Dios tiene un plan para ti Éxodo 3:7-14

Parte de la estrategia para ganar en las batallas de esta vida es tener un plan. En mi Biblia, Éxodo 3:7-14 tiene el titulo «Dios diseñó el plan de salvación.»

Pero el Señor siguió diciendo:

―Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias. Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel. Me refiero al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos. Han llegado a mis oídos los gritos desesperados de los israelitas, y he visto también cómo los oprimen los egipcios. 10 Así que dispónte a partir. Voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a los israelitas, que son mi pueblo.

11 Pero Moisés le dijo a Dios:

―¿Y quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?

12 ―Yo estaré contigo —le respondió Dios—. Y te voy a dar una señal de que soy yo quien te envía: Cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me rendirán culto[a] en esta montaña.

13 Pero Moisés insistió:

―Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”. ¿Qué les respondo si me preguntan: “¿Y cómo se llama?”

14 ―Yo soy el que soy —respondió Dios a Moisés—. Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: “Yo soy me ha enviado a ustedes”.

En los versos 7 y 8 Dios dice que:

He visto

He oído

He conocido

Y como resultado…

He descendido

Dios vio la aflicción de su pueblo en su esclavitud en Egipto. Dios ve todo; Él ha visto tu aflicción.

Su pueblo clamó a Él a causa de sus opresores, y Dios oyó su clamor, aunque les apareció que no respondió a ello. Dios ha oído tu clamor también.

Dios no está alejado de tus angustias. Él las ha conocido; Jesucristo vino a este mundo y era un varón de dolores, experimentado en el quebranto.

Israel tenía que esperar un buen rato, pero ahora Dios dice que ha descendido. Descendió para hacer dos cosas: librarlos, y sacarlos. Jesús descendió para librarnos de nuestra esclavitud al pecado y sacarnos de este mundo (espiritualmente).

Dios tenía un plan para la salvación de su pueblo en Egipto, y Dios tiene un plan para nuestra salvación del diablo y del pecado. Dios también tiene un plan para librarte y sacarte de la trampa del pecado y angustia en tu vida.

Dios prometió a ellos una tierra buena y ancha, una tierra que fluye leche y miel, tal como Él tiene cosas buenas preparadas para ti. Hay un solo problemita: Esa tierra está ocupada. Hay cananeos, heteos, ferezeos, heveos, y jebuseos. Eso significa guerra.

El blanco para ellos, su meta, es la posesión de esa tierra; para ocupar y morar en una tierra que fluye leche y miel. Pero primeramente hay otros blancos que tienen prioridad. Para un esclavo en Egipto parece un sueño imposible poseer tal tierra. Es posible que hay blancos en tu vida ahora que te parecen imposibles, son tan grandes y alejados. Pero Dios tiene un plan para ti también.

La batalla es de Dios. Él va a hacer maravillas para sacarlos de Egipto. Ellos solamente tienen que cooperar con su plan. Pero también Él está llamando y enviando a un hombre como líder; está ungiendo a Moisés y enviándolo a Faraón.

Dios va a pelear tu batalla también. Claro que tú tienes tu parte. Tienes que obedecer y a veces batallar, pero Jesucristo ha preparado el camino. Él hará lo que tú no puedes.

El primer blanco para Moisés (verso 10) es el faraón. Él va directamente a la cabeza del país. Es como dijo Jesús: ¿Cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? (Mateo 12:29)

Moisés responde a Dios: “¿Quién soy yo? No quiero hacer eso, y creo que no puedo.” Todavía tenía que soltar al guerrero adentro.

La única respuesta que Dios le da es: “Yo estaré contigo.” No importa que Moisés no sabe cómo hablar y no tiene experiencia. Es su fe en lo que Dios le dijo (“estaré contigo”) que suelta al guerrero. Es el conocimiento que Dios le llamó y está enviándole.

Si era una invención de Moisés sería suicidio ir al faraón con sus peticiones. Hace muchos años Moisés ya trató en su fuerza a interceder por su pueblo, y tenía que huir del país. Pero ahora todo es de Dios. ¿Y la señal que Dios le da? Algún día Moisés va a servir a Dios en esa misma montaña.

Para las fuerzas armadas, sería suicidio salir en una misión sin el apoyo de todo el ejército. Ellos han hecho la inteligencia y saben dónde están los blancos, y suplen las armas necesarias. Nosotros somos parte del gran plan de Dios para establecer su reino. Tú tienes tu parte. ¿Tienes esa certeza que Dios está contigo? ¿Sabes cuál es tu primer blanco? Moisés tenía armas: su vara (señales y prodigios) y la palabra de Dios. Tú tienes las mismas armas. Esfuérzate, levántate, y sé valiente.

Cómo vencer en la batalla

Aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.
2 Corintios 10:3-4

El otro día yo vi un libro llamado Suelta al Guerrero Adentro. No es un libro cristiano, pero es un tema muy bíblico. Tenemos el poder del Espíritu Santo en nosotros, y somos guerreros en Jesucristo. ¿Pero cómo soltamos ese poder? El autor de ese libro era un miembro del equipo más prestigioso de las fuerzas armadas norteamericanas, los SEALS de la marina (son ellos que mataron a Osama Bin Laden).

Yo creo que mucho conocimiento en el mundo tiene su base en conceptos bíblicos. El autor dice que en toda guerra hay una sola estrategia: blancos, armas, y movimiento. Primeramente hay que saber cuál es el blanco. El blanco determine el arma necesaria para destruir el blanco, y el arma determine cual movimiento puede ser necesario de nuestra parte. Yo creo que esta misma estrategia es bíblica y aplica a la guerra espiritual. ¿Cómo?

  • Muchas veces un cristiano es atacado, se siente que está en una guerra, pero no sabe cómo responder, porque no sabe quién es el enemigo o que es el blanco. Efesios 6:12 nos dice: Nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. A veces tenemos que identificar el espíritu que está operando, o cómo está manifestándose. Ora por discernimiento, y busca un blanco específico para atacar.
  • Tenemos que escoger con cuidado nuestras armas. ¿Cuáles son para el cristiano? La Palabra de Dios (nuestra espada), la oración, el ayuno, y declaraciones (como renunciando un espíritu inmundo). Hay que tener cuidado que no usamos armas de la carne para guerrear en la batalla espiritual. El blanco determine la arma apropiada.
  • Muchos ya saben que tienen estas armas, pero muchas veces no sabemos el movimiento apropiado. Por ejemplo, proclamar la Palabra, doblar la rodilla en oración, o llamar a varios hermanos a juntarse para interceder.

Con esta estrategia hay que evaluar cada batalla:

  • ¿Cuán importante es este blanco en la guerra? ¿Cuáles son los blancos más importantes? No queremos gastar nuestras fuerzas.
  • ¿Es un blanco realístico? ¿Es posible atacar este blanco?
  • ¿Me es claro exactamente que es este blanco? ¿O hay oscuridad?  ¿Tengo que orar para claridad a ver el blanco?
  • ¿Cuán grande es este blanco? ¿Cuáles son los recursos necesarios para destruir este blanco? Por ejemplo, en los Estados Unidos el blanco de un cambio en la constitución para prohibir el aborto, aunque puede ser posible, sería un blanco muy grande que necesita muchos recursos. El blanco de una ley en una ciudad sería más realístico. Otro ejemplo sería la diferencia entre el espíritu inmundo asignado a un barrio de una ciudad y el espíritu inmundo sobre todo un país. Cuán grande sea el blanco depende en parte en cuán grande es tu fe.
  • Si destruimos este blanco, ¿cómo va a impactar toda la obra de Satanás?
  • ¿Qué impacto va a tener para la obra del Señor en este lugar?

