Cómo recibir lo que pides de Dios: 1 Juan 3:19-24

19 En esto sabremos que somos de la verdad, y nos sentiremos seguros delante de él: 20 que aunque nuestro corazón nos condene, Dios es más grande que nuestro corazón y lo sabe todo. 

¿Qué es el “esto” aquí?

Estos versículos son algo complicados. Siguen varios versículos sobre el verdadero amor. Juan habló de amar de verdad. Entonces nos da una prueba de ser de la verdad, y una forma de sentirnos seguros ante Dios. Este versículo parece ser un puente entre el tema de amor y la posibilidad de liberarse de la condenación. El “esto” puede ser el verdadero amor; no está muy claro en la NVI. Así lo interpreta la TLA: Sabemos que pertenecemos a Dios porque amamos a los demás. Por eso, si nos sentimos culpables de algo, podemos estar seguros de que Dios no nos acusa de nada, porque él está por encima de todo sentimiento, y lo sabe todo. La NTV lo hace más general, pero también lo conecta con las demostraciones de nuestra fe en las obras: Nuestras acciones demostrarán que pertenecemos a la verdad, entonces estaremos confiados cuando estemos delante de Dios. Aun si nos sentimos culpables, Dios es superior a nuestros sentimientos y él lo sabe todo.

Yo creo que aunque tengamos dudas, y el diablo siempre quiera condenarnos, podemos evaluar las manifestaciones de nuestra fe y los cambios en carácter y obras, y así afirmar que Cristo está mi vida.

¿Qué significa que mi corazón me condena? Yo entiendo si el diablo o alguien más me condenen, pero ¿no sería malo que mi corazón me condenara? Parece que no puedo confiar en mi corazón.

Claramente es importante estar seguro de que eres de la verdad, y no engañado o mentiroso como Juan ya mencionó varias veces. Hay muchas personas que dudan de su seguridad ante Dios. Esta es una forma de sentirse seguro, pero nos lleva a algo que no es muy confiable. Dice que incluso el cristiano más sincero puede ser condenado por su corazón.

No podemos confiar en nuestros sentimientos. Es normal tener dudas y sentir que aún peco demasiado o que no amo como Cristo nos ama. Y mi corazón me condena. El diablo y la vieja naturaleza están muy dispuestos a unirse con el corazón y amplificar la condenación. Pero Juan nos da algo importante sobre Dios que todos debemos saber: Él lo sabe todo y es más grande que nuestros corazones. Él mira más allá de las apariencias y ve los motivos del corazón y nuestra sinceridad.

¿Cuál es el resultado de esa seguridad y libertad de condenación?

21 Queridos hermanos, si el corazón no nos condena, tenemos confianza delante de Dios, 22 y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. 

Cuando tu corazón te condena, pierdes la confianza ante Dios. Crees que no mereces nada de él; que él está disgustado contigo. Y eso impacta tu vida de oración. Con el corazón en paz, tienes el denuedo y la confianza para pedir cosas grandes de Dios. Y aquí está una de las grandes promesas de la Biblia acerca de la oración: ¡Recibes todo lo que le pides!

¿Y no hay condiciones para esa promesa? ¿Por qué no he recibido todo lo que le he pedido de Dios?

Bueno, casi todas las promesas bíblicas tienen condiciones. En este caso Juan nos presenta una perspectiva nueva para esta porción: Nuestra obediencia tiene un gran impacto en las respuestas que recibimos a nuestras oraciones. Es lógico: Si hacemos lo que le agrada a Dios, él está muy dispuesto a contestar nuestras peticiones. Obedecer sus mandamientos requiere un estudio cuidadoso de su Palabra y una gran sensibilidad a la voz del Espíritu Santo. Podemos evaluar muchas de nuestras acciones con esta sencilla prueba: ¿Esto agrada a Dios? ¿O no?

¡Hay muchos mandamientos en la Biblia! ¿Tengo que obedecer a todos para recibir una respuesta a mis oraciones?

23 Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos los unos a los otros, pues así lo ha dispuesto. 

Claro que esa voluntad de obedecer todo lo que sabemos de sus mandamientos es importante, pero Dios lo hace mucho más simple, con dos mandamientos principales:

  1. Tener fe. Creer en el nombre de Jesús; es decir, en todo lo que Jesús es y ha hecho.
  2. Amarse los unos a los otros.

Fe y amor.

Entonces, ¿obedezco para que reciba lo que quiero de Dios?

24 El que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él.

Es mucho más profundo. Tiene todo que ver con relación. Cuando andas en obediencia, permaneces cerca de Dios, y Dios permanece en ti. El pecado y la desobediencia nos alejan de Dios. La obediencia establece una comunión íntima con él.

¿Hay alguna manera de saber si estoy bien con Dios? ¿Si permanezco en él?

¿Cómo sabemos que él permanece en nosotros? Por el Espíritu que nos dio.

Tenemos comunión con el Espíritu, experimentamos sus frutos y poder, y el Espíritu le testifica a nuestro espíritu que estamos bien con Dios.

Entonces, si no estamos llenos del Espíritu, será difícil tener esa confianza.

Así es. Juan asume que todos estos creyentes son bautizados en el Espíritu. Era la experiencia normal de la iglesia primitiva, y esencial para andar como Jesús anduvo y experimentar la vida descrita en esta carta.

 

Amémonos unos a otros; 1 Juan 3:11-18

¿El amor siempre ha sido parte del evangelio?

11 Este es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros. 

¡Sí! Fue una parte integral del mensaje de Jesucristo, y es su nuevo mandamiento:

»Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros». (Juan 13:34-35)

¿Siempre odio ha sido parte de la experiencia humana?

12 No seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo? Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas. 

Sí, el primogénito de la raza humana asesinó a su hermano Abel. Y Juan dice que hasta Caín era del maligno, del diablo. La persona en pecado no puede tolerar el “santo” que anda en la justicia de Jesucristo. En lugar de cambiar, lo odia, incluso asesinándolo.

¿Es por eso que algunos compañeros de trabajo me odian?

13 Hermanos, no se extrañen si el mundo los odia. 

Así es. De hecho, si tenemos la aprobación y amistad de los “pecadores”, de los involucrados en el sistema del mundo, debemos examinarnos para ver si realmente estamos en Cristo, o si hemos caído en el modo de vida del mundo. Me recuerda de las palabras fuertes que escribió Santiago en su carta, capítulo 4 versículo 4:

¡Oh gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios. 

14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. 

