ya tienes todo lo que necesitas de Dios?
  • ¿Eres un poco arrogante o engreído, como Saúl después de esa primera victoria? ¿O eres quebrantado y humilde ante Dios?
  • ¿Has desobedecido a Dios y perdido la plenitud de su Espíritu? ¿Es tu respuesta reconocer humildemente el pecado, o tratar de cubrirlo y excusarlo?
  • ¿Te enfrentan batallas con el enemigo, y tú estás derrotado y asustado como Saúl y sus hombres?
  • ¿Mantienes un ministerio con tus propias fuerzas? ¿O se ha ido la unción, tal vez sin tu conocimiento?

No pierdas tiempo. Dios te llama. No es demasiado tarde para arrepentirte de tu rebelión y tomar en serio la obediencia. Dios te restaurará, te llenará de su Espíritu, y te enviará a la batalla una vez más.

 

Efesios 1:15-23  Cristo la cabeza

Pablo acaba de describir siete bendiciones garantizadas a cada cristiano por el depósito divino del Espíritu de Dios. Reflexionando sobre ellas, Pablo está conmovido a orar. Primero él da gracias por lo que ya tienen, pero luego le pide a Dios mucho más. Los dos enfoques son importantes: Tenemos que reconocer todo lo que Dios ya ha hecho por nosotros y mantener una actitud de gratitud, pero siempre hay más que podemos experimentar.

La importancia de tu relación con Cristo y con otros creyentes

15 Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los santos, 16 no he dejado de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones. 

¿Cómo respondes tú cuando te enteras de la obra de Dios en otros creyentes u otras iglesias? ¿Es tu reacción automática acercarte a Dios, dándole gracias por las cosas positivas e intercediendo por las necesidades que veas? Si hay una iglesia o unos hermanos que amas mucho, ¿ofreces oraciones continuas a su favor? ¿Los recuerdas en tus oraciones? ¿Cómo está tu vida de oración? Pablo nunca se cansaba de orar. No dejó de recordarlos. Es cierto que tenemos todas esas bendiciones, pero todavía tenemos que orar e interceder unos por otros.

De todo lo positivo en esta iglesia, hay dos cosas que más impresionan a Pablo:

  • Su relación vertical con Dios. Tienen una fe sólida en Jesús. Con ese fundamento, Pablo puede compartir cosas más profundas con ellos.
  • Su relación horizontal con otros hermanos. No solo hablan de amor, demuestran ese amor. En el griego es amor ágape, el amor incondicional de Dios. Y es sin prejuicios; es un amor para todos los santos. No hay acepción de personas con Dios.

Nota que Pablo no menciona su hermoso templo, ni las muchas actividades en la iglesia, ni la prosperidad de sus miembros, ni la gran banda de adoración. Esas cosas existen para edificar y alentar la relación que tenemos con Dios y con otros creyentes. Si el edificio y los programas tienen prioridad, pueden convertirse en ídolos. Para Pablo (y para Dios), la relación con otras personas tiene prioridad. Vamos a ver muchas enseñanzas acerca de la relación con Dios y con otros en esta carta.

Uno de los indicios más importantes de madurez es el estado de nuestras relaciones. ¿Cómo está tu fe en Cristo y tu relación con el Señor? El tener mucha fe no es reclamar muchas bendiciones para nosotros mismos, sino caminar en fe con Jesús. ¿Cómo está tu amor por los santos? ¿Son meras palabras? ¿O hay demostraciones de verdadero amor cristiano?

Que conozcan mejor a Dios

17 Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. 

Es interesante que Pablo le pidió a Dios que les diera el Espíritu. Sabemos que fueron bautizados con el Espíritu, con muchas manifestaciones (Hechos 19), pero parece que aun después de ese bautismo es posible recibir más. ¡Pídele a Dios por más del Espíritu!

Hay varias facetas de la obra del Espíritu en nuestras vidas; aquí vemos tres de ellas:

  1. Es un Espíritu de sabiduría. Es la fuente de la sabiduría que necesitamos para navegar este mundo complejo.
  2. Es un Espíritu de revelación. El Espíritu se manifiesta en dones de profecía y palabra de ciencia que revelan el corazón de Dios y revela a Dios en la Biblia. Pero aquí yo creo que Pablo está pensando en la revelación del carácter de Dios en el corazón de cada creyente.
  3. El Espíritu nos ayuda a conocer mejor a Dios. Nos guía a toda la verdad y abre los ojos de nuestros corazones. Si quieres conocer mejor a Dios, pídele por más de su Espíritu, y busca su plenitud en tu diario andar.

¿Es esto el clamor de tu corazón? ¿Es ésta tu primera petición a Dios para ti mismo y tus seres queridos? ¿Anhelas conocer mejor a Dios?

Los ojos del corazón iluminados

18 Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, 19 y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos.

Pablo ya comentó (verso 15) acerca de la fe de los efesios. Con los temas que él toca en esta carta, es obvio que ya llevaban bastante tiempo en Cristo. Sin duda, han oído hablar del cielo, la esperanza y el poder de Dios. Pero es posible pasar años en la iglesia y escuchar la Palabra de Dios todos los domingos, y aún no comprender las profundidades de nuestra fe. Hay algunas cosas que Dios tiene que revelarnos. Pablo intercede por iluminación en tres áreas que transformarán nuestra vida diaria:

  1. La esperanza a la que Dios nos ha llamado. En 1 Corintios 13, Pablo dice que las tres cosas más importantes para el creyente son la fe, el amor y la esperanza. Ya ha hablado de cada uno en esta carta. Nuestra esperanza es la vida eterna en el reino de Dios. Sabemos que hay mucho más que esta vida terrenal. El Espíritu nos revela algo de lo que nos espera. No es una doctrina seca, sino una esperanza gloriosa y segura que afecta toda la vida.
  2. La riqueza de su gloriosa herencia entre nosotros los santos. Hay dos sentidos posibles para esa herencia:
    1. Nosotros, como la herencia que Dios tiene. En esta carta, Pablo le da a la iglesia una posición muy exaltada. Es muy posible que Dios nos vea como una rica herencia. Darse cuenta de eso eleva nuestra autoimagen. Nos maravillamos que el Rey de gloria cuenta con nosotros como su herencia. Muchos desean una herencia de dinero, un terreno o una casa. Todo el universo puede ser la herencia de Dios, pero Él nos ha escogido como su herencia. Entonces, ¿qué debemos buscar nosotros para nuestra herencia? ¿Tal vez esas personas que traemos a Jesús y discipulamos?
    2. La herencia que Dios nos da en su reino como sus hijos adoptivos. Ya Pablo lo mencionó en el verso 14. Es maravilloso contemplar las riquezas que nos esperan en el futuro. ¡Nos ayuda a soportar las tribulaciones de esta vida!
  3. Cuán incomparable es la grandeza de su poder, que está a favor de los que creemos. Algunos dirían que esto implica que si crees más, si tienes más fe, luego recibirás más poder. Yo creo que cuando dice “de los que creemos” habla de cada cristiano. Pablo dijo en el verso 3 que ya tenemos toda bendición espiritual. Cada creyente tiene acceso al mismo poder. De mis observaciones de las oraciones y el estilo de vida de la mayoría de los cristianos, me parece que pocos conocen ese poder.

¿Sabes lo que es estar intercediendo por algo, y la gloria de Dios llena tanto tu corazón que tienes que alabarle? Parece que eso pasó con Pablo aquí. Él deja sus peticiones para exaltar a su Salvador.

¿Cuán grande es ese poder?

19Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz20 que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, 21 muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero.

No hay poder más grande que el poder de dar vida a un muerto. Es una fuerza grandiosa y eficaz. Y la manifestación de este poder en Cristo no se acabó con su resurrección. De verdad, apenas comenzó allí.

  • El Padre sentó a Cristo a su derecha en las regiones celestiales. Es interesante que Pablo no diga “en el cielo.” Ya habló en el verso 3 de nuestras bendiciones en “las regiones celestiales.” Tendemos a pensar en el cielo como un lugar fijo, pero probablemente sea todo el mundo espiritual fuera de esta tierra material.
  • Cristo está sentado a la derecha del Padre en una posición de gran autoridad. No se trata literalmente de un asiento a la diestra del Padre, sino de lo que entendemos como la posición más privilegiada posible.
  • Cristo está muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio: todo poder terrenal o celestial; de reyes, demonios, o cualquier otra entidad.
  • Cristo está por encima de todo nombre que se invoque, ya sea de Muhammad o de cualquier otro líder espiritual.
  • Hay poderes en este mundo, y otros en el mundo venidero. Cristo está por encima de todos.

¡Este Cristo es tu Salvador! ¡Tu Abogado! ¡Tu Redentor! ¡Tu Sumo Sacerdote! ¡Tu Hermano Mayor! ¡Tu Amigo! Cristo – y todo su poder – es por ti. Y tenemos acceso a este poder por medio de la oración.