El autor de ese libro identifica el temor como la cosa más importante para vencer si vamos a ganar en la batalla. Es exactamente lo que el Señor dijo varias veces a Josué cuando iba a entrar en la batalla: No temas ni desmayes. Lee el libro de Josué para ver como Israel aplicaba estos principios. Cuando vencemos al temor, tenemos que prepararnos para acción, con la mente orientada a actuar.

En el proceso de poner en práctica la estrategia, hay cuatro cosas que tienes que hacer:

  • Estudia y evalúa la situación.
  • Prepara un plan sencillo.
  • Pon el plan en práctica.
  • Evalúa el progreso y haz los cambios necesarios.

Es importante que el cristiano hace esto con mucha oración, guiado por el Espíritu Santo.

La última cosa que el autor menciona es que muchas veces fallamos porque no sabemos cómo utilizar nuestras armas. En la marina, pasan muchas horas practicando con las mismas armas. Muchos cristianos fallan porque no conocen muy bien sus armas; sea la Palabra o la oración. Tenemos que practicar con ellas todos los días, tal como tenemos que poner nuestra armadura (Efesios 6:13-18) todos los días. Nunca comiences el día sin tus armas ni la armadura que Dios te ha dado.

¿Sabes que estás en una guerra espiritual? ¿Cuáles son las batallas en tu vida ahora? ¿Ves la mano del enemigo (Satanás) en esas batallas? ¿Quién está ganando? ¿Cuál es el primer blanco que tú puedes atacar para entrar en la guerra? ¿Has estado paralizado por el temor? ¡Dios quiere librarte del temor! ¡Su perfecto amor echa fuera todo el temor! ¿Puedes aplicar estos principios a tus batallas?

 

Esperanza en tu tormenta Hechos 27

¿Estás pasando por una tormenta? O, aun peor, ¿has sufrido un naufragio? Puede pasar incluso a alguien andando como Jesús anduvo, en el poder del Espíritu, como el apóstol Pablo y su experiencia como prisionero, de viaje para Roma. Me recuerda de muchos reos que me contaron sus experiencias con el transporte de prisioneros en autobús o avión (la cual se llama en EEUU «Con Air»). Terminamos este estudio en los capítulos finales de Hechos con lo que puede ser una película.

Comenzamos el capítulo 27 con Pablo, sus compañeros y otros presos en un barco. El guarda, Julio, era un tipo amable, que permitió a Pablo visitar a sus amigos en el puerto de Sidón. Desde el principio del viaje se encontraron con muchos problemas:

Tuvimos que navegar despacio por varios días y, después de serias dificultades, por fin nos acercamos a Gnido; pero teníamos viento en contra, así que cruzamos a la isla de Creta, navegando al resguardo de la costa de la isla con menos viento, frente al cabo de Salmón. Seguimos por la costa con mucha dificultad y finalmente llegamos a Buenos Puertos, cerca de la ciudad de Lasea. Habíamos perdido bastante tiempo. El clima se ponía cada vez más peligroso para viajar por mar, porque el otoño estaba muy avanzado, y Pablo comentó eso con los oficiales del barco. (NTV)

Todo estaba en contra:

  • La navegación fue lenta
  • A duras penas llegaron
  • El viento los era desfavorable
  • Siguieron con dificultad
  • Se había perdido mucho tiempo
  • Era peligrosa la navegación

¿Suena como tu vida a veces? ¿Te parece que no estás avanzando? ¿Todo lo que haces es con serias dificultades? Sigues adelante, ¿pero con dificultad? ¿Es el viento desfavorable (como los discípulos experimentaron en el lago cuando Jesús vino caminando sobre las aguas)? ¿Has perdido mucho tiempo? ¿Es peligroso tu camino?

Pablo quería ir a Roma y predicar el evangelio. Era un apóstol ungido por Dios, uno de los apóstoles más importantes de toda la historia, pero Dios no le hizo el camino fácil. Hay algunos predicadores hoy que proclaman que si solo tienes fe, no habrá vientos contrarios ni dificultades en el camino, pero la Biblia nos enseña algo diferente. Lee otra vez la vida de Jesús y las experiencias de Pablo en sus viajes misioneros.

En este viaje, como algunos de sus viajes anteriores, tenían que cambiar sus planes a causa de condiciones desfavorables, y llegan a Buenos Puertos. Por fin, ¡algo que suena bueno! Pero no era tan bueno: No era adecuado para invernar. ¿Qué van a hacer? Pues, Dios le da una palabra a Pablo el preso:

10 «Señores, veo que nuestro viaje va a ser desastroso y que va a causar mucho perjuicio tanto para el barco y su carga como para nuestras propias vidas».

Si Dios te da una palabra, aun si eres preso, comparte esa palabra. Hay mucha necesidad de verdaderos profetas que advirtiesen a este mundo del juicio venidero y el desastre por venir si siguen su camino equivocado. Pero hoy, como en aquel entonces, la mayoría no quiere escuchar la palabra de Dios. El centurión daba más crédito al timonel y al dueño del barco, y siguió la decisión de la mayoría, pero muchas veces la mayoría está equivocada. Si Dios te advierte de algún peligro, ¡escúchalo!

El verso 13 dice «creyeron que podían conseguir lo que querían» cuando comenzó a soplar un viento suave del sur. Al contrario de la palabra de Dios, y conforme a la sabiduría del mundo y las apariencias, el mundo cree que puede conseguir lo que quiere, pero es un engaño. Así se puede encontrarse en lugares muy peligrosos, porque no controlamos el clima. El tiempo cambia. Muy pronto vino un viento huracanado, el Nordeste. Mira como Lucas describe lo que pasó:

14El clima cambió abruptamente, y un viento huracanado (llamado «Nororiente») sopló sobre la isla y nos empujó a mar abierto. 15 Los marineros no pudieron girar el barco para hacerle frente al viento, así que se dieron por vencidos y se dejaron llevar por la tormenta.

16 Navegamos al resguardo del lado con menos viento de una pequeña isla llamada Cauda, donde con gran dificultad subimos a bordo el bote salvavidas que era remolcado por el barco. 17 Después los marineros ataron cuerdas alrededor del casco del barco para reforzarlo. Tenían miedo de que el barco fuera llevado a los bancos de arena de Sirte, frente a la costa africana, así que bajaron el ancla flotante para disminuir la velocidad del barco y se dejaron llevar por el viento.

18 El próximo día, como la fuerza del vendaval seguía azotando el barco, la tripulación comenzó a echar la carga por la borda. 19 Luego, al día siguiente, hasta arrojaron al agua parte del equipo del barco. 20 La gran tempestad rugió durante muchos días, ocultó el sol y las estrellas, hasta que al final se perdió toda esperanza.