Lamentablemente, el amor no es necesariamente parte de la experiencia del hombre caído. Esto no quiere decir que no haya gente sin Cristo que ame a otros. Tampoco significa que, por sí mismo, se salve el que ama a sus hermanos; Juan habla de otras condiciones para la salvación en esta carta. Pero deberías notar un cambio impresionante en el verdadero amor que tienes por los hermanos en Cristo.

Antes de aceptar a Cristo, ¿todos están en la muerte?

Sí, sin Cristo, en el pecado, sin amor, todos están muertos espiritualmente y destinados al infierno.

15 Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que en ningún asesino permanece la vida eterna.

Suena como lo que Jesús dijo en el Sermón del Monte.

Así es. Mateo 5:21-22 dice:

»Ustedes han oído que se dijo a sus antepasados: “No mates, y todo el que mate quedará sujeto al juicio del tribunal”.  Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Y cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al fuego del infierno.

La intención del corazón es tan importante como la acción. A pesar de su asistencia a la iglesia y lo que diga, si odia a su hermano, es como practicar el pecado, y no tiene vida eterna.

Yo conozco gente que dice “te amo” pero parece que son meras palabras. ¿Hay alguna prueba del amor verdadero?

16 En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos. 

¡Solo por la mano de Dios puede este versículo 3:16 de 1 Juan ser tan relacionado al famoso versículo 3:16 del Evangelio de Juan!

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Sí, ¡es impresionante! Cristo es nuestro ejemplo de amor. El verdadero amor es sacrificial, incluso dando la vida por tu hermano.

¡Eso es casi imposible! Casi nunca he visto tal amor en mi iglesia. Es un poco difícil para mí visualizar ese amor. ¿Hay algo para demostrar mi amor que no sea tan radical como dar mi vida?

17 Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él? 

¡Sí! Ayudar a los necesitados, tener compasión por la persona que atraviesa circunstancias difíciles y compartir nuestro dinero y bienes materiales.

Yo tampoco veo eso. Mi iglesia es bastante rica, y hay otra iglesia muy pobre bastante cerca. ¿Significa que debemos ayudarlos?

18 Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.

Creo que eso es lo que significa este versículo. Muchos hablan y cantan sobre el amor, pero no se manifiesta en sus acciones. Como en la familia y el matrimonio, el amor debe ser con hechos y verdad. Echar flores y hablar mucho de amor es demasiado fácil.

 

El que practica el pecado es del diablo: 1 Juan 3:4-10

Todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho, el pecado es transgresión de la ley. 

Pensé que ya habíamos tratado el tema del pecado en los primeros capítulos. ¿Por qué vuelve aquí a definir el pecado?

Tal como muchos pastores hoy en día, Juan está preocupado por la tendencia a restar importancia al pecado, excusarlo o malinterpretarlo. De este versículo hasta el 10, Juan profundiza en el pecado y nos presenta algunas ideas que pueden parecer radicales para los cristianos de hoy. El verso 10 sirve como un puente a otro tema importante de la carta: el amor. La naturaleza universal del pecado es enfatizada por el uso liberal de la palabra “todo.”

Entonces, ¿es necesario conocer la ley del Antiguo Testamento para ser responsable de nuestro pecado?

Juan no lo dice, pero obviamente quebrantar la ley es pecado, y aquellos que conocen la ley tienen una comprensión más clara de su pecado. Pablo elabora sobre este tema en sus cartas a los Romanos y los Gálatas. Aquellos que nunca han oído hablar de Dios o de su ley establecen su propio concepto de justicia y pecado, y siempre quiebran su propio estándar. Él también dijo que el que quebranta una sola ley es culpable de quebrantar toda la ley. No hay gradientes del pecado. Todos pecamos y somos culpables ante Dios.

Entonces, ¿hay esperanza para nosotros?

Pero ustedes saben que Jesucristo se manifestó para quitar nuestros pecados. Y él no tiene pecado. 

Aquí tenemos esa palabra tan importante en la Biblia: “pero”. Precisamente para esto Cristo vino al mundo. Él es la única persona en toda la historia que nunca pecó. Así él pudo hacer ese sacrificio perfecto, no solo para cubrir o perdonar nuestros pecados, sino para quitárnoslos.

Todo el que permanece en él no practica el pecado. Todo el que practica el pecado no lo ha visto ni lo ha conocido.

Si peco, ¿significa que he perdido mi salvación?

Esto es muy delicado. Juan ya dijo que somos engañados si decimos que no tenemos pecado. Pero ahora vuelve a usar esa palabra universal, “todo”, para describir dos clases de personas muy distintas. La traducción de la NVI nos ayuda, al usar las palabras “practica el pecado,” reflejando el tiempo del griego. Todos pecamos de vez en cuando, pero nos arrepentimos, confesamos y abandonamos el pecado. Algo pasa muy mal si alguien que se dice cristiano sigue practicando algún pecado, aunque lamentablemente es bastante común.

Literalmente, el versículo dice: Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido (RVR), pero esta traducción comunica mejor la idea: Por eso, cualquiera que sea amigo de Jesucristo, y quiera mantenerse unido a él, no puede seguir pecando. El que peca, no conoce a Jesucristo ni lo entiende. (TLA)

¿Permanecer en Cristo, como escribió Juan en su evangelio, capítulo 15, es una clave para evitar el pecado?

Por supuesto. Tener esa relación íntima con Jesús y guardar su palabra en nuestros corazones hace que sea muy difícil mantener un estilo de vida pecaminoso. Asimismo, conocer a Jesús y verlo (físicamente, como Juan, o espiritualmente) transforma la vida. Si alguien continúa practicando el pecado, tenemos que cuestionar si ha tenido un encuentro salvífico con Cristo.

Queridos hijos, que nadie los engañe. El que practica la justicia es justo, así como él es justo. El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el principio. El Hijo de Dios fue enviado precisamente para destruir las obras del diablo. 

Cuando alguien sigue pecando, demuestra que pertenece al diablo (NTV); Pero el que siempre hace lo malo es amigo del diablo, porque el diablo ha estado pecando desde el día en que Dios creó el mundo. Por esta razón vino el Hijo de Dios al mundo: para destruir todo lo que hace el diablo. (TLA)

Si lucho una y otra vez con el mismo pecado, ¿significa eso que estoy endemoniado?

Ser endemoniado es algo bastante fuerte, pero claramente el pecado no viene de Dios, sino del diablo o de nuestra naturaleza pecaminosa. Puede ser una fortaleza, una opresión de un demonio, que no te permite dejar ese pecado.

Yo conozco a muchos en mi iglesia que tienen pecado en sus vidas. ¿Están engañados?

Sí, pueden ser engañados. Por desgracia, hoy por hoy hay muchas iglesias que toman el pecado a la ligera y no quieren condenar a nadie o hacer que nadie se sienta incómodo. No está de modo hablar de pecado y santificación.