Cristo la cabeza

22 Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. 23 Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo. (NVI)

Ya vimos en el versículo 10 que el plan de Dios es reunir todas las cosas en la tierra y en el cielo en Jesucristo. Ahora Pablo va a terminar lo que comenzó como una oración (pero se convirtió en una doxología sobre la grandeza de Jesucristo) con una revelación profunda de la obra actual de Jesucristo. Hay seis puntos claves aquí:

  1. Dios ya sometió todas las cosas al dominio de Cristo. No las veamos sometidas a Cristo, pero Jesús ya tiene esa autoridad y dominio. Eso nos da mucha fe en la oración para extender su dominio.
  2. Cristo es la cabeza de todo.
  3. En esa capacidad Él funciona especialmente para la edificación de su iglesia. Todo su poder, toda la autoridad ejercida por Jesús, es para el beneficio de la iglesia.
  4. La iglesia es el cuerpo de Jesús. No como una metáfora, sino en realidad es su cuerpo.
  5. La iglesia es la plenitud de Cristo. No hay otra manifestación más importante de Cristo en el mundo de hoy. No puedes separar a Cristo de su iglesia. Quienes dicen que aman a Cristo y quieren seguirlo, pero no quieren nada con la iglesia, son engañados. Solo en la iglesia hallas la plenitud de Cristo.
  6. Cristo llena todo por completo. La Nueva Traducción Viviente dice: Cristo da plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia. Cristo mantiene en pie el universo: En él vivimos, y nos movemos, y somos (Hechos 17:28). ¡Hay que buscar la presencia y plenitud de Cristo en toda la vida!

Es lógico que si la iglesia es tan importante para Dios, Satanás va a hacer todo lo posible para destruirla y aislar a los creyentes del Cuerpo de Jesús.

Como dice esa linda alabanza de Danilo Montero:

El centro de todo eres Jesús
el centro de todo eres Jesús
desde el principio y hasta el fin
tú has sido y siempre serás Cristo

Cristo tu eres el centro
nada importa más que tu
todo el universo gira en pos de ti Jesús
de ti Jesús
el centro de todo eres tu 

¿Es Cristo el centro de tu vida? ¿Tu familia? ¿Tu iglesia? ¿Es Cristo tu cabeza? ¿Está toda tu vida sometida a su dominio? ¿Estás experimentando su presencia como parte de su Cuerpo, en una iglesia sana?

 

Samuel se despide: I Samuel 12:1-25

¿Qué palabra te gustaría recibir de tu padre espiritual? ¿O de tu padre terrenal? Israel está en medio de una celebración familiar. Se sienten bien. ¡Tienen un rey! ¡Derrotaron a los amonitas! Las cosas realmente están mejorando. Con mucha expectativa ellos se reúnen para recibir la bendición de su padre.

Entonces Samuel se dirigió a todo Israel: —He hecho lo que me han pedido y les he dado un rey. Ahora el rey es su líder. Estoy aquí delante de ustedes —un hombre ya viejo y canoso— y mis hijos les sirven. He sido su líder desde mi niñez hasta el día de hoy. Ahora testifiquen contra mí en presencia del Señor y ante su ungido. ¿A quién le he robado un buey o un burro? ¿Alguna vez he estafado a alguno de ustedes? ¿Alguna vez los he oprimido? ¿Alguna vez he aceptado soborno o he pervertido la justicia? Díganmelo y corregiré cualquier cosa incorrecta que haya hecho. (1-3, NTV)

No es exactamente lo que esperaban oír, pero los ancianos tienen una tendencia a ser malhumorados. ¿Por qué? Hay algo que sucede a menudo con un hombre a lo largo de los años. Él se esfuerza para ser todo lo que un hombre debe ser: Un buen esposo y padre, exitoso en el trabajo y financieramente seguro, un buen cristiano y líder en la iglesia (si es un creyente). Pero a través de los años crece un intenso revoltijo de emociones, tanto que es difícil de expresar o incluso comprender:

  • Hay fracasos y rechazos.
  • Él tiene un amor profundo por su esposa, pero anhela una mayor intimidad.
  • Está preocupado por sus hijos.
  • El tiempo pasa demasiado rápido, y se siente fuera de control.

Cuando mezcla todo eso, y más, un anciano puede parecer gruñón. Muchos hombres simplemente se retiran a algún pasatiempo, al bar, a sus animales – o a la iglesia. No saben cómo manejar todas esas emociones. Pero mira más allá del dolor y lo que necesitan es amor y afirmación. Todavía tienen algo importante que decir. Podemos aplacarlos para silenciarlos y evitar sus quejas. A veces otros quieren que simplemente desaparezcan. Eso es lo que sucedió aquí. Se puede ver por la rapidez con que responden a Samuel. Dicen lo que ellos creen que él quiere oír:

—No nos has defraudado —respondieron—; tampoco nos has oprimido ni le has robado nada a nadie. (4)

El entusiasmo del pueblo se ha ido. Se sienten pequeños, como un niño regañado por mami o papi. Es difícil que te recuerden tu pecado. Te gustaría olvidarlo. Quieres que todo esté bien, pero la vida no funciona así. No puedes seguir adelante hasta que lo resuelvas. En tu corazón ya sabes muy bien que hiciste mal. Tu esposa, tu patrón, Dios – todos tienen quejas legítimas contra ti. Te sientes frustrado y puedes preguntar “¿Qué más quieres de mí?” Pero el único remedio es arrepentirse y hacer frente a las consecuencias.

Ya Samuel sabe que ellos no han escuchado su corazón, pero es difícil para los hombres hablar de su dolor, y Samuel todavía tiene que decir algo. Va a centrarse en Dios. Ya sea conscientemente o no, de alguna manera Samuel quiere producir culpa en el pueblo.

—El Señor y el rey que él ha escogido son testigos de que ustedes no me han encontrado culpable de nada —recalcó Samuel.

—Así es —afirmaron.

Además, Samuel dijo al pueblo: —El Señor es quien actuó por medio de Moisés y de Aarón, sacando de Egipto a los antepasados de ustedes.  Por lo tanto prepárense, que en presencia del Señor voy a discutir con ustedes acerca de todos los beneficios que él les ha hecho a ustedes y a los antepasados de ustedes. (5-7, DHH)

Más allá de sus críticas y su mal humor, a Samuel le preocupa la relación de Israel con Dios. Se siente en parte responsable por ella. Durante muchos años él ha predicado fielmente la Palabra de Dios y todavía no la obedecen. Ahora él está retirándose. Sus hijos no pueden ocupar su lugar. No habrá otro profeta prominente hasta el reinado de David. Samuel sabe que Saúl está heredando una situación difícil. Será de gran ayuda para el nuevo rey si el pueblo está bien con Dios. Samuel sabe que necesitan un avivamiento. Él va a descansar tranquilo si puede entregarle a Saúl un pueblo arrepentido.

»Y ahora, préstenme atención y observen con sus propios ojos algo grandioso que el Señor va a hacer. Ahora no es tiempo de lluvias sino de cosecha. Sin embargo, voy a invocar al Señor, y él enviará truenos y lluvia; así se darán cuenta de la gran maldad que han cometido ante el Señor al pedir un rey.

Samuel invocó al Señor, y ese mismo día el Señor mandó truenos y lluvia. Todo el pueblo sintió un gran temor ante el Señor y ante Samuel, y le dijeron a Samuel: —Ora al Señor tu Dios por nosotros, tus siervos, para que no nos quite la vida. A todos nuestros pecados hemos añadido la maldad de pedirle un rey. (16-19)

¿Qué opinas de Samuel invocando el trueno y la lluvia? ¿Fue demasiado sensacional? ¡Definitivamente fue un paso de fe! ¡Pero Dios honró su petición! Samuel no estaba exaltándose a sí mismo, y ahora Dios tiene la atención del pueblo. Claro, Samuel dejó que sus prejuicios personales afectaran su mensaje. Pero, ¿quién no? Cuando miras más allá de ellos, vemos la gran sabiduría de Samuel, y lo que aún podemos hacer hoy para estar bien con Dios. La historia de Israel hubiera sido muy diferente si Saúl y el resto de la nación hubieran seguido lo que Samuel predicó. Básicamente se trata de lo que debería suceder en la iglesia cada semana, o cuando buscamos a Dios en un tiempo devocional:

  • Adoras a Dios, ves su poder revelado o lees la Biblia. Así obtienes una visión fresca de quién es Dios.
  • Tienes la oportunidad de humillarte, ser honesto y confesar tu pecado. Pero no termina ahí; Dios te llama al arrepentimiento, a dejar tu pecado, dar la vuelta y seguirlo.
  • Dios te enseña una nueva forma de vida, a través de tu propio estudio de la Palabra, la predicación y la enseñanza en la iglesia y la guía de su Espíritu Santo. Entonces tú tienes que decidir si vas a obedecerlo o no.

Sé asombrado por el poder de Dios

Samuel les recordó su pecado. Los israelitas pensaban que todo estaba bien, pero se habían olvidado de Dios. Ellos habían esperado una bendición de Samuel y un sermón agradable. Luego podrían volver a sus rutinas y seguir haciendo lo que sentían ganas de hacer. Ellos necesitaban un recordatorio de quién es Dios. Una tormenta mostraría el poder de Dios, vindicaría a Samuel y condenaría a la gente de su ofensa por pedir un rey. Casi nunca llueve en Canaán durante la cosecha, así que la lluvia y el trueno tuvieron el efecto deseado.

Es fácil olvidar que Él es el Creador Todopoderoso y el Señor del Universo, y nosotros somos su creación pecaminosa. ¿Eres tú como los israelitas, asistiendo a la iglesia de costumbre, en busca de tu bendición? ¿Estás tan ocupado con las actividades de la iglesia que has olvidado quién es Dios? Es fácil pensar que todo está bien, cuando en realidad hay fallas graves en tu relación con el Señor. Es posible que Él tenga que despertarte para ver que es un santo, todopoderoso Dios, y reconocer la profundidad de tu pecado contra Él. ¿Sientes reverencia o temor de Dios? ¿Cuándo fue la última vez que viste su poder y grandeza? ¿Ha utilizado Dios una señal dramática para llamar tu atención? ¿Necesitas una señal ahora?

