Hay un peligro con un pasaje muy conocido como este: Pensar que ya lo sabemos, y perdemos el mensaje que el Señor tiene para nosotros hoy.
Mira lo que dice el versículo 1:
Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim.
No hay nada nuevo ni diferente. Los filisteos siempre estaban en guerra contra Israel. Tal como no es nada sorprendente si el diablo está haciendo la guerra contra ti ahora. Pero hay algunas cosas importantes para notar aquí:
- Juntaron sus ejércitos. Están en serio. Un ejército no fue suficiente para el ataque que querían lanzar contra Israel. ¿Podría el diablo estar juntando sus fuerzas? No sea un solo demonio atacándote. Hay un ataque coordinado para hurtar, matar y destruirte.
- Se congregaron. Suena como una iglesia que se congrega. Así como nosotros nos congregamos, el enemigo se congrega para adorar, agradar y servir a su dios.
- Ya están en el territorio de Judá. Están en Soco. Están en tierra que pertenece al pueblo de Dios. Una cosa es luchar contra el enemigo cuando salimos al mundo, en su territorio. Pero ya puede estar dentro de tu casa, de una iglesia, de territorio que pertenece a Dios.
- Acamparon allí. Juntaron. Se congregaron. Acamparon. Están preparados para perseverar hasta derrotarte.
Tal como estos filisteos, el diablo no descansa. ¿Eres consciente de algún campo del enemigo en tu vida? ¿Hay varios que se han juntado en tu contra? Puede que sea un enemigo que has batallado durante mucho tiempo. ¿Lo has permitido dentro de tu hogar o tu corazón?
¿Cómo responde el pueblo de Dios?
2 También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos.
Ya puedas saber que Saúl no siempre fue un buen guerrero. No siempre estaba listo para la batalla. Dejó a su ejército sin armas. Pero esta vez se juntaron y acamparon. Se pusieron en orden de batalla. Están listos.
Saben muy bien la importancia del orden y la unidad para ganar una batalla. Si tú no te has juntado con otros guerreros en tu iglesia o tu familia, tú eres un blanco para los ataques del enemigo. Existe un gran riesgo de un ataque mortal. Si no has acampado y no tienes la mentalidad para dedicarte a vencer al enemigo, es probable que caigas en batalla. No es como luchas en oración una media hora en tu tiempo devocional o en la iglesia, y ya estas fuera de peligro. Tenemos que acampar y ponernos en orden de batalla para resistir los ataques del enemigo.
3 Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos.
Esta era la costumbre de la guerra en ese entonces. Los dos ejércitos frente a frente, en orden de batalla. Para Israel, esta es una batalla más. Casi como una rutina.
Creo que la mayoría de las iglesias hacen lo mismo. Es una rutina. Cantan las mismas alabanzas. Acampan como siempre en los cultos de jueves y domingo. O un culto virtual. Reprenden al diablo. Gritan y declaran. Pero nunca marchan. Nunca derrotan al enemigo.
El problema para Israel es que esta vez hay algo nuevo. Y hay algo nuevo en las batallas de hoy. Son más intensas, más peligrosas.
4 Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. 5 Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. 6 Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. 7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él.
¿Cómo se siente al ver este paladín? Oh, yo sé que somos personas de fe. Ya sabemos que David derrotó a Goliat. Pero imagina un soldado en Israel. La verdad es que su apariencia tiene que asustarte. Y la realidad es que sentimos ese mismo terror frente a Goliat. ¿Hay algún paladín en tu vida ahora? ¿Algo o alguien que te intimide? ¿Qué se ve tan aterrador como Goliat?
8 Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. 9 Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. 10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.
“Dadme un hombre.” El enemigo nos desafía. Le corresponde a Saúl responder a este reto. El diablo quiere luchar con un hombre. Un solo hombre puede marcar la diferencia. El hombre es el blanco de sus ataques. Por desgracia, a veces los hombres no responden, y corresponde a la mujer pelear la batalla.
Hay una gran necesidad de hombres de valor, hombres de Dios, que se levanten para la gloria y la honra de Dios. El diablo y el mundo están desafiando al pueblo de Dios. Nosotros estamos acampados en nuestros templos. Hacemos todo como lo hicimos en el pasado. Pero no respondemos al desafío de Goliat. ¿Por qué?
11 Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.
Hay unas palabras importantes aquí. Primero, oyendo y palabras. Son meras palabras. Pero las palabras son importantes. Son poderosas. El enemigo opera mucho en palabras. Goliat no hizo nada. En toda esta historia, Goliat realmente no hizo nada. Pero vieron su altura, y lo escucharon. Ten mucho cuidado con lo que veas, y lo que escuches. Usa el escudo de la fe para proteger tu corazón y revelar las mentiras del diablo. No permitas que sus palabras, o las palabras de sus siervos, permanezcan en tu corazón. Permanece en la Palabra de Dios. Usa esta espada del Espíritu para desarmar al filisteo.