Tengo amigos que creen en Dios, pero no han nacido de nuevo. Yo sé que practican el pecado. ¿Significa eso que son del diablo?

Eso es lo que dice la Biblia. Solo hay dos opciones: O eres de Dios, o eres del diablo. La mayoría de los que practican el pecado no dirían que son del diablo, pero lo son. Sólo Cristo puede liberarlos y salvarlos.

Si Cristo vino a destruir las obras del diablo, ¿por qué tantas de sus obras son evidentes? ¿Falló Cristo en cumplir ese propósito?

El diablo miente, engaña y hace muy atractivo el pecado. Dios no obliga a convertirse a alguien que quiere servir al diablo. Pero para aquellos que quieren ser libres de su pecado, podemos reclamar esta escritura para destruir sus obras. En la guerra espiritual, por la sangre de Jesús y el poder de su nombre, podemos tomar autoridad sobre esas obras y destruirlas.

Ahora veo más claro cuán grave es el pecado y la total contradicción de que un cristiano permanezca en el pecado. Pero, ¿por qué lucho tanto contra el pecado?

La respuesta es complicada. Lamentablemente, tú te encuentras entre la mayoría de los cristianos que luchan contra el pecado. Recuerda que luchar y ser tentado no significan que estés en pecado. Lo importante es resistir la tentación y vencer al enemigo en la lucha. Hacerlo nos fortalece cada vez más. Veremos algunos remedios en este libro, y hay más en el Nuevo Testamento. Pero primero vamos a ver a Juan profundizar en la imposibilidad de que un cristiano practique el pecado.

Ninguno que haya nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él; no puede practicar el pecado, porque ha nacido de Dios. 

Ahora Juan va un paso más allá, incluso diciendo que un creyente no solo no debe practicar el pecado, sino que no puede hacerlo. Si nacemos de nuevo, tenemos la semilla de Dios (su Espíritu, su palabra, su presencia; sperma en el griego) en nosotros, y es imposible practicar el pecado cuando estamos tan apegados al Dios del universo.

Entonces, ¿la persona que practica el pecado no es salvo? ¿No ha nacido de nuevo?

Eso es lo que la Palabra de Dios dice aquí. Siempre hay que tener mucho cuidado al cuestionar la propia salvación o la de otra persona. Pero al menos tenemos que reconocer que hay algo muy malo si la persona salva vive en pecado.

Entonces, ¿no todos son hijos de Dios? ¿Sería un hijo del diablo?

10 Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano.

Otra vez vemos solo dos opciones: o ser un hijo de Dios, o un hijo del diablo. El que practica el pecado, no ama a su hermano y no practica la justicia es hijo del diablo.

Aquí él incluye el amor a su hermano. ¿Es otra marca importante del verdadero cristiano?

Sí, es otro tema muy importante de esta carta. De hecho, podemos decir que la carga del corazón de este gran apóstol es la santidad, el amor y andar como Jesus en su justicia. No podemos separar nuestra relación con Dios de nuestra relación con nuestros hermanos. El cristianismo es una fe colectiva, y así como el resultado natural de conocer a Cristo es dejar el pecado, otro resultado natural es amar a nuestros hermanos. Hay algo muy malo si alguien conoce la Biblia, la predica, alaba a Dios y se cree muy espiritual, pero no ama a su hermano.

 

Permanecer en Jesús: 1 Juan 2:24-3:3

A la luz de estas mentiras y engaños, ¿qué puedo hacer para permanecer fiel en Jesucristo y su Padre?

24 Permanezca en ustedes lo que han oído desde el principio, y así ustedes permanecerán también en el Hijo y en el Padre. 

Aférrate a los cimientos del evangelio. Cuidado con la “nueva revelación.” El evangelio no cambia. Algunos tienen que volver a la sencillez de los fundamentos de las buenas nuevas, y permanecer en ellos.

¿Qué es la promesa que recibimos como nuevos creyentes? ¿Por qué habla de esta promesa aquí?

25 Esta es la promesa que él nos dio: la vida eterna.

La promesa es la vida eterna. Jesús dijo en Juan 17:3:

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado.

La vida eterna no es tanto una cuestión de tiempo ilimitado, sino de una relación con el Padre y su Hijo.

Al principio, mencionar esta promesa aquí, en medio de hablar sobre el anticristo, parece fuera de lugar. Pero es uno de los fundamentos de la fe, y algo que fácilmente podemos perder de vista si no nos metemos en la Biblia. Sobre todo, perdemos ese conocimiento real de Jesucristo.

¿Hubo engañadores en la iglesia en el primer siglo?

26 Estas cosas les escribo acerca de los que procuran engañarlos. 

Sí. Siempre tenemos que averiguar si algo es la verdad y estar atentos a los falsos maestros que a propósito quieren engañarnos. Este es otro propósito de la carta: advertirles del error de los falsos maestros.

27 En cuanto a ustedes, la unción que de él recibieron permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Esa unción es auténtica —no es falsa— y les enseña todas las cosas. Permanezcan en él, tal y como él les enseñó.

¿Juan quiere decir que no hay necesidad de maestros en la iglesia para enseñar la Biblia? ¿Solo ser instruido por el Espíritu Santo?

No, porque él mismo los enseña en esta carta. Ciertamente deben tener cuidado con la enseñanza que escuchan, pero Juan quiere edificar su confianza en la enseñanza que ya recibieron. Siempre tienen esa unción, esa presencia del Espíritu, para enseñarles. No es automático que esta unción permaneciera en nosotros. Hay cosas que hacemos para permanecer, tal como Jesús nos enseña en el capítulo 15 de Juan.

¿Por qué dice que la unción es auténtica? ¿Hay unciones falsas?

Puede ser que algunos de estos anticristos y falsos maestros estuvieran cuestionando el don del Espíritu Santo. Sabiendo que el Espíritu nos guía a toda la verdad, posiblemente pongan en duda el bautismo en el Espíritu Santo y sus manifestaciones. En medio de tanta falsedad hoy, esa unción verdadera es más valiosa que nunca.

Juan da a entender que hay falsas unciones, que no vienen de Jesús. No están centradas en Cristo. Se basan en la enseñanza de los hombres y no en las verdades bíblicas o de Cristo. Está confrontando los inicios del Gnosticismo y su enseñanza de un conocimiento que sólo unos pocos pueden recibir.

¿Qué es la mejor manera de guardar el Espíritu?

Permanecer en Jesús (ve Juan 15) y guardar sus enseñanzas.

28 Y ahora, queridos hijos, permanezcamos en él para que, cuando se manifieste, podamos presentarnos ante él confiadamente, seguros de no ser avergonzados en su venida.