Dios está listo a perdonar a los israelitas, pero nunca habían reconocido la forma en que lo rechazaron cuando pidieron un rey. Para tener una relación sana con Dios, necesitas un arrepentimiento genuino.

Arrepentimiento

Al darse cuenta de su error, los israelitas humildemente le piden a Samuel que interceda por ellos. Podríamos esperar que él aproveche de la oportunidad para regañarlos de nuevo, pero ahora les da el consejo de un padre. Puede que no sea el mensaje de aliento que Israel esperaba, pero es la verdad, y eso es lo que necesitamos. Puede que no te guste todo lo que la Biblia dice, pero Dios es justo. Él nos ha dado su Palabra para enseñarnos lo bueno y lo malo, y hacer claro lo que espera de nosotros. El problema es que a menudo no queremos obedecerlo.

Si ustedes y el rey que los gobierne temen al Señor su Dios, y le sirven y le obedecen, acatando sus mandatos y manteniéndose fieles a él, ¡magnífico! En cambio, si lo desobedecen y no acatan sus mandatos, él descargará su mano sobre ustedes como la descargó contra sus antepasados. (14-15)

—No teman —replicó Samuel—. Aunque ustedes han cometido una gran maldad, no se aparten del Señor; más bien, sírvanle de todo corazón. No se alejen de él por seguir a ídolos inútiles, que no los pueden ayudar ni rescatar, pues no sirven para nada.  Por amor a su gran nombre, el Señor no rechazará a su pueblo; de hecho él se ha dignado hacerlos a ustedes su propio pueblo.  En cuanto a mí, que el Señor me libre de pecar contra él dejando de orar por ustedes. Yo seguiré enseñándoles el camino bueno y recto.  Pero los exhorto a temer al Señor y a servirle fielmente y de todo corazón, recordando los grandes beneficios que él ha hecho en favor de ustedes. Si persisten en la maldad, tanto ustedes como su rey serán destruidos. (20-25)

Habiendo reconocido quién es Dios y que necesitamos su gracia, estamos listos para seguir adelante. Él nos asegura su amor y cuidado, y nos da tres consejos sabios para ayudarnos a prosperar.

Sirve al Señor con todo tu corazón

Ahora que su relación con Dios está bien, pueden servirle. No es suficiente solo creer en Él, o servirle de mala gana. Tenemos que servirle con todo el corazón. Por naturaleza, no queremos que nadie nos diga qué hacer. Queremos hacer las cosas a nuestra manera. ¡Fue por eso que Adán y Eva cayeron! La decisión de caminar en obediencia es esencial para superar nuestra naturaleza rebelde. Ahora Israel tiene un rey, y el rey y el pueblo tienen que seguir a Dios. Esto significa que un rey malvado impactará a toda la nación, y si persisten en hacer el mal, incluso un rey piadoso no va a salvarlos. La historia de Israel está llena de ambas experiencias.

Permanece cerca de Dios

La clave para prosperar es quedarse cerca de Dios. Hay dos peligros para evitar aquí:

En primer lugar, apartándose de Dios. Algunas personas se desaniman cuando se enfrentan a su pecado, y sienten que nunca pueden cumplir con los requisitos de ser cristianos. Pero no importa la gravedad de tu pecado, Dios te recibirá de nuevo. Él te ama y se alegra por tu arrepentimiento. Tú eres su hijo adoptivo, y su reputación está en juego. Él no quiere que nadie hable lo mal que trata a su familia.

El segundo peligro es permitir que los ídolos inútiles te alejen de Dios. Samuel probablemente estaba pensando en imágenes talladas, pero nuestros ídolos son diferentes: dinero, mujeres, fama, casas, carros, internet. Puede ser bueno en sí mismo, pero se convierte en un ídolo y es destructivo e inútil si es más importante que Dios. En lugar de tratar con el pecado y caminar con Dios, la tentación es llenar tu vida con trabajo, mujeres o algún proyecto – por lo general algo que tú puedes controlar.

No juegues con Dios

Las consecuencias de la desobediencia son graves:

  • La mano de Dios estará contra ti. Si alguna vez has experimentado eso, no es divertido. La vida se vuelve miserable. Todo lo que intentas hacer es frustrado.
  • Por último, serán destruidos.

Eso no es sólo para Saúl y los israelitas. Eso todavía aplica hoy si te apartas del Señor. ¡No juegues con Dios! Desafortunadamente, aunque hubo triunfos aquí y allá, Israel no pudo hacer estas elecciones simples. Dios tanto quería ayudarlos que envió a su propio Hijo a morir por ellos, ¡y por ti! Es sólo en una relación con Jesús que encuentras el poder y la capacidad para vivir esto. ¡Alabado sea Dios por Jesús! Y Dios no sólo envió a su propio Hijo, también envió el Espíritu Santo para que viviera dentro de ti y te diera el poder de hacer lo correcto.

La responsabilidad del líder

Aunque es su mensaje de despedida, no es el final del ministerio de Samuel. Él va a seguir haciendo dos cosas fundamentales y esenciales para cualquier persona en el liderazgo cristiano:

  1. Orar por la gente. Una buena manera de evaluar un líder es observar su vida de oración. Samuel dice que no orar es pecar contra Dios. Si no has estado orando por tu gente, los estás privando de algo muy importante. Confiésalo a Dios como un pecado.
  2. Enseñarles lo que es bueno y correcto. El líder que no enseña a su pueblo esos principios ha fallado. Demasiados pastores tienen miedo de hacer lo que Samuel hizo aquí: comunicar una palabra fuerte. Dios honrará su palabra. Su iglesia merece la verdad.

 ¿Necesitas un nuevo encuentro con Dios?

Si tú estás tratando de vivir como un cristiano por tu cuenta, es imposible. No hay nada malo en ti, simplemente no puedes hacerlo por ti mismo. Tal vez nunca has aceptado a Jesús como Señor y Salvador de tu vida. Nunca has experimentado el poder del Espíritu Santo. Pensaste que podrías hacerlo por tu cuenta, pero Dios te ha convencido de que lo necesitas. Pídele que te perdone y te llene con su Espíritu.

¿Necesitas una nueva visión de Dios? ¿Te has alejado de Él? ¿Te parece extraña la idea de vivir en lo sobrenatural? Tal vez tú pensaste que todo estaba bien, mientras que en realidad hay cosas en tu vida que no agradan a Dios. Pídele al Espíritu Santo que escudriñe tu corazón. Si es necesario, arrepiéntete. Es hora de tomar en serio la obediencia, buscar a Dios con todo tu corazón, y dejar de lado los ídolos inútiles. Dios no te va a rechazar, pero antes de que puedas seguir adelante, tienes que reconocer y sinceramente confesar cualquier pecado.

 

La importancia de misericordia: 1 Samuel 11: 12-15

De repente la popularidad de Saúl aumentó, y al mismo tiempo se fortaleció su confianza y auto-imagen. Ahora Saúl es un héroe, y el pueblo está listo para tomar medidas drásticas contra aquellos que cuestionaron su elección como rey. El pueblo entonces dijo a Samuel: ¿Quiénes son los que decían: ¿Ha de reinar Saúl sobre nosotros? Dadnos esos hombres, y los mataremos. (12, RVR)

Es extraño que hayan hablado con Samuel. Es cierto que Saúl era joven. Tal vez para muchos en Israel, el anciano profeta era todavía su líder, pero Samuel no tuvo la oportunidad de responder. Algo había cambiado: —¡Nadie va a morir hoy! —intervino Saúl—. En este día el Señor ha librado a Israel. (13)

Sólo podemos adivinar la ira y la vergüenza que Saúl había interiorizado cuando él guardó silencio frente a los alborotadores que se burlaron de él. Ahora la gente quiere matarlos. Saúl, el cobarde que se escondió en el equipaje, con gusto habría permitido a otros hacer su trabajo sucio. Pero este es un Saúl diferente, que ha visto el poder y la gloria de Dios. No se derramará sangre judía para distraer de la gran victoria que Dios les dio. Él elige mostrar misericordia.

Tú puedes llevar recuerdos vívidos del padre que te maltrató, o del profesor que se burló de ti frente a toda la clase, o del compañero de trabajo que destruyó tu reputación para conseguir su propia promoción, o del hombre que durmió con tu esposa. Hay un poder tremendo en ese dolor y esa rabia. La  venganza puede parecerte muy atractiva. La forma en que tú elijas manejar las ofensas y la injusticia tendrá un gran impacto en tu crecimiento en Cristo y en el uso adecuado de la autoridad que Cristo te ha dado.

Tres formas de responder a ofensas

La primera respuesta de Saúl, en 1 Samuel 10, fue internalizar la ira. Guardó silencio, paralizado e impotente, como un niño que no puede responder a su padre o al matón del barrio. Es cierto que Jesús nos enseña a poner la otra mejilla, pero lo hacemos desde una posición de fuerza. El que tenía el mismo nombre que Saúl, el Apóstol Pablo, aprobó el apedreamiento de Esteban (Hechos 8:1). Pero él también conocía bien el abuso de los alborotadores. Después Pablo escribió:

No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. (Romanos 12:17-21, RVR)

No confundas la interiorización de tu ira, como lo hizo Saúl, con poniendo la otra mejilla y permitiendo que Dios se vengue de tus enemigos.