¿Qué paso con Saúl y la unción del Espíritu Santo? Pues, el Espíritu ya dejó a Saúl. Pero él tenía mucha experiencia en la batalla. Saúl era un hombre alto – más alto que todos los hombres de Israel. Y seguramente Dios va a ayudar a su pueblo. ¿Olvidaron que ellos tienen alguien mucho más fuerte en batalla que cualquier paladín?
Hay otras palabras en este versículo que revelan el fracaso de los hebreos: se turbaron y tuvieron gran miedo.
Sabemos que todas las Biblias son traducciones; del hebreo para el Antiguo Testamento y del griego para el Nuevo. Es complicado hacer una traducción perfecta. Hay palabras que no tienen traducción literal; otras que no tienen sentido si se traducen literalmente. Son dichos. Así que muchas traducciones intentan comunicar el sentido de la palabra. Una traducción literal muy buena es La Biblia de las Américas; también la Reina Valera de 1960. La Nueva Versión Internacional combina una traducción buena con un estilo más fácil de entender. Con las computadoras, tenemos la oportunidad de comparar varias versiones.
En este caso las varias traducciones de la palabra “se turbaron” nos ayudan entender lo que sintieron:
Se acobardaron
Perdieron el ánimo
Se conturbaron
Se sintieron desfallecer de temor
Quedaron aterrados y profundamente perturbados
Se turbaron
Se amedrentaron
Se quedaron atónitos
Se desanimaron
Es común sentirse así cuando Goliat nos desafía; cuando perdemos la fe y la visión de nuestro Dios Todopoderoso. Esas palabras explican por qué muchos no marchan. Parece que no hay esperanza para Israel. No hay nadie – desde el rey hasta el soldado más joven – que tenga la valentía para marchar y responder al desafío del paladín.
Pero Dios no ha abandonado a su pueblo. Él también tiene algo nuevo. Alguien completamente diferente que va a derrotar al paladín. Alguien totalmente inesperado. Un solo muchacho entre toda esa gente. Puede que tú seas esa persona hoy. Dios ya está preparándote para una batalla muy importante. Para responder al desafío del enemigo y traer algo nuevo a la iglesia. Ya sabes que guerrear como siempre, con las mismas alabanzas y los mismos programas, no sirve con este paladín. Dios necesita a alguien con el corazón de David. Un corazón conforme al corazón de Dios. ¿Tienes ese corazón?
12 Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres. 13 Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama; 14 y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl.
Los tres hermanos mayores ya se fueron para la guerra. Siguieron a Saúl. Siguieron a un rey que ya perdió su reino. Siguieron a un hombre rechazado por Dios. Ten cuidado a quien sigas.
15 Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén.
Mientras sus hermanos seguían a Saúl, David lo dejó. Sí, había ido, pero no le gustó lo que vio. Tal vez pudo ver que Dios también lo dejo. Y volvió a apacentar sus ovejas.
David no estaba buscando la gloria. Vio cosas que no le agradaron, y volvió a sus ovejas. No tienes que buscar ni crear la oportunidad. Sigue a Dios. Sigue haciendo fielmente lo que Dios te ha dado que hagas. En su tiempo, Dios arreglará todo.
16 Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.
Más de un mes de lo mismo. El diablo no se cansa. Todos los días él sigue con las mismas tentaciones y el mismo desafío. Creo que él tiene que preguntarse: ¿Dónde están los varones de Dios? ¿Por qué nadie responde a mi desafío?
Como lo hace muchas veces, Dios usa a otra persona y una tarea ordinaria para colocar a su hombre y preparar el escenario para la victoria de su pueblo.
17 Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos. 18 Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.
Dios tiene que llevar a David al campo de batalla. Pero no le da una palabra profética. Utiliza a su padre y la asignación de algo que puede parecer de poca importancia. David puede pensar: “Llevar panes y queso a mis hermanos no me sirve de nada. No quiero hacerlo.” Pero nuestra obediencia en estas cosas normales prepara el camino.
Mientras tanto, en el campo de batalla, están desesperados. Pero no se menciona a Dios. En lugar de humillarse y clamar al Señor en esta situación tan complicada, siguen con la apariencia de un ejército, lo cual no lo son.
19 Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos.
Pues, en realidad no estaban peleando. Estaban jugando, con la apariencia de pelear.
20 Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate. 21 Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército.
David no tiene idea de que él sería el gran héroe del día. Simplemente se levantó en obediencia a su padre. Puede que tú no sepas lo que Dios tiene preparado para ti cuando te vayas en obediencia a una palabra de tu esposa, tu jefe, tu pastor o tu Dios. David llega justo a tiempo para escuchar el grito de combate.
Durante más de un mes han hecho lo mismo. Otra vez me impresiona cuantas veces en la iglesia hacemos todos los movimientos, damos el grito de victoria, y supuestamente estamos listos para vencer al diablo. Pero no respondemos al verdadero desafío.
22 Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. 23 Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David. 24 Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor.
Saúl se escondió en el bagaje cuando fue llamado a reinar. David dejó su carga con el hombre que guardaba el bagaje, y corrió al ejército. Estaban en orden de batalla. Dieron el grito de combate. Pero todo cambia cuando el paladín sale y desafía a Israel. Estos hombres – todos – huían en gran temor. Qué mal ejemplo ofrecemos a nuestros hijos y jóvenes cuando huimos de los desafíos del enemigo.