¿Por qué los llama “hijos”?

Aunque Jesús dijo que no debemos llamar a nadie en la tierra “padre” (Mateo 23:9), es normal ver a alguien que trae el mensaje de salvación como un padre espiritual. El pastor mira a su rebaño con el cariño de un padre. Es una expresión del amor que es un tema tan importante en esta carta.

¿Qué sucederá cuando Cristo viene otra vez y se manifiesta aquí en el mundo?

Tenemos que presentarnos ante él. Si no hemos permanecido en Jesús, si he abierto mi vida al engañador, puedo avergonzarme. La meta es presentarnos con confianza, sabiendo que hemos rechazado la mentira y mantenido nuestra fe y relación con él. Un énfasis importante del Nuevo Testamento, uno que casi hemos perdido hoy, es la vida eterna y el juicio venidero. Permanecer en Jesús no es solo disfrutar de una buena relación y oraciones contestadas ahora, sino estar preparado para ver a Jesús cara a cara.

29 Si reconocen que Jesucristo es justo, reconozcan también que todo el que practica la justicia ha nacido de él.

Cuándo dice “todo el que practica la justicia”, ¿incluye a alguien que no ha aceptado a Jesus? ¿No es cierto que hay inconversos que practican la justicia?

Depende de cómo definimos “practicar la justicia,” porque la Biblia dice que nuestra justicia es como trapos de inmundicia. Cristo es nuestra justicia; por la fe en él podemos participar en esa justicia. La meta de ser justo es la justicia de Cristo; sin él, nadie puede lograr eso, sin importar las buenas obras que haga.

1 Juan capítulo 3

1¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!

Es cierto que parece increíble que realmente seamos hijos de Dios. Pero, ¿qué significa?

Es una manifestación del amor infinito de Dios por nosotros y de su misericordia, que a pesar de nuestra rebeldía, nos incluye en su familia. Ser hijo no es solo un gran privilegio, sino también una responsabilidad. Ahora representamos a nuestro Padre y tenemos que honrarlo y obedecerlo, tal como un hijo honra a su padre terrenal. También tenemos el privilegio de tener multitudes de hermanos. ¡El cristiano nunca debe sentirse solo! Y también tenemos la responsabilidad de amar, cuidar y convivir con esos hermanos en paz y armonía.

¿Qué significa para nuestra relación con el mundo?

El mundo no nos conoce, precisamente porque no lo conoció a él. 

Para alguien que no cree en Dios y no reconoce a Jesús como su Señor y Salvador, suena ridículo decir que soy un hijo de Dios. Primero tienen que conocer a Dios, y luego pueden entender algo del gran amor de Dios para adoptarnos como sus hijos.

Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser.

¿Qué significa para mí en el futuro ser un hijo de Dios?

No conocemos todos los detalles de lo que Dios tiene preparado para sus hijos, pero sabemos que tiene que ser bueno, más allá de lo que pudiéramos imaginar. Solo experimentamos una pequeña parte de la filiación ahora. Cualquiera que afirme tener la manifestación completa de un hijo de Dios niega esta escritura.

Hay dos cosas asombrosas que sí sabemos sobre el futuro:

Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. 

  1. Veremos a Cristo tal como es. Juan lo vio así en parte en el Monte de la Transfiguración, pero su majestuosidad y su belleza serán abrumadoras. Estar en su presencia nos transformará.
  2. Seremos semejantes a él. No divinos, pero muy cercano. Lee los evangelios para hacerte una idea de cómo serás. Imagina a multitudes, cada uno con su personalidad, pero todos llenos del amor y el poder de Cristo.

¿Qué impacto tiene en nosotros ahora esta esperanza de transformación?

Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro.

Notamos esta palabra “todo” varias veces en esta carta. Esta experiencia de filiación no es solo para algunos cristianos muy espirituales, sino para todos los creyentes. La clave es tener la esperanza que esa posición y ese privilegio sean reales. El resultado de la esperanza es algo tal vez inesperado: se purifica a sí mismo.

¿Puede la esperanza purificarnos? Yo siempre pensé que era la sangre de Jesus que me purifica.

Así es, pero acaba de decir que seremos semejantes a él, y dado que Jesús es puro, nosotros seremos puros también. La esperanza de esa relación y de ese futuro nos purifica. Odiamos el pecado. Queremos ser como nuestro Señor. Lo que nos lleva a una conversación más profunda sobre el pecado.

 

El anticristo 1 Juan 2:18-23

Ahora nuevamente las palabras “Queridos hijos” señalan un cambio del tema:

18 Queridos hijos, esta es la hora final, y así como ustedes oyeron que el anticristo vendría, muchos son los anticristos que han surgido ya. Por eso nos damos cuenta de que esta es la hora final. 

¿Por qué introduce aquí Juan el tema del anticristo?

Acaba de hablar de cómo el mundo se acaba. Está pensando del conflicto entre el mundo y el creyente. La presencia de anticristos es una manifestación de esa lucha. Es importante recordarnos de que los anticristos no permanecerán.

¿Por qué dice en el primer siglo que muchos anticristos ya habían surgido? Yo creía que el anticristo vendría como parte de la gran tribulación.

A lo largo de la historia muchos han luchado contra todo lo que Cristo es. Es un espíritu maligno que desde la encarnación de Cristo ha tratado de destruirlo. Parece que habrá un último y más poderoso anticristo durante la tribulación.

¿Cómo sabe Juan que es la hora final? Si esa fue la hora final, ¿en qué hora estamos ahora después de 2000 años?

Cristo dejó a sus discípulos con la expectativa de su regreso inminente. La iglesia primitiva vivía con esa expectativa, y Cristo quiere que nosotros vivamos como si él pudiera venir en cualquier momento. La Biblia se refiere a todo el tiempo entre la muerte de Jesús y su regreso como los últimos días o la última hora. Claramente estamos más cerca ahora que cuando Juan escribió esta carta. La presencia de anticristos es la confirmación para Juan de que es la última hora.

¿Ya hay anticristos en el mundo?

Si Juan creía que había anticristos en ese día, seguramente hay muchos ahora. La Biblia nunca nos anima a buscar y señalar a los que son anticristos, pero obviamente necesitamos discernimiento para no ser engañados por ellos. Tiene sentido que más cerca del regreso de Cristo habrá más anticristos.

19 Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.

¿Significa que hay anticristos en mi iglesia ahora? ¿Que no son necesariamente de otras religiones? ¿Pueden ellos tener la apariencia de buenos cristianos?