Más tarde en su vida Saúl tomó casi el enfoque opuesto. Cuando el Espíritu Santo lo dejó, se convirtió, consumido por celos, y trató de matar a David, su enemigo percibido. Si tú no estás caminando en el Espíritu, puedes dedicar gran energía, tiempo e incluso dinero tratando de vengarte de aquellos que te han ofendido. La naturaleza humana exige justicia. Pero ten cuidado; tu percepción puede ser nublada por tu ego herido y dañado. ¿Cómo responderías si alguien se ofreciera castigar a quienes te han hecho mal? Los israelitas esperaban que Saúl les agradeciera: “Guau, ustedes son súbditos muy leales. Permítanme darles puestos importantes en mi nuevo gobierno.” Es posible que buscaran su favor, pero Saúl miró más allá de la ofensa, eligió la misericordia, y paró el hablar de venganza. Fue una de las únicas veces que vemos verdadero carácter en Saúl. Algunos dirían que un verdadero hombre expresa su ira y se venga de sus enemigos. Pero, con la ayuda de Dios, Saúl tomó el camino más fuerte y más difícil: perdonó a quienes lo habían lastimado, y les mostró misericordia.

Dios puede darte el poder de perdonar, amar a tus enemigos y orar por aquellos que te persiguen. Él te salvó por su gracia y misericordia cuando estabas en esclavitud al pecado. Él eligió pasar por alto cuan profundamente lo habías agraviado. Cuando te das cuenta de que tú eres tan pecaminoso como los que te han lastimado, es difícil condenarlos. Puedes dejar de lado tu ira y el deseo de venganza. Cuando Dios ha cambiado tu vida y te ha dado la victoria, no hay necesidad de perseguir a viejos enemigos y resolver viejas deudas. Déjalos ir, y que Dios se ocupe de ellos.

¿Tienes miedo de que te lastimen de nuevo o se aprovechen de ti? No sabemos cómo respondieron estos hombres, pero no hay registro de más problemas con ellos. Con la victoria de Saúl y su nueva demostración de fuerzas interiores, los burladores pueden haber sido condenados por sus actitudes.  Incluso podrían haberse convertido en sus seguidores. Saúl actuó con integridad, por lo que sus ataques continuos sólo les harían que parecieran débiles.

Una llamada para celebrar

Saúl tuvo un comienzo lento, dominado por su inmadurez, timidez y la burla de los alborotadores. Pero ahora ha cambiado, y Samuel, en su sabiduría, se dio cuenta de que era hora de celebrar.

—¡Vengan! —le dijo Samuel al pueblo—. Vamos a Guilgal para confirmar a Saúl como rey.

Todos se fueron a Guilgal, y allí, ante el Señor, confirmaron a Saúl como rey. También allí, ante el Señor, ofrecieron sacrificios de comunión, y Saúl y todos los israelitas celebraron la ocasión con gran alegría. (14-15)

Samuel no quería a un rey, pero ahora está a la cabeza de la reafirmación de la monarquía. Guilgal era un lugar apropiado, porque fue allí donde Josué levantó doce piedras después de que Israel cruzó el Jordán a la tierra prometida: “Lo hizo para que todas las naciones de la tierra supieran que la mano del Señor es poderosa, y para que ustedes temieran al Señor su Dios para siempre.” (Josué 4:24)

Probablemente no habría sido una celebración si Saúl hubiera matado a los alborotadores. Cuando estás decidido a  vengarte, es difícil entrar en la presencia del Señor, pero cuando adoras a Dios, te olvidarás de aquellos que te traicionaron. Mostrar misericordia como lo hizo Saúl produce alegría. Con adoración y fiesta se regocijaron en la bondad, la fidelidad y la provisión de Dios. Estar en su presencia no tiene que ser solemne.  A los judíos les encanta celebrar. ¡Sería útil tener más celebraciones en nuestras iglesias!

Samuel tenía otra razón para llamar al pueblo a Guilgal. Ahora que Saúl había demostrado que podía ser un rey eficaz, Samuel sintió que era hora de retirarse, aunque continuaría como un mentor para Saúl. Utilizó esta reunión para pronunciar su discurso de despedida.

¿Tienes que mostrar misericordia a alguien?

¿Tú has tratado de olvidar las ofensas, empujándolas al fondo de tu mente? ¿O están tus pensamientos dominados por la ofensa? ¿Estás tentado a tomar las cosas en tus propias manos y vengarte de la persona que te traicionó, ya sea por difamación o por realmente lastimarla? ¿Te consumen los pensamientos de venganza, como lo fue Saúl más tarde? Esas cosas no funcionan. No es que tu ira no sea justificada. Nadie diría que lo que hicieron fue correcto, pero Dios está llamándote a tomar una postura más valiente y más fuerte. Decide ahora no buscar venganza. Pide ayuda a Dios. Como Él te ha perdonado, escoge mostrar misericordia y perdonar. Sentirás una tremenda liberación, y tú también adorarás y celebrarás en la presencia del Señor.

 

Saúl se recupera: I Samuel 11: 1-11

Hasta ahora podría parecer que Dios se equivocó cuando escogió a Saúl como el primer rey de Israel. Después de su experiencia dramática con el Espíritu Santo, ha sido cuesta arriba para Saúl. Los enemigos de Israel rieron cuando recibieron noticias de este muchacho cobarde que sería rey. Es el momento perfecto para atacar el país.

Najás el amonita subió contra Jabés de Galaad y la sitió. Los habitantes de la ciudad le dijeron: —Haz un pacto con nosotros, y seremos tus siervos.

—Haré un pacto con ustedes —contestó Najás el amonita—, pero con una condición: que les saque a cada uno de ustedes el ojo derecho. Así dejaré en desgracia a todo Israel.

—Danos siete días para que podamos enviar mensajeros por todo el territorio de Israel —respondieron los ancianos de Jabés—. Si no hay quien nos libre de ustedes, nos rendiremos. (1-3)

Como de costumbre, Saúl está ausente. Sin liderazgo y sin esperanza de victoria, Jabés ni siquiera quería pelear. Si ellos se someten a Najás, serán sus esclavos. Pero Najás quería aún más: Él iba a deshonrar a todo Israel, sacando el ojo derecho de cada hombre. Y no había garantía de que Najás no terminara matando todos los habitantes de Jabés.

Hoy no es tan diferente. Hay pocos hombres valientes de Dios. La falta de líderes fuertes nos hace vulnerables a los ataques enemigo. En lugar de resistir a Satanás, nos rendimos a él, o hacemos acuerdos con él. Le rendimos partes de nuestras vidas porque estamos cansados ​​de la lucha. Eso es arriesgado. Cuando tú le entregas algo, el diablo exige más. Él quiere tu ojo derecho también. Comienza a edificar una fortaleza en tu corazón. Su propósito es matarte. Y tus acuerdos con Satanás traen deshonra a Jesucristo y su Iglesia; lo hemos visto con demasiada frecuencia.

Sin embargo, Jabés no estaba listo para aceptar la derrota. En su desesperación, enviaron mensajeros a todo Israel, en el caso improbable de que alguien viniera a ayudar. Aparentemente, ni siquiera pensaron en Saúl, ni esperaron su ayuda.

Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá, que era la ciudad de Saúl, y le comunicaron el mensaje al pueblo, todos se echaron a llorar.  En esos momentos Saúl regresaba del campo arreando sus bueyes, y preguntó: «¿Qué le pasa a la gente? ¿Por qué están llorando?» Entonces le contaron lo que habían dicho los habitantes de Jabés. (4-5)

¿Por qué estaba Saúl en el campo? ¿Se olvidó de su elección como rey? Parece que simplemente volvió a su vida vieja de campesino. Eso también les sucede a muchos cristianos. Aceptan a Cristo y se involucran en todas las actividades de la iglesia. Se bautizan y reciben el Espíritu Santo. Sus amigos hacen comentarios acerca de su conversión y se burlan de ellos, tal como los hombres insolentes lo hicieron con Saúl. Experimentan todo lo que un verdadero cristiano debe experimentar, pero luego caen de nuevo en su vida vieja como si nada hubiera pasado.

Saúl fue cambiado en un hombre nuevo. Dios le mandó que hiciera todo lo que le vino a su mano, porque estaba con Saúl. ¿Pero fue arar el campo con sus bueyes lo mejor que podía hacer? Tal vez Israel no hubiera sido humillado ante su enemigo si Saúl estuviera haciendo su parte como rey.

Cuando Saúl escuchó la noticia, el Espíritu de Dios vino sobre él con poder. Enfurecido, agarró dos bueyes y los descuartizó, y con los mensajeros envió los pedazos por todo el territorio de Israel, con esta advertencia: «Así se hará con los bueyes de todo el que no salga para unirse a Saúl y Samuel.» (6-7)

Saúl pudo olvidar su llamado, pero Dios no se había olvidado de Saúl. Saúl no estaba en la iglesia o buscando a Dios. No hubo profetas alrededor. Saúl no hizo nada. Estaba regresando con sus bueyes, cuando oyó al pueblo llorar. Algo lo conmovió profundamente en el espíritu. Mi hermano, ¡deja que el Espíritu de Dios te toque cuando oigas de las necesidades de su pueblo! ¡No endurezcas tu corazón al sufrimiento que te rodea!

Saúl parecía un fracaso total como rey. ¿Qué sucedió que lo cambió de un muchacho que trabajaba en el campo con sus bueyes, a un poderoso guerrero? El Espíritu Santo lo llenó después de su encuentro con Samuel, y ahora el Espíritu vino sobre él de nuevo. Y en un momento el Espíritu lo transformó en una persona diferente.