25 Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? Él se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel.
26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?
Nadie más piensa en quitar el oprobio del pueblo de Dios. Están cegados por su temor. Incluso la atractiva recompensa de las riquezas, la hija del rey y la exención de impuestos no es suficiente para motivarlos. No están pensando en la posibilidad de una victoria para Dios o en la gloria que Él recibiría.
Solo David puede ver la realidad de la batalla: Un filisteo que no tiene Dios no es quien provoque al Dios viviente y a su pueblo. ¿Quién, o qué, está provocando a Dios y a su iglesia hoy?
A David no le importan la fama, las riquezas o la mujer. El solo quiere quitar el oprobio de su Dios y su pueblo. Más tarde le dieron la hija del rey, Michal, y solo le causó dolores de cabeza.
27 Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere.
28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
29 David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar?
Puede que otros te hayan despreciado. Tú eres más joven. Has tenido problemas en la vida. Tus padres, tus hermanos, tus profesores, tu jefe siempre te menospreciaron. Eres la última persona que otros creen que haría grandes cosas para Dios.
Incluso el gran profeta Samuel se equivocó. Él pensó que este mismo Eliab sería el escogido de Dios. Pero a Dios le gusta exaltar al vil, al despreciado del mundo. En esa ocasión, en 1 Samuel 16, Dios dijo: El hombre mira la apariencia. Dios mira el corazón. Dios conoce tu corazón. No importa lo que digan los demás.
Solo David pudo ver la realidad de la situación: ¿No es mero hablar? ¡Las acusaciones del diablo cuando te condena son meras palabras!
30 Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la misma respuesta de antes.
A veces tenemos que apartarnos de aquellos que desprecian nuestra fe. Aquellos que no están en serio. Puede ser de una iglesia o de algunos amigos. David perseveró. No permitió que los malhechores lo desanimaran.
31 Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. 32 Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.
¡Este joven tiene que animar al rey! ¡Pero Saúl es incrédulo!
33 Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.
Cuando tomemos la decisión de marchar, habrá otros que intentarán desanimarnos. Dicen que es imposible, y señalan todas las razones por las que sería imposible. A veces un rey, un pastor o un padre sienten celos o temen a un joven con tanta fe.
34 David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, 35 salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 36 Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. 37 Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.
David es muy sabio. Él aplica lo que aprendió en cosas ordinarias a esta situación especial. Se dio cuenta de que Dios estaba usando esas experiencias para entrenarlo. Cuando tengas el corazón de David, verás la mano de Dios en todo. No hay tiempo perdido con el Señor. El empieza de a poco, y cuando aprendemos la lección, nos envía situaciones más complicadas. Pero aplicamos los mismos principios a esas situaciones. Así es que nuestra fe se edifica.
No es en vano lo que estás haciendo en ese trabajo ahora. La madre en casa aprende cosas muy importantes. Hay que ver la mano de Dios y la lección que tiene para ti en todas las experiencias.
38 Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza.
39 Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.
El mundo y la religión quieren vestirte con sus ropas. Quieren ponerte muchas cosas. Pero no son necesarias. No es posible andar – y menos marchar – con todas esas cargas. ¿Qué tienes que echar de ti para marchar?
40 Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo. 41 Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. 42 Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. 43 Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses.44 Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.
Hay muchos creyentes que marchan hasta este punto. Han hecho todo bien. Pero frente a frente con el diablo, no pueden. Huyen asustados, como todos los demás.
45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47 Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
Para marchar, tenemos que saber que la batalla es de Dios. No es para vanagloriarnos o jactarnos. Vamos en el nombre de Jesús. Es Dios que el mundo está provocando. Si te enfrentas al enemigo porque ha provocado a ti y quieres vengarte, fracasarás. Tu objetivo es que sepan que hay un Dios vivo. Que Cristo salva y sana.
Dios no salva con la armas del mundo. Lamentablemente, muchas veces la iglesia pelea con esas armas. Para ganar la batalla, tenemos que entender que la batalla es de Dios.
48 Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. 49 Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. 50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. 51 Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza.
Lo importante no es nuestra elocuencia. O la calidad del sistema de sonido. O lo buena que es la música. Podemos hacer algo muy humilde, pero cuando lo hacemos en fe, Dios se levanta y pelea.
Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron. 52 Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón. 53 Y volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su campamento.
Ese ejército solo necesitaba un hombre de fe para movilizarse. Le corresponde a Saúl, pero él es un fracaso. Este joven pastor lo hizo con fe. Es la chispa que necesitan. No queremos súper-estrellas. Queremos movilizar todo el pueblo de Dios para hacer proezas.
¿Puedes tú ser ese David que quitara el oprobio de la iglesia de Cristo? ¿Tienes el corazón de David, un corazón conforme al corazón de Dios? ¿Cuál es el desafío del diablo en tu vida ahora? ¿Quién es tu Goliat? No seas como Saúl y el ejército de Israel. Tira la piedra que Dios te dé en fe y vence al enemigo.