Así dice Juan. Él dice que nunca fueron salvos. Posiblemente fueron la cizaña que Cristo describió en Mateo 13:24-30. Parece que no querían someterse al liderazgo de la iglesia. Tal vez se fueron para levantar otra iglesia. Obviamente no podemos señalar a cada persona que sale de una iglesia como un anticristo, pero es probable que algunos que salen en rebeldía y enseñan mala doctrina sean anticristos.

20 Todos ustedes, en cambio, han recibido unción del Santo, de manera que conocen la verdad.

¿Qué es la diferencia entre un anticristo y un verdadero cristiano?

El cristiano tiene la unción del Espíritu Santo; el anticristo nunca tiene el Espíritu. Y, como su jefe, el diablo, el anticristo habla mentiras, o medias verdades. El Espíritu guía al cristiano a toda la verdad. Hoy más que nunca es importante conocer la verdad y estar centrado en la Palabra de Dios.

¿Es posible que un cristiano sea engañado?

21 No les escribo porque ignoren la verdad, sino porque la conocen y porque ninguna mentira procede de la verdad. 22 ¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 

Este versículo no contesta esa pregunta explícitamente, pero hay una advertencia sutil para cada creyente. Juan no escribiría tan extensamente sobre el tema si él no creyera que es posible. En primer lugar, hay algunos que ignoran la verdad. Ya saben lo que dice la Biblia pero toman la decisión de ignorarlo, porque la mentira les parece más atractiva. Segundo, tenemos que identificar la raíz de alguna enseñanza. La mentira no procede de la verdad; proviene de la perversidad del padre de la mentira. Y la mentira se centra en la naturaleza de Jesús: El anticristo niega que Jesús sea el Mesías, el Salvador del mundo. Aunque dice que cree en Dios, si niega a Jesús, también niega a su Padre que lo envió al mundo.

¿Es posible que alguien se salve si cree en Dios, pero no cree que Jesús es divino ni es el Hijo de Dios?

23 Todo el que niega al Hijo no tiene al Padre; el que reconoce al Hijo tiene también al Padre.

Jesús es el único camino al Padre (Juan 14:6). La persona que niega a su Hijo no puede tener al Padre.

 

El mundo 1 Juan 2:15-17

Esa lucha (y victoria) contra el maligno lleva a Juan a hablar más sobre el mundo y los enemigos que batallamos.

¿Cómo nos relacionamos al mundo?

15 No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. 

Ese mandato es muy inclusivo. Dice que un amor al mundo significa que no tenemos el amor del Padre. Son mutuamente excluyentes: O amas al mundo o amas a Dios. Pero no pueden ser ambos.

¿Significa que estoy en pecado o incluso inconverso si amo mi casa, o algún lugar natural o algún restaurante?

Juan quiere dejar claro que no es algo nebuloso; no amar al mundo significa que no amamos nada en él. Podemos pensar en lo que dijo Jesús:

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lucas 14:26).

Por supuesto, no es pecado amar a tu mamá. Es una cuestión de qué ocupa tu corazón.

Entonces, ¿por qué dice Juan 3:16 “De tal manera amó Dios al mundo…”?

Es cierto que Dios creó el mundo, y lo ama lo suficiente para enviar a Jesús a morir por nosotros. Cuando la Biblia habla del “mundo” se refiere al sistema mundial que está bajo el control del maligno. La triste realidad es que muchos cristianos aman las cosas del mundo, y se dedican a conseguir muchas de ellas. El uso de su tiempo los traiciona; pasan mucho más tiempo involucrados en las cosas del mundo que en las cosas de Dios.

¿Cuáles son algunas de las cosas del mundo a las que Juan se refiere?

16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. 

Juan repite que nada de lo que hay en el mundo es de Dios. Luego menciona tres cosas específicamente que no provienen de Dios, sino del maligno, quien quiere dominar en la tierra:

  1. Los malos deseos de la carne (NBLA: la pasión de la carne; NTV: intenso deseo por el placer físico). Nuestros apetitos sensuales. Automáticamente pensamos en el sexo, pero puede ser comida, poder u otro placer. No significa que el sexo en el contexto del diseño de Dios es malo, pero deseos desordenados son característicos del hombre caído.
  2. La codicia de los ojos (TLA: la ambición de tener todo lo que vemos). Cuando vemos algo, lo queremos. De nuevo, muchos piensan en la lujuria y la codicia del hermoso cuerpo de alguien. Los medios fomentan la codicia y el deseo de adquirir más y más.
  3. La arrogancia de la vida (NTV: el orgullo de nuestros logros y posesiones). El orgullo fue una gran parte de la caída de Satanás. Aquellos que han logrado el éxito a los ojos del mundo suelen ser especialmente arrogantes. Toca la forma de vida del mundo, la buena vida, y sus casas, carros, ropa y todo lo que hemos logrado en nuestras fuerzas.

¿Qué puedo hacer para evitar estas trampas?

Aprende a controlar tus apetitos y ejerce el dominio propio. Disfruta de las relaciones íntimas con tu pareja en el contexto del matrimonio, y evita a toda costa la pornografía. Combata el impulso de dormir cuando sabes que debes orar, y come solo lo que necesitas.

El ojo es la lámpara del cuerpo. Hoy el ojo es el punto de acceso para presentar muchas cosas para codiciar. La vida de muchos está centrada en las pantallas: el celular, la tele y la compu. Lamentablemente, es demasiado fácil codiciar la buena apariencia y estado físico de alguien, su hermosa familia o casa, o su éxito.

Humíllate ante el Señor. El orgullo es una parte normal de nuestra naturaleza caída. Sométete a Dios y las autoridades que él ha establecido, y lucha contra la soberbia.

17 El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

¿Cuál es una diferencia entre el mundo y el creyente?

El mundo y todo lo que hay en él, incluso la persona sin Cristo y todos los malos deseos de la carne, se acaban (aunque esa persona pasará una eternidad separada de Dios en el infierno). Así como un anciano pierde su fuerza y su belleza, muchos ya han perdido dinero y posición en el mundo y saben los transitorios que son. El discípulo de Jesús permanece para siempre; tiene vida eterna.

Dices “discípulo de Jesús” en lugar de “cristiano.” ¿Por qué? ¿Qué es el signo de un discípulo? ¿Qué es necesario para permanecer para siempre?