Saúl guardó silencio frente a sus acusadores. Interiorizó su ira. Pero ahora de repente esa ira se despertó. Muchos hombres no saben cómo manejar su ira. Algunos han sufrido tantos problemas a causa de ella que hacen todo lo posible para reprimirla, pero la ira no es mala. Dios es un dios de ira, y Él puede usar la ira justa contra el enemigo, la injusticia o el pecado. Dios quiere hombres apasionados. Si sigues reprimiendo tu ira, puedes perder tu pasión. Dios te ayudará a manejarla, para que no seas dominado por ella. La ira puede motivarte a actuar. Saúl descuartizó los bueyes que trajo del campo. Eran una parte importante de su vida vieja, pero ya no los necesita. Ahora la cuestión es ¿habrá alguien que siga a este joven rey que nunca había hecho nada?

El temor del Señor se apoderó del pueblo, y todos ellos, como un solo hombre, salieron a la guerra. Saúl los reunió en Bézec para pasar revista, y había trescientos mil soldados de Israel y treinta mil de Judá. Luego les dijo a los mensajeros que habían venido: «Vayan y díganles a los habitantes de Jabés de Galaad: “Mañana, cuando más calor haga, serán librados.” »

Los mensajeros fueron y les comunicaron el mensaje a los de Jabés. Éstos se llenaron de alegría y les dijeron a los amonitas: «Mañana nos rendiremos, y podrán hacer con nosotros lo que bien les parezca.»

Al día siguiente, antes del amanecer, Saúl organizó a los soldados en tres columnas. Invadieron el campamento de los amonitas, e hicieron una masacre entre ellos hasta la hora más calurosa del día. Los que sobrevivieron fueron dispersados, así que no quedaron dos hombres juntos. (7-11)

Parece que hay muy poco de ese temor o reverencia hoy; ¡qué el temor del Señor caiga sobre su pueblo!

De la noche a la mañana Saúl formó un ejército de 330.000 hombres. Pero ahora hay otro problema: Por lo que sabemos, Saúl nunca había luchado con más que unos animales salvajes, mucho menos dirigir un vasto ejército contra guerreros experimentados. Pero, para Dios, eso no es un problema. El Espíritu de Dios no sólo llenó a Saúl de furia, sino que también lo equipó para la batalla, y lo convirtió en un líder fuerte. Con valentía, en fe, le envió un mensaje a Jabés de que la ciudad sería librada al día siguiente. Y así sucedió. Saúl condujo al ejército en una victoria decisiva, y Jabés fue liberada. ¡Qué transformación increíble del joven rey!

Tú puedes experimentar el mismo poder

¿Te enfrentas a nuevos retos que te parecen más de lo que puedes manejar? Ésta fue la segunda vez que el Espíritu vino sobre Saúl con poder. Hasta ahora parece que Saúl había apagado al Espíritu, o tal vez nunca necesitaba su poder. ¡No se necesita mucha unción para arar un campo!

Es posible que el Espíritu te haya llenado hace años, pero ahora esa experiencia te puede parecer muy lejana. Tú necesitas que el Espíritu venga sobre ti con poder – por primera vez, o la quincuagésima. Un caminar diario en el poder del Espíritu Santo es tu mejor defensa contra los ataques del enemigo. Si quieres experimentar su poder, descubre lo que Dios está haciendo e identifícate con su pueblo. Ve a las líneas del frente y lucha contra el enemigo. Si no estás en un lugar donde Dios te puede usar para evangelizar o ministrar, es posible que nunca podrás experimentar la plenitud del Espíritu. Dios no nos da su Espíritu para sentirse bien o impresionar a otros con sus dones. El Espíritu se apoderará de ti para una tarea, cuando das ese paso de fe.

Los planes de Saúl para esa noche – y para los próximos meses – fueron interrumpidos dramáticamente. Como los pescadores que abandonaron todo para seguir a Jesús. ¿Estás dispuesto a cambiar tus planes drásticamente?

¿Te llena de ira santa ver lo que está sucediendo en la iglesia o en tu país? Dios no nos llama a juzgar o condenar a una parte del Cuerpo que está siendo atacado. Otros judíos no juzgaron a Jabés ni los llamaron débiles porque el enemigo vino contra ellos, pero muchas veces eso es lo que hacemos con otros cristianos. Cuando el Espíritu venga sobre ti, te dará poder para desafiar al enemigo. ¿Podría Dios usarte para despertar a su pueblo? ¿Por qué no? Saúl exigió a todos que formen parte del esfuerzo – ¡o que sus bueyes sean descuartizados! La gente salió como un solo hombre. ¡No hay indicios de que Saúl haya tenido que cortar ningún buey! Un hombre ungido por el Espíritu atraerá a otros hombres para luchar. Se juntan alrededor de una tarea. Esa unidad es más urgente en la batalla. ¿Qué tipo de impacto tendrían en tu país si los creyentes se unieran como un solo hombre? ¿Te imaginas la victoria sobre el enemigo? Qué el temor – ¡el terror! – de Dios caiga sobre la iglesia para que pongamos a un lado nuestras diferencias, luchemos contra el enemigo juntos y veamos la liberación de Dios.

¡Qué cambio tan increíble para ese joven que estaba escondido en el equipaje! Como Saúl, todos nosotros hemos fracasado. Es parte de ser humano. Puedes descender en una espiral descendente, sentir que ya has pecado demasiado, y que no hay esperanza ni retorno. Puedes aceptar las mentiras que tú tienes que demostrar tu valía y trabajar para ganar el favor de Dios otra vez, o pensar que Dios nunca te volverá a usar. Pero Dios está allí, esperándote, anhelando que regreses y ocupes el lugar que te corresponde en la familia. Él quiere tocar tu corazón endurecido y herido. Tan rápido que te caíste, tú puedes volver al Señor, listo para la batalla.

 

Efesios 1:1-14  Escogido, adoptado, y redimido – ¡garantizado!

1Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios,

a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso:

Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.

¿Quién está presente en cada frase de estos primeros dos versículos? ¡Jesucristo!

  • Jesús envía a sus siervos, los apóstoles, a establecer y supervisar iglesias, que ahora están presentes como el Cuerpo de Jesucristo en millones de lugares en todo el mundo. Estos apóstoles constituyen el fundamento de su iglesia y se les da su autoridad. Uno llega a ser un apóstol por la voluntad de Dios Todopoderoso, no por su propia voluntad o la decisión de otros hombres. Es muy serio afirmar que uno es un apóstol.
  • El cristiano es “fiel” y “santo.” No un santo como los santos de la Iglesia Católica, sino en el sentido de que cada creyente está separado del mundo para vivir en santidad. Dios nos santifica por medio de su Espíritu. Luego es nuestra responsabilidad permanecer en esa santidad y ser fieles a nuestro Salvador. ¡Si permanecemos en pecado estamos crucificando a Jesús de nuevo! (Hebreos 6:4-6) Permanecemos en Cristo Jesús, como Él lo describió en Juan 15. Primero estamos en Jesús; luego Él nos coloca en una comunidad para ser parte de su Cuerpo en ese lugar.
    • Dios trabaja con un pueblo, con el grupo de creyentes. Es cierto que la decisión de aceptar a Cristo es individual, pero luego nos coloca en un Cuerpo.
    • ¿Cómo es tu experiencia actual en su Cuerpo?
    • ¿Cómo está tu santidad? ¿Diría tu familia que eres un santo?
    • ¿Cómo está tu fidelidad? No eres perfecto, pero ¿eres fiel a Jesús?
  • Ese Cuerpo, esa rama, recibe su sustento de su cabeza, la vid: Jesucristo. Recibe todo lo que necesita del Padre y del Hijo. Juntos, ellos ministran gracia y paz a su iglesia. Lo experimentamos individualmente, pero en la vid, como parte de su Cuerpo, experimentamos la plenitud de su gracia y paz. Es un regalo de Dios a la iglesia.

Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo.

Toda bendición espiritual

No es un error. Así dice la Palabra de Dios: ya tienes toda bendición espiritual en Cristo. No hay niveles en la iglesia, con algunos recibiendo más bendiciones que otros. Dios no está guardando algunas bendiciones para el futuro. Ya nos ha bendecido con toda bendición.

  • Esas bendiciones están en las regiones celestiales. No se habla de cosas materiales. Dios no está interesado en esa casa nueva, ese carro deportivo o la última tecnología. Para experimentar estas bendiciones tenemos que separarnos de este mundo y morar con Cristo en las regiones celestiales. Nuestra mente tiene que estar en el cielo.
  • Las bendiciones son espirituales.
  • Están en Cristo. Experimentamos estas bendiciones en relación con Jesús: Permaneciendo en él, pegado a él, siguiéndole, sirviéndole, y viviendo en su presencia.

¡Alaba a Dios! ¡Se merece nuestras alabanzas! ¿Cómo es posible no alabarle cuando ha hecho tanto para nosotros? Dios no retiene nada de ti.

Escogidos

Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él.

Es difícil para muchos cristianos entender la doctrina de elección. Es difícil reconciliar nuestro libre albedrio (que la Biblia también enseña) con el hecho de que Dios te escogió. Pero ¿por qué te quejas? ¡Que bendición es ser escogido por Dios! El problema es que entonces parece que Dios rechazó a los demás. Pero espérate un momento. Estudiemos cuidadosamente lo que dice este versículo. No dice que me escogió, o te escogió, sino que nos escogió. La elección es de un pueblo. Lo que Dios decidió antes de la creación del mundo es que Él tendría un pueblo santo y sin mancha. Ya somos predestinados como el Cuerpo de Jesús para andar en santidad, libres de toda mancha del pecado. Ese es tu destino como creyente. No necesariamente significa que Dios escoja a algunos y rechace a otros.