21 Nadie había comido en mucho tiempo. Finalmente, Pablo reunió a la tripulación y le dijo: «Señores, ustedes debieran haberme escuchado al principio y no haber salido de Creta. Así se hubieran evitado todos estos daños y pérdidas. (NTV)

  • El barco no podía hacerle frente al viento
  • A duras penas pudieron sujetar el bote salvavidas
  • Comenzaron a arrojar la carga por la borda
  • Pasaron muchos días sin que aparecieran ni el sol ni las estrellas
  • La tempestad seguía arreciando
  • Perdieron al fin toda esperanza de salvarse
  • Llevaban mucho tiempo sin comer

No dice lo que hicieron los hermanos durante estos días. Estoy seguro que estaban orando y ayudando a los demás. En esta dura prueba, estoy confiado que ellos, más que nadie, mantenían sus fuerzas y su esperanza. Pero también parece que pasaron unos 14 días (verso 27) sin recibir ninguna palabra del Señor. ¿Sabes cómo es estar en una tormenta tan grande que te parece que vas a morir, y no recibes ninguna respuesta a tus oraciones? Te puede parecer que la tormenta nunca se acabará. Día tras día estás luchando para sobrevivir.

21 Llevábamos ya mucho tiempo sin comer, así que Pablo se puso en medio de todos y dijo: «Señores, debían haber seguido mi consejo y no haber zarpado de Creta; así se habrían ahorrado este perjuicio y esta pérdida. 22 Pero ahora los exhorto a cobrar ánimo, porque ninguno de ustedes perderá la vida; solo se perderá el barco. 23 Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo, 24 y me dijo: “No tengas miedo, Pablo. Tienes que comparecer ante el emperador; y Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo”. 25 Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo. 26 Sin embargo, tenemos que encallar en alguna isla».

Por fin los marineros están dispuestos a escuchar la palabra de Dios, y Dios mandó un ángel a Pablo. ¡Imagínate ver a un ángel en esa situación! Pablo los dice claramente esas palabras que nadie quiere escuchar: Debían haber seguido mi consejo. Si guardamos la palabra de Dios, podemos evitar mucha pérdida, pero Dios puede redimir incluso esa situación, sobre todo si hay alguien como Pablo abordo.

La primera palabra que el ángel le dio a Pablo fue: No tengas miedo. ¡Incluso Pablo tenía miedo! Es la palabra de Dios para ti en tu tormenta ahora. Hay planes que Dios tiene para ti. Puedas sufrir mucha pérdida en el proceso; aquí van a perder la barca. Hace muchos años aprendí que a Dios no le importa mucho si perdemos dinero y cosas materiales; Él siempre puede darte más dinero. Tu vida vale más que el dinero.

Por fin, después de dos semanas, se hallaron cerca de alguna isla. Los marineros quieren abandonar el barco:

En un intento por escapar del barco, los marineros comenzaron a bajar el bote salvavidas al mar, con el pretexto de que iban a echar algunas anclas desde la proa (30).

Pero Pablo (quien lo recibió por revelación, porque no era marinero) le dice al centurión que si no se quedan en el barco, los demás no podrán salvarse, y esta vez el centurión le escucha. Dios le ha dado autoridad al Pablo el preso. Me recuerda de José y su autoridad en la prisión de Egipto. De la misma manera Dios te dará autoridad en tu prisión o tu trabajo.

33 Estaba a punto de amanecer cuando Pablo animó a todos a tomar alimento: «Hoy hace ya catorce días que ustedes están con la vida en un hilo, y siguen sin probar bocado. 34 Les ruego que coman algo, pues lo necesitan para sobrevivir. Ninguno de ustedes perderá ni un solo cabello de la cabeza». 35 Dicho esto, tomó pan y dio gracias a Dios delante de todos. Luego lo partió y comenzó a comer. 36 Todos se animaron y también comieron. 37 Éramos en total doscientas setenta y seis personas en el barco. 38 Una vez satisfechos, aligeraron el barco echando el trigo al mar.

Pablo era tan confiado que animó a todos a tomar alimento; delante de todos él dio gracias a Dios, tomó pan, y lo partió. ¿No te recuerda de Jesús alimentando a la multitud? Así Dios quiere usarte para animar y bendecir a todos que te rodean. A veces tienes que levantarte y bendecir y partir el pan de vida.

42 Los soldados pensaron matar a los presos para que ninguno escapara a nado. 43 Pero el centurión quería salvarle la vida a Pablo, y les impidió llevar a cabo el plan. Dio orden de que los que pudieran nadar saltaran primero por la borda para llegar a tierra, 44 y de que los demás salieran valiéndose de tablas o de restos del barco. De esta manera todos llegamos sanos y salvos a tierra.

Otra vez más Dios salvó a Pablo. Todavía le queda mucho en el viaje, pero para el momento Pablo y todos en ese barco están bien. Yo pido al Señor que en tu tormenta ahora todos en tu compañía, toda tu familia, lleguen a tierra firme salvos y sanos. Dios nos da tiempos de descanso y bendición antes de entrar en el barco otra vez para encontrar otras tormentas más, pero el deseo de tu Padre es enseñarte en la tormenta que Él tiene todo bajo su control. Cada tormenta es otra oportunidad más para que Dios manifestara su poder. Si siempre hay grande bonanza en tu vida, no necesitas a Dios. Como Jesús dijo a sus discípulos cuando reprendió al viento: ¿Porque tienes tanto miedo? ¿Todavía no tienes fe? (Marcos 4:40) Tu puedes estar en una tormenta ahora, pero Jesús tiene autoridad sobre el mar y el viento, y Él te ha dado esa autoridad a ti también. Esfuérzate y sé valiente.

 

 

Cómo Dios te enaltecerá

Estoy terminando este libro durante los Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro, que exaltan la capacidad física de muchos atletas. ¡No hay muchas oportunidades para humillarse allí! Pero no es solo en el deporte o el mundo del entretenimiento. Estamos muy lejos de la mente de Jesucristo: “Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” Dios tiene una recompensa para ti, y ¡es mucho mejor que una medalla de oro!

Hemos dedicado bastante tiempo al estudio de cómo humillarnos, y ahora vamos a terminar con la promesa: Si tú haces tu parte y te humillas, entonces Dios hará su parte, y te enaltecerá. ¿Cómo? Nuestro ejemplo otra vez es Jesucristo. Él se humilló hasta el extremo, como vimos en Filipenses 2. No hay nadie en este mundo que se humille a sí mismo como Jesucristo se humilló a sí mismo. El verso 9 de ese capítulo dice que por eso, como consecuencia de lo que hizo Jesús voluntariamente:

  • Dios lo exaltó hasta lo sumo
  • Dios le otorgó el nombre que está sobre todo nombre
  • Toda rodilla se doblará ante el nombre de Jesús, en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra
  • Toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor (Filipenses 2:9-11)

Me parece que fue una recompensa muy rica, ¿verdad? Se humilló por unos 33 años, sembró esa humildad, para cosechar esta recompensa por toda la eternidad. ¿Qué más quieres? ¿Puedes pensar en otra cosa que el Padre pueda hacer para exaltar a su hijo?

Tu Padre tiene el mismo corazón para ti. Él ya dio lo mejor de sí, su hijo, por tu salvación. No sabemos cuán grande es la recompensa para nosotros, pero parece que la medida en que vamos a ser exaltados depende de cómo nos humillemos en esta vida. Jesús dijo que aquellos que se jactan en esta vida, que se exaltan a sí mismos, ya han recibido toda su recompensa (Mateo 6:2, 5, 16). Aquí hay solo una pequeña parte de lo que la Biblia dice acerca de nuestra recompensa:

  • Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman (1 Corintios 2:9).
  • Ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre (Apocalipsis 1:6).
  • Jesús y su Padre hacen su vivienda en nosotros (Juan 14:23).
  • Nosotros, los creyentes, vamos a juzgar al mundo (1 Corintios 6:2).