Juan dice que es hacer la voluntad de Dios. Obedecerlo. Andar en la luz. Dejar el pecado. Aquí no es una cuestión de repetir una oración o asistir a la iglesia. Es hacer la voluntad de Dios. Tal vez Juan estaba pensando en estas palabras solemnes de Jesús en el Sermón del Monte:

»No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:21-23)

 

Palabras para hijos, padres y jóvenes 1 Juan 2:12-14

Reflejando sobre estas verdades motiva a Juan a escribir algo que parece ser una forma de poesía, o un dicho:

12 Les escribo a ustedes, queridos hijos,
porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Cristo.
13 Les escribo a ustedes, padres,
porque han conocido al que es desde el principio.
Les escribo a ustedes, jóvenes,
porque han vencido al maligno.
Les he escrito a ustedes, queridos hijos,
porque han conocido al Padre.
14 Les he escrito a ustedes, padres,
porque han conocido al que es desde el principio.
Les he escrito a ustedes, jóvenes,
porque son fuertes,
y la palabra de Dios permanece en ustedes,
y han vencido al maligno.

¿Quiénes son los hijos, los padres y los jóvenes que Juan señala aquí? ¿Por qué se repiten? ¿Y no se aplican estas verdades a todos ellos?

Juan piensa en todos los creyentes como sus hijos. Los padres son mayores (la NTV dice: los que son maduros en la fe), más experimentados en el Señor. Los jóvenes tienen su lucha particular con la carne y el pecado. Pueden ser jóvenes en edad o jóvenes en su fe en Cristo. Es cierto que se aplican a todos, pero Juan quiere animar y afirmar lo que cada uno vive.

¿Qué dice para cada grupo en particular?

Juan llama sólo a los hijos “queridos.” Es obvio que él ama a todos, pero para ellos él tiene el corazón de un padre. Ellos tienen el fundamento de la vida cristiana: El perdón de pecados y una relación con el Padre. (Jesús dijo en su oración en Juan 17:3: Esta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.)

A los padres solo dice que han conocido “al que es desde el principio.” Algunas traducciones aclaran que es Jesús, como la TLA: porque conocen a Jesús, quien ya existía desde antes de que Dios creara el mundo.

Los jóvenes tienen la lucha más intensa contra el maligno, pero Juan dice que lo han vencido. Son fuertes, y son estudiados de la palabra, la cual permanece en ellos.

Obviamente, son cualidades que todos deseamos: una relación personal con el Padre y su Hijo, la victoria sobre el maligno, la fuerza y la valentía, y que la palabra de Dios permanezca en nuestros corazones.

 

El nuevo mandamiento: 1 Juan 2:7-11

Queridos hermanos, lo que les escribo no es un mandamiento nuevo, sino uno antiguo que han tenido desde el principio. Este mandamiento antiguo es el mensaje que ya oyeron. 

¿Cuál es este mandamiento antiguo?

Todos hemos oído hablar de los Diez Mandamientos. En la Ley de Moisés hay 613 mandamientos. Pero Jesús dijo que los dos grandes mandamientos antiguos son:

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente.” Este es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a este: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.  De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas (Mateo 22:37-40).

Por otra parte, lo que les escribo es un mandamiento nuevo, cuya verdad se manifiesta tanto en la vida de Cristo como en la de ustedes, porque la oscuridad se va desvaneciendo y ya brilla la luz verdadera.

¿Cuál es el mandamiento nuevo?

Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros. (Juan 13:34-35)

Cuando pensamos en vivir como vivió Jesus, tendemos a pensar en milagros y en una vida libre del pecado. Por supuesto, incluye eso. Pero en esta carta, y en obediencia a este mandamiento nuevo, lo más importante es una vida de amor. ¿Quién no quiere amar y ser amado? Andando como Jesús anduvo, vamos a experimentar el amor como nunca antes.

Con eso, Juan vuelve a otro tema importante de la carta: la luz. Sabemos que Cristo es la luz (Juan 1:4 y 5; 8:2), y nosotros somos la luz del mundo (Mateo 5:14-16). Hay un conflicto entre la luz y las tinieblas. Aún existe mucha oscuridad en este mundo, pero “se va desvaneciendo”, “está desapareciendo” (NTV). Él es la luz verdadera, que brilla cada vez más fuerte, y que hace que la oscuridad vaya disminuyendo (TLA). Es parte de esa tensión que sentimos todos los días. Tenemos las primicias y queremos extender el Reino de Dios, pero somos tentados a volver a las tinieblas. Es posible pasar entre las tinieblas y la luz, dependiendo de las decisiones que tomamos.

¿Qué es un signo de estar en las tinieblas?

El que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. 

Aquí nuevamente vemos la importancia de las acciones para confirmar lo que decimos. Una confirmación de estar en la luz es el amor que tenemos por nuestros hermanos. Podemos decir que el verdadero amor (el amor ágape, no el amor eros que el mundo equipara con el amor) es una característica de la luz, y el odio es una característica de la oscuridad. Es una completa contradicción decir que ando como Jesús, en su luz, y odiar a mi hermano.

¿Cuánto de este amor observas en tu iglesia? ¿En tu propia vida y familia? Si hay odio en ti, debes resolverlo con la ayuda de Dios.

¿Cuáles son dos beneficios de amar a mi hermano?

10 El que ama a su hermano permanece en la luz, y no hay nada en su vida que lo haga tropezar. 

Además del buen compañerismo y el bienestar que experimentamos cuando amamos, Juan nos brinda dos beneficios poderosos:

  1. Permanecemos en la luz.
  2. Nos libramos de tropiezos. ¡Qué maravilloso! ¿Qué te hace tropezar? Juan dice que si amamos a nuestros hermanos, no habrá nada nos hará tropezar. Literalmente, dice “no hay causa de tropiezo en él” (NBLA). Depende de la traducción; algunas Biblias traducen que no hay nada en nosotros que haga tropezar a otros (NTV: no hace que otros tropiecen), o puede que seamos nosotros mismos los que no tropecemos.

El hecho es que el amor es poderoso, y tan importante para Juan que usa la palabra griega para “amor” (ágape) 43 veces en la carta.

¿Qué es el fruto del odio en la vida de un cristiano?

11 Pero el que odia a su hermano está en la oscuridad y en ella vive, y no sabe a dónde va porque la oscuridad no lo deja ver.

El que odia no experimenta la presencia y la luz de Jesús. Permanece en la oscuridad y anda como un ciego. Impacta toda la vida. Pierde la visión de la voluntad de Dios, se confunde y vaga sin rumbo y sin dirección. No importa si va a la iglesia o tiene ministerios en ella. No tendrá verdadera comunión con otros (1:7) y probablemente tendrá otros pecados ocultos.

 

¿Conoces realmente a Dios? 1 Juan 2:3-6

¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios?

A veces tengo dudas si realmente soy salvo. ¿Es posible estar seguro?

Esta es la primera de varias pruebas en esta carta para nuestra salvación. Existen muchas respuestas a esta pregunta en la iglesia actual. Para muchos, es el simple acto de pasar al frente de una iglesia y hacer una oración de entrega a Dios. Pero según Juan, es más complicado. Su primera prueba:

Si obedecemos sus mandamientos.