Somos santos y sin mancha delante de Él. Todavía pecamos. No somos perfectos, pero Dios ve la justicia y la sangre de Jesús en nosotros. Y hay aún más en esta elección.

Hijos adoptados

En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad, para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.

Una vez más, la predestinación no es individual, sino de un grupo: Lo que Dios decidió desde el principio fue tener a una gran familia de hijos e hijas adoptados. Si tú fuiste adoptado aquí en la tierra, ya sabes algo acerca de la adopción. Si has adoptado a un hijo (o una mascota), ya sabes el gran amor que uno puede tener por alguien adoptado. Huelga decir, es un privilegio increíble ser adoptado en la familia de Dios. Ese hecho debería ser suficiente para llenar nuestros corazones con gratitud y adoración por toda la vida.

Lamentablemente, no todos son hijos de Dios. En el sentido que todos somos su creación, sí. Pero solo por medio de Jesucristo es posible ser parte de su familia. No por Muhammad ni por ningún otro camino. Solo Jesús. Cristo es el Amado de Dios, la Niña de sus ojos. El Padre quiere muchos hermanos para su Hijo Amado.

¿Qué significa para ti ser un hijo de Dios? ¡Debe transformar tu vida! Debe transformar el concepto de ti mismo. ¡Has sido adoptado por el Señor del universo!

Otro motivo de nuestro Dios en esta adopción es que todos se maravillarían de su increíble gracia de incluirnos (pecadores miserables) en su familia. Es pura gracia; un don. No te escogió porque eras mejor que otros, más guapo o más espiritual. No, es pura gracia; puro amor.

Si Dios ya nos predestinó a ser adoptados como sus hijos, me parece que no hay nada que impida ese proceso. Y una vez adoptado, él nunca nos echará fuera de su familia. En nuestra rebelión, puede ser posible rechazarlo y dejar nuestro hogar, pero hay mucha seguridad en esa adopción. Acércate a Papá Dios, Abba Padre, con mucha confianza. Intercede por otros hermanos en la familia de Dios con fe en lo que dice su Palabra. Es la voluntad de Dios (ellos son predestinados) que sean santos y sin mancha.

Redimidos

En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento. 

Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados.Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento. (NTV)

Aquí está otra vez: la gracia de Dios. Dios sabe exactamente lo que está haciendo. Lo hace con toda sabiduría y entendimiento. No tiene prisa y no se arrepiente de su decisión. Es algo que ya nos ha dado, y no solamente nos dio, sino que nos dio en abundancia. Desbordó su bondad.

Hay dos cosas muy importantes que Dios ha hecho por ti:

  • Te redimió. Dios te liberó de tu pecado, como uno paga el precio para liberar a un esclavo. Estabas perdido. Nunca podrías obtener el dinero necesario para comprar tu libertad. Serías un esclavo de por vida, pero Dios te rescató.
  • Perdonó tus pecados. No hay nada que tú puedas hacer para merecer ese perdón. No puedes balancear todas tus iniquidades por algunas buenas obras. El castigo merecido por tu pecado es la muerte. Pero Dios es muy sabio. Él nos entiende, y sabe que Él recibirá una recompensa hermosa en una familia grande de los redimidos y perdonados: Él recibirá mucha gloria y alabanza.

Nunca tomes estos dones a la ligera. Fueron adquiridos a un precio muy alto: la sangre y la vida de Jesucristo. Él pagó el precio; te compró. Tú le debes tu vida, tu obediencia y tu adoración.

El propósito de Dios para toda historia

Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito que de antemano estableció en Cristo, 10 para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.

Era un misterio. Nadie podría adivinarlo. Un misterio en la Biblia no es como nuestras novelas de suspenso. Es algo que antes no sabíamos, pero nos lo revela el Espíritu.

Satanás quiere dividir, pero Dios quiere reunir. El diablo trae división, pero Cristo trae paz y unidad. El enemigo fomenta la rebelión y el individualismo, pero Jesús quiere establecer un reino de paz y gozo, donde todos se sometan a su señorío.

Actualmente no vemos esta unidad. Estamos esperando ahora el cumplimiento del tiempo; ese día cuando Cristo regrese a este mundo para vencer a todos sus enemigos y reinar aquí en la tierra. Ahora hay una gran división entre el cielo y la tierra, pero en ese momento estarán unidos bajo la autoridad de Cristo.

No podemos establecer su reino por nuestras esfuerzas. A pesar de mucha oración y duro trabajo, no vamos a ver todo unido en Jesús ahora, pero ese es nuestro deseo. Esa es la meta, y vamos a hacer lo que podamos para llevar a todos a su reino y extender su señorío.

Herederos

11 En Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, 12 a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria.

Allí está otra vez: predestinados. Somos adoptados como hijos. Ahora, como miembros de su familia, también somos herederos. ¡Dios tiene un plan! Tú has elaborado planes o proyectos, pero no todos los has realizado. Dios cumple todos sus planes. Él tiene todo el poder y todos los recursos necesarios para hacer todo conforme a su voluntad. ¿Sabes cuál es el plan de Dios para la historia? ¿Por tu vida? ¿Para tu familia? ¡Él tiene un plan! Y cuando estés caminando dentro de ese plan, tendrás propósito y paz en tu vida. Si te resistes a su plan, estarás muy frustrado.

¿Es tu vida ahora para alabanza de la gloria de Dios? ¿Ven otros a Jesús en tu vida y glorifican a Dios por las maravillas de su gracia en ti? ¿Hay algo que tengas que cambiar?

¿Has puesto toda tu esperanza en Cristo? o ¿todavía tienes esperanza puesta en tu dinero, tu educación, tus talentos, el gobierno u otra persona?

Una garantía

13 En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. 14 Éste garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.

Ya Pablo nos ha transmitido mucha seguridad: adoptados como hijos, con una herencia, y escogidos por Dios. ¡Ahora nos da una garantía! Sí, ¡hay garantías en la Biblia! La garantía aquí es el sello del Espíritu Santo. Tú eres marcado, como el ganado. Hay un sello espiritual sobre tu vida. Satanás y todos en el mundo espiritual saben que perteneces a Cristo. Es una garantía de tu herencia.

¿Cómo se recibe esta garantía? Hay que escuchar el evangelio, el mensaje de salvación por fe en Cristo. Cuando aceptas ese mensaje por fe, creyendo que es verdad, Dios te promete el Espíritu Santo.

Ya somos redimidos, pero aún esperamos nuestra redención final. En ese día, cuando Cristo establece su reino aquí en la tierra, vamos a recibir nuestra herencia. Otra vez, lo hace para alabanza de su gloria. Dios anhela nuestra adoración, y de estos pocos versículos queda claro que la merece.

¡Qué inicio maravilloso de esta carta! Ya sabemos el plan de Dios para toda la historia. Ya podemos ver como Él está llamando y capacitando a los miembros de su Cuerpo para avanzar su reino. ¿Has aceptado a Cristo? ¿Ya estás experimentando los beneficios de tu adopción como hijo de Dios? ¿Tienes el sello del Espíritu Santo sobre tu vida?

 

Escondido en el equipaje: I Samuel 10: 14-27

Cuando Saúl se despertó la mañana después de su visita al lugar alto, es muy posible que pensara que el día anterior fue un sueño. Hace solo unos días Saúl era un pastor, joven y desconocido, en busca de burros perdidos, pero luego conoció al hombre más poderoso de Israel, y descubrió que iba a ser rey.

Es hermoso oír la voz del Señor y tener un encuentro sobrenatural con Dios. ¿Pero qué pasa al día siguiente? ¿O más tarde esa noche? Llegas a casa lleno del Espíritu, deseoso de compartir tu experiencia con tu esposa, y te metes en una pelea con ella. Parece que dejaste el Espíritu en la iglesia. Allí estás, en la carne otra vez. Al día siguiente ese tiempo ungido en la iglesia simplemente no te parece tan real. ¿De verdad ha cambiado algo, o fue sólo emoción?

Tal vez Dios te habló en los primeros capítulos de este libro, pero ya dudas que Él pueda hacer algo grande en tu vida. No hay nada malo contigo. Siempre es difícil bajar de la cima de la montaña.

Volviendo a casa

A Saúl le fue dado una palabra de Dios. Cada detalle se cumplió perfectamente. Ahora, ¿qué tiene que hacer? ¿Buscar un trono y emitir un comunicado de prensa de que él es el nuevo rey? Eso no sirve, ¿verdad? Sin embargo, muchos hombres tratan de hacer que su llamado suceda por su cuenta. La realidad es que casi nunca comienzas en el trono. Sé alerta a las puertas abiertas y a la gente que Dios trae a tu vida. Dios te lleva al trono a su manera y en su tiempo. Normalmente habrá un montón de lecciones duras de camino. Ellas comienzan a menudo con tu propia familia.

Saúl volvió a casa para seguir adelante con su vida, casi como si nada hubiera pasado. Imagínate a Saúl entrando en su casa (o su tienda): “Hola tío, ¿cómo estás? Estoy bien. No soy la misma persona que era cuando me fui de aquí la semana pasada. Dios me cambió. Por cierto, yo voy a ser tu rey.” ¿Cómo puedes comunicar esas noticias a la familia? Después de un encuentro especial con Dios, puede ser difícil volver a casa. Gracias a Dios por las familias que se regocijan y te animan, pero a menudo son escépticas. Ellos te conocen.