Tenemos la seguridad que vamos a recibir una recompensa cada vez que nos humillamos:

  • El que se humilla para dar un vaso de agua a un pequeño no perderá su recompensa (Mateo 10:42).
  • El Padre ve cuando te humillas en secreto, y te recompensará (Mateo 6:18).
  • Cuando te humillas, dejas tu orgullo y amas a tus enemigos, haciéndoles bien, tendrás una gran recompensa y serás un hijo del Altísimo. (Lucas 6:35)

Gran parte de la recompensa viene después de la muerte, pero también hay una recompensa ahora: Ya tienes todos los privilegios de un hijo del Rey. 1 Pedro 5:6 te promete que Dios te exaltará a su debido tiempo. Confía en Él.

A pesar de toda esta enseñanza bíblica, si todavía quieres exaltarte, y no te humilles a ti mismo, entonces Dios te humillará. Créeme, es mejor humillarte a ti mismo. Recuerda que Cristo es el mejor ejemplo de cómo humillarse, pero si necesitas otro ejemplo bíblico, estudia la vida de Moisés. Números 12:3 dice que él era el hombre más humilde, pero también era un hombre muy capaz, con mucha autoridad. ¡Un hombre humilde puede hacer muchas cosas por el Señor!

Humillarte a ti mismo revela la calidad de tu fe. ¿Puedes esperar ser exaltado en el cielo? ¿O tienes que conseguir todo ahora? ¿Puedes confiar en que Dios cuidará, hasta el extremo que iba Jesús, confiando en que Él estaría bien como un bebé en un sucio establo? ¿Sabes quién eres en Cristo? ¿O aún confías en las cosas de este mundo que te hacen sentir como alguien con valor? No te enfoques demasiado en humillarte a ti mismo; enfócate en Jesús. Mientras lo ames y camines con Él, tu corazón se transformará, y sin siquiera darte cuenta, te sorprenderás por tu sumisión, obediencia y servicio.

 

¿Tienes la actitud de Jesús?

Jesús demostró una humildad radical: La obediencia hasta la muerte de la cruz. Filipenses 2:1-16 contiene la enseñanza bíblica más profunda sobre la humildad:

1Por tanto, si sienten algún estímulo en su unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento. No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás.

La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús,

quien, siendo por naturaleza Dios,
no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.
Por el contrario, se rebajó voluntariamente,
tomando la naturaleza de siervo
y haciéndose semejante a los seres humanos.
Y al manifestarse como hombre,
se humilló a sí mismo
y se hizo obediente hasta la muerte,
¡y muerte de cruz!

Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo
y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre,
10 para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla
en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra,
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.

12 Así que, mis queridos hermanos, como han obedecido siempre —no sólo en mi presencia sino mucho más ahora en mi ausencia— lleven a cabo su salvación con temor y temblor, 13 pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad.

14 Háganlo todo sin quejas ni contiendas, 15 para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento, 16 manteniendo en alto la palabra de vida. Así en el día de Cristo me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano.

El objetivo de la vida cristiana es tener la misma actitud que tuvo Jesús (verso 5), seguir su ejemplo y andar como anduvo Jesús. Tener ese mismo sentir va en contra de nuestra naturaleza caída; implica humillarte a ti mismo.

Esta forma de pensar se manifiesta en cómo se relaciona con otros

  • Mantener la unidad perfecta con nuestros hermanos: Un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento, y un mismo propósito (verso 2). No es fácil mantener esta unidad; es posible solo si nos humillamos. ¿Eres rápido y capaz de perdonar a otros por sus errores cometidos en tu contra? ¿Mantienes cuentas cortas? o ¿guardas rencor durante mucho tiempo? Colosenses 3:12-14 habla de las cosas con las cuales debemos revestirnos de afecto entrañable, e incluye la humildad entre bondad, amabilidad, paciencia y amor. Al reflexionar sobre  cómo el Señor te perdonó, tolera a otros y perdónalos.
  • Verso 3: No hagas nada por egoísmo (contienda, rivalidad) o vanidad (orgullo). ¿Cuál es tu motivo en lo que haces en la iglesia? ¿Qué estás sembrando? ¿Cómo es la cosecha? Reflexiona honestamente sobre cómo te relacionas con otros. El comportamiento jactancioso y arrogante produce desaprobación social. Otras personas, ¿se sienten amenazadas por ti? ¿Por qué? La jactancia trae discordia. La ambición puede arruinar una iglesia, pero la humildad genuina la edifica.
  • Considera (estima) a los demás con humildad, es decir, como superior a ti mismo (verso 3). Humillarse significa no tener una actitud superior hacia nadie; no tiene nada que ver con los hechos. Tu puedes decir: “¡Pero yo tengo más experiencia! ¡Yo tengo más educación!” Y puede ser la verdad, pero eso no importa. En nuestra actitud, hay que considerar a otros como superiores. Por lo tanto, reconoces honestamente tus errores, en lugar de culpar a otros por ellos.
  • Vela por los intereses de los demás. Piensa en otros y en sus deseos. No significa no vigilar tus propios intereses, sino velar por los intereses de otros antes que los tuyos.

¿Cómo podría Jesús vivir así?

  • No consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse. Nunca negó que es Dios. Él sabía muy bien quién era, pero tomó la decisión de no aferrarse a ello. Para aquellos que dudan de la divinidad de Jesús, aquí dice claramente que tiene la naturaleza divina, que es igual a Dios.
  • Se rebajó voluntariamente, se despojó a sí mismo. Dejó a un lado lo que era suyo. Jesús negó sus derechos, porque confiaba en que su Padre cuidaría de Él. Para ti, no es por obligación, ni pensar en la recompensa que vas a recibir. Te niegas a ti mismo, por amor. Lo haces voluntariamente.
  • Tomó la naturaleza de siervo. Una y otra vez Cristo dijo que el que quiere ser grande tiene que ser el servidor de todos. Servir es la raíz de la humildad, y Jesús es el ejemplo supremo de servicio.
  • Se hizo semejante a los seres humanos (verso 8). Dejó toda la gloria del cielo, todo su privilegio como hijo de Dios, para vivir una vida muy humilde. Se identificó completamente con nosotros, algo que no pudo hacer desde el cielo. Humillarse significa vivir con gente humilde (no solo enviar dinero desde la comodidad de una casa grande para “ayudar a los pobres,” sino vivir entre los pobres e identificarse con ellos). Cuando yo trabajaba de capellán en las prisiones, a veces deseaba pasar unos días viviendo dentro de la prisión. Fui a la cárcel por ocho horas para dar un culto y ministrar, pero luego regresé a mi familia y mi hogar. Cristo se hizo “preso” para identificarse con nosotros en nuestra prisión (sin pecar).
  • Se humilló a sí mismo hasta el extremo, hasta la muerte más cruel y vergonzosa, de la cruz. Su humildad se manifestó en obediencia.