Sabemos que somos salvos por la gracia de Dios, mediante nuestra fe en su provisión de un Salvador. Pero cuando alguien nace de nuevo y es salvo, debe haber una transformación en esa persona. Ya tiene el Espíritu Santo y el poder sobrenatural para obedecer a Dios. El Señor quita la rebelión,  y nos da el deseo de agradar a nuestro Dios. Reconocemos que su yugo es fácil y ligera su carga. Sus mandamientos existen no para frustrarnos, sino que son las guías sabias para ordenar la vida y experimentar la vida abundante.

Esta es también la primera de 42 veces que Juan usa los dos verbos griegos para “saber”. El gnosticismo ya estaba apareciendo en la iglesia primitiva, una herejía que creció en el siglo II y predicaba un conocimiento secreto que solo unos pocos pueden alcanzar. Eso, no la fe en Cristo, fue la salvación, la cual es escapar del cuerpo. Decían que sólo el espíritu es bueno; el cuerpo es malo.

El que afirma: «Lo conozco», pero no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad. 

Algo anda mal, hay una contradicción fundamental, si una persona realmente conoce a Dios pero no le obedece. De nuevo, Juan habla de verdades y mentiras. La persona que vive así vive una ilusión. No se dedica a aprender acerca de los mandamientos de Dios ni le importa obedecerlos. No entiende lo que significa tener a alguien como Señor y Maestro. ¿Cómo está tu obediencia?

Escucho a otros hablar sobre el amor de Dios, pero siento que no he experimentado ese amor. ¿Estoy haciendo algo malo? ¿Estoy en pecado? ¿Cómo puedo experimentar ese amor?

En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del que obedece su palabra.

Vamos a ver una conexión intima entre la obediencia y el amor. La prueba de nuestro amor a Dios es la obediencia, y lo que desata el amor de Dios en nosotros es nuestra obediencia. El griego dice que “verdaderamente se ha perfeccionado el amor de Dios” (NBLA) en la persona obediente. ¡Qué maravilloso saber que el amor de Dios se puede perfeccionar en tu vida!

En esta misma carta, Juan declara que Dios nos amó primero. Respondemos a ese amor con una entrega a su señorío y la confesión de nuestro pecado. Entonces, asombrados por tan grande amor, le obedecemos, y su amor se hace más manifiesto en nosotros. Si su amor no se manifiesta, a menudo hay un problema con nuestra obediencia. Dice aquí que es la obediencia a su palabra. Tenemos que escuchar la palabra predicada y enseñada en la iglesia (y ser parte de una iglesia centrada en esa palabra), y estudiar la palabra a solas, con el corazón abierto y deseoso de ver algo que pueda obedecer, porque quiero agradar a mi Dios. Algunos esperan una palabra profética o hablada a su espíritu para obedecer, pero esta relación de amor inicia con nuestra obediencia a la palabra escrita de la Biblia.

De este modo sabemos que estamos unidos a él: 

¿Cuál es la segunda prueba de nuestra salvación en esta carta?

el que afirma que permanece en él debe vivir como él vivió. (O “andar como él anduvo.”)

Me parece imposible. ¿No es solo para pastores o algunos cristianos muy especiales?

Juan describe la relación del creyente con su Señor de tres maneras en estos versículos. En dos casos, habla de la persona que “afirma” esta relación. Es obvio que cree que es salvo, pero ya en el verso 4 Juan dice que es posible afirmar algo con la boca, pero si no hay evidencia, si no hay fruto, esa persona no tiene la verdad y es un mentiroso.

Jesús habló de permanecer en él, y Juan lo registró en su evangelio:

Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.

Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá (Juan 15:4-7).

La expectativa es que cada creyente permanezca en su Señor. Separado de él, no puedes hacer nada, y te quemarás. La meta parece muy alta, pero al mismo tiempo debe dejarte muy emocionado: ¡Es posible vivir como vivió Cristo! ¡Es la voluntad de Dios para ti! Su vida en esta tierra fue un ejemplo, un modelo, de lo que tú puedes vivir, de cómo tú puedes andar. De hecho, Cristo dijo:

Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre (Juan 14:12).

Es algo tan fundamental, tan importante, pero algo ignorado por muchos predicadores y cristianos. Yo he escrito una serie de cuatro libros sobre el tema (la serie se llama Andar como Jesús anduvo).

El verdadero cristiano debe andar como Jesús anduvo.

 

Vivir en la luz: 1 Juan 1:3-2:21

¿Cuál es el propósito de Juan al escribir esta carta?

Les anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también ustedes tengan comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. 

Vamos a ver varios propósitos, pero el primero es que tengamos comunión (griego: koinonia) con “nosotros;” con Juan y probablemente los demás apóstoles. Pero la comunión más importante es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Juan afirma la asombrosa posibilidad de que, al recibir y poner en práctica el contenido de esta carta, es posible para ti tener esa misma comunión con el Padre y su Hijo. ¿Puedes decir que ya la tienes? ¿La quieres?

Les escribimos estas cosas para que nuestra alegría sea completa.

¿Cuál es el segundo propósito de la carta?

Para que sea completa la alegría. Puede ser nuestra alegría, al escuchar y poner en práctica estas verdades, o puede ser la alegría de Juan y sus compañeros, sabiendo que han sido testigos fieles. La NTV lo resuelve así: Escribimos estas cosas para que ustedes puedan participar plenamente de nuestra alegría.

¿Dirías que tu alegría es completa? ¿Cómo sería tener alegría completa? Estudia la carta cuidadosamente para ver cómo puedes aumentar tu alegría.

5 Este es el mensaje que hemos oído de él y que les anunciamos: Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. 

¿Cuál es la responsabilidad de Juan?

Cuatro veces en estos primeros versículos Juan repite “les anunciamos” lo que han experimentado. Son testigos; ellos “dan testimonio” de la Vida. Fue la Gran Comisión de Jesús; alguien tan privilegiado de saber personalmente cómo transformar la vida tiene la responsabilidad de anunciarlo al mundo.

¿Anuncias las Buenas Nuevas a tu familia y amigos?

¿Cuál es el primer punto del mensaje que Juan anuncia en esta carta?

Dios es luz y en él no hay ninguna oscuridad. Empezamos con: ¿Quién es Dios? Vamos a ver un énfasis en la carta sobre la santidad y la necesidad de apartarse del pecado. Juan quiere que la luz de Dios brille en nuestros corazones para revelar toda iniquidad y dejar claro que no es posible tener comunión con Dios ni con otros si hay oscuridad en nosotros. Es el conflicto entre el Reino de la Luz y el reino de las tinieblas. Fue la oscuridad en nuestros corazones lo que hizo necesario que Jesús muriera como sacrificio por nuestros pecados.