A Saúl se le dio la oportunidad perfecta: Su tío les preguntó a él y a su criado: —¿Y ustedes dónde estaban? (14) Es probable que Saúl ya no sintiera la misma presencia de Dios que experimentó cuando estaba con los profetas. Su sirviente no le dijo nada al tío, pero quien sabe qué podría haber compartido con los demás sirvientes. Y Saúl, en lugar de afirmar con fe lo que Dios había hecho, decidió ocultarlo:

—Andábamos buscando las burras —respondió Saúl—; pero como no dábamos con ellas, fuimos a ver a Samuel.

—Cuéntame lo que les dijo Samuel —pidió el tío de Saúl.

Otra apertura, y otra oportunidad perdida:

—Nos dijo que ya habían encontrado los burros —contestó Saúl.

Pero Saúl no le contó a su tío lo que Samuel había dicho acerca del reino. (15-16)

Aunque la Biblia no lo dice, es posible que Samuel haya instruido a Saúl para que no hable del reinado, pero él puede hablar de su encuentro con Dios. Lee las Escrituras cuidadosamente, no para leer entre líneas, sino para captar las cosas sutiles que los autores quieren comunicar. Cada palabra en la Biblia tiene un propósito. Yo creo que Dios quiere decirnos aquí que Saúl perdió una oportunidad importante para compartir acerca del Señor. Quizás sepas cómo es perder esas oportunidades.  Saúl no miente, pero contó medias verdades, dejando de lado los detalles más importantes. Parece que Saúl estaba actuando sobre sus sentimientos en lugar de las promesas de Dios. Dios ya dijo que estaría con Saúl, pero Saúl estaba actuando como si eso no fuera cierto. Lo primero que vino a su mano fue la oportunidad de compartir lo que Dios había hecho. No fue tan difícil, ¿verdad? Pero a menudo nosotros también tenemos miedo de abrir la boca. Su tío le dio dos oportunidades perfectas, y Dios hará lo mismo por ti. Es importante hablar de todo lo que Dios ha hecho en tu vida. No lo ocultes. Cuando alguien nota un cambio en ti, sé honesto acerca de lo que Jesús ha hecho. Si fuiste a la iglesia anoche y alguien te pregunta: ¿Qué hiciste anoche?, no digas: “Yo estaba con unos amigos.” No estás mintiendo, pero estás diciendo verdades a medias, y apagarás al Espíritu.

El Espíritu Santo descendió dramáticamente sobre Saúl, pero ya no se siente esa unción. Si le has pedido a Dios que te llene con su Espíritu, no confíes en tus emociones. Párate sobre dos verdades sencillas: Dios dice que necesitas su Espíritu, y Él quiere llenarte. Pablo dice que recibimos el Espíritu al igual que recibimos a Jesús: por fe (Gálatas 3:2 y 14). A menos que estés lleno de pecado o dudas, puedes estar seguro de que Dios te ha llenado si lo pides con fe.

Tal vez Saúl esperaba que Samuel se olvidara de todo el asunto. Sería más fácil volver a apacentar sus burros. Puede que sea más fácil para ti olvidar el llamado de Dios en tu vida. Puedes esperar que el pastor quien habló sobre ti se olvide de esa palabra también, pero gracias a Dios por los hombres fieles a su palabra que no te permitirán escapar de tu vocación.

La selección pública del rey

Samuel estableció un proceso elaborado para elegir al rey, dando la oportunidad a cada tribu, para que fuera evidente que Dios escogió a Saúl:

Después de esto, Samuel convocó al pueblo de Israel para que se presentara ante el Señor en Mizpa.  Allí les dijo a los israelitas: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “Yo saqué a Israel de Egipto. Yo los libré a ustedes del poder de los egipcios y de todos los reinos que los oprimían.” Ahora, sin embargo, ustedes han rechazado a su Dios, quien los libra de todas las calamidades y aflicciones. Han dicho: “¡No! ¡Danos un rey que nos gobierne!” Por tanto, preséntense ahora ante el Señor por tribus y por familias.» (17-19)

Dios parece darle a la nación una última oportunidad de arrepentirse de rechazarlo, pero están decididos a conseguir a su rey. Lo que sucedió al día siguiente sería cómico si no fuera tan trágico.

Escondido en el equipaje

Dicho esto, Samuel hizo que se acercaran todas las tribus de Israel y, al echar la suerte, fue escogida la tribu de Benjamín. Luego mandó que se acercara la tribu de Benjamín, familia por familia, y la suerte cayó sobre la familia de Matri, y finalmente sobre Saúl hijo de Quis. Entonces fueron a buscar a Saúl, pero no lo encontraron,  de modo que volvieron a consultar al Señor:

—¿Ha venido aquí ese hombre?

—Sí —respondió el Señor—, pero se ha escondido entre el equipaje.

Fueron corriendo y lo sacaron de allí. Y cuando Saúl se puso en medio de la gente, vieron que era tan alto que nadie le llegaba al hombro. Dijo entonces Samuel a todo el pueblo:

—¡Miren al hombre que el Señor ha escogido! ¡No hay nadie como él en todo el pueblo!

—¡Viva el rey! —exclamaron todos. (20-24)

Saúl se llenó del poder de Dios y se cambió en otro hombre: ¿Por qué se escondería en el equipaje?

Por supuesto, a Saúl le resultaba difícil aceptar que él sería el rey. Ya vimos que él no le dijo nada a su tío acerca del asunto, y ahora está escondido en el equipaje, inseguro y temeroso. Hoy diríamos que tenía baja autoestima. Tendríamos compasión y le recomendaríamos terapia, o haríamos algo para edificar su ego débil. Pero la autoimagen y el amor propio tienen que ver con el “yo.” La persona está tan enfocada en el “yo” que ya no puede ver a Dios. Nuestros problemas y debilidades no desaparecen cuando viene el Espíritu de Dios. La cuestión es: ¿vamos a actuar de acuerdo con nuestros sentimientos, o nuestra fe en lo que Dios ha dicho? Saúl estaba dominado por sentimientos de incompetencia, debilidad y miedo. ¿Quién es el verdadero Saúl? ¿El rey ungido que todos están alabando? ¿O el niño asustado que no quiere estar cerca de la gente?

Si es difícil para ti estar con la gente, será difícil para ti servir a Dios. Saúl trabajaba en la granja de su padre y no estaba acostumbrado a estar con mucha gente. Nunca ocupó un puesto de liderazgo, y no tenía la formación para ser un rey. Es fácil entender su lucha. ¿Realmente fue Dios quien le habló? ¿Fue  realmente elegido para ser rey? ¿Por qué elegiría Dios a alguien obviamente no calificado? ¡Porque Dios quería que él viera la necesidad absoluta de vivir en el poder del Espíritu! No sobreviviría como rey si él estuviera caminando en la carne. ¡Él siempre estaría escondido en el equipaje! La única manera de manejar esta gran tarea sería confiar en Dios momento a momento. Lo mismo es cierto para ti. Dios te salva y te llama a una tarea imposible: Ni siquiera es posible ser un cristiano si no estás caminando en el Espíritu. Intentas con todas tus fuerzas agradar a Dios, sólo para fracasar miserablemente, y dudar si esta fe cristiana realmente es para ti. Te parece que simplemente no puedes, y eso es exactamente donde Dios te quiere. El Antiguo Testamento nos muestra gráficamente cómo nunca podemos medir hasta los estándares de Dios. Es sólo cuando renunciamos a nuestros propios esfuerzos que comenzamos a comprender lo que significa ser un cristiano: Jesús viviendo su vida a través de nosotros.

Hermano pastor, no quiero ofenderte, pero muchas veces son las personas sin talentos naturales y no calificados quienes son llamados al ministerio. Dios puede pasar por alto a los líderes naturales y escoger a alguien desconocido para dirigir una obra importante, porque será tan evidente que sólo podrán hacerlo confiando totalmente en el Espíritu. El hombre con muchos dones naturales lucha con orgullo y renunciando a sus propios esfuerzos, e impida la obra de Dios.

Es mejor no aprender las duras lecciones frente a toda la iglesia, o frente a toda la nación. Las consecuencias de caminar en la carne como un campesino son diferentes de caminar en la carne como un rey. Si Saúl fracasa pastoreando ovejas, él podría perder unas cuantas ovejas a un león. Pero como rey, todo el país puede ser derrotado. Un evangelista famoso que cae en pecado trae mucho más deshonra al nombre de Jesús que el pastor de una iglesia pequeña; simplemente afecta a más personas y el daño a la causa del Señor es mucho mayor. Cuanto más avanzas en el servicio de Dios, más tienes que confiar totalmente en el Espíritu. Si vas a prosperar, una muerte radical al “yo” es necesaria. Saúl era demasiado egocéntrico para ver a Dios o darle control de su vida.

Y tú, ¿eres guiado por tus emociones o por tu fe en Dios? Tu experiencia después de un encuentro profundo con Dios puede ser muy variada. ¿Vas a actuar como un hijo adoptivo de Dios todopoderoso, diseñado para reinar con Cristo? ¿Vas a dar un paso de fe en el poder del Espíritu? ¿O, dominado por tu pecado, miedo y sentimientos de inferioridad, vas a permanecer débil e ineficaz, tratando de esconderte y actuando como si nada hubiera cambiado? ¡Sal del equipaje!

Inseguridad

Cuando Saúl finalmente apareció, desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo. Samuel orgullosamente dijo: “No hay nadie como él en todo Israel.” Todos podían ver que Saúl era físicamente capaz, pero parece que él no se dio cuenta de ello. Era como muchos de nosotros: ciego a sus habilidades. Saúl actuó como un niño, en lugar de un imponente y poderoso hombre de Dios. Tú puedes tener dones y habilidades que son evidentes a todos los demás, excepto a ti mismo. Puedes estar tan enfocado en ti mismo que no puedes ver a Dios. Ni la altura de Saúl ni sus capacidades naturales eran importantes. Lo único que realmente importaba era que Dios lo había escogido, y Dios a menudo escoge a los débiles para confundir a los sabios.