Cristo es nuestra garantía de que Dios va a exaltarnos cuando nos humillamos (9-11). Pero si te humillas solo para ser exaltado, no es verdadera humildad.

Los estudios de este pasaje casi siempre terminan con el verso 11, pero el verso 12 comienza “así que,” o “por tanto.”

Cosas que deben fluir de la actitud de Jesús:

  • Hay que tomar en serio cuán grande es nuestra salvación. Hay que llevarse a cabo con temor y temblor (12). Reconocer la supremacía de Dios en todas las cosas. Dios Habla Hoy dice: Esfuércense por demostrar los resultados de su salvación obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor.
  • Cristo cumplió perfectamente la voluntad de Dios en su vida, y nosotros tenemos que buscar y cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas. Gracias a Dios, Él produce en nosotros el querer y también el hacer su voluntad, que siempre es buena (12-13). Descubre el lugar que Dios tiene para ti en el mundo. Si es muy humilde, acéptalo. Si es una posición enaltecida, recíbela con humildad. La Nueva Traducción Viviente dice: Dios, según su bondadosa determinación, es quien hace nacer en ustedes los buenos deseos y quien los ayuda a llevarlos a cabo.
  • Cumplir su voluntad con humildad es hacerlo sin quejas ni contiendas. Brillamos en nuestro mundo oscuro como intachables y puros hijos de Dios sin mancha (14-15). Te ves como Jesús.

Humillarte a ti mismo es una revolución que afecta tu vida entera. Estudia nuevamente la vida de Jesucristo, para ver cómo se humilló a sí mismo, y sigue su ejemplo. Empieza con tu matrimonio; ¡puede transformarlo!

 

El secreto que le permitió a Jesús humillarse

Una universidad en Australia hizo un estudio acerca de la humildad, y descubrieron que antes de Cristo, nadie en filosofía había hablado de la humildad como una virtud. ¡Jesucristo fue el primero en hablar de humillarse!

En Juan 13, Jesús se humilló para lavar los pies de los discípulos. No solo nos sirve como un gran ejemplo para nosotros, sino que Jesús también nos mandó que hiciéramos lo mismo, y nos reveló el secreto que le permitió humillarse hasta ese extremo:

Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía; así que se levantó…para lavar los pies. (Juan 13:2)

Jesús sabía tres cosas que le permitieron humillarse así:

  1. Él sabía que tenía autoridad. Ya sabía que su Padre le había dado todas las cosas en sus manos. Él no tomó esa autoridad; le fue dada por su Padre. Ese conocimiento lo liberó para servir y humillarse a sí mismo. No podía ganar nada más…ya tenía todo. Tu Padre también te ha dado autoridad. Por supuesto, no tanta autoridad como Jesucristo, pero ese conocimiento del dominio que Dios te ha dado aquí en la tierra debe liberarte para humillarte y servir a otros. No vas a perder nada.
  2. Jesús conoció su herencia, de donde vino. Sabía que fue enviado por Dios con un propósito. Tenía una identidad firme como el Hijo de Dios. Y tú, ¿sabes quién eres? ¿Conoces tu herencia? ¿Tus ancestros? ¿Te sientes seguro en tu identidad? ¿Sabes que Dios es tuPadre también? ¡Eres su hijo adoptado! ¿Recuerdas de dónde viniste? ¿Del pecado y la perdición del pasado? ¿Y cómo Jesús te salvó?
  3. Sabía a dónde iría. Sabía que volvería a Dios, al cielo. Tenía esperanza y fe para el futuro. Sabía que la cruz no sería el final de su vida. Mi hermano y hermana, tu futuro es seguro también. Dios tiene un lugar esperándote en el cielo. ¡Vas a compartir en la gloria de Jesucristo!

Si tú puedes captar estas maravillas y vivir con una certeza de ellas, serás liberado para humillarte y servir a otros también.

 

Jesus nos da un requisito para entrar en el Reino

Un día en que yo estaba preparando estos estudios, le dije al Señor: “He estado reflexionando sobre la humildad durante más de un mes. ¿Quién va a leerlo? Creo que quieren algo más emocionante de leer.” Y el Señor me dirigió a Mateo 18. Los discípulos tuvieron una inquietud. Parece que, como muchos, querían ser importantes en el reino de Dios y recibir todas sus bendiciones. Le preguntaron a Jesús: “¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?

¿Cómo responderías tú esa pregunta? En tu iglesia, ¿quién es el más importante? ¿El pastor? En la comunidad cristiana de tu ciudad, ¿quién es el más importante? ¿En tu país?

Sin saber lo que dijo Jesús, la mayoría pensaría en:

  • Alguien en la televisión.
  • Alguien que ha escrito muchos libros.
  • Un gran evangelista.
  • Alguien que tiene mucha influencia en muchas iglesias.
  • Algún profeta o apóstol.
  • El pastor de una iglesia grande.

Pero Jesús llamó a un niño y lo puso en medio de ellos, y dijo: “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos” (Mateo 18:2-3).

Guao. Esto es radical. Es extremo. No es solo una cuestión de ser grande en el reino. El que no cambia y no se vuelve como niño no entrará en el reino. Humillarse no es solo una opción para los más entregados, es necesario para la salvación.

¿Cómo es un niño?

Jesús nos da un modelo muy claro de cómo humillarnos que va más allá de ocupar el último lugar en la mesa o dar preferencia a otros; hay que humillarnos como niños.

Hay muchas cosas que un niño no tiene:

  • No tiene mucha educación
  • No tiene cónyuge o hijos
  • No es independiente…depende de otros para todo
  • No tiene programa propio en la televisión
  • No pastorea ninguna iglesia, ni es el líder de ningún ministerio en la iglesia
  • No tiene poder o posición en el gobierno o en el mundo de los negocios
  • Nadie le escucha muy en serio
  • No tiene una capacidad de razonar altamente desarrollada
  • No tiene un vocabulario extenso o habilidades verbales
  • No trata con el sexo (no debe tener ninguna experiencia o conocimiento del mismo, aunque por desgracia muchas veces ese no es el caso)

Entonces, ¿qué se puede decir acerca de un niño?

  • Le encanta jugar
  • No tiene prisa
  • Necesita maestros para entrenarlo
  • No se preocupa por el dinero o la provisión de sus necesidades
  • No tiene muchos quehaceres
  • Necesita disciplina para guiarle y protegerle; necesita límites
  • Se deleita en cosas muy sencillas
  • Necesita una familia…un padre y una madre. Es vulnerable y en peligro sin esa familia. Admira, respeta y copia a sus padres y hermanos mayores.
  • Le gusta saber qué se espera de él
  • Confía, es enseñable, y le encanta aprender

¿Cómo puede alguien mayor cambiar y volverse como niño?

Jesús nunca nos ordena que hagamos algo imposible, aunque puedes sentirte como Nicodemo cuando Jesús le dijo que tenemos que nacer de nuevo: —¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? —preguntó Nicodemo—. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? (Juan 3:4) Como adultos, tenemos la capacidad de decidir cambiar, dejar todo y volverse como niño. Tenemos la capacidad de humillarnos a nosotros mismos. Jesús es nuestro modelo; Él lo hizo: Dejó todo y nació como un bebé, y creció como un niño en Nazaret. Él, más que nadie, sabe que no es fácil, pero Él también sabe que es necesario. Por eso Él dijo que tenemos que nacer de nuevo. A través de los siglos hay creyentes que han hecho cosas radicales (y estúpidas) para humillarse. Eso no es necesario, pero estoy harto de la gente que ignora las cosas que dijo Jesús porque les hacen sentir incómodos. No creo que tengamos que renunciar a nuestros trabajos y abandonar a nuestras familias, pero Dios nos llama a hacer unos cambios radicales.