Anunciar el evangelio le permite a Juan brillar esa luz, y a través del amor y el buen testimonio ser un ejemplo de la luz en este mundo oscuro. ¿Cómo está tu luz? ¿Tu testimonio y ejemplo?

Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en práctica la verdad. 

¿Cómo puede un cristiano traicionar la luz y ser engañado?

El ejemplo es más importante que la palabra de nuestra boca. Es obvio que Juan está hablando aquí de alguien que se llama a sí mismo “cristiano.” Esta persona dice que tiene comunión con Dios. Puede ir a la iglesia, leer la Biblia e incluso orar. Pero si vive en la oscuridad, es imposible tener comunión con un Dios que es luz. Es una total contradicción.

Un tema importante en esta carta es la verdad. Esta es la primera de cinco veces que Juan propone la posibilidad de “cristianos” mentirosos. El diablo es un engañador, el padre de la mentira. Más que nunca, hoy es importante saber la verdad. ¡Hay muchas voces en internet! A menudo es difícil discernir entre la verdad y la mentira.

Pero, si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.

¿Cuáles son algunos de los resultados de vivir en la luz?

  1. Tenemos comunión con otros creyentes, y con Dios. El pecado nos separa de Dios y de otros. La persona de vida transparente, que vive en la luz, tiene comunión con otros que están en la luz. Obviamente, no tiene comunión con el diablo, ni con los que viven en tinieblas. Si hay un problema con tu comunión con Dios o con otros, examina tu corazón a ver si hay pecado. O puede ser que la otra persona no viva en la luz, y por lo tanto rompa la comunión contigo.
  2. La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado. ¡Aleluya! ¡Hay perdón de pecado! ¡No hay ningún pecado que la sangre de Jesús no sea suficiente para limpiar! Pero la persona que esconde su pecado, lo niega y vive en las tinieblas, no recibe esa limpieza.

La palabra para “pecado” aparece 27 veces en el griego original. Juan denuncia el pecado mientras postula aquí (la primera de varias veces) que tenemos que seguir el ejemplo de nuestro Señor, andar como él anduvo y vivir en la luz como él está en la luz.

Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. 

¿”Vivir en la luz” significa que ya no pecamos?

No, significa que no estamos ocultando nada. Somos honestos con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Permitimos que la luz del Espíritu Santo revele el pecado en nuestros corazones. Juan ya dijo en el verso 7 que la sangre de Jesús limpia el pecado, incluso de la persona que vive en la luz.

Pablo escribió en Romanos 3:23 (NTV):

Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.

El mismo Pablo, el gran apóstol, dijo:

“La siguiente declaración es digna de confianza, y todos deberían aceptarla: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores», de los cuales yo soy el peor de todos (1 Timoteo 1:15, NTV).

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. 

¿Cuál es la clave para recibir el perdón de Dios?

No es ser perfecto, sino honesto. Cuando confesamos sinceramente nuestro pecado, entonces Dios puede perdonarlo. Si negamos que hemos pecado, no hay nada que perdonar.

¿Puedo tener la certeza de que soy perdonado?

Sí, se basa en el carácter de Dios: Él es fiel y justo. Él honra la sinceridad y quiere limpiarnos y liberarnos del pecado. Tenemos una promesa muy clara aquí a la que tú puedes aferrarte para darte esa certeza: Dios te perdonará y te limpiará de toda maldad. No solo para perdonar el pecado, sino para limpiarte de toda maldad.

10 Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.

¿Por qué Juan repite lo que acaba de decir?

Es un fundamento de la vida transformada: Vivir en la luz, en la verdad. Si no vemos nuestra necesidad de un Salvador, si no creemos que tenemos pecado, Dios no puede librarnos del pecado. Negamos todo el propósito de la vida de Jesús y su sacrificio en la cruz. Peor aún, ahora Juan dice que hace a Dios mentiroso, ya que él dice claramente que todos pecamos. El capítulo 15 de Juan habla de la importancia de permanecer en Cristo y que su palabra permanezca en nosotros. La persona que niega su pecado tiende a ignorar la Biblia y no meditar mucho en su mensaje. La Biblia sirve como una luz que Dios utiliza para revelar nuestros corazones.

1 Juan capítulo 2

1Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen.

¿Por qué los llama hijos?

Es un término de cariño y ternura, que el mismo Jesús usó para sus discípulos (Juan 13:33). Hay hijos espirituales también, quienes recibieron a Cristo y son discipulados por un “padre” en la fe, como Pablo y Timoteo (1 Timoteo 1:2).

¿Cuál es el tercer propósito de la carta?

Que no pecamos.

Eso es difícil. Si peco, ¿he perdido mi salvación?

Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. 

Dios sabe que pecamos. Acabamos de decir que la persona que dice que no peca es mentirosa y engañada. Hemos visto que la clave es la honestidad: confesar con un arrepentimiento genuino que hemos pecado y pedir el perdón. Vivir en la luz.

No solo en esta cuestión del perdón, sino en toda la vida Dios nos ha dado una provisión maravillosa: Un intercesor, un abogado, un sumo sacerdote que está siempre ante su Padre intercediendo por ti. La palabra “intercesor” en el griego es “abogado” o “defensor.” Él es justo, y como el Hijo de Dios, el Padre siempre responde a su intercesión. Este abogado siempre gana su caso.

Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.

¿Hay algún límite para este perdón? A menudo pienso que he cometido el mismo pecado demasiadas veces, y que Dios ya no puede perdonarme.

No, no hay  un límite para este milagro del perdón de Dios. En lugar de muchos sacrificios de becerros y corderos, Jesús fue el sacrificio que pagó el precio de todos los pecados del mundo por toda la historia. Pero no es automático. Hay condiciones para ese perdón (entre ellas, tenemos que confesarlo, tener fe en Jesús y nacer de nuevo), pero su sacrificio es eterno y universal. Cubre todo pecado, no sólo de unos pocos escogidos, sino de todos los que reciban a Jesús.

La palabra griega que la NVI traduce como “sacrificio” es “propiciación.” No es una palabra común, pero es muy rica. El Diccionario Real Academia Española la define como:

Sacrificio que se ofrecía en la ley antigua para    aplacar la justicia e ira divina y tener a Dios propicio.

El Diccionario Bíblico Sencillo:

Aquel aspecto de la muerte de Cristo en el que vindicó el carácter santo y recto de Dios, y en virtud del cual Él puede ser propicio, o misericordioso, a todo el mundo.