Saúl no fue el único que lucha con esta inseguridad. Hombres mayores en posiciones de gran responsabilidad aún sienten esa tensión. A veces nos gustaría escondernos en el equipaje o volver a los pastos pacíficos; apacentar un rebaño de ovejas por un rato o volver a ser un niño. Grandes predicadores tienen miedo de levantarse frente a una multitud. A veces te despiertas con temor y ansiedad y te preguntas: “¿Qué estoy haciendo, pastoreando una iglesia, responsable ante Dios por cientos de personas?” O puedes mirar a tu esposa y pensar: “¿Quién es esta mujer?” Puede haber noches sin sueño con el estómago en nudos, pensando en todos los problemas que te enfrentan. Puedes sentirte muy pequeño y débil. En ese momento tú no necesitas cursos de motivación ni palabras de ánimo acerca del gran hombre que eres. Tienes que buscar a Dios. Recuerda sus promesas. Bebe profundamente de la plenitud de su Espíritu. Disfruta la comunión con Dios y escucha su voz en la Palabra. Entonces levántate y da ese paso de fe como el hombre poderoso que eres en Jesucristo.

Hombres valientes y hombres insolentes

Para bien o para mal, Saúl ha sido presentado como el primer rey de Israel. En los próximos capítulos vamos a ver si estaba listo para reinar o no.

Después, Samuel le explicó al pueblo cuales eran los derechos y las obligaciones de un rey. Los escribió en un rollo y lo puso delante del Señor. Luego Samuel envió al pueblo a sus casas.

Cuando Saúl regresó a su casa en Guibeá lo acompañó un grupo de hombres a quienes Dios les había tocado el corazón. Sin embargo, había unos sinvergüenzas que se quejaban: «¿Cómo puede este hombre salvarnos?». Y lo despreciaban y se negaban a llevarle regalos. Mas Saúl guardó silencio. (25-27, NTV)

Hubo dos reacciones muy diferentes a Saúl.

El primer grupo ofreció su apoyo. Dios ya tocó sus corazones. Eran valientes, maduros, fuertes y piadosos. ¡Muy diferente de la inmadurez y cobardía de Saúl! Ellos conocían a Dios y comprendían y respetaban la autoridad que Dios le había dado a Saúl. Pero no eran ciegos; vieron la timidez y la falta de experiencia del nuevo rey. No era una atracción natural para Saúl, pero podían ver más allá de sus debilidades en lo que Saúl podría llegar a ser.

Cuando Dios pone su mano sobre tu vida, Él también proporciona a otros hombres para que te apoyen. Dios no te llama, solo que te abandone. Varones de Dios se sentirán atraídos por la presencia de Dios en ti. La tarea de Saúl era escuchar a estos hombres, pasar tiempo con ellos y aprender de ellos. Le correspondía a Saúl determinar lo que cada uno tenía para ofrecer y utilizar esas habilidades. Una de las marcas de un gran líder – ya sea en el gobierno, los negocios o la iglesia – es la calidad de los hombres que tiene a su alrededor. Un líder verdaderamente dotado atraerá a otros hombres dotados. Un líder inseguro será amenazado por ellos. La prueba real no es sólo atraerlos, sino saber cómo usarlos y cultivar su apoyo. Dios le estaba dando a Saúl un recurso precioso, pero parece que él lo desperdició. Estos hombres lo acompañaron a su casa, pero no está claro lo que ocurrió después. Tal vez si Saúl se hubiera quedado cerca de ellos, habría sido protegido de la cruel oposición y burla del segundo grupo.

Los hombres tienden a ser independientes y resisten la ayuda de cualquiera. Pero Dios rara vez llama a un hombre al liderazgo solitario. Tú eres parte de un cuerpo que tiene diversos dones espirituales. Si Dios te llama a una tarea, únete a otros hombres para ayudarte lograrla. Eso puede ser un duro golpe para tu orgullo, ya que ellos pueden ser más experimentados y cualificados que tú. Pero eso no importa si Dios te los trae. Puede que no sean los hombres que tú elegirías, pero Dios sabe lo que está haciendo, y está proporcionando graciosamente el apoyo y la orientación que necesitas. Atesóralos y escúchalos. Recibe su ayuda y humildemente da gracias a Dios por ellos. ¿Tienes a algunos «hombres valientes» a tu alrededor? ¿O uno que puedas buscar? ¿Eres tu uno de esos hombres valientes que Dios usaría para animar a alguien?

Solo habrá un rey del país. Puede ser humillante, pero acepta el llamado que Dios tiene para ti. No seas como el segundo grupo, que “lo despreciaba”, y “no le trajeron ningún regalo.” Esas son palabras fuertes, para mostrar cuán fuerte fue la oposición. No importa donde estés, tendrás detractores, así como partidarios. Saúl no fue la excepción. ¿No puedes visualizar a estos duros hombres machistas en la muchedumbre riéndose de este chico que fue arrastrado del equipaje? Son alborotadores, y aparecerán cuando Dios comience a moverse en tu vida. Su propósito es derribarte, desalentarte y hacerte dudar de lo que Dios ha dicho. Son enviados por el acusador de los hermanos, quien odia a Dios y te odia a ti. Nos encantaría si se fueran, pero dondequiera que Dios esté moviéndose, Satanás estará allí tratando de destruir la obra del Señor. Sería genial si pudieran esperar hasta que Saúl se estableciera, pero Satanás no es un caballero. Si él puede descarrilar una obra de Dios desde el principio, lo hará.

Lo triste es que estos sin vergüenzas eran del mismo pueblo de Saúl. Sería comprensible que los filisteos se negaran a llevarlo regalos, pero ¿hermanos israelitas? Por desgracia, a veces la oposición más fuerte viene de la iglesia. Gente orgullosa que camina en la carne despreciará al hombre que Dios toca y exalta. La selección de líderes de la iglesia es una de las fuentes más comunes de conflicto. Aquellos que no fueron elegidos, pero creen que están mejor calificados, a menudo desprecian al seleccionado y tratan de socavarlo. Se nota su ausencia en un servicio de instalación o reconocimiento donde otros traen regalos.

¿Por qué permitiría Dios que estos hombres insolentes vinieran contra Saúl tan rápidamente? ¿Estaba siendo cruel o indiferente? Definitivamente no. Una parte importante del crecimiento y el liderazgo es responder a la oposición. Por mucho que uno desee, ¡no se puede evitar la batalla! Dios fielmente proveyó a hombres valientes. Ahora la pregunta es ¿a quién escuchará Saúl? ¿Cómo va a responder a los alborotadores? ¿Cuánto le permitirá a Dios ministrarle a través de los hombres valientes?

Saúl guardó silencio

Una vez más, Saúl guardó silencio. Los hombres son buenos en eso. Parece ser la salida más fácil. A veces hablamos demasiado, pero a veces guardamos silencio cuando tenemos que hablar. Hay que saber cuándo hablar, y cuándo guardar silencio. ¿Mostró Saúl la moderación sabia, como lo hizo Jesús con sus acusadores? ¿O simplemente estaba asustado y no sabía qué decir? Probablemente debería haber dicho algo; tal vez devolver bendición para las maldiciones. Mi conjetura es que se sintió inadecuado. No quería enfrentarlos. No habló con Dios, quien le habría tranquilizado. Saúl lo internalizó, y su ego ya débil estaba un poco más desgastado. Las voces de los alborotadores se unieron a las de su padre, sus amigos y cualquier otra persona que le había lastimado de niño. Cuando regresó a casa, las palabras de los alborotadores permanecieron en sus oídos, mientras que las palabras de los hombres valientes no parecían tan fuertes. La experiencia con Samuel parecía lejana, pero sus acusadores parecían muy presentes. Satanás comenzó a construir una fortaleza en su mente basada en sus propios problemas de personalidad. Más tarde, cuando su gobierno colapsó, las mismas palabras resonaron en su mente. Dios proveyó una salida, pero como vamos a ver, la batalla solo se intensificó.

¿Has batallado con las mismas voces? Es posible que hayas ignorado a los hombres valientes que Dios ha traído a tu vida. Has estado demasiado orgulloso e independiente para acercarte a ellos. Puedes tener miedo de estar cerca de otros hombres. Mientras tanto, la voz de los alborotadores se ha mantenido fuerte, uniéndose a las burlas del pasado: “Nunca lo lograrás. Eres diferente. Nunca tendrás la victoria. No hay esperanza para ti. Eres un fracaso.”

Tú no eres diferente. No eres un fracaso. Cada hombre desde Adán en adelante lo ha experimentado. Tú tienes la opción de escuchar lo que Dios ha dicho, o al acusador y sus alborotadores que te desprecian. Identifica la voz de tu acusador. Dile que tú reconoces su voz. Decide rechazar sus burlas a partir de ahora. En lugar de meditar en la burla de la gente y tus malas experiencias, medita en lo que Dios ha dicho acerca de ti en su Palabra. Ora para que Dios en su gracia proporcione a hombres valientes para rodearte. Los necesitas.

¿Estás escondido en el equipaje mientras Dios te llama a levantarte e impactar poderosamente a tu familia y tu mundo? ¿A qué le temes? ¿Las burlas del enemigo? ¡Dios está contigo! Él te brindará todo el apoyo que necesites cuando des ese paso de fe.