En los siguientes versos de Mateo 18, Jesús dice varias cosas más acerca de los niños:

  • Tenemos que recibir a los niños en su nombre; así recibimos a Jesús (18:5).
  • Hacer pecar a un niño (o a alguien que se ha vuelto a ser como niño) tiene consecuencias muy graves (18:6). El abuso y el sufrimiento de los niños en todo el mundo es algo que debería motivarnos a la acción.
  • Tenemos que hacer todo lo necesario (llama nuestra atención cuando menciona medidas extremas como cortar y arrojar una mano o sacar un ojo) para evitar el pecado (18:7-9).
  • Un niño es muy importante para Dios; nunca desprecies a un pequeño (18:10).
  • Los ángeles de los niños siempre contemplan el rostro del Padre en el cielo (18:10).
  • Cada uno tiene gran importancia para Dios; no es la voluntad de Dios perder incluso un pequeño (18:14).
  • Es fácil para un niño perdonar. Es más difícil para un adulto, pero tenemos que resolver problemas con otros hermanos. Para hacerlo, a menudo tenemos que humillarnos (18:15-17).

Me parece que estamos muy confundidos y tenemos las cosas al revés. Hemos seguido al mundo y sus conceptos de éxito y los más trascendentes en él. El mismo Jesús dijo (con referencia al dinero) “Aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios” (Lucas 16:15).

 

 

Algo que nos roba de la presencia de Dios

 “Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados.” Isaías 57:15

¡Qué maravilla! El Dios del universo habita en un lugar increíble; santo y sublime. Varias escrituras nos dan visiones del esplendor del cielo, pero este Dios también descendió en forma de hombre para morar entre nosotros. Todavía quiere habitar entre nosotros, pero no mora en templos ni en palacios. Cuando Jesús vino a este mundo, nació en un pesebre y nunca tenía una casa propia. Ahora Él mora en los corazones de hombres y mujeres como tú y yo, pero Dios no habita en cualquier corazón. Isaías dice que Dios habita con el contrito, humilde, y quebrantado de corazón. Nosotros somos sus templos; templos del Espíritu Santo. Me recuerda de las bienaventuranzas; Jesús dijo que son dichosos los pobres en espíritu, los que lloran, los humildes, y los que tienen hambre y sed de justicia.

Este versículo tiene mucha importancia para nuestro estudio de la humildad. Si quieres experimentar la presencia de Dios, la humildad no es una opción. Esta palabra dice que el corazón contrito, humilde, y quebrantado es el corazón que agrada a Dios. Él está muy cerca de tales personas. Él busca a tales personas. ¿Eres tú una de ellas? ¿Cómo está tu corazón? ¿Cómo está tu templo? ¿Limpio? ¿Puro?

La presencia de Dios toca al espíritu del humilde para reanimarlo, reavivarlo, fortalecerlo, y consolarlo. Y alienta al corazón del quebrantado. Dios está usando el desánimo, la depresión, y las experiencias que quebrantan el corazón para humillarte. Pero entonces, en su gran amor, te alienta, te consuela, y te fortalece. ¡Que hermoso es para el quebrantado de corazón experimentar ese toque del Señor!

HUMILDAD FALSA

¿Es tu corazón un templo limpio y humilde; una morada apropiada para el Señor del universo? Por desgracia, he hablado con muchos cristianos que no están experimentando la presencia sanadora del Señor. Pueden ser quebrantados de corazón y parecer contritos, pero solo Dios sabe si son humildes. Un arrepentimiento genuino es necesario para ser contrito. Es común estar engañado y creerse humilde, cuando de verdad es otra manifestación del orgullo que se llama humildad falsa, y roba al cristiano de la bendición de la presencia de Dios. Un padre de la iglesia primitiva, Chrystosomos, dijo: “Hay un extraño orgullo que se presenta como el estándar de la humildad. Esta falsa humildad es casi en su totalidad el producto de la hipocresía santurrona.”

¿Cuáles son las características de una humildad falsa?

  • Un enfoque en el “yo.” La persona humilde se olvida de sí mismo. Por su propia naturaleza, la humildad no habla de sí misma ni atrae mucha atención a sí misma. Muchas veces la persona humilde no cree que es humilde. Es muy consciente de su pecado y necesidad de Cristo.
  • Humildad falsa es una fachada que puede parecer humilde. La persona habla mucho de su humildad. Pablo dice de tales personas en 2 Timoteo 3:5: Aparentarán ser piadosos, pero su conducta desmentirá el poder de la piedad. ¡Con esa gente ni te metas!(DHH: No tengas nada que ver con esa clase de gente.)
  • Problemas con la autoestima. No tiene un concepto saludable ni una perspectiva clara de sí mismo. En un momento dice que no es nada y no merece nada; al otro momento se vanagloria y anhela la aprobación y alabanza de otras personas. Los que se exaltan muchas veces tienen una autoestima muy baja. La falsa humildad no es atractiva.
  • No experimenta la gracia y la libertad del Espíritu. La falsa humildad para en Romanos 7:24: ¡Soy un pobre miserable! Todavía está bajo la ley, laborando para ser un buen cristiano, y nunca procede a Romanos 7:25: ¡Gracias a Dios soy librado de este cuerpo mortal por medio de Jesucristo nuestro Señor! 
  • Manifiesta una modestia falsa que no puede aceptar cumplidos genuinos de otros. Unos ejemplos:
    • “¡Que buena predica!” “Oh, no era nada. Toda la gloria a Cristo. Es su Palabra.” Pero adentro quiere oír aún más alabanzas.
    • “Qué bonita está esa camisa.” “Oh, es vieja.” Cuando de verdad la compraste el otro día y pagaste bastante. En realidad estás esperando más cumplidos acerca de la camisa.
    • “Eso era un estudio muy bueno.” “Gracias, pero creo que no salió muy bien. Lo hice con mucha prisa.” Cuando de verdad agonizabas horas con el estudio y estabas esperando esos cumplidos.

La persona humilde acepta con gracia un cumplido, pero no los necesita para fortalecer su ego. Puede gozarse en el fruto de sus propios logros, pero también regocijarse con otros que Dios ha bendecido. La humildad falsa manipula a otros para recibir más alabanza. No es honesta ni genuina. Consta de desaprobación de su propia santidad, dones, talentos y logros con el fin de recibir elogios o adulaciones de los demás. La persona verdaderamente humilde sabe quién es, y no tiene que probar nada a nadie. Manifiesta gozo y confianza dados por Dios, que son atractivos a otros. Humildad no significa que debemos derrumbarnos. No confundas la humildad con el auto menosprecio, lo cual es una manera de vivir tímida y buscar excusas.

La verdadera humildad es un realismo informado por la Biblia. Celebra las habilidades genuinas que Dios nos ha dado, y también reconoce nuestras debilidades. Pablo es un buen ejemplo, como escribe en 1 Corintios 15:9-10: Admito que yo soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. (Si se para allí sería humildad falsa.) Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa. Al contrario, he trabajado con más tesón que todos ellos, aunque no yo sino la gracia de Dios que está conmigo.

Un ejemplo aún mejor, como en toda la vida, es nuestro Señor Jesucristo. Estudia su vida a ver un ejemplo de una autoestima saludable.

Si crees que esta falsa humildad te describe, no te condenes a ti mismo ni te desanimes. Dios está abriendo tus ojos porque te ama y anhela morar en ti. Una parte importante de humillarte y crecer es ser honesto acerca de donde estás. Dios quiere revivirte y darte nuevo ánimo. No es fácil hallar el balance entre humildad y orgullo, pero Dios te mostrará si estás cayendo en una humildad falsa, y te dará las circunstancias necesarias para humillarte.

 

 

Pedro nos aconseja cómo humillarnos

¿Quién mejor que el apóstol Pedro para enseñarnos acerca de la humildad? El conocía muy bien lo que es enaltecerse, humillarse, y ser humillado por el Señor. Conocía muy bien lo difícil que es para un joven humillarse. Como un hombre mayor, Pedro tiene algunos consejos muy sabios sobre cómo humillarse.

El sufrimiento y la humildad

A nadie le gusta sufrir, pero Pedro aconseja a estos hermanos que están sufriendo: alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo (1 Pedro 4:13). El sufrimiento es humillante. Esa es una de las razones principales por las que Dios permite el sufrimiento en tu vida; es difícil enaltecerse en ello. A veces puedes sufrir porque te has humillado a ti mismo. Cristo fue humillado en la cruz; padeció porque se humilló a sí mismo y no resistió a sus acusadores. Pedro fue testigo de los sufrimientos de Cristo, y escribe de su propia experiencia. Ahora Pedro está participando en los padecimientos de Cristo, pero está confiado en que Dios lo exaltará, y habrá aún más gozo, porque compartimos en su gloria: Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo (4:13).

Exhortaciones a los ancianos

A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto: cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere.  No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño.  Así, cuando aparezca el Pastor supremo, ustedes recibirán la inmarcesible corona de gloria (1 Pedro 5:1-4).

Los ancianos deben ofrecer un ejemplo a los jóvenes. Un joven puede discernir fácilmente si alguien se enaltece y llama la atención a sí mismo. Puede ser más sutil en un anciano, pero también es fácil para el anciano engañarse a sí mismo y pensar que ya no está sujeto al pecado del orgullo. Puede ser muy capaz de hacer que la jactancia y exaltarse a sí mismo parezca espiritual. Un líder debe practicar estas exhortaciones para humillarse:

  • Mantén el corazón de un pastor. Cuida al rebaño que Dios te ha encargado. No es tuyo, sino el rebaño de Dios, y tú tienes que rendirle cuentas a Él por tu cuidado de ello.
  • Mantén el corazón de un siervo. Hazlo de buena voluntad, no por obligación ni para impresionar a otros. Anhela serviral pueblo de Dios. Aunque no tengas la emoción, el gozo y la energía de la juventud, servir te ayuda a mantener un espíritu humilde.
  • Lucha contra la ambición del dinero. El deseo por seguridad en las finanzas puede ser mayor para un anciano, pero tenemos que depender del Señor y nunca usar a la gente a nuestro cargo para obtener ganancias personales.
  • No seas un tirano ni grosero con quienes están a tu cuidado.
  • Sé un buen ejemplo en tu vida diaria. Muchas veces el ejemplo es más importante que las palabras.

 Exhortaciones a los jóvenes

Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque

«Dios se opone a los orgullosos,
pero da gracia a los humildes».

 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.  Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes (1 Pedro 5:5-7).

Un joven tiene mucha pasión y energía. Es difícil para un joven humillarse. Un joven, más que nadie, quiere probarse a sí mismo y levantarse. Hay mucha competencia con otros jóvenes: para una mujer, un trabajo, el éxito – incluso una posición en la iglesia. Pedro recuerda muy bien su juventud y las luchas que tenía. Él sabe que no es fácil para un joven someterse a un anciano, pero el mandato del Señor a los jóvenes es: Sométanse a los ancianos. Revístanse de humildad en su trato mutuo. ¿Qué joven quiere ser sumiso a otros? ¿O revestirse de humildad? ¡Quiere revestirse de poder y honor y buena apariencia y las últimas modas! ¡Un joven tiende a la rebelión!

Si un joven puede humillarse y confiar en Dios, Dios puede exaltarlo y hacer maravillas en su vida. No tiene que pasar por muchos años alardeando y exaltándose a sí mismo para luego ser quebrantado por el Señor. Lamentablemente, la mayoría de nosotros somos tercos y lentos para aprender esta lección.

La humildad se manifiesta en la sumisión a otros, y la forma en que se comporta con ellos. Romanos 13 nos enseña que la humildad se manifiesta en sumisión a toda la autoridad establecida por Dios: las leyes del país, la policía, tu jefe y el pastor de tu iglesia. ¿De verdad quieres humillarte? Busca quién tiene la autoridad en cada situación en tu vida y sométete a su autoridad.

¿Se opone Dios a ti?

La razón por la que Pedro nos da esta exhortación está en Proverbios 3:34, “Dios se opone a los orgullosos (soberbios), pero da gracia a los humildes.”

Es un fundamento de cómo Dios funciona. ¿Ves cómo este versículo se relaciona con lo que dijo Jesús?

Dios humillará (se opone) al que se enaltece (al orgulloso), pero da gracia (enaltece) a los humildes (el que se humilla).

Si Dios se opone a ti, Él es tu enemigo. Estás luchando contra Dios. Muchos jóvenes, incluso los cristianos, luchan contra Él,  pero no es fácil luchar contra Dios. Tarde o temprano, Dios siempre prevalecerá, y en el proceso tú sufrirás mucho. Es mucho mejor tener a Dios como tu amigo. ¿Sientes que Dios se opone a ti? ¿Puedes estar luchando contra Dios a causa de tu orgullo? Ríndete a Dios, y humíllate. Así recibirás su prometida gracia.

La gracia de Dios es un don. Es su favor inmerecido. No puedes ganar su gracia. Una parte muy importante de humillarse es llegar al punto de confesar “no puedo.” Muchos jóvenes quieren demostrar que “yo puedo:” a sí mismos, a sus novias y al mundo. Pero Dios te dice: “No puedes.” En tu fuerza, sin Dios, no puedes. Es una lección muy difícil para la mayoría de nosotros. Tú quieres ser un buen cristiano y un buen pastor, pero fracasarás una y otra vez hasta que reconozcas que es solo por la gracia de Dios que puedes seguir a Cristo. Todos nosotros fallamos y necesitamos a Dios. Pedro sabe que un joven necesita mucha gracia si él va a seguir a Jesús, pero tiene que humillarse para recibir este don de gracia.

¿Estás experimentando la gracia de Dios en tu vida? ¿Comprendes lo que es la gracia? ¿Muestras gracia a otros? ¿O tienes expectativas de perfección de ellos? Si te humillas ante Dios, hallarás mucha gracia, de parte de Dios, y también de otros.

Hay que humillarse bajo la mano de Dios

El verso 6 dice: “Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.” En primer lugar tenemos que humillarnos bajo la mano de Dios. Luego, con nuestra confianza en Dios, podemos humillarnos con otras personas, y Dios te exaltará. ¿Cuándo? A su debido tiempo. Confía en Dios que Él sabe el tiempo debido.

Mientras esperas ese tiempo, el verso 7 dice “…. echa toda tu ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de ti.” Muchas veces es debido a la ansiedad que nosotros tratamos de exaltarnos a nosotros mismos:

  • Puedes temer que si te humillas, otros van a abusarte.
  • Puedes creer que no vas a conseguir un buen trabajo con un buen salario.
  • Puedes pensar que esa muchacha no se sentirá atraída por un hombre humilde.

Pero exaltarse es incredulidad. No creemos lo que dijo Jesús. No creemos que Dios nos exaltará. Y así andamos cargados, ansiosos, y aprovechando cada oportunidad para enaltecernos. Humillarse es confiar en Dios con todo. Puedes humillarte sin temor de abusos o pérdida, porque Dios cuidará de ti. Echa toda tu ansiedad sobre Dios. Él es fiel a su palabra. ¡Cuán hermosas son sus promesas! ¡Dios te enaltecerá! ¡Dios te dará gracia! ¡Dios  cuidará de ti!

Tú puedes estar harto ya de esta cuestión de humillarte. Ya tienes bastante tiempo esperando que Dios te exalte, y no está sucediendo. Estás empezando a pensar que es hora de exaltarte a ti mismo. Otros te están instando a que lo hagas. Te enfrentas a situaciones que hacen que sea difícil someterte a otros. Te sientes desanimado de la posibilidad de seguir a Cristo. Hay una prueba tras otra. Pues, anímate. ¡Dios sabe lo que Él está haciendo! Es probable que Él esté quitando otra capa del “yo” y dándote más oportunidades de aprender a humillarte a ti mismo. Está tranquilo. Déjalo ir. Relájate. Él quiere que sepas de una manera más profunda que Él es Dios.

 

 

¿Hay fariseos hoy en dia? Lucas 14:1-14

1Un día Jesús fue a comer a casa de un notable de los fariseos. Era sábado, así que éstos estaban acechando a Jesús. Allí, delante de él, estaba un hombre enfermo de hidropesía.Jesús les preguntó a los expertos en la ley y a los fariseos:

—¿Está permitido o no sanar en sábado?

Pero ellos se quedaron callados. Entonces tomó al hombre, lo sanó y lo despidió.

También les dijo:

—Si uno de ustedes tiene un hijo o un buey que se le cae en un pozo, ¿no lo saca en seguida aunque sea sábado?

Y no pudieron contestarle nada.

¿Por qué este fariseo invitó a Jesús a comer en su casa? No fue porque estaba tan enamorado de Cristo; lo estaban acechando, buscando algo para acusarlo. Habían arreglado para tener presente a este hombre enfermo de hidropesía, y ya sabían que el corazón compasivo del Maestro no podía soportar ver a alguien enfermo; Él lo sanaría. La comida era una trampa.

Me encanta la manera en que Jesús lidió con estas situaciones. ¡Podemos aprender mucho de Él! Simplemente les pregunta a los fariseos y a los expertos en la ley, para devolver la responsabilidad a ellos:  ¿Está permitido o no sanar en sábado? Ellos saben que la ley no prohíbe sanar en sábado. Pero si dicen que está permitido, no tienen nada que acusar a Jesús. Así que, como sucedió mucho cuando Jesús se enfrentó a alguien, se quedaron callados. Pero su silencio no impidió que  Jesús hiciera lo correcto; Él contestó su propia pregunta sanando al hombre. Y los fariseos todavía no dijeron nada, aunque se sabe que estaban muy enojados.

Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola:

—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, tendrás que ocupar el último asiento.10 Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados.11 Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Ocupar el lugar de honor

Jesús no se detuvo con la curación. Ellos estaban observando a Cristo, pero Él también estaba observando a ellos. Jesús siempre observó su entorno. Muchas veces nosotros hablamos demasiado. Sería provechoso observar más lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Jesús nunca pareció preocuparse por ofender a nadie, ni por ser políticamente correcto. Él conocía muy bien la arrogancia y la hipocresía en los corazones de estos fariseos, y notó cómo los invitados escogieron los lugares de honor en la mesa. Está claro que Jesús no buscó ese lugar, ni le ofrecieron el primer lugar; es posible que le dejaron el último. Pero no fue eso que molestó a Jesús; fue lo que sus acciones revelaron acerca de sus corazones.

Estoy seguro de que tú has estado en un banquete donde se forma una fila para coger la comida. Algunos buscan las mejores mesas y el primer lugar en la fila; no quieren perder la mejor comida. Otros dejan que todos los demás pasen primero. Así es en muchas situaciones en la vida diaria; es la naturaleza del hombre buscar el primer lugar y enaltecerse a sí mismo. Incluso en la iglesia, algunos anhelan ese lugar de honor en el frente del templo con el pastor.

No es pecado sentarse en un lugar de honor. Jesús ocupa un asiento de gran honor, a la diestra del Padre, pero no es porque buscó ese asiento. Su Padre lo exaltó a ese lugar porque Jesús se humilló a sí mismo. La cuestión es el motivo del corazón, y cómo se llega a tomar ese asiento. Dios conoce el corazón, y Él sabe si alguien sinceramente está tomando el último lugar para humillarse, o si de verdad cree que merece, o quiere, el primer lugar. Lo importante es estar contento con el último asiento, y no afanarse para el primero. El problema al buscar el primer lugar es que alguien más puede venir y, en presencia de todos, fueras humillado y mandado al último asiento. Si tomas el último lugar, solo es posible moverse hacia arriba, y así recibir honor en presencia de los demás. En su infinita sabiduría, Jesús comparte una palabra fuerte, pero con la apariencia de querer salvarlos de la vergüenza.

Otra vez el mensaje es: “Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Verso 11)

Cómo cosechar una recompensa eterna

¡Parece que Jesús es el único que habla en esta comida! Nadie puede responder a lo que dice. Con todos silenciados por la fuerza de esas palabras, Jesús continúa con una exhortación para el anfitrión:

12 También dijo Jesús al que lo había invitado:

—Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos, a su vez, te inviten y así seas recompensado.13 Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.14 Entonces serás dichoso, pues aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos.

Puede parecer una falta de respeto cuestionar al anfitrión, que había invitado a sus parientes, vecinos ricos y  la gente notable de la ciudad. Posiblemente él quería impresionar a Jesús, pero Cristo no se siente muy cómodo con esta gente. Él dice que sería mejor invitar a los pobres, los inválidos, los cojos y los ciegos. ¿Por qué? Porque ellos no pueden devolver el favor; el huésped recibirá una recompensa en el cielo. Pero si los ricos te invitan a su casa después de visitar la tuya, ya tendrás tu recompensa, aquí en la tierra. ¿Cuál prefieres?

Jesús relaciona la humildad con la generosidad. La persona orgullosa siempre está pensando en lo que va a recibir. La persona humilde es generosa y piensa en otros y en sus necesidades; no piensa en lo que va a ganar en la situación. Le atraen las personas que otros desprecian. ¿Eres generoso? Busca oportunidades para bendecir a los menos afortunados. Estúdiate para ver cuándo buscas el primer lugar, y decide siempre tomar el lugar más bajo.